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CUATRO GRANDES PASAJES CRISTOLOGICOS


Parte 4: EL PROLOGO DEL EVANGELIO DE JUAN_4

Juan 1:1-18
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos
creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene
después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha
dado a conocer.

"¿Qué pensáis del Cristo?" pregunta Jesús en Mt 22:42 y ante esta pregunta tenemos
solo dos opciones: rechazarle para condenación o recibirle en arrepentimiento y fe para vida
eterna. Nos es necesaria una correcta y desprejuiciada comprensión del texto Bíblico para
poder responder a esta inquietante y trascendental pregunta que nos hace nuestro Señor
Jesucristo.

Siguiendo la exégesis de la colección teológica contemporánea, en los estudios Bíblicos de


León Morris, nos toca examinar hoy los versos 9 al 14 del capítulo 1 del evangelio de Juan:

EL VERBO ENCARNADO (1:9-14)


9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;

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13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de


varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

OTRA VERSIÒN ORIGINAL


9 Existía la luz verdadera, que al venir al mundo, alumbra a todo hombre.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, (es decir)
a los que creen en su nombre
13 que no nacieron de sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad del hombre, sino
de Dios.
14 Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad

Llegamos al punto en que el énfasis principal es la Encarnación. Se hace especial hincapié en


dos aspectos: (1) que el Verbo de Dios, siendo el Dios verdadero, tomó forma humana, y (2)
cuando lo hizo, la gente no quería tener nada que ver con Él. Juan quiere que nos fijemos tanto
en las buenas nuevas de la Encarnación de Dios, como en la tragedia que supone el rechazo
hacia Dios.

9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

Otras traducciones del versículo 9


9 Existía la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo
9 Aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo

Este versículo en griego resulta un poco extraño porque el verbo "existir" no tiene un sujeto
claro. La NVI soluciona el problema uniendo la partícula griega que otros traducen por
"existía" al verbo "venir", obteniendo algo como "estaba viniendo" o "venía", pero muchos se
oponen a esta traducción porque las dos partes constituyentes del verbo ("estaba viniendo")
estarían separadas por una oración relativa, lo que nos da una construcción muy extraña, si no
imposible. Lo mejor es tomar el sujeto de los versículos anteriores: "Esa luz". Pero volvemos a
tener un problema, que es saber si "venía" acompañando a "hombre" o a "luz".

Si optamos por el primer caso, el significado sería "todo hombre en el momento de su


alumbramiento". O podríamos tomar toda la expresión "todo hombre que viene al mundo"
como si se refiriese a "todos los hombres" (los rabíes usaban este sentido).

Pero el sentido de todo el pasaje no nos permite optar por estas interpretaciones. Y contradicen
la práctica de Juan. No vemos que Juan suela usar la expresión "viene al mundo" para
describir a la gente. Es una expresión que reserva para calificar a Cristo. Además, este
versículo encabeza una sección cuyo tema principal es la Encarnación, por lo que parece
lógico que cualquier afirmación que se haga esté referida a la Encarnación, y no a los
hombres. Así que lo más normal es que estas palabras en cuestión acompañen a "la luz".
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Lo que complica la interpretación es que Juan quiere transmitir dos ideas diferentes sobre la
luz, pero las expone de forma entrelazada: "Él era la luz verdadera" y "él estaba viniendo al
mundo". Afortunadamente, nuestra incertidumbre sobre la construcción no perjudica el sentido
de la frase. El evangelista está hablando del Verbo como "la luz verdadera" y, partiendo de esa
idea, de cómo ilumina a los hombres. Las demás luces «eran solo destellos de la verdad;
algunas fueron un destello borroso; otras fueron un engaño que llevaron a los hombres a las
tinieblas para abandonarles allí» (Barc1ay). Pero Cristo es la luz verdadera. Es la luz que
verdaderamente ilumina. No hay nada opaco ni irreal en la afirmación de que Cristo es la luz

Puede que Juan use esta construcción para apuntar que el propósito divino se está cumpliendo

Cuando leemos que da luz o alumbra "a todo hombre", también entramos en un debate sobre el
significado concreto de esta expresión. En un sentido, el Verbo solo alumbra a aquellos que
creen, porque los que no creen en Él aún están en las tinieblas como dice (Jn 3:19-20).
19
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21Mas el que
practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en
Dios

Pero, en palabras de Santiago,


«Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto» (Stg 1:17).

Existe una iluminación general que alcanza a toda la raza humana, y generalmente los autores
del Nuevo Testamento enseñan que Dios se revela en parte a todo el mundo
(Ro 1:20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas, de modo que no tienen excusa”).

Dios se revela en parte a todo el mundo al menos, lo suficiente para que nadie tenga excusa si
toma el mal camino, en vez del buen camino. Juan atribuye esta iluminación general a la
función del Verbo.

Versículo 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció

El sistema que Juan más emplea para enfatizar palabras es sencillo: la repetición. Aquí, repite
tres veces la palabra "mundo", y las tres veces es la palabra principal de la frase. Está claro
que Juan quiere destacar esa palabra. La primera vez que la usa dice que el verbo (o la luz)
estaba "en el mundo". El verbo recoge la idea de continuidad. No vino al mundo a hacer una
visita fugaz, sino que estuvo en el mundo durante un período de tiempo, de forma continua. En
segundo lugar, se nos recuerda que el mundo le debe su existencia al Verbo. «El mundo fue
hecho por medio de Él» tiene el mismo vocabulario y construcción que el versículo 3.

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En tercer lugar, explica que el mundo ha rechazado al Verbo, y la forma en que Juan desarrolla
el versículo hasta llegar a ese rechazo enfatiza la gravedad del tema: el verbo estuvo en el
mundo durante un tiempo, en el mundo que Él había creado, y aún así, el mundo no quiso
conocerle.

Se da un cambio sutil en el significado de la palabra "mundo". En las dos primeras apariciones


se refiere a la tierra, con todo lo que en ella hay (que incluye, obviamente, la raza humana).

Pero en la tercera aparición significa "gente", más concretamente las personas que estuvieron
en contacto con Jesús de Nazaret.

La expresión ''No le conoció" va más allá del conocimiento intelectual. También recoge la idea
de no llegar a conocerlo de una forma cercana, íntima: conocer y amar como un amigo, tener
una buena relación.

El tiempo verbal es aoristo, que quizá indica una única acción; el mundo perdió aquella gran
oportunidad. No supo reconocer o conocer al Verbo cuando estuvo en la tierra. El mundo no le
conoció. Y nunca lo hace. La reacción característica del mundo hacia el Verbo es la
indiferencia total.

Versículo 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Juan resalta la gravedad del rechazo, usando expresiones muy vivas. Las primeras palabras
podrían haberse traducido como "Vino a su casa". Es exactamente la misma expresión que usa
cuando el discípulo amado, respondiendo a las palabras que Jesús pronuncia desde la cruz,
recibió a María "en su propia casa" en (Jn 19:27).

Cuando el Verbo vino a este mundo no vino como extranjero, sino que venía a su propia casa.
Además, vino al pueblo de Israel. Si hubiera venido a otra nación sería más fácil comprender
el rechazo, ¡pero Israel era el pueblo escogido de Dios! El Verbo no vino a una nación en la
que hubiese sido normal que no le hubiesen reconocido, sino que vino a su pueblo, donde la
gente sí debería haberle reconocido.

Así que fue su propia gente, "los suyos", los que "no le recibieron".

Esto hace que ahora los suyos hayan entrado en una relación diferente con el Rechazado.
Tendrían que haberlo reconocido. Tenemos que ver la referencia que aquí hay a la nación
judía. Han podido disfrutar de muchos privilegios, más concretamente de la revelación de
Dios "… habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas" dice (He. l:l).

Y esta vez Juan no dice que "no le conocieron", sino que "no le recibieron". Este verbo,
"recibir", se usa para hablar de relaciones íntimas. Por ejemplo, se usa cuando José toma a
María por esposa en (Mt. 1:20, 24) y cuando Cristo toma a los creyentes para que estén con él
en el cielo (Jn 14:3). Esta era la bienvenida que su pueblo tenía que haberle dado cuando vino
"a su propia casa". Pero "no le recibieron". El tiempo aoristo, como en el versículo anterior,
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hace hincapié en la acción decisiva del rechazo?. Consigue que nuestra atención vaya a parar
más sobre la crisis, que sobre el resultado continuo.

De paso, podemos decir que este es un excelente ejemplo del énfasis del apóstol Juan en la
Encarnación. No se contenta con una serie de antagonismos "mitológicos", con contrastar la
"luz" y las "tinieblas". Escribe de forma personal y específica.

Versículo 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios;

Juan no quiere dar la impresión de que nadie respondió al Verbo positivamente (impresión que
a uno le podría quedar después de leer el verso 11). La mayoría de gente le rechazó, pero
algunos le recibieron, y ahora se dispone a escribir sobre ellos.

En griego tenemos una construcción gramatical muy poco habitual, lo que hace que "todos los
que le recibieron" no encaje perfectamente en la frase?

El efecto que se consigue es crear un contraste entre los que reciben al Verbo y los que le
rechazan, para acabar resaltando a los que le aceptan.

Es a ellos a quienes les ha sido dado "el derecho" o "potestad" de llegar a ser hijos de Dios.

Encontramos aquí tres palabras importantes.


(1) "Dio". El final de la historia no es la gravedad del rechazo, sino la gracia de la aceptación.
A algunos les dio el don de que quisieran recibir al Verbo y así ser hijos de Dios.
(2) "El derecho" Juan no habla de poder, en el sentido de "poder sobre el pecado" (aunque, de
hecho, es algo que también reciben). Juan está hablando del estatus de hijos?. Han recibido la
plena autoridad de disfrutar de todo lo que ese título comporta. No dice "ser", sino “llegar a
ser" o "ser hechos". No solo se está hablando de un estatus, sino de un cambio de estatus. Es
lo que Jesús llama "pasar de vida a muerte" en (Jn 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que
oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida”).
(3) "Hijos". Juan los llama "hijos", y no "criaturas" de Dios. El término que usa denota una
comunidad de gente con la misma naturaleza (compárese 2 P 1:4, “por medio de las cuales nos
ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia”, «a fin de que ( ... ) lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina»), en vez
de centrarse en los derechos y los privilegios del estatus de hijo?.

Aunque el Nuevo Testamento presenta a Dios como el Padre de todos, paradójicamente no


dice que todos sean hijos de Dios. La actitud de Dios hacia todo el mundo es la de un Padre.
Todos son sus criaturas porque Él ha creado a todo el mundo y es su proveedor. Pero solo
serán hijos en el pleno sentido de la palabra cuando respondan a lo que Cristo ha hecho por
ellos. Cuando reciben al Verbo, nacen de nuevo (cap. 3) como parte de la familia celestial.
Solo en este sentido podemos decir que son "hijos" de Dios.

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Por tanto, los "hijos" son aquellos que creen. En la primera parte del versículo Juan ha hablado
de recibirle, y ahora habla de creer en su nombres. Estas son maneras diferentes de ver el
mismo cambio espiritual por el que uno deja de confiar en sus propios méritos y logros y
pasa a confiar en Cristo.

Igual que las primeras palabras del versículo, estas palabras están unidas por una construcción
poco definida, poco urdida. El efecto que se busca es darle a esas palabras un cierto énfasis.
Lo importante es que la fe es el camino. Juan no quiere que a sus lectores se les pase esto por
alto. Nótese que tienen que creer "en su nombre".

La palabra "nombre" tenía mucho más significado para la gente de la Antigüedad que para
nosotros. Ahora lo entendemos como un simple apelativo, una etiqueta que nos ayuda a
distinguir a las personas.

Aunque en cierto sentido, es algo sin demasiada importancia. Pero en la Antigüedad el nombre
tenía que ver con toda la persona y su personalidad.

Por ejemplo, cuando el salmista habla de amar el nombre de Dios (Sal. 5:11 “Pero alégrense
todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se
regocijen los que aman tu nombre”), o cuando ora "Que el nombre del Dios de Jacob te ponga
en alto" (Sal 20:1), lo hace pensando en todo lo que "Dios" significa.

El nombre expresa lo que toda la persona es. Creer en el nombre del verbo significa confiar en
la persona del Verbo. Se trata de creer en Él tal y como es. Creer que Dios es el Dios revelado
en el Verbo y poner nuestra confianza en ese Dios. Así que es mucho más que una simple
creencia.

No se trata solo de creer que lo que dice es verdad, sino confiar en Él.

La expresión griega que aquí se usa se ha encontrado en los papiros en contextos donde está
relacionada con la idea de posesión, Si el Nuevo Testamento también recogiese este uso,
entonces tendríamos el matiz adicional de que cuando creemos, pasamos a ser posesión de
aquel en quien· hemos creído.

Verso 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de


voluntad de varón, sino de Dios.

Juan pasa a explicar la forma en que se nace en la familia de Dios. Muchos de los estudiosos
de los manuscritos latinos optan por traducir el verbo "nacer" en singular, creyendo que se
refiere al nacimiento virginal. Sin embargo, en todos los manuscritos griegos y la mayoría de
traducciones aparece en plural, evidencia de tanto peso que hace que ésta sea la versión que se
acepta. Podría ser posible que Juan deliberadamente usara palabras que evocaran al
nacimiento virginal, como Temple y Hoskyns sostienen (entre otros). Así podría recordar a sus
lectores que su existencia espiritual se basa en lo que Cristo ha hecho por ellos.

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El origen de la expresión "hijos de Dios" aparece descrito tres veces de forma negativa, y una
de forma afirmativa. Nacen "no de sangre". Es curioso que en griego aparezca en plural: "no
de sangres". El hecho es que en la Antigüedad la idea de dar a luz se veía como el resultado de
la acción de la sangre.

El plural aquí puede referirse a la acción de los dos padres, o a todo el conjunto de sangre,
formado por muchas gotas.

«Ni de la voluntad de la carne» hace referencia al deseo sexual, aunque deberíamos ser
conscientes de que Juan no usa el término "carne" con el sentido peyorativo que normalmente
tiene en Pablo. Para él significa más bien la naturaleza corporal en su debilidad, y no tanto la
pecaminosidad de la naturaleza humana. "La voluntad de la carne" se refiere al deseo que nace
de la constitución natural de nuestro cuerpo. "La voluntad del hombre" podemos entenderlo
con el mismo sentido - algunas versiones traducen "la voluntad del marido" o podemos
tomarlo de forma más general: "ni de voluntad humana de ningún tipo".

El hecho de que aparezcan tantas expresiones de este estilo se entiende al considerar el orgullo
racial judío. Los judíos creían que Dios les iba a ser favorables gracias a sus "padres", es decir,
sus antecesores. Y Juan rechaza esta idea de forma enfática. El nacimiento del que está
hablando no proviene de forma o decisión humana, por grande o excelente que ésta sea.

En cambio, Juan explica la forma en que se puede nacer en la familia de Dios. El nuevo
nacimiento es un milagro. La iniciativa humana no sirve para nada. Ese nacimiento es "de
Dios". En este punto, Juan hace uso del simbolismo, ya que la palabra que usa para "nacieron"
es el verbo que se suele usar cuando el marido fecunda a la mujer.

Versículo 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Hemos llegado a la declaración más concisa sobre la Encarnación. "El Verbo" se refiere a
aquel que no es menos que Dios. "Se hizo" es aoristo, e indica una acción en un momento
concreto. "Carne" es un término muy crudo para referirse a la naturaleza humana (se puede
comparar con el uso que le da Pablo en Ro 1:3; 8:3; 1 Ti. 3:16; y Juan en 1 Jn. 4:2, aunque
algunas versiones tienden a usar paráfrasis).

Juan no dice "el Verbo se hizo hombre", ni "el verbo tomó forma de cuerpo". Escoge la
expresión que expresa lo que quiere transmitir de la manera más directa posible. Es muy
probable que estuviera rodeado de pensadores de tipo doceta, gente que estaba dispuesta a
aceptar que Jesús de Nazaret era el Cristo de Dios, pero que negaban su humanidad. Creían
que todo era "apariencia", que solo parecía que era humano. Según las cre4encias de los
grupos gnósticos existentes, Dios no podía contaminarse teniendo un contacto tan directo con
la raza humana. Pero el término que Juan usa no deja lugar a dudas. Queda muy clara la
deidad del Verbo. Pero, igual de clara queda la autenticidad de su humanidad.

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Laurence Housman, maravillado por esta realidad, escribe estos versos:


"La Luz miró hacia abajo y la Oscuridad vio.
“A ese lugar, voy a descender”, dijo la Luz.
La Paz miró hacia abajo y la Guerra vio.
“A ese lugar, voy a descender”, dijo la Paz.
El Amor miró hacia abajo y el Odio vio.
“A ese lugar, voy a descender”, dijo el Amor.
La Luz vino, y brilló.
La Paz vino, y descanso dio.
El Amor vino, y la vida ofreció.
“Y el Verbo se hizo carne, y entre nosotros habitó".

Fijémonos que ésta es la primera vez que Juan indica que el Verbo y Jesús son la misma
persona. Hasta este punto, lo más probable es que el lector pensara que "el Verbo" se refería a
un principio cósmico supremo, o algo por el estilo.

Pero tan solo con una frase breve y aplastante Juan pone al descubierto el concepto principal
del cristianismo: que el mismísimo Verbo de Dios se hizo carne para poder ofrecemos la
salvación.

El Verbo «vivió durante un tiempo entre nosotros». Exactamente, esta palabra quiere decir
"montar el campamento"; lo que denota que fue una visita temporal (Moffatt, traduce "se
quedó entre nosotros").

El lugar de adoración durante la peregrinación de Israel en el desierto, el lugar donde estaba la


presencia de Dios, era el "tabernáculo", y el verbo que aquí se usa deriva de este sustantivo.
Además, con la referencia inmediata a la "gloria", queda aún más claro que Juan quiere que
pensemos en la presencia de Dios en el tabernáculo pues la gloria estaba asociada con el
tabernáculo. Por ejemplo, la primera vez que se erigió, "la gloria del Señor llenó el
tabernáculo" según (Éx 40:34).

El doctor Strachan, afirma que hay una buena reflexión sobre la gloria. Destacamos, sobre
todo, los dos siguientes comentarios: "Cuando el evangelista dice Y vimos su gloria, lo que
está diciendo es que el propósito final de Dios ya se ha cumplido en la persona histórica de
Jesús", y "La 'glorificación' de Jesús siempre se refiere a su muerte"

Puede que también pensemos en otros simbolismos. Parece que la mayoría están de acuerdo
en que para Juan, Jesús era un nuevo Moisés, aún mayor que él, y algunos estudiosos creen
que en este texto se hace bastante evidente. Es posible que tuviera en mente la teofanía
sinaítica o algún otro incidente del Antiguo Testamento.

Pero está claro que Juan está queriendo reflejar la asociación entre la gloria y el tabernáculo. A
menudo, los escritos judíos se refieren a la gloria como resultado de la presencia inmediata del
Señor. Lo empezaron a relacionar con la Shekinah, que significa "morada" y se usa para
designar que Dios habita en medio de su pueblo (en los Targumes a veces se sustituía este

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término por el nombre de Dios). Los judíos usaban este término de diversas maneras, y puede
que Juan tuviera varias de ellas en mente.

Como dice A. M. Ramsey, "Descubrimos varios referentes: por un lado, el tabernáculo en el


desierto; por otro, el simbolismo profético de que el Señor hace tabernáculo en medio de su
pueblo y la Shekinah, que apunta a que habita en medio de ellos ( ... ) El lugar en el que
habita es la carne de Jesús". Continúa hablando de la fuerza de este pasaje de la siguiente
manera: "Todas las veces que Dios ha habitado entre el pueblo de Israel habían sido
transitorias e incompletas: todas tienen su cumplimiento en la venida y la visita del "verbo
hecho carne". Esa es la cuestión. Lo que se anunciaba, y a veces ya se anticipaba - aunque de
una manera imperfecta - se cumplió de forma perfecta cuando el verbo se hizo carne.

Hay otro elemento que apunta a que Juan tenía en mente la Shekináh y la gloria resultante,
que es la declaración expresa de que la gloria era "la gloria como del unigénito del Padre". El
verbo "contemplar" siempre se usa en Juan (de hecho, en todo el Nuevo Testamento) para
designar la acción de ver físicamente, con los ojos. No se usa para las visiones.
Juan está hablando de la gloria que podía verse en el Jesús de Nazaret físico, terrenal. Como
vino de forma humilde, tenemos ya un ejemplo de la impactante paradoja que Juan usa más
adelante, que consiste en que la gloria verdadera se ve, no en el esplendor externo, sino en la
humildad con la que el Hijo de Dios habitó entre nosotros y sufrió por nosotros.

Según Juan, los milagros mostraban la gloria de Cristo (Jn 2:11; 11:4, 40). Pero de una forma
más profunda, la verdadera gloria se manifiesta en la cruz ignominiosa (Jn 12:23-24; 13:31).
La repetición de la palabra "gloria" apunta a que es algo muy real. La verdadera gloria estaba
allí, en medio de ellos, encarnada en la vida terrenal del Verbo. Y podía verse.

Al término "unigénito" no deberíamos darle más importancia de la que tiene. Algunos han
apuntado a que sugiere una relación metafisica, o algo por el estilo, pero el término griego solo
recoge el significado de "único", "solo”.

Aquí, aunque la palabra no denota una relación metafisica, al menos muestra que Jesús es el
Hijo de Dios de una manera especial. Nadie más es ni puede ser como el Hijo de Dios. El
carácter único de la relación entre el Padre y el Hijo es uno de los grandes temas de este
evangelio. La idea que aquí aparece de forma casi desapercibida, se va desarrollando en el
Evangelio de forma gradual y poderosa. A partir de este momento, como dice R.H. Lightfoot,
«Juan deja atrás el uso de la palabra Logos, para usar no solo el nombre histórico' Jesús', sino
también los términos más personales de 'Padre' e 'Hijo'».

la expresión "lleno de gracia y de verdad" está claro que se trata de que el que está lleno de
gracia y verdad es el Verbo.

"Gracia" es uno de los conceptos cristianos más preciosos, y casi es un misterio que Juan lo
use tres veces en el prólogo, y no lo vuelva a usar en el resto del Evangelio. Significa,
básicamente, "lo que causa gozo" o "encanto". También se ha traducido por "buena
voluntad", "amabilidad", con el matiz de que la persona que ha recibido el favor no era
merecedora de ello.
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En e1 1enguaje de la creencia cristiana se entiende como la provisión de Dios para nuestra


necesidad espiritual a través de su Hijo, a quien envía para que sea nuestro Salvador. De aquí
derivan las ideas de las bendiciones que Dios da a los que se salvan, y la actitud de gratitud
que estos deberían tener hacia Dios por toda la bondad recibida. Y la figura que mejor expresa
esta idea de la gracia de Dios es el Verbo hecho carne.

A todo esto el autor añade el concepto de "verdad", otra palabra importante y característica de
este evangelio. Aparece 25 veces, lo que demuestra que es un tema de sumo interés para
nuestro evangelista. Normalmente, pensamos que la verdad es simplemente lo opuesto de la
mentira, y así usa Juan esta palabra en muchas ocasiones (por ejemplo, Jn 8:45). Pero para él
tiene un significado mucho más amplio.

Igual que "vida" y "luz", "verdad" es una palabra estrechamente relacionada con Jesús. Tanto,
que se vio con el derecho de decir "Yo soy ( ... ) la verdad" (Jn 14:6).

Está claro que para Juan la verdad tiene diferentes caras. Cuando dice que el Verbo encarnado
está lleno de gracia y de verdad nos está queriendo decir que el concepto de verdad y de la
completa fiabilidad de Dios son inseparables.

La verdad, tal como él la entiende, es algo que no se puede llegar a conocer si no se conoce a
Dios. El Verbo es la revelación tanto de la Verdad como de la Gracia. La gente que solo se
aferra a la gracia tiene un dibujo desequilibrado de la realidad.

Dios es el Dios de la Gracia. Pero también es el Dios que exige de su pueblo "la verdad en lo
más íntimo" (Sal. 51:6).
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender
sabiduría

Sus hijos tienen que practicar la verdad (Jn 3:21)


Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son
hechas en Dios

La regeneración, o el nuevo nacimiento, es un tema al cual el mundo tiene aversión; sin


embargo, es el gran ganancia en comparación con la cual todo lo demás no es sino fruslería.
¿Qué significa que tengamos comida para comer con abundancia, y una variedad de ropa para
ponernos, si no hemos nacido de nuevo? ¿Si después de unas cuantas mañanas y tardes
pasadas en alegría irracional, placer carnal y desorden, morimos en nuestros pecados y
yacemos en el dolor? ¿De que vale que seamos capaces de desempeñar nuestra parte en la
vida, en todo otro aspecto, si al final oímos de parte del Juez Supremo: “Apartaos de mí, no os
conozco, obradores de maldad?”

Hoy es día de salvación, porque dice:


En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación

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