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NACHO VEGAS
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Notas sobre las canciones, parte 1ª
Tres días más tarde regresé a Gijón en autobús, y recuerdo ir todo el viaje escuchando
a los Kinks, creo que el Kontroversy sobre todo, y llegar a casa tarareando la melodía
de esta canción de la que, por si alguien lo había olvidado, me disponía a hablar.
Autoayuda
Es la otra cara de la versión que aparece en el epé que antecede al álbum, aquí más
violenta y con una instrumentación más obsesiva. En un principio, y para seguir con la
racha de títulos autorreferenciales en mis discos, se iba a llamar "N. V. por una justicia
cósmica", pero ocurrió algo que me hizo cambiar de parecer con el fin de evitar futuros
malentendidos. Xel Pereda (miembro de Las Esferas Invisibles, le guste a él o no)
recibió una llamada de la A.I.E. (Asociación de Intérpretes y Ejecutantes), en la que una
señorita le pedía amablemente que le indicara en qué canciones de mis discos
participa con el objeto de actualizar convenientemente los archivos de la asociación. Así
que la eficiente administrativa le va enumerando títulos a Xel y, al llegar a al corte
segundo de Cajas de música difíciles de parar –"N. V. por la paz mundial"- ella, con voz
firme y asexuada suelta: "Nacional cinco por la paz mundial", y se queda tan ancha.
Tras semejante muestra científica de pensamiento lógico, he de confesar que ardo en
deseos de conocer a esta señorita y que no descarto la posibilidad de enamorarme de
ella.
Yo compartía piso con Jairo, mi amigo y bajista de Las Esferas Invisibles, hasta
principios del pasado verano, cuando me mudé a otro apartamento en el centro de
Gijón. Me encontraba charlando con él y Elena, su novia, poco antes de la mudanza, y
les pregunté acerca de sus intenciones ahora que yo me iba del antiguo piso. Les dije
"¿Tenéis algún plan?", a lo que Jairo, encogiéndose de hombros, respondió como si
fuera una obviedad: "Sobrevivir." Aquella tarde me quedé pensando en su respuesta
por unos momentos, y llegué a la conclusión de que no había plan más ambicioso hoy
en día que aquel que Jairo había manifestado su intención de llevar a cabo. Y con eso
en la cabeza, empecé a escribir esta canción.
PARTE 2ª
El último baile
Iker, guitarrista y pianista de la banda, vivía hasta hace unos años cerca del barrio
gijonés de El Llano. Los fines de semana, cuando regresaba a casa después de salir
por la zona antigua, tenía que atravesar lo que solía llamarse "la calle de las putas". A
día de hoy, con la ubicación de un Carrefour en la zona, se han construido nuevos
bloques de edificios y las antiguas tiendas de comestibles han sido sustituidas por
comercios más modernos, y parece que las putas y los traficantes de "tranquis" lo
tienen crudo. Para que os hagáis una idea de cómo eran las lumis de aquellas calles,
cuando yo era más jovenzuelo e iba al cole, llamábamos a una la "gorda desdentada"
(uno que era mayor que nosotros nos juró que se la había chupado por cien pesetas) y
a otra –la más veterana- el "coño revenido". Éramos todo candor infantil. El caso es que
entre las putas de la calle, a Iker no se le pasó por alto la aparición, una buena noche,
de una chica negra que, según él, era idéntica a Naomi Campbell. Él la veía haciendo
la calle, noche tras noche, y llegó a observar una suerte de delicadeza, una expresión
atemorizada y frágil en su rostro. Iker estaba seguro de que se trataba de una chica
sensible y de que su lugar no era la calle. Estaba convencido de que él podía ayudarla,
y de que ella agradecería que se le acercara un muchacho joven y bien parecido, harta
como estaría de tanto vejestorio impresentable. Así pues, una madrugada que volvía de
tomar unas copas la avistó al otro lado de la calle, hizo acopio de fuerzas y se le
apróximo con intención de dirigirle la palabra, dispuesto a escuchar el sonido
armonioso y con acento de algún lugar exótico de la voz de la prostituta. Ésta fue la
conversación, breve pero intensa, que mantuvieron:
Iker: Oye…
Naomi: ¿Chupá o follá?
Iker: No, yo…
Naomi: ¿Chupá o follá?
Iker: …
Naomi: ¡A tomá pol culo!
Y Naomi se alejó calle arriba, e Iker comprendió aquella noche que a uno no le dejan
ser romántico en este mundo. Y esta canción, como tantas otras, va de eso, de la
pérdida de la inocencia, o de cómo Pretty Woman le ha hecho mucho daño a nuestra
generación. O de algo parecido.
Hablando de Marlén
Esta canción comenzó pretendiendo ser otra. En el Gijón de los años 70, en el entoces
canalla barrio de Cimavilla, vivía un célebre travesti llamado Rambal. Era conocido en
toda la ciudad, y muy querido entre los vecinos del barrio. Fue asesinado en extrañas
circunstancias que la policía no logró desentrañar, así que el caso fue archivado. Se
rumorea que el asesino fue el hijo de un concejal de Avilés y que el asunto se tapó para
evitar el escándalo. Sea como fuere, todos los padres y abuelos de mi generación, los
nacidos en los 70, recuerdan lo de Rambal. Gijón no es como Madrid; aquí casi nunca
pasa nada, y un asesinato siempre es muy comentado. No obstante, no deja de ser
curioso que éste perviva en la memoria colectiva después de treinta años. El asunto
me empezó a interesar de un modo especial cuando leí una entrevista a un comisario
de policía de Gijón que se jubilaba. Preguntado por el "caso Rambal" él evadía la
respuesta diciendo que nunca se encontraron pruebas, pero eso no es lo que se dice
por ahí. La casualidad quiso que, comentando esto con el grupo, supimos que la tía de
Iker, ya fallecida, había criado a Rambal. Mi interés está tornando obsesión, así que
tengo pendiente una canción. Como aún no tenía información suficiente, el personaje
de ésta, que iba a ser Rambal, se fue transformando en otro. Pero la canción de
Rambal está en el aire, lo sé, y yo sólo tengo que atraparla un día.
Perdimos el control
Amparo es el nombre real de alguien que se coló en esta canción. Ella no era guapa;
de hecho era horrorosa, sólo que en algún momento de su vida debió de ser guapa.
Los taxistas no nos querían acercar hasta Mislata, en Valencia, cuando la veían, así
que, como era pequeña, me tuve que poner delante de ella, tapándola, y parar yo al taxi.
Mislata es a Valencia lo que El Polvorín a Las Palmas o Las Barraquillas a Madrid. En
un sitio son los negros; en otro los gitanos. En las Barranquillas hay muchos
cadáveres andantes, como Amparo, que algún día fueron seres vivos. En Las
Barranquillas una gitana canta : "Coca buena / Para base, para vena". En las
Barranquillas hay una chabola que hace las veces de tienda, donde venden litronas y
cartones de Don Simón (no pidas botellas de vino). En la puerta hay un cartel que, en
letras grandes escritas a bolígrafo, reza: "No entrar sin camiseta".
En su génesis, esta canción fue otra, y se la había escrito a Luz Casal. Pero Luz no
llegó a oírla (mi editorial de aquel entonces era BMG, y me dijeron que la Casal
buscaba repertorio para su nuevo álbum, así que quise mostrársela con intenciones
alimenticias. Para BMG no resultó lo suficientemente comercial para que siquiera
llegara a oídos de la cantante. Es una pena, por que yo creo que le hubiera ido de
perlas. He de confesar que siempre me gustan los singles que escucho de Luz Casal.
Al final, reescribí la canción y así aparece en el álbum).
Ocho y medio