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Titulo: PROFERIR LA PALABRA SILENCIADA.

IMPORTANCIA DE LOS PROCESOS DE COMUNICACIÓN


SOCIAL EN LOS
GRUPO EXCLUIDOS

Autor: Inés Pérez Wilke

Institución de Procedencia: Universidad Bolivariana


Venezuela

Correo electrónico: inespw@gmail.com

Área temática: La convivencia, construcción de la noción


de lo colectivo

Palabras claves: Exclusión, resistencia social, códigos


comunicacionales, población privada de libertad.

Ponencia no académica.

Currículo vitae sintético: Adjunto

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PROFERIR LA PALABRA SILENCIADA
IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL EN SITUACIONES DE
EXCLUSIÓN

Profa. Inés Pérez Wilke

La ponencia que acá se propone se sustenta en el trabajo de intercambio


realizado con personas privadas de libertad en el Centro Penitenciario Yare II, se
presentan a continuación algunas de líneas las temáticas desarrolladas, siendo
una de las conclusiones fundamentales del trabajo la importancia de la palabra y
de la integración de códigos comunicacionales en el proceso de construcción
social colectiva de la identidad, la pertenencia y de la definición de las estructuras
de relación en el tejido social. Entendiendo el lenguaje y los sistemas de signos
como estructura o geografía donde la persona construye su lugar, a través de la
relación de significados con los otros. Podemos ver como muchas situaciones de
violencia social se inician con la negación de ese lugar, por omisión y no
reconocimiento del otro.
Se trata de conversar sobre ese lenguaje que se hereda del colectivo
cuando te nombran y nombran tu lugar dentro de lo social, partiendo de que en
muchos sentidos la identidad se construye desde el otro, cuando el otro te da un
lugar en el ecosistema o tejido de relaciones estructurado desde el lenguaje.
Las poblaciones excluidas están descartadas a partir de su negación,
desaparición o estigmatización en sistema comunicacional imperante, lo que
ocasiona la ausencia de derecho y participación a los procesos nominales y
significativos colectivos. La exclusión del sistema, que no permite que sean
nombrados como personas y escuchados como parte genera el secuestro de la
posibilidad expresiva como practica histórica, presente aún en la sociedad actual.
Se plantean entonces, reflexiones en cuanto a los procesos de deterioro social,
ético, moral de la sociedad en su conjunto que envía al sujeto excluido a la
ausencia de nexos y carencia de tejidos sociales que lo contengan.
La relación con la población penitenciaria en el centro penitenciario Yare II,
relación por demás privilegiada de trabajo donde el acercamiento libre y no
formalizado ha dado paso a la construcción de pequeños lazos reales, permite
observar los procesos de comunicación instaurados y como funcionan como
cabales excluyentes. Sin embargo, simultáneamente al proceso de exclusión,
surge en el grupo la necesidad generar modos de identificación y pertenencia,
creándose entonces códigos que los contengan, un lenguaje, una cultura que
aunque en muchos sentidos carente, estigmatizada, fracturada o no funcional, los
incluye en colectivos. Este proceso tiene un sentido profundo de resistencia que
toma forma de rebeldía pues saben que no es un vaso comunicante con los otros
grupos sociales, saben, con fundamento en su larga y concreta experiencia, que ni
la razón, ni las palabras han servido para eso, pues no es, una lógica ni un
lenguaje que los contemple. En este proceso de conformación de grupos
contraculturales más que al enemigo, el comunicador esta llamado a ver a los
verbos y los símbolos perdidos y negados.

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PROFERIR LA PALABRA SILENCIADA
IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL EN SITUACIONES DE
EXCLUSIÓN

Profa. Inés Pérez Wilke

Introducción

La ponencia que acá se propone da cuenta de un proceso abierto, aún en


desarrollo, de acercamiento y diálogo con personas privadas de libertad en el
Centro Penitenciario Yare II, también con personas que han estado privadas de su
libertad y que tienen el interés de reflexionar sobre las condiciones que le llevaron
a esa situación y por último con el colectivo el tren de la calle, que es un
movimiento de jóvenes que han estado involucrados en situaciones delictivas y/o
con problemas de fármaco-dependencia y que actualmente se han organizado
para generar espacios de acompañamiento, reflexiòn y apoyo a personas que se
encuentran en esa situación. Se presentan a continuación algunas de líneas las
temáticas desarrolladas, siendo una de las ideas fundamentales del trabajo la
importancia de la palabra y de la integración de códigos comunicacionales en el
proceso de construcción social colectiva de la identidad, la pertenencia y de la
definición de las estructuras de relación en el tejido social.

No se trata de un análisis detallado de este fenómeno, que quizá atentaría


contra las particularidades de cada caso. Pero si de proponer en este espacio, a
partir de experiencias concretas, una reflexión sensible en torno al rol que juegan
los procesos comunicacionales entre nosotros y de nuestras responsabilidades
como docentes, actores, estudiantes vinculados al problema de la comunicación
hoy. Es necesario decir que el acercamiento que hemos realizado parte de una
apuesta transdisciplinaria, empírica y plural que, lejos de buscar sustentarse en
una serie de teorías concatenadas de un área de estudio, pretende atar cabos
entre fenómenos aparentemente aislados que se descubren relacionados en la
experiencia y el intercambio con estos grupos.

La ruta propuesta pasa primero por revisar algunas ideas semióticas y


sicoanalíticas referidas a la relación entre lenguaje e identidad, luego haremos una
revisión en torno al mapa lingüístico y comunicacional que se ha estructurado en
torno a la situación de privación de libertad y por último revisaremos algunos
contenidos observados con grupos vinculados a la situación de privación de
libertad en torno a los conceptos de identidad y lenguaje. Contenidos que se han
entendido, a la luz de los valores imperantes, como contra culturales y/o anti
sociales, pero que plantean formas de resistencia cultural.
Es importante destacar aquí, que no se habla de todo tipo de exclusión. Se
habla de los sectores sociales menos favorecidos económicamente y que han
vivido situaciones socio-económicas y culturales precarias desde su infancia. Si
bien estos grupos vienen teniendo mayor atención y accesibilidad a servicios en
los últimos años debido a las políticas públicas en la materia, estos están lejos de

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sentirse un sector integrado a la sociedad, y a su vez la sociedad en general,
según el análisis de medios, está lejos de entenderlos como parte de si misma.

1.- El lenguaje y sus usos.

El ser humano entra, a través del lenguaje en el mundo de los otros, es un


universo que le antecede y en el cual el debe hacerse de un lugar que le de un
sentido vital, un lugar-significante, es, más que un contenido, un rol. Ocurre de
manera permanente, silenciosa, pero evidente, que el ser humano busque y
produzca códigos que le permitan imbricarse en ese tejido social, y las
representaciones son aquí un medio. Son las imágenes dinámicas y superpuestas
del tejido social, pues estas, como bien explica Lacan: ...”construyen una
concordancia bi-univoca entre dos sistemas”. En términos del psicoanálisis vemos
como desde la experiencia intrínseca de separación, que vive todo ser humano
ante la separación de madre, surge el impulso, el deseo de cada uno y de todos a
la vez, de encontrar un nuevo objeto de identificación.

Entendiendo el lenguaje y los sistemas de signos como estructura o


geografía donde la persona construye su lugar, vemos como, a través de la
relación de significados con los otros, el sujeto, además de heredar el lenguaje,
recibir el nombre, hereda también las condiciones de lugar. Cuando te nombran y
nombran tu lugar dentro de lo social se evidencia que en muchos sentidos la
identidad se construye desde el otro, por opocisión, cuando el otro te da un lugar
en el ecosistema o tejido de relaciones estructurado desde el lenguaje, lo cual
genera fuertes un fuerte condicionamiento en el desarrollo del ser humano,
excluido o no y en lo social genera fuertes dependencias con respecto a los
grupos imperantes y sus criterios. No se trata de una predeterminación cerrada,
pero si de un conjunto de condiciones que inciden en las respuestas y
construcciones de los grupos sociales.

El lenguaje, en este sentido, es un sistema a la vez reflejo y fundamento de


la estructura social. Se establece aquí una relación de condicionamiento reciproco,
pues la sinergia humana desarrolla los sistemas, pero al tiempo es condicionada
por estos. Este fenómeno, largamente estudiado por semiólogos y en otro sentido
por sicoanalistas parece responder a una necesidad gregaria intrínseca del ser
humano, sin embargo, como todas nuestras necesidades a sido asumida con
voracidad por la sociedad occidental actual, de modo que los signos de la
identidad son hoy día mercadeables, tienen que ver con el tipo de educación que
se puede pagar o no, con el uso de determinadas vestimentas, con signos
materiales que se exhiben ( teléfonos, autos, etc), a fin de ser reconocidos como
parte de un grupo.

Puede verse que ese ecosistema es en primera instancia el conjunto de


variables asociadas al entorno familiar y social del niño, pero hoy día tiene también
mucho que ver con los contenidos de nuestros medios informativos y publicitarios,

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así como la importancia que ha tomado el discurso cimetaográfico, los cuales
han demostrado ampliamente su capacidad de incidir en los modelos socio-
culturales urbanos. De modo que no podemos obviar que tenemos superpuestos,
el problema de la configuración socio-económica, cultural y afectiva de la familia,
la cual está inmersa a su vez en un grupo social, vale decir el barrio, la comunidad
o edificio, que a su vez esta en relación a la urbe y la impronta de las
trasnacionales de la cultura de masas, tejiendo una cadena de relaciones
dinámicas, tal como en el individuo, de condicionamientos y o construcciones
conjuntas.

Esto es lo que habría que evaluar, si pueden los distintos grupos construir
conjuntamente o por el contrario la cultura dominante impone condiciones, y los
grupos menos favorecidos consumen, en un contexto en que la fuerza
comunicacional se comporta como productora y difusora de valores y patrones
culturales que determinan, mucho más de lo que sería deseable esa geografía de
la que hablábamos arriba o si es posible, en los grupos sin raigambre cultural
transformar y adaptar esas condiciones y construir y proponer otras.

En ese mapa veamos ¿Cuál es el papel de estas personas excluidas en


este tejido discursivo de este texto social? Es una pregunta que debemos
hacernos, ¿Qué espacios y posibilidades de significación, que es decir de
realización les ofrecemos a nuestros jóvenes menos favorecidos? ¿A que roles la
sociedad, el cine, la publicidad, su entorno, los medios de información los invita?
El material con que muchos jóvenes construyen su idea de si mismos está
muchas veces subyugada a los significantes de el discurso dominante al que no
tiene acceso real. Si vemos le inmensa publicidad en torno a la belleza física (en
base a patrones blancos europeos), la posesión de bienes materiales como modo
de prestigio, a la adaptación a las nuevas tecnologías, a un uso del lenguaje y del
discurso pre-construido, que responde a determinados modelos educativos,
vemos que las posibilidades de realización del joven en ese contexto son ínfimas.

Las situaciones de violencia social se inician con la negación del otro, por
omisión y no reconocimiento del ser humano y sus condiciones, y como
consecuencia de la doble moral del discurso imperante donde se invita a todos los
sectores a ocupar roles que solo pueden ser ocupados por unos pocos, se invita al
joven a un rol del que solo puede ser la sombra, permitiéndome el uso de este
término sicoanalítico y entendido como el lado oculto y negado del ser que
permanece en la inconciencia y que solo puede ser visto en el otro. La sociedad
pareciera generar roles que no solo no son posibles si no que muchas veces
tampoco son deseables. Pues lo que se espera no es que se abran las
posibilidades al joven de ser lo que no es, si no que se reconozcan y fortalezcan
sus potencialidades desde una experiencia de vida y un contexto, que no es mas
que el acceso pleno a una ciudadania negada.

Desde el punto de vista de la comunicación, cuando se entiende como


comunicación y no como información conducida y conducente, desde la

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comunicación, decía, la exclusión se da tanto en el escaso o imposible acceso a
una tribuna más amplia que sus agrupaciones de resistencia, a un medio donde se
es escuchado, con la posibilidad de incidir en el discurso dominante. Pero también
se observa en el lenguaje con que nos referimos al otro y en la construcción de los
prototipos clasificados donde se construye la imagen que le damos a los otros de
si mismos, la imagen que los pone en juego para representar y que, como es
predecible, puede tomar cuerpo real. Aun cuando la multiplicidad de respuestas
que pueden observarse en los grupos contraculturales, hacen evidente que la
fragilidad del reinado del discurso dominante como “el discurso” y deja ver más
bien una pluralidad de códigos imbricados, donde siempre está latente la
posibilidad de respuesta y reinterpretación.

Es por ello que pongo aquí el acento en el lenguaje, Siguiendo a Lacan,


pues aún cuando el sujeto, lejos de de culpar a la sociedad de su situación de
exclusión, defienda su autonomía, y su auto-referencialidad (que responde a su
propia idea o referencia) asumiendo que juega un rol negativo para la sociedad
por decisión propia…“ por lo menos tiene que tener buena fe en la función del
sistema de los significantes y los significados” es decir que debe creer en los
conceptos de bien y mal que nosotros hemos construidos, debe creer que existe la
luz, y la somra para luego asumir el, rol asignado de sombra, y además… por
decisión propia, de modo que aún con Lacan “ El imperio de un significante nos
determina y articula en primera instancia” y si entendemos que este significante
es previo a nosotros mismos, se hace evidente que la problemática es social y no
individual, por que es el juego sobre los significantes y significados que todos
estamos construyendo.

Las poblaciones excluidas están descartadas a partir de su negación,


desaparición o estigmatización en sistema comunicacional imperante, lo que
ocasiona la ausencia de derecho y participación en los procesos nominales y
significativos colectivos, donde ellos son lo otro: “el azote, el malandro, hampón,
anti-social. La exclusión del sistema no permite que sean nombrados como
personas y escuchados como parte y esto genera el secuestro de la posibilidad
expresiva como práctica histórica, presente aún en la sociedad actual. Se plantean
entonces, reflexiones en cuanto a los procesos de deterioro social, ético, moral de
una sociedad que tiene preparados para grupos de sujetos la ausencia de nexos y
carencia de tejidos sociales que lo contengan, propiciando la identificación con
modelos y rferencias “negativas”. De allí surge la necesidad de comportamientos
que pueden ser juzgados como anti-sociales.

En este sentido, como profesores, comunicadores y estudiantes, debemos


estar atentos a nuestras construcciones míticas y simbólicas, pues estas en
muchos casos han sido desarrolladas desde intereses económicos y políticos y
desde concepciones de la sociedad que deben ser revisadas. Hacer concientes
los contenidos de estas construcciones y sobre todo sus consecuencias en el
plano social es esencial para ejercer la comunicación, no solo como expresión de
autoafirmación permanente, no solo como justificación de un discurso, si no como
verdad sino como una visión entre otras. Pues al parecer adolecemos de una

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incapacidad sistémica para poder entender los códigos de grupos, movimientos
contraculturales, colectivos periféricos que hacen vida, por fuerza y luego por
convicción, fuera del sistema.

2.- Huellas de la experiencia

La relación con la población penitenciaria en el centro penitenciario Yare II,


con los jóvenes del Colectivo El tren de la Calle, relación por demás privilegiada
de trabajo donde un acercamiento libre, no formalizado ha dado paso a la
construcción de pequeños lazos reales, permitió observar los procesos de
comunicación instaurados y como funcionan como cabales excluyentes.
En el caso de la Población del centro Penitenciario Yare II se ha venido
realizando un Programa de educación no formal, llamado Programa de
Sensibilización, Formación en Valores y Desarrollo de la Capacidad Creador,
desde julio de 2005, el programa consiste en una serie de talleres libres que nos
permitieron tener presencia semanalmente en la población. Por otra parte dentro
de los principios de trabajo se estableció que la participación se daría sin ningún
tipo de requisitos y en las áreas de reclusión, y no es los espacios pedagógicos.
Esto permitió generar un nivel de confianza entre el equipo facilitador y los
participantes.
La sistematización de estas experiencias se basa en el registro de
entrevistas, debates y cine foros, dando prioridad a los aspectos cualitativos en el
marco de relaciones que han sido, por naturaleza propia frágiles y sometidas a
diversas presiones, y por las limitaciones relativas a acceso a los centros,
permisos, dinámica de la población interna, así como a presiones sociales tanto
internas como externas.

En el caso de los otros interlocutores el intercambio se ha dado a través de


una serie de conversaciones y entrevistas relativas a la relación entre condiciones
socio-económica e historia de vida y las situaciones de trasgresión y/o privación
de libertad vividas.
Siguiendo la reflexión del capitulo anterior, decíamos que la sociedad
estructura un discurso y establece unos prototipos de persona “integrada con éxito
en la sociedad” sin embargo vimos que estos patrones no están al alcance de toda
la población (lo cual no es necesariamente negativo siendo un esquema producido
por sectores parciales, respondiendo a motivaciones a menudo económicas y
desoyendo a buena parte de los discursos locales y de grupos menos
favorecidos). El resultado que genera esta doble presión, como bien ha estudiado
la psicología, de generar expectativas que de antemano no pueden ser satisfechas
es la descomposición en el ser humano y en la sociedad es un sistema
disfuncional de competencia y confrontación.

Dice Nitzche en Mas allá del bien y del mal que “la locura es algo
excepcional en los individuos, pero la regla en grupos , partidos, pueblos y épocas:
y a la luz de las realidades que ha vivido nuestro pueblo es evidente: A muchos de
nuestros los jóvenes, se les somete a una vida llena de carencias, se los prepara,
incluso en algunos casos se los alienta a transgredir las leyes, luego, privados de

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libertad se los somete a una rutina de sico-terror, se les ofrecen armas. Para que
al final los diarios, los expertos en penitenciarismo y la sociedad en general les
señalan como el mal irremediable… ¿No es esto locura colectiva y concertada?

Pero hay más, la necesidad de identificación no es solo de los grupos


excluidos. Nuestro sistema social intenta de manera feroz que los individuos,
grupos y sub grupos la representen y confirmen sus valores, juicios y pre-juicios
construidos por los intereses dominantes. De este modo la sociedad no te
contempla si no hay en ti las características, sociales, estéticas, económicas,
morales para representes su juego. Según este guión los grupos de jóvenes
excluidos pueden, si acaso, cumplir el rol del enemigo, del chivo expiatorio… de la
sombra. Lo cual hacen muchas veces con plena conciencia, si me identificas y me
nombras como el mal con independencia de lo que yo haga… entonces seré el
mal: “Muchas veces los que generan la violencia son los guardias nacionales, ellos
que supuestamente son la justicia. Hoy vinieron y me jodieron de gratis y mañana
de gratis, entonces llega un día en que lo hago de verdad pa’ que me jodan con
gusto”. Sin embargo, como es visible en la Venezuela de hoy, no es posible
mantener este nivel de control. Se generan espontaneamente diverso tipos de
reacciones y nuevas propuestas, grupos y colectivos que de manera conciente o
inconciente abren espacio a esta reflexión.

Cuando nos referimos a los jóvenes transgresores usando términos como


hampón, malandro o azote. Nos referimos nuestros jóvenes como a otro ajeno y
enemigo, pero cuando así hablamos un análisis somero nos deja ver como
entramos en una contradicción del discurso, pues estos calificativos se constituyen
en un juicio social, anterior a todo derecho de palabra. En esa mínima acción
echamos por tierra la ley misma y sus términos referidos al debido proceso. Y a la
reinserción de la persona que ha sido trasgresora. Mucho antes de juicio, y me
temo que en muchos casos, aun antes del delito el joven esta condenado
socialmente. Ya tiene un nombre, malandro, que tiene un significado: malhechor,
perverso, maligno. Ya tienen nombre y no es ser humano, ni joven ni mucho
menos nuestro. Pasa a formar parte de lo desechable, intolerable de lo que se
habla en planes como el programa norteamericano de Tolerancia zero, del que
tuvimos representantes trabajando en nuestro país, que aplican incluso políticas
de identificación del posible futuro delincuente.

En el caso de lo que ocurre en los centros penitenciarios, hemos visto que al


tema de le ha dado una cobertura importante en los medios de información, ahora
si revisamos la prensa nacional unos días, los titulares que vemos tienen más o
menos este corte:
ƒ Uribana: lo más cerca del infierno ( Ultimas noticias 4 de enero de de 2007)
ƒ Posada del terror tiene sede en Uribana (El Universal 7 de Enero de 2007)
ƒ La planta, una huella de terror en El Paraíso (Ultimas Noticia, 21 de enero
de 2007))
ƒ Plomamentazón entre reclusos dejó 6 muestro (Ultimas Noticias 30 de
Noviembre de 2006

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Esta reseña del escándalo social que, de hecho, es el nivel de violencia en
nuestros centros penitenciarios, sirve, sin embargo, para profundizar la soledad
y el abandono de la persona privada de libertad, pues el carácter amarillista y
superficial de muchas de estas informaciones no constituyen un acercamiento
que les permitiría iluminar el dialogo como aporte del otro, desde su visión. En
estas reseñas ellos forman parte como número y cuando mucho como tema
del permanente del horror y la vergüenza social, lo cual alimenta la aversión
generalizada a esta población y la idea de que “ese es otro mundo”, “un
infierno” y que no tenemos nada en absoluto que ver con eso.

Ahora el cuestionamiento mismo a la institucionalidad resquebrajada que


representa no parece servir más que para una crítica política a la que no me voy a
referir aquí, pero no se plantea como espacio de comunicación, ni pie para
reflexiones más profundas, no se informa a la sociedad de si misma y lo que de
ello le compete y como esto, por espantoso que pueda parecer, tiene, al menos en
teoría el objetivo de salvaguardarnos, de mantener un orden que precisa de
sombra, en sentido anteriormente expuesto.
La dinámica de corrupción, violencia y horror que se vive en nuestros
centros penitenciarios, por que nos guste o no son los nuestros, es nuestro
infierno, es usada como único insumo para hablar de esta población, y esto no
ocurre solo con los centros penitenciarios, también ocurre en nuestros sectores
populares, que además de todas las situaciones de exclusión que han vivido
históricamente no pasan de ser un espacio en la sección de sucesos, el
amarillismo con que tratamos estos temas evidencia el interés de uso que se le da
a la información.

De ningún modo se trata de obviar las numerosas muertes que ocurren en


barios y en centros penitenciarios, de las que somos dolientes directos…. Pero
hay que escucharlos cuando te dicen “es que aquí uno ha vistos tantas cosas que
termina por no importarle la propia vida ni la de los demás” Esto lo dice un joven
de 19 años ¿Cómo un joven llega a la conclusión de que la vida no importa?
¿Porqué es tan importante el número de muertes y no es tan importante el por que
ese joven llegó allí? ¿Por qué es tan importante su muerte y no tanto la vida que
llevaba?
El procesos de negación del otro, de la que hablamos, no es gratuita, se
sostiene, según hemos podido ver, sobre la limitación que tenemos ha hablar de
temas que pueden afectar nuestro rol y representación en el tejido en el tejido
social,…. Si les damos la palabra pueden poner en tela de juicio las bases
simbólicas y materiales sobre las que hemos construido nuestro rol, pueden entrar
directamente en temas que manejamos de manera muy precaria desde el punto
de vista de las ideas, pero muy feroz desde el punto de vista territorial y de
intereses, van a cuestionar ciertas cosas, ¿el individualismo? ¿el concepto de
justicia? ¿El conocimiento académico? ¿El sistema social en el que han crecido?

Obviamente, en la resistencia a hablar de ciertos temas y en la necesidad


de una sombra, compuesta de seres humanos que carguen y justifiquen el estado
de las cosas de manera paradójica, se observan visos claros de una cultura de

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dominación y poder, donde el grupo dominante se asume dueño no solo de los
medios, si no de la razón, del saber, de la civilización y de Dios mismo.

Las presiones sociales de la actual sociedad de consumo, ejercida a partir


de los medios de información, y que impone una dinámica simbólica del valor
personal en función de bienes acumulados y ostentados, dibujan fuertes marcas
sociales que establecen y profundizan las desigualdades sociales. Esta situación
es señalada por los participantes como un factor muy importante en la dinámica
social que de manera recurrente estimula, propone y alimenta un sistema de
valores contrarios a aquel que permitiría una sociedad justa, incluyente,
multicultural que contribuya al desarrollo pleno del ser humano.

Las condiciones antes expuestas han permitido y sostenido gran número de


fracturas sociales que funcionan como círculos viciosos donde los grupos sociales
no se reconocen, al contrario se asumen abiertas enemistades que de manera
tácita y previa impiden la posibilidad del diálogo y la construcción colectiva de la
justicia y la organización social:

El asunto es que se habla de las muertes horribles, pero no se habla en


serio, no se quiere transformar esa realidad, no los queremos cerca, no los
queremos ver. No hay voluntad real para llegar a ellos. Es nuestra sensibilidad
impresionada por algunos, de lo que no queda más que el deseo de que “eso”
semantenga alejado e nosotros. Evidentemente eso no es comunicación… por
que la comunicación es un fenómeno bi-direccional, plural, exigente que se
construye a partir del reconocimiento del otro, en una interacción prolongada y
colectiva que permita poner en agenda todos los temas no como amenazas, si no
como espacios legítimos de reflexión. Para ello debemos retomar la pregunta que
se hace el pensador y dramaturgo Augusto Boal “¿Será que el diálogo existe? O
al contrario, aquello que pensamos como diálogo no pasa de ser dos monólogos
paralelos o cruzados?”, La experiencia de diálogo con estos jóvenes permite
responder que el diálogo es posible pero… ¿Estamos dispuestos y somos
capaces de cuestionar esa trama pre construida para levantar otros procesos
comunicacionales.

Solo por ilustrar lo dicho veamos cinco frases recogidas en el diálogo con
jóvenes privados de libertad y midamos en ellas el peso que tiene el lenguaje y la
comunicación en la configuración de su postura:

“ A los pobres los ven de otra manera, como si los ricos fueran más”

“Pa`mi si son todos iguales (los ricos) por que les pasas al lado y te miran así, por
que oyen como uno habla y te desprecian”

“Yo he vivido el estar en una fiesta y me miren mal por no estar bien vestido. “Ese
viene de un barrio”,

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“Casi todos los que estamos aquí estamos por que no somos nadie y nos tratan
como a un perro.”

“¿Que vamos hacer? hasta para tener una novia hay que vestirse bonito y tener
real.”

3.-.- Revisión de valores, rebeldía y resistencia en la situación de exclusión:

Sin embargo, simultáneamente al proceso de exclusión, surge en el grupo,


la necesidad de generar modos de identificación y pertenencia, creándose
entonces códigos que los contengan, de un lenguaje, de una cultura que aunque
en algunos casos se muestra carente, estigmatizada, fracturada o no funcional, los
incluye en colectivos. En la calle se habla de bandas, en la prisión de pabellones
donde se agrupan a partir de afinidades e intereses que responden a esa
particular realidad que implica: el resguardo de la vida, el resguardo del poder, el
resguardo de la dignidad, los vínculos anteriores, la historia de vida de cada uno.

Este proceso tiene un sentido profundo de resistencia que toma forma de


rebeldía pues saben que no es un vaso comunicante con los otros grupos
sociales, saben, con fundamento en su larga y concreta experiencia, que ni la
razón, ni las palabras han servido hasta ahora para eso, pues no es, una lógica ni
un lenguaje que los contemple (por la misma incapacidad sistémica de la que
hablábamos arriba) . En este proceso de conformación de grupos contraculturales
más que al enemigo, el comunicador esta llamado a ver a los verbos y los
símbolos perdidos y negados.

Cada grupo desarrolla sus códigos de comportamiento, de un modo tal que


sean muy claros para todos los otros grupos, y es a partir de esas diferencias y en
el reconocimiento de ellas que puede darse un espacio para la tolerancia, e
incluso cooperación entre los grupos. En ese plano ha sido muy importante
observar como buena parte del comportamiento trasgresor, incluso en algunos
casos el comportamiento violento que muestran algunos en muchos casos
obedece a acuerdos grupales de resistencia, de construir otros códigos distintos a
los del discurso dominante, estableciendo en sentido inverso, vale decir desde los
pobres y los excluidos, unos códigos, un lenguaje y una ética que reivindica su
historia y sus decisiones como grupo, sean concientes e inconcientes. En algunas
cosas formales no pasan de ser deformaciones de elementos de la cultura de
masas, pero haciendo uso del poder del receptor, estos mismos elementos son
usados para, desde su experiencia vital, desarrollar construcciones culturales que
les permitan comprender y afrontar su dura realidad, cuestionando los conceptos
de justicia, de legitimidad o no de la violencia, de propiedad privada, mostrando en
general una ética de grupo que responde a necesidades distintas a las de grupos
más favorecidos por el sistema.

El reconocimiento de los excluidos como actores legítimos, que


reaccionan, se alimentan y se alimentan desde su propia cultura es una necesidad
actual. Eso implica que el lenguaje y la sociedad no se entienda como un un

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continuo lineal y homogéneo, apegado a criterios parciales, sino una realidad rica
y compleja, donde las relaciones de poder son ambiguas y se pueden romper, y
donde los invisibles, aparezcan con su lenguaje, pues evidente que existe, que lo
usan y que transforman ese contexto que algunos creen estático.

Es ese sistemas de valores donde podemos identificar como a partir


de la crítica a las desigualdades sociales la resistencia aparece, vista por nosotros
como elementos contra culturales y muchas veces transgresoras, pero que
plantea evidentemente la necesidad de manejarse en otra lógica, defendiendo las
diferencias culturales para no pensar y no ser como el otro que no los reconoce,
vale decir como nosotros tomando entonces distancia de los grupos de clase
media, de la lógica del sistema educativo excluyente y dominante, de la lógica del
aparato de administración de justicia, de la lógica del mercado, de las políticas de
los cuerpos de seguridad del estado.

Es obvio que estas actitudes de resistencia no son automáticamente


transformadoras, muchas son en cambio, maneras muy violentas de hacerle el
juego al sistema, perpetuándolo y reafirmando sus valores materialistas,
individualista etc. Sin embargo, en muchos casos de una manera compleja
aparece la conciencia del excluido que se piensa como sujeto político
transformador, con injerencia en la realidad concreta que le rodea.

Ellos de mucho andar van llegando a lo que desde el punto de vista


sicoanalítico, se espera, que es el desarrollo de la capacidad de prescindir de esa
imagen que el otro te deja, a no ser la proyección y la sombra del otro. Esto a
tomado forma de síntesis, contenidos macerados de significación, muchas veces
tácitos, que les son propios y que responden a realidades, históricas, sociales,
económicas y espirituales que desconocemos y que por lo tanto no nombramos,
Tenemos una incapacidad estructural para producir los signos y los códigos de
experiencias que nos son desconocidas, es ese vacío lo nuestros jóvenes
muestran como contenidos no contemplados y que reclaman su espacio y su voz.

Frente a una semiótica inmóvil, reflejo de una sociedad que se quiere fijar,
la riqueza de lo social rompe esa rigidez, abriendo la puerta a la transformación. El
código no se produce de una manera univoca ni desde un sólo lugar, sino que las
subculturas también producen códigos, y "transforman" los códigos que llegan
desde arriba, los mediatizan y filtran, alterándolos, alumbrando la posibilidad de
una sociabilidad otra..

Para ellos el trabajo es arduo, ahora mismo muchos de nuestros jóvenes


transgresores se debaten entre ser una cultura en contra, ser una cultura al
margen o seguir siendo una cultura servil como sombra. La experiencia de este
programa nos da muestras de la aparición de grupos e individuos listos para
explicarnos, para denunciar, para entrar en procesos reales de diálogo, para
incorporarse al debate comunicacional. Que en definitiva es una urgencia
compartida.

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“Queremos poder lograr una mayor suma de inserción a la
sociedad de jóvenes con problemas de conducta y así
acabar con el problema de la delincuencia y de exclusión
social… Y demostrarle a la sociedad que nosotros no
nacimos para ser delincuentes sino que es culpa de la
misma sociedad y de las políticas que han planteado muchos
dirigentes, la sociedad también es parte de la
responsabilidad en la solución de los problemas de injusticia
social o sea que no solamente el peso de la problemática lo
lleva el poder si no que también nosotros como
comunidades somos tan responsables con esas cosas y de
integrarnos a esta lucha social y entiendan que para acabar
el problema de delincuencia necesitan es su participación o
sea la comunidad que se integre, no anden por allí
recriminando a las personas y que busquen mecanismos de
inserción. No encerrarlos en cuatro paredes, si no que se
sientan útiles, que le den valor al ser humano, no lo siguen
viendo como un objeto, ves? Eso es lo que más queremos
nosotros.”
El tren de la calle

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