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LA ALUCINACIÓN COMO UN SÍ MISMO INCONSCIENTE

Garry Prouty
“The Hallucination as the Unconcious Self”, en Journal of the American Academy of
Psychoanalysis and Dynamic Psychiatry; Winter (2004); 32, 4; ProQuest Psychology Journal, pg.
597-612.

Traducción: Luis Robles Campos (*)

Resumen: Este artículo describe las características simbólicas y fenomenológicas así


como también el proceso experiencial de la alucinación esquizofrénica. Se presta
considerable atención a las reflexiones derivadas de este tipo de tratamiento.
Específicamente, se examina el concepto de proceso primario, así como también la
naturaleza estructural del sí mismo en la psicosis esquizofrénica. Se presenta un
modelo interno tridimensional del sí mismo alucinatorio inconsciente de una paciente.

A principios del 1900, la fenomenología había sido introducida en el campo de la


psiquiatría por el filósofo y psiquiatra Karl Jaspers (1963). Esta aproximación continuó
en Europa a través de psiquiatras teóricos como Binswanger (1963), Boss (1994), Y
Minkowsky (1970). La mayor entrada dentro de la literatura de la psicoterapia
americana fue a través de los escritos de Rollo May (1958). Una breve revisión
histórica de la psiquiatría y la psicoterapia existencial-fenomenológica está disponible
en la literatura (Halling & Dearborn, 1995).

Parte de esta aproximación fenomenológica ha sido dirigida hacia la alucinación


esquizofrénica (Boss, 1963; Laing, 1969; Strauss, 1966; Vandenberg, 1982).
Continuando esta tradición se encuentran los artículos fenomenológicos de Prouty
(1977, 1983, 1986, 1991), así como también el de Prouty y Pietrzak (1988). Estos
artículos describen métodos de tratamiento así como también la experiencia vivida de
la alucinación. Este artículo intenta describir una aproximación empática1-experiencial
y procesalmente orientada hacia el inconciente a través del medio fenomenológico de
las alucinaciones.

1
Gallese, V. (2003). The Roots of Empathy: The shared manifold and neural basis of
intersubjectivity. Psychopathology, 36, 171-180.

Gallese sugiere un modelo no reduccionista para la empatía que correlaciona con las bases
neurológicas y fenomenológicas de la intersubjetividad. Él presenta considerable evidencia
empírica desde los monos y los humanos que soportan el concepto de un mecanismo neural que
provee un proceso corporizado “implícito, automático e inconciente” de simulación.

Su hipótesis es que la sensibilidad emocional sigue el mismo patrón de las “neuras espejo”.
Fenomenológicamente, él se basa en el filósofo Husserl quien postula el cuerpo como la base de
la intersubjetividad conciente. Continuando en el área de la psicopatología, Gallese se basa en
los psiquiatras fenomenológicos (Minkoski, Blankenburg, y Paras) para formular la visión de que
la esquizofrenia es un desorden de la empatía, una falla en la resonancia con el mundo y con los
otros.
Las primeras indicios sobre la posibilidad de esto emergió en el trabajo
alucinatorio actual con pacientes psicóticos (Prouty, 1994). Un hombre joven retardado
y esquizofrénico expresó su sensación de lo “aún no conciente” de la siguiente manera:

“Esta cosa maligna es una pintura. Es una pintura púrpura que cuelga
ahí. Sólo cuelga ahí y puedo verla…la pintura, me entiendes. Es púrpura,
es muy oscura. Así que puedo verla y no la quiero, No la quiero para
nada. Es muy oscura…No la quiero para nada. Esta cosa no es buena, lo
que quiera que sea. Está en el pasado y es muy fuerte….el pasado…y
está ahí arriba y no volverá atrás otra vez. El pasado no volverá y esto
es como ahora. Eso no es el pasado, entiendes. Está con eso y yo no
quiero ser tentado por eso nunca más. Esta cosa, sabes, tiene un
montón de fuerza. Es mala, me entiendes. Esta cosa tiene un montón de
fuerza. Es mala. No es buena, y es por eso que no es buena para nada.
Es muy mala, entiendes. No la quiero. Esta cosa es muy mala (risa
nerviosa). Está ahí arriba. Es el pasado y no volverá atrás nunca más”.
(Prouty, 1994; pp.73-74; énfasis agregado).

El énfasis del cliente sobre el pasado regresando es reportado como una


experiencia con inmanente potencial de “llegar a ser”. ¿Quizás algo viniendo
desde el inconciente está empezando a emerger a la conciencia?

LA TEORÍA PRE-SIMBÓLICA DE LA EXPERIENCIA ALUCINATORIA.

La Problemática.

Cada concepción tiene un punto de partida, una problemática (Peters, 1992;


Prouty, Van Werde, & Portner, 2001). En el caso de las alucinaciones, la problemática
es propuesta por Gendlin (1964), quien describe la alucinación como una “ligadura
estructural”. Este concepto tiene diversos niveles de significado. Primero, las
alucinaciones son percibidas literalmente “como tales” y como “no mías”. Luego, el
experienciar en considerado aislado, el significado del experienciar no está incluido en
el funcionamiento sentido del organismo. Finalmente, este funcionamiento sentido
implícito es rígido (sin un proceso experiencial). Así, el concepto de alucinación de
Gendlin puede ser descrito como una estructura sin proceso. La problemática es cómo
convertir esta estructura sin proceso en una estructura en proceso (desde una imagen
alucinatoria que no procesa a una imagen alucinatoria que sí procesa, de acuerdo a los
principios experienciales.

La Primacía Filosófica del Símbolo.

La primacía filosófica del símbolo se refiere a un cambio epistemológico desde la


experienciación a la simbolización de la experiencia. Esta primacía filosófica del símbolo
es afirmada por Cassier (1955), quien describe al humano como el “Animal Simbólico”.
Este impulso filosófico es ampliamente expandido por Susan Langer (1961), quien
describe el cerebro humano como un “transformador”. El cerebro transforma “la
corriente de la experiencia en símbolos”. Este foco filosófico nos permite pensar en la
humanidad como “motivada” a simbolizar la experiencia. Este énfasis filosófico en la
simbolización es quizás mejor representado en el psicoanálisis por Kubie (1953) y
Searles (1965), ya que ambos ven esta capacidad como el único distintivo de los
humanos.

La Semiótica de la Abstracción-Concreción.

Estas reflexiones, sin embargo, no producen conceptualizaciones semióticas


acerca de los diferentes grados de simbolización. Reichenbach (citado en Szasz, 1961)
concibe tal conceptualización semiótica como niveles de abstracción y concreción. La
forma más abstracta de experiencia simbólica es el meta-símbolo. No se refiere
directamente a una experiencia, sino que a una serie de procesos más allá de la
experiencia directa. Un ejemplo de un meta-símbolo es E=MC². Este proceso no puede
ser directamente experienciado. El siguiente nivel de experiencia simbólica es llamado
lenguaje-objeto. Este se refiere al discurso cultural ordinario de todos los días, tales
como libro, silla, y así sucesivamente. Continuando hacia un nivel más concreto,
Reinchenbach describe la señal-indéxica. Esta simbolización es una experiencia
concreta que se refiere a una experiencia concreta; por ejemplo, nube puede referirse
a la lluvia o la nieve puede referirse al frío. Lo que sigue en el continuo de concreción
es la señal-icónica. Este es un duplicado literal de su referente; una fotografía o una
imagen de tv, por ejemplo. Una forma aún más primitiva de concreción es llamada
pre-símbolo (Prouty, 1986) Basándose en conceptualizaciones desde Jaspers, el pre-
símbolo puede ser descrito de la siguiente forma: “No puede ser clarificado por nada
más”, y “es inseparable de lo que simboliza” (Jaspers, 1971, p.124).

Introduciendo el Pre-Símbolo.

El término pre-símbolo se refiere a la estructura de la imagen alucinatoria como


diferente de su proceso. La psicoterapia con imágenes alucinatorias revela que las
imágenes contiene dos propiedades: una fenomenológica y la otra simbólica. Esto crea
una definición polarizada. Sartre (1956) define el fenómeno como una experiencia que
es “absolutamente auto-indicativa”. Esto significa que una experiencia se indica a si
misma, se refiere a si misma, y se significa a si misma. Whitehead (1927) describe un
símbolo como “una experiencia que indica otra experiencia” (p. 8). Los símbolos son
experiencias que significan y se refieren a otras experiencias. Expresado de otra forma,
el fenómeno es “acerca de si mismo”, y el símbolo es “acerca de algo más”. Estas dos
polaridades requieren una síntesis para describir plenamente la estructura de la
alucinación. Esto requiere de la conceptualización del pre-símbolo.

Las Propiedades Estructurales del Pre-Símbolo.

Expresiva: Como una estructura expresiva, la alucinación es descrita como


“auto-intencional”. Como ya se mencionó, Larger (1961) vió el cerebro humano como
algo que transforma la corriente actual de experiencia en símbolos. Esta metáfora nos
permite pensar en la alucinación como una transformación expresiva de la experiencia
de la vida real con forma de imagen. Una paciente describió esta auto-intencionalidad
diciendo: “Estas imágenes son mi inconciente tratando de expresarse a si mismo”. Otro
paciente describió esto como: “El pasado tratando de volver”. Incluso otro señaló esta
cualidad volitiva al decir: “Estas imágenes empiezan en mi inconciente y se mueven
hacia mi conciencia para hacerse real”.
Fenomenológica: Como una estructura experiencial, la imagen alucinatoria es
descrita como “auto-indicativa”. Es experienciada como real, y como tal se implica así
misma. La experiencia A implica a la experiencia A. La alucinación significa ella misma
como ella misma. Ejemplificando esto, un paciente esquizofrénico dijo: “Es real, es… es
muy real… la veo… ahí arriba… también hace ruidos”.

Simbólica: Como una estructura simbólica, la alucinación es descrita como


“auto-referencial”. Es una experiencia que implica otra experiencia. La experiencia A
implica la experiencia B. La imagen alucinatoria (experiencia A) contiene su referente
(experiencia B) dentro de si misma. La imagen alucinatoria significa ella misma dentro
de si misma. Un ejemplo de caso en que una serpiente pitón alucinatoria (experiencia
A) se procesa experiencialmente en una madre homicida real (experiencia B). La pitón
funciona como un símbolo de la madre.

El Proceso Alucinatorio.

La siguiente viñeta muestra cómo el experienciar pre-simbólico está


profundamente enraizado en la aproximación fenomenológica e ilustra las propiedades
auto-intencionales, auto-indicativas, y auto-referenciales de las alucinaciones.

Viñeta (Prouty, 1991)

El paciente, un varón de 19 años, fue diagnosticado como moderadamente


retardado (Stanford Binet IQ de 65). Provenía de la clase baja originaria de la
etnia polaca. No había enfermedad mental en su familia, y no había sido
diagnosticado o tratado por enfermedad mental; esto quiere decir que, no
estaba recibiendo ninguna medicación por psicosis. Él era un cliente
ambulatorio en un taller de rehabilitación vocacional para retardados mentales.
Fue derivado conmigo para terapia debido a su severo retraimiento y falta de
comunicación. El paciente también actuaba como si estuviera muy afligido. Él
estaba sacudiéndose y temblando en su sitio de trabajo y durante su viaje en
bus hacia las instalaciones. En casa, raramente hablaba con sus padres y el
nunca socializaba con sus pares del vecindario.

Durante las primeras fases de la terapia, el paciente no expresó casi nada e


hizo muy poco contacto conmigo. El estaba muy afligido durante las sesiones y
apenas podía tolerar estar en la sala conmigo. Gradualmente, con la ayuda de
los reflejos de contacto el cliente aceptó una mínima relación y se expresó a si
mismo de un modo mínimo. Eventualmente, se hizo claro que el paciente
estaba aterrorizado por alucinaciones que estaban constantemente presentes
para él.

La siguiente transcripción provee una muestra del procesamiento pre-


simbólico. Provee una pauta del movimiento alucinatorio y su subsecuente
resolución acerca de sus orígenes.

Fase I: “El Demonio Púrpura”.

Cliente: Es muy mala, está cosa. Lo que quiere hacer es destrozarme,


entiendes. Es muy mala… y es muy mala, esta cosa. Me quiere destrozar, pero
es muy mala, esta cosa. Es por eso que no quiero nada con ella. Estoy tentado
por ella, entiendes. Es muy pequeña, pero tiene mucha fuerza y me quiere
destrozar, entiendes. Me quiere llevar al pasado. Quiere… Quiere hacer que el
pasado vuelva y yo no quiero que el pasado vuelva como lo hizo hace mucho
tiempo atrás. Esta ahí arriba, entiendes. No dará vuelta atrás nunca más. El
pasado.

Terapeuta: Es mala y fuerte. Y quiere que el pasado vuelva.

C: Esta cosa mala es una pintura. Es una pintura púrpura que cuelga allí. Sólo
cuelga y puedo verla. La puedo ver…la pintura, me entiendes. Es púrpura, es
muy oscura. Es muy oscura. Así que puedo verla y no la quiero. No la quiero
para nada. Es muy oscura.

T: Es una pintura púrpura oscura y no la quieres.

C: Y es muy tentadora y yo no quiero ser tentado por ella. Es muy pequeña. Es


muy mala, sabes… Eso es todo… Sólo cuelga allí. No hace nada. Es muy mala.
Es tentadora. Estoy tentado por ella y es muy mala. Es como una pintura. Una
pintura púrpura. Solo está ahí. Solo está ahí, entiendes, la pintura… No hace
nada, es mala, entiendes, no la quiero para nada. No es buena esta cosa, lo
que quiera que sea. Está en el pasado y es muy fuerte, el pasado… Y está
arriba y no dará vuelta atrás nunca más, entiendes. Está ahí arriba y no quiero
ser tentado por ella nunca más. Si, si…. Es muy mala, muy mala y muy fuerte y
tiene un montón de fuerza.

T: Es mala y está en el pasado. Es fuerte y está colgada allí. No quieres ser


tentado por ella.

C: Esta cosa, sabes… Esta cosa tiene un montón de fuerza. Es mala,


entiendes… Esta cosa tiene un montón de fuerza. Es mala. No es buena y es
por eso que es muy mala, esta cosa (risa nerviosa). Está arriba. Es el pasado y
no va a dar vuelta atrás nunca más. Está arriba hace mucho tiempo, entiendes.
Ya no va a dar la vuelta atrás. Yo solía hablar sobre los árboles y las flores, el
pasto, y está sobre todo eso. No dará vuelta atrás. Es algo más. La pintura. La
pintura púrpura solo cuelga allí. Es mala, no.

T: La pintura púrpura solo cuelga allí. Es mala y no la quieres.

C: Es mala y viene del pasado y el pasado está con eso. No dará vuelta atrás,
entiendes.

T: Viene del pasado.

C: Es una pintura. Es sólo una pintura. Una gran pintura púrpura. Solo cuelga
ahí. No creo que logre empujarme. Pienso que es muy fuerte, pero no podrá
empujarme, no creo que logre empujarme para nada, no.

T: Es una gran pintura púrpura. No podrá empujarte.

C: Esta cosa se está haciendo más larga y grande. Es muy grande y larga. Me
quiere atrapar. No lo voy a permitir. Es mala. Es como un demonio, un demonio
maligno. Quiere cortarme entero. No voy a dejar que me corte porque es malo.
Muy malo…. (Fuertes sollozos) Como una tentación, como cualquier otra
tentación. Una tentación es una tentación. No deberías ser tentado por él y tú
sabes que quiero alejarme de eso. No quiero tener que irme por eso.

T: Es grande, larga y maligna. Quiere cortarte. Es muy tentadora.

C: Es muy mala y destructiva. No es buena para nada. Es como un demonio


maligno, como un…como un demonio o diablo o algo. Como un demonio
maligno y ya no me importa mucho. Entiendes, para nada. Yo… No me gusta
para nada. No me gusta para nada, esta cosa. Es muy mala y muy maligna,
entiendes. No es buena. Es muy mala. Esta con el pasado y ya no va a dar la
vuelta atrás. Está arriba, entiendes, y hablando sobre los árboles y las flores y
el pasto y eso es todo. Quiero decir, no va a irse, porque eso está ahí justo
ahora, eso.

T: Es muy mala y es muy destructiva. Es como un demonio maligno. Es mala y


está con el pasado.

C: No volverá, pero esto está aquí ahora. Puedo sentirla, entiendes. Es como el
aire. Está arriba de mí. Está muy encima de mí y puedo sentirla…casi tocarla…
Está tan cerca, muy cerca. Es como un demonio, entiendes, demonio, diablo o
algo. ‘Woh, woh, woah’ y todo como eso, entiendes… Muy malo, muy malo. Me
fuerza, presionando, presionando mucho sobre mí…Presiona mucho, me fuerza,
un montón de fuerza y quiere agarrarme, entiendes. El sentimiento quiere
agarrarme.

T: Está muy cerca y quiere agarrarte.

C: El sentimiento…el sentimiento… Ah, está en la pintura. El sentimiento está en


la pintura. Si, está allí y puedo verlo. No me gusta. Está arriba, entiendes. Es
como el pasado y no dará vuelta atrás. Está arriba. Es como los árboles y las
flores y el pasto y eso es todo y no dará vuelta atrás.

La fase I describe una imagen púrpura demoníaca que sólo “cuelga allí”. El
paciente la experimenta como maligna y poderosa. La imagen es considerada
destructiva y quiere destrozar al paciente. Esta fase contiene la propiedad de ser
auto-intencional. El paciente expresa: “Me quiere llevar hacia el pasado. Quiere que
el pasado vuelva y yo no quiero que el pasado vuelva como lo hizo hace mucho
tiempo atrás…Está ahí arriba, me entiendes”.

Fase II: “El Cuadrado Anaranjado de Odio”.

C: Es anaranjado, el color en un cuadrado. Es un color anaranjado que es


cuadrado y me odia… y me odia. Ni siquiera le gusto. Me odia.

T: Es anaranjado y es un cuadrado y te odia.

C: Me da miedo mucho, sabes, y me asusta. Me asusto por eso. Me asusto


porque me odia.

T: Es anaranjado y es un cuadrado y te asustas mucho.


C: Y porque es anaranjado, me asusta y me asusto del odio maligno.

T: Lo anaranjado y el odio maligno te asustan mucho. Ese odio te asusta.

C: Me asusto por eso. Me asusto mucho. Me asusto con la cosa anaranjada. Es


anaranjada.

T: Te da susto esa cosa anaranjada.

C: Una cosa grande anaranjada y cuadrada. Es cuadrada y es anaranjada y me


odia. No le gusto porque me odia. Me odia y me asusto y me pongo inquieto
con eso también. Me pongo muy inquieto.

T: Te pone muy inquieto.

C: Es inquietante. Estoy inquieto con eso también. Si, si. Me pone muy
inquieto. ¿Qué? Me asusto mucho con eso. Hace ruidos. Hace ruidos.

T: Es anaranjado y hace ruidos.

C: Hace ruidos… Me odia. También me pone inquieto. Me pone inquieto. Si, me


pone muy, muy inquieto. Me pongo, me pongo, me pongo muy inquieto con
eso. Si, si, si. Hay mucho odio y me asusta y me hace sentir incómodo. Si. Y es
real, lo es.

T: Es real.

C: Lo es, es muy real.

T: Es muy real… Lo apuntas ahí, está sobre ti. Lo ves.

C: Lo veo. Ahí arriba, ahí arriba.

T: Está allí arriba.

C: Hace sonidos también.

La fase II contiene una imagen que es anaranjada, cuadrada y que tiene


odio en ella. El paciente está muy afligido con ella. La fase II contiene propiedades
auto-indicativas porque es experimentada como real, como un fenómeno. Se
implica a sí misma. El proceso del paciente es como lo siguiente: “Y es real, es…es
muy real…lo veo…Allí arriba. Allí arriba… Hace sonidos también”.

Fase III: “La Mujer Mala”.

C: Sí, bueno. Sí, yo podría, podría. Ella es… No lo se… Aquí vamos. ¿Qué?
¿Qué? (alucinaciones auditivas).

T: De acuerdo, hablemos de lo que estás viendo.


C: Bueno, ella no es real, entiendes, y ella no es real, entiendes. ¿Qué?
(alucinaciones auditivas). Ajá, ajá, ajá. (Sollozos). Ella tiene pelo anaranjado y
ojos amarillos.

T: Ella tiene pelo anaranjado y ojos amarillos.

C: Ella es muy bonita. Ella es muy bonita. Ella ama ponerse violenta cuando yo
soy malo. Ella podría… Ella es mala, entiendes.

T: Ella es bonita y mala.

C: Ella es. Ella es. No, realmente ella es, realmente ella es, con ojos amarillos y
pelo abarajando. Eso me asusta mucho. Sí, las dos cosas, la maldad y la…
¿Qué? (alucinación auditiva)…Si, ah, la puedo ver y ni siquiera la quiero ver.
Está ahí arriba y no volverá atrás nunca más. Incluso la puedo ver.

T: Puedes verla.

C: Sí, eso me asusta. Si, me asusta. Pienso en eso. Pienso que me asusta.

T: Cuando piensas acerca de eso, eso te asusta.

C: Me asusto. No quiero pensar en eso. Lo tengo, lo tengo.

T: No quieres pensar en eso, pero lo tienes.

C: Lo tengo. Es anaranjada, sabes. Eso es insistente, ella es insistente.

T: Ella es insistente.

C: Ella me asusta, ella me asusta. Pero cuando soy bueno, pero cuando soy
bueno, soy….ella es una amiga.

T: Cuando eres bueno, ella es una amiga.

C: Pero ella me asusta.

T: Ella te asusta.

C: Asusta. Ojos amarillos, pelo anaranjado ella tiene, si. Me recuerda un


dragón, sabes. Sus ojos son como eso.

T: Sus ojos son como de dragón.

C: Casi, entiendes, como un dragón… Sus ojos son como un dragón… Ella es
fuerte… Ella es fuerte, yo soy débil. Y yo soy bueno, pero ella también es mala.
Ella puede ser mala también, ves. Y yo soy bueno, si, yo soy bueno, soy,
realmente lo soy, pero ella es toda… Ella es muy mala. Ella puede ser mala… Y
eso me asusta.

T: Ella es mala y eso te asusta.


C: Ella me mira desde arriba. Ella me observa desde arriba, pero ella tiene ojos
como dragón… Cierto. Son como de dragón y entonces ella me asusta y yo me
asusto.

Hasta este punto el paciente parecía perturbado y quiso apagar la


grabadora. Sobre las próximas dos sesiones, la imagen se proceso hacia una
monja quien había golpeado al cliente retardado porque el no entendía sus
tareas escolares.

La fase III contiene una imagen de una mujer que el paciente describe como
bonita, mala y que asusta. Ella tiene pelo anaranjado y ojos amarillos. Esto aterra
profundamente al paciente. La observación teórica significativa de esta fase es su
procesamiento hacia su experiencia de origen. El cliente recaptura un recuerdo real de
ser golpeado por una monja que lo castigaba por no completar sus tareas de la
escuela. Esta fase ilustra la propiedad auto-referencial de las alucinaciones; esto es,
que simbolizan una experiencia dentro de otra. Se refiere a un evento “gatillante” (la
monja).

LOS NUEVOS HALLAZGOS TEÓRICOS.

Las siguientes observaciones pueden ser hechas acerca de este caso particular:
1) La estructura alucinatoria puede ser procesada a través de un nivel inconciente; 2)
El significado de la alucinación puede ser integrado; y 3) El procesamiento alucinatorio
lleva a una etiología realista y traumática. Numerosas otras historias de casos detallan
el procesamiento pre-simbólico de las imágenes alucinatorias (Boss, 1963; Prouty,
1977 1983, 1986, 1991; Prouty & Pietrzak, 1988); éstas revelan reflexiones acerca de
asuntos como la estructura del proceso primario y la estructura del sí mismo
esquizofrénico. Romme & Escher (1993) describen terapia para las voces alucinatorias
utilizando grupos de ayuda.

Proceso Primario.

Freud incluyó tanto el sueño como la alucinación en su concepto de proceso


primario. Asignándole un valor limitado a la conciencia. Freud prestó muy poca o
ninguna atención a la fenomenología de la conciencia, siendo ésta desarrollada por el
filósofo Husserl. Esto es interesante ya que ambos fueron estudiantes del filósofo
Brentano. Si uno compara la fenomenología de los sueños con la fenomenología de las
alucinaciones, es fácil ver que “el sueño es mi sueño” y “lo tuve la noche pasada”. Es
algo experienciado, que se muestra a si dentro de los límites del sí mismo, y es un
recuerdo. La alucinación está desconectada: es experimentada como no perteneciente
al sí mismo, sino como una realidad externa que es inmediata. Por lo tanto, en
contraste con el sueño, el cual Freud etiquetaba como una “proyección” (dentro de los
límites del sí mismo, mío, interno, etc.), yo describo la alucinación como una
“extroyección” (fuera de los límites del sí mismo, no es mío, externo, etc.). Sobre la
base de esta distinción fenomenológica, el sueño es etiquetado como “proyección”,
mientras que la alucinación puede ser señalada como una “extroyección”.
Un Sí Mismo Dividido.

Polster y Polster (1974), desde la perspectiva de la psicoterapia gestalt,


describe el sueño como un fragmento del sí mismo. Es simple extrapolar esta
perspectiva para el entendimiento de la alucinación. La alucinación es un fragmento del
sí mismo escindido desde la estructura del sí mismo (una ruptura severa en la fábrica
del sí mismo). Esto presenta una visión cercana a la descripción de R.D. Laing (1969)
sobre el “Sí Mismo Dividido” (tomando prestado su título famoso). La esquizofrenia,
por lo tanto, puede ser parcialmente descrita como una severa escisión en la
estructura del sí mismo. La psicoterapia de las alucinaciones, por consiguiente, lleva a
una reintegración del sí mismo en la esquizofrenia. Muchos años atrás, solía ver
esquizofrénicos del hospital estatal, vagando por los patios, hablando y gesticulando
hacia el espacio “vacío”. Ahora veo a estos pacientes como relacionándose con
fragmentos del sí mismo que contienen el potencial para la re-integración. Quizás el
concepto de “sí mismo desencarnado” de Laing (1971, p.71) captura esta visión.

El Inconsciente.

Freud describió el sueño como la “Vía regia hacia el inconciente”; la alucinación


también es una “Vía regia hacia el inconciente”. Hay una importante distinción, sin
embargo. El dato de Freud para su inferencia original del inconciente fueron los
sueños, la hipnosis y los lapsus del habla (Boss, 1994). Mientras que el dato original
para esta descripción del inconciente es la experiencia alucinatoria del cliente. Este
énfasis sobre la experiencia directa debe considerarse en contraste con la visión del
psicoanálisis de Numberg (1955) que declaraba: “No poseemos evidencia directa de la
existencia del inconciente. Lo deducimos desde la evidencia indirecta” (p.6; énfasis
agregado).

El uso de un método alucinatorio experiencial para aproximarse al inconciente


está predicado en distintas bases. La primera es accesibilidad. La alucinación se puede
presentar a si misma como inmediata a la conciencia (ahora), mientras que el sueño es
una memoria del pasado (la noche pasada). Estrechamente ligada a la accesibilidad
está el asunto de la presencia experiencial. Las alucinaciones pueden ser bien
iluminadas, multicolores, y estar disponible por años (Havens, 1962). Su próximo valor
metodológico es su capacidad de ser procesada hasta sus origines realistas.
Finalmente, la imagen alucinatoria misma puede ser pensada como un fragmento
experiencial del inconciente, por lo tanto provee una aproximación directa.

La Fenomenología Espacial del Inconsciente.

McCall (1893), citando los puntos de vista de Heidegger, describe la


fenomenología hermenéutica de la siguiente manera: “La hermenéutica es un método
de develación (unverborgen), de permanecer con la experiencia hasta que revele su
verdad oculta” (p.113). La siguiente descripción psiquiátrica encaja, espero, con esta
definición.

Meddard Boss (1963) tituló un capítulo de su libro “Un paciente que enseñó al
autor a pensar de manera diferente”. Es en este espíritu que se presenta la evidencia
de una fenomenología tridimensional del inconciente. Ellenberger (1958) planteó
diversas contribuciones teóricas sobre la fenomenología de la especialidad. Sin
embargo, ninguna de ellas está relacionada puntualmente con las alucinaciones.
La paciente era una mujer de cuarenta años que era esquizofrénica,
homicida/suicida, así como también consumidora abusiva de alcohol. La duración total
del tratamiento fue de 9 años. Diez años después, la cliente y yo pasamos un largo
tiempo escuchando y preparando manuscritos del proceso terapéutico (Prouty, 2000).
En el curso de la terapia, la paciente tenía una intensa alucinación de una pitón
experiencialmente procesada hacia una madre asesina (Prouty, 1994). También, de
alucinaciones más pequeñas y menos intensas fueron procesadas. En el tratamiento
original, estas alucinaciones fueron presentadas secuencialmente por la paciente. La
interesante nueva observación fue que este terapeuta nunca se dio cuenta que estas
alucinaciones estaban en un espacio tridimensional, mezcladas con la percepción de la
realidad de la paciente: Todas ellas estaban presentes al mismo tiempo. Ellas fueron
experimentadas como una gestalt espacial unificada (vea la recreación abajo; trabajo
original solicitado a Don Kouba). Quizás, análogamente, ellas pueden ser vistas en
paralelo como tener una serie de sueños al mismo tiempo en un espacio de realidad
único.

Descripción.

Estos símbolos artísticos describen que la paciente experimentaba ocho


alucinaciones al mismo tiempo, dentro de un espacio real. Una descripción realista es
la que sigue: Primero, estaba la pitón enrollada enfrente de la mesa entre las sillas de
la cliente y el terapeuta. Esto, resuelto con el tratamiento (Prouty, 1983) representaba
al “agente” homicida de su madre. Concurrentemente, entre la pitón y la lámpara de la
mesa, aparecía Sonja en una forma efímera. La paciente la describía como una sirena,
seduciéndola hacia una muerte suicida, repitiendo: “Paz, paz”. Sonja era una
alucinación táctil, y la cliente integró su significado insertando su brazo dentro del
cuerpo efímero y experimentando sensaciones similares a “intestinos tibios”. La
paciente experimentó esto como desagradable, repulsivo y nauseabundo. Sonja
también era un “agente” asesino (lenguaje de la paciente) para la madre asesina de la
paciente.

También concurrentemente, otra figura negativa, un enano, cuyo nombre era


“El Juez”. El emitía sentencias de muerte por todo tipo de infracciones menores; por
ejemplo, perder una goma de borrar. La paciente lo describía como “un juez colgante”
quien podía declarar su falta de valor, que ella merecía la muerte, y así sucesivamente.
Él podría gritar “córtenle la cabeza” y ella es “culpable…culpable…culpable”.
Nuevamente, él era un “agente” de la madre homicida. Finalmente, y de manera
simultánea, el Demonio de Tasmania tipo tornado, dando vueltas con los dientes
afilados. En la terapia, la paciente lo describió como la furia caótica de su madre.

Al mismo tiempo, ligeramente detrás de la silla del paciente y hacia su hombro


izquierdo, aparecía Marie, la niña abusada. Ella estaba prisionera y aislada detrás de
barras. Esta niña tenía la misma edad que la amiga asesinada de la cliente. También a
esta edad, la paciente fue encerrada en un refrigerador por su madre homicida. Más
aún, la niña alucinada era de la misma edad que la cliente cuando ella fue enviada a un
sótano oscuro, por su madre homicida, cuando un asesino real andaba por el
vecindario. Marie fue “sanada” por la aparición de un gatito que se convirtió en su
amigo. En estos días, la cliente tenía una relación cercana con gatos como mascotas.
De hecho, ella tuvo un gato preservado por un taxidermista.

También había varias figuras “positivas”. Detrás de la silla del terapeuta


apareció un ente más positivo llamado Gus. Gus era un pescador silencioso parecido a
Thoreau, quien era una figura gentil, aterrizada, sabía, inteligente y de apoyo. Una
figura que recuerda el arquetipo del “hombre sabio” de Jung. Dos niños pequeños
(como Huck Finn o Tom Sawyer) finalizan la lista de las alucinaciones espaciales de la
paciente. Ella reportó que los niños se sentían como inocentes.

Después que el tratamiento experiencial intensivo de la pitón terminó (Prouty,


1983), una nueva novena imagen apareció. La imagen era la madre de la paciente con
la pitón deslizándose en sus pechos. Instantáneamente, con claridad, la paciente tuvo
conciencia del intento homicida de su madre. La unidad gestática de las alucinaciones
inmediatamente perdió su intensidad emocional y desapareció, presentando una
especialidad normal para la oficina.

Discusión.

Es importante entender que esta era una red tridimensional de imágenes que
incluía contenido inconciente negativo y positivo. Tres de las imágenes patogénicas (la
Pitón, Sonja, y el Juez) eran co-funcionantes como agentes de la madre homicida. Esta
era una gestalt organizada a través de la cual el procesamiento terapéutico de las
alucinaciones permitió acceso experiencial directo al material inconciente (la madre
homicida). La próxima observación muy importante es que el contenido del
inconciente, más tarde, apareció como el trauma real, y también como otros
potenciales experienciales de la personalidad, tanto positivos como negativos (Mahrer,
1996). Cuando el contenido alucinatorio fue integrado o cuando se volvió conciente, el
fragmento alucinatorio del sí mismo contenía el inconciente. Por lo tanto, podemos
hablar de la alucinación como un fragmento del inconciente.
CONCLUSIÓN.

Este artículo ha explorado la alucinación psicótica desde una perspectiva


simbólica y experiencial. Empezando desde la concepción de Gendlin (1964) de la
alucinación como un experienciar “ligado estructuralmente”, el problema es formulado
sobre cómo desarrollar la alucinación hacia un experienciar en proceso. El primer paso
es un cambio filosófico desde una asunción puramente fenomenológica (el humano es
experiencial) a una asunción simbólica (el humano simboliza la experiencia). La
simbolización de la experiencia es presentada sobre un continuum de
abstracción/concreción terminando con el pre-símbolo, ”el cual no puede ser clarificado
por nada más” y “es inseparable de lo que simboliza”. En términos fenomenológicos el
pre-símbolo es descrito como “auto-indicativo” y en términos simbólicos como “auto-
referencial”, mientras que la motivación a simbolizar la experiencia es descrita como
“auto-intencional”. En adición a las ilustraciones concretas, el material del caso
demuestra estos conceptos en el proceso terapéutico experiencial de las alucinaciones.

Dos aspectos de la esquizofrenia fueron explorados: (a) el proceso primario y


(b) el sí mismo dividido. Freud describió los sueños y las alucinaciones como un solo
concepto (proceso primario). Fallando al usar la fenomenología, Freud no identificó
diferencias significativas entre ambos. El sueño es algo experimentado dentro de los
límites del sí mismo; la alucinación es experimentada como fuera de los límites del sí
mismo. Esta distinción fenomenológica sugiere un lenguaje diferente de descripción. El
sueño es una proyección dentro de los límites experienciales del sí mismo; y la
alucinación es una extroyección fuera de los límites experienciales del sí mismo.

El titulo El Sí Mismo Dividido del famoso libro de Laing (1969) encuentra


afirmación clínica en que el fragmento alucinatorio del sí mismo está severamente
disociado o escindido del sí mismo nuclear. El resultado, un entendimiento parcial de la
esquizofrenia como un profundo corte en la estructura del sí mismo, situando a la
psicoterapia en el rol de integrar el fragmento del sí mismo dentro del sí mismo
nuclear.

Un aspecto fundamental explorado se refiere a la conceptualización del


inconciente. Según lo describió Freud, el inconciente es una inferencia desde la
experiencia. Por ejemplo, los sueños, las fallas del discurso, y la hipnosis. El
inconciente según es descrito en este artículo no es una inferencia; es una
manifestación directa derivada del proceso y la experiencia alucinatoria. Quizás es
mejor expresado como “lo no conciente”.

El caso de estudio del proceso clínico de las alucinaciones con una mujer con
esquizofrenia crónica revela una fenomenología espacial que incluye múltiples
alucinaciones, quizás como diversos sueños en la misma realidad espacial en el mismo
espacio. Sus alucinaciones prueban la capacidad del procesamiento experiencial para
los contenidos inconcientes. Ya que las alucinaciones son fragmentos del sí mismo que
contienen experiencias inconcientes, es consistente describir las alucinaciones como el
sí mismo inconciente. La gestalt espacial de las diversas alucinaciones nos provee así
con una fenomenología espacial para este inconciente de la cliente.
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(*) Luis Robles Campos (2009).


Psicólogo, Universidad de Tarapacá, Arica – Chile.
Fousing Trainer acreditado, Focusing Institute, New York.
luisrobles1977@gmail.com

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