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conversaciones reservadas de los gobiernos ms importantes del planeta, encuentra de pronto que alguien se ha metido en las gavetas de su mesa de noche, que estn publicando sus escenas personales, que estn buscando en su vida privada algn crimen. Ms que una conspiracin es un castigo. La represalia directa por haber pretendido mostrar la vida secreta de las grandes potencias. No deja de ser interesante que el giro de todo esto, adems, termine con una peticin de asilo a Ecuador, pas cuyo Presidente mantiene una guerra feroz incluso judicial en contra de algunos medios de comunicacin. Si Julian Assange hubiera nacido en Guayaquil y ejercido el periodismo en Quito, quizs ahora tambin estara demandado, tal vez estara detenido, a punto de ir a la crcel por escribir y publicar sin usar preservativos. Las relaciones entre el poder y los medios siempre son de alto riesgo. Hace 15 aos, las noticias sacudieron al mundo con el caso del entonces presidente Bill Clinton y Mnica Lewinsky, una pasante gordita con la que el primer mandatario norteamericano habra tenido, por lo menos, alguna acalorada sesin de sexo oral en la Casa Blanca. El caso ahora es una ancdota boba, sin mucha gracia. Finalmente, la historia recuerda ms al fiscal Kenneth Starr, quien gast ms de 30 millones de dlares tratando de perseguir una intimidad. Suele ocurrir. El tiempo tambin arruga los escndalos y muestra que, a veces, la justicia es peor que los pecados. abarrera60@gmail.com