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Historia Regional.

Ficha de Catedra Nº 3
Tema:
“Apuntes en torno a las fronteras y los procesos sociales. Miradas desde la
historia y la antropología”.
Autor: Lic. Emma Raspi.

Pensar las fronteras:

En las últimas décadas han proliferado los estudios de diversas disciplinas en


torno a las fronteras, tanto los historiadores como antropólogos y sociólogos,
mostraron gran preocupación por comprender la dinámica interna de los procesos
sociales en estos espacios como así también las lógicas de la teorización que sobre
ellos se elaboró.
Desde lugares diferentes autores como Alejandro Grimson1, Renato Ortiz2, Ulf
Hannerz3 entre otros, acuerdan en que la preocupación actual por las fronteras fue in
crescendo, a pesar de los discursos que propagan “el fin” de las mismas, puesto que
muchas todavía son cruzadas con gran dificultad o bien se constituyeron en barreras
insalvables. En todas ellas transita si una fuerte conflictividad; ello se debe a que a
pesar de la tan mentada aldea global en que se ha convertido el mundo, los Estados
Nacionales aumentaron en estos espacios su presencia. Desde diversos trabajos
estos autores sostienen que el supuesto fin de las fronteras está lejos de consumarse
por cuestiones claves como:
* En fronteras consideradas críticas los gobiernos reforzaron las fortificaciones
militares.
* El proceso de flexibilización de las fronteras internas como en el MERCOSUR o la
Unión Europea es acompañado de un aumento de control y regulación de sus
fronteras externas. Los pobladores de espacios fronterizos con libre intercambio de
productos, en las últimas décadas vieron aparecer refuerzos en los puestos aduaneros
y de gendarmería.

1
GRIMSON, Alejandro: “Introducción. ¿Fronteras políticas versus fronteras culturales?”, en
GRIMSON, Alejandro (comp.): Fronteras, naciones e identidades. La periferia como centro, La
Crujía, Buenos Aires, 2000. pp. 9-40.
2
ORTIZ, Renato: Otro Territorio. Ensayos sobre le mundo contemporáneo. Ba As, U.N.
Quilmes. 1996.
3
HANNERZ, Ulfr: Borders. Mimeo, 1997.
* En diversos países y sectores sociales la afiliación nacional en estos espacios no
dejó de constituir un centro de lealtades políticas.
* Las fuertes corrientes migratorias pusieron en escena nuevamente la necesidad de
repensar las cuestiones pendientes relativas a la ciudadanía.

Muchas veces los estados desconocen o tratan de anular las historias y tradiciones
locales. Es decir: el proceso de regionalización y la constitución de bloques regionales
es un proceso atravesado no sólo por la negociación, sino también por el conflicto.

Ulf Hannerz señala también que tal preocupación produjo una serie de estudios
que sólo recientemente nos permiten comprender los problemas que encierran las
fronteras. Dentro de los circuitos académicos quedó en claro que las fronteras son
algo más que la demarcatoria de un límite territorial. Son pocos los reductos
intelectuales y académicos en los que todavía las piensan como espacios naturales y
absolutos, es decir como entidades ontológicamente fijas.
Las interpretaciones actuales parten de la base de considerar la noción de
espacio socialmente construido para pensar a las fronteras4. En este sentido destacan
su carácter de construcciones sociales en proceso de transformación, que están
constituyéndose permanentemente a través de las prácticas materiales y culturales de
la sociedad. Por lo tanto son vistas como procesos abiertos e históricamente
contingentes.
El presente trabajo tiene como finalidad reflexionar en torno a los alcances del
concepto de frontera dentro del ámbito de los estudios historiográficos. Es por ello que
nos detendremos a considerar la naturaleza del concepto y su historicidad (es decir las
significaciones que históricamente le fueron asignadas en el campo intelectual).
En este sentido tomaremos en cuenta las influencias que recibió desde
disciplinas como la antropología, a partir de sus reflexiones en torno a las nociones de
cultura e identidad.

Aproximaciones a la naturaleza del concepto de FRONTERA.


Desde una aproximación político geográfica las fronteras fueron vistas como
entidades o algún tipo de línea demarcatoria espacial (confundiendo así durante
mucho tiempo, el concepto de límite con el de frontera. en inglés: “bourders,
boundaries – frontiers). Sin embargo y desde este mismo enfoque el concepto adquirió
connotaciones históricas y por qué no simbólicas cuando fueron pensadas como

4
ARECES, Nidia: “Regiones y fronteras. Apuntes desde la historia”. En: Andes, N° 10,
CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 1999, pp. 19-31
espacios en donde el Estado se hace presente mediante la incorporación de los
territorios y configurando los procesos de producción y estructuración institucional y
social. Tales procesos presuponen el choque, la interrelación y la síntesis, la
vinculación dinámica de sociedades distintas, es decir: áreas de contacto de
formaciones diversas.
Este giro en la interpretación de las fronteras obliga a un desplazamiento de la
mirada de lo geográfico al terreno de lo social y económico. Las fronteras serán
interpretadas entonces como áreas de interrelación dinámica entre sociedades
distintas: espacios que intentan ser ocupados y que a su vez, son recorridos y
traspasados en forma intermitente.
Más aún, y al contrario de lo que suele pensarse cotidianamente, estos espacios
tienen una característica peculiar: y es que generalmente no coinciden con las
unidades políticas. Es decir que se trata de franjas de gran permeabilidad, pues se
trata de espacios de intercambio entre sociedades constituidas a partir de la
diferencia5.
Alejandro Grimson sostiene “…Nos encontramos entonces ante un concepto un
tanto difuso, puesto que se trata de: un objeto/ concepto y un concepto /metáfora…”6.
Es decir que por una parte podemos hacer referencias a fronteras físicas, territoriales;
y de la otra a fronteras culturales, simbólicas.
De todos modos es preciso retener aquí una idea fundamental en la definición del
término: La frontera es un hecho histórico.
Consideremos lo siguiente: ¿Cuándo se crea una frontera? “cuando una comunidad
ocupa un territorio ocupado por otra comunidad”.
Entonces, cuando se estudian las fronteras se deben rescatar algunas ideas:
por un lado, la construcción histórico - social de un espacio y por otro las
relaciones que se establecen entre las sociedades que conviven y al mismo
tiempo compiten por ese espacio.
Estas ideas escuetamente expuestas permitieron comprender que las fronteras y la
conceptualización que de ellas se hagan, las convierte en claves para la interpretación
de los procesos culturales contemporáneos. Más aún, las fronteras entre Estados y
“supuestamente “entre naciones: consolidaron límites materiales cargados de sentidos
diversos, con lo cual se convirtieron en el centro de diversas disputas teóricas, tema
sobre el que nos referiremos a continuación.

5
Sobre las formas en cómo puede ser asumida idea de “la diferencia” volveremos mas
adelante.
6
GRIMSON, Ob. Cit.
HISTORIANDO LOS CONCEPTOS DE FRONTERA, CULTURA E IDENTIDAD.

Para avanzar en la proposición de los conceptos que nos sirven como soportes
analíticos para observar y comprender determinados procesos sociales, es necesario
reconocer también los modos en que éstos (los conceptos) fueron entendidos. Es decir
que es preciso averiguar por qué se considera necesario, en esos lugares y en esas
épocas dadas, dar nombre a ese aspecto concreto de la realidad social7. Para ello se
vuelve conviene reconstruir la historia de los usos del concepto, y su relación con los
cambios de significado, nacidos probablemente del debate académico y en
consonancia con los grandes contextos históricos. Ello supondría atender al proceso
por el cual los términos acaban connotando lo que connotan en determinados lugares
y épocas.
En este ensayo nos detendremos a plantear una suerte de historización en
torno a los sentidos e implicancias que fue adquiriendo la teorización sobre las
fronteras y los aportes que recibió de los debates surgidos en torno a los modos de
concebir a la cultura, la identidad y la diferencia. Para emprender esta tarea
tomaremos como fuente del análisis los argumentos de Alejandro Grimson, y de Ulf
Hannerz, entre otros autores.
Hannerz considera que para considerar los sentidos comunes que adquirió el
concepto de frontera entre los antropólogos es preciso indagar primero en algunas de
las ideas centrales que constituyeron a la disciplina:
, la idea de cultura misma.
, Ello implica considerar los modos en que fueron percibidas las
diferencias. Esta insistencia en la variabilidad (y las diferencias) existió
siempre.
, El contraste planteado entre cultura/naturaleza, es decir lo innato y lo
que es socialmente aprendido.

Hubo un largo período en la antropología, sostiene Ulf Hannerz en el cual la


concepción dominante era la de un mundo conformado por pequeños y bien
delimitados mundos, que existían como especies separadas. El antropólogo, y por qué
no el historiador, debía discernir las razones por las cuales las cosas se habían
constituido de esa manera; cual una historia natural que permitía ver y estudiar por
separado las culturas locales. Esta visión contribuyó a llenar un vacío de ignorancia
con respecto a lo que ocurría en las márgenes.

7
Tales consideraciones pueden apreciarse en: CREHAN, Kate: Gramsci, cultura y
Antropología. Barcelona, Bellaterra, 2002
Renato Ortiz8, plantea al respecto que la noción de cultura aquí esbozada se
entendería como “un todo integrado”, en el que se pone de relieve la función
integradora de la cultura misma, tal capacidad de integración quedaría delimitada a un
territorio físico distinguible: “un lugar antropológico” (según las expresiones de Marc
Auge). Esto significa que, en el interior de su territorialidad cada cultura es una e
indivisa.
A inicios del siglo XX, esta forma de ver el mundo chocó con la modernización,
el contacto cultural y la aculturación. Fue entonces cuando el interés en las fronteras
encontró a sus primeros ancestros intelectuales.
Por un lado son fundamentales las ideas del norteamericano Frederick Jackson
Turner(1893/1961)9: quien ofreció una visión de la móvil frontera norteamericana
como una región de oportunidades, en donde el “desierto” podía ser visto como tierras
libres y en donde los colonos sólo podían confiar en sí mismos, las fronteras eran
aquellos espacios desde donde se abría la posibilidad de conformar una nueva
sociedad en la que era posible despojarse de las restricciones de la tradición, las
injusticias, y vivir sin las cargas de la herencia: en definitiva: “el sueño americano”.
Más aún, Turner no pensó a la frontera como una línea divisoria fija sino, que
tuvo en cuenta el proceso formativo de esa nueva sociedad (de colonos), por lo cual
consideró a la frontera norteamericana como punto de partida para comprender la
conformación de la imagen de la nación. Es decir en esta visión sólo era reconocida
con el status de cultura: a la sociedad de los colonos, pues la indígena era
completamente ignorada. El modo de pensar aquí a la frontera es: civilización versus
barbarie. Es fundamental rescatar aquí también que desde esta perspectiva, la cultura
es responsable del contenido de la personalidad, y que la identidad personal se
caracteriza como una consecuencia de una “estructura”, de un universo, que engloba
de modo igual a los miembros de esa comunidad10.
Este tipo de concepción ha sido históricamente asumida tanto en Estados
Unidos en su expansión al oeste, como en Latinoamérica (pensemos en las campañas
al desierto o al chaco argentino) Australia, Sud Africa y otros países, muchos de ellos
de carácter imperialista. Todos la entendieron como modo de legitimar la expansión y
su propia manera de vivir.
Alejandro Grimson sostiene además que los estudios de Turner y de otros
estudiosos en esta línea, conciben las fronteras a partir de una noción particular de

8
ORTIZ, Renato: Otro Territorio. Ensayos sobre el mundo contemporáneo. UNQ. 1996
9
TURNER, F. J.: “The significance of de frontier in American history. In R.A. Billinngton (ed)
Frontiwer and Section. Englewood Cliffs, NJ: Prentice – Hall. 1961
10
ORTIZ, Ob. Cit.
identidad (de carácter esencialista), la cual es concebida como un ser, algo que
verdaderamente es, posee un contorno y puede ser observada. En este sentido tiene
un centro a partir del cual se irradia su territorio. Quienes la piensan en este sentido
debaten sobre su autenticidad.

Un paso adelante en estas formas de interpretar el fenómeno se dio desde la


antropología, atentos por supuesto a la necesidad de lograr una mayor comprensión
respecto al grado de simetría y reconocimiento entre las personas (y sus culturas), que
viven a uno y otro lado.
Aquí son significativos los aportes de Leach (1960) y Barth. El primero desplazó la
mirada del terreno espacial al social, cuando observó que los grupos sociales con
culturas diferentes podían interactuar y pertenecer al mismo sistema social. Es decir
que en las fronteras no se produce una uniformidad cultural a cada lado de los
límites.
Un paso importante se dio en este sentido ya que las fronteras que estos autores
analizaron no son necesariamente pensadas desde su espacialidad, sino entre
distinciones colectivas de grupos sociales y la distribución de rasgos culturales:
esta visión se asienta en las relaciones sociales.
Los aportes sugerentes de Barth distinguieron entre la dimensión social y cultural
del fenómeno. Esta descomposición del análisis le permitía observar las
dicontinuidades en las formas de organización social y las formas de asumirse como
parte o no de los mismos a los grupos que en estos espacios se interrelacionan. Son
estos autores en definitiva quienes introducirán en el pensamiento de los historiadores
la posibilidad de pensar a las fronteras como construcción relacionales.
Quizás imbuido de estas ideas es que historiadores de la talla de Pierre Vilar
complejizaron aún más la cuestión al reconceptualizar la idea de límite, pues no lo
tratan como línea demarcatoria sino como una zona de fricción o tensiones que
excede la delgadez de una línea. Por lo tanto su visión de frontera es móvil, de
contornos imprecisos y fluctuantes.
Son los trabajos que parten desde estos posicionamientos los que mostraron la falta
de coincidencia entre fronteras sociales y culturales.
Como se puede observar la noción de identidad que aquí se sustenta difiere de
la forma anterior, la identidad es comprendida como una construcción simbólica que se
hace en relación a un referente. Los referentes pueden evidentemente variar en
naturaleza; son múltiples: cultura, la nación, una etnia, el género, la clase. Es decir que
la identidad es fruto de una construcción simbólica que los tiene como marcos
referenciales
Una idea importante se desprendió de estos estudios, si las fronteras no son
hechos naturales ellas son lo que las personas hacen de ellas.
Si bien los estudios antropológicos ahondaron en las teorizaciones para
comprender los fenómenos de frontera, tal el caso de los multiculturalistas. Son los
autores que aquí seleccionamos los que realizaron los aportes más significativos en
las perspectivas de los historiadores dedicados a los fenómenos fronterizos.
La bibliografía en este aspecto es sumamente abundante, por lo cual
tomaremos sólo algunos de los estudios realizados en torno a las fronteras, y
particularmente aquellos que emplearon la perspectiva regional en sus abordajes.

En Argentina, a pesar de su larga experiencia histórica de frontera, son muy


tardíos los estudios que la abordaron como tema central de estudio, en tanto que
abundaron las historias que mostraban los sucesivos desmembramientos del
Virreinato del Río de la Plata; la perspectiva aquí tomada era legalista y desde una
mirada que entendía a las fronteras como espacios geográficos estatales y
naturalmente establecidos.
La obra de Hebe Clementi11 se constituyó en un referente clásico para la
historiografía nacional y latinoamericana en este tema. Fuertemente influida por la
visión de Turner no logró despojarse de sus marcas directrices. Si bien la autora
intentó superar la noción de territorios desiertos que suponían la civilización versus
barbarie, su mirada señala a las fronteras como espacios claves para interpretar la
historia latinoamercana, pues suponen un papel fundamental en el proceso formativo
de las identidades nacionales. Los espacios ocupados por indígenas (las segundas
fronteras, o fronteras internas) son tomados como espacios imprecisos y vacíos,
verdaderos problemas a resolver por parte de los estados nacionales.
Es importante la producción historiográfica que continuó con los estudios en
torno a las fronteras, sin pretender obviar los aportes de especialistas en el tema como
Mario Cerutti y Alejandro Grimson, entre otros, es preciso rescatar las contribuciones
logradas gracias al análisis que proponen las nuevas concepciones de la historia
regional. En este sentido es valioso destacar que la perspectiva regional: trabaja
sobre la historicidad de un espacio, al referirse a las diversas coyunturas que le dieron
origen, que modificaron su rol en la totalidad: es decir: detectar las claves de su
formaciones y desarrollo. En este sentido las fronteras son susceptibles de ser

11
CLEMENTI, Hebe: La frontera en América. Una clave interpretativa de la historia americana.
Leviatán, Buenos Aires, 1987.
tratadas como regiones, con la peculiaridad de que en este caso se trata de espacios
de contacto entre sociedades distintas12.
Un aporte significativo lo dieron historiadores que hoy podrían ser catalogados
como historiadores regionales: Daniel Santamaría13, Susana Bandieri, Marcelo Lagos
y Ana Teruel entre otros, los que en gran medida retomaron estos últimos enfoques y
propusieron además estrategias metodológicas que superaron algunas dificultades de
investigación; puesto que la frontera se presentaba como el terreno de transición tanto
etnográfico como epistemológico: pues en espacio de frontera se conjugaban las
acciones del hombre blanco de origen europeo, asociado con las fuentes escritas, y
las acciones del indígena americano, ágrafo. Sus trabajos reflejan el resultado de la
renovación de fuentes y contactos interdisciplinarios.
Estos autores toman a las fronteras como construcciones sociales, al
historizarlas en el proceso de apropiación de un territorio por una sociedad dada,
establecen su identidad frente a sí mismas y a las sociedades vecinas. Es preciso
entonces, observar las relaciones fronterizas fuera de los marcos oficiales ya que ello
permitirá privilegiar la consideración de múltiples derivaciones culturales, sociales y
económicas, propias de los espacios estudiados y que aparecen como invisibles a las
explicaciones globales o estructurales. Sin descuidar que los pobladores que se
estudian, desarrollan parte importante de sus historias a partir de eventos externos
que tienen que ver con la fuerte presencia del Estado.
Para evitar pensar a las fronteras como espacios sociales en términos
tan abstractos, se hace necesario considerar a los actores sociales que la
integran:

¾ Por un lado los Estados y su aparato institucional, lo que implica los


diversos niveles del estado (nacional – provincial – local). Que llega a la
periferia a través de la carretera, la escuela, la autoridad y
generalmente su acción no se muestra coherente y con dirección
unívoca en sus diversos niveles en el ejercicio del poder.
¾ Los individuos subalternos de ambos lados del límite… con una
movilidad manteniendo vínculos sociales económicos y culturales entre
si y con las diversas esferas y niveles del estado.

12
TERUEL, Ana: Misiones Economía y sociedad: La frontera chaqueña del Noroeste
argentino en el siglo XIX. Universidad Nacional de Quilmas. 2005. “Consideraciones
preliminares”, pp. 13-30.
13
SANTAMARIA, Daniel: “Población y economía interna de las poblaciones aborígenes del
Chaco en el siglo XVIII”, en Andes, N° 9, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 1998,
pp. 173-195.
Es preciso acotar aquí que las limitaciones de las fronteras son impuestas por
los respectivos estados que tienden a desarticular las identificaciones de base14. Lo
importante es que, tratándose de grupos conformados por individuos no considerados
como sujetos históricos valorizados como tales, sí debe reconocerse que ellos son
capaces de desarrollar sus propias identificaciones a partir de una propia lectura de su
pasado más cercano15. En este sentido se vuelve fundamental considerar los
argumentos de Alejandro Grimson quien sostiene que: “el estudio de las fronteras
políticas tiene mucho que decir para la comprensión de las fronteras metafóricas: es
decir sobre el sentido común que buscan imponer los Estados Nacionales de la
frontera política como división cultural”. Se mostró la existencia de numerosos
circuitos de intercambio código e historias compartidas, dando cuenta del carácter
sociohistórico del límite.
Algunas consideraciones importantes para efectuar al abordar los estudios de frontera:
9 Es fundamental pensar a las poblaciones locales sin victimizarlas; su aporte
principal puede y debe ser visto como el de agentes de su propia historia.
9 De hecho existe una asimetría estructural entre ellos (los actores) y sus
respectivos Estados, es ingenuo suponer que las poblaciones estaban allí
unidas y viviendo en armonía cuando las fronteras les cayeron encima.
9 No hay una concordancia precisa entre Estado y nación. Las relaciones entre
poder e identidad en las fronteras y entre las fronteras y sus Estados
respectivos son problemáticas, precisamente porque el Estado no puede
siempre controlar las estructuras políticas que establece en sus extremidades.
9 En las fronteras la tensión entre legalidad e ilegalidad es parte constitutiva de la
vida cotidiana. Las transacciones comerciales entre las poblaciones son
consideradas “contrabando” por los Estados, mientras que para la gente del
lugar es la actividad más natural.
9 Las identidades de los fronterizos se procesan en la tensión entre el control del
Estado y la posibilidad de su evasión.
9 Las fronteras del mundo son muy heterogéneas e irreductibles las unas de las
otras.

14
BARTOLOME, Miguel: “Procesos civilizatorios, pluralismo cultural y autonomías étnicas en
América Latina”. En: Andes, N° 9, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 1998, pp. 13-
37
15
Para sostener estas ideas sirve como ejemplo el trabajo de CAMPISI, Andrea Paola:
“...Argentinos, bolivianos, todos somos lo mismo... La comunidad cultural feriante y el problema
de la frontera argentino-boliviana en las ferias de intercambios indígenas”. En: Andes, N° 12,
CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2001, pp. 223-243.
Hasta aquí se reflexionó en torno a los modos de pensar las fronteras
(fundamentalmente las interestatales), consideramos que es necesario, para completar
el análisis, poner de manifiesto la variedad de fronteras desde una mirada histórica, en
las que se observen cambios y continuidades.

DINÁMICA HISTÓRICA DEL PROCESO SOCIAL DE CONSTITUCIÓN DE FRONTERAS EN


LATINOAMERICA

Fronteras del período colonial:


Durante el período de conquista y colonización los espacios de fronteras, espacios
asumieron el papel de “Línea de expansión” que puede ser vista como más débil que
las del posterior Estado nacional.
La expansión se efectuó mediante un discurso emitido en tono civilizatorio, el cual se
constituyó en el eje de la dominación, y se articuló a través del establecimiento de
fuertes, haciendas – estancias y misiones religiosas, con la consiguiente
espacialización productiva y la explotación indígena16.

Fronteras del período Estado - Nación:


En esta etapa las fronteras fueron signo del dominio eminente del Estado, de
su seguridad, de su soberanía.
Aquí los procesos de conformación de fronteras están estrechamente ligados al
proceso de formación de un mercado interno de carácter nacional. En este sentido
generaron en ocasiones, en cuanto a relaciones externas, brotes de xenofobia; pero
también focos de integración regional.
En esta etapa la conformación de las fronteras llevaron como discurso de fondo:
La identidad nacional, la cual se afirma como hegemónica, pues detenta el monopolio
de la producción de sentido, ante las otras identidades posibles17. Ello generó
contradicciones que fueron contenidas en el interior de las fronteras del Estado nación.
La desterritorialización proporcionada por la nación fue parcial, favoreció la movilidad
de las cosas sólo en el horizonte de su geografía. Aquí la escuela y el Estado fueron
los actores privilegiados en la construcción de la identidad nacional.

16
La producción historiográfica en este sentido es sumamente prolífica, mencionaremos sólo
algunos trabajos como ejemplo: GARCIA JORDAN, Pilar: “La invasión simbólica del espacio
indígena. Una reflexión sobre la apropiación ideológica del espacio en las misiones guarayas” en:
García Jordán, P.; Gussinyer, J.; Izard, M.; Laviá, J.: Piqueras, R.; Tous, M.; Zubiri, M. (coord.): Lo
que duele es el olvido. Recuperando la memoria de América Latina. Universitat de Barcelona,
Barcelona, 1998. Pp. 229-243.
17
LAGOS, Marcelo: “Problemática del aborigen chaqueño. El discurso de la “integración”. En:
TERUEL, Ana y JEREZ, Omar (comp.): Pasado y Presente de un mundo postergado.
UNIHR. UNJU. 1998. Pp. 57-101.
Durante esta etapa se visualizan dos formas de frontera:

• Fronteras interestatales: si bien algunas de ellas fueron vistas como naturales,


recordemos que fueron el producto de acuerdos históricos que surgieron de las
relaciones de fuerza entre los estados y su relación con las poblaciones locales: las
identificaciones diferenciales que surgían y se negociaban en la frontera no siempre
eran el producto de una realidad anterior18. En algunos casos se vincularon a intereses
de poblaciones locales y a sus necesidades de organización social.
VALOR DEL ESTUDIO DE LAS FRONTERAS INTERESTATALES:
¾ puede revelar el carácter histórico del proceso de construcción territorial de los
estados que tienden a concebir sus propias fronteras como naturales19.
¾ Pueden dar cuenta de acuerdos formales entre estados que no contemplan los
intereses locales.
¾ Pueden informar acerca de la experiencia cotidiana de la nación y sus
dispositivos
¾ Puede revelar cómo agentes considerados marginales, ubicados en zonas
periféricas pueden cumplir un papel central en la construcción del estado
nación, así como en la redefinición de características y sentidos de las
fronteras contemporáneas.

•Líneas de expansión interna del estado nación o fronteras internas. Asociada a la


conquista y ocupación de territorios indígenas. Había frontera allí donde había
aborígenes sin someter. La acción sistemática de los estados modificó en algunos
casos las propias clasificaciones identitarias de grupos aborígenes.
Frente al sentido común que buscan imponer los estados nacionales de la frontera
política como división cultural, se mostró la existencia de numerosos circuitos de
intercambio, códigos e historias compartidas, dando cuenta del carácter sociohistórico
del límite20.

18
CAVIERES, Eduardo: PROLOGO. Espacios fronterizos, identificaciones nacionales y vida
local. Reflexiones en torno a estudios de casos en la frontera argentino - chilena. La
revalorización de la historia. En: BANDIERI, Susana (Coord): Cruzando la cordillera… La
frontera argentino – chilena como espacio social. Neuquén, CEHIR, Universidad Nacional
del Comahue, 2005
19
KARASIK, Gabriela: “Tras la genealogía del diablo. Discusiones sobre la nación y el Estado
en la frontera argentino-boliviana”, en: GRIMSON, Alejandro (comp.): Fronteras, naciones e
identidades. La periferia como centro, La Crujía, Buenos Aires, 2000. pp. 152-184.
20
BANDIERI, Susana: “La posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo
contribuir a una historia nacional más complejizada”. En: Fernández, S. – Dalla Corte, G.
(comp.): Lugares para la historia. Espacio, historia regional e historia local en los estudios
contemporáneos. UNR Edit., Rosario, 2001. Pp. 91-117.
En el heterogéneo territorio latinoamericano las relaciones entre
identificaciones étnicas y nacionales variaron según las poblaciones indígenas y las
diversas relaciones con los distintos estados nacionales. En las ciudades de frontera
en cambio, las definiciones nacionales fueron prevalecientes.

Las Fronteras a partir del proceso de globalización:


En las últimas décadas y a partir del proceso de globalización y mundialización de la
economía. La identidad nacional perdió su posición privilegiada como fuente
productora de sentido, emergen otros referentes que cuestionan su legitimidad.
Debemos entender que la modernidad mundo, al impulsar el movimiento de
desterritorialización hacia fuera de las fronteras nacionales, aceleró las condiciones de
movilidad y desencaje21.
• La mundialización de la cultura engendró nuevos referentes de
identidad. En este sentido los mercados, las transnacionales y los
medios son instancias de legitimación cultural.
• La sociedad global no incentivó la igualdad de las identidades, mas bien
está surcada por una jerarquía, clara y despiadada. Las identidades son
diferentes y desiguales, porque sus artífices, detentan distintas
posiciones de poder y de legitimidad.
Por lo tanto en cuestiones fronterizas hoy, no se debe subestimar el rol del
Estado. Este continúa teniendo un rol dominante como árbitro del control, la violencia,
el orden y la organización para aquellos cuya identidad está siendo transformada por
fuerzas mundiales. Paradójicamente: el mundo de las políticas de identidad
desterritorializadas en expansión, afirman, “es un mundo de muchos mas estados y,
en algunos casos mas fuertes. Por ello proponen retornar a una noción de frontera
localizada, particularizada y enfocada territorialmente.

De acuerdo a lo expuesto, queda de manifiesto el valor del trabajo


interdisciplinario y una suerte de conclusión teórico metodológica: que consiste en la
consideración de las fronteras como hechos históricos y el territorio que ella implica
como una entidad a considerar (y eventualmente construir) en el mismo proceso de
investigación.

TERUEL, Ana: Misiones Economía y sociedad: La frontera chaqueña del Noroeste


argentino en el siglo XIX. Universidad Nacional de Quilmas. 2005. “Consideraciones
preliminares”, pp. 13-30.
21
ORTIZ, Renato: Ob. Cit.

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