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Mejoramiento de la Calidad de Atención en Salud Sexual de

Usuari@s de Atención Primaria

FACTORES PROTECTORES Y DE RIESGO PARA LA SALUD


SEXUAL Y REPRODUCTIVA
Autora: Renata Ortega S.

Tradicionalmente, la salud de las personas ha sido entendida desde un enfoque


biologicista, principalmente ligado a factores de orden biomédico. Los aspectos
curativos y de rehabilitación frente a los síntomas o dolencias de las personas, se
constituyeron por décadas, en la herramienta fundamental de los servicios de
salud. Junto a ello, la corriente biomédica, focalizó sus esfuerzos en identificar
aquellos factores predisponentes a los estados de enfermedad, lo que ha derivado
en una atención sanitaria centrada en la disminución del riesgo frente a enfermar.

Ello ha dado origen a lo que tradicionalmente se hace llamar enfoque de riesgo,


una perspectiva que aborda el malestar y el síntoma centrándose en aquellas
condiciones que se asocian a una elevada probabilidad de daño biológico o
psicosocial, intentando su disminución o eliminación, de tal forma de devolver la
salud a las personas o evitar la enfermedad.

La redefinición del concepto de salud, ya no sólo como mera ausencia de


enfermedad, sino más bien como bienestar integral y calidad de vida, ha obligado
a ampliar la mirada sanitaria en orden a identificar y potenciar en las personas
aquellos factores y/o condiciones que otorguen y mantengan el bienestar físico,
psicológico, social y ambiental de los individuos.

Así, en las últimas décadas, surge el enfoque promocional de la salud. La


promoción de la salud involucra una mirada integral y positiva del proceso de
salud-enfermedad, comprendiendo que el bienestar y la calidad de vida se
potencian a través de condiciones biopsicosociales que mantienen la salud de las
personas.

El enfoque promocional se traduce en una atención de salud que pone sus


esfuerzos en identificar y desarrollar en las personas aquellas condiciones que
actúan como factores protectores frente a amenazas que producen daño o
enfermedad, atenuando e incluso eliminando sus efectos.

Tanto el enfoque de riesgo como el enfoque de promoción de la salud son


consecuencia de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos sociales.
Ambos enfoques se refieren a aspectos diferentes del proceso de salud-
enfermedad, siendo complementarios.

Así mientras el enfoque de riesgo aportará a evitar la enfermedad, a través de la


supresión o control de las condiciones o eventos que hacen más susceptible a un
sujeto de enfermar, el trabajo promocional proporcionará los medios para que las
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personas mantengan su salud y tengan mayor control sobre ella, aportando al


desarrollo individual y colectivo.

La salud sexual y reproductiva: un abordaje integral

En la actualidad, el perfil epidemiológico ha sufrido transformaciones producto de


los cambios sociales, económicos y culturales acontecidos en nuestra sociedad.
Problemas de salud emergentes han puesto en jaque el abordaje tradicional como
forma de intervención. Problemas de fuerte determinación psicosocial, tales como
los trastornos de la alimentación, las adicciones, las enfermedades crónicas, el
SIDA por nombrar algunas, han planteado la necesidad de poner en marcha
nuevos recursos en la atención y estrategias de salud.

En este sentido, mantener la salud, prevenir la enfermedad, así como entregar


asistencia en los momentos de no salud, ha significado visibilizar una nueva esfera
de acción, en términos del impacto que poseen las condiciones y determinaciones
psicosociales en la calidad de vida de las personas.

Con estos antecedentes, la aproximación sanitaria ha debido entonces reformular


sus estrategias de impacto para dar satisfacción a las necesidades de salud de la
población. Trabajar en la curación y rehabilitación, en la actualidad, no parece ser
suficiente para el éxito de las intervenciones y los tratamientos, y mucho menos
para influir sobre los estilos de vida de las personas, que son en definitiva quienes
en mayor o menor medida forjan su propia calidad de vida.

La esfera sexual y reproductiva no ha estado ajena a esta transformación en


términos de nuevas estrategias de intervención sanitaria. En el ámbito de la salud
sexual y reproductiva, los mayores esfuerzos en las últimas décadas han estado
orientados a controlar las condicionantes de riesgo así como a asistir los
problemas, en términos de síntomas y malestares, que poseen las personas en
éstos ámbitos.

Así, las intervenciones se han enfocado a la disminución de los índices de


embarazos no deseados, manejo de patologías ginecológicas y control de las
enfermedades de transmisión sexual. Las tareas de curación y rehabilitación han
ocupado gran parte de los esfuerzos tendientes a lograr que las personas
restablezcan su “sentirse sano”, o más bien, no enfermo, controlando y
disminuyendo aquellas condicionantes que ponen en riesgo la salud sexual y
reproductiva de los individuos.

En este contexto, adquiere relevancia el concepto de salud sexual y salud


reproductiva, que al igual que la salud en general, comienza a visibilizar la
importancia del bienestar, gratificación y enriquecimiento en el plano sexual y
reproductivo. La sexualidad se reconoce como parte constitutiva del ser humano y
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como tal aporta a la calidad de vida de las personas durante todo el ciclo vital. La
salud sexual remite al placer, favorece la comunicación de emociones y aporta a
las relaciones entre personas y consigo mism@.

Las intervenciones promocionales en el ámbito sexual y reproductivo buscan como


resultado final potenciar y fortalecer una vivencia sexual sana, libre y sin riesgos,
garantizando la integridad física y afectiva, al mismo tiempo que asegurar el libre
ejercicio del rol reproductivo, de forma protegida y segura, garantizando que las
decisiones en estos ámbitos sean la expresión de la voluntad de la mujer y del
hombre.

El logro de estos fines, se traduce en modificar el foco de las intervenciones,


primero, identificando los factores que posibilitan a las personas mantener su salud
sexual y reproductiva (factores protectores); segundo, reforzando o bien
desarrollando capacidades y destrezas que les permitan a los individuos mantener
sus condiciones de salud y gozar de éstas en tanto aporte a su calidad de vida; y
por último, favoreciendo el acceso a medios y contextos capaces de proveer las
condiciones para el desarrollo de una madurez sexual.

Lo anterior se relaciona con la complementación de enfoques: controlar el riesgo


(entregando información sobre aquellos factores que pueden enfermarnos) y
mantener y potenciar la vivencia sexual y reproductiva (a través de la identificación
y manejo de factores protectores de la salud).

En términos específicos, los factores protectores para la salud sexual y


reproductiva son “aquellas condiciones o entornos que favorecen el desarrollo de
un individuo, como hombre o como mujer, capaces de fortalecer la habilidad para
reducir los riesgos asociados al ejercicio autónomo de su sexualidad y proceso
reproductivo, así como de potenciar una vivencia placentera, saludable y digna en
estos ámbitos de la vida”

Trabajar sobre la base de potenciar los factores protectores de la salud sexual y


reproductiva de las personas significa reconocer, en primer término, que las
vivencias sexuales y las decisiones reproductivas no son ajenas al proceso vital
como un todo, sino más bien se integran y desarrollan en un contexto social,
relacional y cultural del que las personas formamos parte.

En este sentido, los factores protectores no son sólo capacidades individuales o


condiciones internas, sino también capacidades colectivas, oportunidades sociales
o condiciones relacionales que operan en el ambiente para favorecer una vivencia
saludable y gratificante en el ámbito reproductivo y sexual.

Del mismo modo, intervenir la salud sexual y reproductiva desde lo promocional,


implica trabajar con la salud de las personas, confiando en las potencialidades de
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los seres humanos para fomentar su salud, y fortaleciendo sus capacidades y


habilidades para la toma de decisiones en el plano sexual y reproductivo,
contribuyendo así a la autogestión individual y colectiva.

Factores protectores y de riesgo para la salud sexual y reproductiva.

Fortalecer las habilidades de protección de hombres y mujeres en el plano sexual y


reproductivo, se traduce también en reconocer los derechos sexuales y
reproductivos de las personas. Mujeres y hombres tenemos derecho a una vivencia
sexual y reproductiva grata, placentera y libre de riesgos, así como acceso a
información y medios que nos permitan tal vivencia.

La atención en salud sexual y reproductiva, desde este enfoque, implica fortalecer


aquellas condiciones individuales y sociales que operan manteniendo la salud y
bienestar, al mismo tiempo que controlar y evitar los riesgos.

Ello hace necesario ampliar la búsqueda de información, más allá de


condicionantes biomédicas individuales hacia factores de orden relacional, cultural
y del entorno, de forma de obtener todos los antecedentes necesarios a la hora
de evaluar la condición de salud sexual y reproductiva de nuestros usuarios y
usuarias.

La indagación sobre factores protectores y de riesgo para la salud sexual y


reproductiva, implica entonces una mirada integral de las personas, en tanto
esfera individual, relacional-interaccional, así como cultural.

1) Esfera individual

En la esfera individual podremos considerar aquellos factores de orden genético,


patologías o antecedentes mórbidos de origen orgánico, como también aquellas
condicionantes individuales relacionadas con habilidades, destrezas, actitudes o
capacidades que pudiesen constituirse en factores de riesgo o protectores para la
salud sexual y reproductiva.

Entre los factores de riesgo asociados a la SSR en el ámbito individual 1 es


posible identificar:
• Factores de orden genético
• Presencia de enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes
• Patologías asociados al tracto reproductivo
• Infecciones de transmisión sexual
• Infección urinaria
• Trastornos hormonales
1
Los factores de riego y protectores enunciados a continuación no constituyen un listado exhaustivo de ellos,
sino una recopilación de aquellos más frecuentemente mencionados en distintos estudios.
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• Fimosis
• Alteraciones neuroendocrinas
• Prácticas sexuales de riesgo para la transmisión del VIH/SIDA y ETS
• Niveles bajos de autoestima.
• Falta de autonomía en la acción y toma de decisiones.
• Incapacidad de autocontrol, impulsividad y baja tolerancia a la frustración.
• Actitud evasiva ante los problemas/conflictos.
• Dificultad para reconocer y expresar sentimientos.
• Patología psiquiátrica.

Se reconocen como factores protectores de la SSR en el ámbito individual,


los siguientes:
• Indemnidad del sistema neuroendocrino
• Prácticas sexuales protectoras, abstinencia o utilización de medidas de
protección contra las ITS, VIH/SIDA y embarazo no deseado
• Concepto positivo de sí mismo.
• Autonomía acorde a la edad.
• Responsabilidad, en términos de conocimiento y manejo de las
consecuencias de sus conductas
• Interiorización de límites y normas
• Habilidades para la resolución de problemas.
• Autocontrol emocional y conductual.
• Habilidades sociales: asertividad, petición de ayuda, habilidad para decir no,
habilidades de negociación sexual
• Capacidad para reconocer y expresar sentimientos.
• Tolerancia a la frustración.
• Presencia de metas personales y proyecto de vida.

2) Esfera relacional-interaccional

En la esfera relacional- interaccional, es posible identificar, aquellas características


que adoptan las relaciones con otros, tanto en términos de formas de vinculación
como tipos y calidad de las relaciones que un sujeto establece con su entorno
afectivo cercano y su entorno relacional inmediato (grupos sociales de pertenencia,
ámbito laboral o educacional)

2.1 Familia
Entre los factores de riesgo para la SSR en el ámbito familiar es posible
identificar:

• Falta de cohesión del grupo familiar y aislamiento emocional de sus miembros.


• Ausencia de modelos genéricos y afectivos.
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• Ausencia de límites y normas claras, respecto del cuidado del propio cuerpo, el
pudor, la intimidad.
• Incoherencia en la supervisión: excesiva exigencia en determinados aspectos y
excesiva tolerancia en otros.
• Exceso de protección; disciplina severa, restricción de espacios sociales
• Falta de reconocimiento y aceptación del/la hijo/a.
• Ausencia de participación y disfrute en el uso del tiempo libre.
• Alcoholismo y/o drogadicciones de alguno de los miembros de la familia.
• Situación de estrés de la familia por problemas económicos, de pareja, etc.
• Presencia de Violencia intrafamiliar.

Se reconocen como factores protectores de la SSR en el ámbito familiar, los


siguientes:

• Límites y normas claras.


• Reconocimiento y aceptación del hijo/a.
• Experiencias de refuerzos positivos ante el esfuerzo y valoración del rendimiento
y motivación de la eficacia; apoyo para superar los fracasos.
• Ambiente familiar afectivo.
• Cohesión del grupo familiar.
• Rechazo a las conductas de riesgo y refuerzo de conductas protectoras
• Modelos de conducta positiva en los padres (o cuidadores).
• Roles claros y presencia de modelos sexuales.
• Supervisión y procedimientos de control adecuados sobre sus conductas.
• Seguimiento y apoyo en el rendimiento y asistencia escolar.
• Participación y disfrute en el tiempo libre familiar.
• Adecuado estilo de resolución de conflictos (no violento), ambiente de humor y
calidez.

2.2 Relaciones con el grupo de iguales

Entre los factores de riesgo para la SSR asociados al grupo de pertenencia


es posible identificar:

• Excesiva dependencia del grupo.


• Inclusión en grupos proclives a la trasgresión y con actitudes tendientes al
riesgo.
• Oportunidades para incurrir en conductas problemáticas.
• Exposición y valoración de modelos que manifiestan conductas de riesgo.
• Dificultad para establecer relaciones interpersonales.
• Escaso desarrollo de habilidades sociales.
• Pautas culturales de diversión asociadas a “descontrol”.
• Escasez de alternativas de uso del tiempo libre.
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Se reconocen como factores protectores de la SSR asociados al grupo de


iguales, los siguientes:

• Capacidad crítica y desarrollo del criterio propio frente a la presión de los pares.
• Toma de decisiones personales.
• Habilidades para el desarrollo de relaciones de respeto, tolerancia y solidaridad.
• Inclusión en grupos con ausencia de conductas desadaptativas.
• Participación en grupos y sentido de pertenencia.
• Red amplia de amigos, que otorguen contención emocional.
• Competencia social para establecer relaciones interpersonales.
• Acceso a actividades y recursos positivos para el ocio y otras actividades
informales.

2.3 Relaciones asociadas ámbito educacional y/o laboral

Entre los factores de riesgo para la SSR asociados al ámbito educacional


y/o laboral es posible identificar

• Dificultades de adaptación.
• Sensación de inutilidad y desmotivación.
• Ambientes autoritarios o jerárquicos.
• Ausentismo y pasividad.
• Ausencia de modelos de referencia en los profesores/tutores.
• Experiencia de poca competencia: fracaso escolar y abandono temprano de los
• estudios.
• Falta de preparación y de oportunidades; intereses y niveles de aspiración
bajos.
• Ausencia de programas de educación, consejería y atención en Salud sexual y
reproductiva.

Se reconocen como factores protectores de la SSR asociados al ámbito


educacional y/o laboral, los siguientes:

• Integración escolar y/o laboral.


• Adecuado rendimiento y autoconcepto positivo.
• Integración grupal, sentido de pertenencia.
• Interiorización de normas y adaptación grupal.
• Relaciones cercanas con los profesores, buena comunicación.
• Experiencias de reforzamiento positivo ante el esfuerzo y valoración del
rendimiento y motivación de la eficacia: apoyo a superar los fracasos.
• Valoración institucional/organizacional de la Salud sexual y reproductiva.
• Presencia de programas de educación, consejería y atención en Salud
sexual y reproductiva
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3) Esfera social y cultural

Las características presentes en el entorno físico, social y cultural, en términos de


condiciones de vida, oportunidades de desarrollo, estilos de vida, así como
valoración y significados culturales asociados a la sexualidad (valores culturales,
creencias y mitos populares), pueden constituirse en riesgos o factores
protectores para la SSR.

Entre los factores de riesgo para la SSR asociados al ámbito social y


cultural es posible identificar:

• Situación socioeconómica precaria.


• Hacinamiento.
• Aislamiento geográfico.
• Problemas de integración e inclusión social.
• Desestructuración social.
• Ausencia de apoyo social: escasos recursos comunitarios.
• Degradación de la zona (barrios conflictivos del entramado urbano).
• Accesibilidad a sustancias ilícitas y tráfico de drogas.
• Ausencia de espacios recreativos.
• Desigualdad en la relación entre los géneros.
• Dificultades de acceso a servicios de salud.
• Discriminación social.
• Presencia de mitos y creencias erróneas en torno a la sexualidad.

Se reconocen como factores protectores de la SSR asociados al ámbito


social y cultural, los siguientes:

• Organización social adecuada.


• Cohesión social en el barrio.
• Relaciones positivas de vecindad.
• Apoyo social y protección a niñ@s y adolescentes.
• Recursos comunitarios suficientes, conocimiento y accesibilidad a los
mismos.
• Accesibilidad a servicios de Salud.
• Integración e inclusión social.
• Oportunidades educativas y laborales.
• Tolerancia a la diversidad.
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¿Como mantener y fortalecer las condiciones de salud en el ámbito


sexual y reproductivo?

En el ámbito individual, trabajar sobre los factores protectores de la salud


sexual y reproductiva implica fortalecer estrategias que aporten a hombres y
mujeres en:

• El conocimiento del propio cuerpo y sus potencialidades.


• El reconocimiento e integración de las propias capacidades y
necesidades en materia sexual y reproductiva.
• El fortalecimiento de la autoimagen y la valoración como persona única.
• El desarrollo de habilidades y destrezas para el cuidado y respeto de sus
potencialidades sexuales y reproductivas.
• El fortalecimiento y desarrollo de la capacidad para decidir de acuerdo a
su propia ética y respetando los derechos de los otros en materia sexual
y reproductiva.
• El desarrollo de relaciones equitativas, dignas y respetuosas.
• El descubrimiento y fortalecimiento de las habilidades para negociar lo
que se quiere o no hacer en términos sexuales.
• El desarrollo y valoración de las propias decisiones en materias
reproductivas.

En lo colectivo, fortalecer factores protectores de la salud sexual y


reproductiva implica también un trabajo intersectorial y comunitario que
propicie el que hombres y mujeres tengan acceso a:

• Conocimientos e información sobre sexualidad y proceso reproductivo.


• Atención en salud, respetuosa y específica de acuerdo a las propias
necesidades en materia sexual y reproductiva.
• Desarrollo de redes sociales y vínculos afectivos que propicien el
desarrollo de las capacidades como personas sujeto de derechos.
• Oportunidades de recreación, juego y diversión que conecten con el
placer y el disfrute por la vida.
• Protagonismo y valoración de las capacidades individuales y colectivas
para gestionar procesos de transformación social, que se traduzcan en
relaciones equitativas, no discriminadoras y respetuosas de la diversidad
de opciones en materia sexual y reproductiva.

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