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“MIRA SI YO TE QUERRÉ”, de Luis Leante.

“Ni el tiempo ni el desierto


pueden frenar el amor”

Titulada con la letra de una canción, el escritor español, licenciado en Filología Clásica
y profesor de latín, Luis Leante (Murcia, 1963), presentó la novela ganadora del Premio
Alfaguara 2007. Hay en ella un lenguaje fresco, una fuerza expresiva para mostrar los
paisajes y la vida de la última colonia española en África en el Sahara Occidental, en
distintos tiempos y escenarios, unas imágenes inconclusas para despertar la imaginación
y dar rienda suelta a la participación del lector en completar la obra escrita. Es una
novela de amor e historia, de luchas y búsqueda.

Sahara Occidental fue colonia de España desde 1885 hasta el 27 de febrero de 1976
cuando se proclamó la independencia creándose la República Árabe Saharaui
Democrática (266,000 km cuadrados; 320 mil habitantes) como un estado árabe,
unionista, de confesión islámica, progresista y no alineado, su capital Aaiún. Nicaragua
lo reconoció el 6 de septiembre de 1979 y estableció relaciones diplomáticas el 12 de
enero de 2007. El proceso de descolonización fue interrumpido por la invasión
marroquí en 1975, quien actualmente ocupa ilegalmente la franja oriental del país
dividida por un muro de más de 2 mil kilómetros con vigilancia militar, a pesar de las
resoluciones de Naciones Unidas. El Frente Polisario es un movimiento político militar
rebelde creado en 1973, cuyo ideario busca la independencia nacional, integridad
territorial y autodeterminación. Una vez conocido este contexto histórico y político,
hablemos sobre la novela.

La doctora Montserrat Cambra, de 44 años, estando de turno el último día del siglo
pasado en un hospital en Barcelona, recordaba a Alberto, otro médico, quien ahora
andaba con una colega radióloga mucho más joven, su marido durante veinte años, tenia
sentimientos de amargura y desprecio… Cuando le avisaron de la llegada de una joven
con fracturas producto de un accidente de moto, entonces recordó a su hija quien murió
apenas unos meses atrás en un accidente similar antes de cumplir diecinueve. Después
llegó una ambulancia con una mujer de raza árabe, embarazada, víctima de un atropello,
al verla, comprobó que había fallecido. Buscaron una identificación y encontró entre sus
cosas una fotografía que le impactó, un hombre con ropas del desierto, una inscripción
en árabe y la fecha 18-1-1976. Le pareció con certeza que era Santiago San Román, a
quien creía muerto desde 1975; aquel joven que veintiséis años atrás las subió a su
vehículo mientras ella y su amiga Nuria esperaba el autobús. Después de aquella
ocasión lo siguió viendo, quedaron enamorados, el joven siempre se aparecía con un
auto distinto, era mentiroso pero encantador, era mecánico, tenía diecinueve años, su
madre poseía un estanco en un barrio popular. Hace tiempo había descubierto varias
cartas que su familia, de una posición acomodada, nunca le entregó, eran enviadas desde
El Aaiún, Sahara Occidental, del 4to Tercio de la Legión, firmadas por Santiago, las
fechas eran desde diciembre 74 y febrero 75. Ella quedó embarazada pero perdió al hijo,
él nunca lo supo, su familia no permitió se comunicaran, no pudo decirle que salía
movilizado en la Legión para el Sahara Occidental. Ella lo buscó en la casa de la madre
para regresarle el anillo familiar que le había regalado, pero la señora había fallecido,
una mujer del vecindario le informó que el muchacho murió cuando le estalló una
granada. Recordó la canción que le cantaba y repetía: “… mira si yo te querré”.
El tiempo pasó, ahora encontraba esta fotografía, la guardó, decidió buscar al marido de
Mamía Salek de nombre Ayach Bachir. Al mostrársela, el viudo afirmó que ese hombre
no había muerto, estuvo en su boda hace tres años, es tío de su mujer, quien lo quería
como a un padre, le decían Yusuf, nació en España, lo hirieron en la guerra, dicen que la
muerte de su esposa Andía, la tía de su mujer, lo trastornó. Le informó que saldría un
vuelo Barcelona-Tindouf (Argelia) y le podía guardar una plaza. Montserrat aceptó,
solicitó una excedencia en el hospital y partió dejándolo todo.

El cabo Santiago fue detenido y amenazado con ser llevado a Gran Canaria para
enfrentar un juicio militar; desde su celda supo de la muerte del Caudillo (Franco, 20
Nov. 1975), las noticias de la Península eran confusas, había nerviosismo y
movimiento de tropas en el aeródromo, se culpaba al Frente Polisario de lo que se
estaba produciendo. Decían que Marruecos estaba invadiendo la Colonia. Lo capturaron
cuando trasladaba, por hacerle el favor a un amigo saharaui, entre la ropa sucia,
granadas y detonadores. Logró escapar entre las explosiones no regresó al cuartel, era
un desertor. Santiago se estaba enamorando de Andía, la hermana de diecisiete años de
su amigo legionario Lazaar quien se movilizó en su patrulla y le pidió protegiera a su
familia. La patrulla se pasó al lado de los rebeldes. La situación en el barrio y la ciudad
eran confusas, todos en aquella familia eran simpatizantes del Polisario.

Montserrat al llegar al aeropuerto un 31 de enero, no encontró a la persona que la


llevaría al campamento, el transporte era escaso, abordó un camión que le ofrecieron y
después se encontró inexplicablemente en cautiverio con otras veinte mujeres en un
lugar desconocido. Padecía hambre y sed, días después logró escapar junto a Aza, una
joven saharaui quien hablaba español aprendido en La Habana, se separaron internadas
en el desierto, Monset se enterró en la arena, fue picada por un escorpión, un camión la
llevó a un hospital donde fue atendida. Hizo amistar con la enfermera Layla, contó el
motivo de aquel viaje. Pudo reencontrarse con Aza, le ayudan a buscar al hombre por
quien ha llegado, ella cree fue maestra de sus dos hijos. Duda si quiere verlo ahora, no
esta preparada, tiene miedo, ha pasado tanto tiempo. Encuentran a uno de origen
español que fue legionario, lo ve, no lo conoce, esta convencida, no es Santiago. En el
camino de regreso siente un escalofrío, un bulto a cierta distancia, de la arena se levanta
un hombre casi desnudo, con turbante puesto, hecha a correr, le tiran piedras, dicen es
un pobre viejo, no esta en sus cabales, le dicen “El Demonio”. En diez días le han
conseguido un vuelo de regreso a Barcelona.

Camina por la pequeña localidad de Bir Lehlu, muy cerca del muro que separa la parte
occidental de la ocupada por Marruecos, con los ojos clavados en el suelo, a lo lejos hay
un hombre agachado, se incorpora, ella se asusta, su piel es blanca, camina hacia ella,
no parece un anciano, esta quemado por el sol y tiene ampollas en los labios, pregunta
con acento saharaui si es española, dice tener amigos españoles, no recuerda su nombre,
dice que las españolas son guapas, busca algo en el bolsillo y le regala una piedra, dice
es una rosa del desierto, se da cuenta que le falta un brazo. La mente del hombre esta en
otro lado. Siente un escalofrío, recuerda la musiquita de la canción y “la mirada más
bella de todas las miradas posibles”.

En la distancia el amor se hace insoportable, el viento atiza las pasiones y entre las
cenizas esta la chispa que puede incendiarlo todo encontrando sólo en la locura y el
olvido la calma.
“Cuando estoy en tierra extraña
y contemplo tus colores
y recuerdo tus hazañas
mira si yo te querré”.

Managua, 13 agosto 2007.

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