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Introducción.-
Este tema surge hoy con fuerza por el encuentro entre culturas en una
magnitud nunca antes vista y por los conflictos que surgen entre diversas
culturas que deben aprender a mantener una buena convivencia. Los
conflictos en este sentido están siempre relacionados en lo referente a
distribución de una u otra cosa: hegemonías políticas, distribución de
tierras, etc.
Contexto actual.-
La deuda va más allá de que los grupos étnicos originarios hubieran sido
explotados, esclavizados, marginados y maltratados en todas las formas que
lo fueron, porque ellos eran más dueños que nadie de la tierra.
Las acciones tomadas por el área urbana para pagar su deuda con el área
rural no pasan imperceptibles aunque por otro lado las injusticias de unos
pocos confabulados con intereses extranjeros han estado incrementando
recientemente estas injusticias. Esto se observa por como va creciendo el
número de ONGs trabajando por el desarrollo en el área rural. Estas ONGs
lo único que tienen de extranjero es el financiamiento, porque la iniciativa
es de quienes también podemos encontrar trabajando, nuestra gente del
área urbana descubriendo la realidad paralela del país: el área rural.
Cuatro son los mayores conflictos en las relaciones interculturales y dos las
posturas más confluyentes. El tema agrario, los hidrocarburos, las
autonomías y la identidad cultural son los temas de conflicto, pero para
identificar las posturas son los dos últimos temas los más indicados para
contrastarlas.
Conclusión.-
Los conflictos son, sin embargo, necesarios pues han venido sacando a luz
los obstáculos, prejuicios y malentendidos en relación a los intereses
culturales, son enriquecedores en el sentido de que se puede lograr la
unidad y concertación en la diversidad cultural por muy intrínsecas que en
un inicio sean las circunstancias y relaciones. Y ha sido contra la pared que
muchos hemos aprendido a valorar a los que son distintos a nosotros. Son las
circunstancias las que más allá de un egoísmo racional nos llevan a concebir
una solidaridad razonable. Volvemos pues a la consideración del contrato
social para las relaciones interculturales, además de valorar también los
derechos humanos.
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