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La alternativa IRENA

Mery Mogollón
Intopress.- El mundo se mueve con energía. 79% esa energía proviene de los combustibles
fósiles (petróleo, gas y carbón), mientras las energías renovables cubren 18%. El resto se
distribuye entre energía nuclear (3 %), biocombustibles (0.3 %), generación eléctrica (0.8
%), calentamiento de agua y ambientes (1.3 %) grandes plantas hidroeléctricas (3 %), y
biomasa (13 %).
Depender de los combustibles fósiles tiene sus problemas. Muchos yacimientos de petróleo
y gas han llegado a su pico de producción y han comenzado su declinación. Esto quiere
decir que en el futuro habrá menos oferta, a pesar de los esfuerzos tecnológicos por extraer
casi hasta la última gota de petróleo o metro cúbico de gas. Para complicar el panorama, las
grandes reservas de hidrocarburos que quedan en el mundo, comercialmente viables a largo
plazo, se encuentran en lugares donde por razones geológicas, legales, ambientales,
políticas, ideológicas o religiosas (por separado o todas juntas a la vez), la garantía de
suministro es y seguirá siendo una incógnita.
Por ahora, el dominio de los combustibles fósiles parece indiscutible, al menos en las
próximas dos o tres décadas. Sin embargo, la visión de largo plazo ha cambiado. Cuando
los precios del barril de petróleo sobrepasaron los 100 dólares por barril, muchos gobiernos
se convencieron que había llegado el momento de sumar esfuerzos para cambiar
definitivamente la matriz energética, reemplazando los fósiles con alternativas limpias,
rentables y sostenibles en el largo plazo.
La iniciativa de promover las energías renovables a través de una agencia internacional fue
presentada por EUROSOLAR y el Consejo Mundial para las Energías Renovables. El tema
volvió a tratarse en Bonn, en la Conferencia Internacional sobre Energías Renovables
realizada en 2004. Alemania dio el primer paso concreto para establecer una verdadera
alianza mundial energética al fundar la Agencia Internacional de Energías Renovables
(IRENA). Las consultas se iniciaron en 2007 y después de algunas conferencias
internacionales, las tres cuartas partes de los países del mundo (incluidos muchos
productores de petróleo) se han sumado a la propuesta que promete impulsar el
desplazamiento del petróleo como primera fuente de energía.
IRENA será dirigida por la francesa Helen Pelosse y tendrá su sede en Abu Dabi (Emiratos
Árabes Unidos); paradójicamente, en Masdar City que promete ser, en un país que exporta
petróleo y que es miembro de la OPEP, la primera ciudad neutra en emisiones de carbono
abastecida sólo por energías renovables.
El objetivo principal de IRENA es ayudar a todos los países, industrializados y en
desarrollo, a mejorar sus marcos regulatorios, fomentar los intercambios tecnológicos e
instalar energías renovables. Aunque la mitad del mundo quiere sacudirse la dependencia
energética o financiera del petróleo, no será fácil para IRENA cumplir con su objetivo.
Los hidrocarburos y la energía nuclear mueven al mundo bajo esquemas de negocios muy
competitivos, utilizando una plataforma tecnológica plenamente desarrollada y una red de
distribución difícil de reemplazar, que a su vez son propiedad de poderosas empresas. De
igual manera, IRENA amenaza directamente los intereses a largo plazo de aquellos países
que poseen grandes reservas de hidrocarburos, como Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita,
Rusia o Venezuela (estos tres últimos ausentes en IRENA), cuyo su ingreso nacional
depende casi exclusivamente de la exportación de energía fósil y que alegan la necesidad de
obtener precios altos por la exportación de su materia prima para realizar las inversiones
que garanticen la oferta futura.
IRENA es la alternativa al petróleo caro y escaso. Apenas es el comienzo de profundos
cambios en la forma de cómo los países abordarán en conjunto el problema de la energía.
Quizás el día en que las energías renovables muevan al mundo parezca lejano. Los países
que tienen las grandes reservas de hidrocarburos pueden postergar indefinidamente la
llegada de ese día, dependiendo de la forma cómo enfrenten sus escenarios de largo plazo y
conserven su vigencia como exportadores netos de la energía que actualmente mueve al
mundo.

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