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Una poétic a de la fi cción

(C art as a J ulio E. P ay ró)


por Juan Carlos Onetti

Edición crítica,estudio preliminar y


notas de Hugo J. Verani

© 2009 Ediciones Trilce, Montevideo


(primer lanzamiento 15 de junio, Montevideo)
© 2009 Lom Ediciones, Santiago de Chile
© 2009 Ediciones Era, México

(Extracto de la Nota previa de Hugo J. Verani.)

La correspondencia reunida en este libro –sesenta y siete textos desconocidos e inéditos– fue
enviada por Juan Carlos Onetti (1909-1994) a Julio E. Payró (1899-1971), distinguido historiador y
crítico del arte moderno. Pintor y profesor universitario, autor de unos cuarenta libros, Payró fue
miembro fundador el Fondo Nacional de las Artes de Argentina y de la carrera de Historia del Arte de
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; a partir de 1972 el Instituto de
Teoría e Historia del Arte de la UBA lleva su nombre. Educado en Europa, y egresado de la Académie
Royale des Beaux Arts de Bélgica en 1920, regresa definitivamente a su país en 1927, al cabo de una
ausencia de veinte años. Su primer maestro fue Joaquín Torres García, con quien estudió dibujo y
pintura en Barcelona a los nueve años, estableciendo con él una estrecha amistad después del
regreso de ambos al Río de la Plata; mantuvo, asimismo, hondos lazos culturales con el ámbito
artístico montevideano, al dar regularmente conferencias y dictar cursos universitarios en el Uruguay.
Por su labor docente, la Universidad de la República lo nombró Doctor Honoris Causa en 1949.
Las cartas de Onetti a Payró, escritas a lo largo de veinte años (1937-1957), se conservan en
dos instituciones norteamericanas: en la Research Library del Getty Research Institute, Los Ángeles,
California, y en la Hesburgh Library de la University of Notre Dame, South Bend, Indiana.

(Extractos del estudio preliminar “Cartas de un joven escritor” de Hugo J. Verani.)

Sobresalen, ante todo, las reflexiones sobre literatura y arte, de gran utilidad para comprender
mejor la poética narrativa de Onetti, nunca explícitamente comentada. En su mayoría, las cartas
corresponden a sus años formativos, cuando Onetti busca abrirse camino en ambas orillas del Río de
la Plata, con una tenaz voluntad de escribir, pero impaciente por la falta de resonancia de su obra;
antes de 1937,
Las cartas constituyen un testimonio de las dificultades de publicar en Argentina, donde aspiraba a
darse a conocer, de la búsqueda de editores para su obra, de concursos literarios, cuya remuneración
le permitiera sobrevivir más decorosamente, de proyectos que no llegan a realizarse, de la
incertidumbre acerca de la publicación de un libro suyo, posiblemente Tiempo de abrazar , y un sinfín
de frustrados intentos en darse a conocer, de que se lea lo que escribe. A pesar de la falta de
oportunidades para publicar no deja de escribir “ todos los días, de Onetti a Onetti” (c. 51), consciente
del valor de su obra, posición asumida sin jactancia ni falsa modestia, aunque a veces el menciona ni
parece recordar. En la primera carta conservada expresa su desesperanza con su vida de escritor,
“los períodos de desánimo, en que fatiga pensar y hacer sin eco en los demás”.
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Las cartas constituyen un testimonio de las dificultades de publicar en Argentina, donde aspiraba a
darse a conocer, de la búsqueda de editores para su obra, de concursos literarios, cuya remuneración
le permitiera sobrevivir más decorosamente, de proyectos que no llegan a realizarse, de la
incertidumbre acerca de la publicación de un libro suyo, posiblemente Tiempo de abrazar , y un sinfín
de frustrados intentos en darse a conocer, de que se lea lo que escribe. A pesar de la falta de
oportunidades para publicar no deja de escribir “ todos los días, de Onetti a Onetti” (c. 51), consciente
del valor de su obra, posición asumida sin jactancia ni falsa modestia
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Las cartas de Onetti a Payró son, naturalmente, más personales. No fueron escritas para ser
publicadas, ni siquiera con intención literaria, sino sobre la marcha, por la falta de tiempo y por
circunstancias por lo común apremiantes. La naturalidad coloquial con que escribe le otorga
espontaneidad a sus observaciones y a las historias que cuenta. Por otra parte, desaparece el tono
despectivo con que comenta en sus notas periodísticas el provincianismo del medio cultural
uruguayo. En las cartas escribe sobre la gran narrativa universal, la pintura moderna, el cine
contemporáneo y, en parte, de su vida privada y de sus convicciones políticas. En ellas, nada está
expuesto de modo programático. No obstante, la relación de Onetti con las artes visuales y literarias
son pautas del nacimiento de una poética. Aunque abunden las alusiones y los sobreentendidos, sus
observaciones epistolares revelan la importancia formativa que tuvo para él la pintura francesa de
fines del siglo XIX y la novela europea de comienzos del siglo XX. En efecto, su profunda admiración
por los maestros del arte narrativo, Marcel Proust y James Joyce, que no sólo transforman las formas
novelísticas, sino que acentúan la fusión de las artes, bajo el hechizo de la pintura y de la música, va
dejando huellas nada sorprendentes. Lo verdaderamente insospechado es el papel central que
desempeña la pintura en la construcción artística de su obra narrativa.
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En 1937, Onetti esboza afirmaciones realmente iluminadoras: “Siempre he sacado poca o ninguna
utilidad de mis lecturas sobre técnicas y problemas literarios; casi todo lo que he aprendido de la
divina habilidad de combinar frases y palabras ha sido en críticas de pintura. Y un poco en las de
música. El por qué de esto no lo veo muy claro” (c. 3). Y en junio de 1938, agrega algo fundamental:
“el arte que de veras me entusiasma, […] comienza allá por fines del siglo” (c. 17). Onetti no escoge
arbitrariamente, sino que sobresalen tres nombres, entre muchos que comenta: Henry “El Aduanero”
Rousseau, Paul Cézanne y Paul Gauguin, sobre todo los dos últimos.
La primera carta es una pormenorizada conversación sobre cuestiones artísticas y literarias. Onetti
menciona El realismo mágico, de Franz Roh, dedicado a la pintura europea postexpresionista, pero
su lectura es muy diferente y, mucho más precisa, de la que harán de ese libro una década después
Alejo Carpentier, Arturo Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias y otros. Carpentier construye su poética en
términos del contexto, de un referente extraliterario; plantea una imagen del mundo que presupone
una fe en las fuerzas primitivas, indígenas o afroamericanas, y en leyendas populares, introduciendo,
al mismo tiempo, una categoría estética muy difundida entre los latinoamericanistas.
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Onetti se plantea deslindar el concepto de novela como entretenimiento o como arte. En la tercera
carta, menciona el “arte de información y el arte poético”, cuya diferencia va haciendo más precisa en
otras tres misivas (20, 23 y 26), originando una polémica con Payró, quien subordina la novela –pero
no la pintura– a la pretensión de reconstruir cuidadosamente la realidad. Onetti niega el carácter de
entretenimiento de la novela, de mera lectura amena. Demanda las exigencias del arte para la
narrativa: el tratamiento poético que vislumbra en la pintura que más lo impacta y, naturalmente, en
las narraciones de Proust y Joyce. Afirma que la obra literaria sucede en una zona interior, en el
inconsciente, el espíritu:

Yo creo que Vd. cree que hay una zona, en el espíritu, pongamos, que se llama arte y que
no es la realidad: una zona donde el hombre alcanza a tocar el misterio, el infinito, Dios, el
cosmos, la esencia; el alma de la creación, allá en los cielos y en la cosa más humilde y
doméstica (c. 20).

Es evidente que para Onetti el arte sucede fuera de la realidad concreta, sin renunciarse a ella,
por ser el sostén de toda creación artística. Es decir, pone la mirada en un plano imaginario donde se
funden su visión interior y el mundo exterior.
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En suma, este epistolario es una auténtica sorpresa. No deja ser fascinante tener la oportunidad
de leer las cartas difundidas a continuación, la crónica de una amistad, fragmentos de una vida y de
la cultura de una época, textos que aportan un conocimiento más preciso de cómo llega Onetti a ser
un clásico de la literatura latinoamericana.

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