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caso clínico

TRAUMATISMO RENAL CERRADO


POR ACCIDENTE DE TRÁFICO.
DESCRIPCIÓN DE UN CASO
CLÍNICO

Daniel Rojo Ríos


Hospital Veterinario Cartagonova. Cartagena.
Profesor Asociado Dpto. Anatomía y Anatomía Patológica. Facultad de Veterinaria de Murcia.
danielrojo@cartagonova.es

Introducción

La mayoría de los accidentes de tráfico tienen como resultado traumatismos abdominales que pueden
desencadenar, según su intensidad y el órgano afectado, desde el fallecimiento del animal, en las primeras
horas posteriores al trauma o de forma más tardía, a importantes secuelas sobre el animal.

La mayoría de los traumas que involucran a la cavidad abdominal son cerrados, más del 80%, y entre los
diferentes órganos que pueden resultar dañados se encuentra el Riñón, considerando que su frecuencia está
en un 15% de estas lesiones abdominales.

El traumatismo renal directo es bastante común, ocupando el tercer lugar después del bazo (25%) y
el hígado (20%), siendo el riñón izquierdo, el más susceptible a la contusión y laceración, debido a su
suspensión más laxa. No obstante, es posible que tal porcentaje (15%) sea algo mayor, en especial si
pensamos que, no pocas veces tales daños fácilmente pueden pasar desapercibidos o enmascarados bajo
manifestaciones que a primera vista desvían nuestra atención, principalmente las músculo esqueléticas.
Por ello creemos que en este tipo de accidentes habrá que estar muy atento ante cualquier signo o
circunstancias de sospecha.
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Describimos a continuación el caso de BEKI, una caniche hembra de 7 años de edad que se presentó en
nuestro hospital en consulta de urgencia tras sufrir un accidente de tráfico.
TRAUMATISMO RENAL CERRADO POR ACCIDENTE DE TRÁFICO- ROJO D.

En la exploración no se detectaron lesiones de riesgo vital para el animal, la perra andaba evidenciando una
cojera de la extremidad posterior derecha, pero en apariencia estaba bastante bien.

Se realizaron análisis sanguíneos de rutina, hemograma (Tabla 1) y bioquímica (BUN, CREA, ALT,
PT, ALKP) (Tabla 2), sin alteración destacable, así como radiografías torácicas y abdominales simples
(Ilustración 2), que tampoco mostraron lesión alguna. En la radiografía ventro-dorsal de cadera y fémur
aparecía una fractura diafisaria proximal del fémur de la extremidad posterior derecha con varios
fragmentos (Ilustración 1).

En la ecografía abdominal no se apreciaba líquido libre por lo que en principio, descartamos la afectación de
órganos internos (Hígado, bazo, riñón) y vejiga.

Tabla 1: Hemograma
LEU 11.8 * 103 /mm3 (6.0-13.3)
ERI 7.24 * 106/mm3 (5.4-8.3)
HB 15.8 g/dl (12.2-20.1
HTC 47.9 % (35.3-56.2)
PLT 265 * 103/mm3 (119-497)

Tabla 2: Bioquímica
ALKP 50 U/L 23-212
ALT 156 U/L 10-100
BUN 19 mg/dl 7-27
CREA 0.9 mg/dl 0.5-1.8
PT 6.1 g/dl 5.2-8.2

Tras la aplicación de tratamientos antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos, se mantuvo hospitalizada


para su observación y estabilización antes de la cirugía por la fractura femoral.

Durante este periodo, Beki presentó en dos ocasiones una discreta hematuria, se realizaron ecografías
seriadas así como hemogramas de control a las 6, 12 y 24 horas, que confirmaban la estabilidad de la paciente,
por lo que se relacionó esa hematuria con la contusión vesical por el accidente.

Tras 48 horas de hospitalización la paciente se encontraba perfectamente, comía con normalidad, defecaba
y orinaba sin hematuria macro y microscópica. Por tanto a las 72 horas post-atropello se decidió realizar la
cirugía para la reparación de la fractura del fémur derecho.

Tanto la cirugía como el postoperatorio no presentaron complicación alguna. Tras cinco días hospitalizada
se decidió el alta de Beki, con tratamiento antibiótico, Cefadroxilo (Cefa-Cure. Intervet) 20 mg/Kgr/día. Y
analgésico-antiinflamatorio, Carprofeno (Rimadyl. Pfizer) 2 mgr./Kgr/12h, ambos durante 10 días, momento
en el que se procedió a la retirada de los puntos.

Se realizaron tras la retirada de los puntos diversas revisiones de la paciente, a las 3 y 6 semanas, para control
radiológico de la cirugía, y todo seguía una evolución normal.

Beki se presentó de nuevo en nuestro hospital, a las 12 semanas post-cirugía, (6 después de la última
revisión), presentando un cuadro gastroenteritis desencadenado en las últimas horas, con vómitos y diarrea 17
profusa, que la propietaria atribuía a una ingesta masiva de restos de la basura. Se instauró entonces un
tratamiento sintomático para esta patología en régimen ambulatorio, por lo que la propietaria debía traer
Trabajo
caso clínico
científico

Ilustración 1: Fractura Fémur.

cada 12 horas a Beki para su control y aplicación de


la medicación inyectable oportuna.

Ante la remisión de los síntomas en las primeras


24 horas y la aparente mejoría, la propietaria nos
comunicó telefónicamente su estado y se suspendió
la medicación, pero 48 horas después se presentó
de nuevo en el hospital con vómitos, muy decaída,
intenso dolor abdominal e hipotermia.

En la exploración presentaba un agrandamiento


abdominal con signos de defensa, debido al intenso
dolor principalmente en el flanco izquierdo, Beki no se
incorporaba, y las mucosas estaban ligeramente pálidas,
aunque se encontraba hemodinámicamente estable.

Se procedió entonces a la realización de análisis


sanguíneos (Tabla 3 y Tabla 4), ecografía abdominal
y urianálisis.

Tabla 3: Hemograma
LEU 4.9 * 103 /mm3 (6.0-13.3)
ERI 9.4 * 106/mm3 (5.4-8.3)
HB 19.8 g/dl (12.2-20.1
HTC 57.9 % (35.3-56.2)
PLT 251 * 103 /mm3 (119-497)

Tabla 4: Bioquímica
ALKP 289 U/L 23-212
ALT 11 U/L 10-100
BUN 17 mg/dl 7-27
CREA 1.6 mg/dl 0.5-1.8
PT 6.1 g/dl 5.2-8.2

En la anamnesis la propietaria nos comunicó que había


tenido el celo hacía 1-2 meses aproximadamente.

En la ecografía abdominal confirmamos la existencia


de líquido libre en abdomen; procedimos a la
realización de un aspirado con aguja ecoguiada y
a un análisis del mismo, dónde obtuvimos como
resultado un exudado séptico. Descartamos la rotura
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Ilustración 2: Radiografía Abdomen


caso clínico

de una pió metra, ya que ni cuernos uterinos ni cuerpo


uterino presentaban modificaciones ecográficas. En
el lado izquierdo, el riñón presentaba una perdida
de su estructura, se apreciaba una dilatación pélvica,
con variaciones de la ecogenicidad, presentando una
destrucción del parénquima renal y en su interior
contenido líquido (Ilustración 3).

En la cirugía se evidenció el exudado séptico en la


cavidad abdominal, que tras su aspiración, nos permitió
la visualización del riñón izquierdo ligeramente
Ilustración 3: Ecografía Riñón Izquierdo. aumentado de tamaño, con menor consistencia y
contenido líquido en su interior (Ilustración 4).

Ilustración 4: Aspirado de contenido de cavidad abdominal.

Al realizar su extracción localizamos un pequeño orificio en el polo craneal de la capsula renal por el que se
producía la salida de ese exudado hacia la cavidad abdominal; realizamos entonces la nefrectomía y la ovario-
histerectomía (solicitada por la propietaria) (Ilustración 5).

En el cierre se realiza una sutura de la línea alba del abdomen mediante puntos sueltos de aproximación,
dejando instalado un sistema de drenaje para la realización de lavados de la cavidad en el tratamiento
de la peritonitis secundaria a la rotura renal. El post-operatorio transcurre sin incidencias, se mantuvo
20 hospitalizada 36 horas, con tratamiento antibiótico a base de ampicilina - gentamicina procediendo al alta
hospitalaria, una vez extraído el sistema de drenaje peritoneal.
Trabajo
caso clínico
científico

Ilustración 5: Riñón, Uréter y Cuerno Uterino Izquierdo.

El estudio anatomopatológico determinó diversos grados de necrosis tubular, extensa fibrosis intersticial con
destrucción de membranas basales. Alteraciones de tipo necrótico-inflamatorio, con intensa glomerulonefritis,
nefritis intersticial resultado de áreas de necrosis coagulativa como resultado de la isquemia.

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Ilustración 5: Riñón, Uréter y Cuerno Uterino Izquierdo.


REHABILITACIÓN DEL PACIENTE
TRAUMATISMO
GERIÁTRICO:
RENALOSTEOARTROSIS
CERRADO POR ACCIDENTE
- DEL PUEYODE, G.TRÁFICO-
Y GUILLORME
ROJO,D.S

Ilustración 7: Riñón Izquierdo.

Discusión

Deberíamos sospechar de traumatismo renal siempre que existan traumatismos abdominales evidentes, abrasiones
o laceraciones en abdomen y flancos, así como en fracturas costales y heridas penetrantes en estas áreas.
La hematuria macroscópica o microscópica es un indicador de trauma renal.

Podríamos clasificar los traumatismos renales según la lesión provocada por el traumatismo (Tabla 5).

Tabla 5: Clasificación de traumatismos renales


GRADO DESCRIPCIÓN DE LA LESIÓN
GRADO I Subcapsular, no expansivo, sin laceración en parénquima, con hematuria macro-microscópica. >Por compresión
Contusión. renal entre costillas y raquis.
Hematoma.
GRADO II Menor de 1 cm de profundidad en el parénquima renal. Laceración de cortical, desgarro parenquimatoso con
Hematoma. extravasación retroperitoneal de sangre y orina.
Laceración.

GRADO III Mayor de 1 cm. De profundidad en parénquima renal, sin ruptura del sistema colector, ni extravasación urinar-
Laceración. ia. Desgarro hasta pelvis con hematoma perirrenal.

GRADO IV Laceración en parénquima renal, médula y sistema colector. Lesión en Arteria o vena renal, hemorragia hacia
Laceración. retroperitoneo y/o cavidad abdominal.
Vascular.
GRADO V
Laceración. Riñón completamente destruido. Avulsión pedicular; desgarro o laceración hiliar, muerte o isquemia renal 23
Vascular.
caso clínico

La falta de manifestaciones clínicas y la existencia de una patología traumatológica más evidente,


determinaron que dicho traumatismo pasara en un principio desapercibido. Con respecto a este punto
podríamos defender la necesidad de una exploración más exhaustiva después de un traumatismo violento
como resulta un accidente de tráfico. La ecografía demuestra su gran eficacia en el diagnóstico de lesiones
renales añadido a la sencillez y rapidez de su realización, buscando pequeños hematomas, y pequeñas
cantidades de líquido retroperitoneal. Sin embargo, necesitamos de estudios ecográficos de control en las
semanas, meses posteriores al traumatismo controlando la evolución de estos hallazgos o bien los cambios
que puedan acontecer en la estructura renal.

La prueba de imagen más definitoria en los traumatismos renales es sin duda el TAC, que nos permite
conocer el tamaño, grado y características de las lesiones, permitiendo descartar situaciones de gran urgencia
y gravedad como son la rotura del parénquima renal y de los vasos arteriales y/o venosos.
El tratamiento de los traumatismos renales de bajo grado, siempre que no haya repercusión clínico-
hemodinámica, ni descenso grave del hematocrito, es la conducta expectante, con reposo en jaula y con
controles seriados de hematocrito, constantes hemodinámicas y repetición de pruebas de imagen para la
valoración de la evolución del hematoma.

En el caso de Beki, la ausencia de hallazgos en el momento del accidente, principalmente en la ecografía renal
post-traumatismo, y la falta de sintomatología clínica en las semanas posteriores al accidente, determinaron
la nefrectomía tardía del riñón izquierdo. Tratamiento, que, en cualquier caso, hubiera sido el indicado de
aparecer los signos con anterioridad, evitando la peritonitis secundaria a la rotura renal.

Agradecimientos

Alfonso Costa Sánchez, Responsable Servicio Ecografía. Hospital Veterinario Cartagonova.


Andrés García León. Servicio de Cirugía y Hospitalización. Hospital Veterinario Cartagonova.
Histolab.

Bibliografía

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* Stephen J. Ettinger, Edgard C. Feldman. Tratado de Medicina Interna Veterinaria.2007. 784.
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* Rubén Angel Taibo. Nefrourología Clínica. Selecciones Veterinarias Intermédica 1999.
* Nelson. Couto. Pilares de Medicina Interna en Animales Pequeños. Intermédica 1995.
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