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Por ello, al celebrar el Día del Niño (a), es importante que los adultos nos
comprometamos a brindarles ambientes óptimos donde puedan desarrollar
todas sus potencialidades y aptitudes físicas, intelectuales y emotivas, ya que
son seres únicos, candorosos y creativos que necesitan de las manos sabias y
cariñosas de los padres y maestros para encausar adecuadamente en la
consecución de sus metas, ya que desde el medio ambiente en que viven les
llegan modelos y estímulos que influyen en el comportamiento infantil, siendo
éste el resultado de la historia vivida por el niño.
Debemos además protegerlos y cuidarlos de todos los peligros que existen en
nuestra sociedad (delincuencia, drogas, abandono, etc.) y cumplir a cabalidad
con sus derechos, especialmente al amor y cuidado de sus padres, a la salud y
a la educación.
Juguemos con ellos, cantemos con ellos, leamos con ellos, hagamos muchas
cosas juntos, sólo así tendremos niños (as) felices.
Los niños deben ser nuestro mayor empeño, nuestra fuente de inspiración,
cuidemos su alma y su mente, mostrémosles el camino del amor, la justicia y la
paz, caminemos de su mano hacia el futuro, que esperamos sea más justo y
digno para todos.
Elevemos una oración a Dios por los niños sin amor, enfermos, con hambre, sin
techo y por los que divagan solos por el mundo para que pronto encuentren
una mano solidaria que alivie en algo sus males y puedan sonreír.
En este día especial, abrace a su niño (a), dígale que lo ama y regálele miles
de besos, a cambio recibirá una mirada de amor y una sonrisa que alumbrará
su vida.