Sunteți pe pagina 1din 8

LOS DRAGONES DEL EDÉN

CARL SAGAN
(1977)

ENSAYO POR: GARCÍA HERNÁNDEZ ANGEL ALBERTO


GRADO: 3º GRUPO III T/M

DOMINGO, 19 DE ABRIL DEL 2009.

No puedes convencer a un creyente


de nada porque sus creencias no
están basadas en evidencia, están
basadas en una enraizada necesidad
de creer. Carl Sagan.

Carl Edward Sagan (9 de noviembre de1934 — 20 de


diciembre de 1996): popular astrónomo y divulgador científico
de Estados Unidos.
En este ensayo he valorado únicamente las primeras cincuenta y cuatro
páginas de las doscientas cuarenta y dos que componen Los Dragones del
Edén, esto, por exigencia académica. Exigencia que agradezco mucho, pues
ensayar sobre la obra en conjunto, supone hacer en vez de un ensayo, otra
edición de la obra.
Quizá sea la intención del autor, tal vez la sensibilidad del lector… qué terrible
impacto produce ver la historia de la humanidad, que con tanto afán se adhiere
a la cultura, reducida a diez segundos.
Sólo un hombre familiarizado a los cálculos astronómicos puede dar
semejante perspectiva a la complejísima labor histórica de nuestra especie.
Mirar en el trino de un ave, en la duración de un rayo, en el intervalo de un
parpadeo, en el tiempo de un suspiro… mirar en lo ínfimo todo lo trascendental
que esta especie para bien y para mal ha logrado y ha perdido, en su
insignificante tránsito por este planeta.
Se requiere de humildad sin igual para contemplar las escasas décadas de la
propia vida en una fracción indefiniblemente pequeña de tiempo.
El libro tiene un poder especial de atracción, el lenguaje manejado por el
autor por poco exime al lector de toda investigación, el esfuerzo adicional de
definir todos los términos científicos es el culpable de ello. Y sin embargo, el
ávido de conocimiento, no podría o no debería conformarse con ello.
A mis manos llegó, antes que Los Dragones del Edén, otro libro más
voluminoso, y no menos interesante: Anatomía del deseo de Simon Andreae,
este es mi complemento de aquel. Mientras que el primero estudia la evolución
de la inteligencia humana; el segundo centra sus esfuerzos en el desarrollo de
la sexualidad en nuestra especie. Ambos cautivadores a su modo, y con
símiles. A mi gusto llegaron como dos piezas del complejísimo rompecabezas
que es estudiar al homo sapiens. Para Andreae, la evolución de la cultura y la
inteligencia, como para el pansexualismo de Freud, no son sino mecanismos
diseñados para la preservación de nuestra especie. El cerebro ha jugado un
papel esencial en lo antedicho: es el centro de la actividad intelectual y motora.
Para los dos autores el largo tiempo de crianza de la progenie es el sacrificio
que la naturaleza exige por dotar de habilidades sin igual al cachorro humano.
En las dos obras se habla sobre las transformaciones que la mano diseñadora
de la naturaleza ha efectuado sobre nuestro cuerpo: la posición erguida, el
canal de parto, el tamaño del cerebro y del cráneo; todo ello modelado para el
fin específico de hacer de nosotros, los humanos, los seres con mayor
capacidad de información y habilidades. Pareciera que la sabia naturaleza
adivinó que, siendo tan inteligentes, dejaríamos la reproducción a un lado,
como ocurre en las naciones más desarrolladas, para ello, hábilmente, se
crearon mecanismos de seducción tan sutiles y complejos como básicos, que
orgullosamente llamamos artes y ciencias.
No sintetizaré el conocimiento que derrama el libro, es imposible. Cada
párrafo exuda larga investigación y comprensión de lo escrito. Honor a Carl
Sagan, que siendo astrofísico se introdujo en los espinosos campos de la
biología, y por si fuera eso poco, mérito a su valentía por abordar uno de los
temas que mayor complejidad ofrecen: La inteligencia y el sistema nervioso.
Sagan era un hombre de ideas novedosas, aventurero y promotor inigualable
e incansable de la ciencia. Entre sus numerosos proyectos destacan aquellos
que fueron más allá de nuestro planeta:
El disco de oro: un disco de gramófono, que acompaña a las sondas
espaciales Voyager, lanzadas en1977 y que tardarán 74.500 años en alcanzar
las proximidades de la estrella más cercana a nuestro sistema solar. El disco
contiene los sonidos más representativos de la tierra, entre los cuales se
incluye EL cascabel, de Lorenzo Barcelata, interpretado por el mariachi de
México como representante de nuestro país.

La placa del Pioneer: La misión de las Pioneer era explorar los planetas
gigantes (Júpiter y Saturno) del sistema solar y también se les han instalado
placas inscritas con un mensaje simbólico informando a una posible civilización
extraterrestre, que pudiese interceptar las sondas, sobre el ser humano y su
lugar de procedencia, la Tierra: una especie de "mensaje en una botella"
interestelar.

El mensaje de Arecibo es un mensaje de radio enviado al espacio desde


el radiotelescopio de Arecibo el 16 de noviembre de 1974 para conmemorar la
remodelación del radiotelescopio. El
mensaje tenía una longitud de 1679 bits y fue
enviado en la dirección del cúmulo de estrellas
de M13. Contiene información sobre la
situación del Sistema Solar, de nuestro planeta y
del ser humano.

Ya con estos precedentes, podemos


vislumbrar el largo alcance de las ideas del
contemporáneo genio. Nos permite además,
visualizar su mayor inquietud: La vida e
inteligencia extraterrestre a la que dedicó tanto o
más esfuerzo que a la humana.
Al parecer, el libro no constituye el fin, sino el
medio de la investigación realizada: Se ahonda sobre el hombre no para
comprenderlo en sí, sino para atisbar cómo se desarrolla la inteligencia en el
universo. Puedo afirmar lo anterior al reflexionar sobre la frase: “El mundo es
viejísimo y el ser humano sumamente joven” (El calendario cósmico). Para
Sagan, vendrán nuevas formas de vida que hablarán y especularán como
nosotros sobre los dinosaurios y formas de vida anteriores. Debido a ello,
prefirió no ceder ante la tentación de ver la fastuosidad de la obra humana, y
contemplarla únicamente como una más en la larga lista de seres que en este
planeta han habitado y al cabo de algún tiempo, desaparecido.
Carl hizo lo que pocos: sacrificar la vanidad humana por la ciencia y la
esperanza.
Contó con lo que pocos individuos de sus características han disfrutado: El
reconocimiento en vida. No fue acusado por el dedo de mal juicio que señaló a
Galileo, Copérnico, Newton, entre otros… No, su obra fue incluso premiada, se
le concedió a Los Dragones del Edén el premio Pulitzer en 1978, a menos de
un año de haber salido a la venta al público con gran aceptación.
Este libro se consolida como pionero en temas de gran interés actual como la
Exobiología (estudio de las posibilidades de existencia de vida independiente
fuera de la Tierra o la búsqueda de vida extraterrestre como disciplina
científica), las neurociencias y la genética contemporánea.
El autor abre un abanico de posibilidades para maniobrar la estructura y la
historia de la humanidad en su conjunto. Deja un sabor agridulce su lectura, por
un lado, los números que expone son impresionantes, como muestra de ello:
Existen en el cerebro humano promedio diez mil millones de neuronas,
capaces de realizar cada una de ellas de mil a diez mil sinapsis, tal cantidad da
como resultado cien billones de bits de información en el cerebro, la cual viaja a
cien bits por segundo, siendo así que la velocidad de procesamiento de la
información es de quinientos bits por segundo. Dando en conjunto como
resultado (210)13 estados mentales. Lo anterior es la causa principal de la
imposibilidad de que existan dos seres humanos iguales. Nada hay en el
universo nada que equipare esas cantidades. Y por otro lado, la convicción de
que nuestro tránsito en la infinita historia del universo, y la larga vida del
planeta, es perecedero, prescindible, y casi intrascendental, contrario a las
convicciones filosóficas que producen paroxismo en el ego humano.
Sin duda alguna, para el buen lector, leer este tratado incrementa el
autoestima. Reconoce al autor, que la naturaleza se ha esmerado en nosotros
en lo más elemental: Un cromosoma tiene cinco mil millones de nucleótidos,
eso es veinte mil millones de bits de información, lo cual compara con cuatro
mil volúmenes de libros de quinientas páginas cada uno, de trescientas
palabras, cada cual compuesta de seis letras hechas con seis bits
individualmente; multiplicar lo mencionado por cuarenta y seis cromosomas
que tiene cada célula del cuerpo humano, y el resultado por el aproximado de
cincuenta a setenta y tres billones de células que tenemos en el cuerpo. Viendo
eso… ¿Quién no se sentiría orgulloso de ser humano?
Pero a Sagan no le basta con analizar la inteligencia humana… va más allá e
introduce en su obra comparaciones entre los diversos organismos existentes y
extintos; así como también los resultados en conducta de las capacidades
intelectuales, dejando entrever que nuestro refinado comportamiento es tan
rudimentario como el de cualquier otra especie. Somos tan grandes como lo es
una ardilla para otra. El orgullo humano es entonces autocomplaciente. La
premisa anterior también es tomada en cuenta por el citado autor, Andreae, que
asegura: El comportamiento humano sigue siendo primario y primitivo, pero
maquillado de acuerdo a los convencionalismos de la época. Lo que llamamos
evolución cambia de concepto cuando nos percatamos de que en nuestro
organismo conservamos cicatrices de nuestro humilde origen, y por si fuera
poco, somos perfectamente comparables con el resto de los organismos
actuales y anteriores que, como nosotros han tenido a este planeta tan peculiar
como hogar. Pienso, que de haber tenido lo antedicho como himno, el hombre
habría comprendido tiempo atrás que la Tierra no es una herencia de nuestros
padres, sino un préstamo de nuestros hijos. Carl, sí lo supuso así: sus
investigaciones realizadas a la atmósfera de Venus le permitió prever los
efectos del cambio climático provocado por el CO2 y el peligro de un invierno
nuclear en nuestro planeta.
Me atrevo a suponer que el afán de Sagan por estudiar la vida extraterrestre
quizás se deba a localizar formas de inteligencia más evolucionadas, y como
consecuencia más antiguas, que pudieran dar testimonio de su experiencia y
sus tropiezos, de sus hitos y desgracias, y así, convencer al orgulloso ser
humano envuelto en el consumo de que el costo de nuestra existencia ya es
insostenible para el planeta. Pese al escepticismo y ateísmo del que presumía,
fue un hombre de gran esperanza y fe no depositada en un dios, sino en una
humanidad más humanizada.
Mi mente no alcanza a imaginar el caudal de ideas y esperanzas que a Carl
Sagan llegaban con echar un vistazo al cielo o mirar de reojo el planeta. Una
pizca de esas perspectivas quedó plasmada en su invaluable serie Cosmos, un
viaje personal, que cuenta con versión escrita y en video.
Adjetivos faltan para describir al brillante Carl Edward Sagan, que nació un 9
de Noviembre de 1934 en Brooklyn, Nueva York, EUA; y cuyo deceso sucedió
el 20 de Diciembre de 1996 en Seattle, Washington, EUA.

Hombre de gran sensibilidad, que dejó plasmada en su conmovedor libro: Un


punto azul pálido, interpretación de la fotografía homónima de la Tierra tomada
por la nave espacial Voyager1 a una distancia de 6.000 millones de kilómetros.
En 2001 fue seleccionada por Space.com como una de las mejores diez fotos
científicas del espacio de la Historia. Muestra la Tierra como una mota de luz
casi imperceptible por el fulgor del Sol. La foto fue tomada el 14 de
febrero de 1990, seis años antes de la muerte de Sagan, así, Un punto azul
pálido se convierte en uno de los últimos testimonios que este hombre dejó a la
humanidad y en el cual vertió, con la experiencia de los años, su sentir. Los
comentarios de Sagan sobre esa histórica foto fueron los siguientes:

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso


es nosotros. En él se encuentra todo aquel que
amas, todo aquel que conoces, todo aquel del
que has oído hablar, cada ser humano que
existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra
alegría y sufrimiento, miles de confiadas
religiones, ideologías y doctrinas económicas,
cada cazador y recolector, cada héroe y
cobarde, cada creador y destructor de la
civilización, cada rey y cada campesino, cada
(Fotografía: un punto azul pálido, 1990) joven
pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador,
cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder
supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una
mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los
ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y
triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto.
Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de
ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente
de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio.
Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una
posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad


cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la
ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún
otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar.
Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde
tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de
carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos
que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra
responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el
pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.
Este fragmento de Un punto azul pálido, muestra explícitamente su desilusión
del género humano que no ha llegado a la perfección con la que Sagan
suponía a especies superiores, más antiguas y sabias que nosotros, que nos
encaminamos sin frenos a la autodestrucción.
Me uno a su plegaria de que el homo sapiens entienda que el equilibrio de la
vida es tan frágil como la justicia, de que estamos lejos de ser jueces y
legisladores sobre lo existente, de que estamos aquí, únicamente como un
medio para que el cosmos se conozca así mismo, que distamos tanto de la
perfección como del autoconocimiento y autocontrol, y de que el tiempo se nos
agota al ritmo que se extingue la esperanza de un futuro mejor.
Gracias Carl Edward Sagan, por dejar tras de tu vida, una estela más brillante
que la de un cometa y el registro de tu mente tan brillante como el sol, cuyos
alcanes sólo el Cosmos puede entender.

BIBLIOGRAFÍA Y CIBERGRAFÍA
1.- SAGAN Carl, Los Dragones del Edén. Ed.: Crítica, 1997.
2.- ANDREAE Simon, Anatomía del Deseo. Ed.: BMI, 2004.
3.- http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Sagan
4.- http://es.wikipedia.org/wiki/Placa_de_la_Pioneer
5.- http://es.wikipedia.org/wiki/Disco_de_oro_de_las_Voyager
6.- http://es.wikipedia.org/wiki/Mensaje_de_Arecibo
7.- http://es.wikipedia.org/wiki/Un_punto_azul_pálido

S-ar putea să vă placă și