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EL CASO DE EL SALVADOR.
1
Gibb, Tom: Was the CIA to blame?, The Guardian, London, 2000.
2
Brokman, James R.: La palabra queda, UCA Editores, San Salvador, 1985.
ayudamos a empujar a El Salvador a la peor de todas las guerras que hemos
vivido. La segunda parte, describe cómo en la guerra misma comenzaron a
abrirse, con enormes costos en vidas y bienes, nuevas maneras de entender el
ejercicio del periodismo. La tercera, intenta interrogar sobre la conducta de los
medios en la realidad salvadoreña de posguerra.
A estas alturas, por respeto a los miles de hombres y mujeres que perdieron la
vida, y a los otros miles que fueron heridos, y a los otros miles que padecieron
el dolor de las pérdidas, no podemos menos que sentir una mezcla de orgullo y
de vergüenza por los terribles costos que tuvimos que pagar para poder
alcanzar un nivel de convivencia que, en muchos sentidos, todavía dista de ser
aceptable. En El Salvador de nuestros días se comete un promedio de seis
homicidios diarios, lo que representa una de las tasas más altas de violencia en
toda América Latina. Pero no sólo eso: en los cuadros de los analistas, la curva
3
Huezo Mixco, Miguel: El tercer ejército: Desafíos del ejército salvadoreño en la post guerra. San Salvador:
Tendencias/CRIES, 1997.
de la violencia en la posguerra aparece tanto o más empinada que en los años
más duros del conflicto4. Nuestra realidad, pues, sigue siendo escalofriante.
***
4
Cruz, José Miguel: “Violencia y democratización en Centroamérica: el impacto del crimen en los regímenes
de posguerra”, en Aportes para la convivencia y la seguridad ciudadana, PNUD, San Salvador, 2004. Este
estudio aporte una perspectiva regional del fenómeno.
cadáver de Suárez fue encontrado después en la ribera del Lago de Ilopango, en
las afueras de San Salvador, con evidentes señales de que fue sometido a
torturas indescriptibles.
La tarde del crimen contra Romero, estaba presente también Eulalio Pérez,
fotoperiodista de la agencia internacional Prensa Unida (UPI)5. Pérez cumplía
una tarea de rutina: hacer fotos del obispo para mandarlas a la agencia para la
que trabajaba. Las únicas imágenes del asesinato del obispo, desplomado sobre
su espalda manando sangre por la nariz y la boca, pertenecen a Pérez. Pérez
estaba en el lugar correcto a la hora correcta. Después del disparo y en medio
de la confusión, hizo lo que tenía que hacer: tomar las fotografías. Las
religiosas del hospital lo retuvieron por algunas horas temiendo que se tratara
de un agente del gobierno.
El día antes del asesinato fue domingo. Ese día, el obispo había pronunciado en
la catedral de la capital su célebre sermón en donde les ordenaba a los soldados
y a los policías que no siguieran disparando contra su mismo pueblo. La parte
final del sermón dice:
5
Rosales, Metzi y Contreras, Claudia: “El juicio más difícil del siglo XX”, Enfoques, revista de La Prensa
Gráfica, San Salvador, 20 de marzo de 2005.
6
Oficina de Canonización de Monseñor Romero: http://www.romeroes.com/ .
noticias con una línea editorial plural. La caja de resonancia de Romero, que
era llamado “la voz de los sin voz”, fue una modesta emisora que transmitía en
frecuencia AM, la YSAX, propiedad de la Iglesia católica, que alcanzó altísimos
niveles de audiencia.
De esta manera, tenemos una parte del cuadro de los medios de prensa en
aquel aterrorizado país. Primero, la extraordinaria personalidad de Romero,
que, paradójicamente, se expresaba a través de medios muy modestos. Y,
segundo, dos periódicos independientes extremadamente vulnerables,
producidos en imprentas anticuadas y en papel de mala calidad.
Efectivamente, meses más tarde, Jorge Pinto y Napoleón González, cerraron
sus periódicos. La emisora del arzobispado también sufrió atentados. En pocas
palabras, a finales de 1980 las voces independientes estaban literalmente
exterminadas. Toda esa épica del periodismo independiente ha sido muy
borrada.
Lo que siguió podría describirse como una articulación de los más importantes
medios de comunicación al lado de las campañas del poder establecido. El
asunto no es nuevo. Una de las características del periodismo salvadoreño en el
siglo XIX fue el “doctrinarismo político”. Los periódicos, dice un respetado
historiador, eran “baluartes de la lucha por el poder”7.
7
López Vallecillos, Ítalo: El periodismo en El Salvador, Editorial Universitaria, San Salvador, 1964.
8
Guzmán Martínez, Carmen Virginia, y otros: “Influencia de la finalización del conflicto armado en las
connotaciones generadas en las noticias nacionales de La Prensa Gráfica”. UCA, San Salvador, 1995. La tesis
estudia el universo de noticias durante ocho semanas durante el periodo de guerra y ocho de la posguerra.
los giros más notables del tratamiento noticioso se produjo en las connotaciones
de la Fuerza Armada. El ejército apareció invariablemente como defensor de la
ciudadanía contra la agresión terrorista del comunismo internacional --una
fórmula que algunos siguen utilizando en nuestros días. Después de la firma de
la paz, el periódico comenzó a abrir espacio a los severos cuestionamientos
hacia el rol de los militares.
Voy a hacer una confesión que ojalá no empañe mi credibilidad ante un foro tan
distinguido. Yo fui un propagandista, primero de las organizaciones obreras y,
luego, del movimiento armado, por más de diez años. Luego, firmada la paz,
tras mi renuncia al FMLN, participé en dos proyectos de periodismo
independiente. Pues bien, el día del entierro de Monseñor Romero yo estaba en
medio de aquella multitud, con una cámara fotográfica en mano. Quise
registrar la impresionante escena de la plaza Barrios repleta de miles de
hombres y mujeres congregados para decir su último adiós al obispo. Con
dificultad, me abrí paso hasta el balcón de la catedral, y allí pude ver el
momento que varios francotiradores, apostados en lo alto del Palacio Nacional,
abrieron fuego contra la multitud. Aquella estampida dejó numerosas personas
muertas. Al día siguiente, los periódicos publicaron la versión del gobierno, que
aseguraba que los “terroristas” habían intentado robar el cadáver de Romero.
Aquella versión fue tomada como una verdad por la prensa de aquellos días. Es
triste reconocer que ahora se emiten juicios negativos para los actores
intelectuales y materiales del asesinato de Romero, pero casi nadie se detiene a
examinar la manera en que los grandes medios contribuyeron a la mentira.
“La guerra interna de El Salvador –dice-- había terminado por crear las
fórmulas, los gestos de una liturgia popular de la muerte, en la que el
dolor y una rabiosa esperanza se confundían en una explosiva mezcla
que mantenía a aquella nación en estado de pre-revolución, algo así como
si sus volcanes, de repente, hubieran entrado en ebullición”.
Estos periodistas eran una mezcla de héroes y aventureros dispuestos a jugarse
la vida en medio del fuego cruzado. Junto a ellos estaban también los
periodistas salvadoreños que trabajaban con agencias internacionales. Ellos
enseñaron a balancear las informaciones con la consulta de fuentes y le
abrieron espacio a otras versiones sobre lo que ocurría en el país, especialmente
en el decisivo terreno de la opinión pública de los Estados Unidos. Además,
mostraban un coraje increíble a la hora de contar lo que habían visto. El saldo
de su trabajo dejó casi una veintena de periodistas muertos, entre salvadoreños
y extranjeros, a manos de las fuerzas militares gubernamentales.
9
Planeta Colombiana, Bogotá, 1986.
Los artículos del norteamericano Mark Danner para The New Yorker en
relación a la mencionada matanza en El Mozote, produjeron impacto en la
prensa y en círculos de tomadores de decisiones en Estados Unidos10. Efectos
similares se derivaron de los reportes de Tom Gibb, corresponsal de la BBC,
uno de los primeros en publicar impactantes revelaciones sobre la existencia de
los “Escuadrones de la Muerte”.
10
Danner, Mark: The Massacre at El Mozote, Vintage Books, New York, 1994.
distribuir el poder en la sociedad. Naturalmente, esto debía encontrar una
forma de expresión en el terreno de la comunicación. Apenas comenzaba la
transición a la democracia, y el intelectual Salvador Samayoa (que formó parte
del equipo negociador de la paz por parte del FMLN), advertía:
“No estoy seguro que haya otro país de América Latina que tenga el nivel
de libertad de expresión (de El Salvador) y no es fortuito, sino que ya es
parte de una cultura nueva de libertad de expresión que no existía”11.
En efecto, se experimentó una apertura inédita: los grandes medios
periodísticos llevaron a sus páginas editoriales escritores de izquierda; y se
amplió la agenda informativa en la prensa y la televisión hacia temas que
habían sido prohibidos en el pasado. Una publicación emblemática del periodo
de transición es la revista independiente Tendencias, integrada por
intelectuales que habían regresado del exilio. También se fundó el semanario
Primera Plana, una publicación pionera en la apertura a la investigación
periodística de fondo. Había, sin duda, razones para el entusiasmo.
Por esos mismos años, el periodista Mauricio Funes advertía, sin embargo, la
existencia de ciertos mitos sobre la democratización de los medios. Uno de ellos
es, precisamente, el de la libertad irrestricta para informar. En realidad, existe
un conflicto de intereses entre independencia editorial y la búsqueda de
rentabilidad. Para este periodista, las millonarias cuentas publicitarias
restringen la autonomía de los periodistas ante las fuentes y los hechos. Este
conflicto, asegura, “ha minado las posibilidades de conquistar una autonomía
creciente de los medios frente a las fuentes de información y (...) frente a los
grupos de poder en la sociedad”12. Para Funes, lo que ha cambiado, pues, es “el
contenido de la exclusión”. Los dirigentes de la oposición dejaron de ser
excluidos como en el pasado, pero en su lugar los excluidos son ahora quienes
11
Samayoa, Salvador: “Un cambio político estructural”, Tendencias No. 36, San Salvador, diciembre-enero
1995.
12
Funes, Mauricio: “Medios y transición democrática en El Salvador”, Tendencias No. 40, San Salvador,
mayo, 1995.
“denuncian la corrupción y revelan los entretelones del poder, poniendo en
riesgo la inversión publicitaria”.
Dos años más tarde, el 24 de marzo de 2003, fue clausurado el programa "Sin
Censura". Funes atribuyó este hecho a nuevas presiones del gobierno.
Sintomáticamente, ese mismo día, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)
concluía en San Salvador su asamblea de medio año, y, en el mismo hotel, la
Asociación Internacional de Radiodifusores (AIR) cerraba la reunión anual de
su consejo directivo. Los tres periódicos locales miembros de SIP -La Prensa
Gráfica, El Diario de Hoy y El Mundo- habían dedicado numerosas páginas a
esas reuniones exaltando los valores de la libertad de prensa y de expresión.
13
López, Jaime: “El Salvador: Defensa Fragmentada de la Libertad de Expresión”, 17 abril 2003.
www.libertad-prensa.org
Igual relevancia ofrecieron a las referidas reuniones las radios y televisoras
miembros de la Asociación Salvadoreña de Radiodifusores (ASDER). A pesar de
todo esto, ninguno de ellos se pronunció contra el cierre de Sin Censura14.
Un estudio sobre la cobertura de los dos mayores periódicos del país durante la
campaña electoral para la Presidencia del país, indica que ambos medios se
inclinaron hacia la figura del candidato Antonio Saca, del partido ARENA,
quien a la postre resultó electo. El estudio destaca también que si bien ambos
medios estuvieron entre los primeros en advertir la violencia que caracterizó la
16
Santacruz, citado en Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador, PNUD, San Salvador, 2003.
17
IUDOP: “Los salvadoreños evalúan la situación del país en 2004”, UCA, San Salvador, 2004.
campaña política, también fueron quienes más espacio le otorgaron al
encarnizamiento de los dos principales partidos (ARENA y FMLN)18.
Pese a todas estas razones, sería muy apresurado decir que en El Salvador la
democratización se encuentra retrocediendo. Sí me atrevo a asegurar que
estamos en una posición muy diferente a la de hace 25 años. El país ha
cambiado en muchos sentidos. Los cambios no siempre son percibidos de la
misma manera por diferentes sectores sociales o grupos de poder. En esa
18
Guzmán, Nataly: “Las elecciones presidenciales de 2004: un estudio desde la prensa escrita”, ECA, No.
667, San Salvador, mayo de 2004.
19
PNUD: “Gobernabilidad Democrática: el marco de opciones políticas para el desarrollo humano en la
globalización”, Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador, San Salvador, 2003.
20
PNUD: La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos
Aires, 2004.
21
Vasilachis de Gialdino, Irene: “El lenguaje de la violencia en los medios de comunicación. Las otras formas
de ser de la violencia y la prensa escrita”, en Aportes para la convivencia y la seguridad ciudadana, PNUD,
San Salvador, 2004.
disyuntiva, los medios se encuentran ante exigencias superiores a las de hace
25 años. Primero: una mayor profesionalización del cuerpo de redactores y
editores, que les permita integrar la complejidad de los fenómenos sobre los que
informan, evitar las generalizaciones y estereotipos. Segundo: una mayor
independencia frente al poder del Estado y frente a los grandes empresarios.
Tercero: cualificar el debate público otorgándole espacios a otras voces no
escuchadas.
Estoy a punto de finalizar mi exposición, diciendo que los desafíos de los medios
deben ponerse en la perspectiva de las necesidades de la construcción
democrática. El Salvador ha avanzado en el camino de la democratización pero
sigue necesitado, como hace 25, 50 o cien años, de encontrar soluciones a la
desigualdad, la pobreza y al disfrute de los derechos. La libertad de prensa y el
derecho a la información, en tanto derechos civiles clásicos, son un componente
fundamental de la ciudadanía y son condiciones necesarias para que la
sociedad tenga capacidad de fiscalizar los asuntos públicos y de participar en
ellos. Esto significa: buscar nuevas formas de canalizar la participación
ciudadana, gestionar agendas y construir acuerdos políticos.