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LA PINTURA DE MICHEL BLAZQUEZ

Descansan tus secretos

aparece la memoria

cómplice del tiempo

M.B.M

La pintura de Michel Blázquez la percibo como un bestiario de dioses, cosmogonía


donde coinciden legendarias anécdotas de mitos ancestrales y fábulas de sus
propias vivencias existenciales, en otro tiempo y otro espacio, ego-poéticas de
un abrumado soliloquio de ideas y sentimientos, sitio donde aun se entrecruzan
símbolos religiosos paganizados con figuras emblemáticas de una nacionalidad
herida, de una estirpe dilapidada por el tiempo.

La temática religiosa de inspiración medieval, cargada de humanismo, de personajes


y acontecimientos actualizados tiende en el receptor una percepción emotiva y
evocadora de imágenes históricas que han sido al igual que el artista
desarraigadas de su contexto original, forman parte del nuevo conglomerado
existencial que representa la vida agitada en una ciudad cosmopolita y aplastante,
una ciudad de ensueños, concreto, vidrio, acero.

En “Metáforas de Santos”, acrílico sobre lienzo, 1997, cada uno de los personajes
representados ostenta la condición de isocefalia, rasgo distintivo de la pintura
medieval, donde cabezas y rostros son situados en el espacio pictórico en planos
disímiles de profundidad, para denotar o reparar en sus emociones y sentimientos
individuales de un modo más efectivo, convirtiéndolos indistintamente en
verdaderos retratos sicológicos del contexto o trama general donde se desarrolla
la acción de gran intensidad dramática. La Santa Cruz, elemento central y
unificador de la acción es a la vez amalgama de referencias religiosas sacras y
paganas, símbolo de la cristiandad, símbolo del madero que fue empurpurado con la
sangre del redentor, resumen de su fe, moral y peregrinación sobre la tierra; en
la encrucijada de la cruz al igual que en la encrucijada de los caminos se erige
el símbolo del orisha Eleggua, el mensajero entre los dos mundos, el humano y el
divino, el que abre las puertas y los caminos en la vida, el que controla el
destino y determina la felicidad o la calamidad. Como tatuajes, la cruz ostenta
insignias esotéricas disímiles que nos remontan a un estado metal de evocación de
nexos y referencias culturales primarias. La palma, el cáliz, el gallo, el soplo
áureo de la estatua de la Libertad, cada uno indistinta y a la vez
mancomunadamente establecen una parábola o como indica el titulo una metáfora de
alegorías múltiples.

En la pintura de Blázquez, al igual que en la pintura medieval, es significativo


el uso de simbolismos y un complejo lenguaje iconológico para denotar conceptos
arraigados en la conciencia existencial del artista así como la colectividad o
entorno cultural del cual proviene; en “La revestidura del tiempo”, acrílico y
xilografía sobre lienzo, 2009, se establece una parábola de imágenes entre la
venerada virgen del manto amarillo, la Caridad del Cobre, la patrona de la nación
distante, esencia de la religiosidad cubana, de la mezcla de creencias religiosas,
la pura imagen del sincretismo y de una patria nacida de la amalgama de culturas,
quien con rostro hierático porta con firmeza sobre su brazo la figura de Martí, el
apóstol, el pensador, el político, el poeta y este a su vez llevando en manos,
como vestigio renovador, sable cortante e indeleble, la Palma Real , la misma que
se eleva recta y viril entre montañas y ligeros celajes en el escudo patrio.

La interpretación de la figura martiana ha sido una constante en la obra de


Blázquez, como genuino heredero de la generación de artistas que lo vio nacer en
su anhelada patria, en “Versos del alma” acrílico sobre lienzo, 2009, enfoca la
imagen de José Martí desde una perspectiva humana, elucidando el protagonismo
histórico de un personaje significativo, transfigurado en manipulado mito sacro
por los medios propagandísticos del status quo. Múltiples han sido los
acercamientos de Blázquez a la figura del Maestro, siempre transmitiendo
humanidad, sabiduría y los destellos de una patria lejana y una identidad
revertida y absorta en lo esencial–trascendental como subterfugio de su alienada
crisis.

En “La revestidura del tiempo II”, acrílico sobre lienzo, 2009, el antes
ostensible rostro hierático se manifiesta menos agudo a través de la mirada
maternal de la Virgen de Regla, imagen protagónica de la composición, emergiendo
plena ante el espectador, arropada por su manto celestial y amparada o escoltada
por la belleza del plumaje del Pavo Real, símbolo explicito de otra santa o
deidad hermana, igualmente venerada y querida por toda una nación. En esta obra se
hace notoria la manera en que el artífice emplea la técnica en función de la
expresividad y dramatismo de la imagen, entre los ricos empastes de acrílico,
emerge contrastante el rostro xilográfico de la virgen como punto focal de la
composición. La fusión de ambas técnicas define la obra de Blázquez, grabador por
formación, dibujante y pintor por excelencia. La virgen también lleva en su mano
la Palma Real, árbol endémico de la isla de Cuba, la llamada reina de los campos
que se alza majestuosa regalando belleza y a la par utilidad, la que con su tronco
y penachos sirve al campesino para construir su morada.

Blázquez por medio de su arte, se acerca y cuestiona todo aquello que hoy
significan los atributos esenciales de un contexto socio-cultural anquilosado.
Explora las variantes del ya manoseado tema de identidad cultural y nacional
mediante una aproximación dotada de una visión cosmopolita globalizada, que se
inicia con el ajuste de su lenguaje conceptual precedente al nuevo contexto en el
que ahora habita y con el ajuste de su propia persona a las exigencias que la
nueva sociedad le ha impuesto. Es por ello que no nos resulte absurdo la
aproximaciones que realiza en “Fragmentos sumergidos”, acrílico sobre tela, 1997,
donde mediante la yuxtaposición de elementos culturales de orígenes y significados
múltiples logra construir una figura emblemática y multicultural; la imagen
representada se nos revela como una Mona Lisa, virgen matriarca citadina,
evocación de “La libertad iluminando el mundo” como alegoría de su propio devenir
artístico e histórico. Diosa mundana que ostenta entre sus manos el “garabato”
objeto de poder de Eleggua, instrumento auxiliador en su faena de abrir caminos y
que ahora se devela como reminiscencia de nuestro peregrinar por la vida.

por Conrado de la torre (critico de arte)

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