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*Mariano Bueno WVIR GN CASA SANA Las radiaciones cosmoteluricas * y su influencia en los seres vivos Introduccién a la Geobiologia Mariano Bueno Vivir en casa sana NUEVA ERA v Ediciones Martinez Roca, S. A. Esta obra esta dedicada a todos los que se esfuerzan con su trabajo y sus actos por conseguir un mundo mds arménico con el ser humano y con la naturaleza de la que formamos parte integrante. No esté permitida la reproduccién total o parcial de este libro, ni la recopilacién en un sistema in- formético, ni la transmisién en cualquier forma © por cualquier medio, por registro 0 por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de Ediciones Martinez Roca, S.A. © 1988, Mariano Bueno © 1988, Ediciones Martinez Roca, S.A. Gran Via, 774, 7°, 08013 Barcelona ISBN 84-270-1227-6 Depésito legal B. 42727-1989 Impreso por Libergraf, S.A., Constitucid, 19, 08014 Barcelona Impreso en Espana - Printed in Spain El autor E| habitante de la tierra es un ser extrafio. Vive en un planeta sin saber donde se halla, sin sentir la curiosidad de preguntarse- lo y sin intentar conocer su propia naturaleza. Camille Flammarion El hombre es hijo del cosmos y, por consiguiente, es un reso- nador, que debe vibrar al unisono con las armonias del cosmos. Debe estar armonica y musicalmente en consonancia con los rit- mos de la naturaleza. Charles Laville La vivienda que habitamos es una proyeccién de nosotros mismos y de nuestra personalidad. Simultaneamente, ella nos condiciona y modela energéticamente. Busca un buen terreno para la construccion, y no ofendas a la naturaleza con tu creacion. Norma de los arquitectos chinos Dime donde vives... y te diré lo que padeces. Introduccién En los ultimos afios la medicina ha hecho descubrimientos sensa- cionales, y tanto la quimioterapia como la cirugia han conseguido resultados que, poco tiempo atras, hubieran podido calificarse como casi de ciencia ficcién: el diagnéstico de las enfermedades es sumamente preciso, como también los medios para combatir- las, y las técnicas quirtrgicas parecen tener a su alcance, por me- dio de los trasplantes de érganos, todo cuanto pudieran propo- nerse. Incluso se han dado importantes progresos en el campo de la medicina preventiva, que seria injusto olvidar por menos es- pectaculares. Algunas enfermedades que a lo largo de Ja historia fueron el azote de la humanidad han sido totalmente erradica- das. Sin embargo, paraddjicamente, cada vez hay mas enfermos. Se construyen grandes centros hospitalarios y se modernizan y amplian los ya existentes, pero siguen faltando camas y, en oca- siones, la sanidad publica se ve impotente para atender a la cre- ciente demanda de servicios. ¢C6mo puede ser esto? ¢Cual es la causa de que, vencida una enfermedad, aparezcan otras nuevas que vienen a tomar el relevo? Se ha podido decir que lo que ocurre no es mas que una logica consecuencia del progreso: que no es que aumente el numero de enfermos, sino que los avances cientificos nos permiten recono- cer y, con ello, luchar contra una serie de dolencias que antes pa- saban desapercibidas. En otras palabras, que no hay mas enfer- mos que antes, sino mas personas que conocen su enfermedad. Pero esto es clarisimamente una falacia y, para demostrar que lo es, bastaria mencionar el innegable incremento de las enfer- medades cardiovasculares y el cancer, la relativa frecuencia con que se dan casos como el del sindrome tdxico, la aparicion de nuevas enfermedades como el sindrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), etc. Y si esto no bastara, ¢qué decir respecto 9 de la extension de las enfermedades psiquicas, causa de todo tipo de trastornos y de muchas muertes que calificamos con ligereza como accidentales? La enfermedad avanza en nuestro mundo: enferma la natura- leza y enferma cada vez mas el hombre. Y contra ello parecen valer de muy poco los serios esfuerzos que se hacen para comba- tirla. ¢Cémo es posible, por ejemplo, que todavia no se haya en- contrado un remedio eficaz contra el cancer, a pesar de los miles de millones de délares dedicados a la investigacién? ¢Cémo es posible que los logros evidentes en la prolongacién de la esperan- za de vida, por ejemplo, se vean empafiados con frecuencia por una pérdida de calidad de esa misma vida, amenazada por todo tipo de neurosis? ¢No sera que estamos siguiendo un camino 0 caminos equivocados? Se habla a veces del subdesarrollo del mundo desarrollado (basicamente el de la sociedad occidental), juego de palabras que alude a la enorme desproporcion existente entre la masa de da- tos y conocimientos cientificos obtenidos a través de las investi- gaciones mas avanzadas y lo que de ellos es llevado a la practica. Seguin calculos fiables, sdlo llega a aplicarse un 5% del total; el resto, el 95%, se va amontonando en las memorias de las grandes computadoras, a la espera de que alguien se interese por ello. Y apenas un 1% acaba siendo de dominio publico. En esta situa- cion tiene especial importancia analizar cuales son los criterios que determinan que ciertos datos y conocimientos se apliquen y otros queden en el olvido. Un primer criterio es la inercia que nos lleva a admitir preferentemente lo que encaja con lo que ya se sabe, lo que se acomoda a la ortodoxia establecida. A la ciencia oficial, en principio, no le gusta romper con el pasado. Sdlo muy de vez en cuando surgen grandes genios que lo ponen todo patas arriba; pero esto no es lo normal. Lo habitual es que todo el que se aparte de aquella ortodoxia sea tachado de loco, charlatan o alucinado, que se le ridiculice y que se le cierren todas las puer- tas para la aplicacién practica de sus teorias. En segundo lugar, en nuestros dias, mds que en ninguna otra época del pasado, so- bre la ciencia pesan intereses no cientificos que orientan y condi- cionan la investigacién. Asi, por ejemplo, todo lo que pueda tener una importancia militar, es decir, aplicable a la carrera de arma- mentos y a la lucha por el poder, recibe especial atencién, y lo mismo cabe decir de cuanto sea susceptible de proporcionar be- neficios a las grandes empresas multinacionales. El resultado es que la ciencia progresa, pero de forma muy 10 descompensada, que se favorecen determinadas lineas de inves- tigacién en perjuicio de otras que quiza pudieran ser mas prome- tedoras para la humanidad, pero de las que dificilmente pueden obtenerse patentes, royalties, beneficios econdmicos para deter- minados grupos. Por fortuna han quedado ya atras los tiempos en que quienes investigaban ciertos fenomenos inexplicables desde la perspecti- va de la ciencia oficial eran considerados sospechosos de bruje- ria y aun condenados a morir en la hoguera. Y, sin embargo, has- ta hace poco se marginaba a cientificos de indiscutible talento sdlo por el hecho de que sus descubrimientos fueran en contra de lo generalmente admitido. La situacién esta cambiando, de una parte porque la sociedad se ha vuelto mas tolerante y abier- ta, tal vez consciente de que la ciencia oficial no le resuelve todos los problemas y aun agudiza algunos, aunque no sea mas que por el mal uso que se hace de sus logros. Pero el cambio se debe asi- mismo a que aquellos otros caminos de investigacién puestos en entredicho han conducido a hallazgos sorprendentes, que hoy cabe presentar con un rigor notable y que, en algunos casos, constituyen ya verdaderas ciencias. Tal, por ejemplo, la geobio- logia, ciencia que estudia las relaciones entre la tierra (gea) y la vida (bios). De ella vamos a ocuparnos aqui. Definida asi, esta ciencia no es nueva. Tradicionalmente se ha considerado, desde la perspectiva oficial, como una parte com- plementaria de la biologia, casi como un apéndice. Y aunque es muy cierto que ese apéndice ha ido cobrando progresivamente mayor importancia, sin embargo ha estudiado sélo una reducida serie de fendmenos: los que tienen que ver, sobre todo, con los factores climaticos y, mas recientemente, los relativos a los pro- cesos fisico-quimicos de la vida. Sin negar nada de todo ello, la moderna geobiologia se fija campos de investigacin mas am- plios, en la medida en que esta abierta a fendmenos hasta ahora poco estudiados y que hacen referencia a energias poco conoci- das atin, pero cuyos efectos son patentes. Dentro de ese amplisi- mo terreno, nuestro trabajo se centrara en los aspectos que inci- den sobre la salud humana. Es aqui donde la geobiologia ha aportado conocimientos realmente nuevos, que tienen especial interés para nosotros en la medida en que podemos aplicarlos con resultados muy satisfactorios. ¢Conocimientos “nuevos”? Innumerables hechos a través de la historia nos demuestran que el hombre ha tenido desde épocas remotisimas un conocimiento claro e intuitivo de las energias il que nos Ilegan del cosmos o surgen de la tierra y de su influencia positiva o negativa sobre los seres vivos. De ello hablaremos en el siguiente capitulo. Los menhires y délmenes del Neolitico, las piramides egipcias o mayas, las grandes catedrales géticas reve- lan que quienes los alzaron tenian una sensibilidad muy acusada hacia ese tipo de energias y una gran maestria en encauzarlas. Otro caso bien conocido es el de los zahories 0 buscadores de agua, que atin hoy compiten con ventaja contra los mas sofistica- dos métodos de detecci6n; gracias a ellos muchos pueblos se sal- varon de la sed y del hambre cuando atin no habia nacido la ciencia. Tal vez el hombre actual ha perdido gran parte de la sensibili- dad que poseyé en un pasado mas o menos lejano; pero eso no quiere decir que aquellas energias no existan. Por el contrario, hoy disponemos de una completisima serie de aparatos electro- nicos que nos permiten medir lo que, hasta hace sdlo unas déca- das, sélo podian percibir unos pocos individuos singularmente dotados. Hoy, por ejemplo, la camara Kirlian nos ofrece fotogra- fias del aura o energia luminica que rodea a todos los seres vivos y que cambia de forma y color segun el grado de vitalidad del su- jeto estudiado. Hoy los aparatos detectores de puntos de acupun- tura han demostrado fuera de toda duda que esa practica médica oriental se apoya en una sélida base cientffica: es posible locali- zarlos con absoluta precision y aun medir su energia, cuando du- rante afios se cuestion6 si existian realmente o si eran tan sdlo el montaje de unos vividores que jugaban la carta de lo exético, Hasta hace pocos afios mediamos las radiaciones emanadas de una corriente telurica o de una vena de agua subterranea me- diante un péndulo o una varilla de zahori. Ahora un “zahori elec- trénico” determina la zona mediante un zumbido y una aguja in- dica la cantidad de energia emitida. éY qué decir de los complejos instrumentos electrénicos que nos demuestran que incluso las plantas y otros seres aparente- mente inanimados son sensibles a los sentimientos de amor y de odio y perciben en cierta medida lo que sucede a su alrededor? La puesta a punto de todos estos instrumentos ha permitido acumular datos y experiencias, gracias a lo cual la geobiologia ha empezado a adquirir gran desarrollo, sobre todo en paises como Alemania y Suiza, donde los medios técnicos estan mas al alcance de los investigadores. Con todos esos datos y experiencias, la geobiologia ha llegado a detectar la existencia de zonas geopatégenas, zonas en las que 12 la acumulacién de ciertas energias se convierte en peligrosa para los seres vivos; mas concretamente, nos ensefia y demuestra que el lugar en que habitamos marca frecuentemente, y aun llega a determinar, nuestro estado fisico y psiquico general y puede ser la causa de innumerables enfermedades, entre las que hay que mencionar muchas formas de cancer y de trastornos cardiovas- culares. Centremos el tema en el aspecto que mas nos interesa abor- dar. Un sencillisimo aparato eléctrico, un galvanometro sensi- ble, revela que la resistencia eléctrica de un organismo se ve mo- dificada bruscamente al cambiar de lugar dentro, por ejemplo, de una misma habitacién: en determinados puntos de ésta hay una gran perturbacion, y a unos pocos pasos todo regresa a la normalidad. De estos cambios, que los aparatos registran, no so- mos generalmente conscientes. Pero, sin duda, la permanencia durante largos perfodos en puntos especialmente perturbados tiene que acabar produciendo efectos negativos: dicho en otras palabras, enfermedades. Y esa permanencia puede darse a me- nudo si, por ejemplo, tales puntos coinciden con la ubicacién de la cama en el dormitorio, el lugar donde desempefiamos nuestro trabajo —la mesa de despacho, la cocina doméstica...—, el sillon desde el que vemos a diario la television, etc. Cierto que, a veces, podemos detectar zonas patogenas mas amplias, que afecten —por causas que comentaremos— a toda una habitacién o un edificio; pero suelen ser casos aislados. Después de varios afios investigando y comprobando perso- nalmente estos hechos en la vida diaria, nos atreveriamos a afir- mar que muchos padecimientos tanto fisicos como psicolégicos tienen una causa directa 0 indirecta en esa prolongada perma- nencia en zonas geopatégenas y que a menudo el simple cambio de ubicacién de la cama o del lugar de trabajo son suficientes para ponerles remedio, restableciendo el equilibrio y la salud. Tal aseveracion puede parecer pretenciosa por nuestra parte, y nos parecera légico que se dude de ella. Por eso en los siguientes capitulos vamos a intentar aclarar conceptos y demostrar en lo posible estas afirmaciones. En ellos desarrollaremos el tema desde diferentes perspectivas. A fin de cuentas no pretendemos vender nada: ni raros y costosos artilugios, ni regimenes o gim- nasias, ni tan siquiera pedir una fe ciega en las conclusiones: sdlo, si se da el caso, sugerir al lector que pruebe a hacer algiin pequefio cambio en la disposicién de su hogar. No quisiéramos dar a entender que la geobiologia ofrece res- 13 puestas a todas las preguntas o nos descubre las causas y las soluciones de todos los problemas relativos a la salud. Esta pre- tension la ha tenido muchas veces la ciencia oficial, que en oca- siones traté de resolverlo todo a base de sangrias, y atin hoy sien- te la tentacién de solucionar a golpe de bisturi lo que no alcanza a remediar con productos quimicos. La geobiologia no rechaza nada, ni renuncia a ningun otro conocimiento cientifico. Si aqui le damos tanta relevancia y le dedicamos el presente trabajo es porque nos habla de elementos y factores no tenidos en cuenta hasta hoy y porque nos ayuda a comprender mejor la realidad en que estamos inmersos, paso previo en la busqueda del equilibrio y la felicidad. 14 Capitulo 1 A través de los tiempos Signos de una realidad incomprendida Los descubrimientos arqueoldégicos han puesto en evidencia que nuestros antepasados posefan ciertos conocimientos que les per- mitieron realizar obras asombrosas, muchas de las cuales atin no hemos podido descifrar 0 comprender en su totalidad. Ante ejemplos como los grandes menhires y délmenes prehistoricos, las piramides egipcias y mayas, o las misteriosas cabezas de la isla de Pascua, resulta inevitable preguntarse por los medios Ppuestos en juego para tallar las grandes piedras sin el instru- mental que hoy consideramos imprescindible, para transportar- las a cientos de kilometros de distancia y para disponerlas en su lugar conforme al plan trazado. Y lo cierto es que, a pesar de las hip6tesis, an no sabemos a ciencia cierta como lo consiguieron. El problema se complica cuando, al examinar atentamente esas obras, advertimos que las dificultades vencidas en su cons- truccion son sélo una minima parte de su misterio, ya que en mu- chos casos implican unos conocimientos astronémicos extraor- dinariamente avanzados que no parecen estar en relacion con el grado de desarrollo atribuible a sus constructores. Algunos ejemplos son particularmente notables, como que en plena selva amazénica se haya encontrado una gran piedra antigua donde aparecen representadas estrellas y constelaciones que hasta hace bien poco, y gracias a potentes telescopios, no habian podi- do observarse. ¢De donde sacaban la informacion nuestros antepasados? Sin aparatos de medicién, sin instrumentos, ¢como podian represen- tar estrellas no visibles? ¢Cémo pudieron tallar y acoplar gran- des bloques de piedra con tal perfeccién que apenas caben ni un alfiler u hoja de afeitar entre ellos? ¢Cémo afrontaron tan gigan- 15 tescos retos que incluso con los medios actuales resultan practi- camente inabordables? No trataremos aqui de profundizar en estas cuestiones. Otros libros lo han hecho y, a la vez, han ofrecido toda clase de hipéte- sis, algunas creibles, otras contradictorias y muchas descabella- das, en un intento de resolver el misterio. Pero, curiosamente, la explicacién mas simple se ha visto postergada a menudo en bene- ficio de otras que introducen elementos fantasticos. Razon y agresividad Nos hemos acostumbrado a calificar de imposible todo aquello que rebasa los limites de nuestra raz6n. Pero, si estudiamos por un lado la historia y la antropologia, y por otro las tradiciones religiosas legadas a la humanidad, comprenderemos facilmente que eso que Ilamamos “raz6n” es algo de reciente incorporacién en la historia humana. El ser humano, en efecto, ha tardado miles de afios en evo- lucionar hasta su forma actual, tal y como nos conocemos. Esa evolucion, bien estudiada en sus aspectos somaticos, lo ha sido menos en otros ordenes de cosas y en concreto en el de su percep- cién de la realidad, que tendemos a imaginar semejante a la nuestra siendo asf que es en ello donde mayor puede ser la dis- tancia que nos separa de él. Viviendo inicialmente en pequefios grupos semejantes a las manadas de animales, su actitud frente a la naturaleza no debié de ser otra cosa que una estrecha aco- modacion a sus ritmos para sobrevivir: una acomodacién logra- da por mecanismos no racionales —es decir, no razonadores—, sino basicamente apoyada en el instinto y en la intuicién, de los que dependia su vida. Que esta relacién con la naturaleza nos pa- rezca hoy “‘primitiva” no debe hacernos olvidar la sensibilidad que muy posiblemente tuvo, comparable, por ejemplo, a la que determina los movimientos de las aves migratorias, que depen- den de minimas variaciones de la temperatura media, del alarga- miento del dia, etc., factores todos que hoy somos absolutamente incapaces de apreciar sin el auxilio de instrumentos de preci- sion. Pasé mucho tiempo antes de que el hombre pudiera compren- der los grandes enigmas que le planteaba la naturaleza, y poste- riormente ir transformandola hasta amoldarla a la satisfaccién de sus necesidades basicas (agricultura y ganaderia, sobre todo). 16 — eee El monte Olimpo, morada de los dioses griegos Muchos centros sagrados de la Antiguedad fueron lugares de gran concentracion energéica Este proceso corrié paralelo al de una progresiva identificacion en la naturaleza de aquellos fendmenos y fuerzas que favorecian determinados fines 0 que, por el contrario, se manifestaban hos- tiles a ellos. Asi nacen los cultos religiosos, que al principio no son mas que una manifestacién externa de la comunién con las grandes energias, tanto césmicas como teltricas: adoracién del sol, veneracion de ciertos lugares santos, aguas curativas, ritos para atraer la lluvia y aumentar o proteger las cosechas, cons- truccién de santuarios o templos en los lugares de mayor con- centracion energética, etc. Nada de todo esto era racional, en el sentido que hoy damos a ese término, pero brotaba de una fuente tanto o mas valida que la propia razon, cual es la comunién con Ja misma realidad natural interpretada. 17 Fue destino comtin de muchos de estos conocimientos perder- se con los pueblos que los elaboraron. La historia detecta en el género humano un componente de agresividad que parece aumentar en la misma medida en que el hombre se desvincula de ja naturaleza. Y asi ha ocurrido muchas veces que los pueblos mas cultos, cuyos conocimientos les habian permitido desarro- llar un género de vida apacible y pacifico, perecieran a manos de otros pueblos eminentemente guerreros. La ley del mas fuerte, o, mejor, el mas agresivo, se impone por doquier. Asi vemos desa- parecer la cultura maya, madre de muchas otras culturas, arra- sada por los aztecas. O, en nuestras latitudes, pueblos como el egipcio, el griego o el celta, conquistados por los romanos, cuya civilizacién sera tronchada luego por la espada mas agresiva atin de los barbaros o pueblos germanicos. Por desgracia, aquellos grandes conocimientos y secretos profundos se trasmitian de forma oral, de maestro a discipulo, con lo cual la destruccién de un pueblo solia acarrear la pérdida de todo su saber e imposibilitaba un legado futuro. Esto ocurrié incluso cuando los conquistadores adoptaron la cultura de los conquistados, pues de ordinario se heredaron formas, pero no contenidos; razon por la cual aquellas formas acabarian perdien- do su sentido mas hondo. En tiempos ya historicos, la escritura permitio recoger parte de aquellos conocimientos, una parte en la que faltan muchos elementos esenciales —porque la trasmi- sién oral seguia siendo importantisima— y que no siempre pue- de descifrarse por tratarse de unos textos escritos con una men- talidad muy diferente de la actual. Ejemplos de saberes perdidos: el tiempo Ya hemos dicho que en este libro no pretendemos exponer los sorprendentes logros de las civilizaciones antiguas. Pero éstos pueden servirnos a titulo de ejemplo para probar la existencia de saberes que dificilmente pueden explicarse como fruto de una ciencia basada s6lo en la raz6n. Una gran parte de los conocimientos de aquellas civilizacio- nes se refiere a la observacién de los astros, de la que derivan las cuestiones relativas al computo del tiempo. No existe un tema al que se le haya concedido tanta importancia en la historia antigua de la humanidad. Estudios especializados han puesto de relieve que practicamente la totalidad de las enormes construcciones 18 erigidas en épocas remotas, desde las piramides egipcias a los monumentos megaliticos, desde los zigurats mesopotamicos a las piramides mayas, se rigieron por complicados calculos astro- némicos y en algunos casos tenian la funcion especifica de obser- vatorios. Ante la gran piramide de Kheops, por ejemplo, solemos admirarnos del gran esfuerzo humano requerido para alzar aquella mole de casi dos millones y medio de enormes sillares, y nos asombran las cémaras, pasadizos y trampas dispuestas en su interior para proteger la sepultura faraénica; pero tal vez el aspecto mas extraordinario de ella radique en los sutiles calcu- los que hubo que realizar para conseguir, por ejemplo, que los rayos de la estrella Sirio alcanzaran el coraz6n de la piramide justo el dia que la posicién de ese astro anunciaba el comienzo del aiio egipcio. Vista de la gran pwranude de Kheops En contra de lo que muchas veces se piensa, no se trata de una simple mole maciza, sino i en su mtertor hay dispuestos pasadizos, camaras, trampas para los eventuales intrusos, conductos de atreacion, ete Por otra parte, su disposicion y dimenstones obedecen a complejos calculos astronomucos ale Ley eQge cause Enesta pagina, ala tequierda, los signos de los meses del calendario maya, y a la derecha los signos de los dias del mes En la siguiente pagina, mimatura de un codice maya en su parte superior esta representada la serpiente, stmbolo de las energeas telurtcas Las dwtnidades derraman la lluvia sobre la tierra Ese interes unsversal por el calendario se ha puesto en rela- cién con la agricultura: viene a decirse, con ello, que si nuestros antepasados dedicaron tanta atenci6n a las estrellas fue porque en ellas podian leer una serie de datos de vital importancia para el desarrollo de las labores agricolas: la fecha de la sementera, el anuncio de los cambios estacionales, etc. Se aduce como ejem- plo mas claro el caso del antiguo Egipto, tan dependiente de las periédicas inundaciones del Nilo. Pero esta explicacién es clara- mente insuficiente, porque hay una desproporcién palmaria en- tre la exactitud de aquellos calculos y la finalidad que se les atri- buye. De hecho, los mayas, poseedores de uno de los calendarios mas complejos y exactos, tenian una agricultura que hoy deno- minariamos prehistorica, pues ni siquiera conocian el arado, al tiempo que podriamos considerarlos los precursores de la inge- nieria genética, pues llegaron a desarrollar o “crear” la planta 20 2 del maiz —base de la alimentacién en Mesoamérica—, la cual no existe en estado salvaje y cuyo parentesco con otras plantas es lejano. Mas proximas a Ja realidad pueden estar otras explicaciones que relacionan las observaciones astrondémicas con finalidades de tipo religioso y/o adivinatorias —lo que hoy llamamos astrolo- gia—, tales como Ja determinacién de dias fastos y nefastos, el destino de los individuos, etc. Es un tema que alcanza claro pre- dominio en ciertas civilizaciones, como las mesopotémica, maya, china, hindu..., y que se encuentra practicamente en todas. Pero lo que aqui nos interesa destacar no es el logro de seme- jantes calendarios, con su extraordinaria perfeccion y compleji- dad, sino la actitud 0 disposicién mental que revelan en quienes los elaboraron. Las finalidades a que se destinaron no los expli- can: son la mera expresion de un saber previo, anterior, de una singular percepcién del tiempo y del cosmos. Esto es lo auténti- camente importante, y lo que hemos perdido en buena parte. Ese saber a que nos referimos, como algo previo a la observa- cién de los astros y a la elaboracién del calendario, sin duda se gest en los afios oscuros de la Prehistoria y pudo ser la herencia de ese largo pasado en el que el hombre se confundia casi con la naturaleza y era sensible, como ella, al paso del tiempo. Todavia en épocas muy cercanas a la nuestra el indio americano presen- tia el fin de su ciclo vital y se retiraba a morir en un lugar aparta- do del campamento: no lo llevaba a ello la enfermedad, sino la conciencia de un tiempo cumplido. De ese saber hablamos, no muy distinto de aquel por el que la cigtiefia sabe que ha legado el instante de abandonar las regiones del Baltico para alcanzar las tierras del Africa austral. La percepcién de la energia Otro saber perdido por una ciencia demasiado exclusivista y afe- rrada a lo que es capaz de explicar es el que se refiere a la percep- cién de la energia. Cierto que en este aspecto se ha avanzado hoy tanto, que muchos fenémenos tenidos antes por inexplicables y misteriosos pertenecen al dominio cientifico actual, de forma que nos hemos acostumbrado —por la evidencia de los hechos— a tratar de energias que nuestros sentidos no perciben, pero que son medibles con instrumentos adecuados y cuyos efectos pode- mos comprobar a diario. No ha sido asi durante muchos siglos. 22 El ejemplo mas claro lo tenemos en las radiaciones electromag- néticas, base de Ja radio, de la television, etc. Mas dificil nos resulta todavia interpretar otros fendmenos energéticos que afectan a la actividad cerebral o influyen sobre nuestro psiquismo, pero son tantos los datos experimentales ya acumulados sobre ellos, que casi no nos queda lugar para la duda. Pero lo que no valoramos suficientemente es el hecho de que muchos de estos fendmenos eran ya conocidos de forma intuitiva desde la mas remota antigtiedad; ni hemos aprendido tampoco la leccién de que los modernos aparatos detectores son un pobre sustitutivo de facultades perceptivas de nuestra sensibilidad que en otro tiempo fueron mas comunes y que atin hoy desarrollan algunos individuos especialmente dotados. A través de una infinidad de testimonios arqueoldégicos y aun por la propia historia escrita sabemos que nuestros antepasados concedian extraordinaria importancia a la determinacién de las energias ligadas, de forma positiva o negativa, a ciertos lugares de la tierra. La ubicacion de santuarios y templos, el propio asen- tamiento de las ciudades, la orientacion de los lugares de plega- ria o de culto, las rutas de peregrinacion, etc., tienen mucho que ver con la existencia de estas energias, para cuya deteccién so- lian emplearse medios otrora considerados simplemente magi- cos pero que tal vez obedecian a técnicas que hoy no podemos in- terpretar. Como muchos otros monumentos megaliticos, el dolmen es un cldsico ejemplo de la domesticacion de las energias cosmoteliiricas, para unos usos que hoy nos resultan incomprensibles, pero que sin duda conocian muy bien los que se tomaron el inmenso trabajo de erigirlos con escasisimos medios maienales. 23 Geomantes chinos examinando un terreno y, sobre estas lineas, la brujula que usaban en sus prospecciones Uno de los edictos chinos mds antiguos Ilegado hasta noso- tros, y mantenido en vigor hasta casi nuestros dias en algunas zo- nas del pais, prohibia la construccién de toda vivienda 0 cobijo para animales sobre una zona considerada nociva y obligaba a que el terreno fuera estudiado por un geomante, a quien corres- pondia determinar que no se hallara sobre las llamadas “venas del Dragon” o “‘salidas de los demonios”, denominacién dada a lo que hoy conocemos por corrientes teltiricas o red magnética terrestre. Los chinos, en efecto, fueron maestros en estas cuestiones, y no sdlo aplicaron su saber al conocimiento de las fuerzas emana- das de la tierra, sino también al propio cuerpo humano, locali- zando en él los puntos energéticos que dirigen las actividades vitales. Este es el fundamento de la acupuntura, que implica ade- mas la posibilidad de modificar la actividad de tales puntos con finalidades terapéuticas. Hasta hace pocos afios la ciencia occi- dental desdefiaba estos logros de la medicina oriental, pero hoy ja acupuntura se ensefia en las mas prestigiosas universidades y ha adquirido carta de naturaleza en la practica médica de Occi- dente. Entre quienes también conocieron perfectamente las corrien- tes energéticas terrestres hemos de mencionar a los celtas. Los monumentos megaliticos que ellos o sus antepasados levantaron en ciertas zonas de Europa occidental se han puesto en relacién 24 El autor midiendo las corrientes teluricas y la red Hartmann en el alineamento de Menec-Carnac (Bretana francesa), compuesto por doce filas de menhtres en un recorndo de 1150m con esas energias, no sdlo porque sefialan puntos precisos reco- rridos por corrientes teluricas muy fuertes o zonas de grandes perturbaciones magnéticas, sino también porque, segun cierta hipotesis, los menhires y délmenes pudieran tal vez asimilarse a auténticas agujas de acupuntura (¢geopuntura?) con las que se pretendia una manipulacién directa de las energias emanadas de la tierra para transformarlas en benéficas. ¢Una especulacién sin fundamento? El hecho es que en algunas zonas de Francia se arranicaron los menhires para poder cultivar mejor las tierras adyacentes y que a partir de entonces se han detectado numero- sos problemas de todo tipo en los cultivos préximos y un aumen- to de los movimientos sismicos. Y, por aventurada que parezca esa teoria, explica de un modo coherente el misterio de esos in- mensos bloques y la coincidencia perfecta de sus alineaciones con las corrientes teluricas, asi como su ubicacion en los puntos donde éstas se cruzan con las Ilamadas lineas Hartmann, de que luego hablaremos. 25 Vista general del alineamiento de Menec. Los estudios han determinado su disposicion paralela a las corrientes teliiricas, que de alguna forma conirolan. Con el paso del tiempo, y tras la implantaci6n del cristianis- mo en toda la Europa occidental, muchos de aquellos lugares “marcados” por los celtas vieron alzarse en la Edad Media san- tuarios y templos cristianos. Alegar que, con ellos, se pretendi cristianizar antiguos cultos paganos se compagina mal con la ex- tendida costumbre de erradicar todo vestigio de paganismo. ¢No seria mas bien que en esos puntos emanaban fuerzas benéficas manifiestamente perceptibles? ¢No tendra algo que ver con mu- chas curaciones milagrosas, o con el simple hecho de que el cre- yente que alli acudia a orar se encontrara a si mismo y, con ello, mas cerca de Dios? Y luego el hecho de las peregrinaciones, si- guiendo rutas que iban de santuario en santuario, sintiendo en 26 cada uno la accion renovadora del espiritu, componiendo un ca- mino de auténtica ascesis espiritual que culminaba en las cate- drales y, finalmente, en Compostela: el campus stellae, donde se alzaba el templo del apéstol Santiago... sobre un antiguo castro celta. El saber de la forma Hemos mencionado las grandes catedrales de la Edad Media, y en relaci6n con ellas ya no podemos referirnos sélo a la eviden- cia de una fuerte vibracion energética derivada de los lugares en que se alzaron. Son el testimonio mas notable de otro saber per- dido, que tiene multitud de antecedentes en los grandes monu- mentos de la Antigiiedad: el saber de la forma. A raiz de haberse descubierto en las cAmaras sepulcrales de algunas pirdmides egipcias —en su mayoria expoliadas hace mu- chos siglos por los ladrones de cualquier objeto valioso— semi- llas que aun conservaban su poder de germinaci6n, y que de he- cho germinaron al ser plantadas en tierra, se cayé en la cuenta de que parecia existir en el interior de esas cémaras cierta ener- gia que producia curiosos efectos, entre ellos el de retardar sor- prendentemente la descomposicién de los materiales organicos. Con posterioridad a ello, mediante experimentos de laboratorio, empleando maquetas de piramides a escala y orientadas como lo estan las egipcias, se ha podido probar que tales efectos no eran atribuibles sélo a aquellas construcciones monumentales, sino a la forma piramidal en si. La forma, pues, crea energias 0, quizd mejor dicho, las encauza; lo cual no debe parecernos extraordi- nario si recordamos que, a su vez, la energia crea formas, como. se ve en los procesos de cristalizacion mineral. Fendémenos similares pudieran ser determinados en otros ti- pos de construcciones —el arco, la béveda, la stupa, la cipula, la pagoda...—, con lo cual la historia de la arquitectura bien podria escribirse desde una perspectiva enteramente nueva y mas com- prensible. Volviendo al tema de las catedrales, cabe decir que son la ma- gistral culminaci6n del saber de los maestros que las levantaron, conocedores de las energias sutiles emanadas de la tierra, de los materiales que empleaban (la polaridad positiva-negativa de la piedra y de la madera), y de esas que hemos llamado energias de forma. 27 Creencias, mitos y tradiciones de una generacién que desaparece Antes de concluir este capitulo introductorio y exponer el estado actual de nuestros conocimientos sobre estas materias, debemos dejar constancia de la persistencia de un saber empirico acerca de las energias que nos ocupan en una generacion, la de nuestros padres y abuelos, que esta a punto de desaparecer, arrollada por una civilizacion tecnologica donde tan sdlo lo demostrable con instrumentos cientificos es admitido como cierto. A menudo hemos tildado a nuestros padres y abuelos de su- persticiosos por creer en la influencia de la luna o por hacer de- terminadas cosas que nos parecian incoherentes. Pero recientes comprobaciones demuestran que las fases de nuestro satélite ejercen una notable influencia sobre los seres vivos: por ejemplo, acumulacion de un 20% mas de agua en los mariscos durante la fase de luna llena, o asimismo fuerte incidencia en la subida y ba- jada de savia en las plantas siguiendo ritmos lunares concretos, lo que determina las fechas de poda o de tala para su mejor con- servacion. Nada de esto puede sorprendernos, si recordamos el efecto que ejerce la luna sobre el agua terrestre, cuyo ejemplo mas claro son las mareas, y el hecho de que la mayoria de los se- res vivos estan constituidos por una media de aproximadamente un 70% de agua. Costumbres como la de colocar tijeras abiertas o agujas de punto plantadas alrededor de la cama para alejar los malos espi- ritus tienen cierto sentido a la luz de la geobiologia, como vere- mos al tratar de la teoria de las puntas. Estas, y sobre todo si son metalicas, focalizan los puntos energéticos. Tal vez esa antigua practica de colocar puntas en la habitacion ayudara a descargar el exceso de radiacién teluirica existente, responsable en ultima instancia de algunos males padecidos que, por resultar inexpli- cables, se atribuian a brujeria o a los malos espfritus. Otra costumbre bastante extendida, que ain encontramos hoy en algunas personas de edad avanzada que la practican de forma inconsciente, es la de colocar una piel de cordero debajo de la cama o el colchén, y sobre todo en las cunas de los nifios pequeiios. Pues bien, como tendremos ocasién de comentar mas adelante, la piel de cordero resulta ser uno de los mejores neu- tralizadores naturales de las energias teluricas. En términos generales, la lana y la crin animal o vegetal son grandes aliadas de la salud; empleadas en los colchones, ayudan 28 al reposo fisico y emocional, mucho mejor que otros materiales mas modernos. Acerca de la lana de oveja existia en el Maestraz- go una antiquisima tradicién segun la cual debia emplearse lana negra para la parte del colchén correspondiente a la cabeza y para las almohadas. El autor puede asegurar por experiencia que un recurso tan simple sigue siendo vdlido para curar algu- nos casos de dolores de cabeza pertinaces y rebeldes, asi como el insomnio. Sin duda existen muchas supersticiones y manias que no son més que eso. También es cierto que la vida esta llena de “burros flautistas”, es decir, de casualidades que tendemos a derivar de causas peregrinas: muchas veces las enfermedades remiten por s{ mismas espontdneamente, tras su curso normal, y sin embar- go hay quienes se empefian en atribuir la curacién a remedios que no remedian nada o a supuestas virtudes curativas de la es- tampa de un santo. Pero ante las tradiciones arraigadas que, ademas, se apoyan en la adopcion de ciertas medidas de tipo fisico, conviene ser prudentes y no rechazar todo por principio. Es mucho mas lo que ignoramos que lo que sabemos. Y, en particular, hemos per- dido mucho del antiguo saber que la naturaleza legé al hombre cuando éste no hacia un uso tan excluyente de su imperfecta ra- zon. Esta, por fortuna, ha progresado también mucho y, aunque aun no tiene respuestas claras para muchas preguntas pendien- tes, tal vez conseguiré algun dia explicar la interrelacién energé- tica entre el pensamiento y la materia, posible clave del misterio. La fisica moderna no anda lejos de ello. 29 Capitulo 2 La geobiologia Una ciencia-puente La ciencia que llamamos geobiologia nacié con el propésito de servir de puente entre el saber antiguo y sus intuitivos conoci- mientos —a menudo perdidos u olvidados— y las mas recientes investigaciones cientificas. Por una parte versa sobre fenoémenos sobre los que la ciencia ha guardado durante siglos un perplejo silencio; por otro lo hace con la metodologia y el utillaje instru- mental modernos, apoyandose en la medicién y el experimento. Quiza lo unico discutible de ella’sea su propio nombre. Se la ha llamado “medicina del habitat” por la importancia que da a Ja vivienda, a los materiales de construccion, a su ubicacién co- rrecta o incorrecta, sana o malsana, y porque, entre otras cosas, advierte por qué motivos nuestro hogar puede ser causa de la mayoria de nuestros padecimientos y nos ensefia a remediarlos. Tal vez si hubiéramos construido nuestra casa unos metros mas a la derecha 0 a la izquierda de donde ahora esta habriamos evi- tado la nefasta corriente telurica que ahora la atraviesa de Ileno. O nunca habriamos venido a vivir aqui, de haber reparado antes en esa linea de alta tensién que pasa a veinte metros de nuestra ventana y que puede ser causa de trastornos nerviosos. Y es que, en nuestras viviendas, ya sea por el desconocimiento o por los in- tereses economicos y especulativos de sus constructores, ya por nuestra propia ignorancia, pueden darse un sinfin de errores que luego pagamos muy caros, porque el precio es el detrimento de nuestra salud fisica y mental. El nombre de geobiologia se debe a que en un principio cen- tré su interés en el estudio de las relaciones entre los seres vivos —especialmente el hombre— y las energias emanadas de la tie- rra. Pero los investigadores descubrieron pronto que no sélo nos 31 perturban o afectan las radiaciones naturales provenientes del suelo, sino una larga serie de factores que poco a poco se han ido revelando como verdaderos enemigos de la salud publica: la con- taminacion eléctrica artificial, las fibras sintéticas, ciertos mate- riales de construccién, elementos radiactivos, etc. Por todo ello la geobiologia se ha ido haciendo una ciencia cada vez mas com- pleja, y hasta el apelativo de cosmogeobiologia que también se le ha dado, en relacién con el estudio de las fuerzas y radiaciones césmicas, se le queda pequefio. A través de los siguientes capitulos iremos desglosando punto por punto cada uno de los temas esbozados aqui. Y, como preten- demos que este libro sea eminentemente practico, iremos dando los consejos oportunos para que cada cual pueda elegir el lugar mas sano y favorable para vivir. Pues, aunque parezca una exage- racion, la experiencia y la practica geobioldgica cotidiana nos muestra claramente que el lugar donde vivimos —y sobre todo donde dormimos, ya que, al fin y al cabo, nos pasamos un tercio de nuestra vida en la cama— determina nuestro estado de salud fisica y emocional. No diremos que esto ocurre en el ciento por ciento de los casos, ya que, como veremos, hay personas que re- sisten o toleran bien estas energifas; pero, en términos generales, las consecuencias de una permanencia prolongada sobre las per- turbaciones que se describiran suelen ser dramaticas. Y, dado que con frecuencia se trata de algo tan sumamente facil de evi- tar, si se esta advertido de este riesgo, seria estupido sufrir por pura ignorancia sus efectos negativos. Las fuentes y los origenes Todas las experiencias cientificas en que se basa la geobiologia estan debidamente documentadas y son reproducibles. E incluso cuando en el curso de las experimentos se han dado resultados contradictorios, o los investigadores se han enfrentado a cuestio- nes que no han podido dilucidar, todo ello forma parte de una in- vestigacion metédica y rigurosa. Asi es como se plantea hoy esta ciencia. Pero ya en muchos textos antiguos existen referencias muy claras a los fenémenos geobioldgicos. Sabemos, por ejemplo, que los egipcios conocian ampliamente el magnetismo terrestre y el biomagnetismo, como ha estudiado en un interesante libro el doctor Ralph V. Sierra, quien a la vez describe como empleaban imanes naturales para 32 obtener el equilibrio fisico y emocional. Por si esto no bastara, en algunas tumbas egipcias se han hallado objetos identificados como péndulos y varillas radiestésicas, lo que demuestra que ha- cfan amplio uso de esos instrumentos, que aplicarian sobre todo a la medicina y a la construccién. Y, si nos fijamos en las repre- sentaciones escultdricas 0 pictéricas de los faraones, veremos que se le suele representar llevando unos objetos en las manos que recuerdan las varillas utilizadas corrientemente por los ac- tuales zahories y buscadores de agua; estos objetos tienen nume- rosos significados simbélicos, pero muy bien pudieron derivar de aquellas simples varillas como atributos de un poder sobre las energias invisibles. El dios Osiris entrega al faraén Amenhotep II los simbolos de su dignidad, que curiosamente recuerdan las varillas usadas desde siempre por los zahories. 33 Eliema del dragon, tan reiterado en la iconografia china, tiene el mismo significado que el de la serpiente en otras culturas: alude a las energias teliiricas. Sus convulsiones provocan los movimientos sismicos. La milenaria sabiduria china Los chinos nos han dejado un legado de mas de cuatro mil afios de antigiiedad. Hicimos ya alusion a un antiquisimo edicto impe- rial relativo al Feng-Shui o arte de la geomancia, cuyos origenes se atribuyen al mitico emperador Yu, que habria reinado hacia el afio 2000 a. C. Este emperador, de quien Confucio dice que “dominé las grandes inundaciones”, aparece representado en un bajorrelieve portando las horquillas de geomante. El Feng-Shui establecia la disposicién correcta de los lugares habitables y prescribia que, antes de construir cualquier habitacién para per- sonas © animales, se procediera a un minucioso estudio del lu- gar, a fin de asegurarse de que éste no estuviera surcado por las “venas del Dragon” (corrientes teluricas) ni se hallara en una “salida de los demonios” (cruces magnéticos o teliricos muy perturbados), El encargado de tal estudio debia ser un geomante, personaje que reunia en si conocimientos de las mas variadas ra- mas del saber, pues era a la vez filosofo, médico, gedlogo y arqui- tecto, conocedor de las leyes del Tao, del ying y del yang, y de Jas fuerzas y energias de los cuatro elementos —el agua, la tierra, el aire y el fuego—, asi como de sus frutos: la madera y el metal. Todo debia armonizar entre el cielo y la tierra, y el hombre debia conocer sus leyes y respetarlas. 34 Observando la naturaleza Al lado de los complejos y elaborados conocimientos del Feng- Shui, a los que mas adelante volveremos a referirnos, encontra- mos en otras culturas mas sencillas una serie de costumbres que permiten disfrutar los beneficios de log lugares sanos y evitar los nocivos 0 geopatogenos. Muchas de ellas derivan simplemente de Ja observacion de algunos fendmenos naturales y, sobre todo, las reacciones de los animales en estado salvaje o de semicauti- vidad. Ciertas tribus némadas de Oriente Medio, por ejemplo, insta- Jan su campamento al atardecer alli donde ven que se tumban a descansar los perros que los acompajian, conscientes de que los animales son muy sensibles a las energias teluricas y buscan los mejores sitios. De una manera tan simple se aseguran un descan- so reparador tras la dura jornada de viaje. Se sabe que los romanos, tras elegir el emplazamiento de la ciudad que querian fundar, marcaban su perimetro y hacian pas- tar dentro de él durante un afo sus rebafios de ovejas. Luego, cuando sacrificaban los animales, estudiaban sus entrafias y muy en particular el higado: si éste presentaba buen aspecto, construian la ciudad en el lugar escogido; si estaba enfermo o con deformaciones, buscaban otro sitio. Modelo de un higado realizado’ en bronce, utilizado por los augures romanos con fines adivinatorios. Se marcan en él diversas zonas, en cada una de las cuales las alteraciones de la viscera tenian un concreto significado. 35 Aunque tal vez lo mas sorprendente sea una sensibilidad que los seres humanos hemos perdido completamente: ese instinto que permite prever a ciertos animales la inminencia de catastro- fes tales como los movimientos sismicos. A este respecto los da- tos son apabullantes por su reiteracion. Ratas, comadrejas y otros roedores abandonaron frenéticamente la ciudad griega de Helicea antes de que fuera arrasada. En 1835 inmensas banda- das de aves marinas aparecieron chillando sin cesar en el cielo de la ciudad chilena de Concepcién, como previniéndola del gran cataclismo que estaba a punto de destruirla. Y el incesante aulli- do de los perros precedié al terremoto de San Francisco en 1906. Nuestros antepasados supieron observar todos estos indicios y aprender de la naturaleza. Nosotros, por desgracia, nos esta- mos alejando de ella cada vez ms... y nos esta costando un alto precio. De la radiestesia a la geobiologia Damos en la actualidad el nombre de radiestesia —que, etimold- gicamente, viene a significar “sensibilidad a las radiaciones”— a la ciencia que estudia fendmenos tales como la deteccién de aguas subterraneas o minerales ocultos. E] nombre fue inventa- do en 1890 por los abates franceses Bouly y Bayarden, pero la ciencia en si es milenaria. Los egipcios, los babilonios y los chi- nos la practicaban hace miles de ajios, e incluso en la propia Bi- blia hallamos ciertas descripciones que nos hacen pensar en practicas radiestésicas: los israelitas hacian amplio uso de vari- llas adivinatorias, y cuando menos es sugerente el hecho de que Moisés poseyera una vara con la que, golpeando las rocas, hacia brotar agua de ellas. Seguin la leyenda, cuando Rémulo fundé Roma recurri6 a la ayuda de un augur etrusco para que, desde lo alto de una colina, le indicara con una varilla la zona mas pro- picia para el establecimiento de la ciudad, es decir, aquélla don- de las energias fueran mas favorables. Podriamos multiplicar los ejemplos tomados de textos anti- guos en que una vara se asocia a fendmenos aparentemente pro- digiosos 0 a ritos propiciatorios. En algtin caso pudiera tratarse de simples coincidencias, pero son demasiados para creer que carecian de alguna base realmente experimentada. Luego, en la Edad Media, nos consta que el empleo de tales varillas se genera- lizé entre los mineros y buscadores de tesoros, y esta bien docu- 36 mentada la actividad de los zahories, encargados de localizar aguas subterraneas, que eran personajes considerados y aun de cierto renombre. Entre los siglos XVI y XVII se escribieron y publicaron diver- sas obras y tratados sobre el arte adivinatorio con las varillas y sus aplicaciones para la mineria y la hidrologia. Tuvo también este arte muchos detractores, que acusaban a sus practicantes de haber hecho pactos con el demonio, y la Inquisicién tomé con frecuencia cartas en el asunto, condenando por brujeria a mas de un zahori. Pero, curiosamente, lo que se discutia no era la efi- cacia del sistema —sefial de que ésta quedaba fuera de duda—, sino la procedencia de aquellos poderes misteriosos, que la cien- cia oficial no podia explicar. Grabado del Speculum metallurgicum politissimum, obra del aio 1700 que versa sobre la prospeccion muinera Las indcactones de los que portan las clasicas varillas permiten marcar sobre el terreno una sene de lineas que tenen cierta semejanza con la red Hartmann Ya desde los micios del siglo pasado, pero sobre todo a co- mienzos del actual, la radiestesia empezo a obtener mayor crédi- to y mayor difusién, aunque también grandes cotas de confusio- nismo entre practicantes y publico. Asi, en las primeras décadas del siglo Xx se crearon asociaciones de radiestesistas, se publi- caron revistas especializadas, se organizaron congresos interna- cionales Los grupos de practicantes se reunian para experimen- 37 tar y poner en comun sus descubrimientos: nuevos sistemas de trabajo con testigos, introduccién de diversos modelos de péndu- los —con preferencia a las clasicas varillas—, el estudio de las diferentes energias, las ondas de forma... Empez6 a hablarse también de una radiestesia a distancia, mediante trabajos sobre planos 0 fotografias, de su aplicacién para el diagndéstico de en- fermedades —incluso antes de que se manifestaran— y de su cu- racién simplemente con el péndulo, de la posibilidad de predecir graves acontecimientos dias y aun meses antes de que sucedie- ran, etc. E] péndulo y las varillas radiestésicas parecian poderlo todo, y continuamente se abrian nuevos campos de experimenta- cién y trabajo, en medicina, en geologia, en agricultura. Fue, sin duda, excesivo. Algunas expectativas se vieron de- fraudadas y ello provocé un cierto descrédito. Existia, ademas, una dificultad de base: cada practicante tenia su propio método y una percepcion personal intransferible, lo que hacia dificiles las generalizaciones y casi imposible una investigaci6n cientifi- camente aceptable sobre el tema. Si a ello afiadimos que cada ra- diestesista bautizaba con nombres personalizados cada nueva energia descubierta y sus propios descubrimientos, podemos imaginar la gran confusién que se cred y las luchas encarnizadas entre defensores y detractores de la naciente ciencia. Las dos guerras mundiales incidieron poderosamente en la historia de la radiestesia. Recién concluida la primera, la colabo- racién de los radiestesistas fue muy valiosa en los antiguos fren- tes, por parte de uno y otro bando, para detectar minas y obuses que no habian estallado y seguian escondidos bajo tierra con su mortifera carga, esperando el golpe del azad6n o del arado que liberaria todo su poder destructivo, mas injusto que nunca. Pero la segunda, con la aplicacién a gran escala de la moderna tecno- logia electronica, desbancaria por completo a los practicantes del péndulo. Lo que quiza pocos conocen es que los padres de la electréni- ca y de las radiocomunicaciones, como Marconi o Tesla, eran grandes practicantes de la radiestesia y que llegaron a idear algunos de los elementos basicos de la electronica, como conden- sadores, bobinas, etc., a partir de sus investigaciones sobre las ondas de forma y la propagacién de las radiaciones en el espacio. Esto es algo que suele silenciarse, porque lo cierto es que la ra- diestesia nunca ha Ilegado a ganarse al gran publico, que ha utili- zado con éxito a zahories y radiestesistas para sus fines inmedia- tos —btisqueda de agua, de objetos perdidos...—, pero ha mirado 38 siempre con malos ojos a toda persona que pudiera conocer algo oculto para los demas. Ahora bien, el desarrollo de la moderna electrénica no ha ne- gado los fundamentos de la radiestesia, sino que, por el contra- rio, ha venido simplemente a ofrecer una serie de caminos para su explicacion cientifica y a facilitar nuevos medios para su estu- dio. Lo que si ha hecho, en gran parte, es sustituir la sensibilidad y percepcién individuales por aparatos de medicion, con lo que entramos en un saber rigurosamente cientifico y experimental. En otras palabras, entramos propiamente en la geobiologia. Gughelmo Marcon: en el curso de sus expertencias para la emision y recepcion inalambricas de setiales del alfabeto Morse Pocos saben que el genial inventor era un apastonado de la radvestesta, como lo fueron otros muchos estudiosos de las ondas electromagneticas 39 Historia de la geobiologia La geobiologia —o cosmogeobiologia, como posiblemente seria mas exacto llamarla— es una ciencia muy amplia, basada en la observacion e investigacion de fendmenos en que vivimos inmer- sos, que estudia las influencias de las energias césmicas y terres- tres sobre la vida 0, mejor dicho, sobre cada ser vivo en concreto. Porque, aunque nos vemos obligados a generalizar como en toda ciencia, hay que puntualizar ya de entrada que los seres vivos reaccionan en medida distinta ante un mismo estimulo, depen- diendo de su particular idiosincrasia y circunstancias. No es ésta una limitacién exclusiva de la geobiologia: también la medicina la tiene, y sabe que cada individuo es un mundo; que un mismo germen patégeno vence en ciertos casos a un organismo, y en otros es combatido sin problemas. Aunque el nombre de geobiologia es reciente, las experiencias rigurosamente cientificas dentro de su campo datan de princi- pios de siglo. En 1929, en la poblacién alemana de Vilsbiburg, el barén von Pohl realizé una experiencia que resultaria decisiva y abriria el campo a posteriores investigaciones y comprobaciones practicas. Por un lado, un grupo de radiestesistas determiné las zonas patégenas debidas a corrientes de aguas subterraneas, di- bujandolas sobre un plano de la localidad; por otro, los médicos de la misma marcaron sobre otro plano la ubicacién de las ca- mas de todas las personas fallecidas de cancer durante un perio- do de tiempo suficientemente amplio para que el estudio tuviera valor estadistico. Pues bien, la superposicioén de ambos planos, realizados con absoluta independencia, llevé a la sorprendente conclusién de que todos los casos de cancer se habian producido sobre zonas geopatégenas. Como veremos mas adelante, estas zonas nocivas pueden es- tar determinadas por razones distintas a la simple existencia de corrientes de agua subterrdneas, tales como la contaminacién eléctrica o la ionizacion del aire, que a principios de siglo no eran tan alarmantes como en nuestros dias. Ya en 1899 Elster y Gelter advirtieron sobre la presencia en el aire de cargas eléctricas po- sitivas y negativas, y dos afios después Czemak y Dessaner de- mostraron la accién desfavorable de los iones de carga positiva el primero y la accién favorable de los iones negativos el segun- do. Con todo, el principal problema de aquellas investigaciones residia en ofrecer una demostracién cientifica de los fendmenos comprobados, ya que todavia a principios de siglo se carecia de 40 un instrumental como el que poseemos actualmente, con lo cual se obtenian mediciones imprecisas y aun contradictorias. Eso explica, que algunas intuiciones muy validas de ciertos investiga- dores fueran objeto de general rechazo, como ocurrié cuando el doctor Havilland se enfrenté a la Sociedad Médica de Londres al afirmar que en la mayoria de los casos la enfermedad estaba re- lacionada directamente con la habitacién del paciente. Pero algunos descubrimientos importantes empezaban a con- solidar los fundamentos de la geobiologia. Asi, en 1903 Ruther- ford y Melennan descubrieron las llamadas “‘radiaciones elec- tromagnéticas naturales superpenetrantes”, cuya realidad fue demostrada poco después por investigadores norteamericanos, que les dieron el nombre de ondas césmicas. Otro paso notable se dio en 1932, cuando Lehmann, mediante meticulosas mediciones, demostr6 concluyentemente que el po- tencial eléctrico del aire y su ionizacién resultan alterados en la vertical de las corrientes de agua subterraneas. En el mismo ajio, un ingeniero de Zurich, Liénert, y un médico de la localidad sui- za de Aarau, el doctor Jenny, proyectaron una importante expe- riencia destinada a estudiar los efectos biolégicos de la radia- cién terrestre. En el curso de la misma, que se prolongé por espacio de siete afios, la estacion investigadora de Aarau trabajé con mas de 25 000 ratones de laboratorio, comprobando que los situados en zonas neutras tenian por término medio el triple de crias que los colocados en zonas patdgenas, y que estos ultimos presentaban sintomas de irritabilidad, agresividad, tendencia a devorar a sus propias crias, asi como caida de pelo y desarrollo de tumores. El dibujo esquematiza el resultado de experiencias realizadas con ratones cuyas jaulas estén parcialmente situadas sobre una corriente teltirica (zona punteada). Si se les deja libres, se instalan en la zona no afectada; enferman y tratan de roer los barrotes de'su jaula sino pueden pasar al otro lado; se tornan agresivos, ¢ incluso legan a devorar a sus propias crias. 41 Como ya se ha apuntado, la idea de la existencia de zonas pa- togenas en la tierra es muy antigua, aunque en muchos casos se ha tenido que aguardar muchos siglos hasta que la ciencia estu- viera en condiciones de poder determinar las causas de su noci- vidad. Las experiencias de algunos radiestesistas, como el doctor Camille Larvaron, el ingeniero Voillaume, los hermanos Serv- ranx, etc., llevaban a pensar que dichas zonas no se distribuian en la superficie terrestre al azar, sino que componian como una especie de malla. Tal habia sido la hipétesis avanzada en 1937 en Francia por un precursor, el doctor Peyré, que afirmé la existen- cia de una red de radiaciones cosmoteluricas, orientadas en di- recciones norte/sur y este/oeste, a intervalos de 7 a 8 m. Sobre la base de estas hipétesis, el doctor Ernst Hartmann, de la universidad alemana de Heidelberg, inicié en los afios cin- cuenta una serie de estudios, de extraordinario rigor cientifico, midiendo la resistencia eléctrica en diferentes personas y luga- res. Las importantes variaciones registradas al cambiar de lugar le permitieron comprobar la existencia y la orientacion de la red sefialada anteriormente por Peyré, pero también precisar y co- rregir algunos datos: las lineas de esa red o malla geomagnética son en realidad bandas —es decir, tienen cierta anchura, unos 21 cm—, y sus separaciones son de 2,5 men el sentido norte/sur, y de 2 m en el sentido este/oeste; estas cifras varian segun la constitucién del suelo, al tiempo que la densidad y nocividad de las desde entonces Ilamadas “lineas Hartmann” aumentan en presencia de fallas geolégicas, venas de agua o lineas de alta ten- sion. Posteriores estudios, entre los que destacan los del fisico francés Lucien Romani, han aportado nuevas precisiones sobre el tema, sin contradecir sus datos basicos, e incluso se ha detec- tado la existencia de redes secundarias (como la de Curry, dis- puesta en sentido oblicuo a los puntos cardinales, con bandas de unos 80 cm de anchura y separaciones de 3,5 a 16 m). En resumen: el sistematico trabajo del doctor Hartmann y su equipo ha permitido a muchos otros investigadores realizar se- rios trabajos que ponen en evidencia la realidad de la existencia de unas zonas patégenas para la vida humana. Al propio tiempo se ha puesto a punto un instrumental muy perfeccionado para determinar estas perturbaciones, lo que, ademas del interés cientifico, tiene el de permitirnos actuar en beneficio de la salud, ya sea neutralizando sus efectos nocivos 0, simplemente, apar- tandonos de ellas. 42 Los aparatos de medicién empleados para la deteccién de las Iineas Hartmann son muy sofisticados y precisos. En la fotografia, un investigador alemén, el ingeniero doctor Them, examina una habitacin con la ayuda de un geomagnetémetra BPM, La geobiologia hoy La Republica Federal de Alemania es hoy el pais donde mas se han desarrollado los estudios de geobiologia y donde se da ma- yor concienciacién a nivel popular; el ntimero de practicantes su- pera actualmente los 10 000. Al presente son ya muchos los médi- cos, arquitectos y particulares que siguen los consejos de los geobidlogos especializados, ya sea para la construccién de nue- vas viviendas o para determinar las causas reales de algunos problemas surgidos en viviendas ya construidas. De hecho, para determinados edificios publicos, en particular hospitales, la con- sulta con el geobidlogo empieza a verse tan imprescindible como el estudio geolégico de los terrenos en que ha de alzarse la cons- truccioén. En este sentido, Alemania Federal y Suiza nos llevan afios de adelanto. Son muy numerosas ya las publicaciones que existen sobre el tema. Tras la aparicién de varios libros y la revista trimestral del Instituto Hartmann en la Reptiblica Federal de Alemania, se han editado en Francia algunas obras sumamente valiosas. Tal es el caso de Votre lit est-il a la bonne place? de Rémi Alexandre (autor con quien mantenemos una estrecha relacion), convertida en un auténtico bestseller; el de la Médecine de I’habitat, de Jacques La- maya, o el del recentisimo Traité de géobiologie, escrito por va- rios expertos. 43 Podriamos sumar a esos libros fundamentales, también en Francia, diversas revistas centradas en los temas de la geobiolo- gia, como la titulada Habitat et Santé, que dirigen B. Legrais y G. Atterbach —autores asimismo, entre otros, del libro Santé et cosmo-téllurisme, y fundadores de la Académie Internationale de Géobiologie—, o como la revista Arkologie, del grupo ARK’ALL, mas especificamente interesada en la radiestesia. No todo ello nos parece igualmente valido, por lo cual hemos de mantener cierta reserva. Pero lo cierto es que la existencia de todas estas publicaciones muestra por si sola que el tema es serio, que se esta divulgando ampliamente y que cada dia interesa mas a ma- yor numero de personas, que pueden encontrar en él la solucién a problemas que venian arrastrando a lo largo de afios sin que la medicina u otras terapias alternativas hubieran conseguido solventarlos. Esta difusion de la geobiologia va acompatiada de un paciente trabajo de investigacion y clasificacién de las diferentes fuentes de nocividad para el ser humano, a base de la prospeccion siste- matica de miles de hogares, terrenos, granjas, etc. El doctor Hartmann ha contado con una gran colaboradora en la persona de la investigadora suiza Blanche Merz, del Institut de Recherches Géobiologiques de Chardonne, que ha realizado una notable labor de difusién de los trabajos de otros institutos europeos y ha publicado el interesantisimo libro Les haut-lieux cosmo-télluriques (editado en Espafia con el titulo, Pirdmides, ca- tedrales y monasterios). A ella quiere el autor de la presente obra agradecerle la colaboracién prestada para la creacién en Espa- fia, en 1986, del Centro Mediterraneo de Investigacién Geobiold- gica, cuya finalidad es agrupar a todos los interesados en el tema, darlo a conocer al gran publico y realizar trabajos de in- vestigacion y prospeccién de viviendas, como ya viene haciendo desde sus comienzos. Las observaciones cotidianas «Todo fue cambiarnos de casa y comenzar nuestras desgra- cias...» «Nuestro hijo menor se nos orina todas las noches en la cama. Lo curioso es que cuando duerme en casa de sus tios no lo hace nunca». «Antes dormia en el lado derecho de la cama y me dolia siem- 44 pre la cabeza, estaba resfriado a menudo y me levantaba cansa- do, Desde que cambiamos de lado mi mujer y yo por razones de Ja colocacién de la cuna a ese lado, todo se me pas, y fue mi mu- jer la que empezo a quejarse de jaquecas y cansancios. Cierto que yo Jo atribui a que dio la coincidencia de que por entonces empe- cé a comer mucha uva y...». «Cuando vivia con mis padres, padecia de dolores reumaticos en las piernas. Al casarme fuimos a vivir a una casa de campo, y me desaparecié el dolor en las piernas, pero al afio empecé con dolores de espalda y problemas de columna. Nos cambiamos a una casa en el pueblo, y el dolor se desplazé hacia las cervicales». «Me cuesta conciliar el suefio: aparecen muchas imagenes en mi cabeza y doy muchas vueltas hasta dormirme. La mayoria de las mafianas me despierto atravesado en la cama». «En verano nos vamos a vivir a la casa de campo. A la peque- fia, que tiene cuatro afios, le dan unas crisis asmaticas terribles, seguidas de alergias y otros problemas respiratorios; se mueve sin parar en la cama y son muchas las mafianas que la encontra- mos en el suelo...». «No hay forma de que duerma en su cuna: no para de llorar hasta que lo pasamos a nuestra cama». «Siempre que cambia el tiempo, o antes de las tormentas, me duele todo; estoy molido y me deprimo mucho...». «Este cuarto de aseo es apestoso. No sé como lo construye- ron. Cuando hace viento, o antes de las tormentas, huele ho- rrible». «Tengo encima un estrés y un agotamiento, que no me aguan- to; solo me encuentro bien cuando salgo de casa por varios dias». «La casa donde viviamos antes se nos hizo insoportable: nos sentiamos oprimidos, a disgusto y siempre de mal humor. Venir a vivir aqui ha sido como respirar de nuevo... Y eso que esta casa es mas pequefia..., pero, no sé... tiene algo diferente, es mas alegre...». «Pensaba que era el ruido lo que no me dejaba dormir; pero en casa de mi amigo, que es mas céntrica y ruidosa, duermo a las mil maravillas» «Desde que pusieron la linea de alta tensién cerca de la gran- ja, las gallinas han bajado la produccién de huevos. «Normalmente duermo fatal, y poco; pero, cuando mi marido no esta o se levanta temprano, me paso a dormir a su lado, y en- tonces me duermo en seguida, descanso de maravilla y me levan- to como nueva». 45 «Se vinieron a vivir a esta casa por razones del trabajo, y al afio y medio a él le aparecié un tumor en el estémago; y eso que era una persona moderada y razonable...». «Hace muchos afios que padezco tilcera de estomago, y nin- gun médico me daba la explicacion ni el remedio eficaz. Dicen que es un problema de caracter, pero yo antes de la ulcera no era asi: era mas alegre y jovial...». Estas y muchas otras frases semejantes, con las que podria- mos llenar paginas enteras, son el tipo de quejas con que el geo- bidlogo se enfrenta a diario. En una época en la que todo parece poder ser explicado razonablemente por las ciencias estableci- das y tradicionales, constituyen pequefios misterios sin solucién posible. ¢No sera que se trata de trastornos cuya causa hay que buscar fuera del marco convencional y limitado en que se mue- ven esas ciencias? La experiencia nos dice, en efecto, que tras la observacién y prospeccion geobiolégica de la vivienda, y sobre todo del lugar donde esta situada la cama de la persona afectada, las causas de tales trastornos se revelan con claridad: se trata, pues, de proble- mas a los que la geobiologia puede dar una respuesta mas 0 me- nos evidente, segtin los casos. Pero esto es lo de menos: lo princi- pal es que nos puede ayudar a superarlos totalmente de una forma sencilla y sin grandes sacrificios ni tratamientos compli- cados: bastard con frecuencia cambiar una cama de sitio o de ha- bitacion, Lo que no quiere decir que no se den algunos casos de viviendas totalmente malsanas e inhabitables. Perspectivas de la geobiologia Como acabamos de ver, la geobiologia en una ciencia muy recien- te, y en Espajia es practicamente nueva. Cabe pensar que su futu- ro es prometedor, si nos atenemos a lo que ha sucedido en otros paises de Europa que nos llevan diez o veinte afios de ventaja. Los escasos practicantes que hoy tiene en nuestro pafs son inves- tigadores libres, con un espiritu abierto a toda nueva dimension de la realidad. Y tienen también la elemental prudencia de no considerar la ciencia que estan desarrollando como una especie de panacea universal. Mucho menos atin se les ocurre rechazar las demas ciencias y los conocimientos que nos han aportado. La geobiologia, tal como ellos la conciben, hace de puente en- 46 tre otras ciencias y complementa las investigaciones llevadas a cabo con éxito en numerosos campos, como la biologia, la geolo- gia, la hidrologia, etc. Creemos que esta llamada a desempefiar un importante papel en el terreno terapéutico, como una exce- lente aliada de los médicos, a cuyas terapias tradicionales aporta una nueva vision del ser humano como integrante del universo y en estrecha relacion con energias de flujo y reflujo constante. Los antiguos médicos chinos cobraban de las personas que te- nian a su cargo mientras éstas estaban sanas y eran penalizados y aun castigados cuando sus clientes caian enfermos. La enfer- medad, pues, se concebia como una situaci6n excepcional y pasa- jera. Hoy, en cambio, nos sobran dedos en las manos para contar las personas de nuestro entorno, entre amigos, parientes y cono- cidos, que estén perfectamente sanas: la mayoria padecen alguna enfermedad mas o menos grave. Ciertamente ningtin médico chi- no desearia para si tal clientela. No es dudoso que la medicina occidental tiene todavia mucho que aprender de la china, no tanto en’ sus técnicas como en sus planteamientos. Al margen de la anécdota, es evidente que la medicina occi- dental dejo hace muchos siglos de velar por la salud para conver- tirse en un arte de sanar. Ello nos ha llevado a esa idea extendida de que vivimos rodeados de virus y bacterias mortales, a los que tan sdlo podemos combatir con las peligrosas y terrorificas ar- mas que son los antibidticos, a menos de encerrarnos en una urna en la que todo esté esterilizado y sin vida. No parece que ésta sea la visién mas optimista de la existen- cia humana en el mundo, ni tampoco la mas coherente con la rea- lidad. Es algo asi como si, por haber descubierto que podiamos vencer la oscuridad de la noche con la luz eléctrica, renuncidra- mos a vivir a la luz del dia. Recordemos que la mayoria de las en- 47 fermedades mortales de nuestra sociedad moderna son de tipo degenerativo —cardiovasculares, cancer, etc.—, y que ello es producto de una excesiva y deficiente alimentacién, asi como de unos habitos de vida dudosos y un exagerado sedentarismo. La geobiologia va a ensefiarnos que el lugar donde vivimos, dormimos 0 trabajamos tiene una gran incidencia sobre nuestra salud. Nos mostrar la forma de evitar las zonas malsanas, pero también a buscar las benéficas, para que asi se desarrollen en no- sotros las energias que, llegado el momento, nos inmunizaran y nos permitiran resistir cualquier agresion del medio. Porque esta claro que no debemos hacer mal las cosas, confiando en que luego vendra el especialista de turno —médico, terapeuta, natu- rista o geobidlogo— a sacarnos de] apuro. La salud no se compra en farmacias ni herboristerias: es un estado de vivir que requiere una toma de conciencia personal y un cierto esfuerzo o “sacrifi- cio” por mantenerla. En este punto quiza nos hemos dejado llevar por un cierto apasionamiento. Ha sido casi inevitable. Quisiéramos insistir, sin embargo, en unos puntos basicos. En primer lugar, en que la geobiologia esta hoy en condiciones de prestarnos una gran ayu- da, pero que ello requiere que seamos concientes de sus descu- brimientos y que demos los pasos precisos para aplicarlos: sin un interés y un esfuerzo por nuestra parte, no tiene sentido que otros vengan en nuestra ayuda. En segundo lugar, nos gustaria aclarar que no consideramos ia geobiologia como el remedio universal de todos los males, sino como una ciencia que, unida a todas las demas, puede aportar so- luciones imaginativas y eficaces. En la colaboracién entre arqui- tectos, constructores y geobidlogos, por ejemplo, residen las ba- ses de la salud de las futuras generaciones. Sdlo edificando casas sanas, con materiales sanos y ubicadas en lugares sanos, podre- mos ayudar al mantenimiento de la salud publica y evitar la galo- pante degradacién en que parecemos inmersos. Siendo esto asi, el hecho de que dediquemos este libro a la geobiologia obedece, mds que nada, a que sus descubrimientos y consejos apenas son conocidos o divulgados, siendo como son de vital importancia para nuestro equilibrio, felicidad y salud. Creemos, pues, que el esfuerzo que se haga en darlos a conocer sera positivo, en beneficio de todos: tanto de los que sufren —y son muchos—, para quienes cualquier ayuda es poca, como para la propia estructura social, para la que el cuidado de la salud es una enorme carga economica. 48 Capitulo 3 Radiaciones y energias cosmoteluricas LA RED HARTMANN Al doctor Ernst Hartmann debemos el que la geobiologia haya podido obtener carta de naturaleza como ciencia. Su meticuloso trabajo de investigacion, en colaboracién con un amplio equipo de fisicos y médicos, concluyé determinando, en base a numero- sos experimentos y pruebas cientificas, la existencia de una red energética que cubre la superficie de la tierra; y, en segundo lu- gar, demostrando hasta qué punto la salud fisica y psiquica del hombre (y del resto de los seres vivos) depende del lugar preciso donde vive, duerme o trabaja. El concepto de una red energética puede resultar a primera vista sorprendente y dificil de sensibilizar, pero se trata de un fe- némeno que encontramos repetidamente en la naturaleza, desde en procesos como los de cristalizacién de minerales hasta, y mu- cho més atin, en los seres vivos Es muy conocido un sencillo experimento que suele realizar- se en las escuelas cuando en las clases de ciencias naturales se aborda el tema del magnetismo. Sobre un papel recio, pero no muy grueso, se deposita una pequefia cantidad de limaduras de hierro, moviéndolo lateralmente para que las limaduras se ex- tiendan y formen como una fina capa. Luego, por debajo del pa- pel, se sittia en el centro un iman, y al punto las limaduras crean sobre el papel el sorprendente dibujo de unas Ifneas —llamadas lineas de fuerza—, que nos ilustran acerca de la forma de actua- cion de las fuerzas magnéticas. Pues bien, como es sabido, nuestro planeta se comporta como un gigantesco iman, cuyos polos coinciden solo aproximadamen- te con los polos geograficos y, ademas, cambian de posicién 49 Las limaduras de hierro esparcidas sobre un papel o cristal fino permite visualizar las lineas de fuerza de los imanes colocados debajo, y nos ayudan a entender el concepto de lineas y redes magnéticas. —e incluso de polaridad— en el transcurso de los siglos (hace 500 000 afios, por ejemplo, una brujula habria sefialado al polo Sur). El campo magnético de la tierra es relativamente débil. Pero, si estuviéramos en condiciones de repetir a gran escala con la tierra el experimento arriba descrito, colocandola debajo de un inmenso papel en el que hubiéramos espolvoreado limaduras de hierro, sin duda obtendriamos el dibujo de unas lineas de fuerza semejantes. Pero podemos concebir la superficie terres- tre como ese gran papel, y entonces no nos resultara tan extrafio imaginarla recorrida por lineas de fuerza. Estos fenémenos del geomagnetismo estan bastante bien es- tudiados a gran escala y, por ejemplo, tienen gran importancia en geologia para determinar la edad en que se formaron ciertas rocas que incluyen particulas metalicas, con sélo examinar la orientacién que tomaron éstas antes de que la roca se solidifica- ra. Pero la gran aportacion de los geobidlogos contempordneos, empezando por Hartmann, ha sido estudiarlos a pequefia escala, con instrumental muy sensible y, sobre todo, analizar su reper- cusién sobre los seres vivos. Durante afios, el doctor Hartmann y los componentes de su equipo midieron la resistencia eléctrica del cuerpo humano y las variaciones que ésta experimentaba al desplazarse la persona 50 dentro del espacio estudiado. Comprobaron, ast, la existencia de puntos donde se registraban alteraciones bruscas, con grandes subidas y bajadas; y al marcar estos puntos sobre un plano, ron que tales puntos de mayor alteracién iban componiendo una especie de cuadricula: es decir, eran los puntos de interseccion de unas hipotéticas lineas de fuerza dispuestas en forma de ma- lla. Estas lineas, cuya existencia se ha visto corroborada por pos- teriores investigaciones, han recibido la denominacién de lineas Hartmann, y de red Hartmann la malla que componen sobre la superficie terreste. Podriamos concebir las lineas Hartmann como paredes de energia emanando del subsuelo o de la superficie terrestre, ya que su existencia se detecta a mas de 2000 m de altura sobre di- cha superficie, en vertical. Podemos, pues, decir que hallamos esta red en todas partes: a nivel del suelo, en el interior y en el exterior de una vivienda, en un primer piso como en un séptimo. Estas lineas corren paralelamente en direcciones norte/sur y este/oeste. Su intensidad y densidad son muy variables, depen- diendo de innumerables factores que iremos descubriendo. Pero se establece una constante de unos 21 cm de espesor, y su dispo- sicion paralela a intervalos de 2,5 m en las orientadas norte/sur y de unos 2 m en las orientadas este/oeste. Gréfica de la distribucién y medidas habituales de las lineas y cruces Hartmann en una habitacion. 51 La energia emanada de estas lineas es variable segin las ho- ras del dia y los cambios atmosféricos, variacién que se traduce asimismo en una modificacion de su grosor, que puede pasar de 21 a 80 cm durante un eclipse de sol, o superar los 120 cm en la inminencia de un movimiento sismico. Se ha dado en Ilamarlas las “‘constantes vitales terrestres”, pues su armonia o distorsio- nes nos muestran el equilibrio o desequilibrio de un lugar o sus alteraciones en un determinado momento. Como se ha dicho, cuando una persona atraviesa una linea Hartmann, se modifica su resistencia eléctrica. Ahora bien, se trata de una variacion minima que, por consiguiente, tampoco puede ser causa de efectos de consideracién. Podriamos decir que los seres vivos estamos adaptados a ellas y las toleramos bien, Esto suponiendo que seamos energéticamente fuertes, pues una persona débil o hipersensible —o en un momento de crisis fisica o emocional— tal vez pudiera sentir algtin trastorno. Las variaciones son ya mas importantes cuando uno se sittia sobre un punto de cruce de las lineas Hartmann, los cruces H, en cuya vertical Jas alteraciones son mucho mayores puesto que la superposicion de lineas multiplica los efectos perturbadores. La permanencia prolongada sobre un cruce H es causa de trastor- nos de todo tipo. En la practica descubrimos estos cruces como responsables de la mayorfa de problemas y enfermedades pade- cidas, sobre todo si, para colmo, se superponen a otras perturba- ciones geoldgicas: en estos casos nos encontramos frente a las te- mibles “zonas cancer”. Situacton de una cama muy perturbada sobre zona geopatogena acumulacion de un cruce de lineas Hartmann y el cruce de una falla geologica con una vena o cornente de agua subterranea 52 En los cruces de una red Hartmann situados sobre una zona geopatogena —debida, por ejemplo, al paso de una corriente de agua subterranea, y mucho mas aun si se cruzan dos venas—, se observan alteraciones en la emisién de radiacién gamma e infra- rroja; las radiaciones de alta frecuencia se vuelven muy agresi- vas para los seres vivos y las perturbaciones meteorolégicas dan lugar a grandes variaciones de las constantes vitales del indivi- duo, lo que provoca excitacién e irritacién continua de sus célu- las nerviosas. La zona que queda libre en el interior de los rectangulos de- terminados por las lineas Hartmann recibe el nombre de zona neutra. En su interior se encuentra uno mejor, con las constantes vitales mas armonizadas: podemos decir que nos hallamos en un microclima particularmente benéfico, donde podemos recupe- rar las energias perdidas y conciliar un suefio reparador. Las otras redes Se han mencionado ya las experiencias precursoras del doctor Peyré, que en la década de los treinta descubrié una malla ener- gética con lineas a intervalos de 7 a 8 m. Mas recientemente, las investigaciones del fisico Lucien Romani apuntan a la existencia de una malla todavia mas densa que la detectada por Hartmann, con separaciones de 1,1 a 1,5 m. Esta ultima parece ser, en prin- cipto, una division interna de la red de Hartmann, ya que se reco- noce que las lineas intermedias son menos intensas y, por lo mis- mo, menos agresivas. Podrian ser fruto, por consiguiente, de mediciones mas exactas. Pero, por otra parte, no deja de ser in- quietante que en el espacio de cincuenta afios se haya producido semejante “densificacién” del fendmeno: tal vez desde principios de siglo a nuestros dias las perturbaciones o contaminacién energética artificial han aumentado hasta el punto de volver no- civas unas lineas que en principio no lo eran. Otro investigador, Curry, ha detectado una red energética orientada diagonalmente a los puntos cardinales —es decir, si- guiendo las direcciones noreste/suroeste y sureste/noroeste—, con separaciones que oscilan entre los 4 y los 8 m. Segtin algunos estudios y experiencias, la superposicion de los cruces de las li- neas Hartmann con los cruces de la lineas Curry resulta alta- mente negativa. Afiadamos, por ultimo, que el belga Walter Kunnen ha pro- 53 Ure 5 —[—SEa —— puesto recientemente un modelo de malla de dimensiones mas amplias, con unos 40 m de separacién entre las lineas, dentro de la cual se inscriben las lineas Hartmann y las de Curry. La red Kunnen estaria integrada por lineas mas intensas. Algunos in- vestigadores la han puesto en relacién con las distancias medi- bles en los antiguos alineamientos megaliticos (como los existen- tes en la region de Carnac, en Bretafia). Rasgo comin a todas estas lineas es su inestabilidad. Resulta muy dificil fijarlas o medir su intensidad constante, pues conti- nuamente estan fluctuando y variando con los cambios atmosfé- ricos o los movimientos sismicos. Convendra repetir, asimismo, que, fuera de los temibles cru- ces, las lineas por si solas no suelen incidir negativamente sobre el ser humano, excepto cuando se superponen a otras anomalias: venas de agua subterranea, fallas geologicas, contaminacion electromagnética, etc. Comprobacion de la red H Existen varios sistemas para determinar con exactitud el empla- zamiento de estas redes teliricas y sus cruces. La medicién di- recta se consigue mediante magnetémetros y otros sistemas fisticados. A efectos practicos, sin embargo, resulta mas util utilizar sencillos galvanémetros sensibles que miden la resisten- cia eléctrica de la piel y los cambios electrostaticos que se produ- cen cuando estamos sentados o de pie sobre una zona perturba- da, una linea Hartmann o un cruce telurico. Las medidas a que hacemos referencia se tomaran sobre un tiempo determinado, anotandose en una grafica o diagrama, que nos permitira advertir inmediatamente las perturbaciones. Es- tos diagramas, o georritmogramas, tienen enorme interés y re- sultan altamente ilustrativo: A modo de ejemplo de ellos, reproducimos uno, cuya interpre- tacion es facil incluso para un profano en la materia. Es el resul- tado de una experiencia facilmente reproducible, que puede ayu- darnos a comprender los métodos de trabajo de la geobiologia. El citado georritmograma corresponde a las variaciones de la resistencia eléctrica medidas en una persona situada sobre una vena de agua subterrdnea, sobre una zona neutra y sobre un puente bajo el cual corre un rio. Tal como indica la flecha infe- rior de la derecha, las variaciones de resistencia normales en 54 una zona no afectada se producirian en torno a los 10 kQ: obser- vamos, sin embargo que, sobre un puente, las alteraciones son muy amplias, situdndose la media en torno a los 21 kQ, sin cam- bios apreciables en el transcurso del tiempo. Si ahora fijamos nuestra atencién en la parte izquierda de la grafica, veremos lo que ocurre cuando una persona se sittia sobre una vena de agua subterranea: a medida que pasa el tiempo de permanencia sobre ella, las alteraciones aumentan, y su media asciende segun indi- ca la flecha. Por el contrario, cuando esa misma persona sale de esa posicion y entra en una zona neutra, las alteraciones decr cen a un ritmo similar, hasta alcanzar valores de normalidad. Son asimismo muy ilustrativos otros diagramas referidos a temas concretos de experimentacién. En realidad son los que en- cierran mayor interés, pues la geobiologia esta hoy mas interesa- da en determinar los efectos de las energias que estudia que en la pura investigacion tedrica. Veamos un par de casos muy Ila- mativos. En los laboratorios de andlisis clinicos esta demostrado que la velocidad de sedimentacién de la sangre depende del lugar donde se encuentren situados los tubos de ensayo que contienen las muestras. Un estudio estadistico, en base a 5000 muestras, realizado por Westergren, dio los resultados que indica la grafi- Georritmogramas que ponen de manifiesto la influencta del agua subterrdnea en el ser humano. An 5 pe memremrennenrenrsreet } a a eee sane ee : a (PSCIAP soane non ee SOBRE UN PUENTE. SUBTERRANEA H sede 1876 55 1.104 ZUNE 3. CROCE METEOROLOGIA NEUTRA TeLURICA 4, FeLuRICO pen. 7 DEBIL PRESION ATMOSFERICA mmm SEGUN WESTERGREN FUERTE PRESION ATMOSFERICA DEBI DEPRESIDN ty FUERTE DEPRESION tubes 12345 Injluencia de la radiacién telirica en andlisis de sangre, segiin E. Hartmann y Westergren, ca. Se determinaron cinco puntos situados en zona neutra, otros cinco sobre lineas H y cinco sobre cruces H, y en esos puntos fue- ron depositandose los tubos con las muestras, indicando asimis- mo las circunstancias de presion atmosférica en que se realizaba Ja experiencia, ya que este dato parecia, en principio, el que mas incidencia podria tener sobre la velocidad de sedimentacién. Pero la media de los resultados obtenidos indica bien a las claras que lo que realmente provoca grandes variaciones en dicha velo- cidad no es la presién, sino Ja ubicacién de los tubos de ensayo con respecto a la red energética. En paginas anteriores hicimos ya alusién a los experimentos con ratones realizados por el doctor Jenny en la localidad suiza de Aarau. Véase la grafica relativa a la fertilidad, correspondien- 56 134 Gréfica sobre la distinta fertilidad de parejas de ratones situadas en zona neutra (coltumnas en blanco) 0 en zona geopatdgena (columnas en negro), ‘segiin experiencias del doctor +300 Jenny en su laboratorio de Aarau (Suiza), 200, ig ma 182 te a unos quince meses de investigacién sobre dos grupos de es- tos animales de laboratorio, idénticos en numero, ubicados res- pectivamente en zona geopatogena y en zona neutra. Las cifras son acumulativas, es decir, suman el numero de crias de las pare- jas iniciales en cada camada. Al cabo de unos doce meses y me- dio, las crias del grupo situado en zona neutra doblan en numero a las del grupo situado en zona geopatogena. Como dato curioso se observa la mayor fertilidad de los ratones de zona geopatége- na en la primera camada, debida tal vez a una sobreexcitaci6n. Es muy significativo el estancamiento de la fertilidad que se aprecia a partir del octavo mes en los ratones de esta zona. La fertilidad es menor para ambos grupos en los meses de verano, y decrece asimismo por el envejecimiento de las parejas repro- ductoras. Estos datos se complementan con una serie de observaciones muy interesantes. Por ejemplo la de que, cuando las jaulas de los roedores son suficientemente grandes para que existan en ellas diferentes zonas, las madres depositan invariablemente sus crfas sobre una zona neutra; y si desplazamos la jaula para que el lugar donde se encuentran las crias coincida con una zona geo- patégena, las madres se apresuran a cambiarlas de lugar y a reu- bicarlas en una zona neutra. 57 En cuanto la relacién existente entre el cancer y las zonas geopatdgenas, el repetido doctor Jenny experimenté con dos gru- pos de ratones, a los que inoculé sustancias cancerfgenas. Uno de ellos fue situado sobre una zona neutra, el otro en una zona geo- patogena. Durante el periodo de observacion, los situados en zona neutra experimentaron en los primeros dias algunos sinto- mas de enfermedad, pero luego entraron en una fase estable y fi- nalmente volvieron a un estado de salud normal: se comportaron tranquilamente, mantuvieron un pelaje reluciente y su fertilidad fue un 30% superior a la del otro grupo. Por el contrario, los si- tuados en zona geopatégena se mostraron excitados y agresivos, gritando por la noche, royendo la jaula, devorandose la propia cola y, a menudo, a sus crfas, cosa infrecuente en tales animales; al cabo de cuarenta dias todos habian muerto afectados por grandes tumores. La varilla Hartmann Junto al costoso instrumental cientifico, no siempre facil de ad- quirir ni de utilizar, el sistema de deteccién por excelencia de las lineas energéticas sigue basandose en el empleo de la varilla Hartmann, o lobulo antena, sencilla y de muy facil manejo. Se trata de una espiral galvanométrica, realizada en un material muy conductor, que, mantenida en equilibrio entre los dos indi- ces, acttia como una especie de brijula, indicandonos la presen- cia y la direccién de cada linea Hartmann. Varilla Hartmann, o lobulo antena, mostrando la forma més adecuada de sostenerla durante una prospeccin. 58 Este sistema tiene el inconveniente de requerir un cierto en- trenamiento en su manejo, pero también la gran ventaja de desa- rrollar una sensibilidad personal que no es nada extraordinaria, pero que en nuestros dias muchos ignoran que poseen. Sdlo por descubrirla vale la pena practicar. En caso de duda, siempre que- dard la posibilidad de recurrir a un experto. Al final de este libro incluiremos algunas direcciones utiles de centros de investiga- cién dispuestos a prestar orientacién y ayuda. CORRIENTES TELURICAS De la tierra emana una complejisima radiacion constituida, de una parte por la energias telricas y electromagnéticas propias del planeta y, de otra, por las energfas y radiaciones césmicas que refleja o refracta. Si de pronto dejara de liberar continuamente al exterior, en forma de radiaciones, todas esas energias que genera dentro de si o que recibe del espacio césmico, en poquisimo tiempo se con- vertiria en una especie de horno, y acabaria estallando. Algo se- mejante a lo que le ocurriria a nuestro cuerpo si el calor y la energia que recibe y genera no tuvieran salida: nos achicharra- riamos. Como nos ensefia la acupuntura, el cuerpo humano esta reco- rrido por meridianos energéticos, y tiene unos puntos de fuga, asi como unos nucleos o centros energéticos que la mistica orien- tal ha llamado chakras. De forma similar, la tierra posee redes energéticas, con unos puntos de emanacion mas fuerte que en otros, y ciertas zonas geograficas que también podrian ser consi- deradas focos energéticos. E] ejemplo que mejor puede ilustrar el fenédmeno de las co- rrientes teluricas tal vez sea el andlogo de la circulacién sangui- nea en el cuerpo humano. Como sabemos, el corazén distribuye por todo el cuerpo, a través de la red arterial, la sangre provista de sustancias nutritivas y de oxigeno. Por las venas, esa misma sangre, cargada de gas carbonico —los desechos de la combus- tion a nivel celular—, vuelve al corazon, que la bombea a los pul- mones, donde es regenerada; al propio tiempo pasa también por los rifiones, donde es filtrada para eliminar las toxinas que en ella se acumulan. Cuando la sangre esta saturada de sustancias nocivas, las funciones biolégicas no se desarrollan correctamente. La acu- 59 mulacién de esas sustancias en determinados puntos del orga- nismo da lugar a reacciones tendentes a neutralizar sus efectos y a recuperar el equilibrio: erupciones cutaneas, fiebre, etc. También en la tierra observamos fendmenos de absorcién, al- macenamiento y transporte de energia, relacionados con el cli- ma, las mareas, las grandes corrientes ocednicas, los cambios estacionales, etc., que se caracterizan por su uniformidad y equi- librio, es decir, porque unos con otros se compensan: en el fondo, es este equilibrio el que ha hecho posible que se desarrollara la vida en la tierra. La existencia de un equilibrio a gran escala —bien que altera- do hoy notablemente por la accién del hombre— no excluye los desequilibrios locales. De la misma manera que el agua que cae en las tierras altas no fluye uniformemente hacia el mar en gran- des capas, sino que crea rios por donde corre a él, los desequili- brios energéticos que se originan en el interior de la tierra abren cauces por los que discurren las energias sobrantes: las fallas geoldgicas, las venas de agua subterrdneas no son sino manifes- taciones de ello. Todos estos accidentes geoldégicos constituyen, por un lado, el testimonio de desequilibrios pasados, pero asi- mismo componen una especie de red venosa en el interior de la corteza terrestre, por la que discurren sus excedentes energéti- cos. También éstos pueden acumularse en puntos concretos, ori- ginando catastrofes —terremotos, erupciones volcanicas, etc.— cuando la tensién es excesiva, como gigantescas descargas que tienden a restablecer el equilibrio roto. Pero lo mas habitual es que se manifiesten al exterior como lineas o zonas de fuga ener- gética, con efectos sensibles en la superficie terrestre: perturba- ciones de todo género debidas a radiaciones geopatégenas, ema- naciones de gases —a veces radiactivos—, etc. Cuando hablamos de corrientes teluricas, estamos refiriéndonos a todo esto. La conclusién a la que llegamos es que no sera nada recomen- dable permanecer o instalarse cerca de esta “red circulatoria” terrestre, cuyo exceso energético es dificilmente tolerado por el! organismo humano. En efecto, la sobreexposicion de un ser vivo a estos puntos de fuga puede ser dramatica a corto o largo plazo, pues la irradiacion recibida llegara a desorganizar la armonia celular e incluso a crear verdaderos estados degenerativos. Sabemos que el sol y sus rayos son necesarios y benéficos para la vida, pero a nadie se le ocurriria permanecer parado y desnudo ocho horas seguidas bajo un ardiente sol; las consecuen- cias serian desastrosas. En cambio, si que llegamos a estar fre 60 cuentemente de ocho a diez horas diarias expuestos a las nefas- tas radiaciones teluricas. Se podra objetar que el calificativo de “nefastas” tal vez sea excesivo: no podemos llamarlas, sin mas, negativas o positivas, puesto que forman parte del conjunto de energias globales de la tierra, del que tampoco podriamos pres- cindir. Pero hay que recordar que estamos refiriéndonos a una sobreexposicion. Corte vertical de la corteza terrestre, mostrando algunas de las perturbaciones subterréneas que pueden, de alguna manera, afectarnos. Estamos acostumbrados a que la geografia visible condicione nuestra forma as vida, 9 somos bien conscientes de lo mucho que nos afecta; pero nos resulta més dificil sensibilizar la influencia de esos otros factores, que no es menos real, aunque no podamos verlos con nuestros ojos. ? Steet te i “ radiacion gamma e infrarroja alteradas’ («= = « onpas GEOPATOGENAS, yy ae La sobreexposicion a las energias teluricas Quiza la mejor forma de abordar este tema sea exponer algunos ejemplos directamente vividos por el autor, que ilustraran lo que venimos comentando mucho mejor que las explicaciones abs- tractas. A.B. Cuatro afios. Castellén. La madre de la nijia nos llama para controlar la habitacion donde duerme su hija. Antes de mudarse de casa, cuando la nifia tenia dos afios, jamas habia presentado problemas respiratorios; pero desde su Ilegada a la nueva casa estos trastornos se hicieron constantes: neumonias, bronquitis, alergias, catarros, etc., sin que los médicos encontrasen ninguna causa ni remedio. El hijo, seis afios, goza de excelente salud y no se ha visto afectado por el cambio de casa. La madre se qued6 muy sorprendida cuando le comentamos que, en nuestra opinién, ella misma debia de padecer frecuentes jaquecas y dolores de garganta, asi como depresiones 0 nervio- sismo. «¢Quién se lo ha dicho?», pregunté. Para nosotros era evi- dente, como lo era la causa de los problemas de su hija. vena de agua subterrénea cruces Hartmann radiorreloy zona neutra ‘cama bien ubicada 62 Estudiada la casa, se detecté, en efecto, la disposicién de la red Hartmann que se indica en el grabado, a la vez que la existencia de una vena de agua subterranea. Obsérvese la situacion de sen- dos cruces H sobre la cabeza de la nifia y la garganta de la madre en su posicién habitual en la cama, agravados sus efectos por su superposicién a la vena de agua. En el caso de la madre, ademas, estaban las perturbaciones adicionales ocasionadas por la ubica- cién de un radio-reloj junto a la cabecera. La nifia mejor6 notablemente al cambiar de habitacién y pa- sar a compartir la de su hermano. El traslado y cambio de orien- tacion de la cama de la madre fue suficiente para que recobrara el Animo, se volviera mas tranquila y se viera libre de sus moles- tias en la garganta. Resulta grato y sorprendente ver que, en la mayoria de los ca- sos, el desplazamiento de la cama o el cambio de habitacion bas- tan para lograr una notable mejoria o la recuperacién de la salud. J.C.B. Benicarlo. Se trata en este caso de un nifio de trece afios que presenta serios problemas de retraso escolar, hasta el punto de que sus profesores han hablado de expulsarlo del colegio en que estudia. Los dibujos Uustran los dos casos que se comentan en estas paginas. En el de la taguterda se sefiala con linea punteada una postble ubicacton correcta para fa cama de la madre Vease en el de la derecha como esta afectada tambten la mesa de trabajo del nifio Mientras realizamos la prospeccién, el propio nifio nos cuen- ta que duerme mal o se levanta cansado, cosa que no le sucede cuando duerme en el sofa del comedor. Nos dice, asimismo, que, si estudia en su habitacion, al llegar a clase no recuerda nada; en tanto que, si estudia en el comedor de la casa, al dia siguiente re- cuerda perfectamente todo lo que ha estudiado. Los padres inter- pretan este deseo suyo de dormir o estudiar en el comedor como una excusa para ver la televisién. Por nuestra parte, una vez hecha la prospeccién y determina- do el plano que reproducimos, con ja amplia vena subterranea de agua que afectaba prdcticamente a toda la habitacién, pregunta- mos a Ja madre si el nifio no habia tenido nunca problemas intes- tinales, al observar que existia un cruce Hartmann en la zona del vientre cuando estaba acostado en su cama. La madre reflexiond un poco: «jAh, si! Puede ser la ulcera de duodeno que le diagnos- ticaron hace unos meses». ¢Ulcera de duodeno? ; En un nifio de trece afios?... Increible. Como lo es también encontrar nifios de corta edad, dos 0 tres afios, con leucemia o tumores cancerosos. Y es que, en realidad, los nifios son por Jo general mas resis- tentes a estas energias, pues las queman o gastan jugando y pe- ledndose. La agresividad es una forma de eliminar los excesos energéticos, lo que explicaria en parte el porqué de este fendme- no en nuestra sociedad actual. Reaccion nerviosa El exceso energético provocado por la sobreexposicién a las energias teluricas 0 geopatogenas es liberado por el ser humano de muy distintas formas. Generalmente, la hiperactividad y el nerviosismo son las mas corrientes; por contra, las personas tranquilas, que no exteriori- zan su tensién —o, mejor dicho, que no la descargan—, suelen verse afectadas por dolencias internas mas 0 menos graves se- gun la intensidad de la energia que soportan. Este hecho ha podido comprobarse en experiencias con rato- nes de laboratorio sometidos a descargas eléctricas o fuertes tensiones. En situacion de aislamiento, los ratones asi afectados se ponian tensos, mordian los barrotes de la jaula y, si se prose- guia el experimento, reiterandose las descargas, empezaban a enfermar, dejaban de comer y morian. En cambio, cuando esta- ban encerrados en grupo, tras la tensién empezaban a pelearse, hasta el punto de morderse e infligirse graves heridas, tras de lo 64 cual se calmaban. Curiosamente, no sdlo no enfermaban, sino que mantenian un estado de salud excelente. Puede, pues, deducirse que las personas que logran descargar con mayor facilidad estos excesos energéticos son inmunes a sus peores consecuencias y, por ello, suelen estar mas sanas. Tal des- carga es responsable de su agresividad, pero puede encauzarse por otros medios, como el trabajo duro o el ejercicio fisico. Lo cual, con todo, no esta exento de riesgos, ya que a menudo se tra- duce en una mayor fatiga. Después de lo dicho, ¢sorprenderé mucho la afirmacion de que muchas de las personas que calificamos de agresivas lo son por culpa de la cama en que duermen? En mi propia ptel Permitaseme narrar aqui lo que conozco por experiencia pro- pia. Personalmente, soy un hombre tranquilo y extrovertido; tan- to que dificilmente me enfado con nadie. A los veinte afios de edad me tocé dormir habitualmente sobre una vena de agua, con un cruce Hartmann situado en mitad de mi pecho. En menos de un afio me volvi hurafio y agresivo, y empecé a sufrir problemas respiratorios que pasaron de simples bronquitis a un principio de tuberculosis pulmonar. De los ochenta kilos que hab{a llegado a pesar, pasé a cincuenta y cinco, quedandome en la piel y los huesos. Vivia en un estado de anemia permanente y me sentia + muy deprimido, La permanencia prolongada sobre la vena de agua me creo problemas depreswos y una fuerte anemia El cruce de las lineas Hartmann causo graves problemas pulmonares < 5 2 5 9 R > 3 2 5 2 & a a g 3 3 & 8 65 Las radiografias que atin conservo de aquella triste época muestran cavernas y destruccion del tejido en el pulmon izquier- do. Tras el oportuno tratamiento médico, tuve una recupera- cion..., y a los pocos meses una recaida, episodio que se repitio en varias ocasiones. Lo probé todo: reposo, dietas, fitoterapia, cataplasmas... Tal sdlo un cambio de habitacion me permitié sa- lir de aquel estado. Hoy puedo llevar una vida normal: camino descalzo en invier- no y verano, me bafio en el mar en diciembre... En realidad, pasé de ser el ser débil y enfermizo que siempre fui mientras vivi en casa de mis padres, a gozar de una excelente salud cuando me trasladé a la casa construida en zona sana en que ahora vivo. Cancer y cosmotelurismo Aunque ya hemos hecho referencia al tema del cancer, aludiendo a algunas estadisticas realizadas en Alemania, quisiéramos am- pliarlo ahora por tratarse de un asunto tan grave y de importan- cia tan vital. E] cancer, en todas sus modalidades —leucemias 0 tumores, basicamente—, est4 cobrandose cada vez mas victimas, afectan- do a mayor numero de personas, tanto nifios como adultos, hom- bres como mujeres. Es una enfermedad en progreso, ante la cual la medicina actual, a pesar de los ingentes medios que pone en juego y de sus agresivas terapias —aqui mAs violentas que en cualquier otro caso—, se muestra impotente, empefiada en ata- car directamente el mal sin conocer sus causas. De todos los esfuerzos que se hacen para determinar sus cau- sas, tales como el estudio de las sustancias cancerigenas o Ja in- vestigacién genética, parece desprenderse un hecho que ya reve- la la propia observacion estadistica: que existen casas cancer, en las que se han dado varios casos consecutivos, y barrios cancer, en los que el namero de personas afectadas supera con mucho Ja media normal. Hemos vivido de cerca la evolucién de esta terrible enferme- dad en personas proximas, con la angustia de ver como la medi- cina era inoperante. Una angustia que se agrava ante la evidencia de que se trata de una enfermedad que ha ido gestandose lenta- mente, sin dar signos reveladores, y que aparece cuando ya es de- masiado tarde para tratarla. Y no estamos hablando sélo de un tratamiento médico, sino 66 también de la eficacia de las medidas que puede proponer la geo- biologfa. Mientras que en las enfermedades fisicas més comunes —alergias, asmas, bronquitis y aun tuberculosis, reumas, dolo- res de todo tipo—, asi como en las psiquicas —depresiones, an- gustias, tendencia al suicidio, esquizofrenia—, el problema remi- te desde el momento mismo en que acertamos a ubicar la cama del paciente en una zona sana, de forma que se logra una mejoria progresiva y a veces espectacular, en los casos de cancer las perspectivas no son tan esperanzadoras. Por ello hemos de hacer hincapié en la importancia que tie- nen frente al cdncer las medidas de prevencién que aconseja la geobiologia, entre las cuales la primera debiera ser reducir las posibilidades de riesgo mediante una disposicion adecuada de nuestra vivienda. La reaccién en el cambio Como apuntabamos, la enfermedad se gesta lentamente. La degeneracion celular, que es su principal caracteristica, comien- za por la despolarizacion de las células —éstas pierden su “norte”, como explicaremos mas adelante en el capitulo del bio- magnetismo— y poco a poco comienzan a reproducirse anarqui- camente con respecto al resto de las células y organos. Semejante proliferacién desordenada de células suele tener lugar sin que el organismo reaccione espontaneamente contra ella: podriamos decir que conviven con él sin ser identificadas como nocivas, al contrario de lo que ocurre cuando nos ataca al- gun germen patogeno, que desencadena la formacion de anti- cuerpos para eliminarlo. En realidad, seguin la opinion de algunos especialistas como la doctora Kousmine, si parece que la aparicion del tumor desen- cadena una fuerte reaccién del sistema inmunolégico; pero, en cualquier caso, los anticuerpos formados no eliminan las células cancerosas, es decir, el tumor en si, sino toda una serie de toxi- nas que han invadido previamente nuestro organismo y que, de no producirse esta reaccion desencadenada por el tumor, tam- bién terminarian por destruirnos. Seguin esta hipétesis, todo tumor seria, en principio, benigno, y su curacién no se logra ata- céndolo directamente, sino potenciando las defensas del organis- mo, sobre todo mediante una alimentacion adecuada. Este hecho de la inicial benignidad del tumor, que s6lo al fra- casar nuestras defensas se transforma en maligno, podria exp! 67 car una circunstancia que hemos observado repetidamente a lo Jargo de nuestros estudios. En numerosos casos hemos encontra- do que la aparicién de los signos de esta enfermedad tenia lugar al poco tiempo de haber cambiado la ubicacién de la cama en que dormia la persona afectada, o de haberse mudado de habitacién 0 vivienda. Dado el escaso tiempo transcurrido entre uno y otro hecho, no parece probable que el nuevo emplazamiento sea la causa de la enfermedad: pensamos, mas bien, que pudo haber ido gestandose durante afios en un emplazamiento geopatégeno an- terior, sin manifestar sintomas apreciables, para declararse en el momento en que el paciente cambié de posicién magnética. Di- cho cambio habria supuesto que el organismo identificara como perjudicial algo con lo que hasta entonces habia convivido sin problemas, y que reaccionara atacandolo y dandonos sefiales de su existencia. Estamos en condiciones de poder ilustrar esta hipdtesis con dos hechos reales, de entre los muchos observados, que elegimos por parecernos los mas significativos. Caso 1. Recibimos desde Badalona la llamada de una madre angustiada porque su hijo mayor (veinticinco afios) esta grave- mente enfermo, con un cancer de estémago que se esta propa- gando por todo su cuerpo. Los médicos le dan pocas esperanzas. Tras haber probado con la quimioterapia y la radioterapia, asi como dietas y sistemas de curacién mas empiricos, deciden Ila- marnos para averiguar si la enfermedad pudiera tener relacion con las energias de la casa. Apuntan la posibilidad de que se trate de algo hereditario, pues el padre murié de lo mismo. En princi- pio, el diagnéstico de cancer de estémago sorprende en un joven amante de la montafia y de la vida en el campo, que procuraba Uevar una vida sana y mantener una alimentacién correcta. E] dato mas revelador que nos indicaron fue que e] tumor se habfa declarado tres meses después de cambiar de domicilio para irse a vivir con su compafira a otro piso, en el mismo ba- rrio, tras haber vivido en el piso de sus padres durante nueve afios. Nos parecié que tres meses era un tiempo demasiado escaso para que se gestara una enfermedad de tal magnitud, y por ello decidimos inspeccionar primero la vivienda de los padres. Lo primero que observamos fue una linea eléctrica de alta tension que pasaba a menos de 20 m de la vivienda. Acto seguido deter- minamos las corrientes teltiricas, descubriendo una que atrave 68 saba en diagonal toda la casa. Curiosamente, en la habitacion que habia ocupado el joven la cama no estaba situada sobre la vertical de la vena de agua subterranea, lo que nos caus6 cierta perplejidad, dejandonos sin saber qué pensar. De pronto, la ma- dre nos indicé que la cama habia sido cambiada de emplazamien- to cuando el hijo se fue. Sefialada la anterior posicién, pudimos comprobar que, durante los nueve afios que el muchacho habia vivido en aquella casa, la corriente telurica habia atravesado toda la zona central de su cuerpo. Otro hermano suyo, un afio menor que él, que dormia en la habitacién contigua y en una ubi- cacion parecida, habia padecido en repetidas ocasiones graves ulceras de estomago: su cuerpo habia reaccionado diferentemen- te ante la misma energia y nunca llegé a producirse el proceso de degeneracion, ya que es mas facil tratar una enfermedad visi- ble que algo que va gestandose solapadamente y nos destruye sin que nos enteremos. Caso 2. En el caso que ahora nos ocupa, los protagonistas son un matrimonio, que han comprado una estupenda casa con jardin y arbolado, aunque algo deteriorada. La reconstruyen con mucho carifio y buen gusto, respetando sus agradables formas circulares y evitando el empleo de materiales insalubres. Eligen como dormitorio una de las habitaciones, pese a encontrarla algo fria y himeda en comparacién con las demas. linea de alta tension a menos de 20 m Cama A joven con cancer de estomago, tras nueve afios de dormir en el lugar donde estaba ubscada Cama B del hermano menor, »— que padecto ulceras de estomago LINEAS HARTMANN VENA DE ~ AGUA SUBTERRANEA 69 . + Eneste caso el error AGUA fue elegir como SUBTERRANEA == dormuorto una \ habitacion cuya frialdad con respecto @ las demas de la casa indicaba problemas de humedad estos pueden ser reveladores en muchos casos de la existencia de una vena de agua subterranea PERTURBACION RADIOELECTRICA Trascurren siete afios, durmiendo en Ja misma cama y en la misma posici6n, al cabo de los cuales un buen dia deciden cam- biar reciprocamente de lado. A los pocos meses, se le declara a la mujer un cancer de colon. E] proceso se complica poco a poco, ya que, tras la aparicion del problema, ha vuelto a dormir en la misma parte de la cama en que solfa hacerlo antes. En la prospeccion geobiolgica del dormitorio, descubrimos un cruce de Jas lineas Hartmann superpuesto a una vena de agua subterranea, que afecta a la zona del bajo vientre. E] estreii- miento habia sido una molestia cronica en esta mujer, pese a su cuidado en mantener una alimentacion rica en fibras. Indicaba haber padecido también de forma habitual trastornos ovaricos y dolores de menstruacion. La reacct6n al cambio Aparte de la reaccién que solemos observar como consecuti- va al cambio de cama o de vivienda, encontramos también con frecuencia una reaccién al cambio, que definimos como una “cri- sis de desintoxicacién”. Esta crisis se produce por el desbloqueo de ciertas toxinas almacenadas en nuestro organismo, a veces durante afios, a la vez que por un reajuste celular y molecular a Ja nueva orientacién magnética y energética. 70 En algunos casos, estas reacciones son excesivamente fuertes y desagradables, presentando sintomas y molestias mas aparato- sos que la enfermedad pero que desaparecen al cabo de poco tiempo. Su duracion y agudeza dependen, sobre todo, de la reser- va energética de la persona y de su vitalidad. Tratandose de en- fermedades y trastornos comunes pueden no durar mas de uno o dos dias, tras de lo cual la mejoria es sorprendente. No sucede lo mismo en los casos de cancer, que obligan a es- tablecer una diferenciacion, atendiendo al estado de evolucion de la enfermedad y al caudal vital del paciente. En efecto: ante un cancer avanzado, parece muchas veces recomendable no mo- ver al paciente de su lugar habitual, aun siendo éste geopatdége- no, pues con ello podriamos precipitar su agravamiento o la muerte, dado que sus reservas energéticas dificilmente podrian ayudarle a soportar un esfuerzo de reestructuracién inmediato. El unico tratamiento posible, de momento, tendria que basarse en incrementar las defensas del organismo afectado, basicamen- te mediante una correcta alimentacion. Por el contrario, el cam- bio es aconsejable en un joven con buen caudal vital o en las pri- meras fases del tumor: tras unas primeras reacciones negativas, la recuperacién empieza a apreciarse generalmente pasados los veinte dias de la ubicacion de su cama en zona sana. Fuentes de radiacion telirica Mientras que al hacer referencia a las lineas Hartmann las carac- terizdbamos como una especie de malla tendida con cierta uni- formidad sobre la superficie de la tierra, marcando unas lineas de emisién de energia relativamente débiles, hemos descrito la radiacion telurica, de un modo general, como mucho mas inten- sa y causada por los desequilibrios energéticos que se crean en la tierra tanto al absorber energia como al emitirla. Estas corrientes teluricas, que recorren el interior de la tie- tra, se manifiestan al exterior como perturbadoras, es decir, irradian asimismo energia. Pero no lo hacen segtin una red uni- forme, sino por rutas que dependen de Ja estructura interna de la corteza terrestre —de los materiales, estratos, accidentes geo- légicos, etc.—, y focalizando sus efectos en puntos concretos de ella. Los accidentes geolégicos internos son, por ello, en muchos casos, consecuencia de la accion de tales corrientes y, a la vez, indicio de su paso, como vamos a ver seguidamente. 71 Venas de agua subterrdneas Conocemos bastante bien los rios y riachuelos que surcan la superficie de la tierra, y sabemos e] enorme papel que desempe- fian en los fenomenos relacionados con el clima. A nadie se le es- capara que los rios no hacen el clima, sino que son una conse- cuencia de él; es decir, que, de una forma u otra, su cauce lo han abierto —aprovechando las pendientes, excavando los terrenos mas blandos— las fuerzas que rigen la circulacién atmosférica. En cambio sabemos poco —o es tema poco divulgado— de las grandes corrientes de agua subterraneas, que forman una vastt- sima red a diferentes niveles y estratos geolégicos, por la que el agua se acumula en auténticos lagos, y por donde circula en cier- tos casos por microfiltracién, a velocidades de unos metros por dia, y en otros formando impetuosos rios subterraneos, que se bifurcan, estrechan o ensanchan segun las caracteristicas geold- gicas del subsuelo; que pueden tener unos centimetros o centena- res de metros de grosor. Toda esta estructura es compleja y difi- cil de determinar incluso con los modernos sistemas de deteccion geolégica. En cuanto al tema que aqui nos atafie, sabemos que la fric- cién del agua contra las rocas o paredes por donde circula crea unas débiles corrientes energéticas que remontan en vertical, y que se detectan a nivel del suelo como variaciones en Ja radia- cion electromagnética (radiacién gamma), alterando la emisién de infrarrojos y de los neutrones térmicos, asi como provocando la ionizacion del aire. Son éstos los fendmenos que miden los mo- dernos instrumentos y lo que el zahori es capaz de percibir con el auxilio de una sensibilidad particularmente desarrollada. Las direcciones de estas corrientes parecen tener también cierta significacién geobiolégica. En la practica observamos todo tipo de direcciones, pero algunos geobidlogos afirman que las que tienen mayor incidencia negativa sobre el ser humano son las de orientacién este/oeste, en tanto que serian bien tolera- das las orientadas norte/sur. Cualquier vena de agua subterranea puede ser perturbadora cuando, ademas de su radiacién normal, se le suma la influencia de unos cruces H; y mas atin si se convierte en portadora o cana- lizadora de perturbaciones artificiales afiadidas, como pueden ser las originadas en superficie por contaminacion eléctrica 0 electromagnética, frecuente en las proximidades de emisoras de radio, radares o lineas de alta tensién. 72 Las grietas en los muros son otro indicio claro de haber edificado en zona geopatégena de ordinano por la presencia en el subsuelo de alguna jalla geolgica El experto en geobiologia o el radiestesista llegan incluso a distinguir las diferencias energéticas emanadas de cada vena y son capaces de determinar las zonas de mayor radiacién, 0 zonas de sombra, y los conos de penumbra, menos agresivos pero tam- bién peligrosos en ocasiones. Estas venas subterraneas, o sus capas freaticas de superficie, son responsables a menudo de la humedad que asciende a veces por las paredes de las viviendas, creando evidentes condiciones de insalubridad. El] problema se produce por un fendmeno de electroésmosis unido a la capilaridad de los materiales de cons- truccién, por lo que en muchos casos es facil evitarlo con una de- rivacién a masa, como estudiaremos en el capitulo dedicado a la bioconstruccion. También podemos apreciar fisuras y grietas de mayor o me- nor importancia en las paredes situadas sobre la vertical de tales venas de agua, aunque este hecho es mas frecuente sobre la verti- cal de fallas geoldgicas 0 en los terrenos compuestos de estratos muy diferentes. Fallas geoldgicas En el curso de la historia geolégica de la corteza terrestre se producen nuevas formaciones y movimientos que originan plie- gues, ya sea por la presion del mar o de las masas continentales, ya por fendmenos de tipo eruptivo. En las zonas de mayor ten- sion es frecuente que las estructuras geolégicas se rompan, ori- ginandose fallas y grietas, superficiales o profundas, de modo lento a veces y otras con grandes movimientos sismicos. 73 Es a través de tales fisuras 0 grietas por donde, conforme a Ja ley de minima resistencia, tienen lugar las mayores emanacio- nes de radiaciones teluricas o incluso de gases del subsuelo, al- gunos de ellos radiactivos, creando en su vertical unas condicio- nes altamente perjudiciales para la vida. Este hecho repercute en las construcciones alli ubicadas, puesto que las energias teluricas, remontando verticalmente, tienden a escindir todos los materiales que encuentran a su paso para fluir con mayor facilidad: tal es comtinmente la causa de esas grietas que vemos en tantos edificios antiguos y modernos, imputadas a asentamientos del terreno, y que son rebeldes a to- dos cuantos intentos se hacen para repararlas. Anomalias geomagnéticas Como hemos visto al referirnos a la red Hartmann, sus efec- tos son de escasa consideracién salvo en los puntos que !lama- mos cruces H y cuando éstos se suporponen a otras perturbacio- nes. Pero ello no quiere decir que, en términos generales, la red no nos afecte siempre de algun modo, incluso positivamente: es, en principio, un orden, una constante vital de la tierra a la que estamos adaptados. Hay una experiencia muy sencilla y reveladora que confirma Jo que estamos diciendo. Consiste en enterrar a escasa profundi- dad en la arena de una playa pequefias barras metdlicas imanta- das, dispuestas a cierta distancia unas de otras. Si sobre la arena asi preparada soltamos un cangrejo, veremos que cada vez que el animal pasa por encima de una de esas barras, cambia auto- maticamente la direccién de su movimiento, segun sea la polari- dad. Ello demuestra que su sentido de orientacion se rige por el campo magnético terrestre y, a la vez, que una perturbacién de ese campo lo desorienta, en el sentido mas estricto del término. Por supuesto no es el tinico ser vivo que reacciona asi. Cabe pensar, por consiguiente, que las alteraciones de la red Hartmann, causadas por anomalfas geomagnéticas, tienen a la larga repercusiones negativas. Responsables de estas anomalias pueden ser los depdsitos naturales de minerales magnéticos, las vetas metaliferas y muchas otras causas que, en mayor o menor grado, perturban el campo magnético terrestre. A este respecto tiene gran interés el esquema ofrecido por Blanche Merz en su libro Pirdmides, catedrales y monasterios, que traza la red Hartmann en una zona de la localidad francesa 74 de Ecoivres, donde se alzan dos menhires Hlamados “las piedras de Acq” 0, popularmente, “las piedras del diablo”. Se trata de un terreno en el que existen tres fuertes anomalias geomagnéticas. La red Hartmann aparece sensiblemente deformada, aunque, bastante menos que en otros lugares donde hemos podido detec- tar anomalias semejantes. ¢ Puede deberse esto a la acertada ubi- cacion de los dos menhires, que se dirian a todas luces dispues- tos para contrarrestar los efectos negativos de aquellas anomalias? Asi parece desprenderse del examen del plano: las te- midas «piedras del diablo» serian a la postre un recurso para sal- vaguardar la fertilidad del terreno, comprometida por las per- turbaciones existentes. Permeabilidad del terreno La naturaleza del subsuelo, y especialmente su mayor o me- nor permeabilidad a las ondas césmicas y teluricas, es un factor determinante a la hora de que la zona sea armoénica y bienhecho- ra, o disarmonica y causa de perturbaciones. Un terreno permea- ble, como lo son los calcdreos, deja fluir hacia el interior de la corteza terrestre la mayoria de las radiaciones césmicas, refrac- tandolas y liberando luego las radiaciones teltiricas de una for- ma armédnica. Por el contrario, un terreno poco permeable, como Los famosos menhires de Acq, y su situacién en un plano en relacion con la red Hartmann y las anomalias magnéticas existentes en el ierreno. Obsérvese cdmo los cifien las lineas de la red, que se adoptan perfectamente a su forma. ¢Tal vez compensan las anomalias magnéticas mencionadas? Sabemos atin muy poco de esta “geopuntura” ejercitada por aquellos remotos antepasados nuestros. son los suelos arcillosos o cuarciferos, refleja esas mismas radia- ciones a nivel superficial, lo que produce una rapida saturacién del ambiente y crea verdaderas tensiones energéticas. En consecuencia, los lugares donde predominan los minera- les calc4reos suelen ser lugares neutros y positivos para la vida, si bien es cierto que no lo son en puntos concretos donde existan fallas geologicas o venas de agua, frecuentes en estos terrenos. A la inversa, los terrenos con predominio de minerales silicicos (cuarciferos), suelen ofrecer desequilibrios globales, que en bue- na parte se deben también a las propiedades piezoeléctricas de aquellos minerales (generacién de electricidad por friccion de minerales de cuarzo, base de la obtencién de la chispa en algunos encendedores de gas de uso doméstico). Las grandes corrientes energéticas Es importante que no confundamos los testimonios materiales del paso de las corrientes teluricas ~es decir, las alteraciones creadas por ellas en el subsuelo terrestre—, o las condiciones que favorecen su propagacién y su fuga —venas de agua, fisu- ras...—, con las corrientes en sf mismas. También lo es que maticemos cuanto llevamos dicho hasta aqui, en el sentido de afiadir que no todas son destructivas ni per- judiciales. Ocurre que resulta siempre mds facil ver lo negativo que lo positivo, el dafio antes que el bien. Pero no cabe duda de que, en términos globales, la tierra es un marco idéneo y bienhe- chor para la vida que, de lo contrario, no habria podido desarro- llarse y evolucionar prodigiosamente como lo ha hecho. Los zodlogos que estudian el comportamiento de las ballenas estan, por ejemplo, sumamente intrigados por el curioso sentido de orientacién de estos grandes cetdceos. Entre las muchas hipé- tesis propuestas, se habia hablado de que utilizaban para orien- tarse las grandes corrientes térmicas marinas. Sin embargo, he- chos analizados recientemente, como la desorientacién que se apodera de estos animales a raiz de fuertes movimientos sismi- cos —que los lleva literalmente a suicidarse varando a manadas en las playas, haciendo estériles todos los esfuerzos humanos por devolverlas al mar—, apuntan a la posibilidad de que se guien por corrientes teltiricas que recorren el mar. Un cambio de direccion de éstas, a consecuencia de los seismos, provocaria que se dirigieran a la costa. 76 Hoy como ayer, la catedral de Chartres sigue stendo un polo de atraccton para los peregrinos Las viejas rutas siguen encauzando anhelos permanentes de la humanidad A lo largo de la historia se han producido grandes movimien- tos de pueblos, cuyas motivaciones tltimas no siempre nos resul- tan inteligibles, pues no obedecen a los clasicas razones econd- micas que gustan de invocar los historiadores modernos. ¢Qué explica, por ejemplo, la expansién humana desde su cuna en Afri- ca hasta poblar el mundo entero? ¢O el rapido poblamiento de América por pequefios grupos que cruzaron el estrecho de Be- ring y que parecian poseidos por el ansia de marchar hacia el Sur, despreciando a su paso tierras abundantes en caza y enor- memente fértiles? ¢Qué pudo provocar, si existieron, los grandes periplos ocednicos en tiempos prehistéricos? ¢O las grandes aventuras expansionistas de los arios, de Alejandro Magno, del islam...? ¢Qué voz escuché Pablo de Tarso, que lo condujo a un mundo hostil a sus creencias? ¢Y Pedro el Ermitaiio, el predica- dor de las Cruzadas, y Juana de Arco, y Cristobal Colon? Hay, en efecto, una historia no escrita que habla de Ilama- mientos misteriosos y de energias sobrehumanas brotadas no se sabe de dénde, que bien pudieran emanar de la propia tierra, marcando rutas de peregrinacion y de conquista, por las que el peregrino o el viajero o el conquistador sentian que caminaban hacia una forma superior de vida, aun a costa de la renuncia al mundo material. Pensar en todo esto no es minusvalorar al hombre sino, por el contrario, enriquecerlo con la conciencia de su posicién en el mundo. 77 Deteccién de corrientes telitricas Sensibles detectores piezoeléctricos, contadores Geiger de radia- cién beta o gamma, osciloscopios de alta frecuencia, geomagne- tometros y un sinfin de otros complejos y sofisticados sistemas electronicos de medici6n nos sirven para determinar la presen- cia de anomalias y corrientes teluricas. Cada uno de estos aparatos detecta una perturbacién precisa. Pero el problema reside en que, en Ja practica, solemos hallar va- rias de estas perturbaciones combinadas, e incluso otras cuyos efectos son evidentes, pero que no registra ningun instrumento actual. Esto hace que el empleo de tales instrumentos sea dificil y complicado, por lo cual se reservan para practicas de laborato- rio, que sirven para corroborar la exactitud de lo percibido de forma empirica con el solo uso de un péndulo o una varilla ra- diestésica. En realidad, el “‘instrumento” por excelencia es nuestro pro- pio cuerpo: el péndulo, vara de avellano o varillas en L reaccio- nan visiblemente cuando nuestro cuerpo atraviesa una zona per- turbadora de las constantes vitales del organismo, siempre que éste se encuentre bien equilibrado. Conviene tener muy presente esta Ultima observacion, ya que una persona muy “cargada”, es decir, saturada de energia telirica, tendra todos sus canales de captacion bloqueados, lo cual imposibilitara la reaccién neuro- muscular precisa para que el péndulo o las varillas muestren reacciones apreciables. Dejamos de momento este tema, al que dedicaremos algunas paginas mas en el ultimo capftulo del libro. Neutralizacion de corrientes teliricas Aunque sobre este tema hemos de volver también mas adelante, conviene abordarlo aqui someramente. Se trata, acaso, del punto mas controvertido de la geobiologia actual, el talon de Aquiles para la mayoria de los geobidlogos profesionale: La deteccion de las energias a que venimos refiriéndonos re- sulta facil en la mayoria de los casos. Ello equivale a decir que casi siempre estamos en condiciones de poder recomendar zonas neutras o mas benéficas para la ubicacién de las camas 0 el lugar de estudio o de trabajo, asi como —y esto es muy importante— de determinar el lugar ideal para el emplazamiento de una nueva 78 vivienda. Por contra, la neutralizacion de las repetidas energias choca con innumerables problemas e inconvenientes. El primero y mas importante es que, aun en el caso hipotético de que pudiera conseguirse una neutralizacién total, no seria aconsejable procurarla, ya que, en tal caso, eliminariamos tam- bién las energias positivas provenientes del suelo o del cosmos. Por esta causa, la colocacién de sistemas neutralizadores —pla- cas metalicas, formas geométricas, mallas de cobre y un sinfin de sistemas y aparatitos con los que hacen a veces su agosto algu- nos investigadores y radiestesistas del mundo entero— es desa- consejable en principio; lo cual no quiere decir que dudemos de la buena intencién de sus creadores. Hemos observado que el empleo de estos sistemas produce, ciertamente, al principio una notable mejoria de los trastornos imputables a las energias geo- patégenas; pero también que, a la larga, las personas que los han adoptado empiezan a mostrar sintomas de pérdida de vitalidad y de apatia, hasta llegar incluso a presentar cuadros patologicos del sistema nervioso, casi todos relacionados con la falta de energia. El segundo problema, no menos grave, es lo que podriamos calificar como una polarizacién energética. Quiere esto decir lo siguiente: si una energia concreta resulta nociva, lo es porque “polariza” en una determinada frecuencia todo nuestro organis- mo, llevandolo al desequilibrio. Pues bien: si creamos un sistema © aparato capaz de contrarrestar la frecuencia polarizante nega- tiva por otra tedricamente mas positiva, podemos terminar pola- rizados o vibrando a la frecuencia del aparato en cuestion, ya se trate de piramides, conos, ondas de forma, tarjetas de radiénica, espirales, etc. Lo entenderemos mejor con un ejemplo. Si en la sala de estar de nuestra casa tuviéramos los cristales de la ventana de color Tojo, es mas que probable que esto acabaria ejerciendo sobre nuestro psiquismo un efecto excitante, debido a que la luz solar seria filtrada y polarizada por tal color. Cuando ello empezara a crearnos serios trastornos, una persona versada en cromotera- pia nos recomendaria, sin duda, que sustituyéramos los cristales rojos por otros azulados o malvas, color que, como es sabido, ejerce efectos sedantes sobre el organismo y la psique. Es muy probable que en poco tiempo cedieran nuestra excitacion y ner- viosismo. Pero, si mantuviéramos durante mucho tiempo los cristales azules, es muy posible que a la larga cayéramos en esta- dos depresivos. 79 Los grandes radiotelescopios nos han permitido conocer un universo al que la vista humana no tiene acceso. Ast hemos podido saber que lo visible es una minima parte de lo real. La solucién no puede estar, por consiguiente, en medidas drasticas, como seria en nuestro ejemplo aislarse, cerrando a cal y canto los postigos. Tampoco en someternos a otros desequili- brios. La solucion es... la que desde la mas remota antigiiedad han puesto en practica las gentes de los paises riberefios del Me- diterraneo: la celosia, que matiza la luz sin extinguirla. Todo esto no es mas que una simple comparacion, pero ilus- tra el sentido de lo que venimos diciendo. A fin de cuentas, la red Hartmann, con sus zonas neutras y sus lineas energéticas, tal vez no sea mas que una celosia tendida sobre la superficie radiante de nuestro planeta. (NFLUENCIAS COSMICAS El ejemplo con que concluiamos el anterior apartado nos da pie para pasar a referirnos a otras energias, que en este caso no pro- vienen del suelo, sino del cosmos, y principalmente del astro que constituye el centro de nuestro sistema: el sol. En este capitulo podrian incluirse una serie de temas muy in- teresantes, pero que nos apartarian del propésito general del li- bro. Vamos a contentarnos, pues, con comentar algunos fendme- nos a titulo casi de curiosidad, que rara vez se encuentran en Jos 80 textos donde se tratan las complejas relaciones entre la tierra y el cosmos, sobre las que aun es infinitamente mas lo que ignora- mos que lo que hemos logrado saber con enorme esfuerzo. Y, ante todo, esto mismo: apenas hemos empezado a conocer el universo. Durante miles de siglos, todo cuanto el hombre ave- rigué de él estuvo basado en la observacién visual. Y fue muchi- simo lo que logré saber con la simple contemplacién del univer- so. Pero la vista humana, aun ayudada por los grandes telescopios modernos, es un instrumento de limitadisimo alcan- ce: no sélo porque no es lo suficientemente aguda para captar lu- ces infinitamente lejanas, sino, sobre todo, porque capta tan sélo lo visible, y lo visible es una parte minima de la realidad. La astronomia contemporanea ya no se basa en lo que el hom- bre puede ver o fotografiar, sino en las radiaciones que recogen los poderosos radiotelescopios. Asi hemos Ilegado a conocer en unos pocos afios una serie de fendmenos que nuestros ojos jamas podran ver pero que son absolutamente reales, y ya no nos pare- ce tan extrafio que el cerebro humano haya podido ser desde siempre mas receptivo y sensible a ellos que los propios sentidos que desarrollé para las necesidades inmediatas de su supervi- vencia. El sol La radiacion solar, es decir, el conjunto de energias de todo tipo que llegan a la tierra procedentes del sol, ha hecho de nuestro planeta lo que es y, en particular, ha hecho posible que en él se desarrollara la vida. No tiene nada de extrafio que muchas civi zaciones antiguas hayan ligado sus creencias religiosas a la fe en un dios solar, dador de vida, constante vencedor de las tinieblas. E] conocimiento de la energia atomica, y mas concretamente el de los procesos de fusion nuclear, nos ha permitido avanzar muchisimo en el estudio de la energia que nos llega del sol. Pero hay muchos aspectos que desconocemos, como casi todo lo refe- rente a las enigmaticas manchas solares. Cuando se contempla el disco solar —jamas directamente, ni siquiera mediante cristales ahumados, sino observandolo pro- yectado contra un papel, mediante un telescopio especial—, se advierte que su superficie no es uniformemente brillante, sino que aparecen en ella unos puntos mas oscuros, que son las llama- das manchas: corresponden a puntos mas frios de la fotosfera so 81 lar, se sabe que en su interior existe un intenso campo magnéti- co, su forma y dimensiones varian —de 500 a 100 000 km de diametro—, y aparecen mas numerosas, grandes y claramente vi- sibles en los periodos de maxima actividad solar. Las primeras observaciones acerca de estas manchas se de- ben a los astronomos chinos de la Antigiiedad. En Europa, el pri- mer libro cientifico que trata de ellas es una obra publicada en 1611, pero es probable que fueran observadas poco antes por Ga- lileo y por el jesuita Cristébal Scheiner, quien expuso un detalla- do estudio en su libro titulado Rosa ursina. Las pacientes investi- gaciones de un farmacéutico aficionado a la astronomia, el aleman Schwabe, le llevaron a publicar en 1843 un extraordina- rio trabajo en el que demostraba que la evolucién de las manchas solares estaba sujeta a un ritmo de aproximadamente once afios; no fue tenido muy en cuenta hasta que, poco tiempo mas tarde, el fisico Lamont trazé una curva de la variacién del magnetismo terrestre, en direccion y en intensidad, y se comprobé que ésta coincidia exactamente con la grafica de las manchas indicada por Schwabe. Desde entonces qued6 absolutamente demostrada la relacion existente entre manchas solares, variaciones de la ac- Reproduccién del manuscrito de Galileo en el que éste anotd sus primeras observaciones a propdsito de las manchas solares. de, 1am a vee fo . ae wa ee at sel ae \ MELLO E Gy 4 bee ia Sno < SS ¢ DE mane? Ht ee i aoe pee Se Bo . It ae Sgn pi gH gabe, | 82 tividad solar y ciertos fenomenos terrestres, como las perturba- ciones de la ionosfera, las tempestades magnéticas, las auroras boreales, etc. Algunos de estos temas habian sido ya apuntados por el céle- bre astronomo Herschel, el descubridor del planeta Urano. Otros han sido puestos de relieve posteriormente: la curva unde- cenal coincide con el espesor variable de los anillos de los tron- cos de los Arboles, con la aparicién de ciertas epidemias recu- rrentes —meningitis cerebroespinales, difteria, paludismo, gripe..., por lo menos, cuando no existian los actuales medios para combatirlas—, con la produccién de vino o de trigo, con el comportamiento de las suspensiones coloidales (de gran impor- tancia en los procesos vitales), etc. También con grandes catas- trofes y con periodos de agitacion y conflictos a escala mundial? Esto ultimo parece desprenderse de algunas observaciones, como las que aparecen esquematizadas en la grafica que relacio- na la evolucion de la superficie total de las manchas con respecto al disco solar (en millonésimas) con ciertos hechos historicos ocurridos en el periodo 1870-1940: cuando las manchas solares superan el nivel 1000, parecen producirse en el mundo grandes cambios sociales y profundas convulsiones politicas. ‘econdmicas - Guerra 1870-71 Comuna de Paris 2500 | T Guerra de Etopia 1935 Guerra chino-japonesa 2 Guerra Mundial 1939 Guerra de Espana 2000 t —- 42 Guerra Mundial 1914-1918 - Revolucién rusa Guerra ruso-japonesa 1904-05 Turbulencias sociales - huelgas 1s00 Subida del fascismo Asesinato del Presidente Carnot 1894. Turbulencias soci Guerra chino-japonesa 1895 Guerra italo-etiope 1895-96 ooo 500 1870 1680 1980 1900 asia 1920 1930 1940 83 Este ultimo dato nos aproxima a la tan traida y llevada astro- logia, ciencia —o pseudociencia, para algunos— que nos habla de las influencias de los astros en la vida cotidiana y en el caracter del ser humano. No quisiera entrar en detalles, por ser un tema dificil de resu- mir y en el que, aparte de las contradicciones entre sus adeptos, existen posturas de absoluta intransigencia. Pero citaré un ejem- plo practico del uso de los datos astrologicos en la vida coti- diana. Los practicantes de la agricultura biodinamica —seguidores de la filosofia antroposofica del genial Rudolf Steiner— han ela- borado un calendario de siembras con el que, dia a dia, podemos saber las constelaciones que esta atravesando la luna y determi- nar, con ello, si el dia es favorable al desarrollo de las plantas de raiz (signos de tierra: Tauro, Capricornio, Virgo), de fruto (signos de fuego: Aries, Leo, Sagitario), de hoja (signos de agua: Cancer, Piscis, Escorpio), o de flor (signos de aire: Libra, Géminis, Acua- rio). Pues bien: estas practicas han sido corroboradas con un me- ticuloso estudio durante afios de siembras continuas en distintas fechas, midiendo las diferencias de desarrollo, de vitalidad y de produccion. Y los resultados son concluyentes: una planta de fruto —tomate, por ejemplo—, sembrada en dia de hoja tiende a desarrollar mas su parte vegetativa foliar en detrimento de la produccién, que podria ser un 20 0 un 30% mayor si la hubiéra- mos sembrado en dia de fruto. La luna Con lo anterior hemos empezado ya a referirnos al segundo astro en importancia por su incidencia sobre la vida en la tierra: nues- tro satélite. También ha sido venerado desde la Antigiiedad, dedicéndose- le muchos cultos ancestrales. Se la ha relacionado desde siempre con la fecundidad, tal vez porque sus ciclos se aproximan al ciclo de menstruacion de la mujer. Sin saber muy bien por qué causa, pero basdndose en una se- cular experiencia, los agricultores basan en ella sus calendarios de siembra y recoleccion. Pero hay un hecho que ya ha recibido una adecuada explicacién cientifica: nos referimos a la poda o el corte de los arboles en fechas determinadas por dicho calenda- rio, para conservar la madera sin que ésta se pudra. 84 Hoy sabemos, en efecto, que la luna ejerce una influencia muy marcada sobre los ciclos de subida y descenso de la savia, similar a la que ejerce sobre las mareas. Todos los liquidos, en mayor o menor grado, estan sometidos a ella. Si recordamos que los seres vivos contienen de un 60 a un 80% de agua, tal vez no nos resulte dificil comprender que pueda incidir sobre nuestro organismo, sobre nuestro humor o nuestro cardcter. Las estadisticas realizadas al respecto son reveladora: aumento del numero de accidentes laborales y de trafico, suici- dios y asesinatos en los periodos criticos de luna Ilena o luna nueva. En la practica geobiolégica hemos observado que algunas personas que duermen o viven regularmente sobre zonas geo- patégenas ven acentuarse sus males y achaques en los dias de luna llena o luna nueva: insomnios, cansancio, trastornos de enuresis nocturna (orinarse en la cama), dolores reumaticos, etc. Se intensifican en esos dias criticos, al igual que ocurre con los dias de gran irradiacién solar que preceden a las tormentas de rayos y truenos, que equilibraran las cargas eléctricas del pla- neta. El conjunto de las radiaciones césmicas Los cientificos detectan cada dia nuevos tipos de radiaciones provenientes del cosmos. Muchas atin no sabemos interpretar- las, como esa radiaci6n en 21,1 cm de longitud de onda que nos llega de todos los puntos del espacio interestelar. Otras son des- tructoras de la vida: no podriamos resistir su continuo bombar- deo si no fuera porque nuestra atmosfera, en sus diferentes ca- pas, acttia como un filtro y les impide el paso, reflejandolas al espacio. De ahi la preocupacién que se deja sentir en los medios cienti- ficos internacionales por la progresiva desaparicién de la capa © capas de ozono de la estratosfera, que constituye uno de sus mas importantes filtros. La estructura del ozono es muy fragil, y parece ser que la contaminaci6n industrial, los aviones a reac- cién y, sobre todo, los freones —los gases empleados como pro- pulsores en los sprays comerciales y en sistemas de refrigeracion— estan provocando su destruccién, abriendo im- portantes “agujeros” en ella. 85 ONDAS DE FORMA Hasta aqui hemos intentado describir, mediante una aproxima- cién lo mas seria, sencilla y coherente posible, las energias y ra- diaciones cosmoteltricas. Ahora nos gustaria entrar en un terre- no mas complejo y menos estudiado, que hace referencia a lo que se conoce como ondas de forma. La forma de las cosas que nos rodean no es en absoluto capri- chosa. Los minerales, por ejemplo, cristalizan de una determina- da manera, y ello nos permite reconocerlos a simple vista. Las hojas de un Arbol responden todas a un mismo patron. En ciertos fenomenos se dan unas pautas determinadas que no parecen te- ner una estricta justificacion fisica: por ejemplo, que el agua, al fluir, circule siempre en espiral, al igual que el humo que ascien- de en una atmésfera serena. Todo lo visible se manifiesta bajo una forma caracteristica, y esto vale especialisimamente para los seres vivos. Aunque en muchos casos no sepamos por qué, parece eviden- te que toda forma, todo comportamiento, obedece a la accion de una energia o energias, que en cierta manera han quedado “‘cris- talizadas” en ella. Por lo mismo, resulta facil de entender que, en general, las formas modulen o determinen a su vez la accién de las energias que sobre ellas inciden. Un ejemplo muy claro es el del cristal, con los fenomenos de reflexion y refraccion de la luz, notoriamente dependientes de su forma (recordemos los diversos tipos de lentes). Otro el de la electricidad: un cable metalico la conduce, pero dos laminas me- tdlicas separadas por un elemento no conductor la almacenan, mientras que el mismo conductor enrollado en espiral (una bobi- na) induce la electricidad y crea un fuerte campo magnético. Pero parece ser que las formas, aparte de modular la energia luminica, la eléctrica y otras con las que estamos habituados a tratar, modulan asimismo otras mas sutiles y menos conocidas. Se ha estudiado, por ejemplo, el caso de la piramide: una pirami- de de cartulina, de unas dimensiones precisas y orientada de de- terminada manera, puede afilar hojas de afeitar, momificar tro- zos de carne —evitando su putrefaccion—, dinamizar semillas 0 agua, e incluso sanar a distancia. Somos conscientes de que, al utilizar este ejemplo, estamos entrando en el mundo de lo paracientifico; pero habra que adver- tir que muchos fenémenos fueron considerados paracientificos hasta que la ciencia consiguié darles una explicacién. Sin embar 86 Las viviendas de los pueblos antiguos, y en particular las de los pueblos nomadas, revelan una gran a@rmonia con la naturaleza, expresion a la vez de su genero de vida, estrechamente vinculado a ella go, y esto es lo importante, el fenédmeno era real, antes de que su- piéramos explicarlo. Cabria decir, en este caso concreto, que tal vez la piramide ejerza un efecto condensador, regulador y rectifi- cador de ciertas energias césmicas, teliricas 0 psiquicas; un efecto bien experimentado por los egipcios y otros pueblos anti- guos. Todo menos creer que la eleccion de la forma de las pirami- des, y sus precisas magnitudes, se debieron a un puro azar. Ya hemos dicho que el problema reside en que hoy hemos perdido Ja sensibilidad para percibir muchos flujos y reflujos energéti- cos que nuestros antepasados conocieron perfectamente y acer- taron a utilizar. Por cierto: es frecuente que algunas personas que durante afios durmieron o meditaron bajo estructuras piramidales, reci- biendo con ello un maravilloso estimulo creativo e intelectual, entren en fuertes estados depresivos, con cierta tendencia al sui- cidio. Ello nos muestra una vez mas lo dificil que puede ser para el hombre de hoy, que ha perdido la sensibilidad a unas energias tan sutiles, armonizarse con ellas para aprovechar positivamen- te sus influjos benéficos sin sobreexponerse a sus aspectos dese- quilibrantes. 87 Los intereses econdmicos, y los planteamientos racionalistas de la arguitectura han conducido a esas construcciones de formas paralelepipédicas, casi cttbicas, monumento a la monotonia y al alejamiento de la naturaleza. En la pagina siguiente, esquemas de construccion favorables y desfavorables para la vida. En la vivienda E] disefio, la construccién y la decoracién de las casas estan es- trechamente ligados a conceptos de estética y a modas sociales. Hoy predominan los intereses econdmicos sobre los puramente estéticos: resulta mds barato construir una casa de forma apro- ximadamente cubica, con habitaciones cuadradas, que hacer circulos, elipses o algo tan sencillo como redondear sus cantos y perfiles al estilo ibicenco. Algunos arquitectos europeos contemporéneos han consagra- do su trabajo al estudio de las formas en la arquitectura y la construccién, con resultados tan innovadores como sorprenden- tes. Como ejemplos muy famosos y conocidos podriamos men- cionar a los espafioles Antonio Gaudi y Félix Candela, el primero con sus planteamientos de una arquitectura basada en las for- mas de la naturaleza y el segundo con sus prodigiosas estructu- ras, surgidas, como él mismo afirma, de una intuicion de Ja for- ma «como clave para el entendimiento de los procesos naturales». Mas especificamente ligado a nuestro tema, cabe citar el libro La bioconstruccién, de Pierre Chapellier, donde el autor describe los esquemas de construccién favorables 0 desfavorables para la vida. Vemos en él que las formas cuadradas y las piramides in- 88 AAND OOAm 7 = FORMAS FAVORABLES PARA LA VIDA FORMAS DESFAVORABLES PARA LA VIDA 89 vertidas tienen un efecto nefasto sobre el equilibrio y la salud, pues concentran o bloquean ciertas radiaciones en zonas concre- tas, altamente patdgenas; en tanto que los tradicionales techos en pendiente abierta, las tejas drabes o la béveda catalana tienen un efecto dispersor equilibrante, por lo que resultan altamente bidticos. Volveremos sobre estas cuestiones en otro capitulo. Las formas en la decoracion Los estudiosos de las ondas de forma o de las emisiones debidas a las formas —En el, Chaumery, Belizal, Morel, Roger Laforest, Jean Pagot, etc.— nos hablan de la nocividad de algunos objetos decorativos, como platos parabdlicos colgados en las paredes, miascaras africanas, estatuas de dudosa procedencia, cuadros abstractos, etc. En sus obras son tratados como causa de males y enfermedades, asi como de desgracias o accidentes en determi- nadas personas y aun familias enteras. Por otro lado, hallamos cuadros, imagenes, signos, etc., que parecen ejercer cierto efecto protector sobre las personas ex- puestas a sus benéficas energias. Conocemos personalmente el caso concreto de una pintora zamorana que realiza obras inspiradas en formas y colores toma- dos de la naturaleza. En una exposicion de estas obras, el conseje de la sala le comenté el sorprendente hecho de que, cuando con- templaba uno de sus cuadros por espacio de unos cinco minutos, le desaparecia el pertinaz dolor de cabeza que solia aquejarle, gue no cedia ni con potentes analgésicos. Durante las semanas que duré la exposicién, el simpatico conserje pudo beneficiarse en varias ocasiones de aquel efecto positivo del cuadro. Luego éste paso a presidir la sala de estar de la familia, y era la vecina de arriba quien venia a menudo a utilizarlo para remediar sus ja- quecas. También hemos podido comprobar en cuadros de otros artis- tas el efecto contrario, negativo, y hasta en ocasiones hemos ob- servado que sus autores presentaban ciertos trastornos refleja- dos en sus obras. En otro orden de cosas, no creemos que se deba desdefiar el aspecto magico o sagrado del objeto en cuestion. Una estatuilla utilizada en el vudu, o una mascara africana que tal vez haya ser- vido en rituales de brujeria, tener ciertas “‘remanencias” nefas- tas para sus poseedores. 90 Mascara africana de origen congolefto, que se conserva en el Musée de l'Homme de Paris. Muchas de estas mdscaras estaban asociadas a ritos funerarios o consagradas a los muertos. En ocasiones contentan tierra de las sepulturas de los antepasados. Por tratarse de objetos de culturas muy alejadas de la nuestra, a veces no percibimos la sacralidad que atin mantienen, y los empleamos como meros objetos de adorno. 91 En suma: es dificil abordar con coherencia y objetividad el mundo de las ondas de forma, ya que entramos en terrenos que se apartan de la ciencia convencional y nos adentran en los mun- dos sutiles de energias no medibles, dificiles de percibir con los sentidos habituales, donde tiempo y espacio parecen carecer de valor y cuyos efectos sobre el ser humano son insospechados. El efecto de un plato parabélico o de un espejo, colocados so- bre una corriente telurica, nos resulta muy comprensible, ya que concentran o reflejan radiaciones nocivas en un punto concreto donde tal vez pernfanezcamos mucho tiempo. Pero los efectos que pueden tener sobre nuestra salud o nuestro psiquismo una mascara africana, una cruz gamada invertida o una estrella de David escapan a nuestra raz6n. Y las explicaciones de ciertos misticos o parapsicélogos no siempre tienen coherencia y verosi- militud. Con todo y con eso, no podemos negar que, en la practica, ciertos objetos, figuras y formas geométricas ejercen un efecto, positivo o negativo, sobre los seres vivos. Ala izquierda, Pakova de Fushi, dibujo basado en los anagr mas del I Ching y el simbolo yin-yang, quees utilizado como neutralizador de la vivienda co- locandolo en un lugar preciso y ortentado con ayuda de la ra- diestesia. A la derecha, forma neutralizadora, ideada por Jac- ques Lamaya, para ser llevada sobre uno mismo colocadaen un lugar preciso de la vivienda Se basa en la combinacion ar- monica de formas geomeétricas letras del alfabeto hebreo. En cuanto al uso de amuletos, pantaculos, espirales, etc., em- pleados comtnmente como correctores o neutralizadores de ciertas energias geopaticas, preferimos dejarlo para los entendi- dos, pues no somos capaces de medir o valorar su efecto a largo plazo. Quede constancia de una recomendacion: la de que presten atencién y abran sus sentidos, rechazando de su entorno todo aquello que les cause «mala impresién» o con lo que no se sien- tan a gusto. Y esto, por supuesto, sin entrar en otros aspectos so- cioculturales o religiosos, que haran que la imagen de un santo sea para algunas personas mas benéfica que la de un Buda, y vi- ceversa. 92 Capitulo 4 La cara oculta del progreso: electricidad y radiactividad Al igual que el resto de los seres vivos, vivimos inmersos en un mar de radiaciones naturales y artificiales que nos bafian cons- tantemente y de cuya frecuencia arménica o disarmoénica depen- de nuestro equilibrio, tanto fisico como mental. Desde el punto de vista que aqui nos interesa tratar, estas ra- diaciones pueden clasificarse en dos grandes grupos: las no ioni- zantes, grupo en el que se engloban las de origen eléctrico y parte de las electromagnéticas estudiadas anteriormente, y las ioni- zantes, que son las que llegan a producir la ionizacién de la mate- ria sobre la que inciden —un fendmeno del que hablaremos mas adelante—. y entre las que se cuentan la emitidas por las sustan- cias radiactivas. Vamos a dedicar el presente capitulo al estudio de los efectos de esas radiaciones, que si bien se dan de forma espontanea en la naturaleza, en nuestros tiempos se producen artificialmente por el hombre y han encontrado tantas aplicaciones que su uso desmesurado encierra graves peligros. Y no es que sus riesgos se ignoren, sino que muchas veces se minimizan por motivos de in- dole econémica, o se silencian sistematicamente a la hora de re- ferirse al progreso. Es frecuente que las grandes compafiias mul- tinacionales, a la hora de montar sus instalaciones industriales, nos bombardeen con la propaganda del desarrollo, de las venta- jas del progreso que aportan, de los puestos de trabajo que crean. Pero el desarrollo no lo es siempre en calidad de vida y el progreso tiene una cara menos grata que celosamente se oculta. De todo esto vamos a hablar aqui. 93 CONTAMINACION ELECTRICA Y ELECTROMAGNETICA En las ultimas décadas de desarrollo industrial desmesurado, la electricidad ha jugado un papel preponderante; tanto que, sin ella, no hubiera sido posible. De la bombilla de Edison a las tele- comunicaciones via satélite, la electricidad se ha ido haciendo presente en todos los campos y aspectos de la vida cotidiana: mo- tores industriales, iluminacién de viviendas y ciudades, telégra- fo, teléfono, radio, television, radar, automéviles, trenes, apara- tos electrodomésticos, computadores, etc. Todo ello nos permite hoy una vida mucho mas confortable que la que tuvieron nuestros abuelos. Hemos ganado la noche, hemos vencido los rigores de la meteorologia, hemos eliminado las distancias, hemos ampliado las facultades de la mente huma- na hasta limites insospechados. Podemos subir a un onceavo piso sin necesidad de emplear las fatigosas escaleras y aun cepi- llarnos los dientes automaticamente... En suma: llenariamos pa- ginas enteras hablando de los usos y beneficios de la electricidad en nuestros dias. Pero también encierra algunos peligros e incon- venientes que ser4 preciso conocer, si no queremos pagar las consecuencias de tal ignorancia en forma de trastornos 0 enfer- medades. Es sabido que el paso de una corriente eléctrica, aun siendo ésta débil, modifica ciertas sustancias. Tenemos un ejemplo en los fenémenos de electrélisis, que “rompen” —tal es el significa- do etimol6gico de Ia palabra, aunque no es del todo exacta— las sustancias previamente disueltas en un liquido conductor de la electricidad. Recordemos, de paso, que las células, dentro de sus membranas, contienen disoluciones. Asimismo, las investigacio- nes mas recientes demuestran que en todas las funciones vitales intervienen cargas eléctricas. Por otra parte, toda corriente eléctrica genera un campo elec- tromagnético, es decir, da origen a unas ondas que solo se dife- rencian unas de otras por la frecuencia de sus oscilaciones, de la que dependen sus multiples efectos: la luz, las radiaciones in- frarrojas, las ondas de radio o televisién, los rayos X son ondas de este tipo. La actividad y funcionamiento armonico de las células estan, pues, unidos a fendmenos oscilatorios, cuyo desarreglo o interfe- rencia por parte de otros semejantes pero de distinta frecuencia, pueden traducirse en enfermedad. 94 Las celulas sanas de nuestro organismo funcionan con una diferencia de potencial que osctla entre los 70 ¥ 90mV Cuando bajan de esa tension, enferman, y por debayo de los 26mV mueren Esta fuera de toda duda que sobre el hombre influyen todas las alteraciones electromagnéticas que producen los aparatos eléctricos que usa, asi como las redes de distribucién de energia eléctrica y las emisiones de ondas electromagnéticas que lanzan incesantemente al espacio las emisoras de radio y de television, el radar, etc. Existen en la actualidad innumerables trabajos e in- vestigaciones al respecto que advierten del peligro. El problema reside en que sus conclusiones chocan con los intereses de las grandes compajfifas eléctricas y de telecomunicaciones, y éstas hacen todo lo posible por ocultarlos o restarles importancia. En Suecia, por ejemplo, Lennart Tomenius publicé en la re- vista Bioelectromagnetics un estudio en el que mostraba la rela- cién existente entre el cancer infantil en Estocolmo y la exposi- cién a los débiles campos magnéticos inducidos por el tendido eléctrico de la capital. Otro cientifico, Sabonev, ha demostrado mediante experimentos con ratones el mortifero efecto sobre es- tos animales de los campos alternos de 50 Hz —la corriente alter- na usual en las viviendas— cuando son suficientemente fuertes. Con potenciales de campo de 650 kV/m y una exposici6n a la irra- diacién de 270 minutos, el 50% de los ratones morian, al tiempo que aumentaba su temperatura corporal. Investigadores de la universidad de Colorado (EEUU), en un estudio realizado sobre 250 viviendas, comprobaron que el indi- ce de mortalidad por ciertos casos de cncer, como la leucemia, es sumamente alto en personas que viven en un radio de 40 m de un tendido de alta tension. Se ha observado que los casos de leu- cemia entre los empleados de centrales eléctricas son, en propor- cién, el doble de los de la poblacién restante. Y la investigadora Nancy Wertheimer nos aseguraba que existe una relacién esta- distica entre la tasa de abortos espontaneos y el uso de mantas eléctricas y colchones de agua. 95 Informes oficiales La Organizacion Mundial de la Salud (OMS), junto con el progra- ma del Medio Ambiente de las Naciones Unidas y la Asociacion Internacional de Radioproteccién, auspicié un trabajo de investi- gacion que fue publicado en el afio 1981. Susana Morales, en la revista Integral (n° 66), nos resume algunos de los temas trata- dos en ese trabajo (Fréquences radioélectriques et hyperfréquen- ces. Critéres d’hygiéne de l’environement, n° 16). «El creciente uso de aparatos eléctricos y electrénicos, junto al rapido desarrollo de los sistemas de comunicacién (por ejem- plo, via satélite, radioaficionados, repetidores de televisién o ins- talaciones de radar), ha elevado la posibilidad de exposicién hu- mana a la energia electromagnética y, al mismo tiempo, la de que ésta tenga efectos sobre la salud... »En este informe se utiliza el termino “contaminacién elec- tromagnética”, y se da cuenta de los resultados de la experimen- tacion con animales y campos electromagnéticos similares a los que genera una linea eléctrica de 400 kV. La cornea y el cristali- no oculares, y en menor grado la retina, resultan ser sumamente sensibles; desciende el ntimero de glébulos rojos y aumenta en éstos la concentracién de hemoglobina, se producen alteraciones en el sistema inmunitario y efectos teratogenos sobre el material genético (aparicién de aberraciones cromosémicas). »El informe sefiala distintas dolencias detectadas en perso- nas relacionadas profesionalmente con estos campos electro- magnéticos (datos aportados fundamentalmente por el doctor Marha, catedratico del Instituto de Higiene Industrial y Enfer- medades Profesionales de Praga): disminucidn de la espermato- génesis, cambios en la menstruaci6n, alteracion de la proporcion de nacimientos de varones y hembras, efectos congénitos en re- cién nacidos, disminucién de la lactancia, sintomas asténicos, descenso de la tensi6n arterial y bradicardia. Otras investigacio- nes corroboran, ¢ incluso amplian, esta lista lista de efectos. »Por ejemplo, las muertes subitas de lactantes sin causa apa- rente han sido relacionadas por el ingeniero eléctrico aleman Egon Eckert con la cercania a vias electrificadas, emisoras de ra- dio, radar, y lineas de alta tension. Para el biofisico Andrew Ma- rino y los doctores Robert Becker y Perry, de la facultad de medi- cina del centro médico de la universidad de Luisiana, estas mismas fuentes electromagnéticas son, a través de un efecto adi- tivo o sinérgico, desencadenantes de diversos canceres. Estos ul 96 timos investigadores han comprobado, ademas, que 590 casos de suicidio, de entre 1184 estudiados, correspondian a moradores cercanos a lineas de alta tension de 50 Hz. »Por su parte, un grupo britanico de la universidad de Sal- ford, dirigido por el doctor Cyril Smith, ha puesto de manifiesto un tipo de drogadiccién originada por campos magnéticos. Se- gun han comprobado, las personas que habitan cerca de lineas de alta tension sufren una superproducci6n de ciertas sustancias que el organismo fabrica de modo natural: las endorfinas. La concentracion de estas sustancias, auténticas drogas de accion muy similar a la de la morfina, disminuye cuando lo hace la ten- sion eléctrica o cuando estas personas se alejan de las lineas, lo que las hace sufrir el cuadro tipico de abstinencia propio de los toxicémanos desprovistos de sus dosis habituales. »Pero han sido los cientificos soviéticos quienes primero, y en mayor nimero y profundidad, han efectuado investigaciones so- bre esta contaminacién enemiga de Ja salud. Ya en 1962, después de la puesta en funcionamiento de las primeras lineas de 500 kV, durante varios meses se investigaron los dolores de cabeza, ma- lestar fisico general, cansancio, insomnio e impotencia que aque- jaron a gran numero de los trabajadores de estaciones transfor- madoras intermedias. El informe que se elabor6, corroborado por mas de un centenar de otros informes semejantes, concluia afirmando que el trabajo sin medidas protectoras entre tensio- nes de 500 a 750 kV podia ser causa de trastornos del sistema Instalaciones de una central eléctrica austriaca. Se ha comprobado hasta la saciedad que las altas tensiones generan campos eléctricos muy nocivos para el hombre. A pesar de ello, y de los accidentes que con frecuencia se producen, siguen tendiéndose en la proximidad de niicleos poblados. 97 nervioso central, corazon y vasos sanguineos, asi como alterar la estructura de la sangre. »Otro estudio, sobre 200 empleados en estaciones transfor- madoras de 220, 330 y 500 kV, puso de manifiesto un significati- vo aumento de la hemoglobina, casos de amnesia, cambios en la conducta, estrés, y dolencias mas graves relacionables directa- mente con la linea de alta tensién. »Todo esto nos lleva a preguntarnos cémo ejercen estas on- das su accién nociva y a qué intensidades. Los modernos sistemas de telecomunicacién requieren cada dia mds el uso de antenas parabélicas. Nuesira atmdsfera sufre cada dia més los efectos de una contaminacién no visible, pero no por ello menos perjudicial. La accién sutil de los campos electromagnéticos »Las enormes necesidades energéticas de las grandes pobla- ciones y las instalaciones industriales han obligado al tendido de Ineas eléctricas de alta tensién, que en ocasiones, aun a sabien- das de su peligrosidad, atraviesan nicleos habitados. Con fre- cuencia oimos hablar de accidentes, que se presentan como des- gracias fortuitas, omitiendo que esas Ifneas tienen siempre efectos negativos mds o menos importantes. 98 »La electricidad que pasa por dentro del cable genera alrede- dor de éste un campo de ondas de baja frecuencia, cuya intensi- dad decrece con la distancia: podemos imagindrnoslo como el oleaje producido por un gran barco al surcar el mar. Un sencillo experimento prueba que los efectos de este campo no son desde- fiables. Si nos situamos con un tubo fluorescente, dotado de toma de tierra, bajo una linea de alta tension, veremos como si- gue encendido sin necesidad de estar enchufado a la red. »Dado que estas ondas de baja frecuencia no son capaces de romper las moléculas que atraviesan y formar asi particulas car- gadas eléctricamente (iones), se consideran con razén menos pe- ligrosas que las de alta frecuencia (por ejemplo, las derivadas de Ja radiactividad) y se las lama no ionizantes, para distinguirlas de éstas. Pero, si es cierto que Jas radiaciones ionizantes son mu- chisimo mas peligrosas porque destruyen las células vivas, tam- bién lo es que las no ionizantes ejercen su accién a un nivel mu- cho mds sutil y menos investigado por la ciencia. »Para los doctores Marino y Becker, los campos electromag- néticos de baja frecuencia afectan a los seres vivos al suminis- trarles unas cantidades de energia que pueden desencadenar me- canismos fisiolégicos especificos, analogamente a como, de una forma natural, ciertas energias procedentes del cosmos contro- Jan las actividades vitales. »Segun Marino, “en el cosmos las células existen en equi brio con su microambiente eléctrico inmediato. Ciertos cambios en éste dan por resultado una informacion que es trasmitida a las células y que es capaz de controlar sus funciones. Asi, una deter- minada célula puede ser activada para diferenciarse, incremen- tar la sintesis proteica o disminuir la produccién de hormonas”’. »En algunos casos las reacciones de los organismos vivos a los campos magnéticos slo ocurren mediante este efecto dispa- rador a ciertas intensidades 6ptimas. Pero también se dan efec- tos acumulativos producidos por repetidas exposiciones, y en in- tensidades mas bajas se observa cémo una simple exposicion puede rebasar el umbral de reaccin y activar el mecanismo. »Es, pues, obvio que, si los ciclos de los seres vivos dependen de los ritmos del campo magnético de la tierra, si las tormentas magnéticas solares originan cambios de conducta, enfermedades mentales y suicidios, no podemos esperar que la sobrecarga eléc- trica que esta imponiendo la moderna tecnologia no cause efecto alguno sobre esos dieléctricos 0 pilas eléctricas que son los seres vivos, 99 Ausencia de medidas de seguridad « »Las repercusiones negativas de las lineas de alta tension no parecen tan evidentes para las empresas eléctricas —que po- seeen informes cientificos secretos—, ni para las autoridades sa- nitarias u organismos oficiales. »En algunos paises, como la Unién Soviética, la intensidad mé4xima inocua se cifra en 5 kV/m, y existen severas normas de seguridad: nadie debe exponerse a campos de mas de 25 kV/m (la maxima exposicion tolerada es de 5 minutos cada 24 horas). A 10 kV/m se permiten 3 horas de estancia, y a 5 kV/m se considera tolerable cualquier periodo de exposicién. »La Organizacién Mundial de la Salud, en cambio, fija en 20 kV/m la intensidad maxima inocua, y se limita a recomendar mayor numero de investigaciones. Para esta organizacién, «los campos eléctricos y magnéticos de sistemas de alto voltaje de hasta 420 kV no constituyen un peligro esencial para la salud hu- mana; Jo cual, basandose en la experiencia, es también cierto para sistemas de hasta 800 kV. Tal vez sea una vision demasiado optimista. En 1978, en efecto, las autoridades judiciales de Nue- va York fallaron a favor de una poblacién que habitaba en una Hl zona de 200 m alrededor de una linea de 750 kV, reconociendo un riesgo para la salud. Las compafilas eléctricas tuvieron que sufragar un masivo cambio de residencia. } »Volviendo al ejemplo de la Union Soviética, para lineas eléc- tricas capaces de generar campos electromagnéticos de mas de 25 kV/m, se prohibe hasta una distancia de 110 m la presencia de todo tipo de edificaciones, paradas de autobuss 0 estacionamien- to de vehiculos, asi como el uso de protectores metélicos en la maquinaria agricola. Se ha demostrado que bajo este tipo de li- neas disminuye el crecimiento vegetal, que a una distancia de 100 m se producen alteraciones sanguineas y circulatorias, y que la permanencia en la zona, hasta los 300 m, da lugar a cambios de conducta y pérdida de reflejos. »Tampoco cabe duda de que las lineas de alta tensién produ- cen contaminacién atmosférica. Debido al llamado efecto coro- na, descargan electrones al aire circundante desde el cable con- ductor, que activan quimicamente las moléculas gasesosas y dan lugar a nuevos compuestos. En el caso del oxigeno, por ejemplo, ionizandolo, transforman algunas moléculas en ozono: baste re- cordar que se considera peligrosa para la vida humana la pro- porcion de una parte de ozono entre 12 millones de partes de 100 los campananos de las iglesias parectan pro pueblos, ahora se alzan por doquter sobre ellos. a escasos metros de distancia, monsiruos como este, que lo perturban todo en un radio muy amphi de accion aire. También se originan 6xidos de nitrégeno, componentes del smog fotoquimico, diez veces mas t6xicos atin que el ozono y que, combinados con el agua de Iluvia, producen la temible [uv ja Acida», Hasta aqui el trabajo de Susana Morales que, Ppor su interes, ¥ con permiso de la autora, hemos reproducido resumiéndolo. 101 Corrientes inducidas por los campos eléctricos Cuando el cuerpo humano se encuentra sumergido en un campo eléctrico alternativo, llega a integrarse de alguna forma al circui- to eléctrico. Esto es debido a su elevada conductibilidad. Como muestra el dibujo, el cuerpo situado entre el electrodo que cons- tituye el aire y la tierra, que hace de masa, deforma el campo eléctrico. Deformacion de un campo electrico, al desviar sus cornentes en direccion a un cuerpo humano Su efecto es cargar de eleciricidad la superficte del cuerpo, con los constguientes trastornos Si la persona esta aislada del suelo, se produce una tension en la superficie del cuerpo. En cambio esta tension es nula cuan- do se esta en contacto con el suelo. Por ello resulta tan aconseja- ble caminar descalzos sobre la hierba, y mas si esta mojada: ello nos descarga de la sobredosis eléctrica que recibimos constante- mente, en especial en las grandes ciudades. Pensemos que son pocas las veces en que estamos de verdad en contacto con Ja tie- rra, ya que las suelas de nuestros zapatos, las moquetas y alfom- bras, e incluso el asfalto de las calles, hacen de aislante. De ahi que haya podido apuntarse que esta sobrecarga habitual, unida a la imposibilidad de descargarla, tal vez sea una de las razones mas claras de la sobreexcitacién y el estrés que aquejan a la so- ciedad moderna. La prisa constante y la hiperactividad que se observa en las grandes ciudades pudieran venir de causas mas simples que los hipotéticos condicionamientos sociales a que a veces se alude. 102

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