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Humberto Maturana
BIOLOGIA DEL TAO O EL CAMINO DEL AMAR por Humberto Maturana y Ximena
Dávila
¿Con qué nos conecta ese vivir?, ¿con lo divino o lo biológico? Pensamos que el vivir al
que la noción del Tao nos invita es el vivir fundamental del vivir del ser vivo en su
naturaleza biológica que se da en el existir en un presente cambiante continuo. En
nosotros, los seres humanos, ese vivir ocurre como un vivir en el lenguajear sin
enajenarse en el explicar, vivir que surge cuando se vive en la ampliación del ver en el
desapego que es la biología del amar. Por esto el camino del Tao es el camino del amar,
y el camino del amar es la biología del Tao.
Introducción
Este artículo es el producto de una serie de conversaciones que tuvieron lugar entre
Ximena Dávila y Humberto Maturana en el verano del año 2002, y presenta el
entendimiento del tema de la “Biología del Tao” a que ellos llegaron.
Pero hay algo más. Lo que decimos a continuación sobre la noción del Tao, surge desde
una mirada reflexiva que hemos escogido llamar filosofía natural. Nosotros pensamos
que uno hace filosofía cada vez que se pregunta por los fundamentos de su hacer,
cualquiera este sea y en cualquier ámbito del pensar y actuar, sea éste el vivir cotidiano,
político, científico filosófico o tecnológico. La mirada reflexiva que llamamos filosofía
natural aparece en el momento en que uno se da cuenta de que existen dos preguntas
básicas en la reflexión sobre los fundamentos de todo lo que ocurre en nuestro vivir
como seres humanos, esto es, las preguntas por el ser y por el hacer. La historia del
pensar reflexivo occidental ha estado centrada sobre la pregunta por el ser, por el en sí
por la búsqueda de la realidad y de las verdades últimas. Nosotros ahora nos
preguntamos por el hacer, por ¿cómo hacemos lo que hacemos?
Desde su inicio el pensar filosófico occidental sigue el camino de la pregunta por el ser,
pregunta ésta que parece contestable desde el pensar místico-espiritual-religioso que ve
un fundamento trascendente a la transitoriedad del ocurrir del suceder de todo lo
existente. El pensar filosófico occidental es congruente con el pensar oriental en la
aceptación implícita o explícita de un fundamento trascendente para toda la existencia.
A nosotros nos parece que la pregunta por el hacer como pregunta básica, no estaba
accesible al pensar pre-filosófico por la actitud cultural que aceptaba el fundamento
trascendente de toda existencia, y que por ello no se desarrollo desde entonces. Esta
pregunta es posible ahora porque el pensar occidental desde el pensar científico ha dado
origen a una libertad reflexiva que permite la pregunta por el hacer en un ámbito de
entendimiento y acción que permite contestarla. Más aún pensamos que esta pregunta
bajo la forma fundamental de ¿cómo hacemos lo que hacemos los seres humanos? no es
la pregunta que se pueda hacer y haya sido hecha en el pensar científico tradicional
porque éste surge en un trasfondo conceptual que pregunta por el ser, por la esencia, por
la realidad, por lo objetivo, desde un aceptar implícito un soporte trascendente para la
existencia.
Es por lo anterior que cuando nosotros nos preguntamos por el hacer, por cómo
hacemos lo que hacemos los seres humanos, lo hacemos desde el cambio fundamental
ontológico y filosófico que se inicia con la Biología del Conocer (Maturana 1970), y
que ahora desde nuestras reflexiones en el desarrollo del entrelazamiento conceptual de
la Biología del Conocer y la Biología del Amar en la Matriz Biológica de la Existencia
Humana, llamamos filosofía natural.
El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en
el bien-estar psiquico y corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la
existencia. Como tal, la noción del Tao ha llevado a la reflexión y a la acción a muchas
personas en los ámbitos de la filosofía, la mística, y la religión.
En esta nota queremos reflexionar sobre los procesos biológicos que como procesos del
vivir y convivir dan origen a la experiencia básica cuyo cultivo da origen a la expansión
del bien-estar en el vivir cotidiano que en la tradición oriental se connota con la noción
del Tao, y que todos los seres humanos podemos vivir si de hecho la cultivamos.
Pensamos que todas las experiencias que los seres humanos vivimos, en toda
circunstancia y cualquiera sea el nombre que les demos, nos ocurren como aspectos de
nuestro vivir humano en el fluir de nuestro vivir biológico, y pensamos también que es
por ello que se pueden cultivar y expandir, dando origen a distintos modos de vivir y
convivir en espacios culturales que llamamos místicos, religiosos, filosóficos,
científicos o artísticos.
Nos parece que la experiencia básica cuyo cultivo constituye el camino del Tao es una
experiencia de bien-estar que se extiende a todas las dimensiones relacionales de lo
humano como una experiencia de armonía psíquica y corporal en todas las dimensiones
del vivir y convivir, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. La experiencia
del Tao según nosotros no tiene que ver con lo que se vive, sino que con cómo se vive lo
que se vive.
El presente:
Si miramos a los seres vivos que existen fuera del lenguajear, vemos que ellos viven en
el continuo presente que se vive sin la evocación descriptiva de un pasado que complica
el presente desde la añoranza por lo ausente. Mas aun, viven sin pensar ni desear un
futuro que surge de la descripción de lo que se espera que ocurra y modifica el presente
desde la frustración porque no se satisfacen las expectativas que los deseos de un futuro
implican. Los animales que existen fuera del lenguaje simplemente se deslizan en el
vivir en un continuo presente cambiante que surge espontáneamente sin reflexión
momento a momento en el fluir de la conservación del bien-estar propio de la dinámica
sensorial de cada momento del vivir que se vive. Al hablar del vivir en el presente de
estos seres hablamos de su vivir como un vivir inocente en el bien-estar sin añoranzas ni
expectativas, en el que se encuentra y se vive la alegría o el dolor de lo que hay en la
relación inmediata y no de lo imaginado; y hablamos de un bien-estar que se pierde
cuando el vivir en la consciencia del pasado y del futuro que el lenguaje hace posible
nos lleva a la frustración ante los deseos no cumplidos y al sufrimiento que el apego a
los deseos no logrados trae.
El camino del bien-estar del presente vivido en el vivir inconsciente del vivir fuera del
lenguaje, no es el camino del bien-estar que se quiere evocar cuando se habla del Tao, y
en el que se puede decir: “el maestro no actúa y todo se hace“. Lo humano ocurre en el
vivir en el lenguajear, y tanto el vivir consciente como el vivir inconsciente del vivir
humano surgen del vivir en el lenguajear, y por lo tanto el camino del Tao como camino
del vivir humano en el presente necesariamente ocurre como un vivir en el vivir en el
lenguajear.
La experiencia:
La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que
nos pasa nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el
lenguajear. Como la descripción de la experiencia no puede reemplazar lo vivido, la
descripción sólo puede ponerla en el ámbito de la mirada reflexiva y así constituirla
como elemento del mundo humano que es el mundo que surge en el lenguajear.
El mundo humano como mundo que se vive en el lenguajear en la generación de
dominios de coordinaciones de coordinaciones de haceres, se puede vivir como un
continuo presente que se vive en su mero ocurrir sin reflexión que mire el curso de ese
vivir. O se puede vivir en la mirada que trae a la consciencia como aspecto del vivir
cotidiano el sufrimiento por la frustración ante las expectativas y los deseos no
cumplidos o la alegría cuando los deseos se ven cumplidos. En el primer caso el vivir
humano ocurre como el vivir animal no reflexivo, y no surgen en él preguntas sobre el
presente, y el vivir en el bien-estar es un vivir en un presente sin apego anticipado a lo
que traerá consigo el cumplimiento de los deseos o las expectativas. En el segundo caso,
el vivir humano ocurre en la mirada reflexiva que abre el camino a la frustración que
genera dolor y sufrimiento por el apego al valor que se ve en lo que se perdió o que no
fue al no cumplirse los deseos o las expectativas pensadas, tanto como el camino desde
donde se ve ese apego y es posible preguntarse por la legitimidad del dolor y el
sufrimiento que genera a la vez que por el camino de acción que nos pudiera liberar de
ese dolor y sufrimiento. La noción del Tao intenta evocar el vivir del camino
experiencial que de seguirlo constituiría en nosotros esa liberación.
El vivir animal inconsciente de vivir en un presente sin pasado ni futuro, es un vivir sin
apego al valor que uno le puede asignar a lo que se pierde en la frustración de los deseos
y las expectativas, y es un vivir en el bien-estar de un camino como el camino del Tao
pero que no es ese camino porque no ocurre en el vivir consciente como el vivir
humano. La búsqueda de ese bien-estar en el vivir humano es difícil porque se trata de
vivir el ser consciente sin el actuar de ser consciente. Esto es, se trata de vivir fuera de la
trampa del deseo de vivir el bien-estar del mero presente sin pasado ni futuro sabiendo
que en nuestro vivir hay pasado y futuro. Por último, este darse cuenta ha llevado a
darse cuenta de que el dolor que surge en la pérdida de lo efímero no es por apego a lo
efímero sino que es por apego al valor trascendente o permanente que uno cree o supone
tenia lo efímero perdido. Este apego que genera un sufrimiento que enferma el alma y el
cuerpo es un apego por el ser de lo que no es.
El desapego:
Vivimos una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido
a lo deseado y constituye la medida de su valor. Y en esta nuestra cultura, es el apego al
dolor por la pérdida del valor y sentido de lo efímero deseado lo que genera el
sufrimiento, no el deseo como tal. En otras palabras, en tanto el dolor de la perdida le da
valor y sentido a lo perdido en nuestra cultura, la asociación entre dolor y valor o
sentido genera el apego al dolor dando origen a un sufrimiento que se hace más valioso
cuanto mayor es, porque cuanto mayor es el dolor mayor es el valor o sentido de lo
perdido.
Es por todo lo anterior que la liberación del dolor y el sufrimiento pasa por el desapego
que reconoce implícitamente que nada tiene valor o sentido por sí mismo, y que el que
el valor o sentido que le damos a lo transitorio que perdimos, surge como un comentario
que hacemos desde la realización de nuestro vivir sobre las relaciones sistémicas a que
pertenecía lo perdido. Valor y sentido son nociones que revelan el vivir relacional
cultural de las personas que los viven y cuyas vidas afectan o guían desde los apegos
con que los vivimos. Esto es, en tanto valor y sentido no son en sí, y no tienen un
fundamento trascendente, el creer que lo son nos atrapa en un dolor que conservamos
como sufrimiento en una dinámica que se sostiene justamente en nuestro creer que lo
transitorio perdido tenia valor o sentido en sí. El dolor y el sufrimiento existen en el
apego a un valor o sentido trascendente que no es, al no ver que somos nosotros mismos
los que le damos valor o sentido a lo que distinguimos según lo que deseamos hacer con
ese valor o sentido que creemos trascendente y permanente. El sufrimiento surge del
apego al valor que le asignamos a lo distinguido con el dolor que sentimos por su
ausencia, y se conserva, por lo tanto, en el apego a un ser que no es como si fuese un ser
en si, en la ignorancia del no ser en si de todo ser.
El camino que nos libera del apego, y por ello del dolor y el sufrimiento, es el camino
que nos saca de la ignorancia que es el no saber el no ser de todo ser, y en particular del
no ser del ser del valor o sentido que le asignamos a lo perdido. Esa ignorancia sobre el
no ser en si del ser de lo distinguido nos aparece como el mal-estar de un hacer
inadecuado al presente relacional que emerge desde nuestro entorno en el fluir de
nuestro vivir. Y es un hacer inadecuado que surge de la distorsión que las expectativas,
deseos, exigencias o miedos sobre el valor o sentido de lo distinguido imponen sobre
nuestra visión de la matriz relacional donde se da, desde nosotros, nuestro hacer como
lo que constituye el fluir de nuestro vivir en interacciones con un medio que emerge
como nuestro presente con nuestro mismo vivir.
Lo efímero:
La explicación:
Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y
vivimos, por una parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica,
que es el espacio de existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el
lenguajear, que como fluir consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres
constituye el ámbito relacional donde existimos como seres humanos en la realización
biológica de la materialidad de nuestro vivir. En este vivir biológico humano
explicamos nuestro vivir describiendo su ocurrir bajo distintos modos de evocar su fluir
en el lenguajear. Sólo los seres humanos como seres que existimos en el lenguajear
podemos hacernos preguntas que se contestan con explicaciones, las que como flujos de
lenguajear ocurren en la realización de nuestro vivir humano y describen los procesos
que generarían lo que explicamos.
Si buscamos vivir en el presente sin apegos en la búsqueda del camino del Tao, nos
transformamos en esa búsqueda en una dinámica que cambia la forma de esa búsqueda.
Y esto pasa porque somos seres humanos que se transforman en el vivir según el curso
que sigue la dinámica relacional que conservan en la conservación de un vivir que busca
el bienestar aun en el dolor o sufrimiento. Todo depende de poder recordar la dinámica
corporal / sensorial del bien-estar del vivir en el presente sin apego, que se vivió en un
presente antes vivido espontáneamente.
El entendimiento:
Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos, lo
sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido
de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber. El
entendimiento es un ocurrir biológico posible gracias al operar del sistema nervioso, ya
sea éste un sistema celular o un sistema molecular, según que los elementos
operacionales que lo componen sean cambios de relaciones de actividad neuronal, o
dinámicas de cambios de relaciones moleculares, pero ocurre como un vivir relacional
del organismo.
El sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios de relaciones de actividad
entre sus componentes, y como tal algunos de sus componentes existen en intersección
estructural con el organismo a nivel de las áreas sensoras y efectoras de las superficies
relacionales internas y externas de este. En su operar, sin embargo, el sistema nervioso
no hace diferencia entre lo interno y lo externo del organismo. Tal distinción pertenece
al operar del observador. El sistema nervioso no interactua con el medio, el organismo
sí. Esto es, el sistema nervioso existe como una red cerrada de cambios de relaciones de
actividad entre sus componentes, ciego a lo que pasa con el organismo en sus
interacciones en el medio. Mas aun, como resultado de su intersección estructural con el
organismo, la actividad del sistema nervioso como red cerrada de cambios de relaciones
de actividad entre sus componentes da origen continuamente a las correlaciones senso /
efectoras del organismo que constituyen el fluir de los encuentros recursivos de este con
el medio en la continua generación de su conducta. Y esto ocurre como una dinámica de
interacciones en la que los encuentros del organismo con el medio resultan en un
gatillamiento recíproco de cambios estructurales que dan origen a la continua
transformación estructural congruente entre sistema nervioso, organismo y medio en
torno a la conservación del modo de vivir del organismo. Esta transformación
estructural congruente del sistema nervioso con el organismo, y del organismo con el
medio, que conserva una dinámica conductual congruente entre un organismo
cambiante y un medio cambiante, es el resultado de que tanto el organismo como el
medio tienen estructuras plásticas y existen abiertos a un continuo flujo de cambio
estructural en torno a cualquier configuración relacional que se conserve entre ellos. El
organismo tiene en cada instante una estructura que define el espacio operacional en que
opera y conserva su vivir en ese instante a través de las correlaciones senso / efectoras
que su estructura de ese instante hace posibles. Por esto los cambios estructurales que el
sistema nervioso sufre en el vivir interaccional del organismo en el medio (nicho) que lo
hace posible, y los cambios correspondientes del medio surgen naturalmente
subordinados a la conservación de la de la realización del organismo, o este se
desintegra.
Todo lo dicho para los organismos con sistema nervioso neuronal se aplica a nosotros
los seres humanos. Por esto, todo ocurre en nuestro vivir humano como parte de la
continua ampliación y cambio de la red de correlaciones senso / efectoras de nuestro
operar como seres humanos en un medio que surge como un aspecto de la realización de
nuestro vivir humano. Más aún, igual que en todos los animales, nuestro vivir relacional
surge en cada instante como un fluir de correlaciones senso / efectoras determinado por
nuestra corporalidad en ese instante y por como nos movemos en el mundo que surge en
cada instante en la realización de nuestro vivir en coordinaciones de coordinaciones
conductuales consensuales. A esta relación de congruencia operacional dinámica entre
organismo y medio, la llamamos acoplamiento estructural.
La transformación:
La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le
asignamos a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra
que el valor o sentido de todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo
un modo cultural de mirar y actuar, y no una propiedad intrínseca de ellas. Para que la
ampliación del entendimiento se produzca en la persona que sufre, debe ampliarse en su
campo de reflexión la captación de las coherencias sistémicas a las cuales pertenece lo
perdido, de modo que le sea aparente a él o ella que lo perdido carece de valor o sentido
intrínseco. Más aún, esto debe ocurrirle a la persona que sufre aún cuando ella no sabe
cuales son las coherencias sistémicas que debe captar.
Lo peculiar de lo que ocurre con nosotros los seres humanos surge del hecho que
nosotros existimos en el lenguajear, y la ampliación del entendimiento se produce en la
dinámica de distinción por parte del sistema nervioso de configuraciones relacionales
que hacen sentido operacional en los ámbitos del vivir humano que surgen en el vivir en
los mundos que surgen en nuestro vivir en el lenguajear. Los distintos mundos que
surgen en el vivir humano se diferencian en las redes de conversaciones que los definen,
y a través de estas en las configuraciones relacionales que tratan al valor o sentido que
se le asigna a lo que se desea (riqueza, éxito, fama, poder, ... justicia), y que es
declarado como fuente de bien-estar y justificación del apego al mundo que se vive y
conserva en ese vivir. El valor o sentido que se le asigna a lo deseado surge de un mirar
fuera del presente relacional que se vive porque implica atribuir a aquello que se trata
como si fuese permanente o trascendente algo propio del vivir efímero, en una dinámica
que hace a ese valor fuente de enajenación en el apego a un ser que no es. Sin duda hay
muchos modos de vivir que se viven en el bien-estar porque se viven en conformidad
con el modo de vivir que se desea vivir mientras no se pierde lo que se desea conservar
y se hacen presentes el dolor y sufrimiento que surge del apego al valor o sentido
asignado a lo perdido. No todo modo de vivir que se vive y conserva porque conserva el
vivir aunque se sienta como un vivir en el bien-estar, es un vivir en el bien-estar que
conserva el camino del Tao. Y esto es así porque en tanto se trata de un vivir que busca
la conservación del valor o sentido trascendente que se le asigna a lo transitorio, esta
siempre al borde del dolor y sufrimiento.
Lo que distinguimos en nuestra vida cotidiana como amar son las conductas
relacionales a través de las cuales uno mismo, el otro, la otra, o lo otro, surge como
legitimo otro en coexistencia con uno. Como tal el amar es unidireccional, no espera
retribución, y es negado por las expectativas. El amar no es ni generoso, ni altruista, ni
solidario, simplemente no admite adjetivos. Cuando usamos adjetivos que califican la
naturaleza del amar al hablar de amar, revelamos que no hay amar. La intención de amar
en el amar niega el amar, y la conducta que queremos sea amorosa surge manipulativa.
Sin duda podemos describir lo que debemos hacer y sentir en el amar, pero cuando
intentamos realizar la descripción de las conductas relacionales que constituirían el
amar, salimos del amar y pasamos al espacio del manipular. La descripción no muestra
lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional que es distinto y
disjunto del dominio en que ocurre la descripción. Por esto es posible decir que el amar
que puede ser descrito no es amar.
El amar ocurre en el fluir del vivir en el presente en la legitimidad de todo, sin dualidad,
sin hacer distinciones de bueno y malo, de hermoso y feo, … Esto es, el amar ocurre en
el fluir del vivir en que uno vive en el dominio de las conductas relacionales a través de
las cuales la otra, el otro, lo otro, y uno mismo, surgen sin intención o propósito como
legítimos otros en convivencia con uno. El amar es visionario pues ocurre en la
ampliación del ver (del oír, del sentir, del oler, del tocar) propio del espacio de las
conductas relacionales que ocurren sin prejuicios, sin expectativas, sin generosidad, sin
ambición ... El amar no quiere ni busca las consecuencias del amar. El amar no es bueno
ni malo, simplemente es el vivir en el bien-estar que trae el vivir sin el sufrimiento que
trae el apego al valor o sentido que se ve en lo perdido o en lo que se puede perder. Lo
que si ocurre es que los seres humanos somos el presente de un linaje de primates
bípedos cuyo devenir evolutivo se produjo en torno a la conservación de un convivir en
el amar, la ternura y la sensualidad en un espacio relacional que surgió con la
constitución de la familia como un ámbito pequeño de colaboración en el lenguajear.
Por esto, cuando surge el amar sin que luego sea negado por el apego a algún valor o
sentido que se declara trascendente desde un vivir cultural, como ocurre en la cultura
patriarcal / matriarcal que vivimos, vemos que las emociones que lo acompañan son la
ternura, la sensualidad y el placer de la cercanía de lo otro. Estas emociones al
acompañar la expansión del ver que es el amar, amplían aun mas el bien-estar del vivir
el presente que implica vivir lo efímero en su legitima transitoriedad.
Por todo lo anterior, el amar como fenómeno del vivir biológico no sólo ocurre en el
vivir en el presente sin apego a la búsqueda de lo permanente, sino que es el vivir el
presente sin apego al ser de un ser que no es. Los seres humanos existimos en el
lenguajear, en redes de conversaciones, y nada humano ocurre fuera de las redes de
conversaciones en que existimos. Así, todas las experiencias que vivimos en nuestro
vivir como seres humanos ocurren en el fluir de nuestro vivir humano como aspectos de
nuestro vivir que distinguimos como lo que nos sucede viviendo el vivir en el conversar
que es el vivir humano. Por lo tanto el Tao, o el camino del Tao, ocurre y sólo puede
ocurrir en el vivir humano como un aspecto del vivir humano. Esto es, el camino del
Tao no niega ni puede negar la consciencia de si, pues ocurre en el vivir humano en
consciencia de sí en tanto se vive el vivir humano sin apego a la consciencia de si, y
toda referencia al Tao o al camino del Tao que parezca negar el vivir en consciencia de
si engaña o resulta engañosa.
El camino del amar como vivir en el presente sin apego es el camino del Tao vivido en
el ser social humano, y el ser social humano se vive desde y en el vivir individual en el
fluir de la convivencia en el amar que es el convivir social. El convivir fuera del amar
no es convivir social. No es lo que le pasa al otro lo central en el camino del Tao sino
que es lo que le pasa a uno; no es lo que le pasa al otro lo central en el amar sino que lo
que es le pasa a uno. Sin embargo, sin el bien-estar del otro y de uno mismo en la
convivencia no es posible vivir el camino del Tao porque se vive en el apego al valor
que se le asigna a la justificación de la negación del bien-estar del otro. Así mismo, sin
el bien-estar del otro y de uno mismo en la convivencia no es posible vivir en el camino
del amar porque se vive en el apego al valor que se le asigna a la justificación de la
negación del bien-estar del otro.
La noción del Tao como camino del vivir es una abstracción del convivir social
humano; una abstracción de un aspecto básico del vivir biológico humano que es el
fundamento del bien-estar corporal y psiquico; una abstracción de la biología del amar.
Y esto es así porque la biología del amar es el fundamento del bien-estar corporal y
psiquico en todas las dimensiones del vivir humano.
La existencia de los seres vivos es multidimensional. Los seres vivos existimos en todo
momento en la realización más o menos independiente de muchas identidades diferentes
que se entrecruzan en nuestra corporalidad, y que se conservan como formas
particulares de ser que se separan en mayor o menor grado en nuestro operar como
totalidades en el fluir relacional en que somos organismos. Las múltiples identidades
que de hecho vivimos o podemos vivir como organismos singulares, no se aúnan en
nuestra singularidad orgánica en la perdida de sus deslindes operacionales fisiológicos y
relacionales. No; lo que ocurre es que las múltiples identidades que vivimos se
entrelazan como aspectos mas o menos fluidos de la identidad de nuestro vivir
relacional en la generación de una existencia psíquica unitaria más o menos integral a
través de nuestro operar como totalidades en nuestro ámbito relacional.
En otras palabras, la unidad psíquica que vivimos como seres vivos, resulta de la unidad
operacional que surge de la unidireccionalidad de la realización del vivir en el fluir del
vivir en la conservación del vivir como organismos. Al mismo tiempo, la unidad
psíquica de nuestro vivir como personas, resulta de la unidad operacional relacional que
surge de nuestro vivir emocional en los distintos mundos que generamos en nuestro
vivir en el conversar en nuestra realización como personas. El fluir de nuestro
emocionear en el fluir de nuestro vivir como seres humanos, define en cada instante el
espacio relacional en que nos movemos en ese instante, dándole su carácter especial
como un modo de vivir en un dominio de bien-estar particular. Nuestras emociones
definen el carácter de nuestro vivir abriendo o cerrando espacios relacionales en los que
pueden surgir tanto el apego al valor que le asignamos a lo efímero y con ello el
sufrimiento, como la consciencia del no ser de todo ser y con ello el desapego en todas
las dimensiones del vivir en el abandono de las exigencias y expectativas que es el vivir
en el amar.
La emoción que se vive en cada instante del fluir de nuestro emocinear, penetra todas
las dimensiones de nuestro vivir con mayor o menor estabilidad según los apegos que
surjan en ella. Miedo, codicia, ambición, envidia, competitividad, son emociones que
restringen la mirada y abren el espacio al apego. El amar es la única emoción que
expande la mirada en todas las dimensiones relacionales y amplía el ver, el oír, el tocar,
… De hecho, como el amar consiste precisamente en el abandono de las certidumbres,
las expectativas, las exigencias, los juicios y prejuicios, es la emoción que consiste en la
realización del camino del desapego en todas las dimensiones del vivir como un
resultado espontaneo de su mero ocurrir en la aceptación unidireccional de la
legitimidad de todo en el vivir, incluso del rechazo de lo que no se quiere que ocurra. El
camino del amar es el camino del vivir que evoca la noción oriental del Tao.
El camino del Tao como camino del amar no es posible sin salir de la cultura patriarcal /
matriarcal que vivimos porque el amar ocurre solo fuera de esa cultura. Cuando se está
fuera de la cultura patriarcal / matriarcal que niega el amar, se vive el camino de la
biología del amar, se vive el amar sin hablar del amar, y se vive el camino del Tao sin
hablar del Tao.
Es por esto que al intentar evocar el camino del Tao como un vivir en el desapego la
tradición oriental se ve obligada a usar expresiones como: “Quien desee alcanzar la
unidad debe practicar la virtud sin hacer distinciones … debe disolver todas las ideas de
dualidad: bueno y malo, hermoso y feo, alto y bajo … amar, odiar, tener expectativas,
todos estos son apegos.” Vivir ese vivir es vivir en el camino del amar: es vivir
espontáneamente en la unidad de todo.
La biología del amar es el camino del Tao; la biología del amar es el Camino Integral; la
biología del amar es el camino del Tao en tanto es amar sin hablar del Amar. El camino
del Tao es el camino de la Biología del Amar.
El origen de lo humano
That the human manner of living entails among other things, a braiding of languaging
and emotioning that we call conversation.
That human beings arise in the history of bipedal primates with the origin of language
and the constitution of a lineage defined by the conservation of an ontogenic phenotype
that includes conversation as part of it.
That the magnitude of the involvement of the brain and the anatomy of the larynx and
face in speech as our main manner of languaging indicate that language cannot have
arisen later than two the three million years ago.
That rationally pertains to the operational coherences of languaging and different basic
notions that are accepted a priori constitute the different rational domains. That is, on
preference.
That responsibility and freedom are a function of our awareness of the participation of
our emotions (preferences) in the constitution of the rational domains in wich we
operate.
Lo humano surge, en la historia evolutiva del linaje homínido a que pertenecemos, al
surgir el lenguaje.
b) Lo sabemos de nuestros ancestros que vivieron en África hace tres y medio millones
de años indica que tenían un modo de vivir centrado en la recolección, en el compartir
alimentos, en la colaboración de machos y hembras en la crianza de los niños, en una
convivencia sensual y en una sexualidad de encuentro frontal, en el ámbito de grupos
pequeños formados por unos pocos adultos más jóvenes y niños.
c) El modo de vida indicado en b), y que aún conservamos en lo fundamental, ofrece
todo lo que se requiere, primero, para el origen del lenguaje, segundo, para que en el
surgimiento de éste se constituya el conversar cómo entrecruzamiento del lenguajear y
el emocionar (ver Maturana, 1988) y, tercero, para que con la inclusión del conversar
como otro elemento a conservar en el modo de vivir homínido se constituya el fenotipo
ontogénico particular que define al sistema de linajes al que nosotros, los seres humanos
modernos pertenecemos.
a) en las imágenes táctiles que usamos para referirnos a lo que nos pasa con las voces en
el habla. Así decimos que una voz puede ser suave, acariciante o dura;
Las realidades
La existencia humana en el lenguaje configura muchos dominios de realidad, cada uno
constituido como un dominio de coherencias operacionales explicativas. Estos distintos
dominios de realidad son también dominios de quehacer que generamos en la
convivencia con el otro y que, como redes de conversaciones (redes de coordinaciones
de acciones y emociones), constituyen todos nuestros ámbitos, modos y sistemas
(instituciones) de existencia humana. En estas circunstancias la realidad en cualquier
dominio es una proposición explicativa de la experiencia humana.
Las emociones
Lo racional
c) que en la medida que las premisas básicas que definen un dominio o sistema racional
son aceptadas a priori, lo son desde las preferencias del que las acepta, y
Conclusiones
El darse cuenta de que los seres humanos existimos como tales en el entrecruzamiento
de muchas conversaciones en muchos dominios operacionales distintos que configuran
muchos dominios de realidades diferentes. Es particularmente significativo porque nos
permite recuperar lo emocional como un ámbito fundamental de lo humano. En la
historia evolutiva se configura lo humano con el conversar al surgir el lenguaje como un
operar recursivo en las coordinaciones conductuales consensuales que se da en el
ámbito de un modo particular de vivir en el fluir del coemocionar de los miembros del
grupo particular de primates bípedos a que pertenecemos. Por esto, al surgir el
conversar con el surgimiento del lenguaje en el ámbito operacional de la aceptación
mutua (amor) en estos primates, lo humano queda fundado constitutivamente con la
participación básica del emocionar y en particular del amor. En la fantasía de la cultura
patriarcal a que pertenecemos en Occidente, y que ahora parece expandirse por todos los
ámbitos de la tierra, las emociones han sido desvalorizadas en favor de la razón como si
ésta pudiese existir con independencia o en contraposición a ellas. El reconocer que lo
humano se realiza en el conversar como entrecruzamiento del lenguajear y el emocionar
que surge con el lenguaje, nos entrega la posibilidad de reintegrarnos en estas dos
dimensiones con una comprensión más total de los procesos que nos constituyen en
nuestro ser cotidiano, así como la posibilidad de respetar en su legitimidad a estos dos
aspectos de nuestro ser. Desde pequeños se nos dice que debemos controlar o negar
nuestras emociones porque éstas dan origen a la arbitrariedad de lo no racional. Ahora
sabemos que esto no debe ser así. En el conversar surge también lo racional como el
modo de estar en el fluir de las coherencias operacionales de las coordinaciones
conductuales consensuales del lenguajear. Sin embargo, la efectividad del razonar en el
guiar las coordinaciones de acciones en el quehacer técnico; nos ciega ante el
fundamento no racional de todo dominio racional, y transforma, desde su pretensión de
no arbitrariedad, a cualquier afirmación racional en una petición de obediencia a otro
que limita nuestras posibilidades de reflexión porque nos impide vernos en la dinámica
emocional del conversar. Esto es importante para la comprensión de lo humano y lo
racional, porque, aunque parezca extraño, al hacernos cargo de la participación de las
emociones como fundamento de cualquier sistema racional en el fluir del conversar,
obtenemos el verdadero valor de la razón en la comprensión de lo humano. Y esto es
así, porque ahora sabemos que debemos darnos cuenta de nuestras emociones y
conocerlas en su fluir, cuando queremos que muestra conducta sea en efecto racional
desde la comprensión de la racional. Finalmente, el darse cuenta del entrelazamiento
entre el emocionar y el lenguajear que todo conversar y, por lo tanto, que todo quehacer
humano es, da fundamento a la comprensión de dos dimensiones adicionales del ser
humano, esto es, la responsabilidad y la libertad:
Referencias
MATURANA, H.R. (1988) Reality: The search for objectivity or the quest for a
Compelling argument. Irish J. Psychol. 9: 25-82.
Trabajo presentado en Puerto Rico en el evento: Alianza por una Nueva Humanidad, en
Diciembre 2003.
Los seres vivos existimos en comunidades de distintas clases. En particular los seres
humanos existimos en comunidades integradas por individuos conscientes de si mismos
que pueden reflexionar sobre su propia existencia y ser conscientes de que con su vivir
van configurando los mundos que viven y que estos no pre-existen a su vivirlos. La
convivencia en comunidad ocurre como un ámbito de existencia que se configura en el
convivir de los individuos que la componen desde su vivir individual. De manera
recíproca, el vivir individual de los miembros de una comunidad se configura en la
convivencia que estos contribuyen a generar con su participación en la convivencia que
se vive en la comunidad que integran.
Todo lo que los seres humanos hacemos o pensamos todo lo hacemos o pensamos en
nuestra realización como individuos en la localidad de nuestra individualidad, ya sea
que nos encontremos solos o en comunidad. Más aún, todo lo que hacemos, pensamos o
sentimos los seres humanos, lo vivimos desde el trasfondo de nuestro existir
fundamental como seres conscientes que operan o pueden operar en la reflexión con
conciencia de si. Se surge individuo humano de una clase u otra según el convivir que
se viva en la comunidad que se integra, y el convivir que se vive en la comunidad que se
integra surge con un carácter u otro según sea el vivir individual que vivan quienes la
integran con su vivir.
Aunque las comunidades humanas estén compuestas por seres que operan o pueden
operar como individuos conscientes de si, no son conscientes de si. Solamente los seres
humanos en tanto existen en el lenguaje operan, o pueden operar, con conciencia de si,
capaces de mirar sus actos y sus deseos y preguntarse si quieren su hacer o su desear, o
si quieren lo que dicen que quieren. Las comunidades humanas no pueden hacer esto en
tanto comunidades, y su operar como conjuntos humanos aparecerá ante un observador
implicando más o menos conciencia social, ética, espiritual, o ecológica, según sea el
operar consciente de quienes la integran. Los individuos que integran una comunidad
son los únicos que pueden ser conscientes y, por lo tanto, responsables, de lo que ocurre
en el interior de una comunidad, o de las consecuencias que el modo particular de ser de
la comunidad trae sobre el entorno biológico y no biológico que la sostiene y hace
posible.
De acuerdo a todo lo anterior pensamos que el problema central que vivimos los seres
humanos como humanidad en el presente de la cultura patriarcal/matriarcal que
vivimos, surge de la oposición de los deseos de poder, control, y dominación,... que
constituyen el trasfondo emocional de esta cultura, y el deseo de cuidado y de
conservación de lo humano y el entorno en el respeto por si mismo y por los otros, que
en el fondo todos tenemos. Lo que queremos decir lo sintetizaremos en los siguientes
puntos:
a.Ley sistémica 1:
Las leyes sistémicas son abstracciones de las coherencias del vivir del observador.
b.Ley sistémica 2:
Cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse ciertas relaciones,
se abre espacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conservan.
c.Ley sistémica 3:
El devenir histórico de la humanidad no sigue ni ha seguido un curso definido desde los
recursos u oportunidades como si estos lo fuesen en si, ha seguido un curso
continuamente definido desde las emociones, los, gustos, preferencias o miedos, esto es
desde los deseos. Nada es un recurso o una oportunidad en si, algo es un recurso o una
oportunidad sólo si se lo desea.
d.Ley sistémica 4:
Las consecuencias de un proceso no participan en su génesis.
6.En estas circunstancias nuestro verdadero tema es que queremos conservar en el
devenir de nuestro vivir humano. Lo que se conserva define lo que puede cambiar.
7.Todo cambio cultural ocurre como un cambio en la configuración del emocionar que
define lo que se conserva, y por lo tanto lo que puede cambiar. Todo cambio cultural es
un cambio en el emocionar.
8.Lo que queremos es un cambio cultural, pero si no sabemos que lo que define a una
cultura es el emocionar que sus miembros generan y conservan con su vivir al vivir en
ella, no podremos hacerlo ...
9.... y no podremos hacerlo porque pondremos nuestra atención en lo que queremos
cambiar generando oposición, y no en lo que queremos conservar generando
inspiración.
Noviembre, 2003
* Este artículo fue escrito con ocasión del Encuentro “Alianza Para Una Nueva
Humanidad” que se realizó en Puerto Rico en Diciembre del 2003.
Entrevista a Humberto Maturana "La Belleza de Pensar"
Esta entrevista es una transcripción a partir de un vídeo del programa: "La Belleza de
Pensar" transmitido por ARTV a fines de diciembre de 1995.
No representa los 72 años que lleva en el cuerpo y su mente científica sigue tan ágil e
inquieta como cuando nos deslumbró con sus obras El árbol del conocimiento y De
máquinas y seres vivos. Este biólogo y premio nacional en Ciencias 1994 está
empeñado en formar nuevas generaciones que se entusiasmen con su teoría en el
Instituto Matríztico que dirige. Acá se explaya en lo humano y en lo divino.
-La lección es: sin mutuo respeto entre los Estados no hay paz. No sé si está aprendida.
-De ninguna de las dos si no se abre la reflexión sobre los fundamentos de todas las
ideologías.
-Lo más inútil en el ámbito nacional es pensar que los problemas y conflictos de
convivencia se resuelven con ideologías, con la creencia de que se posee la verdad, sin
entender que solo se pueden resolver en conversaciones que ocurren en el mutuo respeto
en torno a la honesta intención de convivir en colaboración y no en el uso o abuso
mutuo, conscientes o inconscientes.
-Sí.
-Como un país en el que todos los chilenos queremos vivir porque nos sentimos
respetados, acogidos, no discriminados, y en el cual la pobreza y el abuso son errores
que se pueden corregir porque se los quiere corregir.
-Guido Girardi.
-La ideología del libre mercado es una trampa como toda ideología que niega la
reflexión sobre sus fundamentos. Cualquiera sean las bondades de una ideología, estas
se pierden cuando no se tiene libertad para revisarlos, y siempre terminan generando
algún tipo de tiranía. La tiranía a que lleva la ideología del libre mercado es la de la
codicia que niega las conductas éticas.
-Sí, ahora estoy contento porque enseño lo que enseño desde mí y con quien quiero, sin
subordinar mis enseñanzas a nada que no sea la pureza y profundidad del
entendimiento.
-Escogería el amar. El amar amplía el ver, el respeto mutuo y por sí mismo, y abre el
espacio de la colaboración. Y, por último, lo más fundamental: al configurar un espacio
relacional sin expectativas ni exigencias, evoca el amar.
Hace falta recuperar posiciones éticas, dice el biólogo Premio Nacional de Ciencias
Naturales 1994. ¿Qué ética? La única que existe, responde, "aquella en la cual lo que le
pasa al otro con lo que yo hago a mí me importa", la misma con que salió hace poco a
defender los bosques nativos, la misma con que valida la aceptación de la diversidad.
"Lo que estoy haciendo es sacar la reflexión ética de los espacios religiosos y
poniéndola en la vida cotidiana", explica.
-Doctor Maturana, usted en su artículo sobre el bosque nativo le dio un "giro de tuerca"
a la polémica al hablar de que ese es un tema ético...
-Es que el problema se ha venido planteando como si fuera biológico, y no lo es.
-Bueno, esa mención a la ética que usted hace sugiere una especie de principio matriz a
partir del cual se pueden definir nuevas maneras de comportamiento. Eso en un mundo
que busca precisamente nuevos discursos, nuevos paradigmas.
-Sí, pero no puede ser en términos de principios. Los principios se plantean para
violarlos. En mi planteamiento, la preocupación ética tiene que ver con el deseo de
convivencia en el mundo que yo quiero vivir, mundo que sólo es posible en tanto el otro
también es acogido en su legitimidad. Podemos conversar y negar a acuerdos de
convivencia en el mutuo respeto, en la aceptación recíproca de la legitimidad de cada
uno. Pero no es un principio. En el momento en que lo alzo como principio genero una
ceguera sobre lo que se plantea.
-¿Y por qué tiene que ver con el deseo?
-Si usted mira la historia, lo que ve es el curso del deseo, no el de los recursos
materiales. Es lo que usted quiere lo que hace que algo sea una oportunidad o una
necesidad o un motivo.
-Y su deseo, ¿cuál es?
-Yo quiero contribuir con mi quehacer, con mi opinión, a construir un mundo en el cual
sea deseable vivir.
-Eso también lo quería por ejemplo el socialismo real.
-La diferencia es que el socialismo y el comunismo confundieron el propósito ético con
la teoría filosófica desde la cual se justificaba una cierta acción. Lo que fracasó en la
Unión Soviética no es el propósito ético, porque eso nunca se realizó, sino las teorías
que justificaban el dominio o la decisión de una persona sobre las conductas o las
posibilidades de las otras, con lo cual se niega el propósito ético de una convivencia. Yo
creo que ese es el problema: la búsqueda de ese nuevo paradigma, el creer que se
requiere un paradigma teórico, filosófico, político, cuando en realidad lo que se necesita
es un compromiso con un propósito ético en términos del mundo que se quiere vivir, y
tiene que ser expresado en términos del deseo de convivencia que sirva de referencia
para corregir los errores de la convivencia.
-Usted dice que no se requiere un paradigma, pero la realidad es que los paradigmas han
venido sucediéndose. Por eso le insisto: ¿Cómo ve este nuevo discurso? ¿Basta con
definirlo como un cambio de la conducta, de la manera en que yo aprecio al otro?
-Es que un cambio en la manera como yo aprecio al otro cambia todo: mis relaciones
con las personas, cómo hago, cómo converso, cómo estoy o no dispuesto a reflexionar
sobre mi tiempo, cómo manejamos el espacio en común; todo.
-¿Hacia dónde?
-Hacia las consecuencias que tiene el estar dispuesto a crear un espacio en el cual todos
los seres humanos sean legítimos. Es un cambio de espacio, porque además permite
descubrir y revisar los errores en función de ver que uno sigue un camino que no realiza
lo que uno quiere. En cambio, cuando usted tiene un supuesto paradigma, una teoría
filosófica política o religiosa, los errores se ven en relación a la satisfacción de las
situaciones teóricas y no a lo que pasa en el individuo, y con eso usted genera tiranía.
Cada vez que usted tiene una teoría filosófica que dice cómo debe ser la conducta
humana, va a generar una tiranía, porque no va a ver seres humanos, sino las
discrepancias con respecto a un deber ser.
-Su propuesta constituye también un llamado a aceptar la diversidad.
-En tanto yo respeto al otro, respeto también la diferencia. El que seamos distintos no
quiere decir que no podamos conversar y tener propósitos comunes. Cuando usted viene
aquí a hablar conmigo, usted no espera encontrarse una imagen de sí mismo, así como
yo lo recibo y no espero encontrarme una imagen de mí mismo. El que usted sea
distinto de mí no es una dificultad; es una oportunidad, si nos respetamos y deseamos
hacer algo juntos.
-¿No tiene limites la aceptación de la diversidad?
-Sólo el deseo de convivencia. Porque en último término, el deseo, las preferencias que
uno tiene, van a determinar qué teorías se quiere, qué religión se adopta, qué posiciones
de acción se toman. Lo que pasa es que uno no se hace cargo de sus deseos. Uno dice
que quiere ser racional y no se da cuenta de que todo sistema racional se funda en
premisas fundamentales que están aceptadas desde las diferencias. Porque si tuviéramos
premisas fundamentales que todos aceptáramos, la conducta racional nunca seria
problema. Lo que hacen las conversaciones es generar un espacio común de deseos; y
cuando eso se logra hay un proyecto común; y en el momento que tenemos un proyecto
común somos libres. La libertad de la convivencia se funda en tener un proyecto común.
Si no, tenemos el liberalismo que trae consigo la oposición, porque no hay libertad ni
proyecto común.
-Usted ha sido muy crítico del liberalismo...
-El liberalismo hace exactamente lo mismo que la revolución rusa. Es ciego frente al
otro, lo único que hace es mirar los propios intereses y cuando yo hago un acuerdo con
el otro lo hago en función de mis intereses. Pero un acuerdo en un espacio de mutuo
respeto no es en función del interés del uno o del otro, sino del espacio de convivencia
que se funda en el deseo.
-La competencia ha servido para generar algún desarrollo, ¿no le parece?
-Yo diría que no. Lo que pasa es que la diversidad es una oportunidad para ampliar la
mirada y la reflexión, y eso se confunde con competencia. Si yo estoy produciendo algo
y otra persona está produciendo otra cosa, y veo lo que ella hace y veo la que yo hago, y
eso me permite a mí hacer lo mío de otra manera más adecuada, eso no es competencia.
La competencia tiene que ver con cómo me sitúo yo productor con respecto al otro
productor. Usted ve que en el espacio de competencia el juego es la destrucción del otro,
sea por absorción, sea por sumirlo o aplastarlo. ¿y qué es lo que resulta de la
competencia? Bueno, el mejor en el espacio que queda definido por la oposición, si es
que entiendo por mejor al que tiene la capacidad de eliminar al otro. Pero eso no es
necesariamente lo mejor para la convivencia.
-Le cambio el tema. El discurso de la ciencia es el que actualmente predomina en todos
los campos. Usted mismo, a partir de la ciencia, construye un discurso ético. Pero
pareciera que el uso de lo científico se hace con miras a tener un criterio de verdad, á
cumplir ciertos requisitos, para afirmar el propio discurso. ¿Le parece que este
predominio es bueno?
-En un artículo que se llama Ciencia y vida cotidiana: ontología del explicar científico,
muestro cómo el explicar científico es idéntico al explicar cotidiano. Aunque la
diferencia está en que el científico es particularmente riguroso para no confundir
dominios y para hacer afirmaciones completas, el criterio de validación de las
explicaciones científicas es el mismo que uno usa en la vida cotidiana. y porque tiene
que ver con la vida cotidiana es que la ciencia tiene consecuencias tan enormes en el
vivir. Ahora, el problema con respecto al uso de la ciencia como argumento es que no
siempre se sabe lo que se está diciendo. Por ejemplo, cuando en la televisión dicen "esta
es una observación científica", en verdad no saben de qué se está hablando, o a veces
sabrán, pero nosotros usamos mucho eso de que es científico como una muletilla, como
si fuese claro lo que estamos haciendo, pero eso no es serio.
-A lo que me refiero es a que, por ejemplo, en la polémica por el bosque nativo, los
partidarios de la corta o de que se evite una moratoria exhiben trabajos que presentan
desde la ciencia para fundamentar su posición.
-Exactamente, pero el problema no es la demostración científica sino que el uso que uno
quiere darle a ella. En la explicación científica uno explica ciertos fenómenos, pero qué
se va a hacer con esos 'conocimientos depende de lo que uno quiera. Por eso que el
problema del bosque nativo no es un problema científico, biológico. Supongamos que si
yo uso ciertos procedimientos, el bosque nativo no se destruye. Yo voy a usar esos
procedimientos porque quiero conservar el bosque nativo, no porque según esos
procedimientos no se lo destruya. ¿Entiende la diferencia?.
Entrevista realizada por Carlos Aldunate B. para la sección Ideas del periódico La
Epoca, la cual fue publicada el domingo 13 de noviembre de 1994.
Para la sección "Carácter" de la revista Latitud 33, la periodista Cecilia Barría entrevistó
a Humberto Maturana. En el encuentro trataron diversos temas de actualidad, pasando
desde el ámbito científico hasta el aborto. Las temáticas que le fueron consultadas las
plantearon a través de una o dos palabras claves, frente a las cuales el entrevistado dio
su opinión.
El legítimo otro
Me pareció muy profundo su artículo "Respuesta a la crítica de Berman de El Árbol de¡
Conocimiento" (*) y especialmente destacabas las nociones de que uno puede ser
Pinochet pero que elige no serio, la posibilidad que todos tenemos de vivenciar
exactamente las mismas cosas, y la de la aceptación del "legitimo otro".
Ese artículo estaba dirigido específicamente a lo que Berman dice, asignándole a la
biología una responsabilidad y un carácter que no tiene. Una de las cosas que ese
artículo debería evocar es que las cosas que ocurren en el espacio en que el organismo
se relaciona como totalidad tienen un carácter distinto de las que ocurren en los
procesos moleculares que lo constituyen. La fisiología simplemente ocurre: no hay nada
ni bueno ni malo. Es en la reflexión de un observador donde surgen lo bueno y lo malo,
lo deseable y lo indeseable, como comentarios que él o ella hace acerca del organismo
que observa.
Es porque nosotros, los seres humanos, existimos en el lenguajear que podemos
reflexionar sobre lo que vemos y hacemos. Los caminos relacionales que vivimos no
tienen sentido o significado propio: se lo damos nosotros según nuestros deseos,
preferencias o elecciones. Lo que yo vivo surge de lo que yo quiero vivir, y eso puede
ser distinto de lo que quiere otro. Desde allí puedo escoger abrirme a una perspectiva
que me permite ver desde dónde podría ser yo "Pinochet" y ver si quiero o no ser así. Y
hablo de ser "Pinochet" sólo porque pertenece a nuestra historia reciente en Chile, y
todos sabemos qué evoca en cada uno de nosotros ese nombre.
Cualquier ser humano puede ser todo lo que otro ser humano puede ser, y lo será o no
en un acto de elección reflexiva si se da cuenta de que puede ser todo -desde lo más
admirable hasta lo más execrable- porque siempre actuará desde sus preferencias,
deseos o elecciones. Sólo desde esa conciencia puedo ser responsable de lo que hago, y
ser consciente de que yo hago la historia, que no soy arrastrado por ella.
Considero que Berman se equivoca biológica y filosóficamente cuando afirma que
Pinochet es una aberración biológica (o algo así) y que Allende es la mejor expresión de
la ética biológica -más allá de mis preferencias-. En ese artículo muestro que la
preocupación ética pertenece al dominio reflexivo humano y al acto de actuar
consciente de que se quiere o no se quiere las consecuencias de lo que uno hace sobre
otros seres vivos. La reflexión ética surge cuando a una persona le importan las posibles
consecuencias negativas de sus actos o pensamientos sobre otros seres y no quiere
generarlas. En la conducta ética siempre hay una elección reflexiva.
Matriz de transformación
El Instituto de Formación Matríztica, creado en octubre de 2000 por Humberto
Maturana y la orientadora familiar Ximena Dávila, tiene el objetivo de entregar
formación en biología del conocer y biología del amar.
La idea de su creación surgió cuando, durante su práctica profesional, Ximena, alumna
de Maturana en varias instancias, hizo algunas observaciones fundamentales, a juicio
del científico: "la primera es que las personas piden ayuda psicológica porque les duele
la vida; la segunda es que ese dolor es de origen cultural y la tercera es que la ayuda
efectiva pasa por la práctica conversacional que entrelaza las dinámicas de la biología
del conocer y la biología del amar".
Así, conversando sobre lo que ocurría en su práctica profesional y las condiciones
relacionales más adecuadas para ella, así como el hecho de que el doctor Maturana no
quería dictar más charlas aisladas y partes de cursos de otros, surgió la idea del Instituto:
" El nombre 'matriz biológica de la existencia humana' surgió también en nuestras
conversaciones y se refiere a las condiciones de origen, constitución, realización y
conservación de lo humano. Aquí usamos la palabra matriz en su doble significado:
útero y trama relacional".
En la actualidad, el Instituto dicta cursos de formación en la matriz biológica de la
existencia humana. Estos incluyen, además de las actividades de Humberto Maturana y
Ximena Dávila en la formación en biología del conocer y biología del amar, una parte
fundamental relacionada con el llamado "flujo de la energía corporal" como una
actividad que unifica psiquis y corporalidad, a cargo de la especialista Beatriz Genzsch.
Respecto de las materias estudiadas en los cursos, Maturana señala: "Hablamos de lo
humano, de nosotros, de ellos. El tema es la vida biológica, psíquica y cultural de los
alumnos que lo toman. Por eso, su temática va desde el origen de lo humano en la
familia y el lenguaje en la biología del amar hace más de tres millones de años hasta
nuestro presente cultural".
El Instituto de Formación Matríztica es, entonces, una invitación a participar en una
ampliación del conocimiento y el entendimiento de lo humano, que entrega libertad
reflexiva y autonomía de acción en todos los ámbitos del vivir. " No se ofrece una
panacea ni recomendaciones o técnicas conductuales - Agrega Maturana-, sino
elementos de autonomía reflexiva de acción. Queremos contribuir a la autonomía
intelectual, creativa y ética de quienes estudien aquí. Yo no he dejado de ser científico:
solo he cambiado de espacio de trabajo. Ahora puedo decir, con más propiedad, que la
vida cotidiana es mi espacio de observación y reflexión en el ámbito de la matriz
biológica de la existencia humana."
(*) En español se ha publicado varias veces; entre éstas, puede hallarse en la Revista
Chilena de Psicología, Vol. II, Nº 1, 1990
El cambio es conservación
La primera ley sistémica dice que cuando en un conjunto de elementos comienzan a
conservarse ciertas relaciones, surge un sistema y se abre espacio para que todo cambie
en torno a las relaciones cuya conservación instituye el sistema. Esto no es trivial para
nada, porque lo que se conserva define lo que puede cambiar. nosotros hablamos de
cambio, pero central en el cambio es lo que permanece. En la empresa uno puede decir
queremos cambiar, pero la pregunta de fondo es ¿qué deseo conservar?.. Si yo quiero
conservar la honestidad, la seriedad en el quehacer la conciencia social, la convivencia,
el mutuo respeto, etc., todo puede cambiar en torno a eso. Pero si lo que yo voy a
conservar son las ganancias, todo va a cambiar en torno la conservación de ganancias.
Cuando hablamos de cambio sin mencionar lo que queremos conservar, estamos
engañando a otros o a nosotros mismos..
Las planificaciones no sirven
Nosotros no vemos todas las dimensiones de la dinámica estructural del organismo, de
modo que toda planificación está destinada a fracasar, mejor dicho, a fallar. La palabra
fracaso hace referencia a lo humano, a la intención, si una planificación falla y uno sabe
que inevitablemente va a fallar no es un fracaso, no es que la persona no tomó en
consideración todas las cosas que debió tomar; efectivamente que tomó en
consideración todo lo que podía tomar, todo lo que estaba allí. Entonces, que la
planificación falle no es un error del que planifica, sino que es un aspecto normal de la
dinámica sistémica. Y eso es fundamental porque si no lo vemos así atribuimos al
planificador la responsabilidad de que el plan no funcione y generamos un espacio de
culpabilidad donde no debe existir. Por supuesto que ustedes pueden diseñar la empresa
hasta cierto punto, pero las planificaciones de todos modos -pronto o tarde- van a fallar.
Esto es una gran revelación, porque tenemos libertad para corregir y de otra manera nos
que damos pegados en las planificaciones, acusamos a los planificadores, etc. Que la
planificación falle es una oportunidad de pensar de nuevo y ese es nuestro don como
seres humanos: podemos reflexionar, pero la reflexión es un acto en la emoción no en la
razón, porque implica soltar la certidumbre que uno tiene.
Saber versus reflexión
El saber es enemigo de la reflexión. Si yo le digo a alguien: Míralo -y me responde-
¿para qué lo voy a mirar de nuevo si yo se cómo es? No hay reflexión posible. Mientras
más creemos que sabemos, menos reflexionamos. No estoy hablando en contra del
saber, sino que estoy hablando del apego que la certidumbre implica, porque si yo sé y
miro de nuevo es maravilloso porque soy capaz de ver algo que no veía antes. Por eso
no hay nada más fascinante que repetir experimentos clásicos, porque cada vez
muestran algo distinto.
Los tres derechos humanos de Maturana
- Derecho a cambiar de opinión, o sea yo quiero vivir un espacio de convivencia
humana en el cual el cambiar de opinión sea legítimo, porque eso me hace responsable
sobre mis opiniones.
-Derecho a equivocarse. Si uno no tiene derecho a equivocarse no tiene derecho a
corregir los errores porque no hay errores. Yo quiero vivir un espacio de convivencia
humana en el cual sea legítimo equivocarme porque sólo así puedo ver mis errores y
puedo ser responsable de su corrección.
- Derecho a irse. El primer derecho o que le quitamos a alguien cuando le alteramos el
entorno. Yo quiero vivir un espacio de convivencia humana en el cual el irme no
constituya una amenaza para mi vida y que sea legítimo.
Aprender a mirar el proceso
En esta cultura vivimos con la atención puesta en el resultado, no vemos el proceso,
queremos la culminación, la meta, el logro. El proceso no nos interesa, no nos importa.
Si yo hablase de los resultados de mi vida sería un fracasado: el sexto año de
humanidades me lo regalaron porque pasé enfermo del pulmón y los profesores
decidieron pasarme de curso sin tomarme exámenes. Estudié medicina y no me recibí,
me fui en el quinto año. Estuve en Inglaterra dos años y nunca me aceptaron como
alumno en la Universidad de Londres. Sólo cuando llegué a Harvard me dijeron: "si
usted ha hecho lo que dice que ha hecho se le notará" y entonces reconocieron el
proceso no los resultados.
Cuando miramos el proceso nos damos cuenta que el resultado nunca es un fin, es un
momento del proceso, cada instante está resultando de los anteriores. En el proceso es
cuando estamos viendo a las personas no en el resultado.
No existe empresa privada
Yo digo que no existe una empresa privada, toda empresa es pública porque se sostiene
de una comunidad que consume sus productos y si la empresa no se hace cargo de eso
se transforma en un parásito. La mayor parte de los conflictos empresariales que
tenemos tienen que ver con eso, no tiene que ver con la irresponsabilidad de la gente o
que no sepan hacer lo que hacen, el problema es la relación que estamos viviendo con
nuestros colaboradores, con la comunidad que nos hace posible.
Paulo Margutti *
segunda metade do século 20 foi marcada pela ascensão de uma nova abordagem
científica de caráter sistêmico, em que as ciências da vida desempenham um papel
paradigmático. Nesta nova perspectiva, as idéias do biólogo chileno Humberto
Maturana exercem um papel fundamental. Embora seja bastante difícil resumi-las, vale
a pena uma pequena introdução, com o objetivo de motivar estudos posteriores.
Deste modo, todos os sistemas vivos são conhecidos através de dois domínios de
descrição complementares e independentes. No domínio do fechamento operacional
(fisiologia), tudo aquilo que é aceito como perturbação do sistema é determinado pela
dinâmica interna do próprio sistema. Neste caso, esta dinâmica é relevante para a
descrição, mas não as interações com o ambiente. No domínio do acoplamento
estrutural (conduta), a estrutura do ambiente dispara mudanças no sistema, sem,
entretanto, especificá-las ou dirigi-las, e a estrutura do sistema dispara mudanças no
ambiente, também sem especificá-las ou dirigi-las. Neste caso, as interações com o
ambiente são relevantes para a descrição, mas não a estrutura interna do sistema. Assim,
quando o sistema vivo sobrevive num dado ambiente, temos uma história de mudanças
estruturais em ambos, as quais são mutuamente disparadas e congruentes. De acordo
com Maturana, embora as duas descrições sejam válidas e necessárias para uma
compreensão mais completa dos sistemas vivos, podemos criar problemas quando
transitamos inadvertidamente de um domínio de descrição para o outro.
A linguagem, por sua vez, surge a partir do acoplamento estrutural entre seres humanos.
Ela depende de uma convivência íntima e colaborativa, que gera uma rede de
conversações (conjunto de comportamentos coordenados mutuamente disparados entre
os falantes). Nesta perspectiva, a linguagem não envolve transmissão de informação,
mas apenas coordenação comportamental num domínio fechado de acoplamento
estrutural. As trocas comunicativas constituem verdadeiras coreografias refinadas de
coordenação comportamental. Os nossos conceitos são todos derivados destas
interações comportamentais.
Quanto à sociedade, ela surge das interações cooperativas e recorrentes entre seus
membros. Um sistema social é uma rede de interações que funciona como um meio no
qual os seres vivos se realizam como tais e conservam sua organização e adaptação. A
base das interações cooperativas humanas é a emoção biológica do amor. Esta constitui
a condição dinâmica espontânea de aceitação, por um sistema vivo, de sua convivência
com outro sistema vivo. Enquanto fenômeno biológico, o amor não precisa de
fundamentação racional. Uma sociedade sem amor se desintegra: não há competição
sadia, porque a negação do outro envolve a negação de si mesmo.
Embora Maturana diga que está fazendo ciência e não filosofia, parece-me
perfeitamente possível efetuar uma apropriação filosófica de suas idéias. Penso que seu
modelo fornece os elementos adequados para superar muitos dos enigmas tradicionais,
como a oposição realismo/idealismo, através da abordagem da dupla descrição. Outro
aspecto digno de nota é que Maturana inclui uma dimensão ética no seu modelo, ao
afirmar a emoção do amor como base do social. Isto tudo significa uma aproximação
harmoniosa entre ciência, filosofia e sabedoria de vida, permitindo uma sintonia maior
entre nossa maneira de ver o mundo e a realidade que vivemos. É nesta direção que tem
caminhado meu trabalho filosófico.
Estamos voltando hoje de Santiago de Chile, após uma imersão de seis dias com um
gênio de 76 anos, dotado de tal lucidez e agilidade física, que se eu não soubesse que
nasceu em 1928, apostaria que tem uns 45-50 anos de idade. Este homem responde pelo
nome de Humberto Maturana Romesin e é o fundador, junto com a Ximena Dávila
Yañez do Instituto de Formación Matriztica, que opera nesta cidade com equipe de
discípulos e colaboradores.
A essência da teoria da Biologia do Conhecer do Maturana, que teve suas raízes nos
anos 50, quando adquiriu seu doutorado em Biologia em Harvard e se consolidou no
início dos anos 70, quando a publicou pela primeira vez, é que, como não podemos
distinguir entre ilusão e percepção, a realidade somente existe a partir de um
observador, que a decifra através de sua estrutura interna no momento em que a
vivencia. É interessante observar que enquanto a cultura ocidental só está interessada no
que é real, já há três ou quatro milênios a cultura oriental sabe que o ser humano não
distingue entre percepção e ilusão.
O significado disto é que a “realidade” realmente não existe como verdade absoluta, e
ela só se configura a partir do olhar do observador, no momento em que vai vivendo.
Para ficar mais claro: o chão não necessariamente está lá ou pré-existe independente de
nós. Ele surge como resultado da nossa interação. Nós, seres humanos, enxergamos de
maneira similar o mesmo solo porque temos, em nossa constituição, uma organização
própria à nossa espécie e não porque o solo é definitivamente como o enxergamos.
Dentro deste raciocínio, não temos hoje como saber como a cadeira que estou olhando e
que tenho certeza que “está lá”, será vista e interpretada por um cachorro ou uma
abelha, por exemplo, que têm estruturas diferentes e consequentemente enxergarão
coisas diferentes. Somos similares em nossa organização, mas nos transformamos a
cada dia, em nossa estrutura, a partir das interações que temos. Assim, duas pessoas
nunca terão estruturas idênticas e jamais poderão enxergar a realidade exatamente da
mesma forma. Interessante não é? Na maioria das vezes achamos que quando
terminamos de falar algo o ouvinte compreendeu exatamente onde queríamos chegar. A
verdade é que a coisa não é bem assim. A partir deste princípio podemos compreender
porque as organizações têm resultados tão desapontadores com os investimentos que
fazem em treinamentos.
“A gente vive o nosso viver como se fossemos o centro do universo, e não poderia ser
diferente”, diz Maturana e como todo ser humano opera como um sistema fechado
determinado pela sua estrutura e tudo acontece dentro dele, temos ainda a emoção e o
contexto histórico como geradores da infinita variabilidade das múltiplas realidades e
dos múltiplos mundos que enxergamos daquilo que hoje percebemos como “realidade”.
Conforme o observador vai se dando conta de que o mundo no qual ele vive só surge a
partir de seu viver, ele começa a entender que os mundos diferentes que surgem nascem
dos diferentes modos de viver e conviver, que por sua vez são definidos pelas diferentes
combinações de sentimentos que as pessoas têm, como medos, desejos, preferências etc.
Assim sendo, tudo o que o ser humano faz, acontece dentro de um fluir emocional
condizente com o momento em que ele faz o que ele faz. E a emoção que viabiliza a
reflexão, que é um meio no qual a pessoa abandona o apego às suas certezas, é o amor.
Conforme as palavras do próprio instituto: “O amar ocorre como um domínio das
condutas relacionais através das quais a gente mesmo, o outro ou a outra, surgem como
legítimos outros na convivência com nós mesmos.” O que acabamos de fazer é tentar
pincelar o conceito da Biologia do Amar.
O significado da obra de meio século deste colosso, que já foi cogitado para o premio
Nobel, é incomensurável. A começar pela cognição, estamos falando de uma total
revolução na educação. Pois, se não existem realidades absolutas, a reação do professor,
quando aluno responde que dois mais dois são cinco não poderá mais ser um imediato
“está errado”, mas sim “como você chegou neste resultado?”. De repente, ele poderá
descobrir que, neste caso, a criança, toda vez que soma qualquer número, inclui ele
mesmo também nesta conta, então, dois + dois + ele dá cinco, e com isso, o objetivo do
professor, que é ensinar o menino somar, estaria sendo plenamente atingido. Todos nós
podemos imaginar qual o impacto de todos os “nãos” e “está errado” que ouvimos ao
longo de nossa infância e como seria a evolução de nossos filhos e netos se eles fossem
poupados desta lavagem cerebral e motivados a sempre mostrarem e defenderem seus
pontos de vista.
Mas a educação é somente um dos terrenos que serão afetados por este conceito.
Família, organizações, meios de comunicação são mais algumas das áreas que serão
transformadas, no momento em que as pessoas entenderem que a realidade não existe.
Quantas guerras e genocídios não acontecem em função de uma “realidade”, da qual
cada lado tem certeza que é única? Toda a aceitação entre os seres humanos, de
diferentes raças, culturas, sexos passaria a ser muito maior, no momento em as pessoas
começassem a abrir mão do que Maturana chama de certidumbre - certeza em espanhol.
Se a realidade não é una, incontestável, a aceitação mútua das pessoas será muito maior,
diminuindo os atritos destrutivos e abrindo um espaço de convivência no qual as
relações e as interações irão fluir de maneira bem mais rica, pacífica e harmônica da que
conhecemos atualmente.
Por fim, a profunda frase de Maturana nos dá uma boa pista do impacto que seu
trabalho pode gerar no nosso planeta: “Cambia el entendimiento, cambia la ación”.
Ago/2004
__________________________________________
Jimmy Cygler e Patricia Dupin
1. Introdução
Humberto Maturana e Francisco Varela desenvolveram um trabalho transdisciplinar
centrado no propósito de entender a organização do sistemas vivos com relação ao seu
caráter unitário. Para tal, foi preciso que esses pesquisadores levassem em conta os
principais desafios que esse entendimento impunha, quais sejam: entender a natureza
autônoma da organização biológica e entender como a identidade pode ser mantida
durante a evolução que gera a diversidade. Os autores não fazem, pois não são
necessárias, distinções sobre nenhuma classe ou tipo de ser vivo, nem descrevem os
seus componentes. Apenas explanam quais são as relações que permanecem invariantes
entre tais componentes, e que constituem o ser vivo enquanto tal, não importando qual é
a sua natureza.
"...se o livro lida com sistemas vivos, então deve tratar de biologia. Se ele diz alguma
coisa científica sobre organização, então deve falar de cibernética. Se pode reconhecer a
natureza do caráter unitário, deve ser um livro de epistemologia - e também, lembrando
a grande contribuição do primeiro autor sobre percepção, deve lidar com psicologia. O
livro é indubitavelmente sobre todas estas coisas. Chamaríamos, portanto, esta área
interdisciplinar de psicociberbioepistêmica? Faríamos isso se quiséssemos insultar os
autores, pois o seu estudo não inter-relaciona disciplinas, ele as transcende. Na verdade,
parece que ele as aniquila..." (Beer in Maturana, 1987: 65).
Consideram os autores que nenhuma posição ou ponto de vista que tenha alguma
relevância no domínio das relações humanas está livre de implicações éticas e políticas.
Logo, nenhum cientista pode considerar-se alheio a estas implicações. Tais implicações
foram explicitadas pelos autores a partir da resposta à seguinte questão: "as sociedades
humanas são ou não são elas mesmas sistemas biológicos? ".
1.1 O observador
Tudo que é dito é dito por um observador. O observador é um ser humano, portanto, um
sistema vivo, e tudo o que se aplica aos sistemas vivos também se aplica a ele. O
observador contempla simultaneamente a entidade que ele considera e o universo no
qual ela vive. Ele é capaz de operar ou de interagir com a entidade observada e com as
suas relações.
Uma entidade é o que pode ser descrito pelo observador, descrever é enumerar as
interações e relações atuais ou potenciais da entidade descrita. Isso só pode ser feito se
existe pelo menos uma outra entidade distinguível com a qual a entidade descrita pode
ser relacionada e interage.
O entendimento da cognição como um fenômeno biológico deve levar em conta o
observador como um sistema vivo e o seu papel.
1.2 Unidade
A noção de unidade é fundamental no trabalho destes autores, dado, como já foi dito ao
caráter não reducionista da sua abordagem. Eles buscaram entender o ser vivo, não pela
enumeração de suas características, mas pela sua organização e seu caráter unitário. A
definição dos mesmos para unidade está bem clara na citação abaixo:
"A operação cognitiva básica que nós realizamos como observadores é a operação de
distinção. Através dessa operação nós especificamos uma unidade como uma entidade
distinta do seu meio ambiente, caracterizamos ambos unidade e ambiente com as
propriedades as quais esta operação lhes fornece e especificamos sua diferenciação.
Uma unidade assim especificada é uma unidade simples que define através de suas
propriedades o espaço no qual ela existe e o domínio fenomenal que ela pode gerar na
sua interação com outras unidades." (Maturana, 1980:XIX)
De outra maneira, pode-se dizer que "...as relações entre os componentes que definem
uma unidade composta (sistema) como uma unidade composta de um tipo em particular,
constituem a sua organização" (Maturana, 1980:XIX). Nesse caso os componentes são
vistos somente enquanto participantes na constituição da unidade, nada precisando ser
dito sobre suas propriedades específicas, que não sejam requeridas para a realização do
sistema. "Os componentes atuais ( com todas as suas propriedades incluídas) e as atuais
relações existentes entre eles, que realizam concretamente o sistema como um membro
em particular da classe de unidades compostas a qual ela pertence pela sua organização,
constituem a sua estrutura." (Maturana, 1980:XX).
O ser vivo pode ser facilmente reconhecido quando é encontrado. Mais difícil do que
reconhecê-lo é dizer o que ele é. Suas características tais como reprodução,
hereditariedade, crescimento, irritabilidade, adaptação e evolução, desenvolvimento e
diferenciação, seleção natural, e assim por diante, podem ser facilmente enumeradas.
Mas quando é que esta lista de atributos será suficiente para definir de forma clara o ser
vivo?
Maturana e Varela têm claro que o ser vivo é um tipo especial de máquina, e a partir do
paradigma epistemológico que adotam, cabe-lhes então definir de que tipo de máquina
trata-se, a partir da sua organização. No entender dos mesmos, seria muito ingênuo dizer
apenas que máquinas são sistemas concretos de hardware, que se definem pela natureza
dos seus componentes e pelo propósito para o qual foram feitas, pois neste caso, nada
teria sido dito sobre a natureza da sua organização.
Ou seja, esses sistemas produzem a si próprios, dessa forma produzem a sua identidade
distinguindo-se a si mesmos do seu ambiente. Daí o termo autopoiéticos, do grego auto
(própria) e poiesis(produção).
Um sistema autopoiético é organizado como uma rede de processos de produção de
componentes que:
b) constituem o sistema enquanto uma unidade concreta no espaço onde ele existe,
especificando o domínio topológico onde ele se realiza como rede.
Por mais chocante que possa parecer, os fenômenos da reprodução e da evolução não
são constitutivos da definição do ser vivo a partir do seu caráter unitário. É preciso
lembrar que toda unidade para ser reproduzida precisa já estar constituída, e também
que muitos seres vivos não são capazes de reproduzir-se (uma mula, por exemplo). O
fato de a reprodução requerer uma unidade a ser reproduzida não deve ser entendido
como uma questão de precedência trivial, mas como um problema operacional, sobre a
origem do sistema vivo e sobre a natureza do seu mecanismo de reprodução. Este
mecanismo é, nos sistemas autopoiéticos, peculiar aos mesmos. Trata-se de um
mecanismo no qual uma unidade produz uma outra com a mesma organização que a
sua, enquanto produz a si própria, num processo de auto-reprodução.
2.1 Autopoiesis e autonomia
Para Varela (1989) importa analisar, quando um cão vira a cabeça na sua direção "para
poder vê-lo melhor", sobre que bases se tenta imputar uma intenção ao cão. Para o
autor, nesse comportamento, o cão recebe as informações que provém do seu ambiente,
não como instruções, mas como perturbações que ele interpreta e submete a algum
mecanismo de equilibração interna. É esta propriedade particular, que ele chama de
autonomia, que será melhor definida a seguir.
Uma das características mais evidentes dos seres vivos é a sua autonomia. A questão da
autonomia tem estado até então envolvida numa aura de mistério. Maturana e Varela
propõem que o mecanismo que torna os seres vivos autônomos é a autopoiesis. A vida
mesmo se especificou, dentro do domínio molecular, a partir de um processo desse tipo,
enquanto ela mesmo é um desses processos autônomos. Aqui autonomia tem o sentido
usual, ou seja um sistema é autônomo quando é capaz de especificar as suas próprias
leis, ou o que é adequado para ele.
A célula é uma unidade que surge de uma sopa molecular a partir da especificação de
uma fronteira que a distingue do seu meio. A especificação desta fronteira se faz através
da produção de moléculas, que por sua vez necessitam para a sua formação da presença
dessa mesma fronteira. Há, portanto, uma especificação mútua, e se esse processo de
auto-produção se interrompe, a célula se desintegra. O fenômeno essencial aqui é o
seguinte: o fechamento operacional de elementos situados em níveis separados produz
um entrecruzamento destes níveis para constituir uma nova unidade. Quando o
entrecruzamento cessa, a unidade desaparece. A autonomia surge desse
entrecruzamento. A origem da vida não é o único exemplo dessa lei geral.
Varela lembra que a idéia de acoplamento estrutural é bastante familiar para as pessoas
em geral e cita como caso paradigmático de acoplamento estrutural o exemplo fornecido
pela teoria dos sistemas: na teoria de sistemas um input (entrada) muda toda a dinâmica
de estados do sistema.
temos:
f: T x T x S ® S
ou
Nos sistemas dinâmicos os pontos de contato entre duas séries de eventos independentes
(ou inputs) é que são o fio condutor para compreender a dinâmica do sistema. Já no caso
dos sistemas autônomos, o inverso é que vale, as transformações internas são o fio
condutor, e os pontos de contato não intervém a não ser na medida que certos eventos
imprevistos ou circunstâncias ajudem a melhor compreender tal ou qual caminho
particular de transformações. Donde no caso dos sistemas vivos os pontos de
acoplamento devem mais ser considerados como perturbações do que entradas.
entrada - especifica a única forma pela qual uma transformação de estado dada pode
acontecer; uma entrada, ou um input, faz parte integrante da estrutura da unidade; só
pode acontecer de forma específica.
perturbação - não especifica o agente; não leva em conta os seus efeitos sobre a
estrutura da unidade; não faz parte da definição da unidade apesar de poder estar ligado
a ela. Uma dada perturbação pode acontecer de um número indefinido de formas.
Uma forma mais explícita de definir um sistema com este outro tipo de acoplamento,
que é denominado acoplamento por fechamento operacional, seria a que segue:
f: T x S ® S ou
O sistema funciona de forma contínua até que intervém uma perturbação (que pode ter
origem interna). O efeito desta perturbação leva o estado e a dinâmica do sistema para
uma nova configuração:
(f + df): T x S ® S
(f + df)
"Nas interações entre os seres vivos e o meio ambiente dentro da congruência estrutural,
as perturbações do ambiente não determinam o que acontece com o ser vivo; ao
contrário é a estrutura do ser vivo que determinará o que deverá ocorrer com ele. Esta
interação não tem uma dimensão instrutiva, porque ela não determina (instrui, comanda
ou direciona) as mudanças que deverão ocorrer. Já foi usada, para tal, a expressão
disparar (to trigger) um efeito. Neste sentido nos referíamos ao fato de que as mudanças
que resultam da interação entre os seres vivos e os seus ambientes são ocasionadas por
agentes perturbadores, mas determinadas pela estrutura do sistema perturbado."
(Maturana, 1992:96).
Este exemplo, como muitos outros, são uma evidência de que a operação do sistema
nervoso é uma expressão da sua conectividade ou acoplamento estrutural e de que o
comportamento se origina nas relações de atividades internas do sistema nervoso.
Os sistemas nervosos aparecem nos organismos metacelulares, eles formam uma rede
de células chamadas de neurônios que incluem receptores e efetores. Os neurônios
conectam elementos sensores e motores que estão distantes, permitindo que substâncias
sejam carregadas de um ponto a outro distantes no organismo sem afetar o meio
circundante. Um neurônio conecta com muitos tipos de células do organismo mas
principalmente com outros neurônios através das sinapses, estruturas que permitem
influências recíprocas entre grupos de células distantes.
ii) esse 'tratamento da informação' é adequado pois ele traz uma representação do
mundo exterior ao cérebro do animal ou homem.
A maneira como o sistema nervoso opera é limitada pela sua organização anatômica e
esta é basicamente uniforme; as mesmas funções e operações (excitação, inibição,
interação lateral, inibição recursiva, etc.) são desempenhadas em todas as suas partes,
apesar dos diferentes contextos e diferentes modos de integração. Um observador pode
pôr-se a questão, o que é uma entrada para o sistema nervoso? e a resposta depende
inteiramente do ponto de observação escolhido. A unidade básica de organização do
sistema nervoso pode ser expressa da seguinte forma: tudo que é acessível para o
sistema nervoso em um determinado momento são estados de atividade relativa entre as
células nervosas, e tudo que pode ser originado de um particular estado de atividade
relativa são outros destes estados em outras células nervosas. Isto tem uma
conseqüência fundamental: a menos que eles impliquem sua origem, não há distinção
possível entre estados de atividade nervosa interna ou externamente gerados.
Sob esse mesmo ponto de vista cada homem pode se perceber como sujeito da sua
própria experiência. Todo homem é fechado dentro de um domínio cognitivo do qual
não pode escapar, ou seja não há um outro mundo além daquele que se oferece a sua
experiência e que faz dele o que ele é. Cada vez que ele tenta buscar a origem de uma
percepção ele se depara com algo como "a percepção da percepção da
percepção...".(Varela, 1989:29).
Se o sistema nervoso não constrói uma representação interna do mundo tal como ele é,
então qual o papel da objetividade? Já foi esclarecido como o sistema opera, mas não
como ele existe no seu mundo, já que não pode construir uma representação interna do
mesmo.
" Podemos dizer que as propriedades dos neurônios, como sua estrutura interna, sua
forma ou sua posição relativa, determinam a conectividade do sistema nervoso, e lhe
constituem como uma rede dinâmica de interações neurais... Estando dado que as
propriedades dinâmicas dos neurônios se transformam durante a ontogênese do
organismo, a conectividade do sistema nervoso se modifica de uma forma que é
recursivamente submissa a esta ontogênese. Ainda mais, como a ontogênese do
organismo é a história da sua autopoiesis, a conectividade do sistema nervoso é
dinamicamente submissa a autopoiesis do organismo." (Varela, 1989, :149).
"...o comportamento não é alguma coisa que o organismo vivo faz nele próprio (para ele
há somente mudanças estruturais internas) mas alguma coisa, que nós indicamos ('point
to'). (Maturana, 1992:138).
"Vamos agora considerar o que acontece quando um organismo com sistema nervoso
entra em acoplamento estrutural com outro organismo que também possui um sistema
nervoso. Do ponto de vista da dinâmica interna de um dos organismos, o outro
representa uma fonte de perturbações indistinguíveis daquelas oriundas de fontes não
bióticas. Estas interações podem contudo adquirir no curso da sua ontogênese uma
natureza recorrente. Isso irá necessariamente resultar nos seus desenvolvimentos
estruturais subseqüentes: co-ontogênese com envolvimento mútuo através da seu
acoplamento estrutural recíproco, cada um conservando sua organização e sua
capacidade de adaptação. " (Maturana, 1992:180).
Os seres humanos não são os únicos animais a gerarem domínios lingüísticos na sua
existência social, mas nesse processo eles, exclusivamente, geram o fenômeno novo da
linguagem.
"No fluxo das interações sociais recorrentes a linguagem aparece quando as operações
num domínio lingüístico resultam em coordenações de ações sobre ações que pertencem
ao próprio domínio lingüístico. Da mesma forma que a linguagem, os objetos também
surgem de distinções lingüísticas sobre distinções lingüísticas que obscurecem as ações
que eles coordenam. Assim a palavra ‘mesa’ coordena nossas ações com respeito às
ações que nós realizamos quando manipulamos uma ‘mesa’, obscurecendo as ações que
(como operações de distinção) constituem uma mesa produzindo-a." (Maturana,
1992:209).
Dizendo de outra forma, o uso da linguagem é uma ação reflexa, ou uma ação de
coordenação sobre outras ações. Estas se constituem em distinções lingüísticas.
4.3 A consciência
A vida social humana, com sua intensa dependência lingüística, foi capaz de gerar um
fenômeno novo: a mente e a consciência humana. A linguagem torna os humanos
capazes de descrever a si mesmos e também as circunstâncias através das quais as
distinções lingüísticas das distinções lingüísticas se processam. A autoconsciência
emerge como um fenômeno de auto-descrição através da aplicação de um processo
recursivo de descrições.
O sistema nervoso não cria a cognição, ele expande o domínio cognitivo do sistema
vivo tornando possíveis interações com "relações puras". Como conseqüência, existem
organismos que incluem como um conjunto das suas interações possíveis, interações
com os seus próprios estados internos, como se eles fossem identidades independentes,
gerando o paradoxo aparente de incluir no seu domínio cognitivo o seu próprio domínio
cognitivo. Nos humanos este paradoxo é resolvido pelo que se chama de pensamento
abstrato, uma outra expansão do domínio cognitivo.
esse organismo pode vir a ser um observador a partir de interações recursivas com
estados lingüisticamente gerados, ou seja, esses estados podem ser tratados como
objetos de interações futuras, gerando um meta-domínio de distinções consensuais;
quando um destes organismos interage com aqueles estados descritivos que são
descrições lingüísticas de si próprio, ele passa a ser um observador de si próprio e
adquire autoconsciência. A autoconsciência é então auto-observação e toda observação
necessariamente permanece num domínio descritivo, que é relativo ao domínio
cognitivo. Nenhuma descrição absoluta da realidade é possível.
Varela assinala que as reflexões trazidas por ele e seu parceiro remetem a uma história
que tem início precisamente em março de 1946. Esta é a data do primeiro encontro que
é conhecido pelo nome de "Conferências MACI sobre a Cibernética". Nesses encontros
dois pensadores deram os rumos de todo o trabalho científico posterior na área: John
Von Newmann - um dos arquitetos da bomba H e da política nuclear americana que
pouco tempo antes da sua morte em 1955 chegou a recomendar um ataque a URRS e -
Norbert Wiener - criador da cibernética que criticou abertamente o desenvolvimento das
armas nucleares e passou boa parte da sua vida refletindo sobre a questão da ética na
ciência.
Varela destaca também que quanto ao fenômeno da cognição esses dois homens
orientaram duas perspectivas opostas. Para Von Neumann a cognição é
fundamentalmente orientada para a resolução de problemas, esse ponto de vista fornece
um guia para a construção de máquinas artificiais para o estudo dos seres vivos. Esta
visão enfatizou a noção de tratamento da informação na discussão dos processos
cognitivos. Para Wiener, a cognição é uma atividade autônoma, auto-criativa, e este
aspecto do ser vivo é essencial para a compreensão do processo cognitivo.
O esquema a seguir, elaborado por Varela, exprime de forma sintética as duas teses
fundamentais que tiveram grande impacto depois de 1946 (1989:219), em muitos
domínios, dentre eles estão as neuro-ciências, a teoria da evolução, a imunologia, a
terapia familiar, a inteligência artificial, a teoria da administração e a lingüística. Na
maioria desses domínios, a atitude heterônoma tem tido, e mantido, um papel
dominante.
Sistemas heterônomos
Sistemas autônomos
tipo de organização
entrada/ saída
funções de transferência
fechamento operacional
comportamentos próprios
modo de interação
um mundo dado com instruções e representações
um mundo emergente de significados
base teórica
John Von Neumann
Norbert Wiener
uma coleção de seres vivos integrando uma unidade composta através de relações que
não envolvem a sua autopoiesis não é um sistema social;
Uma mudança nas relações que definem uma sociedade como um particular sistema
social, pode somente ocorrer a partir de uma mudança nas propriedades dos
componentes que a tornam real. Numa sociedade humana mudanças só podem ocorrer
na medida que as condutas dos homens mudem.
"O curso espontâneo das transformações históricas de uma sociedade humana como
uma unidade aponta para o totalitarismo; isto é assim porque as relações que produzem
a estabilização histórica são aquelas que tem a ver com a estabilidade da sociedade
como uma unidade em um meio dado, e não com o bem estar dos seus componentes
humanos que podem operar como observadores. Qualquer outra trajetória requer um
escolha ética; ela não será espontânea, ela será um trabalho de arte, um produto do
projeto estético humano. " (Maturana, 1987:XVIII).
Nem todo ser humano apanhado pela malha de relações geradas num sistema social,
participa do mesmo como um ser social. Se sua participação não envolve a sua
autopoiesis como uma característica constitutiva do mesmo, este ser humano está sendo
usado pelo sistema social mas não é um dos seus membros.
"Uma sociedade humana na qual ver todos os seres humanos como equivalentes a si
próprio, e amá-los, é operacionalmente legitimado sem exigir dos seus integrantes
subordinação da sua autonomia e individualidade além do que eles estariam dispostos a
aceitar por si mesmos enquanto integrantes, é um produto da arte humana, isto é, uma
sociedade artificial que admite trocas e aceita cada ser humano como não dispensável.
Esta é necessariamente uma sociedade não hierárquica na qual todas as relações de
ordem são constitutivamente transitórias e circunstanciais para a criação de relações que
continuamente negam a institucionalização do abuso humano. Tal sociedade é na sua
essência uma sociedade anarquista, uma sociedade feita para e por observadores que
não submetem a sua condição de observadores enquanto clamam por liberdade social e
respeito mútuo." (Maturana, 1987:XXX)
COMPLEXIDADE
Textos Interdisciplinares
AUTOPOIESE, CULTURA E SOCIEDADE
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Autopoiese
Poiesis é um termo grego que significa produção. Autopoiese quer dizer autoprodução.
A palavra surgiu pela primeira vez na literatura internacional em 1974, num artigo
publicado por Varela, Maturana e Uribe, para definir os seres vivos como sistemas que
produzem continuamente a si mesmos. Esses sistemas são autopoiéticos por definição,
porque recompõem, continuamente, os seus componentes desgastados. Pode-se
concluir, portanto, que um sistema autopoiético é ao mesmo tempo produtor e produto.
Para Maturana, o termo “autopoiese” traduz o que ele chamou de “centro da dinâmica
constitutiva dos seres vivos”. Para exercê-la de modo autônomo, eles precisam recorrer
a recursos do meio ambiente. Em outros termos, são ao mesmo tempo autônomos e
dependentes. Trata-se, pois, de um paradoxo.
Essa condição paradoxal não pode ser adequadamente entendida pelo pensamento
linear, para o qual tudo se reduz à binariedade do sim/não, do ou/ou. Diante de seres
vivos, coisas ou eventos, o raciocínio linear analisa as partes separadas, sem empenhar-
se na busca das relações dinâmicas entre elas. O paradoxo autonomia-dependência dos
sistemas vivos é melhor compreendido por um sistema de pensamento que englobe o
raciocínio sistêmico (que examina as relações dinâmicas entre as partes) e o linear. Eis o
pensamento complexo, modelo proposto por Edgar Morin.
Maturana e Varela utilizaram uma metáfora didática para falar dos sistemas
autopoiéticos que vale a pena reproduzir aqui. Para eles, trata-se de máquinas que
produzem a si próprias. Nenhuma outra espécie de máquina é capaz de fazer isso: todas
elas produzem sempre algo diferente de si mesmas. Sendo os sistemas autopoiéticos a
um só tempo produtores e produtos, pode-se também dizer que eles são circulares, ou
seja, funcionam em termos de circularidade produtiva. Para Maturana, enquanto não
entendermos o caráter sistêmico da célula, não conseguiremos compreender
adequadamente os organismos.
Reafirmo que esse entendimento só pode ser satisfatoriamente proporcionado por meio
do pensamento complexo. No entanto, vivemos em uma cultura profundamente
formatada pelo pensamento linear. Esse fato tem resultado em conseqüências
importantes, algumas delas muito graves, como veremos a seguir.
Um gato percebe o mundo e interage com ele de acordo com sua estrutura de gato,
jamais com uma configuração que não tem, como a de um ser humano, por exemplo.
Não vemos um rato da mesma forma que o vê um gato.
Assim, não podemos afirmar que existe a objetividade da qual tanto nos orgulhamos.
Para Maturana, quando alguém diz que está sendo objetivo, na realidade está afirmando
que tem acesso a uma forma privilegiada de ver o mundo e que esse privilégio lhe
confere alguma autoridade, que pressupõe a submissão de quem não é objetivo. Essa é
uma das bases da chamada argumentação lógica.
Imaginamos que estamos separados dele. E vamos mais longe: por meio do ego,
achamos que somos observadores afastados até de nós mesmos. Para que possamos
exercer essa suposta objetividade, é necessário que estabeleçamos uma fronteira, uma
divisão entre o ego e o mundo e também entre o ego e o restante de nossa totalidade.
Dessa forma, dividimo-nos. E se nos tornamos divididos, o mesmo acontecerá ao nosso
conhecimento, que por isso resultará limitado.
Eis o que conseguimos, com nossa pretensa objetividade: uma visão de mundo
fragmentada e restrita. É a partir dela que nos imaginamos autorizados a julgar e
condenar a “não-objetividade” e a “intuitividade” de quem não concorda conosco.
O acoplamento estrutural
Maturana e Varela observam que o sistema vivo e o meio em que ele vive se modificam
de forma congruente. Na sua comparação, o pé está sempre se ajustando ao sapato e
vice-versa. É uma boa maneira de dizer que o meio produz mudanças na estrutura dos
sistemas, que por sua vez agem sobre ele, alterando-o, numa relação circular. A esse
fenômeno, eles deram o nome de acoplamento estrutural. Quando um organismo
influencia outro, este replica, influindo sobre o primeiro. Ou seja, desenvolve uma
conduta compensatória. O primeiro organismo, por sua vez, dá a tréplica, voltando a
influenciar o segundo, que por seu turno retruca — e assim por diante, enquanto os dois
continuarem em acoplamento.
Mesmo sabendo que cada sistema vivo é determinado a partir de sua estrutura interna, é
importante entender que quando um sistema está em acoplamento com outro, num dado
momento dessa inter-relação a conduta de um é sempre fonte de respostas
compensatórias por parte do outro. Trata-se, pois, de eventos transacionais e recorrentes.
Sempre que um sistema influencia outro, este passa por uma mudança de estrutura, por
uma deformação. Ao replicar, o influenciado dá ao primeiro uma interpretação de como
percebeu essa deformação. Estabelece-se portanto um diálogo. Por outras palavras,
forma-se um contexto consensual, no qual os organismos acoplados interagem. Esse
interagir é um domínio lingüístico.
Reafirmo que não existe competição (no sentido predatório do termo) entre os seres
vivos não-humanos. Quando o homem chama determinados animais de predadores está
antropomorfizando-os, ou seja, projetando neles uma condição que lhe é peculiar. Como
não competem entre si, os sistema vivos não-humanos não “ditam” uns aos outros
normas de conduta. Mantidas as condições naturais, entre eles não há comandos
autoritários nem obediência irrestrita. Os seres vivos são sistemas autônomos, que
determinam o seu comportamento a partir de seus próprios referenciais, isto é, a partir
de como interpretam as influências que recebem do meio. Se tal não acontecesse, seriam
sistemas sujeitados, obedientes a determinações vindas de fora.
No caso das sociedades humanas, em que as condições não são apenas as da natureza, é
exatamente isso que o marketing e outros meios de condicionamento de massa tentam (e
em boa parte dos casos conseguem) fazer com populações inteiras. É, portanto, possível
a produção, em grande escala, de indivíduos sujeitados, embora para isso os estímulos
condicionadores precisem ser amplos e ininterruptos. É o que o psicanalista Félix
Guattari chama de produção de subjetividade. Com essa noção, ele introduz a idéia de
uma subjetividade industrial, fabricada, moldada pelo capitalismo. Trata-se da
introdução de gigantescos sistemas de formatação e condicionamento, por meio dos
quais o capital (hoje em sua fase de triunfalismo neoliberal) constrói e mantém o seu
imenso mercado de poder. É disso mesmo que se trata: transformar artificialmente em
sujeitado um sujeito natural. Ou seja, implantar e levar adiante a violência sobre a
característica mais básica dos sistemas vivos — a autopoiese.
A extensão sociocultural
A esse respeito, os dois biólogos chamam atenção para os seguintes argumentos, que
têm sido aplicados em nossas sociedades:a) o que evolui é a humanidade, a espécie
humana; b) de acordo com a seleção natural, sobrevivem os mais aptos; c) os que não o
fazem, em nada contribuem para a história da espécie; c) a competição leva à evolução e
isso vale também para o ser humano. Em suma, o indivíduo deveria deixar que os
fenômenos naturais se desenrolassem e teria de permanecer passivo: tudo pelo bem
comum.
Contudo, os mesmos autores observam que esses argumentos não se sustentam quando
se trata de justificar a subordinação do indivíduo à espécie, porque a fenomenologia
biológica se dá no indivíduo e não na espécie. Não se sustentam, enfim, porque aqui a
fenomenologia biológica é a da parte, não a do todo. Se o modo de ser do indivíduo é
determinado por sua organização, que é autopoiética, não deveriam existir indivíduos
descartáveis, seja em relação à espécie, à sociedade, à humanidade ou a qualquer outra
instância, por mais transcendental que a consideremos.
A questão é saber de que modo essa circunstância pode ser aplicável às sociedades
humanas. Se o conceito de autopoiese dos indivíduos for aplicado à organização social,
esta pode ser vista como um sistema autopoiético de primeira ordem. Nessa linha de
raciocínio, a autopoiese das pessoas seria subordinada à da sociedade, e assim seria
eticamente justificável o sacrifício dos indivíduos em favor desta. Nessas circunstâncias
— argumentam Maturana e Varela —, ficaria muito difícil para os seres humanos atuar
sobre a dinâmica autopoiética da sociedade da qual fazem parte.
Concordo com esse argumento, e creio que é possível reforçá-lo com mais algumas
considerações. Para desenvolvê-las, permanecerei no âmbito da biologia. Sabemos que
um sistema autopoiético se autoproduz utilizando, para isso, recursos do ambiente. Para
dar continuidade a esse processo, um organismo humano, por exemplo, vai descartando
suas células mortas à medida em que se renova, isto é, à medida em que continua o seu
processo de autopoiese. Enquanto estiver vivo, porém, nenhuma unidade autopoiética
descarta quaisquer de seus componentes vivos: não há partes prescindíveis em sistemas
dessa natureza.
Se o homem fosse um ser apenas natural, sua autopoiese seria evidentemente exercida
como a dos demais seres vivos. No entanto, o fato de ele ser também cultural faz com
que a exerça de modo diferente. Diferente e patológico, porque é auto-agressor. A
cultura condiciona o indivíduo, que por sua vez a realimenta com essa influência. E
assim por diante, numa circularidade em que não é possível pensar em termos de
causalidade linear.
Por que isso acontece? Sabemos que não há fenômenos de causa única no mundo
natural, e este caso não faz exceção. Ainda assim, pode-se afirmar que a principal causa
dessa disfunção é o sistema de pensamento predominante em nossa cultura patriarcal —
o pensamento linear. Estamos pesadamente condicionados por esse modelo mental, que
estimula o imediatismo e valoriza a competição predatória e a guerra. Essa é a principal
razão pela qual nossas sociedades são patológicas.
É importante repetir: o que as torna assim não é a dimensão cultural em si, mas a
espécie de cultura sob a qual vivemos, na qual predomina a crença de que a competição
é boa, saudável e eticamente defensável. Sua tradução prática é a “competitividade”— a
compulsão de não apenas vencer, mas também de eliminar o outro, de levar às últimas
conseqüências a agressividade, a implacabilidade e o afã de excluir. Essa distorção
funciona como motor de todas as demais, que refluem sobre ela, e assim o círculo se
realimenta incessantemente.
Digamos a mesma coisa de outra maneira. Há pouco, escrevi que no mundo natural não
há competitividade. O que há, é competência. Como lembra Maturana, quando dois
animais estão diante do mesmo alimento e apenas um come, ele o faz porque naquele
momento foi o mais competente para tanto. Mas essa ação não implica que o que não
comeu seja daí por diante definitivamente impedido de comer e acabe morrendo de
fome. Isso não acontece no mundo natural.
Valores e desvalores
Acrescentemos mais algumas reflexões. Martin Heidegger, entre outros, afirma que as
pessoas têm a tendência de se alienar para as coisas do mundo, o que faz com que se
esqueçam do seu Ser. Tal alienação faz com que elas se percam nas coisas (ou nos
utensílios, na terminologia do filósofo). Essa condição as leva a valorizar, em excesso,
os objetos, a desvalorizar a si próprios e, por extensão, a negar a humanidade de seus
semelhantes. Em outros termos, as pessoas passam a ver-se umas as outras como bens
de comércio.
Como mostra a história, essa posição tem produzido resultados lamentáveis. Todos
conhecemos sociedades em que a acentuada inclinação para a espiritualidade produziu e
produz legiões de miseráveis. Por outro lado, sabemos que a excessiva tendência para a
materialidade produziu e produz as mesmas legiões de despossuídos. Ao que parece, o
excesso de não-linearidade de pensamento é tão nocivo para a autopoiese (isto é, para
vida) quanto o excesso de linearidade (ou seja, de racionalidade).
Como se nada disso fosse bastante, um novo fenômeno surgiu e se consolida a olhos
vistos. Falo da superidealização do capital. Como se sabe, o dinheiro sempre foi o valor
básico da nossa cultura. Nos últimos tempos, porém, tornou-se muito fácil idealizá-lo
ainda mais. Isso se deve à ascensão do chamado “capital volátil”, veiculado por cifras
intangíveis que circulam eletronicamente pelos mercados de todo o mundo. Essa
“transcendentalização” aumentada do capital vem acrescentando, de modo agora
vertiginoso, combustível à imensa fogueira na qual são queimados os excluídos da
sociedade — os chamados “excedentes onerosos da dinâmica do mercado”.
a) A autopoiese, tal como proposta por Maturana e Varela, de fato resolve o problema da
fenomenologia biológica e a define com clareza.
b) Sob esse ponto de vista, a fenomenologia social pode ser considerada uma
fenomenologia biológica, porque a sociedade é constituída de seres vivos.
d) Grande parte dessa patologia se explica pelo fato de que a mente de nossa cultura é
formatada pelo pensamento linear, que propõe que as causas são imediatamente
anteriores aos efeitos ou estão muito próximas deles, e afirma que essas relações
ocorrem sempre no mesmo contexto de espaço e tempo.
f) Dessa forma, o modelo mental linear é adequado para servir de base à economia dita
“de mercado”, que subestima ou simplesmente ignora as dimensões não-mecânicas da
existência humana. Por isso, ela cria cenários nos quais o ser humano total (isto é, o
homem complexo) é sempre dividido, utilizado e por fim, descartado.
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Referências bibliográficas
HEIDEGGER, Martin. Being and time. Nova York: Harper & Row, 1962.
_____, Thompson, Evan, Rosch, Eleanor. The embodied mind; cognitive science and
human experience. Cambridge, Massachusetts: The MIT Press, 1997.
Notas
(2) Este ensaio foi originalmente publicado em inglês na página de Humberto Maturana
do site italiano Oikos, na Internet. O endereço é: www.oikos.org/maten.htm
Humberto Mariotti
Segundo essa teoria, nosso cérebro recebe passivamente informações vindas já prontas
de fora. Num dos modelos teóricos mais conhecidos, o conhecimento é apresentado
como o resultado do processamento (computação) de tais informações. Em
conseqüência, quando se investiga o modo como ele ocorre (isto é, quando se faz
ciência cognitiva), a objetividade é privilegiada e a subjetividade é descartada como
algo que poderia comprometer a exatidão científica.
Como aconteceu com muitas outras, essa posição teórica também produziu
conseqüências práticas e éticas. Veio, por exemplo, reforçar a crença de que o mundo é
um objeto a ser explorado pelo homem em busca de benefícios. Essa convicção
constitui a base da mentalidade extrativista – e com muita freqüência predatória –
dominante entre nós. A idéia de extrair recursos de um mundo-coisa, descartando em
massa os subprodutos do processo, estendeu-se às pessoas, que assim passaram a ser
utilizadas e, quando se revelam “inúteis”, são também descartadas.
Como todos sabem, a exclusão social alcança hoje em muitos países proporções
espantosas, em especial no continente africano e na América Latina. Ao nos convencer
de que cada um de nós é separado do mundo (e, em conseqüência, das outras pessoas), a
visão representacionista em muitos casos terminou desencadeando graves distorções de
comportamento, tanto em relação ao ambiente quanto no que diz respeito à alteridade.
Do ponto de vista dos bôeres, essa ligação tão íntima com o ambiente transformava os
nativos em seres estranhos. Era como se eles não pertencessem à espécie humana. Por
serem parte da natureza, eram vistos como mais um “recurso” a ser explorado. Por isso,
era “justo” que fossem amplamente utilizados como produtores de energia mecânica no
trabalho escravo, ou então simplesmente massacrados.
Foi exatamente para mostrar que as coisas não são tão esquemáticas assim que surgiu A
Árvore do Conhecimento. Eis a sua tese central: vivemos no mundo e por isso fazemos
parte dele; vivemos com os outros seres vivos, e portanto compartilhamos com eles o
processo vital. Construímos o mundo em que vivemos durante as nossas vidas. Por sua
vez, ele também nos constrói ao longo dessa viagem comum. Assim, se vivemos e nos
comportamos de um modo que torna insatisfatória a nossa qualidade de vida, a
responsabilidade cabe a nós.
Do mesmo modo, as águas de um rio vão abrindo o seu trajeto por entre os acidentes e
as irregularidades do terreno. Mas estes também ajudam a moldar o itinerário, pois nem
a correnteza nem a geografia das margens determinam isoladamente o curso fluvial: ele
se estrutura de um modo interativo, o que nos revela como as coisas se determinam e se
constróem umas às outras. Por serem assim, a cada momento elas nos surpreendem,
revelando-nos que aquilo que pensávamos ser repetição sempre foi diferença, e o que
julgávamos ser monotonia nunca deixou de ser criatividade.
Tomemos ainda outra metáfora: não são só os timoneiros que dirigem os navios. O meio
ambiente também pilota as embarcações, por meio das correntes marítimas, dos ventos,
dos acidentes de percurso, das tempestades e assim por diante. Dessa forma os pilotos
guiam, mas também são guiados. Não há velejador experiente que não saiba disso.
Portanto, pode-se dizer que construímos o mundo e, ao mesmo tempo, somos
construídos por ele. Como em todo esse processo entram sempre as outras pessoas e os
demais seres vivos, tal construção é necessariamente
compartilhada.
Para mentes condicionadas como as nossas não é nada fácil aceitar esse ponto de vista,
porque ele nos obriga a sair do conforto e da passividade de receber informações vindas
de um mundo já pronto e acabado – tal como um produto recém-saído de uma linha de
montagem industrial e oferecido ao consumo. Pelo contrário, a idéia de que o mundo é
construído por nós, num processo incessante e interativo, é um convite à participação
ativa nessa construção.
Mais ainda, é um convite à assunção das responsabilidades que ela implica. Não se
trata, porém, de uma escolha retórica, e sim do cumprimento de determinações que
derivam da nossa própria condição de viventes. Maturana e Varela mostram que a idéia
de que o mundo não é pré-dado, e que o construímos ao longo de nossa interação com
ele, não é apenas teórica: apóia-se em evidências concretas. Várias delas estão expostas
– com a freqüente utilização de exemplos e relatos de experimentos – nas páginas deste
livro.
Um pouco de história
As teorias de Maturana e Varela constituem uma concepção original e desafiadora, cujas
conseqüências éticas agora começam a ser percebidas com crescente nitidez. Nos
últimos anos, por exemplo, tal compreensão vem se ampliando de modo significativo e
tem influenciado muitas áreas do pensamento e atividade humanos. A Árvore do
Conhecimento tornou-se um clássico, ou melhor, recebeu o justo reconhecimento de seu
classicismo inato. Por isso, é importante contar aqui as linhas gerais de sua história.
Em meados dos anos 60, Varela tornou-se aluno de Maturana. A seguir, já também
professor, continuou a trabalhar com ele na Universidade do Chile. Juntos escreveram
um primeiro livro: De Máquinas y Seres Vivos: Una Teoría de la Organización
Biológica.3 Tempos depois, a instauração do regime militar no país, a partir de 1973,
fez com que os dois autores fossem para o exterior, onde continuaram a trabalhar
separadamente.
Desdobramentos
O centro da argumentação de Maturana e Varela é constituído por duas vertentes. A
primeira, como vimos, sustenta que o conhecimento não se limita ao processamento de
informações oriundas de um mundo anterior à experiência do observador, o qual se
apropria dele para fragmentá-lo e explorá-lo. A segunda grande linha afirma que os
seres vivos são autônomos, isto é, autoprodutores – capazes de produzir seus próprios
componentes ao interagir com o meio: vivem no conhecimento e conhecem no viver.
A autonomia dos seres vivos é uma alternativa à posição representacionista. Por serem
autônomos, eles não podem se limitar a receber passivamente informações e comandos
vindos de fora. Não “funcionam” unicamente segundo instruções externas. Conclui-se,
então, que se os considerarmos isoladamente eles são autônomos. Mas se os virmos em
seu relacionamento com o meio, torna-se claro que dependem de recursos externos para
viver. Desse modo, autonomia e dependência deixam de ser opostos inconciliáveis: uma
complementa a outra. Uma constrói a outra e por ela é construída, numa dinâmica
circular.
Mas o que fazer para que o ser humano se veja também como parte do mundo natural?
Para tanto, é preciso que ele observe a si mesmo enquanto observa o mundo. Esse passo
é fundamental, pois permite compreender que entre o observador e o observado (entre o
ser humano e o mundo) não há hierarquia nem separação, mas sim cooperatividade na
circularidade. Na verdade, Maturana e Varela dão – não apenas com este livro, mas com
o conjunto de suas respectivas obras – uma contribuição relevante à compreensão
daquilo que talvez seja o maior problema epistemológico de nossa cultura: a extrema
dificuldade que temos de lidar com tudo aquilo que é subjetivo e qualitativo.
Mas temos outra limitação. Para nós, não é fácil aceitar que o subjetivo e o qualitativo
não se propõem a ser superiores ao objetivo e o quantitativo; e que não pretendem
descartá-los e substitui-los, mas sim manter com eles uma relação complementar. Não
entendemos que todas essas instâncias são necessárias, e que é essencial que entre elas
haja um relacionamento transacional, uma circularidade produtiva.
Tal situação tem produzido, como foi dito, conseqüências éticas importantes. Parece
incrível, mas muitas pessoas (inclusive cientistas e filósofos) imaginam que o trabalho
científico deve afastar de suas preocupações a subjetividade e a dimensão qualitativa –
como se a ciência não fosse um trabalho feito por seres humanos. Maturana e Varela
mostram, com abundância de exemplos e constatações, que a subjetividade (tanto
quanto a objetividade), e a qualidade (tanto quanto a quantidade), são na verdade
indispensáveis ao conhecimento e, portanto, à ciência.
O agora e o futuro
Hoje, os dois autores seguem caminhos diferentes. No entanto, a diversidade de suas
linhas de trabalho atuais não elimina um traço básico do ideário original: o que sustenta
que os seres vivos e o mundo estão interligados, de modo que não podem ser
compreendidos em separado.
Outro ponto de convergência é o que diz que, se o conhecimento não é passivo – e sim
construído pelo ser vivo em suas interações com o mundo –, a postura de só levar em
conta o que é observado deixa de ter sentido. A transacionalidade entre o observador e
aquilo que ele observa, além de mostrar que um não é separado do outro, torna
indispensável a consideração da subjetividade do primeiro, isto é, a compreensão de
como ele experiencia o que observa.
Em linhas gerais, essa teoria sustenta que é preciso levar em conta não apenas a
objetividade, mas também a subjetividade do observador, que havia sido preterida pelos
modelos teóricos representacionistas de ciência cognitiva. Ou seja, pretende lançar uma
ponte sobre o fosso que separa a ciência (o universo da objetividade) da experiência
humana (o domínio da subjetividade).
Há anos que a Associação Palas Athena, por meio de sua Editora, pretende lançar uma
tradução d’A Árvore do Conhecimento. Esse desejo sempre traduziu a certeza não
apenas da importância da obra, mas também da afinidade entre as idéias dos cientistas
chilenos e os princípios da Associação. Eis por que agora a concretização do projeto é
para todos nós um acontecimento da maior importância, que queremos compartilhar.
Referências
1. ARENDT, Hannah. Origens do Totalitarismo. São Paulo: Companhia das Letras,
1998, págs. 222,223.
2. MATURANA, Humberto R., VARELA, Francisco J. Preface. The Tree of
Knowledge: The Biological Roots of Human Understanding. Boston e Londres:
Shambhala, 1998, págs. 11-13.
3. MATURANA, Humberto, VARELA, Francisco. De Máquinas y Seres Vivos: Una
Teoria de la Organización Biológica. Santiago: Editorial Universitária, 1973.
P.S. Este livro já estava traduzido e seu texto preparado quando recebemos a notícia do
falecimento de Francisco Varela. É com pesar que registramos essa imensa perda. Que
esta tradução se incorpore às muitas homenagens que a sua memória merece e
certamente receberá. A elas somamos também a nossa gratidão, pelo privilégio de ter
convivido com seus ensinamentos e de poder continuar aprendendo com eles.
(Este texto corresponde ao prefácio do livro A Árvore do Conhecimento, de Humberto
Maturana e Francisco Varela, publicado pela Editora Palas Athena — São Paulo — em
2001, tradução de Humberto Mariotti e Lia Diskin.)
E-mail – homariot@uol.com.br
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Quando fui convidada para esta mesa-redonda me vi em apuros, uma vez que sou
bastante cética com relação às “teorias da linguagem”, pela forma que tanto ‘teoria’
quanto ‘linguagem’ são entendidas correntemente nos estudos científicos tradicionais da
linguagem — sou cética tanto com relação à sua utilidade, quanto à sua relevância para
a explicação do aparecimento, da dinâmica e das relações deste fenômeno.
Rorty tem extensivamente falado de como os fios de dicotomias como aparência /
realidade compõem o tecido do pensamento ocidental, relacionando-se com a
construção de uma série de outros conceitos cruciais nesta tradição e sendo por ela
sustentados. Suas idéias são extremamente importantes para mim, por minhas
preocupações como lingüista, e de muitos modos. Melhor dizendo, suas conversações
desenvolvidas nesta direção permitiram que eu me dessse conta de que minha
insatisfação sobre a linguagem e os afazeres dos lingüistas eram ecos de trabalhos de
pessoas como Nietzsche, Wittgenstein, Davidson, e o que me pareciam fragmentos de
uma insatisfação generalizada eram retalhos de um tecido ricamente imbricado, do qual
Rorty vem criativamente exibindo o avesso, os arremates e os nós. E isto soa como
música para meus ouvidos. E isto tem sido, para mim, suficientemente terapêutico.
No que se segue, então, não vou considerar o tema desta mesa como uma assertiva que
me cumpriria desdobrar, explicitando seus meandros históricos num ritual que afirme a
tradição. Vou tomá-lo como uma pergunta — ainda que na ausência de seu marcador
gráfico. Vou aceitá-lo então como um convite para refletir sobre o quê explicar e sobre o
quê aceitaremos como explicação quando o problema que se nos coloca diz respeito a
um fenômeno complexo e encantador como a linguagem. Complexo, porque nos
envolve de maneira indelével em todos os nossos afazeres, científicos ou não,
conduzindo, guiando, configurando nossas ações, nossa história e nossos mundos.
Encantador, porque em nosso modo de viver tipicamente humano, caracterizado pela
presença ubíqua da linguagem, num exercício dialógico recursivo produzimos a nós
mesmos enquanto seres racionais e conscientes, o mundo que vivemos e sobre o qual
falamos, e ainda o próprio modo de falarmos dele. Acabamos assim por acreditar que
tudo isto tem uma existência independente de nossa história na linguagem, que existe
um ser aqui dentro, e um mundo lá fora constituído de categorias naturais, livres desse
nosso jogo de distinguir, de nomear, de linguajar (ver a respeito Smith, 1997).
Minha escolha então é proceder em três etapas, desdobrando nosso problema em:
O que é uma teoria?
O que é linguagem?
É possível / desejável uma teoria da linguagem nesses termos?
1. O que é uma teoria?
Tanto na ciência como na filosofia, relaciona-se comumente a palavra teoria a um corpo
de idéias que precisa ser testado contra eventos ou fatos de uma realidade externa,
independente daquele que a propõe, como seu controle último de qualidade. É a
adequação a estes eventos ou fatos que garante que a teoria é verdadeira. No caso de
teorias científicas, requer-se que descrições adicionais sejam feitas demonstrando sua
capacidade de predição, ainda que tais descrições apontem aqui e ali para uma crescente
abstração do modelo teórico que se quer validar, ou ainda que, aqui e ali, o que conta
como fato precise ser feito variar em função dos princípios dos quais a teoria não
pretende abrir mão. Como exemplo da primeira situação, penso ser o caso das
categorias vazias que o gerativismo criou para conseguir enquadrar dentro de seu
modelo línguas diferentes que não exibiam certos traços que a teoria tem como
indispensáveis — como acontece com o verbo de ligação que, embora ausente no árabe,
é postulado como existindo aí, mas não fisicamente. Como exemplo da segunda
situação, creio que seja o caso da distinção entre línguas puras e línguas impuras, essas
últimas exibindo categorias que o gerativismo tem como contraditórias e, por isso
mesmo, devendo ser excluídas das preocupações da teoria — como acontece com uma
variante do russo falado pela aristocracia russa do século XIX que tem elementos do
francês e que, mesmo tendo sido uma língua com falantes nativos, um dos requisitos da
teoria, tem que ser desprezada por seu pecado original (ver Love, 1990).
Uma teoria, acredita-se, apreende a essência mesma do fenômeno pelo qual se pergunta,
congelando-o, aprisionando-o, enquadrando-o, em geral numa moldura por demais
estreita frente à exuberância com que derramam por suas bordas os chamados resíduos
indesejáveis, meros acidentes, produtos da imperfeição cotidiana. Especialmente no
caso dos estudos da linguagem, um normativismo indesejável surge daí. Um passo
importante a ser dado na construção de uma teoria é a postulação de seu objeto como
um objeto autônomo, e a formulação explícita de seus métodos e pressuposições.
Se se parte de uma teoria em direção aos chamados fatos, ou se se permite que os fatos
se mostrem enquanto tais em sua maravilhosa regularidade natural ao pesquisador, ou,
ainda, se esses movimentos não são indissociáveis ou alternam-se num processo de
investigação é uma questão controversa. Afinal, o objetivismo característico da tradição
ocidental se baseia na crença em uma realidade externa e independente, ainda que não
implique, necessariamente, na crença em um mundo lá fora percebido sem os filtros
epistêmicos da teoria, dos sistemas cognitivos (seja lá o que isso for), da linguagem, da
cultura.
Não há qualquer novidade no que estou dizendo aqui. O que pretendo é focalizar alguns
conceitos importantes para nossa conversa: a idéia de uma realidade externa
independente tanto como razão quanto como causa das teorias; a idéia de representação
acurada; a de apreensão de essências; a de correspondência; a de predição como a
principal característica da ciência.
A pergunta sobre o conhecimento, a linguagem, a cognição, sempre envolve um modo
de se conceber o ser humano, o ser pensante, implícita ou explicitamente — como
ressaltou Becker (1991) e como Ramberg apontou no trabalho de Rorty (1997). Rorty
tem-se referido recorrentemente ao homem darwiniano, um panorama que parece lhe
dar tudo aquilo que necessita. No entanto, eu acho que precisamos mais do que isto para
contribuir de fato com uma auto-imagem renovada e com implicações claras para uma
explicação científica da linguagem e do pensamento, e de outros fenômenos
relacionados a estes.
Neste caso, acho que a contribuição mais interessante foi oferecida por Maturana, o
biólogo chileno autor do que tem sido chamado “Teoria da Autopoiese” ou, pelo nome
que ele próprio cunhou o conjunto de suas idéias, a “Biologia da Cognição”. A partir de
seu estudo experimental em neurofisiologia da visão, Maturana afirmou que o que
percebemos depende de nossa estrutura de seres vivos como uma espécie particular,
uma estrutura que é permanentemente dinâmica e tem seu trajeto de mudanças
selecionado a cada momento por nossos encontros recorrentes com o meio no qual
vivemos ao longo de nossas vidas (1983; 1987; 1988; Maturana, H., & Mpodozis, J.,
1987). Perceber, nesse sentido, não é captar características, traços de uma realidade lá
fora constituindo representações internas que serão posteriormente computadas. O
mundo lá fora nem existe do mesmo modo que na tradição objetivista. Nem há um aqui
dentro com um sistema cognitivo ou a priori conceituais que estabelecem como o
mundo deve supostamente ser percebido. Como um ato cognitivo, perceber nos envolve
em nossa corporalidade e em nossa história de seres linguajantes num meio,
entrelaçando linguagem e emoção no conversar, como um modo de vida
especificamente humano. É nesse conversar que criamos os objetos, distinguindo-os e
nomeando-os, e passando posteriormente a tratá-los como independentes dos atos pelos
quais os trouxemos à existência. Isso, o próprio nomear nos permite fazer, como um
provérbio africano bem entendeu: “A boca dá a vida dando nomes”.
Ainda, além das armadilhas filosóficas que nos coloca a idéia de representação, como
podemos ler em Rorty, (como, por exemplo, no Filosofia e o Espelho da Natureza),
Maturana diz que ele não vê nenhum jeito de se falar de representações internas de
qualquer coisa que seja, considerando-se a constituição celular de nosso cérebro em
particular e do sistema nervoso como um todo, e a história da deriva dos seres vivos na
terra, produzindo a diversidade de linhagens que podemos observar nos dias de hoje.
Maturana propõe uma explicação bastante elaborada do que são os seres vivos, em
especial os seres humanos, e de como aparece a fenomenologia que observamos ao
longo de suas vidas. A Biologia do Conhecer é tão abrangente que seria impossível
resumi-la aqui. Por ora o que é interessante apontar é que as questões básicas propostas
por ele dizem respeito diretamente à pergunta pela cognição e pela linguagem — seu
trabalho não é, portanto, um modelo biológico mecanicista posteriormente guarnecido,
decorado, com uns confeitos lingüísticos e cognitivos.
As implicações dessas idéias para a prática científica e a teorização são recorrentemente
desenvolvidas por Maturana. Vale a pena mencionar aqui que, de acordo com seu modo
de ver, o que fazemos quando explicamos algo é oferecer uma reformulação das
coerências na nossa experiência, e não construir uma representação da realidade. Nas
palavras de Ramberg, a palavra “experiência”, aqui, não deve ser tomada como “o
tribunal de justiça epistêmico, mas como a prática de viver na qual qualquer proposta
teórica adquire seu formato atual (1997). Este modo de conceber a ciência enfatiza que
são os membros de uma dada comunidade que propõem, aceitam ou rejeitam, em seus
jogos conversacionais, primeiro, os fenômenos a serem explicados; segundo, quais são
as hipóteses explicativas plausíveis em cada caso; terceiro, que fenômenos adicionais
relacionados com o primeiro devem ser explicados pela mesma hipótese (o que se
chama habitualmente ‘predição’) e, quarto, a reaplicação ou não destas etapas. Com
Maturana discordo então de Rorty de que predição e controle sejam as características
básicas da ciência, na medida em que entendo que falar de ciência nos termos do jogo
conversacional dos cientistas, envolvendo todos esses procedimentos que devem
aparecer juntos numa explicação científica, descreve melhor o que ocorre quando um
problema a ser explicado aparece. E então podemos voltar e concordar com Rorty
(numa idéia que me incomodou durante bastante tempo mas que hoje me parece muito
interessante) que a ciência envolve o máximo de concordância, enquanto a filosofia e a
literatura não, na medida em que a explicação científica depende da participação dos
cientistas num certo tipo de rede conversacional com membros de uma comunidade que
especificam o que deve ser explicado, e se a explicação oferecida é, pelo menos
temporariamente, uma explicação científica (ver Maturana, 1987; Maturana e Varela,
1984). Aceitar essa formulação inteira, levando em conta nossa biologia como Maturana
propõe, parece nos oferecer um primeiro passo para que a sólida pergunta sobre a
essência, nossa ou outra, possa suavemente desaparecer no ar.
A sugestão aqui, então, é de distinguirmos entre teoria e explicação, evitando os
abismos dos velhos vocabulários e oferecendo ao cientista tudo aquilo de que necessita,
mais ou menos de acordo com os seguintes pontos:
1. a subordinação (teoria) ou não (explicação), por parte de nossos argumentos, a
um mundo exterior e independente com o qual o resultado de nossas investigações
precise ser confrontado;
2. o foco na apreensão de essências e na predição (teoria), em oposição ao foco no
mecanismo gerativo (explicação) que produza os fenômenos que desejamos entender e
descrever em suas relações com os outros fenômenos que nos parecem pertinentes.
3. o fato de que teorias são tidas, em geral, como mutuamente excludentes (como
Rorty tem apontado), devendo haver uma que seja mais correta ou mais adequada que
as demais para “dar conta” do fenômeno em jogo. No que diz respeito às explicações
podemos ter tantas explicações quantas forem as aceitas como respostas às perguntas
feitas por diferentes comunidades de observadores.
Em resumo, a sugestão aqui é mudarmos nosso modo de falar dos nossos afazeres de
cientistas. É deixar de falar desses afazeres como sendo fornecer os elementos para a
apreensão da verdade final, e descrever suas atividades como sendo a criação de espaços
para conversação e reflexão.
Agora podemos passar adiante para nossa próxima pergunta, inclusive porque está
começando a ficar difícil falar das duas separadamente, pelo modo como eu acho
atraente falar da linguagem.
2. O que é linguagem?
No seu “Why we need a theory of language” Talbot Taylor (1993) descreve como a
tradição lingüística do ocidente tem partido de uma caracterização da linguagem e da
comunicação do senso comum para construir suas hipóteses e teorias — desde Locke,
passando por Condillac, por Saussure, até as teorias pragmáticas. Ele termina dizendo
que se é para “evitarmos tomar esse primeiro passo — e então evitar suas conseqüências
retóricas — temos que tentar desenvolver formas alternativas de compreender e de
expressar nossa compreensão sobre a relevância do metadiscurso prático na construção
interacional da conversação cotidiana.” (p. 246). É isso que eu vejo Roy Harris enfatizar
também (ver, por exemplo, Harris, 1981; 1990).
O já clássico artigo de Michael Reddy, “The Conduit Metaphor” (1979), é um trabalho
feliz nesta direção, um surpreendente oásis numa área carente de conversações
metadiscursivas, que, certamente, é uma tarefa relevante em qualquer empreendimento
intelectual, não apenas na lingüística. Particularmente fértil nesse artigo é a elaboração
de uma alegoria, a dos Fabricantes de Utensílios, criando um contexto apropriado para
falar sobre linguagem e seu metadiscurso num tom diferente do senso comum e da
tradição lingüística. Acho particularmente importante mencionar que ele mostra como
os autores da Teoria Matemática da Informação, Shannon e Weaver, foram guiados
pelas tramas do uso corriqueiro do termo mensagem , trazendo para dentro de sua teoria
uma ambigüidade indesejável e plenamente evitável. Ele argumenta que o tipo de
prática que estou apontando como importante para a lingüística tem também
conseqüências significativas em qualquer domínio de pesquisa.
Certamente concordo que seja possível ouvirmos (ou elicitarmos?) afirmações do tipo:
“nós sempre nos compreendemos mutuamente porque as palavras que enunciamos têm
significados que correspondem ao estado de coisas”, que sustenta a tradição lingüística
como base para perguntas O QUÊ e COMO do teórico (Taylor, 1993). Mas podemos
também tomar um ponto de partida diferente, como tenho tentado, mais ou menos nos
seguintes termos:
1. é comum experimentarmos a variabilidade interpretativa, como também é
corrente a experiência de congruência interpretativa, e isso tanto entre interlocutores
quanto para cada um de nós, em momentos diferentes de nossa vida. Em algumas dessas
situações parece-nos evidente a participação de nossas emoções na determinação do que
atribuímos como significado ao fluir de uma conversação, embora tenhamos
dificuldade, por todo nosso legado cultural com relação à linguagem, à interpretação e à
racionalidade, de explicar como as emoções podem concorrer aí de forma tão crucial;
2. é flagrante que as redes de conversações de que participamos vida afora são
retecidas a cada momento contingentemente, trazendo para o presente de nossas
atividades na linguagem, para nossas interações, ao mesmo tempo o fluir da história e o
fluir das circunstâncias. Com isso reconhecemos tanto o papel da história de interações
que vivemos com certos grupos de interlocutores, e não outros, em determinado meio, e
não outro, bem como o papel das circunstâncias na atualização dessa história;
3. apesar de nem sempre estarmos dispostos a nos envolvermos em longas
discussões para uma sintonia interpessoal fina, sabemos que nossas dificuldades
comunicativas são superadas (se o são!) apenas através de esforço conversacional, não
sendo possível, como procedimento saneador dessas dificuldades, o apelo para a
construção gramaticalmente adequada de sentenças, que supostamente carregariam
significados a serem instantaneamente apreendidos, nem mesmo o “recurso a fatos” de
uma realidade independente para sustentar nossos argumentos — a não ser que esses
argumentos venham acompanhados de uma petição de obediência por parte de alguém
que se julgue privilegiado no acesso ao conhecimento verdadeiro, a uma suposta
realidade última (ver, a este respeito, Maturana, 1988b) .
4. somos cientes da efetividade da linguagem em nossas atividades mais mundanas
bem como nas mais intelectuais e teóricas, mesmo que não estejamos consciente dela ou
que não a possamos explicar. Na linguagem produzimos descrições de domínios de
realidade que, por um momento, podem nos parecer recursos metafóricos para
explicitação de algo de que estamos nos ocupando, mas que cedo podem se tornar
descrições precisas, literais, daquilo que vivemos e pensamos, trazendo à existência,
então, uma nova realidade (ver também, a esse respeito, Rorty, 1987). Ainda que de
acordo com nossa tradição cultural essa efetividade pareça ocorrer por um passe de
mágica, uma vez que aí a linguagem é vivida como um domínio de operação num
sistema autônomo com noções abstratas como símbolos ou idéias, podemos explicar
como isso acontece se entendermos a linguagem como um domínio de afazeres num
domínio de coordenações de coordenações de ações (ver, sobre esses quatro pontos,
Magro, 1996a, b).
O que tenho observado como sendo particularmente desafiador, difícil, nesta discussão
sobre linguagem, é escapulir da conceituação monológica, representacional e mediadora
da linguagem. Aqui e ali reconheço na teorização sobre a linguagem alguma ressonância
com o que estou tentando expressar, mas quando se trata de fazer análises observamos
em geral um ou muitos passos atrás na direção da pergunta por aquilo que é
‘propriamente lingüístico’, pelas relações gramaticais, pelas essências da linguagem.
Um dos problemas que vejo, além dos que já apontei, é que a longa tradição de tratar a
linguagem como um objeto autônomo, ou a consideração do código gramatical como
sendo o cerne da linguagem dificulta a vida de um monte de investigadores como os
analistas de discurso, os psicolingüistas que lidam com a aquisição da linguagem, com
os discursos patológicos, por exemplo. Em sua tarefa de descrever relações que entre
um texto e ideologia, ou entre um texto e o que se chama de subjetividade do falante, ou
algo assim, eles não têm elementos para fornecer uma explicação dessas relações. Eles
não tem jeito de apresentar essa articulação e, finalmente, dar-se conta, por recursão, de
que seu próprio trabalho é tanto patrão quanto escravo dessa situação teórica hostil.
Mas há outros como Becker (1979, 1988, 1991), por exemplo, que se auto-baniu da
comunidade dos lingüistas e se intitulou ‘filólogo’, há Barbara Smith (1988 e 1997),
vinda da Crítica Literária e dos Cultural Studies, que mergulharam no incessante
processo e descreveram o retecer de vários elementos relevantes que intervêm na
atividade reflexiva, apontando, como um produto de seu próprio empreendimento
interpretativo, o metadiscurso sobre a linguagem que lhes permite fazer tais descrições.
É preciso mencionar também os inúmeros artigos de Kanavillil Rajagopalan, que
teremos o prazer de ouvir amanhã debatendo com Ramberg os instrumentos da filosofia
rortyana. Além desses há ainda muitos outros trabalhos, principalmente produzidos às
margens da lingüística, que vão na mesma direção.
3. O que dizer sobre uma teoria da linguagem?
Um colega uma vez me afirmou que o trabalho do lingüista deve ser entendido como o
de fazer a autópsia da linguagem. A levarmos a sério esta descrição é compreensível,
então, que as teorias da linguagem tradicionais, com o objetivo de fixar sua essência, de
responder à pergunta pelo que há de permanente no fenômeno tomado como objeto
autônomo, não dêem espaço para a vívida e salutar recursão sobre si mesmas que estou
sugerindo.
Eu não penso assim nem consigo ver interesse nessa atividade de legista. Por tudo o que
disse, fica claro que não me serve nenhuma formulação que aprisione a linguagem (ou a
mate!) impedindo-me de ver seu movimento no espaço das interações onde podemos
dizer que ela se dá, especialmente em sua recursividade, em sua reflexividade. No
domínio da investigação científica ou filosófica, esse processo produz aquilo que aí se
intitula seu metadiscurso, mas ele não é, no meu entender, um processo exclusivo da
reflexão teórica nem do falar corriqueiro de nosso estar na linguagem usando a
linguagem. É, sim, um mecanismo corrente mas nem por isto pouco interessante ou
trivial, na medida em que é nele e com ele que nos envolvemos e constituímos nossas
conversações, nossas atividades de aprendizado, de criatividade intelectual ou artística,
de criação de nós mesmos e de outros como seres que temos identidade. Mostrar como
esse processo funciona me parece um bom tema para uma pergunta que requeira uma
explicação da linguagem.
Referências Bibliográficas
Becker, A. L. (1979). “Text-Building, Epistemology, and Aesthetics in Javanese Shadow
Theatre.” In A. L. Becker & A. Yengoyan (Eds.). The Imagination of Reality, (pp. 211-
243). Norwood: New Jersey.
____. (1988). “Language in Particular: A Lecture.” In D. Tannen (ed.), Linguistics in
Context — connecting observation and understanding, (vol. XXIX, pp. 17-36).
Norwood: Ablex Publishers.
____. (1991). “Language and Languaging.” Language and Communication, 11 (1/2),
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Harris, R. (1981). The Language Myth. London: Duckworth.
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Thoemmes Press.
Love, N. (1990). “The Locus of Languages in a Redefined Linguistics.” In H. G. Davis
& T. Taylor (eds.), Redefining Linguistics., (pp. 53-117). London: Routledge.
Nota
1. Maturana afasta a possibilidade teleológica envolvida nessa formulação de Nietzsche,
e nos leva a entender que essa seleção se dá de acordo com as possibilidades estruturais
de cada espécie viva . A noção de finalidade, para ele, é já fruto da operação na
linguagem.Palavras-chave: Interpretação, linguagem, cognição, realidade, Biologia do
Conhecer.Referências Bibliográficas
Cummings, R. (1989). Meaning and Mental Representation. Cambridge, MIT Press.
Maturana, H. e F. Varela. (1984). El Arbol del Conocimiento. Las bases biológicas del
entendimiento humano. Santiago do Chile, Editorial Universitária.
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University Press.
Nietzsche, F. (1873 [1983]). Sobre verdade e mentira no sentido extra-moral. Friedrich
Nietzsche - Obras Incompletas. São Paulo, Abril.
Nietzsche, F. (1878 [1983]). Humano, demasiadamente humano. Friedrich Nietzsche -
Obras Incompletas. São Paulo, Abril.
Nietzsche, F. (1885). Além do Bem e do Mal - Prelúdio a uma Filosofia do Futuro. São
Paulo, Companhia das Letras.
Nietzsche, F. (1888). Ecce Homo. Textos Filosóficos. Lisboa, Edições 70.
.
Maria Luiza Cardinale Baptista
malucaba@cpovo.net
Resumo
O presente trabalho discute os aspectos emoção e subjetividade na produção da pesquisa
em Comunicação, com base no referencial de Humberto Maturana, Francisco Varela e
Félix Guattari, principalmente. Trata de situar a produção do conhecimento em relação
ao sujeito maquínico, característico da contemporaneidade - sujeito reconhecido pela
sua emoção, como implicação intensa do ser que produz. Retoma, portanto, a relação
sujeito-objeto, para sinalizar a constituição de universos de intensidade na pesquisa,
universos mobilizadores, apaixonantes. Por fim, propõe algumas perspectivas para a
consideração desses aspectos, no plano específico da sua implicação metodológica, da
abordagem dos fenômenos comunicacionais e midiáticos.
Abstract
The present work discusses the emotion and subjectivity aspects in the production of the
research in Communication, on the basis of Humberto Maturana, Francisco Varela and
Félix Guattari, mainly. Its objective is to point out the production of the knowledge in
relation to the automated subject, characteristic of the contemporary - subject
recognized for its emotion, as intense implication of the human being that produces. It
retakes, therefore, the citizen-object relation, to sign the constitution of universes of
intensity in the research, universes mobilizers, passionate. Finally, it proposes some
perspectives for the consideration of these aspects, in the specific plan of its
methodological implication, of the approach of the communication and media
phenomenon.
Introdução
Há algum tempo, eu preparava uma aula sobre escrita acadêmica e a relação com o
objeto de estudo1 e pensava em como poderia trabalhar uma oficina para explicitar que
o processo de escrita acadêmica, bem como o da produção da pesquisa, não é objetivo,
não é a-sujeitado, ao contrário, é pleno de marcas dos sujeitos que o vivem. Enquanto
dedilhava idéias no teclado do computador, levantei um pouco o olhar e um dos livros,
que fica na estante acima, meio que se acendeu. Brilhava de um jeito em particular.
Enfim, chamou minha atenção. Eu acredito muito em algo que chamo de ‘conspiração
cósmica’ e, mesmo não entendendo o que aquele livro podia contribuir com a oficina
que eu tentava criar, interrompi o trabalho e comecei a brincar com ele, dizendo: “Muito
bem, o que você tem pra mim? O que você quer me mostrar?”. Folheei o livro e o abri,
aleatoriamente, quando encontrei este texto:
Posso apreendê-la como uma imagem. Coluna rígida sob o impacto da luz, ou o verdor
resplandecente repleto de suavidade pelo azul prateado que lhe serve de fundo.
Eu posso dominar tão radicalmente sua presença e sua forma que não reconheço mais
nela senão a expressão de uma lei – de leis segundo as quais um contínuo conflito de
forças é sempre solucionado ou de leis que regem a composição e a decomposição das
substâncias.
A árvore permanece, em todas estas perspectivas, o meu objeto tem seu espaço e seu
tempo, mantém sua natureza e sua composição.
Entretanto, pode acontecer que simultaneamente, por vontade própria e por uma graça,
ao observar a árvore, eu seja levado a entrar em relação com ela; ela já não é mais um
Isso. A força de sua exclusividade apoderou-se de mim.
Não devo renunciar a nenhum dos modos de minha consideração. De nada devo
abstrair-me para vê-la, não há nenhum conhecimento do qual devo me esquecer. Ao
contrário, imagem e movimento, espécie e exemplar, lei e número estão
indissoluvelmente unidos nessa relação.
Tudo o que pertence à árvore, sua forma, seu mecanismo, sua cor e suas substâncias
químicas, sua “conversação” com os elementos do mundo e com as estrelas, tudo está
incluído numa totalidade.
Teria então a árvore uma consciência semelhante à nossa? Não posso experienciar isso.
Mas quereis novamente decompor o indecomponível só porque a experiência parece Ter
sido bem sucedida convosco? Não é a alma da árvore ou sua dríade que se apresenta a
mim, é ela mesma. (BUBER, 1974, p.p.7-9)
Com as devidas desculpas por intercalar uma citação tão longa, a ‘fala’ de BUBER me
parece excelente para ilustrar o desafio com o qual se depara o pesquisador
contemporâneo. Um desafio múltiplo. Gosto também deste texto, porque me instiga a
repensar aspectos que venho trabalhando na prática da pesquisa, bem como na
perspectiva de avançar na discussão de uma produção de conhecimento que seja
empolgante, que tenha vida, em síntese, na linha do que eu venho chamando de paixão-
pesquisa em comunicação. As múltiplas possibilidades de se considerar uma árvore
podem ser sentidas como uma metáfora para as múltiplas possibilidades de se
apreender, de se considerar qualquer ‘objeto’ de estudo e até de se repensar a
condição/relação objeto-sujeito da pesquisa. O repensar essa relação tem implicações
profundas em todas as dimensões da pesquisa e, claro, nos seus aspectos metodológicos.
Para apresentar a perspectiva Emoção e Subjetividade na Pesquisa em Comunicação e
seus desafios e perspectivas metodológicas, em direção ao que venho chamando de uma
Metodologia da Sensibilidade, começo, situando-me em relação a essa perspectiva.
Aos poucos, tudo foi ficando mais claro… apaixonei-me pelo Jornalismo e pela
Metodologia da Pesquisa, porque me emociono sempre com a investigação, com a
busca cuidadosa da informação, com o processamento adequado, rigoroso, intenso,
afetivo. Processamento de informações que me ajuda a desvendar e a mostrar o real, o
que existe, ao mesmo tempo que me mostra, que me expõe, sujeito do meu fazer, do
meu pensar. Apaixonei-me por Metodologia, porque aprendi a compreendê-la como
fundamental para a realização do meu desejo de produção. Desejo que vem do traço da
aluna estudiosa desde os primeiros anos escolares. Desejo de quem sempre quer saber
mais, algo como a intensidade da curiosidade infantil, mesclada com a marca da menina
falante, que gosta de estar sempre contando alguma coisa, contando o que sabe do novo.
Apaixonei-me por Metodologia porque ela está na essência da minha razão de viver.
Viver para me comunicar, entrar em contato com, viver comum, compartilhar mais e
mais, informações.
O que temos, então, com estes autores é a possibilidade de compreender que as emoções
estão na origem de cada ato – seja uma carícia no ser amado ou a prática de pesquisa
científica. Maturana ensina que as emoções são um fenômeno próprio do reino animal.
Exemplifica, citando uma barata, em duas situações emocionais diferentes. Quando o
humano grita de medo da barata, ela também se assusta e corre de um lado para outro,
perdida, meio estonteada. Barata tonta. Sem a pressa, o medo, o susto, a pressão da
incerteza diante do desconhecido, tudo seria diferente. Assim também acontece com o
humano, nos processos comunicacionais interpessoais e, mais que tudo, no seu
envolvimento com a complexa trama comunicacional contemporânea.
Trama Comunicacional
Sujeito. O sujeito aqui não é indivíduo. O sujeito está pensado como um campo de
forças múltiplo, complexo, marcado por múltiplas influências. Influências de todos os
tipos, desde sua família, suas tribos, sua musicalidade, suas preferências alimentares,
suas manias, sua relação com o corpo, sua capacidade de expressão, sujeito pensado de
uma maneira holística. Sujeito considerado no seu todo. Sujeito maquínico9, decorrente
da constituição do ser em uma sociedade capitalística. O sujeito contemporâneo tem um
jeito maquínico de ser. Sujeito forjado em série, marcado por uma ordem capitalística
mundial, seguindo tendências do mercado, ao mesmo tempo em que se aventura em
processos de singularização. Esses processos seriam as tentativas de produção de uma
existência singular, com sua marca pessoal, resultante de um processo de autopoiese, de
autoprodução.
Como a árvore do texto de BUBER, o objeto existe, mas na interação com o sujeito, vai
constituir-se com peculiaridades, características de relação, numa espécie de ‘mistura’,
de simbiose, de modo que fica sempre difícil a determinação dos limites, ou seja, saber
até onde é um, até onde é outro. No processo, na constituição da pesquisa, ‘eu e tu’
mesclam-se. A perspectiva racionalista – mecânica, reducionista, cartesiana – propõe a
separação, como prática discursiva, como tentativa de afastar a produção científica do
plano das emoções – mais difícil de ser trabalhado. (CAPRA, 1990, 1991, 1997;
CREMA, 1989; MATURANA, 1998; MEDINA,1990-1991 MEDINA e GRECO,
1994;RESTREPO, 1998).
Concepção de Ciência – Tenho dito que corre nas nossas veias um sangue mecânico-
reducionista-cartesiano, que vem sendo injetado, em várias transfusões, com pequenas
mudanças, desde o final do século XVI e início do século XVII. Este sangue carrega
uma concepção de mundo e, claro, de Ciência. O desafio aqui, então, está na mudança
dessa concepção, para algo mais amplo, que permita vislumbrar as características da
visão sistêmica.
O terceiro critério envolve a compreensão de que não há partes, mas padrões numa teia
inseparável de relações. Portanto, as relações é que são fundamentais. Na década de 70,
Geoffrey Chew, em sua filosofia bootstrap, já apresentava o universo como uma
O quinto critério da visão sistêmica nos fala sobre a compreensão do limite de todas as
concepções e de todas as teorias científicas. Estas passam a ser vistas como limitadas e
aproximadas. “A ciência nunca pode fornecer uma compreensão completa e definitiva.”
(CAPRA, 1997, p.49). Isto nos leva, na questão metodológica, a repensar a instância
teórica, principalmente a tendência de adoção cega de visões de mundo, incorporando-
as integralmente às peculiaridades de um objeto construído – que implica, pela sua
construção, numa espécie de jogo de escolha múltipla, envolvendo especificidades
difíceis de serem contempladas por apenas uma visão teórica.
Observo, a partir desses critérios, que é fundamental abrir mão da tendência de buscar o
controle total do processo de pesquisa, o que se tentou através da rigidez das definições
do método. Considero, nesse sentido, que a própria Metodologia precisa ser
reinventada, como instrumental de processos de criação, sendo, ela mesma, uma ‘obra’
humana a ser sempre recriada. Talvez fosse necessário um empreendimento coletivo
como os descritos em livro organizado por Domenico de MASI11, marcados pela
associação eficiente entre emoção e regra, gerando o desenvolvimento de grupos
coletivos empreendedores. Acredito que já é tempo de apaixonados por Metodologia
empenharmo-nos em um projeto comum que reposicione essa dimensão da pesquisa.
Tenho convicção que isso pode auxiliar a produção do saber em Comunicação, sendo
um dispositivo mobilizador para a ampliação dos processos de produção de
conhecimento.
“A idéia recursiva é, portanto, uma idéia em ruptura com a idéia linear de causa/efeito,
de produto/produtor, de estrutura/superestrutura, uma vez que tudo o que é produzido
volta sobre o que produziu num ciclo ele mesmo autoconstrutivo, auto-organizador e
auto-produtor”. (MORIN, 1991, p.90)
Por fim, pode-se acrescentar um aspecto decorrente dos critérios – mas não menos
importante. Defino este aspecto da seguinte maneira: a ciência se sensibiliza. Na medida
em que o sujeito cientista tem que captar o real também a partir de dimensões sutis,
sensíveis, abstratas, dos fluxos que o compõem, que compõem os universos da
significação, a demanda extrapola o reducionismo objetivista. É disso que trata, por
exemplo, Edvaldo Pereira LIMA (1994), quando cita o russo P. D. Ouspensky, para
lembrar a expressão “homem dormindo”, que representa o estado de letargia a que foi
condenado o homem moderno. O homem que não enxerga a si mesmo. O homem que
transformou as “ferramentas-técnicas” para compreender o real em espécies de
engrenagens mecânicas. LIMA fala do paradigma reducionista como aprisonamento dos
sentidos, deixando o ser humano…
Vislumbres
O que é possível vislumbrar, avistar, então, diante dessas considerações? Apresento,
aqui, antes de mais nada, a proposta de criação de um Núcleo Latino-Americano Loucos
de Paixão-Pesquisa em Comunicação, para aprofundar e ampliar experiências com o
que venho chamando de A Metodologia da Sensibilidade. Convém, antes de mais nada,
deixar claro que a proposta não significa o abandono de métodos e técnicas
convencionais. Ao contrário, aponta para um aproveitamento intenso, sem preconceitos,
de acordo com as necessidades e características apreendidas do real observado. Também
não se trata apenas de construir metodologias alternativas (DEMO, 1989, p.p.261), mas
de tentar rediscutir a própria Metodologia, no sentido de recriá-la, em processos
coletivos, “cartográficos”, no sentido que ROLNIK atribui ao termo, em pesquisa.
ROLNIK explica que o cartógrafo é aquele que acompanha as mutações da paisagem,
enquanto produz sua representação.
“Para isso, o cartógrafo absorve matérias de qualquer procedência. Não tem o menor
racismo de freqüência, linguagem ou estilo. Tudo o que der língua para os movimentos
do desejo, tudo o que servir para cunhar matérias de expressão e criar sentido, para ele é
bem vindo. Todas as entradas são boas, desde que as saídas sejam múltiplas. Por isso o
cartógrafo serve-se de fontes as mais variadas, incluindo fontes não só escritas e nem só
teóricas (…) O que ele quer é se colocar, sempre que possível, na adjacência das
mutações das cartografias… (…)o que quer é apreender o movimento que surge da
tensão fecunda entre fluxo e representação: fluxo de intensidades escapando do plano de
organização de territórios, desorientando suas cartografias, desestabilizando suas
representações e, por sua vez, representações estancando o fluxo, canalizando
intensidades, dando-lhes sentido.” (ROLNIK, 1989, p.p.68-69).
Por fim, resta dizer apenas que essa discussão está feita na minha tese de doutoramento
e, sua aplicação, na pesquisa de campo que a sustenta. Estudei os processos de escrita
do jovem adulto como expressão da trama comunicacional e da subjetividade
contemporânea. Fica a proposta de criação do Núcleo Latinoamericano Loucos de
Paixão Pesquisa em Comunicação e a minha direção: Maria Luiza Cardinale Baptista,
Avenida Cauduro, 42/201, Bom Fim, 90035-110, Porto Alegre, Brasil.
Notas
1. Para o Curso de Especialização em Práticas Analíticas e Sociais, da Universidade do
Vale do Rio dos Sinos, UNISINOS.
4. O termo Metodologia, em alguns lugares, está sendo usado com inicial maiúscula,
pois se refere a um sentido amplo, definição de LOPES (1990, p77): “…como
teorização do processo de produção de conhecimento e como ‘investigação da
investigação, a Metodologia, em uma ciência, constitui o espaço por excelência da
reflexão de um campo de conhecimentos sobre si mesmo, enquanto prática teórica.”
5. Criei esse slogan para representar o trabalho de pesquisa e de iniciação científica dos
alunos e professores do Curso de Comunicação Social da Universidade Luterana do
Brasil (ULBRA), Canoas, RS, Brasil, em 1995. Está referido também em texto
intitulado “Roteiro de um Projeto Paixão-Pesquisa. Diálogo com um Pesquisador
Iniciante”, que produzi em 1992.
10. Este biólogo austríaco é conhecido por ter sistematizado os primeiros princípios de
organização dos sistemas vivos. Há, no entanto, registros de que Alexander Bogdanov,
médico, filósofo e economista russo, concebeu uma teoria geral dos sistemas, intitulada
Tectologia, entre 1912 e 1917. Tectologia, do grego tekton = construtor, pode ser
traduzida como ‘ciência das estruturas’(CAPRA, 1997, p.p. 50-51)
12. Este autor é uma referência importante quanto à flexibilização do processo de busca
de conhecimento, considerando a incerteza como algo inerente. Segundo MORIN, a
complexidade pode ser pensada com base em três princípios: o diálogo, a recursão
organizacional e o princípio hologramático.
DEMO, Pedro. Metodologia Científica em Ciências Sociais. 2a edição rev. e ampl. São
Paulo, Atlas, 1989.
GUATTARI, Félix. Caosmose. Um Novo Paradigma Ético-Estético. Rio de Janeiro, Ed.
34, 1992.
OLIVEIRA, Silvio Luiz de. Tratado de Metodologia Científica. São Paulo, Pioneira,
1997.
SOUSA, Mauro Wilton de. (org.) Sujeito, o lado oculto do receptor. São Paulo,
Brasiliense, 1995.
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