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GOCE
3. El sujeto de Foucault
4. El sujeto de la postmodernidad
5. El sujeto excluido
2
INSTALACIÓN DEL DESEO EN EL SUJETO
INVENCIÓN DEL DESEO, EXCLUSIÓN Y SATISFACCIÓN DEL GOCE
Este trabajo es una reflexión sobre algún alcance y significación de las nuevas
dimensiones en las que puede situarse ese nuevo sujeto, sometido como se encuentra
a las tendencias hacia su pulverización por la tecnología, por la biopolítica, por las
ciencias médicas y por las industrias de la cibernética y de la comunicación, ya sea
en la forma del quebrantamiento de la discontinuidad entre la naturaleza y su
organismo, como la de su organismo y las máquinas. Una reflexión también sobre el
modo en el que lo afectan la diversidad de intereses económicos cuyo propósito es
intervenirlo para hacer de su cuerpo, de su carne y de su voluntad, parte de las
1
Fredric Jameson indica que la postmodernidad puede ser mejor concebida como una
dominante cultural, antes que como un estilo, y que esta perspectiva permite la presencia y
coexistencia de un abanico de rasgos muy diferentes aunque subordinados unos a otros. Ver “La
lógica cultural del capitalismo tardío”, en su Teoría de la Postmodernidad, editorial Trotta, tercera
edición, 2001, Madrid; p. 26.
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corporaciones que tienen como misión monopolizar el mundo. El cuerpo, en la
cultura de la postmodernidad y en el desarrollo del capitalismo tardío, aparece como
una entidad culturalmente construible y orgánicamente manufacturable (por lo tanto,
también simbólicamente producible, alienable y apropiable por terceros, lo Otro, la
cultura o la economía), ciertamente, pero cabe advertir que, paralelamente, a la
aceleración con que se producen los cambios y las megatendencias en el desarrollo
global de la humanidad, no parece existir correspondencia con otros sucesos que
afectan a quienes, a nivel local, están a la zaga de la globalización, del capitalismo
multinacional y del discurso hegemónico de la postmodernidad, o de la cibercultura.
Parecería que la esfera de los altos desarrollos tecnológicos formara parte de la
experiencia de vida sólo de una parte de la población, la misma que es dirigida a
replicar y acumular el consumo de dicha tecnología, mientras que otra parte del
planeta es totalmente permeable y marginal frente a las nuevas pautas de crecimiento
del sistema económico y científico mundial.
La pregunta es, entonces, qué tan conveniente y políticamente sustentables son los
desarrollos de la tecnología de las comunicaciones o de la genética, por ejemplo, en
un mundo en el que países próximos, en la propia Latinoamérica, cuentan con
niveles de desigualdad socio-económicos asombrosos. Considerando que el gobierno
no tiene justificación ética sin el consentimiento de los gobernados, ¿es previsible
que, en un escenario en el que los déficits de atención a necesidades mínimas de la
población, el capitalismo de la postmodernidad y de la cibercultura no incluya ni
prevea entre las características que definen su hegemonía cultural la atención de
necesidades vitales ni las expectativas generales no cubiertas de la población que
menos acceso tiene a los recursos ni al capital ni a la cultura? ¿Bastará para hacerse
cargo de ese sector insuficientemente cubierto por el sistema económico con resaltar
la necesaria indefinición del carácter incierto de la pluralidad de racionalidades, el
carácter fragmentario del sujeto, la cultura de la diferencia y de la diversidad, o la
inasibilidad del self que tipifica a este período histórico? ¿Bastará con apelar a la
tolerancia democrática con la diversidad y con el movimiento eterno del caos?
Estas preguntas nos llevan a otra importante interrogante: ¿de qué medios prácticos,
políticos y tecnológicos se vale el capitalismo tardío para asegurar la reproducción de
su propio sistema, qué consecuencias pudiera tener el conjunto de dichos medios en
el proceso de construcción de la subjetividad de quienes viven bajo ese régimen, y
qué corresponde hacer hoy para tomar o participar en alguna forma en la definición
de la dirección y sentido del destino? ¿Qué medios son de los que se valen las nuevas
relaciones económicas y sociales hegemónicas en el contexto global para constituir
un poder político en el que se enganche el sujeto de la postmodernidad, de la
cibercultura, del new age, pero también el sujeto ése al que ese mismo sistema le
desconoce mínimos existenciales y de subsistencia?
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pregunta relativa a la pregunta práctica de qué hacer y cómo hacerse cargo no
solamente de la demanda desatendida de ese sector de la población que llega a
constituir el 50 por ciento de la población en situación de pobreza, sino igualmente
de toda la población que en condiciones material y comparativamente mejores de
existencia padece de manera directa los efectos (en casos próximos a la alienación)
de su acoplamiento directo al sistema productivo del capital y de la cultura,
probablemente la ausencia de alternativas eficaces y prácticas qué plantear no
merezca ningún reconocimiento, aunque no por ello deje de resultar pertinente dejar
expuestos algunos de los extremos qué considerar con el propósito de acercarnos a la
comprensión y absolución efectiva de esta espinosa interrogante. En cualquier caso,
el objetivo mínimo de estas reflexiones es dejar expuestos algunos de los extremos
que importan el proceso de inserción de la subjetividad en el modo postmoderno de
producción, el mismo que supone la interacción entre el sistema productivo y el
cuerpo, dentro del concepto que Foucault llamó la producción biopolítica, como
disciplina que constituye el saber del cuerpo como especie, uno de cuyos propósitos
es invadir la vida enteramente por el poder (2).
Ver su Historia de la Sexualidad, (ed. Siglo XXI, 2002, p. 169). Este concepto va asociado al
de anatomopolítica del cuerpo, que está referido al saber del cuerpo humano, al que se pretende
reducir a la docilidad. La biopolítica del cuerpo tiene que ver con la proliferación, los nacimientos y
la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que
pueden hacerlos variar; todos esos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y
controles reguladores.
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de entorno en el que ellos aparecen. La presentación del entorno importa la
postulación simultánea del procedimiento que lleva a la hegemonía al emergente
sistema postmoderno de producción que viene a tipificar las formas recientes del
régimen capitalista, llamado capitalismo multinacional, capitalismo monopólico o
capitalismo tardío. Este régimen se caracteriza por la capacidad intensa de penetrar la
subjetividad, la voluntad y los cuerpos de los sujetos mediante una tecnología de las
comunicaciones y de los signos que reconoce y potencia la valoración de símbolos o
marcas culturales como medio eficaz para apropiarse del sujeto. El sujeto que se crea
un repertorio y un mundo de imágenes valiosas cuya adquisición le resultará
económica no menos que ontológica y existencialmente indispensable para construir
los sentidos de su vida. Este sujeto, objeto de su entorno, instrumentará, en beneficio
de la imagen con la que el mismo entorno se apropia de su ser, intenciones y
voluntades en su conciencia a fin de reproducir el sistema en cuya cadena
significante se eslabona.
El control del placer significará que uno de los motivos o deseos, el colectivo o el
privado, será desplazado. Habrá, por consiguiente, un deseo reprimido y otro
afirmado. Los dos no pueden afirmarse con simetría de fuerzas consecutivamente. La
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represión del deseo vencido le ahorrará displacer al individuo (3). Olvidar el deseo
desalojado facilitará el cumplimiento de las exigencias que vienen con el deseo
escogido. Este proceso de preferir y de reprimir, es importante dejarlo manifestado,
no es un proceso consciente. La represión tiene un componente inconsciente que pasa
desapercibido para el individuo. No le es posible representarse con consciencia y
claridad el proceso de desplazamiento ni tiene consciencia de la represión del deseo
desplazado. Sólo le queda la sensación placentera de haber conseguido, en mayor o
menor grado, disipar o preterir el conflicto y ambivalencia en la que se encontró.
Será el temor al displacer causado por el conflicto entre lo que el sujeto prefiere
retener como parte de su identidad, de su pertenencia, de su goce, lo que caracterice
el polo contrario. El temor, como opuesto al deseo, tiene un rasgo de distinción
pertinente. Es el rasgo o función que tipifica una actitud expectaticia de signo
contrario. En tanto que el deseo manifiesta una actitud expectaticia tipificable como
eufórica en la medida que el sujeto se sitúa ante un futuro bienestar que promete el
poder; el temor expresa una actitud expectaticia de carácter disfórico, esto es, una
espera o expectativa de falta o malestar, de pérdida o carencia, si es que se opta por
no retener ni negar el propio goce.
El agente acepta su condición de subordinación a partir del menor poder que tiene y
se inviste de un poder para insertarse en la cadena social. El sujeto social así
construido engancha en el discurso. Le da con su identidad un significado vivo al
significante en el discurso del poder (4). La esfera simbólica lo captura y tomado que
es por la cadena significante encuentra su identidad. La identidad que consiguió
La represión es un proceso interno que evita el malestar que aparece con la afirmación de uno
de los deseos, y que evita también el malestar del conflicto o ambivalencia interna. Según Freud la
aceptación de la moción de deseo inconciliable, o la persistencia del conflicto, habrían provocado un
alto grado de displacer; este displacer era ahorrado por la represión, que de esa manera probaba ser
uno de los dispositivos protectores de la personalidad anímica (loc. cit., p. 21). Si la personalidad del
individuo no consiguiera expulsar fuera de la conciencia y reprimir el deseo inconciliado, ni el
conflicto, este fracaso anímico daría lugar a trastornos como la neurosis o la histeria.
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El significante en el discurso del poder tiene el carácter de la pulsión que imprime el Otro, el
universo simbólico. El mensaje que quiere ser poseído por el individuo. El significante es la reserva
de sentido en la que el individuo puede encontrar sentido, es decir, su propio goce. El sentido, sin
embargo de que aparece a través de la cadena significante, no se somete a ningún significante. Esto
lleva a Miller, discípulo de Lacan, a afirmar que el sentido es el objeto perdido del lenguaje y que el
sentido no está arrinconado por ningún significante, no se inscribe en ningún significante. Que el
sentido fugue sería, así, inherente a la estructura del sentido (ver Lo Real y el Sentido, de Jacques
Allain Miller, Colección Diva, 2003; en especial el capítulo “La fuga del sentido”, p. 19)
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imponerle la esfera simbólica en la que el sujeto se siente valioso. Él mismo
convalida el sentido social de la cadena hegemónica del poder.
Cuadro N° 1
/desear/ ⇔ /temer/
Con la finalidad de explicar las diversas posibilidades del sujeto ante este núcleo
respecto del cual deber afirmar su proceso de subjetivación, es decir la normalización
o modelación de su condición como sujeto, conviene aclarar o graficar
esquemáticamente las alternativas de acción que se le presentan desde la perspectiva
de la significación o sentido que pueda tener para él y que le representen una
preferencia sobre las demás, de manera tal que frente a la acción que realice pueda
resultar un estado para su preferencia, según que asuma y se una de un modo u otro
con sus opciones.
8
desde el poder y que termina en la represión, que es a lo que se reduce a quien no
teme ni desea el edificio social que imagina el poder.
Cuadro N° 2
poder
identidad exclusión
represión
Acción y estado, son dos situaciones diferentes. La acción puede ser instantánea o
continuada y se realiza en uno o varios puntos en el tiempo. El estado es la
evaluación que realiza quien califica la acción del sujeto, como agente social de la
realización. En este caso, el sujeto calificante del agente es quien ya está en una
situación hegemónica de poder y saber y quien puede, además, otorgar u ofrecer
compartir esta posición mediante el reconocimiento del agente.
Cuadro N° 3
ESTADOS DEL SUJETO
temer + desear = poder
no temer + no desear = represión
no temer + desear = identidad
temer + no desear = exclusión
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Los estados en los que puede encontrarse el sujeto ante una situación hegemónica
son, como se ve, los estados de poder, represión, identidad o exclusión. Este cuadro
puede graficarse del siguiente modo:
Cuadro N° 4
/poder/
d t
/desear/ /temer/
/identidad/ /exclusión/
_ _
t d
/no temer/ /no desear/
/represión/
Puede advertirse, además, que el cuadro de acciones y estados a partir de este núcleo
de suposiciones recíprocas entre el deseo y el temor, es posible que la acción del
sujeto aparezca de una manera manifiesta o explícita (externa), o de una manera
latente o implícita (interior). Si la acción es realizada por el sujeto, afirmativa (temer
y desear) o negativamente (no temer o no desear), cabe una evaluación de tal acción
a partir del estado que ella genera en el sujeto. Estos estados pueden ser de poder, de
represión, de identidad o de exclusión.
Cuadro N° 5
10
En el marco de la diversidad de acciones y estados frente a los que puede estar el
sujeto, cabe revisar los tipos de sujeto que se registran en la sociedad de la
cibercultura y en la postmodernidad de la economía del capitalismo tardío, con la
finalidad de que pueda detectarse con mayor precisión el proceso de subjetivación o
normalización propio de cada uno de los distintos sujetos.
3. EL SUJETO DE FOUCAULT
En tanto que con el primer Foucault es posible describir los rasgos del sujeto
moderno instalado en la sociedad capitalista que va desde el siglo XVIII hasta
mediados del siglo XX, y por lo tanto se trataría del mismo sujeto moderno,
racionalista y maximizador, enganchado a los patrones de la sociedad y del Estado
burgués, cuya ideología es la del individualismo liberal, el segundo sujeto de
Foucault es el sujeto tradicional y clásico cuyos valores subsisten más allá del
proyecto moderno que lo autonomiza de su comunidad y de los valores permanentes
de la antigüedad. El sujeto a que se refiere este acápite es el sujeto del individualismo
liberal que, sin embargo, constituye el propio régimen capitalista que lo presupone
para que la economía de mercado prospere, para que el sistema de producción se
expanda, y para que el Estado construya, a sus expensas, su soberanía.
11
¿Qué es el sujeto? Cuando Nietzsche se hace esta pregunta tenía en mente la
pregunta sobre la posibilidad de la objetividad en el conocimiento y la concepción
positivista que afirma la objetividad de los hechos. Y contra esa objetividad y contra
los hechos Nietzsche respondía no, hechos precisamente no los hay, lo que hay es
interpretaciones. No conocemos ningún hecho en sí: quizá es un absurdo pretender
semejante cosa. “Todo es subjetivo”, se lo digo yo; pero ya esto es interpretación. El
“sujeto” no es nada dado, sino algo añadido, imaginado, algo que se esconde
detrás. Y continúa Sujeto: ésta es la terminología de nuestra creencia en una unidad
entre todos los diferentes momentos de un sentimiento de realidad superior (...).
“Sujeto”, ésta es la ficción que querría hacernos creer que muchos estados similares
son en nosotros el efecto de un mismo “substratum”; pero somos nosotros los que
hemos creado la analogía entre estos diferentes estados (7). En buena cuenta, no hay
hechos. No hay sujeto. El sujeto es una construcción, no una entidad en sí misma,
acabada, terminada. Hay diversidad de experiencias, fenómenos y percepciones, y no
hay una esencia que permanezca.
Cada uno construye su unidad sin que ella exista en sí. El sujeto, conforme a
Nietzsche, es una noción construida por cada individuo. La unidad no es inherente a
cada quien. Es modelada. La diversidad se rehusa a la unidad. La realidad se resiste a
ser simbolizada detrás de la noción de un sujeto único que le de continuidad a la
diversidad. No hay nada ni nadie que sea idéntico a sí mismo. Todo es mudable. No
hay en realidad esencia ni semejanzas entre sujetos, ni entre especies (8). El sujeto,
así, sería el lugar de tránsito de las diversas instancias entre las que pretende
mantener continuidad un Yo. Un árbitro entre los impulsos del deseo y del goce, y lo
Otro con sus símbolos y su cadena significante.
Nietzsche; La Voluntad de Dominio, ed. Aguilar, 1947, pp. 308, 310. Siguiendo a Nietzsche,
Foucault igualmente afirmaba su separación frente al positivismo, expresando que yo no soy en
absoluto de esa especie de filósofos que tiene o quiere tener un discurso de verdad sobre cualquier
ciencia. Dictar la ley en toda ciencia, es el proyecto positivista (ob. cit., p. 113). De este modo insiste
en su método como uno fundamentalmente aproximativo, y se aparta de la pretensión causal de la
ciencia positiva.
8
Señala Nietzsche que el principio de identidad tiene como fondo la apariencia de que hay
cosas iguales (...) La idea de “individuo” y la idea de “especie” son igualmente falsas y sólo
aparentes (ob.cit., pp. 324-325)
12
El sujeto foucaultiano de la sociedad de masas, de la sociedad disciplinaria, es
resultado de una construcción. Este sujeto es un sujeto representado. Su existencia
tiene carácter geométrico; es la suya una naturaleza con una idealidad análoga a la de
los símbolos matemáticos. La condición de sujeto es presunta y asignada. No innata.
El sujeto es resultado de una sucesión y una pluralidad discontinua de actos. En cada
acto se decide la subjetividad. Foucault, en esta misma lógica, presenta el deseo
como motivo de afirmación del sujeto. El deseo hace y construye al sujeto. Pero el
deseo no es siempre un bien accesible. Si existe un deseo que construye socialmente
al sujeto, cabe que al mismo individuo se le aparezcan otros deseos con los que no se
de lo social de esa construcción. Es decir ante el deseo de reconocimiento social del
sujeto cabe que el mismo individuo advierta otros deseos, o motivos (intereses
económicos, culturales, éticos, estéticos, etc.), frente a los que su aceptación social
resulte menos placentera. La exigencia de adaptación al papel social que se le
propone puede, efectivamente, equivaler a un costo anímico más alto que el que está
preparado o que preferiría pagar (9).
4. EL SUJETO DE LA POSTMODERNIDAD
13
Las tendencias culturales hacen referencia al sujeto fragmentado (10) y descentrado,
que reemplaza al sujeto autónomo del individualismo monádico o liberal, amo de la
creación y dueño de la tierra, dueño de un estilo personal inconfundible y de un
destino privado y exclusivo. Este nuevo sujeto, dependiente y escindido, pero a la
vez sobredeterminado por la cultura, por la cadena significante del lenguaje, aparece
en medio de los desarrollos científicos y tecnológicos favorecidos por el mismo tipo
de visión secular y cósmica del mundo que permitió la separación entre la fe y la
religión, la teología de la filosofía, emancipando al hombre y reemplazando la
trascendencia divina por el antropocentrismo del sujeto racional y liberal, pero,
además, macho, es decir regido por la ley del falo en una sociedad, por lo tanto,
falocéntrica, una sociedad dominada por el Nombre del Padre y sus metáforas o
agentes funcionalmente paternos (11).
10
El sujeto fragmentado puede ser concebido como el sujeto que en el proceso de construcción
de sí mismo advierte una ruptura en el reconocimiento de sí mismo entre su cuerpo y la imagen de su
cuerpo (ruptura entre el mundo imaginario y el mundo real). Es decir, advierte que la imagen de sí no
corresponde a la realidad de su propio cuerpo. No hay continuidad entre cuerpo e imagen de sí. El
sujeto fragmentado es el sujeto en el que se da la conciencia de la falta, tanto por la
sobredeterminación que ejercita sobre él el mundo simbólico de la cultura (superyó), como por la
distancia entre la imagen reconocida y el cuerpo del que se forma la imagen. Pero además, este sujeto
fragmentado es el sujeto cuyo Yo carece también de continuidad y debe rearmarse y reparar la ruptura
entre sus impulsos y lo Otro. El yo de ese sujeto fragmentado, por eso, es un yo carente de piel. La
envoltura de su identidad muta y se adapta en tensión entre el impulso y el deseo de afirmar el propio
goce, de un lado, y el imperativo del universo simbólico al que necesita acoplarse, adaptarse y
engancharse para que su existencia no sea privada de sentido y reconocimiento.
11
Otra vez Frederic Jameson recuerda que ante la cuestión de la muerte del sujeto individual de
la ideología liberal las teoría desarrolladas dentro de la postmodernidad hay dos posiciones. La
primera se contenta con decir que sí, que en otro tiempo, en la era clásica del capitalismo
competitivo, en el apogeo de la familia nuclear y la emergencia de la burguesía com la base social
hegemónica, existía el individualismo, así como sujetos individuales (...) Hay luego una segunda
postura, la más radical de las dos, que podríamos llamar la posición postestructuralista, la cual
añade: no sólo el sujeto burgués es cosa del pasado, sino que también es un mito. En primer lugar,
nunca ha existido realmente; jamás ha habido sujetos autónomos de ese tipo. Más bien se trata de
una mera mistificación filosófica y cultural que trataba de persuadir a la gente de que “tenían”
sujetos individuales y poseían esta identidad personal única. Ver su artículo «Postmodernismo y
sociedad de consumo», en La Posmodernidad, edición de Hal Foster, ed. Kairós, Barcelona, cuarta
edición, 1998; pp. 170-171.
12
Habermas dice, a contra pelo de esta comprensión del período actual que en vez de
abandonar la modernidad y su proyecto como causa perdida, deberíamos aprender de los errores de
esos programas extravagantes que han tratado de negar la modernidad (ver su «La modernidad, un
proyecto incompleto», en La Posmodernidad, edición de Hal Foster, ed. Kairós, Barcelona, cuarta
edición, 1998; p. 32). Se cuenta por tanto entre quienes frente a los retos y dilemas de la
postmodernidad prefiere no abandonar el proyecto original de la Ilustración y la causa de la
modernidad, no obstante la postulación del fin y agotamiento de ese proyecto del espíritu moderno.
14
fuerzas de la naturaleza, no obstante la capacidad de aislamiento lograda en su
vestido y vivienda; y el acceso a las promesas de salud y de longevidad con que le
permite ilusionarse la nueva biomedicina no arraiga lo suficiente como para dejar
tranquila su conciencia de temporalidad y de muerte inminente, próxima o lejana,
pero cierta, no obstante la sospecha de que la inmortalidad podría serle próxima a sus
hijos o nietos, cuyas conciencias y esencias personales pudieran sobrevivir
perpetuamente en una existencia virtual, parte orgánica parte cibernética, pero
fundamentalmente virtual y reducida a una estructura de imágenes u hologramas
construidos con un haz de impulsos o reacciones binarias en chips interconectados al
mundo mediante fibra óptica.
Entre las expresiones de esa postmodernidad cabe advertir dos subculturas, especies
o tendencias culturalmente dominantes. La primera, que algunos han dado en
designar como cibercultura, en la que, mientras los eufóricos pretenden avizorar la
emergencia y el panorama de la posthumanidad (13), los apocalípticos temen los
anticipos de una época temible que podría terminar con la humanidad tal como la
13
15
conocemos. La segunda, la cultura del new age, que integrando el discurso
paracientífico de la bioenergética y teorías sobre las auras y los campos vibratorios,
anuncia la emergencia de una nueva espiritualidad, que trasciende la localidad y
fronteras de formas tradicionales y modernas de religiosidad organizada, desde la
cual se afirma la experiencia individual de formas universales y globales de la
divinidad, la cual adopta la identidad de cualesquiera formas y cultos del paganismo
al margen de toda denominación. En casos una y otra tendencias se fusionan en lo
que Mark Dery llama llama tecnopaganismo (14)
Una lectura posible de la identidad del sujeto cyborg es aquella en la que no hay
solución de continuidad entre organismo y máquina, ni entre naturaleza y cultura. El
sujeto cyborg puede libremente construirse sin limitarse el uso de recursos
tecnológicos. Su cuerpo es plástico y no tiene la naturaleza cerrada como se lo
concibió hasta y durante la modernidad. De ahí que no tenga impedimento en
construirse de acuerdo a la imagen de su preferencia. El sujeto cyborg no tiene
empacho en recurrir a la tecnología disponible para hacer de su cuerpo todo lo que
ella le permite. El límite del sujeto es el límite de la tecnología. El límite del cuerpo
es el límite de las posibilidades de la biología. El imaginario de ese sujeto trasgrede
14
Haraway, Donna J.; Simians, cyborgs and women. The reinvention of nature, ed. Routledge,
New York, pp. 192-193
16
las fronteras de la biopolítica y de la bioética y las pulsiones de su libido cuentan con
recursos antes disonantes, reprobados, escandalosos y subversivos (16)
Este sujeto cyborg aparece cuando el discurso dominante ha declarado la «muerte del
Hombre» (17). El hombre muerto que es tanto el hombre frente al que Dios es un ser
que lo trasciende, como el hombre que tomó el lugar trascendente de Dios frente a la
naturaleza. El cyborg, por eso, es un sujeto que retorna a la naturaleza. Pero no es ya
la misma naturaleza. Es una naturaleza afectada y dirigida, híbrida, construida. Una
naturaleza integrada con la cultura humana y con los artefactos y máquinas que en
ella se producen. Y en este sentido el sujeto cyborg ya no es el mismo ser o entidad
anterior a la aparición de la postmodernidad en el capitalismo tardío. Entre otras
razones, porque el cuerpo cyborg no es el cuerpo de la muerte del Hombre. Su
cuerpo es un organismo perforado por los nuevos códigos de la cultura no menos que
por los desarrollos científicos relativos a la diversidad de alternativas y a las
oportunidades de moldear la subjetividad, y el cuerpo, de acuerdo a la imagen que
pretende tener de sí misma la persona.
16
Jameson recuerda que hasta no hace mucho el modernismo tenía la categoría de lo rechazable
por la moral hegemónica, y que es parte del predominio cultural de la postmodernidad la canonización
e institucionalización de un buen gusto construido a partir de lo que antes fue rechazado. Ver ob. cit.,
p. 26
17
El concepto de «muerte del Hombre» también es fraseado como la «muerte del Sujeto».
Michael Hardt y Antonio Negri afirman en Imperio que la muerte del Hombre consiste en el postulado
de ese antihumanismo que se opone a concebir al Hombre como un ser separado de la naturaleza y
que, por el contrario, pretende derribar las barreras que se levantan entre los seres humanos y los
animales (ed. Paidós, 2002, p. 95). Sobre la «muerte del Sujeto» habla, por ejemplo, Frederic Jameson
en «Postmodernismo y sociedad de consumo». Dice Jameson que el modernismo clásico es algo del
pasado y que su lugar debiera ser ocupado por el postmodernismo, cuando se advierte la evidencia de
la «muerte del Sujeto» o, dice él, para decirlo en un lenguaje más convencional, el fin del
individualismo como tal (...) Hoy, sin embargo, desde distintas perspectivas, los teóricos sociales, los
psicoanalistas e incluso los lingüistas, por no hablar de aquellos de nosotros que trabajamos en el
área de la cultura y el cambio cultural y formal, exploramos todos la noción de que esa clase de
individualismo e identidad personal es una cosa del pasado; que el antiguo individuo o sujeto
individualista ha «muerto»; y que incluso podríamos describir el concepto del individuo único y la
base teórica del individualismo como ideológicos (en La Posmodernidad, edición de Hal Foster, ed.
Kairós, Barcelona, cuarta edición, 1998; p. 170). En este mismo sentido se produce el planteamiento
de Donna Haraway, quien añade que la barrera entre humanos, animales y máquinas también debe
caer. En la autonomía del self ve Haraway la representación de un modelo de primacía masculina, el
mismo cuyo dominio se explica a partir de la existencia del otro dominado. Dice ella que the self is
the One who is not dominated, who knows that by the service of the other, the other is the one who
holds the future, who knows that by the experience of domination, which gives the lie to the autonomy
of the self. To be One is to be autonomous, to be powerful, to be God: but to be One is to be an
illusion, and so to be involved in a dialectic of apocalypse with the other. Yet to be other is to be
multiple, without clear boundary, frayed, insubstantial. One is too few, but two are too many (ver
Haraway, Donna J.; Simians, cyborgs and women. The reinvention of nature, ed. Routledge, New
York, p. 177). Por eso en reemplazo de ese sujeto del individualismo que afirma la existencia de una
instancia autónoma, autosuficiente e independiente de toda fuerza externa que limite su capacidad de
elegir, de tomar decisiones y de expresar sus preferencias, postula al modelo del cyborg. Afirma
Haraway que we do not need a totality in order to work well (...) Perhaps, ironically, we can learn
fromm our fusions with animals and machines how not to be Man, the embodiment of Western logos
(ob. cit.; p. 173)
17
El cyborg no es sino un modelo de la entidad hacia la que se orientan los destinos
culturales y tecnológicos de la humanidad. Si bien se ha llegado a este borde en el
que aparece el cuestionamiento de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, y
ente el hombre y la máquina, la existencia de este ser, por ahora, no puede ser más
que una representación analítica. El cyborg sería la condensación o compresión de
una diversidad de características que conforman un tipo social, sin que
necesariamente todas las características estén presentes en la realidad. Hablamos de
un arquetipo al que podría llegarse. No un objeto emergido de la realidad. No existe
ningún cyborg. Lo que existen son rasgos del cyborg en los seres humanos de la
actualidad.
18
Haraway, Donna J.; ob. cit., p. 150. Como complemento de esta noción cabría señalar que
para Deleuze y Guattari la producción comunicativa e interactiva no es sólo una operación
epistemológica, sino también un proyecto ontológico (citado por Michael Hardt y Antonio Negri en
Imperio, p. 280)
19
18
de una nueva democracia y de una nueva igualdad que aparecen con el boom de la
informatización de la economía y de la producción (21)
Esta nueva era, o new age, que retoma el esquema universal y utópico del
gnosticismo de los siglos segundo a quinto, que pretende tener hoy a su alcance la
simbiosis de la unidad del hombre con el universo, la ilusión y sensación de absoluta
unidad con el mundo (22), tiene la visión de un hombre, de una naturaleza y de un
cosmos unidos a partir de principios universales destinados a ennoblecer por siempre
a la humanidad y de uncir las fuerzas de la creación con el propósito original de su
Creador, de esa divinidad que trasciende a toda denominación y que nunca debió ser
motivo de división entre los hombres que en nombre de la religión batallan, juzgan y
castigan por el reconocimiento de sus dioses, ritos, órdenes y autoridades.
21
Para tener presentes los antecedentes del fenómeno new age ver, por ejemplo, Lasch,
Christopher, The culture of narcissism. American life in an age of diminishing expectations, ed.
Norton & Co., New York, London, 1991. Es ilustrativo para estos efectos referir que esta época de
adhesión a la tecnología puede convivir con tendencias igualmente intensas respecto de una
espiritualidad en la que puede advertirse el renacimiento de posiciones o conceptos análogos a los que
tuvieron los gnósticos a comienzos de nuestra era. Dice Lasch que even our deeply rootes, misplaced
faith in technology does not fully describe modern culture. What remains to be explained is hoy an
exaggerated respect for technology can coexist with a revival of ancient superstitions, a belief in
reincarnation, a growing fascination with the occult, and the bizarre forms of spirituality associated
with the New Age movement (p. 245). Para Lasch la espiritualidad del new age, no menos que el
utopianismo tecnológico, está enraizado en un narcisismo primario, ligado a la incapacidad infantil de
aceptar la frustración que produce la experiencia de la pena y del dolor, como parte de la naturaleza no
gratificadora sino más bien reguladora u ordenadora que deben desempeñar los padres en la vida y
educación de los hijos. Por esta razón el infante disocia los aspectos gratificantes y frustrantes de su
experiencia con los adultos e inventa pechos o senos idealizados paralelamente a la presencia de
imágenes de una autoridad omnipotente, amenazadora y destructiva, una vagina devoradora, y un
pene o senos castradores. Parte de esta ilusión de omnipotencia sería lo que para los gnósticos
significó el poder del conocimiento de los iniciados, al que se accede e imparte esotérica y no
públicamente, sobre la memoria de los orígenes divinos del hombre antes del encarcelamiento en la
carne. Aplicación de la teología gnóstica en el movimiento del new age sería su concepto de que el
Salvador sería un visitante de otro sistema solar, como esos otros visitantes que pudieran haber
construido Stonehenge, las pirámides, Macchupicchu, las líneas de Nazca o las civilizaciones perdidas
de Lemuria o la Atlántida. Uno de los resultados de este escenario en el panorama cultural es el
renacimiento de una forma de religiosidad propia de los orígenes e historia del cristianismo a inicios
de nuestra era en una rebelión no a favor de la razón (como lo sería el fenómeno cibercultural que
resalta la tecnología) sino en su contra. Ambos se presentan como dos caras de la misma moneda que
aparece como característica desde la segunda mitad del siglo XX: la cultura del narcisismo (ob. cit.;
pp 245-249)
19
Porque el new age de la postmodernidad se presenta como un orden escatológico,
con inclinación perceptible e inconfundiblemente mesiánica, con una comprensión
presuntamente cerrada y universal de la realidad (de ahí su carácter holístico), a
partir de la organización de un discurso ético insuficientemente explicitado, pareciera
tener la naturaleza de una ideología cultural de carácter espiritual, en la que la
modernidad configura un orden caduco, rígido, cuyo molde debe ser sustituido. Lo
postmoderno del new age constituye ese carácter posesivamente mesiánico,
alucinado, holístico, desde el que pretende fusionar la visión idealizada de un mundo
tradicional y natural premoderno con la visión iluminada de un destino hacia el que
progresa de modo indefinido la humanidad.
Es a partir de las exploraciones de Fritjof Capra (23), o de Ken Wilber (24), con las que
intenta conciliar el ámbito empírico de las ciencias cuantitativas con el ámbito
cualitativo e intuitivo de las humanidades dentro de una perspectiva taoista y budista,
e integrar una concepción holística de la física con una comprensión y experiencia
mística de la realidad. En esfuerzos paralelos cabe encontrar la caología de Georges
Balandier (25), o las exploraciones de Alberto Varela (26). En una versión más popular
se percibe la expansión y arraigo que tiene en la colectividad la urgencia por
encontrar en la meditación, el yoga, la relajación y hasta las técnicas de hipnotismos
y control mental, como nueva forma cultural.
23
El Desorden, la teoría del caos y las ciencias sociales. Elogio de la fecundidad del
movimiento
26
20
Cabe englobar bajo estos mismos términos el recurso a métodos alternativos de
conocimiento cualitativo como la cromo y aromaterapia, las consultas al tarot, al I
Ching o a las normas del feng shui, y la práctica de danzas ancestrales como el tai
chi (en reemplazo, por supuesto, de otras artes ancestrales que no eran diferenciables
en su finalidad espiritual por la cultura tradicional, como el kung fu, el tae kwon do,
el karate, el kendo, el judo o el aikido). Son preferidas en este mismo marco
espiritual las experiencias de visión interior bajo la guía de chamanes que llevan de
la mano a quienes se ponen en manos de la sabiduría de la naturaleza, mediante la
ingesta de sustancias o productos derivados de plantas alucinógenas como el peyote,
el “san Pedro” (trichocereus pachanoi), o la ayahuasca.
El new age de esta cultura alternativa incluye, por último, formas epidérmicas de
misticismo oriental, esotéricas en unos casos y masivas en otros, como las que
marketean o promocionan, por ejemplo Guru Maharatji, Sai Baba o Deepak Chopra,
además de quienes en nombre de otras nuevas formas de espiritualidad conducen
sectas de inspiración dudosa (27), prácticas en principio material y culturalmente
desarraigadas en la experiencia de quienes las adoptan como forma de orientación de
sus vidas, pero al fin y al cabo impregnadas del atractivo por lo exótico, lo
excéntrico, lo novedoso, en reemplazo de lo conocido que es archivado en el baúl del
descrédito básicamente por no tener el halo místico de la moda.
El sujeto del new age se sume en un esfuerzo por anclar y remediar las ansiedades y
angustias de la propia existencia con el bastón, los amuletos, los fetiches o las
bendiciones entre fatuas, light o naif de una universalidad cósmica con la que
sintoniza sincrónica y armónicamente cada ser viviente. Esa es la promesa de un
mundo mejor que ofrecen los gurús que han hecho suya la misión de traer a
occidente la sabiduría oriental. El chanelling entre el mundo puro e ideal de la
religiosidad oriental y tradicional, para un hombre angustiado y hastiado de su propia
cotidianeidad. Para un hombre que tiene ya demasiado del discurso del capitalismo y
del individualismo, pero para el que el reconocimiento de su propia condición
fragmentada e incompleta le resulta una pesadilla imposible de tolerar. Los holismos
del new age, por lo tanto, dopan al sujeto alternativo de esta forma de
postmodernidad con una imagen cuya adopción tendría como beneficio garantizarle
un orden de integración interior y de armonía universal para calmar las ansiedades de
su propia insatisfacción y las esquizofrenias hacia las que los impulsa el desorden e
inconsistencias del mundo.
27
La referencia va hecha respecto de sucesos de conocimiento general como el suicidio colectivo de
923 miembros de la secta del Templo del Pueblo en Guayana en 1978; los 60 suicidios ocurridos el 19
de Setiembre de 1985 en Mindanao, Filipinas, de miembros de la secta Datu Mangayanon; el suicidio
de 32 seguidores de la secta de Park Soon ja, el 28 de Agosto de 1987, en Seúl; la secta davidiana que
protagonizó muertes y suicidio masivo en Waco, Texas, el 19 de Abril de 1993; o la secta del Templo
Solar con un registro de 53 suicidios en Suiza (48) y Canadá (5) el 4 de Octubre de 1994; la secta
Aoum, relacionada con el atentado de muerte masiva con gas en el metro de Tokio el 5 de Marzo de
1995. Paralelamente a estos grupos se mantienen otros comparativamente inofensivos como los
Moon, Krishnas, Nueva Acrópolis, Mahikaris, etc. Ver Les sectes en France, Commission d´Enquete
sur les sectes, presidida por Alain Gest, Rapport n° 2468, 22 de Diciembre de 1995.
21
5. EL SUJETO EXCLUIDO
La realidad y los hechos cuya naturaleza enfrenta el sujeto colonizado del hemisferio
sur, el sujeto pobre, excluido y discriminado, es al que afectan aspectos como la
enorme desigualdad de ingresos (según cifras del PNUD el 10 por ciento más rico
percibe ingresos medios superiores en 20 veces a los ingresos percibidos por el 40
por ciento más pobre en América Latina, y el INEI documenta que el 54 por ciento
de los 27 millones de peruanos vive en pobreza y el 24.8 por ciento en situación de
extrema pobreza), el crecimiento de la pobreza y también de la indigencia (según
CEPAL también aproximadamente 23 millones de latinoamericanos dejaron de reunir
las condiciones determinadas para su categorización dentro de la clase media y
pasaron a ser considerados pobres, y en la actualidad hay 40 millones más de
indigentes que hacen 20 años) no obstante las políticas agresivas de corrección
registradas (el aumento del gasto social por habitante en América Latina entre 1990 y
2001 aumentó en un 58 por ciento según CEPAL) (29) .
28
Hardt y Negri dicen que la identidad colonial se construye, ante todo, a través de una lógica
maniquea de exclusión (...) los colonizados son excluidos de los espacios europeos, no sólo en
términos físicos y territoriales y no sólo en términos de derechos y privilegios, sino incluso desde el
punto de vista del pensamiento y los valores. El sujeto colonizado se construye en el imaginario
metropolitano como el Otro y, por lo tanto, en la medida de lo posible, se lo sitúa fuera de las bases
que definen los valores civilizados europeos (...) El colonizador produce al colonizado como
negación, pero, a través de un giro dialéctico, la identidad colonizada negativa se niega a su vez para
dar fundamento al sí mismo colonizador positivo (Ob. cit.; pp. 123, 126)
29
Recordaba en 1999 Noam Chomsky que según un informe sobre desarrollo de las Naciones
Unidas de 1992, la brecha entre los países ricos y los países pobres a partir de 1960 es atribuible a las
medidas protectoras de los países ricos, y que el informe sobre la misma materia de 1994 concluía que
en razón de la violación de los principios de libre comercio por los países industriales dicha violación
les significaba a los países en desarrollo un costo equivalente a los 50 mil millones de dólares al año,
una cantidad igual al flujo total de ayuda exterior (Profit over people, ed. Seven stories press, 1999,
pp. 112)
22
generalizadas contra el abandono del Estado, contra la malversación de fondos
públicos y contra la corrupción de las autoridades políticas. El reciente caso del
asesinato popular del alcalde de Ilave en Puno no es una situación aislada. Cabe
advertir un patrón de incidentes con el mismo tono violento en los diversos confines
del territorio peruano. En el mismo Puno, en la provincia de Ayaviri se pide la
remoción del burgomestre Ricardo Chavez; en el distrito de Tilali (donde la
población toma como rehenes a 5 concejales) se solicita la revocatoria de Melasio
Larico. De igual modo en el distrito de Cahuapanas, en la provincia del Alto
Amazonas, en el departamento de Loreto, los nativos chayahuitas mantuvieron como
rehenes al alcalde Oswaldo Peralta y a dos funcionarios municipales por 72 horas,
bajo las acusaciones de malos manejos administrativos; y en Trompeteros, los
aguarunas demandaron celeridad en el juicio abierto contra el burgomaestre Aldo
Schraber, procesado por malversación de fondos y peculado. En Lagunas, también en
la selva, la población tomó el local municipal para exigir la intervención de la
Contraloría General de la República y hacer una auditoría a la gestión del alcalde
Rider Padilla, quien era acusado de haber cometido irregularidades con el fondo
municipal.
A las protestas contra los representantes del gobierno local se suman las de algunos
gremios como la Asociación de Criadores de Vicuña y Guanaco, en el departamento
de Arequipa, que bloquearon una importante carretera interior para exigir una ley que
regule sus actividades; la de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros y
Metalúrgicos (FNTMM) que realizó un paro de 48 horas en vísperas del Día del
Trabajo para pedir mejores condiciones laborales y dejar sin efecto los "services"
(subcontratación); o la de los médicos de instituciones de salud pública que
realizaron un paro de 20 días para exigir la homologación de sus ingresos, el
nombramiento de 3 mil facultativos contratados y mayores partidas presupuestales
para el sector Salud; sin dejar de contar el permanente reclamo de varios miles de ex
empleados públicos que fueron despedidos durante el régimen del ex mandatario
Alberto Fujimori (1990-2000), quienes demandan su reposición por no haber sido
atendidos previamente.
23
Durante el mes de Junio del 2004 los pizarrones del “tontódromo” en la Universidad
Católica anunciaban una jornada de reflexión organizada por la Federación de
Estudiantes y el Movimiento Raíz, cuya invocación y lema era la pobreza, la
exclusión y la discriminación son fruto de una forma de actuar, sentir y pensar. ¡Esto
tiene que cambiar! Despierta, piensa y lucha por otras opciones. NO AL
PENSAMIENTO ÚNICO. Los temas del conversatorio consistieron en la
conveniencia del ALCA y el Tratado de Libre Comercio; y la viabilidad del
neoliberalismo. Es de destacar que el mensaje permitía inducir claramente que la
causa de la pobreza, de la exclusión y de la discriminación era referida no a un
aspecto material sino a una forma de actuar, de sentir y de pensar, en primer lugar. Y
en segundo término, se postulaba un rechazo a un “enemigo” de este malestar. El
“enemigo” sería el pensamiento único. La cultura, la mentalidad, el imaginario y el
mundo simbólico como estructurantes de una realidad cuya expresión más
displacentera, siniestra, es la pobreza, la exclusión y la discriminación. La hipótesis
última, en consecuencia, es que el espíritu construye o crea las condiciones
materiales; que la materia es un efecto del espíritu humano.
Datos a los que hay que prestar atención son los relativos a que no obstante que el
gobierno de Alejandro Toledo consigue una tasa de inflación de 2.74 por ciento, se
advierte una acumulación y ahorro de divisas por más de 10 mil millones de dólares,
un crecimiento del Producto Bruto Interno de 4 por ciento durante el año 2003, y
exportaciones anuales por más de 8 mil millones de dólares, la contundencia de las
cifras pareciera no ser lo suficientemente contundente para evitar protestas sociales a
favor del aumento de sueldos, la creación de nuevos empleos, contra los despidos
arbitrarios, contra las privatizaciones, y reclamando cambios en la política
económica a la que se califica como “neoliberal”.
24
los sótanos de la circulación social del capital y de los beneficios de la cultura, del
sistema de comunicación, de la tecnología y del circuito de distribución del capital y
del dinero?
Sus opciones son diversas. Entre algunas, puede querer para sí es una imagen
orientada hacia la satisfacción y complacencia con lo Otro y los valores de una ley
posesiva, absorbente, abusadora, castrante, y represora. Puede querer una imagen de
sí, por el contrario, útil a las exigencias de sus propias pulsiones, sus afectos, sus
emociones y pasiones. Puede también aspirar a una imagen de sí en la que su goce
está razonablemente adaptado a la cadena significante, al universo simbólico, donde
lo Otro no incursiona en el ser del sujeto como abusador sino como regulador y
ordenador de sus pulsiones.
Françoise Dolto refiere que la imagen del cuerpo no es un dato anatómico natural,
sino que se elabora en la historia misma del sujeto (31) y distingue tres modalidades
de esta imagen, las que aseguran y constituyen todas juntas la imagen del cuerpo
30
Dolto, Françoise; La imagen inconsciente del cuerpo, ed. Paidós, Barcelona, 1990, p. 30, 33-
34
31
Dolto, Françoise; La imagen inconsciente del cuerpo, ed. Paidós, Barcelona, 1990, p. 42
25
viviente y el narcisismo del sujeto en cada estado de su evolución, las mismas que
están ligadas a su vez por una imagen (o sustrato) dinámica (32). Esas cuatro
imágenes son la imagen de base, la imagen funcional, la imagen erógena y la propia
imagen dinámica. De ellas la que tiene mayor relevancia en cuanto al proceso activo
de constitución del sujeto es la imagen dinámica, de la cual Dolto dice que no tiene
representación que le sea propia, ella es tensión de intención: su representación no
sería sino la palabra «deseo», conjugada como un verbo activo, participante y
presente para el sujeto, en cuanto encarnación del verbo ir, en el sentido de un
yendo deseante (...) La imagen dinámica expresa en cada uno de nosotros el Siendo,
llamando al Advenir: el sujeto con derecho a desear, «en deseancia» (33)
La relación entre agencia y estructura es una donde la libertad del sujeto encuentra su
capacidad de acción, su poder, en sí mismo, aún cuando enganchado en la estructura,
en la comunidad que habilita la afirmación de la libertad. El poder del sujeto es,
según lo advierte Laurent, un poder anal (34). Es decir, un poder que afirma o que
niega a ese Otro que pretende absorberlo y al que se le retiene la propia presencia
precisamente porque la falta de la propia presencia dejaría al sujeto en la nada
32
Loc cit.
33
26
Este deseo consagra el saber y excluye deseo y saber de quienes no se avienen a la
norma que el poder fija y define. El poder es un agente hegemónico externo al
individuo (el superyó, el universo simbólico, etc.) y éste puede o no tener temor ante
su requerimiento. El deseo y el temor, por eso, están vinculados intrínsecamente en
una relación que los presupone en mayor o menor grado. Esta relación tiene como
supuesto y significa que el sujeto puede desear si y sólo si cede al temor. No está en
libertad de ceder a su propio deseo. Ese sería el caso sólo si no pendiera sobre él la
amenaza de la represión o de la exclusión, que son las sanciones para su disidencia
manifiesta o latente. El incentivo para desear, contrariamente, es el beneficio de la
propia identidad y del empoderamiento para actuar socialmente. Sólo cuando la
totalidad del deseo ha sido encarnada el sujeto pertenece a la comunidad del agente
hegemónico. El cuadro que sigue enuncia el proceso de acceso a la identidad.
Cuadro N° 6
/poder/
d t
/desear/
/temer/
1
/identidad/ 2
/exclusión/
_ _
t d
/no temer/ /no desear/
/represión/
La identidad es explicada a partir del eje del deseo y del no temor. Habiendo cedido
al temor ya no hay de qué temer y se puede desear. Si se desea habiendo cedido al
temor el deseo acoge al sujeto el que carece de razón para temer más. Sólo por desear
lo que el poder simbólico propone permite que se pierda el temor. Desear lo que
desea el poder otorga identidad. La identidad del sujeto es recibida como don
simbólico y desde que se acepta elimina toda intranquilidad, angustia, incertidumbre
y calma al individuo. La confianza y el endose total de la subjetividad según el
requerimiento ideal de quien con su mayor fuerza detenta el poder permite al sujeto
sentirse quien es. Su intimidad le vino de fuera. Su nombre le fue impuesto y
reconocido.
Cuadro N° 7
_ _
27
/t + d/ ≡ /d + t /
Cuadro N° 8
_
/t + d/ ⇒ /d + t /
Por eso para ceder al temor es necesario querer más la identidad que me garantiza el
poder en su discurso. No una identidad exenta de temor sino una identidad moldeada
según el deseo del poder. La identidad del sujeto es la identidad normalizada por el
poder. No la identidad deseada sin el temor. La normalización equivale a la
constitución de una cadena de sujetos que adquieren su identidad desde el temor, y
desde el temor desean su identidad normalizada.
28
Cuadro N° 9
_
/t + d / ⇒ /t + d/
Esta fórmula quiere decir que si el discurso anuncia que el sujeto teme y no desea,
pero se presenta como un sujeto que teme y desea (es decir, se afianza y optar por el
temor antes que por el deseo que le ofrece el poder). Expresa y manifiesta el
enunciado de que desea, aunque internamente late el no deseo. Hay discrepancia
entre el plano de lo manifiesto y el de lo latente. No coincide la voluntad con la
manifestación de deseo. El deseo no se manifiesta.
Si examinamos la posición que tendría quien opta por la ruptura de la lógica del
poder nos encontraríamos frente a quien tiene la determinación de negar su propia
normalización. Es la posición de quien se enfrenta a su temor y prefiere un deseo no
aceptado ni reconocido. Prefiere la esfera de su propio imaginario al mundo
simbólico propuesto por el discurso hegemónico.
Cuadro N° 10
_ _
/t + d / ◊ /t + d/
Esta fórmula define a quien no teme y no desea y por lo tanto opta por desconocer,
negar y rechazar el poder ofrecido, afirmar el propio y asumir la consecuencia de la
represión, con una identidad que no es la espera y garantiza la aceptación del poder.
Es el sujeto que no puede ser normalizado. Su destino es no sólo la exclusión sino la
represión en un espacio social desde el que no afecte la cadena del poder. Esta
fórmula significa también que el sujeto no teme temer, y no desea desear. Prefiere
confrontar la oferta de normalización y de identidad que le ofrece el poder social. Se
recluye en un espacio de identidad personal no aceptado y, además, socialmente
castigado. Prevalece el deseo imaginario de ser fiel a una identidad menos simbólica
y más imaginaria.
29
Distintos son los casos en los que el sujeto teme y desea, teme y no desea, no teme y
desea, o no teme y no desea, en los que es posible llegar a determinar la reserva
interior del individuo. Es decir, el plano en el que más allá del discurso hay un
espacio subjetivo distinto y distante del plano de lo manifiesto en el que se expresa y
comunica la voluntad interior. La normalización no llega a este plano interior en el
que más allá de la manifestación de voluntad contenida en el discurso existe un
núcleo en el que se forma la convicción. Este núcleo puede permanecer sin revelar.
Puede quedar oculto.
Para estos autores las teorías sobre la postmodernidad, que postulan el fin de la
soberanía moderna con la sustentación de un pensamiento de pluralidad y
multiplicidad, son simplemente el síntoma del fenómeno histórico que representan
(36). Lo cual importa el reconocimiento implícito del tránsito hacia la constitución del
imperio (37), en el cual el impulso resurgente del tradicionalismo debe comprenderse
como un proyecto antes que premoderno propiamente postmoderno (38). Pero más
propiamente debiera entenderse que el postmodernismo es una nueva fase de la
acumulación y la mercantilización capitalistas que acompañan la realización
contemporánea del mercado mundial (39), y que resulta ser la lógica a través de la
cual opera el capital global, en particular si se considera que la adquisición perpetua
y el consumo de mercancías y de imágenes mercantilizadas son las actividades
35
Ob. cit.; pp. 135-136
36
Loc. cit.
38
Ibid.; p. 145
39
Ibid.; p. 149
30
paradigmáticas que definen la experiencia posmoderna, nuestro viaje colectivo a
través de la hiperrealidad (40)
40
Ibid.; p. 147
41
Concepto que recogen Hardt y Negri de la obra de Pierre Levy, Collective intelligence:
mankind´s emerging world in cyberspace, recogido en ob. cit., p. 269
42
31
La constatación del papel del control de los afectos y preferencias del consumidor
hace que las empresas inviertan y utilicen la red comunicativa para maximizar sus
posiciones en el mercado que facilitará su producción y, por ende, sus ganancias.
Parte de la constatación de este evento es la centralización intensa del control
mediante la unificación de los principales elementos que conforman la estructura de
poder de la información y de la comunicación: Hollywood, Microsoft, IBM, AT&T
(43). Hechos como éstos llevan a Hardt y a Negri a afirmar que hoy día participamos
de una comunidad más radical y profunda que la que se haya experimentado nunca
antes en la historia del capitalismo, pues no encontramos en una situación en la que
cada vez hay menos bienes que puedan ser poseídos y usados de manera exclusiva;
es la comunidad la que produce y la que al producir, ser reproduce y redefine a sí
misma. El fundamento de la concepción moderna clásica de propiedad privada ha
quedado hasta cierto punto disuelto en el modo posmoderno de producción (44)
El poder tal como ha sido concebido por la modernidad y por el capitalismo que este
período comprende, subsistió y quedó determinado por el concepto de soberanía y
este atributo quedó atribuido al Estado. La construcción de este aparato de disciplina
se realizó a partir del concepto de representación, mediante el cual se establecía una
cadena de imputaciones en una cadena de valor de carácter lógico: la multitud era
representada por el pueblo, el pueblo era representado por la nación, y la nación era
representada por el Estado. Por lo tanto la multitud aparece representada por el
Estado nación. La falacia queda completa a través de imputaciones de representación
cuya naturaleza es eminentemente lógica y mental. La multitud no es en realidad sino
la diversidad de la masa a la que se concibe como pueblo; el pueblo es una categoría
que puede no ser asimilable bajo el concepto unitario de nación; la nación puede
excluir expresiones populares inasimiladas por este concepto; y por lo tanto el Estado
puede, en último término, no ser sino representación de una minoría que lo usa para
sustentar la cuota de poder que requiere para mantener su hegemonía y predominio
material sobre el resto de la comunidad.
43
32
democrático sólo podría derrocar al imperio si el imperio perdiera la capacidad de
controlar el poder de las fuerzas de la pluralidad y de la diferencia (45).
Este imperio genera una cadena de mando que, según Hardt y Negri, se ejerce no
mediante el régimen disciplinario que describió Foucault sino a través de tres medios
globales: la bomba, el dinero y el éter. La bomba, porque es la forma última del
biopoder, en la medida en que abarca absolutamente el poder de la vida (46). El
dinero porque los mecanismos monetarios son el medio principales de controlar el
mercado (47). Y el éter, que simboliza la estructura de comunicación, la educación y
la cultura, supone la desterritorialización del poder mediante la circulación continua
y total de los signos en la comunicación. La comunicación, señalan Hardt y Negri, es
la forma de producción capitalista en la que el capital logró someter a la sociedad
por entero y globalmente a su régimen (48). Según los autores de Imperio la bomba es
un poder monárquico, el dinero es un poder aristocrático y el éter, democrático y
Washington sería la Roma con el poder de la bomba, Nueva York la Roma con el
poder del dinero, y Los Ángeles la Roma del éter (49)..
¿Y hay aún lugar para el deseo y el goce del sujeto entre la bomba, el dinero y el
éter? Ante el panorama de los tres tipos de sujeto propuestos y en el contexto de este
sistema de mando imperial, limitado por la multiplicidad y diversidad de la multitud
productora de capital de un lado, y por el imperio de un régimen basado en los
dispositivos termonucleares, el dinero y un poderoso sistema de comunicación
informatizada a través del cual puede penetrarse incluso la física de la materia y de
los cuerpos, ¿cómo se construye el sujeto, su imagen y los cuerpos que construyen el
poder y la biopolítica del sistema?
Es posible encontrar alguna pista luego de exponer los tres tipos de sujetos. Existe
algo que parece quedar oculto tras la lógica de la economía informatizada, del
capitalismo tardío o postmoderno, de la cultura de los cyborgs y del sujeto del new
45
Dicen Hardt y Negri que las multitudes sólo pueden gobernarse siguiendo líneas internas, en
la producción, en los intercambios, en la cultura; en otras palabras, en el contexto biopolítico de su
existencia. Con todo, en su autonomía desterritorializada, esta existencia biopolítica de las
multitudes tiene el potencial para transformarse en una masa autónoma de productividad inteligente,
en un poder democrático absoluto (ob. cit., p. 315).
46
Loc. cit.
48
Loc. cit.
33
age. Es preciso prestar atención a esa lógica de poder que deriva e invierte el proceso
de ganancia económica y cultural. En ella se asigna y responsabiliza al consumidor
como titular del mercado. El consumidor parece resultar el gran gerente en los
procesos de toma de decisiones colectivas en el mercado y así se presenta el esquema
y la lógica de la satisfacción de las necesidades y deseos.
Ocurriendo que lo que le interesa a la empresa es, entonces, la decisión interna del
cliente, del consumidor, su objetivo deja de ser la ganancia de dinero. Es decir, deja
de ser sólo la ganancia de dinero. Es que es más que la ganancia de dinero. Su
objetivo debe incorporar una fase adicional en la lógica de acumulación de
ganancias. Esa fase es la participación de la voluntad, de la intención, del deseo, de la
persona. Y si esa voluntad es decisiva para asegurar la ganancia la empresa debe
fijarse como una de sus metas estratégicas afectar los procesos de generación del
goce. Para ello le es menester ganar la convicción del consumidor sobre los
productos con los que aspira a beneficiarse el proveedor.
Eso es lo que resulta del toyotismo como método de producción cuyo objeto es
trabajar con stock cero. Si la empresa debe proteger su capital de trabajo, en efecto,
debe evitar stocks que le signifiquen capital muerto, estanco. Su objetivo debe ser
adelantar al mercado para conocer qué prefiere el consumidor potencial de manera
que se le adelante. No es posible que se mantenga en un stock cero sin contactar al
consumidor, porque en ese caso el resultado sería que el consumidor sustituiría al
productor. Para evitar este perjuicio el productor, la empresa, necesita estudiar su
mercado. Y ese estudio no puede ser pasivo. No puede quedarse en la fotografía del
estado de la cuestión. Necesita ir de la mano con las técnicas de propuesta de sus
productos. Esas técnicas constituyen el marketing. Entre los estudios de mercado y el
marketing publicitario se define la estrategia de captura del cliente. El estudio de
mercado describe el estado de la demanda y el marketing la modifica y la adecua a
las expectativas del productor. Para que el consumidor represente efectivamente
ventaja al productor es preciso contar con su adhesión. Y este aspecto es básicamente
afectivo. El marketing, por eso, debe estar atento al método de aproximar el goce del
consumidor.
34
productor o fabricante, ya no sólo de productos sino de deseos. La empresa o el
productor se convierte en el fabricante de expectativas y de voluntades. Su mercado
principal es el cuerpo y las ganas de la gente. La idea es vender y para vender y ganar
no puede evitarse inducir a la gente a querer. La plaza debe ser conquistada para
justificar finalmente toda ganancia en una voluntad que no puede ser imparcial, sino
una voluntad minada para que quede instalado en el sujeto el sostenimiento de la
ganancia.
El circuito se cierra, por otro lado, cuando se repara en la calidad del productor, del
fabricante. Es decir, del inventor del deseo y del constructor del goce del sujeto. Son
los fabricantes de voluntades y de cuerpos quienes necesitan al sujeto cuyas
intenciones de compra diseñan y producen. Pero el punto clave es que tampoco todos
pueden tener esta capacidad. El productor de cuerpos y de deseos necesita recursos
importantes, donde uno de ellos es la capacidad y sagacidad de comunicar el objetivo
de la empresa. Este requisito importa el acceso masivo a la industria y tecnología de
las comunicaciones. Es decir a la industria productora de signos e íconos. De
símbolos que proyecten el reconocimiento e imagen de la persona que los consume y
que le dan o agregan valor personal ante la comunidad. Para ocupar la plaza de los
afectos es preciso una infraestructura tecnológica y expertise comunicativa eficaz en
la generación de signos y símbolos deseables. La plataforma comunicativa es el
medio idóneo para instalar el deseo y presentar como deseable el acceso y la
satisfacción
35
que tiene de sí. El sujeto goza en la medida en que se acerca al símbolo al cual se
resulta más próximo en la medida en que la imagen de uno mismo sea más
compatible con el símbolo socialmente apetecido. El goce es tan irrenunciable que
todo el ser y existencia real del sujeto debe enderezarse a una economía de
adquisición de la imagen valorada socialmente. Los cuerpos no tienen un deseo
inmanente. El cuerpo es el vehículo para la realización de la imagen valiosa. La
imagen del cuerpo que salva al Yo y lo integra tanto en su comunidad como con la
infinidad de pulsiones internas que batallan por imponerse contra las castraciones de
un régimen cuya pretensión de éxito total sería la captura y esclavitud generalizada
de consumidores para que nutran con su sangre la producción del mercado.
Es así como la inversión del esquema de producción que se deriva del toyotismo
tiene vinculación con la propia inversión en el proceso de construcción del deseo en
el sujeto. El deseo del sujeto incorporado en el esquema productivo como
consumidor, acaba alienando el deseo inmanente por el deseo construido
simbólicamente. La genealogía del proceso productivo interactúa de este modo con
el complejo psíquico y somático de la persona. El cuerpo es, en último término, el
soporte del símbolo y de la economía. Si el poder lo tiene quien construye el deseo y
habilita el goce, necesita la participación y voluntad de los sujetos que usarán sus
cuerpos para hacer de ellos la imagen valorada por el sistema de símbolos
hegemónico. Sea cual fuese la teratología, mercado de cera o ropero de máscaras que
definan quienes dominan el control de los íconos y de los procesos tecnológicos de
producción de imágenes y de símbolos.
¿Y qué espacios son en los que habita el sujeto excluido? ¿Acaso no ha quedado
claro que la invención del deseo, que finalmente encadena al sujeto a la hegemonía
de los deseos consentidos por el sistema productivo y por el poder del imperio, tiene
como lógica de éxito la segregación de quienes no tienen dinero y no pueden acceder
al poder ni a la valoración como sujeto de la industria de la comunicación? ¿Qué
goces le quedan a quienes quedan ninguneados por la última o tardía tiranía del
mercado postmoderno y capitalista?
Las preguntas anteriores son constatación de una denuncia. Hay excluidos que
aparentemente no tienen esperanza. La inclusión total no es posible. El imperio de la
producción postmoderna funciona con una lógica impía e incompasiva. No todos
entran en los beneficios y simulaciones del bienestar. Los excluidos no interesan. Y
no interesan no sólo porque resultan irrelevantes sus posibilidades materiales de
bienestar, sino, principalmente porque no interesa qué ni si acaso desean. Es más.
Porque la marginalidad de su posición no es percibida ni siquiera como una amenaza
para el imperio resulta invisible su presencia y su capacidad de mirar la oferta para el
consumidor normal. En otras palabras, el excluido está hasta condenado a mirar el
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espectáculo de la oferta y a constatar el vacío en que lo sume la indiferencia de su
condición como sujeto digno de captura en la economía del deseo y del goce. El
sujeto excluido está ontológicamente condenado a no desear ni a acceder al goce.
La crueldad del mercado y los excesos de exclusión, sin embargo, deben mantenerse
en perspectiva. Si bien el imperio tiene una dinámica ontológicamente exclusiva, no
es menos cierto que, independientemente de los indicadores de pobreza y de miseria,
la cobertura y extensión de sus límites del mercado son amplios. Este hecho puede
quedar demostrado con la difusión, por ejemplo, de bienes que la tecnología ha
facilitado a un enorme número de la población, como lo podría ser la telefonía, sea
fija o celular, la televisión, el cable, o incluso el acceso a internet. No obstante las
dificultades materiales que tiene el Perú para la construcción y mantenimiento de
carreteras, la infovía es un sustituto para las urgencias de comunicación entre los
peruanos, pero también para los canales con que esta vía ha abierto la comunicación
de peruanos al mundo.
Si la libertad real de la persona, del ser humano, debe seguir siendo el bien principal
que debe garantizar el Estado, una pista importante que le corresponde custodiar es la
de las condiciones destructivas de la supuesta protección y asistencialismo de
poblaciones de países menos desarrollados. El peligro es cierto y tiene como
referentes próximos en el plano bélico la guerra del Kosovo y la reciente invasión en
Irak. En uno y otro casos se impusieron dos cosas. Primero, la sustitución del
dualismo en la relación entre el derecho doméstico y el derecho internacional, que
lleva al progresivo predominio del último, el mismo que resulta siendo interpretado a
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partir de una ideología afín sobre la sustancia y contenido de los derechos humanos.
Y segundo, una doctrina de intervención en países a los que se criminaliza sin que
hubiera procedimiento legal alguno, a partir exclusivamente de la fuerza de los
hechos, y la intervención se efectuó sin contar con el consenso de la comunidad
internacional ni el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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