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El alimento como arma

Fecha Lunes, 14 julio a las 17:18:13


Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez (*)

• En el futuro, como está sucediendo en algunos lugares, no habrá escasez de


alimentos, pero sí, alimentos muy bajos en nutrientes, con lo cuál, por más que
comamos, el aporte real para funcionar adecuadamente, evitar enfermedades y
tener una larga expectativa de vida, se verá seriamente reducido

Se preguntarán, ¿por que ésta reflexión? Quizás algunos piensen que


es del dominio de la ciencia ficción pensar que pueden haber
“estados” o “grupos de influencia global”, utilizando el alimento como
arma de destrucción. ¿Por qué? Tal vez, porque existe una
sobrepoblación mundial que está saturando servicios gubernamentales
de todo tipo y consumiendo las reservas naturales como nunca antes
había sucedido en el planeta. Desde luego, se descubre un
pensamiento y una motivación racista por ser una parte específica del globo terráqueo la
afectada, pero en la tierra lamentablemente hay de todo y últimamente, predomina lo
ignominioso.

No es ningún descubrimiento que millones de personas mueran diariamente a causa del


hambre y que mientras escribo este artículo, probablemente estén muriendo por
millares. ¿Qué puedo hacer como individuo? Realmente, no estoy seguro. Quizás
concienciar a los más allegados, a los que tienen responsabilidades políticas y a los
afamados agentes sociales. No obstante, esto no es suficiente, mucha de la ayuda
humanitaria que enviamos a los menos favorecidos, se queda en el camino, se utiliza
para financiar las infraestructuras de las ONG’s que operan en el exterior o caen en
manos de los dictadores de turno, bajo la irresoluta mirada y protección de los enviados
de la ONU. ¿Significa esto que debamos claudicar en nuestro empeño de seguir
enviando ayuda? Ciertamente no, pero es evidente que hace falta implantar un nuevo
método, que garantice que la ayuda llegará a quienes realmente la necesitan.

Por otro lado, aparte de los que sufren lo evidente y grotesco, nos encontramos nosotros,
consumiendo alimentos transgénicos cuyos efectos a largo plazo, todavía no se conocen,
con unos hábitos culturales de consumo diseñados para moldear nuestra vida, hasta
llegar a los valores estándar de nuestro consumo diario. Sin embargo, esta idea no es
nueva, a mediados de 1860, el “Voit-Kotmass” promovía el consumo de proteínas. La
idea era que los trabajadores de las fábricas, los vagabundos o soldados estabilizaran su
energía y optimizaran sus capacidades para rendir más, y por tanto, producir más.
Posteriormente, en 1900, llegó la “nueva nutrición”, hablando de micronutrientes que ya
se conocían (con el tiempo llamados vitaminas) creándose una relación entre la
ejecución, expectativa de vida y hábitos de consumo de alimentos.

Hasta este punto, todo parece estar más o menos bien, sin embargo, después de la
Segunda Guerra Mundial se realizaron una serie de estudios sobre las condiciones de
vida, la producción agrícola, las reservas de comida, los sistemas de racionamiento y los
esfuerzos científicos realizados para medir y moldear los alimentos y las necesidades
del cuerpo de una manera apropiada.

¿Qué se buscaba con esto? Crear una corriente de pensamiento para las masas, en donde
no había cabida para estudios alternativos, porque la finalidad era la diseminación de un
conocimiento “científico”, que mentalizara a los ciudadanos y generara una creencia
popular en la raíz de la conciencia colectiva. De hecho, con éste propósito se ha
organizado simbólica y lingüísticamente todo un régimen alimenticio y culinario. De
este modo, abordan la carencia de alimentos, utilizando éste conocimiento nutricional
para llevar a la población hacia un complejo cambio de sus hábitos.

¿Cómo nos afectará en el futuro? En el futuro, como está sucediendo en algunos


lugares, no habrá escasez de alimentos, pero sí, alimentos muy bajos en nutrientes, con
lo cuál, por más que comamos, el aporte real para funcionar adecuadamente, evitar
enfermedades y tener una larga expectativa de vida, se verá seriamente reducido. Por
ésta razón, debemos ser muy conscientes de qué comemos. Debemos alejarnos de los
sucedáneos, buscar una dieta adecuada y si tenemos la oportunidad y los medios, comer
más vegetales cultivados localmente, y utilizar vitaminas esenciales para suplir las
carencias. Los que no disponen de recursos suficientes para permitirse una dieta
verdaderamente sana, deben ser más observadores y buscar lo mejor dentro de lo peor,
pues una persona consciente de ésta necesidad todavía puede tener una alimentación
adecuada.

Con respecto a los menos favorecidos, debemos luchar porque los alimentos que reciban
tengan los nutrientes adecuados para cubrir sus necesidades básicas y que estos países
tengan capacidad de producción propia, para no depender de las importaciones de
alimentos del extranjero.

Finalmente, debemos tener una actitud de búsqueda constante, ser selectivo en lo que
leemos y escuchamos, sin importar la fuente, cuestionar todo como norma, leer, analizar
y luego divulgar nuestros hallazgos para construir un mundo mejor.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica

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