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El arte Barroco se origina en Italia a finales del XVI, alcanza su plenitud en el siglo XVII
y se extenderá hasta principios del XVIII. Los países más exaltadamente barrocos
fueron Italia, Alemania, Francia y España, con sus dominios americanos.
El término Barroco fue acuñado, a finales del XVIII y principios del XIX, con sentido
despectivo (“extravagante, estrambótico, la peste del gusto, arte decadente y
corrompido”) por los partidarios del clasicismo y enemigos del recargamiento
decorativo del siglo XVII.
La palabra barroco tiene dos posibles orígenes, aunque se prefiere el primero:
a) del término portugués “barrueco” con el que se designan las perlas con forma
irregular.
b) del griego “baros”, que se produce como pesadez (aludiendo quizás a los excesos
decorativos que tendrá este estilo).Incluso en los comienzos del siglo XX se continuará
ignorando el barroco o, a lo sumo, aceptándolo como un mal menor que sirvió de
puente entre el clasicismo renacentista y el Neoclasicismo del siglo XIX.
a) la Iglesia Católica, tras la ruptura con los protestantes y después del Concilio de
Trento, lleva a cabo la Contrarreforma. Irá renunciando a las naciones protestantes,
pero establece una férrea disciplina moral en las que permanecen dentro del
catolicismo. Actúa inteligentemente y convence con la evidencia de la posesión de la
verdad. Esta verdad va a sustituir a la Idea de Belleza que había dominado el
Renacimiento.
El arte será, en países como Italia y España, el mecanismo de difusión de los valores
religiosos perdidos. La pintura y la escultura reducen sus iconografías a unos temas
que no demandan ninguna interpretación por parte del espectador. Al creyente, al
pueblo, se le dará todo hecho, pero con una teatralidad tan deslumbrante que, cegado
por los múltiples dorados y el complicado lenguaje visual, no dudará jamás. El poder
moral y económico de la Iglesia Católica, en los Estados que le son fieles, es enorme.
Esto le hace ser el más poderoso cliente del arte. Es importante considerar esto para
comprender lo distinta que resulta la iconografía barroca de los países protestantes.
b) en los países de fuerte poder real (Francia y España, por ejemplo), el monarca
actuará con el pueblo, como la Iglesia con los fieles, imponiéndoles una obediencia
ciega a través de la convicción que procede del deslumbramiento de sus palacios y
edificios de gobierno.
El rey desempeña su poder absoluto por delegación divina, por lo que sus decisiones
son prácticamente inapelables. El ejemplo del monarca se transmite a los altos cargos
políticos, que tienen también sus palacios y ricas colecciones.
El absolutismo traerá además el establecimiento de una Corte y una administración
inmensa, lo que hará aparecer un nuevo tipo de ciudad: la capital de Estado.
El diseño de estas nuevas ciudades volverá a potenciar el urbanismo, desatendido, en
la práctica durante el Renacimiento. Incluso en las ciudades viejas se derriban barrios
y se trazan plazas, creando magníficas perspectivas para las construcciones civiles o
religiosas.
C) Durante este siglo se produce un extraordinario desarrollo de la literatura y,
especialmente, del teatro.
Muchos de los personajes de los cuadros de esta época parecen actores metidos en la
piel de filósofos, dioses de la mitología clásica o santos, de la misma manera que
muchas de las arquitecturas barrocas parecen grandes escenarios teatrales diseñados
como fondos para importantes celebraciones (hablamos del barroco como de un arte
teatral).
D) La naturaleza ocupa un importante papel en estos momentos, sobre todo porque el
hombre descubre su debilidad ante el inmenso poder que encuentra en ella.
Entre otros descubrimientos científicos de esta época, Kepler afirmó que los planetas
describían en su recorrido una órbita elíptica y no circular como se creía previamente.
La elipse es una de las formas que más se repiten en la arquitectura barroca y que
demuestra que el Barroco tiene pretensiones bien distintas a las del estilo que le
precedió, el Renacimiento, que prefiere el círculo, símbolo de la perfección.
Se produce una disminución del antropocentrismo.
El Barroco reivindica la grandeza, la autonomía, el misterio y el poder de la Naturaleza.
Los grandes promotores del arte, papado y monarquías absolutas, conferirán al Arte
un carácter funcional, ya que lo utilizarán para exaltar sus respectivos poderes
mediante su brillantez y ostentación.
Se valdrán del deslumbramiento que pueden provocar las Artes para así adoctrinar a
las masas.
De ahí la importancia de este complicado lenguaje visual, la teatralidad, los múltiples
decorados..., que impiden dudar al espectador de que en ellos esté la “Verdad ” y el
“Poder”.
El Barroco es pues una arte de los sentidos, que viene a suplir a la razón. La
utilización de los símbolos para la transmisión de determinados mensajes oficiales
convierte al Barroco en una cultura esencialmente simbólica. ·
Será la arquitectura quien gobierne la dirección plástica. Escultura y pintura se
acogerán a ella, y se llega a una verdadera simbiosis de las artes: la percepción visual
no sabrá distinguir donde empieza cada una. La arquitectura ocultará las estructuras
fundamentales mediante enlucidos, relieves, ilógicos soportes, quebrando las
cubiertas con fingidos cielos. La escultura fingirá transparencias etéreas, más propias
de la pintura. Y la pintura imitará sólidas arquitecturas.
Así se creará el riquísimo y peculiar nuevo lenguaje que caracterizará al barroco.
El Barroco supone una clara reacción frente al racionalismo renacentista. No se trata
de un movimiento homogéneo, sino con una gran diversidad, debido a la pluralidad
religiosa (escisión católica-protestante) y política (toma de conciencia de las
nacionalidades), que se traduce en el campo de las Artes con la aparición de una serie
de escuelas.
Si el Renacimiento fue un estilo unitario en los distintos países europeos, el Barroco
tendrá unas características más diferenciadas según se trate de países protestantes o
católicos; porque igual que las doctrinas religiosas se endurecieron y distanciaron con
el tiempo, otro tanto ocurrió con el arte, y así en el Barroco resulta imposible confundir
las obras de los distintos países porque las diferencias son más marcadas y los
contrastes más acusados. Un destacado ejemplo de esta heterogeneidad lo tenemos
en Holanda, donde asistimos a la eclosión de una rica burguesía.
Se generaliza el arte de uso privado. La “democratización” del arte es un hecho
acreditado por la abundancia de ventas públicas, con mínima ganancia para los
artistas. Existen tiendas donde el mercader de pinturas (el marchante) compra
directamente a los pintores, almacena y vende. Con ello se produce un
distanciamiento del pintor frente al cliente (las obras no son por encargo, sino que se
adquieren en la tienda). Pero eso no va a significar una pérdida de calidad, sino todo lo
contrario, ya que se va a producir en gran cantidad, con alta calidad y a bajos precios.
La calidad no se reduce debido a la categoría del cliente y sobre todo del marchante,
todo un entendido.
ARQUITECTURA
Las cubiertas o bóvedas se cubren de pinturas que no son simples cuadros, sino que
son escenas que se desarrollan en el cielo o en arquitecturas colosales con atrevidas
perspectivas, que hacen que el espectador crea que mira a un espacio abierto y casi
infinito, no a una bóveda que cubre un edificio cerrado.
ESCULTURA
Otro grupo donde puede observarse no sólo su virtuosismo con el cincel, sino su
dominio del movimiento y la finura del modelado es en ‘Apolo y Dafne’ (1621). Son
muchas las esculturas donde pueden verse todas estas características: ‘El éxtasis de
Santa Teresa’ (1644), ‘La Beata Albertona’ o ‘San Longino’ (1638). Pero donde la
grandiosidad, la teatralidad y el efectismo del barroco llegan a su culmen es en los
monumentos funerarios como en el de Urbano VIII o Alejandro VII.
Otro monumento típicamente barroco salido de las manos de Bernini, y que no debe
ser olvidado es la ‘Cátedra de San Pedro’. También otros muchos importantes como
‘La Fuente del Tritón’ o ‘La fuente de los Cuatro Ríos’, en ellas se observan la fusión
del arquitecto y el escultor.
PINTURA
Algunos de los más reconocidos pintores barrocos son: Los Carracci; Guido Reni
(1575-1642); Francesco Barbieri, el Guercino (1591-1666); Domenico Zampieri, el
Domenichino (1581-1641); Francesco Albani (1578-1660); Giovanni Lanfranco (1582-
1647); Pietro da Cortona (1596-1669); Lucas Jordán (1634-1705) o Andrea Pozzo
(1642-1709), todos ellos de la escuela italiana. Cabe destacar entre ellos a
Michelangelo Merisi, Caravaggio (1573-1610), cuya fuerza pictórica y su originalidad le
hacen ser el mayor representante de la pintura barroca. Sitúa en primer plano el
problema de la luz, iniciando una de las conquistas más grandes de la pintura barroca.
La luz se proyecta sobre la forma con violencia y su contraste con la sombra es brusco
e intenso, es a esto a lo que se le llama tenebrismo.
Pero donde sin lugar a dudas surgieron más pintores barrocos que demostraron toda
la pericia y elegancia en sus composiciones y tratamiento del color y la luz, fue en
España, esta época fue denominada el Siglo de Oro español. Su mayor representante
es Diego Rodríguez de Silva Velázquez (1599-1660). Pero no fue el único en
desarrollar todo el potencial de la pintura barroca. Fueron muchos los que desatacaron
en este periodo, Francisco Pacheco (1564-1654), Vicente Carducho (1576-1638); José
Ribera (1591-1652); Francisco Zurbarán (1598-1664); Bartolomé Esteban Murillo
(1617-1682); Juan de Valdés Leal (1622-1690) o Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez (1599-1660) .