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Para mostrar cómo se ve la convergencia en FB tomé como objeto de estudio un grupo llamado "A

QUE ENCONTRMOS 100000 PERSONAS QUE LES GUSTA LA MUSICA JAPONESA".

Antes que nada hay que tener en cuenta que este es un caso particular, más aún por el tema que trata
(la j-music). Para llevar a cabo un análisis profundo de lo que quiero explicar se necesitaría mucho
más tiempo y gente trabajando, para observar distintos tipos de grupos. Con la expansión actual de
Facebook, un estudio de este tipo sería poco menos que imposible. Teniendo en cuenta estas
consideraciones, voy a tomarme la licencia de generalizar los resultados, pero sin olvidar que
pueden darse otro tipo de fenómenos.

Comenzaré explicando qué es la j-music, y cómo se ve la convergencia en relación al grupo tratado.

Se denomina j-music a ciertas ramas de la música japonesa (de allí la “J”) con toques occidentales:
se habla de j-pop, j-rock... Actualmente, cualquier estilo de música conocido tiene su expresión en
Japón.

Se puede ver convergencia desde distintos puntos de vista, o diferentes tipos y grados de
convergencia: hay convergencia de personas, porque aquellos que comparten el gusto por este tipo
de música pueden encontrarse en Facebook; hay convergencia de medios, porque pueden compartir
contenidos diversos como texto, imagen, audio.

Un tema interesante se relaciona con el consumo, y es la competencia entre empresas: a partir de la


difusión de la j-music dentro de la “tribu urbana” conocida como “Otakus” (fanáticos de la
animación japonesa), en los últimos dos años, se ha diferenciado el grupo que gusta principalmente
de la música. En torno a este “cambio de rumbo” se generaron varias empresas que vieron como un
negocio redituable establecer relación con bandas japonesas para traerlas a Latinoamérica. Estos
grupos siempre son formados por fans que tienen el dinero, tiempo y voluntad para llevar adelante
este tipo de contactos. Cada uno tiene su sitio de Internet y, por ejemplo, realizan encuestas entre los
fanáticos, ofreciendo varios artistas, y luego contratan al que recibe más votos. Al mismo tiempo,
estas empresas tienen perfil en Facebook, y así pueden mirar de otra manera el consumo de j-music
desde la plataforma multimediática de Facebook. También anuncian sus eventos y propuestas, y la
competencia se ve en quién trae a tal o cual artista, quién ofrece mejores posibilidades y shows, etc.

Así como existen los sitios oficiales de las bandas y las páginas de las empresas, los propios fans
tienen sus espacios de comunicación y expresión, anteriores a Facebook: foros de debate (a veces
dedicados a una banda o estilo musical particular), blogs de descargas de multimedia, fotologs
dedicados a sus artistas favoritos. En todos los casos se ve una interacción entre los fanáticos: se
postean noticias y materiales nuevos, se hacen preguntas y otros las responden, se discute sobre las
mejores o peores producciones de cada banda... El caso más destacable, a mi ver, es el hecho de la
transposición de el contacto inicial online a la vida offline: se generan en Internet grupos de fans
que se nuclean en forma de clubes o “street teams”, y luego de un tiempo se conocen personalmente
y establecen relaciones fuera de la red.

Esto se relaciona directamente con la costrucción de la identidad, no en Facebook sino en general:


determinadas pautas como la forma de vestirse, el maquillaje, cierta jerga común y otros detalles
definen a una persona como miembro o no de estos grupos. Pero, al mismo tiempo, lo que los lleva
a conectarse, encontrarse a través de Internet y conocerse son los contenidos que producen: a partir
de una manifestación, la música creada por las bandas, se abren muchas posibilidades más.
Imágenes: fotos de los artistas, fotos de los fanáticos “interpretando” a esos artistas, y hasta dibujos.
Texto: lyrics de las canciones y, por parte del fandom, infinidad de historias que tienen a los
músicos como protagonistas. A partir de estos medios de expresión se da la comunicación: por
ejemplo, buscando fotos de un artista aparecen páginas de otros fanáticos del mismo. Las zonas más
intensivas de actividad son los foros de discusión, que después de un tiempo en línea se convierten
en verdaderas comunidades virtuales.

¿Y qué pasa con Facebook?

El quid de la cuestión es la PARTICIPACIÓN. ¿Qué es la participación? ¿Estar es participar?


¿Unirse a un grupo me hace partícipe, o solo si publico y colaboro estoy participando?

Personalmente, considero que hay distintos “grados” de participación, de los cuales la ADHESIÓN
es el primero. Hay muchísimos grupos en Facebook, y en la mayoría puede verse que la cantidad de
miembros es enorme, pero solo unos pocos postean, crean contenidos, abren foros de debate,
comunican novedades. Es decir, mientras algunos participan creando, otros solo adhieren,
mostrando, en mi caso, su gusto y apoyo a la música japonesa.

Mi objeto solo permite ver adhesión: tiene alrededor de 3.500 miembros, pero apenas recientemente
se subieron algunas fotos, los foros de debate se cuentan con los dedos de una mano y los usuarios
que postean son una mínima parte de los que están en el grupo. El único grado de participación
visible es la adhesión.

Sin embargo, en otros espacios de Internet puede verse una actividad mucho más intensa, más
interacción, creación, incluso lo que se conoce como “inteligencia colectiva”, y permite la creación
de comunidades virtuales.

¿Por qué no sucede lo mismo con Facebook?

Las causas pueden ser varias: quizá la arquitectura no es lo suficientemente atractiva ni ofrece
tantas posibilidades como las plataformas más clásicas; tal vez, debido a que el movimiento
comenzó mucho antes en otros espacios de la web, el flujo de información no comprende a
Facebook como nodo en su ruta... Las innovaciones que FB podría presentar son, principalmente,
dos: por un lado, la posibilidad de encontrar gente con gustos similares sin tener que ir a buscarla
(con solo entrar a FB y señalar un interés, la propia plataforma sugiere a otros usuarios que lo
comparten); y, por otro lado, la utilidad de enviar invitaciones a eventos relacionados con el tema o
solicitudes para causas (por ejemplo, traer a determinada banda a Latinoamérica).

En conclusión, considero que si bien mediante las manifestaciones de expresión que permite la j-
music se crea una identidad común que lleva a formar comunidades virtuales, dentro de la red social
llamada Facebook esto no funciona del mismo modo. La razón no es clara, como ya expuse. Lo
cierto es que las comunidades virtuales en torno a la j-music existen, pero funcionan fuera de
Facebook: los fanáticos prefieren moverse en los espacios que conocen y comprenden,
considerando que son suficientes para expresarse y conseguir lo que buscan.

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