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AMIDAH PARA LOS SEIS DÍAS DE TRABAJO

Eterno, abre mis labios y mi boca dirá tu Loor. Bendito seas Tú, Eterno. D’os, nuestro y
de nuestros padres. D’os de Avraham, de Ytzjak y de Yaakov, el D’os grande, poderoso
y reverenciado. D’os altísimo que concede generosas bondades, poseedor de todo, que
recuerda las buenas acciones de los patriarcas y envía un libertador a sus descendientes,
a Yeshúah HaMashíah por la gloria de su Nombre y con amor. Rey que ayuda, salva y
protege. Bendito seas Tú, Eterno, Escudo de Avraham

Tú eres para siempre poderoso. Eres Tú quien resucita a los muertos. Tú eres grande
para salvar. Tú haces soplar el viento y caer la lluvia. Tú sustentas a los vivos con
merced, y resucitas a los muertos con mucha piedad; sostienes a los que caen, curas a
los enfermos, libertas a los presos y guardas fielmente tus promesas para con aquellos
que duermen en el polvo. ¿Quién es como Tú, hacedor de proezas, y quién se puede
asemejar a Ti, oh Rey, que haces morir, que llamas a la vida y haces germinar la
salvación? Y Tú eres fiel para resucitar a los muertos. Bendito seas Tú, Eterno, que
resucitas a los muertos.

Nosotros te santificamos y te reverenciamos como lo hacen con agrado los santos


serafines, en su lenguaje misterioso, en su triple santificación. Así como está escrito por
medio de tu profeta: “Uno llama al otro y dice: Kadosh, Kadosh, Kadosh es el Eterno de
las huestes; toda la tierra está llena de su gloria”. Y frente a ellos otros ángeles, uniendo
sus loores, dicen: “Bendita sea la gloria del Eterno desde su mansión”. Y en tus sagradas
escrituras está dicho: “El Eterno reinará para siempre, tu D’os o Tzión, de gneraciones
en generaciones. Haleluya”. Tú eres Santo, tu nombre es Santo, y los santos te alaban
todos los días (Selah). Porque D’os, Rey grande y santo eres Tú. Bendito seas Tú.
Eterno, D’os Santo.

Tu favoreces con sabiduría al hombre y enseñas inteligencia al ser humano.


Favorécenos, pues, con el don de la sabiduría, de la inteligencia y de la perspicacia.
Bendito seas Tú, Eterno, proveedor de la sabiduría.

Tórnanos a tu Torah, oh Padre nuestro, acércanos a tu servicio, oh Rey nuestro, y haz


que regresemos con sincero arrepentimiento perfecto ante tu presencia. Bendito seas Tú,
oh Eterno, que te complaces con el arrepentimiento.

Perdónanos, oh Padre nuestro, pues hemos pecado; discúlpanos, oh Rey nuestro, pues
hemos transgredido; porque Tú eres un D’os bueno y clemente. Bendito seas Tú,
Eterno, lleno de gracia, que perdonas muchas veces.

Mira, te rogamos, nuestra aflicción, y defiende nuestra causa; redímenos de prisa, con
redención perfecta, por amor a tu nombre, porque Tú eres D’os redentor y poderoso.
Bendito seas Tú Eterno, Redentor de Israel.

Cúranos, Eterno, y seremos curados; socórrenos y seremos salvados, pues Tú eres el


objeto de nuestra alabanza; y da remedio eficaz a todas nuestras enfermedades, a todos
nuestros dolores y a todas nuestras heridas, puesto que Tú eres un D’os médico, piadoso
y fiel. Bendito seas Tú, Eterno, que curas a los enfermos de tu pueblo Israel.
Bendice, oh Eterno, D’os nuestro, este año y todos los productos de su cosecha, para
bien. Provee rocío y lluvia de bendición sobre toda la superficie de la tierra; abundancia
sobre la faz del mundo, y trae hartura, por tu bondad, en el universo entero. Llena
nuestras manos con tus bendiciones y con la riqueza de la dádiva de Tus manos. Guarda
y libra a este año de toda cosa mala, de toda clase de destrucción y de toda calamidad.
Haz que la esperanza que tenemos para con este año llegue a realizarse y termine en
paz; ten piedad para con él, y para su cosecha y sus frutos. Bendícelo con lluvias
benéficas, de bendición y de abundancia. Que haya hasta el fin del año, vida, hartura y
paz, como todos los años buenos y de bendición. Pues Tú eres D’os bueno, bienhechor,
y bendices los años. Bendito seas, oh Eterno, que bendices los años.

Haz sonar el Shofar grande de nuestra completa liberación, y levanta el estandarte que
debe juntar a nuestros exiliados, y reúnenos de prisa a todos juntos desde los cuatro
extremos de la tierra para dirigirnos a nuestro país. Bendito seas Tú, Eterno, que reúnes
a los dispersos de tu pueblo Israel.

Restaura a nuestros jueces como antes, y a nuestros consejeros como en los primeros
tiempos. Suprime de nosotros la aflicción y el suspiro, y reina sobre nosotros pronto Tú
solo, oh Eterno, con piedad, con caridad y con justicia. Bendito seas Tú, Eterno, que
amas la caridad y la justicia.

No seas esperanza para los calumniadores e infieles, y todos los soberbios sean
aniquilados prontamente; y todos tus enemigos y los que te aborrecen, sean prontamente
aniquilados. Y a todos aquellos que practican el mal, quiébralos, aniquílalos pronto, en
nuestros días. Bendito seas Tú. Eterno, que quiebras a los enemigos y oprimes a los
soberbios.

Sobre los justos, los piadosos y los remanentes de tu pueblo, la casa de Israel; sobre sus
ancianos, sobre los sobrevivientes entre sus sabios escribas; sobre los prosélitos sinceros
y sobre nosotros, te rogamos se conmueva tu piedad, oh Eterno D’os nuestro.
Recompensa con benevolencia a todos los que ponen sinceramente su esperanza en Tu
Nombre glorioso; haznos partícipes de su Felicidad y no seamos nunca avergonzados
porque nosotros también ponernos nuestra confianza en Ti y nos apoyamos de verdad en
tu merced. Bendito seas Tú, Eterno, que eres sostén y esperanza de los justos.

Haz posar tu gloria en medio de tu ciudad Yerushalaim, como prometiste, y el trono de


David, tu siervo, restablece pronto en ella. Y reconstrúyela, haciendo de ella una
construcción eterna, pronto y en nuestros días. Bendito seas Tú, Eterno, que reedificas a
Yerushalaim.

Haz florecer pronto el vástago de David tu siervo eleva nuevamente su gloria con tu
poder, pues en tu salvación esperarnos todos los días. Bendito seas Tú, Eterno, que
haces germinar la gloria de la salvación, a Yeshúah HaMashíah.

Oye nuestra voz, Eterno, D’os nuestro, Padre piadoso; ten piedad y clemencia de
nosotros y recibe nuestras oraciones con misericordia y con agrado, porque Tú eres
D’os que oyes las preces y las súplicas, y no nos hagas volver vacíos delante de Ti, oh
nuestro Rey. Concédenos tu gracia, atiéndenos y escucha nuestras oraciones, pues Tú
escuchas las oraciones de todas las bocas. Bendito seas Tú, Eterno, que atiendes la
oración.
Complácete, Eterno, D’os nuestro, con tu pueblo Israel y recibe sus oraciones y restaura
el servicio divino del Santuario de tu Casa. Recibe con amor y benevolencia las
ofrendas y las oraciones de Israel, y el culto de tu pueblo Israel te sea siempre grato. Y
Tú, con tu inagotable misericordia, quiérenos y complácete en nosotros, y permite que
nuestros ojos vean tu regreso a Tzión, con piedades. Bendito seas 1’ú, Eterno, que
restableces tu divina presencia en Tzión.

Nosotros reconocemos que Tú eres el Eterno, D’os nuestro y D’os de nuestros padres,
para siempre. Tú eres nuestra Roca y la de nuestra vida, el Escudo de nuestra salvación.
Tú permaneces de generación en generación; nosotros te agradecernos y expresamos tu
loor por nuestra vida que está en tus manos, y por nuestras almas que están
encomendadas a Ti, por los milagros que haces diariamente en nuestro favor, por las
maravillas y las bondades que nos prodigas a toda hora, en la tarde, en la mañana y al
mediodía. D’os de bondad, tu misericordia es infinita; D’os de piedad, tus mercedes no
se agotan nunca, por lo que nuestra esperanza estará siempre en Ti. Por todos estos
beneficios, tu nombre, oh Rey nuestro, es bendito y ensalzado y exaltado para siempre,
sin cesar. Y todos los seres vivos te expresarán su gratitud eternamente. Y loarán y
bendecirán tu gran nombre con sinceridad para siempre, porque es bueno el D’os de
nuestra salvación y de nuestra ayuda, D’os de bondad. Bendito seas Tú, Eterno, porque
bondad es tu nombre, y a Ti corresponde que te alabemos.

D’os nuestro y de nuestros padres: Bendícenos con la triple bendición mencionada en la


Torah, escrita por las manos de tu siervo Moshé y pronunciada por la boca de Aharón y
Sus hijos, los sacerdote, Tu santa gente, como fue dicho: “El Eterno te bendiga y te
guarde. El Eterno haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su gracia. Vuelva el
Eterno su rostro hacia ti y te dé paz. En el nombre de Yeshúah, Ame”n”. Así pondrán mi
nombre sobre los hijos de Israel y Yo los bendeciré.

Concede paz de la buena (Shalom Tovah), bienestar y bendición, vida, gracia, favor,
caridad y misericordia, sobre nosotros y sobre todo tu pueblo Israel, y bendícenos, oh
Padre nuestro, a todos conjuntamente con la luz de tu presencia; porque con la luz de tu
presencia nos diste, Eterno, D’os nuestro, la Torah, y con ella la vida, amor y
benevolencia, justicia y misericordia, bendición y paz. Y sea agradable a tus ojos
bendecimos y bendecir a tu pueblo Israel con gran fortaleza y paz. Bendito seas Tú,
Eterno, que bendices a tu pueblo Israel con la paz. Ame”n.

Que las palabras de mi boca y las meditaciones de mi corazón sean gratas ante tu
presencia, Eterno, mi Roca y mi Redentor. D’os mío, guarda mi lengua de la calumnia y
mis labios de pronunciar falsedad. Que mi alma permanezca silenciosa ante los que me
maldicen, y que mi alma sea humilde, como el polvo, para con todos. Abre mi corazón a
tu Torah, y que mi alma espiritual vaya en pos de tus preceptos. Y de los que se levanten
contra mí para mal, anula prontamente su disposición e invalida sus pensamientos; que
sean como la hojarasca ante el viento, y que el Ángel del Eterno los empuje. Hazlo por
amor a tu nombre, hazlo por amor a Tu Diestra, hazlo por amor a Tu Torah, hazlo por
amor a Tu Santidad, en síntesis por amor a Tu Masíah, a fin de que se regocijen tus
amados. Sálvame con tu diestra y respóndeme. Que las palabras de mi boca y las
meditaciones de mi corazón sean aceptadas ante tu presencia, Eterno, mi Roca y mi
Redentor.

El que establece la paz en la Alta Mansión, conceda a través de su infinita misericordia


la paz a nosotros y a todo Israel, y decid Ame”n. En el nombre de Yeshúah HaMashíah
y Adonai.

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