Sunteți pe pagina 1din 40

t c u a d e r n o s

Revista trimestral de literatura AñoIV - 2007 Nº14 3a


d e l

“Apuntes sobre
arte y religión”,
Esteban` Janiot
Poemas de
Mónika González
“Sociedad tecnológica y
libertad”, Jordi Quiñonero
Entrevista a Witold
Gombrowicz
“El patio:
Cadicamo”

Ediciones del Tábano c/Pozo 94 (bajo), Alicante c.p.03004 www.eltabano.org


INDICE
Editorial _________________________________________________ pág. 1
Poesía __________________________________________________ págs. 2-8
Ensayo __________________________________________________ págs. 9-15
Nombres propios _________________________________________ págs. 16
El patio __________________________________________________ págs. 17-20
Reseñas _________________________________________________ págs. 21
El Sótano: Witold Gombrowicz _______________________________ págs. 29-35

La tirada inicial de este número es limitada:


guarde celosamente su ejemplar,
en el futuro será pieza de coleccionista.

Redacción: Nelo Curti, Juanma Agulles, Las posibles colaboraciones deberán ser
Paco Alonso, Pedro Coiro, David Barber, enviadas a editabano@hotmail.com,
Tony Bruno y Alfonso Rodríguez. en formato word o a la dirección postal
Ilustración portada: C/ del Pozo, 94 (bajo). 03004
Lalo Capelleti Alicante
Ilustraciones interior:
Germán Yujnovsky, Leo Sarralde (SAR),
Lalo Capelleti

Diseño web:
Boris Garcés
Maquetación y diseño: Cuadernos del Tábano es una revis-
Maricarmen Grau y Nadia Yujnovsky ta independiente. Y, ¿ qué quiere decir
eso exactamente?, se preguntará
Colabora en este número: alguien. Pues quiere decir que no res-
Mónika Gónzalez Ortega pondemos a ningún interés comercial
Esteban Janiot o editorial y que cualquier colabora-
Jordi Quiñonero Oltra ción en este sentido (venga desde el
Edita:A.J. «El tábano» ámbito público o privado), será exclu-
Depósito Legal: A-571-2004 sivamente como aportación desintere-
ISSN: 1698-4706 sada al desarrollo de nuestro proyecto.
Imprime: CEE Limencop S.L. Y punto.
Editorial
Si fuésemos intelectuales, interesados única-
mente en cuestiones de letras, enterrados en ter-
minologías arcaicas, aburriríamos esta página ini-
cial con frases miopes, obligando a nuestros
pocos lectores a descifrarnos.
Pero la realidad marca que nos acostamos
tarde y al día siguiente estamos mareados, con los
ojos ardiendo, dolor de estómago, algo de tos, y
la cabeza en cualquier parte: así no hay quien se
ponga frente a un libro.
A pesar de todo llegamos al número catorce
e invitamos a Nicanor Parra, Gombrowicz, y Pío
Baroja, viejos compañeros que no dudaron en
sumarse a nuestro viaje; desde Latinoamérica
vinieron otros poemas, y los que vivimos en esta
ciudad que el verano infecta de turistas, cámaras
fotográficas, y camisas floreadas, aportamos lo
que nos permitió escribir la noche.
Quizás, dentro de tres meses, cuando toque
imprimir el siguiente Tábano, ya sea primavera.
Es un asunto personal con el calendario: ofendi-
do porque nunca lo miramos acelera el transcur-
so de los meses y nos condena a inviernos calu-
rosos, en que con bufanda y abrigo nos zambulli-
mos en el mar para fumar un cigarrillo y escribir
con la brasa disparates en el agua.
“¡Miren! Ahí viene un soñador. Y ahora vengan y matémoslo y arrojémoslo en una de las
cisternas; y tenemos que decir que una bestia salvaje lo devoró. Entonces veremos en qué
vendrán a parar sus sueños”

Génesis, versículos 19 y 20

página 2
poesía
Disturbio, por Nelo Curti

Estoy queriendo tocar algo,


gritar,
llover contra una puerta,
decir no sé,
me voy,
y abrirme la cabeza.
Ya no hables,
por favor no digas más,
lo único que intento
es caerme de la cama,
tropezar con un hormiga,
cortar las cuerdas
para que se vaya el cielo a la deriva.
Así que no me esperes
tras el rostro que pintaste,
no vivo allí,
y estoy abandonando esa forma de dormir.
Lo único que busco
es pasearme por el techo,
colgarme de las suelas,
mirarle al santo sus vergüenzas.
Ya me escurro,
2
me divago,
grito abracadabra
Un pez enloquecido salta por mis
y la pared se vuelve un arenal
manos,
donde de golpe cae un aguacero
a veces chispa, a veces hielo,
que inunda la distancia,
y nadie lo ve.
y antes de que me descubra el primer pez
Hago un ademán absurdo,
desaparezco
grito,
para que no le diga a nadie
aplaudo en mitad de un cementerio
que el hombre está solo,
y los que pasan
que no puede perdurar.
no saben disimular las ganas
de arrojarme un florero o una cruz.
No es posible un argumento,
y suenan tristes las palabras
cuando intentan remendar la calma.
Pinto en el aire un agujero
y me paro a ver
cómo la muchedumbre lo desvirga,
hasta que de pronto alguien me llama
y dice
que un hombre quieto
infarta la ciudad.

página 3
poesía

Que
rompa
de
una
vez
la
lluvia
y
caigan
esas
nubes
cobardes
cuervos
que
no
se
atreven
a
arreciar
contra
nosotros
pobres
criaturas
que
queremos
suplicamos
subir
en
el
estómago
de
un
pájaro
y
perdernos
en
el
viento.

página 4
poesía
4

Los zapatos duermen


como mascotas fieles
a un lado del hombre.
Cuando amanezca
irán con él
hacia el rito consabido.
El hombre a veces
cierra los ojos
en mitad de una vereda
y espera que ellos
se equivoquen
y lo pierdan.
Por lo general,
cuando vuelve a mirar,
está llegando a su escritorio.
Demasiado fieles, 5
los zapatos.
Un fogonazo,
cualquier cosa,
algo,
una idea
-una idea no-
algo caliente en la cabeza
mutilando
los martillos enanos
de la lógica,
un disturbio,
una amenaza,
cualquier desequilibrio
que ponga mi cansancio
en pie de guerra,
un agujero
por donde perder
de vez en cuando
un paraíso,
un ojo en la nuca
para que sea imposible 6
la traición.
Desperté en la noche
y no pude conocerme.
Las sillas vacilaban,
un lápiz
moría de silencio.
Como cuando la suma de los pasos
te devuelve al mismo lecho,
como una hormiga
en las mandíbulas del tiempo,
como la tierra mañana
-después del hombre-
desperté y no supe
si había alguien
dentro de aquel miedo.

página 5
poesía
Poemas de
Mónika González

Tríptico del limitado paisaje Tarde juanramoniana

I Cuando las manos de mi madre


Pétalos y tallos, sensible arquitectura. entierran en el vaso
Charcos, criptas líquidas los delirios de la orquídea
donde yace el ocaso, traes tierra
después del último ladrido de la tarde. olor a grito aprendido de memoria.

II Por qué no poner flores a los vivos


Lejano, si esta luz pertenece a quien palpita
una maceta en la ventana a quien resume la ausencia de los trenes
detiene mis verdehorizontes a quien por dentro lleva un aguacero
por indocumentados. a quien…
Dónde podrá dormir la primavera,
si a esta casa-noche Soy aquel muro de piedras
no le caben inquilinos. en la mirada del niño
única vena restaurada
III que se queda con el trueno de la hierba.
Cómo hablar del aguacero en tu ausencia;
si un delantal estampado con reproches Dedico un verso al ciruelo conforme
castiga, echándose las puertas al bolsillo, acompañando a camino
seca las gotas de agua a las cosas que a esta hora
que me reservó el alero inauguran en los huesos
y aristocráticas rejas sus máscaras de angustias.
te niegan los pasos.

Fragilidad

Delito
ignorar los relojes que su piel madura
coleccionando jardines.
Frente al espejo
cualquier vestido es un ridículo
esmero de impaciencia.
Cada lunar
un archivo de orgías inaplazables
donde se guardan ilícitos sueños.
Tiene antídotos para el recuerdo
la expresión de sus muslos.
Con los poros alerta
detiene el impulso del cielo
en las bocas del naufragio.
Inventa la primavera
de horizontes sin remos.
A ella puedes volver
ebrio de sol
cuando la ciudad te venza.

página 6
poesía

Poemas de
Paco Alonso

Las moscas

Una vez más las moscas, las arañas,


los tábanos oníricos,
misteriosos, arcanos, esótericos,
o la libélula.
Una vez más la oruga,
la tarántula,
el escorpión que sube hasta la vértebra
y se pone en la boca
de un cadáver desnudo.

Una tarde, una noche o algún día


de calor o modorra
la cigarra en el aire
con su ritmo de lija o de hoja seca. Deseos

Una vez más el lánguido mosquito, Si yo estuviera ahora con lo que es noche, con
la cucaracha de las piedras verdes, el mar sombrío y la luna desnuda,
la salamandra que salió del pozo, con el temblor de las hojas amarillas,
el sapo en la oquedad de agua podrida, con la respiración de la yerba.
las ínfimas criaturas microscópicas…
Si yo viviera con la memoria de la tierra,
Y lo que está más lejos: el espacio sobre todo si yo muriera con la tierra,
de cavernas o largos laberintos, si tuviera manos que tocaran
los abismos terribles de la tierra, el germen duro, la semilla antigua,
las entrañas del mar inexorable, la biología de la piel,
lo que sigue latiendo, la grieta que se abre,
y gritando, clamando en las entrañas la respuesta del estiércol,
la vida orgánica o vegetal, la oscura la sombra que hace al caminar el hombre.
existencia abisal, o lo invisible
o lo que no se sabe o aún se ignora. Si yo estuviera ahora en el muro, si
tuviera fiebres, sensaciones, miedos,
Todo en mí se congrega : la amargura, si caminara por la noche de los locos,
el peso de mi historia y de mis vicios, si vagara por la noche de los suicidas,
la memoria que guardo como hombre. si oyera el grito de los desesperados,
Siempre, en torno de mí, si la luna estuviese desnuda, si
las mismas moscas. fuera mía la memoria de la tierra.

página 7
poesía

Poemas de
Alfonso Rodríguez

Sonríe alucinada

Solamente, como la una


-rostro de miles-
me quedo despierto
mirando cara a la blancura
este trozo de más muerte
que se empeña en criticarme
y no encuentra otro motivo
que la palabra que nunca se dijo.
Pero es que nunca se pudo decir
y además ya estaba dicha
con otras palabras.

Acompañado, como luna


que sonríe alucinada
-cara conmigo-
me voy dormido
caminando codo con codo,
mano a mano,
brazo en brazo.
Este trozo por fin de más vida
que se empeña en dejar
transcurrir el tiempo
mientras somos y aparentamos
ser felices…
y no hallo más razón para decir
que una respuesta a destiempo.

Luna

No despertará todavía, ella es preciosa. Dejará que el sueño la acoja. Sus senos, viéndola cómoda, vendrán a
ti importantes como el mañana. En el lecho del mar, balsa salina, a media luz será transportada a la Villa de
la Mara, será testigo: la paz inmensa de un desierto poblado de caricias. Te contará cómo es su mundo de
deseos donde no alcanzan fantasmas, cómo la noche mece la oscuridad y ella, que se desliza entre tu cuerpo
y las sábanas quiméricas, es suave como la brisa, al igual que su luz ante la ventana. Te colarás por sus surcos
sólo para conocer. Acaso comprenderás que siempre hay una distancia. Te colarás por sus surcos sólo para
conocer. Acaso aprenderás que siempre hay una distancia, aunque lo niegue la física y lo afirmen, de tanto,
sus ojos.

página 8
ensayo
trayecto como continuo, senda o camino expuesto a la
variabilidad. Así la aceleración a través del ingenio des-
truye la hipótesis de lo inmediato para pasar a mos-
trarnos que la velocidad es una mediación, y que, con-
forme crece, requiere de más intermediaciones que
tienden a aumentar la incertidumbre pero dejan cerra-

Lo veloz
da la variabilidad.
La experiencia vital del viaje entra en un túnel
por Juanma Agulles muerto, en un tránsito por un no-lugar que nos depo-
sita en un nuevo escenario sin que se haya producido
ningún cambio fundamental en el trayecto. Incluso un
sueño profundo durante un viaje en avión elimina de
1 un plumazo el único aspecto de lo exterior que aún
quedaba dentro del habitáculo desligado del espacio:
Cada época ha pensado de la anterior que las cosas los demás viajeros. Si no es posible el sueño, una pan-
iban más lentas y que la velocidad en que se encuentra talla en el interior se encargará de mantener la vista al
inmersa en el presente no es nada comparada con la frente y, al mismo tiempo, recomponer la narratividad
aceleración de los ritmos en un futuro cada vez más a través de alguna ficción que hará las veces de sustitu-
cercano. to de lo vivido. Piénsese en el absurdo de un viaje en
La mitología de lo veloz —de lo más veloz— faci- avión en el que la pantalla nos ofrece la historia de un
lita una visión lineal del paso del tiempo, una unidirec- viaje. Algo que ocurre siempre, bien pensado, toda vez
cionalidad de la experiencia vivida que, además, pre- que el artefacto narrativo es siempre un artificio sobre
tende impedir el conocimiento del presente, envuelto el tiempo —“convierte la muerte en destino”, decía
como está en una vertiginosa carrera entre lo que fue Malraux— hable o no hable de un viaje de forma
y lo que será. La velocidad genera incertidumbre sobre explícita.
el trayecto y, cuanta más aceleración, más impredecibi- Así se trata de recomponer la mirada de un viajero
lidad, más cercana la posibilidad de la catástrofe. que ha sido abruptamente segmentada por la veloci-
Se confunde lo veloz con lo inmediato. Cuando, en dad, de tal modo que en la aceleración extrema el pasa-
realidad, es totalmente dependiente del medio, del jero tiene la sensación de no moverse en absoluto.
ingenio donde el cuerpo humano se injerta para Haciendo un giro de tuerca más, en la relación de
desarrollar una aceleración. Requiere del sujeto su la imagen y la velocidad, por lo que respecta al viajero,
coseidad, que el cuerpo se entregue a la máquina como se advierte cómo al haberse roto por completo la
materia prima y pasivamente acepte la velocidad que la narratividad del trayecto (“me metí en el avión, me
máquina, en su inercia, desarrolla sobre él. Cuanto más dormí y al despertar estaba en Moscú”), la captura de
sofisticado se vuelve el medio, menos energía sanguí- imágenes del nuevo lugar se convierte en algo impres-
nea es necesaria para generar la inercia; pero, al mismo cindible, casi una obsesión. Las fotografías para mos-
tiempo, la máquina se vuelve más independiente y trar a la vuelta son las evidencias de que se ha estado
ajena al cuerpo. Mucho más cuando el ingenio del en otro lugar. Se trata de confirmar con pruebas gráfi-
transporte se convierte en colectivo y la participación cas lo que el viajero no se puede explicar a sí mismo,
del sujeto en el desarrollo de la velocidad se vuelve ya que ha sido “objeto” del viaje. Al ponerse tras el
superflua. Se convierte así en pasajero. objetivo de su cámara se reclama como partícipe en su
Una historia de la aceleración daría como resultado condición de cazador de instantáneas. No se da cuen-
esa cosificación creciente del cuerpo y la mayor depen- ta, sin embargo que, cuando aparece sonriente junto al
dencia de la ortopedia en la movilidad. Al mismo tiem- monumento inevitable y comenta “ese soy yo”, se
po, el acercamiento supuesto de los lugares por la petrifica solemnemente, cerrando el círculo perfecto
compresión del tiempo en el desplazamiento elimina el de la alienación en lo veloz.

página 9
ensayo
2 automovilizados se da de bruces con la realidad de
los atascos y la multiplicación del tiempo y energía
La historia de la acumulación de bienes en el capi- empleados en cada desplazamiento. El automóvil
talismo moderno es, de algún modo, la historia de la sigue una lógica suicida. Para que se haga efectiva su
aceleración de los flujos, de la multiplicación de los potencial velocidad es necesario destruir el espacio
desplazamientos de mercancías, cuerpos y residuos intermedio que separa un lugar de otro, por medio de
derivados de la producción ingente. Es, en el límite, la la construcción de autopistas y autovías que homoge-
alocada carrera en pos de la consecución de un ideal: nizan el tránsito y parten en dos el paisaje; se extiende
la supresión del espacio como resistencia a la dinámi- el tapiz de alquitrán sobre la piel del mundo, multipli-
ca de acumulación, como lo que permanece, lo que cando la superficie construída de esa especie de anti-
está ligado a la tierra. lugares excluyentes de la vida. Se especializa al límite la
A la lectura positiva y revolucionaria contra un vía para desarrollar mejor la velocidad, mientras los
régimen de tenencia hereditaria al que se quiere disol- puntos de partida y de llegada se congestionan en sus
ver en la acción productiva, se debe adosar ese otro entradas y salidas, haciendo inútil el ahorro de tiempo
par que a menudo la visión “progresista” del mundo en el tránsito por su dilatación en el nodo: lo que se
olvida: la inmovilización de lo acumulado en el proce- adelanta de un lado se elimina de otro. Tal es el límite
so de producción. Es decir, que la aceleración de una del absurdo que lleva a la consecución de un viaje
parte de la sociedad para la mayor acumulación de veloz de un lugar intransitable a otro invadido por el
beneficio, tiene como condición necesaria la inmovili- mismo artefacto que permite llegar a él.
zación de otra parte. Mientras el capital acelera sus flu- Es curioso cómo la ingente producción publicita-
jos, se inmoviliza el trabajo, se confina en fábricas, en ria para televisión se refiere mayoritariamente a los
barrios, en naciones bien delimitadas, en los cada vez automóviles, y cómo el símbolo de la libertad y la inde-
más estrechos márgenes de la legalidad que santifica al pendencia se muestra a menudo transitando veloz-
propietario de bienes y criminaliza —privándolo de mente por carreteras desiertas en parajes áridos u hos-
libertad, encerrándolo si es necesario— a quien tiene tiles, cuando no en la noche deshabitada de una ciudad
su cuerpo como única mercancía que ofrecer en esa futurista —es decir, muerta— contraviniendo cual-
encrucijada de flujos que se llama mercado. quier imagen que tenga que ver con la realidad de un
La acumulación se basa en esta dialéctica de múlti- embotellamiento en hora punta.
ples reflejos fractales entre la movilidad y el confina-
miento, entre lo veloz y lo estático. Se entiende así la
aparente contradicción de una aceleración que refuer- 3
za la inmovilidad, la multiplicación de supuestos verti-
ginosos cambios que sostienen las condiciones nece-
sarias para que todo permanezca inamovible bajo el Esta lógica absurda —que no incoherente— es
mismo régimen de explotación. central para la acumulación. La sensación de estar
La automovilización masiva del capitalismo siempre en movimiento está al servicio de las perma-
moderno se emparejaba con la democratización en el nencias en lo mismo. Estar preparado para continuos
consumo, con la participación del pedazo de pastel en cambios de trabajo —por ejemplo—, pero bajo el
el beneficio de algunos sectores de la fuerza de traba- mismo régimen de esclavismo asalariado.
jo. Al mismo tiempo, se suponía, incrementaba la Los discursos de los medios productores de ideo-
movilidad e individualizaba su uso a través de los vehí- logía están penetrados de esta ansiedad por lo veloz.
culos privados. El automóvil fue la gran promesa del El texto se fragmenta, la imagen impactante se super-
capitalismo de la posguerra, y por ello es uno de los pone a cualquier hilo argumental, con planos de
mejores reflejos del absurdo que el mito de lo veloz menos de dos segundos se pretende “reproducir” el
nos ofrece. mensaje que una realidad fragmentada nos envía, evi-
La mayor velocidad posible de los desplazamientos tando así aclarar cuales son las persistencias y cuales

página 10
ensayo
las resistencias ante la dinámica de la acumulación. Mientras la cercanía no sustituya a la velocidad será
La producción de una sensación de velocidad difícil incluso saber dónde está uno situado. Y, así,
máxima trae aparejada la ingravidez. Ese estado de tomar una postura se volverá cada vez más difícil.
inmovilidad expectante causado por la aceleración, es Podemos aparecer como por arte de magia un sábado
claramente funcional a las permanencias que se deben por la mañana en París, y el lunes regresar a casa sin
conservar para que una parte siga produciendo e tener las más remota idea de qué hemos visto u oído;
inmovilizando sus beneficios. De modo que lo veloz la impresión será superficial, instantánea y sin relieve,
trae aparejado su contrario y engendra las condiciones como las del papel fotográfico. Así seremos una expe-
para un colapso de la movilidad. riencia sin fondo, muy parecidos a los replicantes de
La comida rápida es rápida a condición de dejar de Blade Runner, que portaban su pasado en una caja de
ser algo parecido a un alimento. zapatos llena de fotografías.

Ediciones del Tábano


Próximas publicaciones
Palabra de barro (Antología poética), Paco Alonso
Esta antología reúne muchos de los poemas que Paco Alonso ha ido escribiendo a lo largo de más de 35
años. La soledad y la esperanza mezcladas en las noches de una ciudad que parece desconocerlo, perdido por
las calles, preguntándole a los muros por la infancia y el deseo, con la dolorosa libertad de quien se sabe
abandonado por los dioses.
Las fotografías de Pablo Valero acompañan el viaje del lector por estas páginas que serruchan desde el
comienzo cualquier postura indiferente

Introducción al fabulismo, Nelo Curti


Al leer el título cualquiera se preguntará ¿qué es el fabulismo?, ¿una corriente artística?, ¿otro manifiesto?, ¿un
partido político?, y aumentará su desconcierto si continúa interrogándose en ese sentido, ya que no se trata de
un esquema a puertas cerradas, sino de un compromiso con el juego, la incertidumbre y el absurdo.
Ilustrado por Leo Sarralde, “Introducción al fabulismo” reúne relatos y poemas de Nelo Curti que caminan
entre el desconcierto y la ironía sin una meta definida, desertores de la Verdad, abdicando de los maestros
sagrados sin dar tiempo a que cante ningún gallo.

Desafección, Juanma Agulles


Tras la infancia espera el mundo. La puerta que vedaba la distancia un buen día se abre y nos deja solos ante la
posibilidad de huir abandonando lo que aparentaba protegernos.
“Desafección” es la crónica del camino que recorren quienes deciden aprovechar la oportunidad que les brin-
da dicha puerta.
En su tercer libro, Juanma Agulles baraja la narrativa y el ensayo para que el lector libre una partida consigo
mismo y ponga en duda la porción de realidad que le concierne, esa que da cuerda al reloj mientras decimos
“buen día, soy Fulano”, como nombrando a un ausente.

página 11
ensayo
como dijo Sartre— una chispa entre dos nadas. En el
hombre suponer otra vida después de la muerte fue
una aspiración permanente y más aún una necesidad
instalada en el corazón. Y, aunque nunca se pudo dar
una prueba concreta de esa posibilidad, ello arraigó
por medio del fervor místico y la fe, alimentando la
imaginación.
El hombre necesitó dioses que le garantizaran su
vida supraterrenal y los creó con su imaginación y les

Apuntes sobre
atribuyó sus propios caracteres. Dioses crueles, guerre-
ros como los asirios, con deslices humanos como los

Arte y Religión
griegos, sensuales como los del budismo, duros y
selectivos como el Yahvé judaico o el Alá islámico;
firme y misericordiosos como el Jesucristo de los cató-
licos. Imaginó sus moradas, olimpos, paraísos, infier-
por Esteban Janiot nos. Entones estableció como un principio necesario
que, en la eternidad de la morada divina, podía encon-
trarse la prolongación infinita de la vida terrena. Es
decir que la fe sublimó la existencia hacia una eterni-
Tremenda pasión esa de que dad que aparece —paradójicamente— incierta.
nuestra memoria sobreviva por En la humanidad temprana ya se nos muestra la
encima del olvido de los demás. relación de la religión con el arte. Ocurría que con los
Unamuno desvaríos imaginarios en los hombres primitivos ante
el rayo, el trueno, el sol, la luna, el nacimiento y sobre
todo la muerte, se producían las primeras obras más
En la vida del hombre el arte comparte con la reli- que como respeto a los muertos, como una ofrenda a
gión el ámbito de lo sobrenatural, lo irreal, en suma, lo la inmortalidad. Cuando no se hacían para los vivos
imaginario, ya que —según se mire— arte y religión, más que chozas de tierra y cañas, que la intemperie
aunque transitando por caminos diferentes, tienen una destruyó, se construían para los muertos túmulos de
meta común: trascender la finitud. El arte puede, con piedra que aún perduran. “Este culto, que más que a la
la religión, compartir el corazón del hombre. No así el muerte fue a la inmortalidad, inicia y conserva las reli-
cerebro. Nada racional puede fundamentar una reli- giones actuales”, escribió Unamuno.
gión, por más filósofos y doctores eclesiales que desde Así como las premisas de la fe no tienen sustento
el fondo de los siglos lo invoquen. racional ni soporte empírico, tampoco las “verdades”
Tampoco el arte tiene un cauce racional —aunque del arte se sostienen en realidades lógicas sino intuiti-
beba de su agua— sino fundamentalmente emocional. vas. La fe en el arte se llama emoción estética y es una
Decía Unamuno: “Preguntad a cualquier artista since- fuerza que induce al sentimiento del artista a buscar
ro qué prefiere: que se hunda su obra y sobreviva su ese lenguaje que modelará la originalidad, lo singular,
memoria o que hundida ésta persista aquella y, si es de lo irrepetible de su mensaje. Ese mensaje que no es
veras sincero, veréis lo que dice. Obrar por la obra otra cosa que su propia obra y que en ella leva profun-
misma es juego y no trabajo.” da y oscura —en la angustia ejecutora— esa ansia de
A lo largo de toda su historia la humanidad se inmortalidad que el mismo artista, muchas veces, igno-
esforzó siempre por investigar y conocer. Pero además ra desde la superficie de su razón.
—¡vaya pretensión!— conocer: cómo se conoce. Osea: Cuando el arte utiliza conceptos es sólo como
cómo es el mecanismo del conocimiento, cuales son herramientas de la expresión, como medios, nunca
las causas primeras y los fines últimos de su existencia. como fines. El mensaje político que no llega a expre-
Sobre todo la angustiaron los fines últimos. En resu- sión estética queda en el panfleto. La imagen erótica
men, su inquietud la empujó a tratar de develar el sen- que no alcanza la forma de sensualidad estética, está en
tido de la vida, aunque esa búsqueda fuera aguijoneada riesgo de ser pornográfica, algo prostituido, como
—paradójicamente— por el miedo que le producía el entregar un cuerpo pero sin espíritu. Sin sentimiento
misterio de la muerte. Ése es el límite que la ciencia y no hay arte, cualquiera sea el tema que se trate. Pero
el conocimiento no pudieron trasponer nunca y por lo cuando se dan el sentimiento y el genio, ¡vaya si hay
cual el hombre se sintió perpetuamente desamparado arte! Algunos ejemplos: de la crítica social Sin pan y
en la infinita planicie de su angustia existencial. Porque sin trabajo (Ernesto De la Cárcova), de la lucha de cla-
desde siempre el hombre no quiso, no quiere y no que- ses Chacareros (A. Berni), de la imagen erótica La
rrá morir. Porque el ser es ser para siempre o será — Venus criolla (E. Centurión), de la fascinación de un

página 12
ensayo
paisaje Fin del invierno (F. Fader), de la melancólica Es como el sentimiento del artista que instala en su
paz interior Desde mi estudio (F. Lacamera), y podría- obra un lenguaje de formas y colores, como un poema
mos seguir. ¿Qué son antiguos? No, son inmortales. o una música que llega y queda enredado en los entre-
No es con tiburones sumergidos en formol que se sijos del corazón. Luego, vendrán o no las exégesis y
establece una emoción estética, estaríamos más cerca las explicaciones técnicas como un manual de modo de
de una curiosidad de las ciencias naturales. Tampoco empleo que me recuerdan a ciertos estudios anatómi-
serviría aplicar un espejo de veinte toneladas y diez cos que para ver cómo funciona un órgano tienen que
metros de diámetros al pie del Rockefeller Center, o matar al organismo.
presentar cuatro docenas de camas en un museo o sal- La obra de arte genuina queda instalada en la his-
tar en una cama elástica para evocar la ascensión de la toria humana por derecho propio, como un testimonio
Virgen María a los cielos. Sólo reconozco esto extra- de sus amores y sus odios, sus miedos y sus esperanzas
vagancias propias de una sociedad burguesa, aburrida, de trascendencia, convertidas en imágenes. Como una
mercantil y decadente en su próspero y corrompido respuesta sensible, una verdad intuitiva a la gran pre-
mundillo, limitado a la finitud de su mediocridad a la gunta de esa misma historia, de esa misma vida.
moda. El arte —como la religión— sublima la vida (por
Asimismo, los pretendidos interlocutores de Dios supuesto que la práctica eclesial organizada y ceremo-
en la tierra, también generan novedosas idolatrías para niosa que se instituyó como una profesión con jerar-
movilizar fieles: plegarias que prometen mejorar situa- quías y un poder global, es otra historia), como asimis-
ciones personales, manos sanadoras que ejercen suges- mo es otra historia el pseudoarte promocionado glo-
tiones sin fundamentos, imágenes que desatan los balmente por los gurúes de los vernisages con cham-
nudos de nuestra aflicción, etc. Pero la religiosidad cer- paña y fotos de revistas burguesas. El arte auténtico
cana al arte es aquella que se cultiva en lo más recón- que busca su pasaporte para la historia se genera en la
dito del corazón y llega a tener con su Dios una rela- soledad del sentimiento y, aunque salga luego para des-
ción coloquial y no multitudinaria. lumbrar, es en un oscuro rincón, en las tripas del alma,
No hay catecismo ni funcionarios —por más donde tiene su placenta. De allí, no del mercado, nace-
solemnes o fastuosos que estén ataviados— que pue- rá la obra que anunciará a otro apóstol de la fe estética
dan garantizar la fe. Sólo la angustia de querer vivir para trascender —por medio del arte— a su finitud
para siempre arraiga la fe en el alma. No es por razón humana.
sino por emoción.

página 13
ensayo
ramente asociada al dominio tecnológico. Pero en este
dominio tecnológico encontramos una nueva caracte-
rística, como mínimo, preocupante, a saber: al
mismo tiempo que se apoya en la ignorancia la incre-
menta e incluso la hace necesaria ya que esta ignoran-
cia garantiza sumisión, pues en este sistema no es

Sociedad tecnológica
bueno que se conozcan en general todos los riesgos a
los que estamos sometidos.

y libertad
Es otro error que se comete habitualmente al abor-
dar el tema de la dominación tecnológica, el plantear
cuestiones ecológicas como cuestiones apartadas del
cuerpo de la crítica social y darles un contenido solo
por Jordi Quiñonero Oltra técnico. Y es un error porque no es realista creer que
se puede criticar el aspecto medioambiental de la
sociedad tecnológica sin cuestionarse al mismo tiempo
la sociedad capitalista en cuyo seno se da esa sociedad
industrial/tecnológica. Inseparables son la una de la
otra. Y por plantear también un punto flaco de la crí-
Que vivimos en un mundo ultra-tecnológico es tica antiindustrial, ésta tampoco debe obviar que la
algo que hasta los análisis más ligeros no pueden sino sociedad industrial–tecnológica es también capitalista,
admitir, la diferencia estará en que esto se vea como de consumo, espectacular...
positivo y liberador o todo lo contrario. Que el bando desde el que hablo es el de quienes
La espiral tecnológica en la que se encuentra no creen que la tecnología sea en ningún punto eman-
sumergida la sociedad ha sustituido a la fe religiosa, es cipadora debe haber quedado claro a estas alturas, pero
decir, la tecnología es la nueva fe; y como la anterior, también quiero diferenciar dentro de este bando. Hay
solo puede pervivir en una eterna huida hacia delante quienes creyendo que la tecnología no es liberadora en
en la que la tecnología se justifica por si misma. las actuales circunstancias, tienen fe en que, cambian-
Ejemplos de esto no faltan, pues la fe en la terapia do su gestión de manos y siendo socializada la tecno-
génica es como poco parecida a la creencia en los mila- logía, esta será de repente liberadora. Esta falacia de la
gros, y la fe en que un nuevo avance tecnológico solu- neutralidad de la tecnología abunda en muchas teorías
cionará los problemas provocados por la misma tec- y en muchos ambientes del ghetto de la crítica no se
nología es como la fe en la omnipotencia divina. sabe si por miedo a una sociedad excesivamente dife-
Toda esta fe se sustenta socialmente en los benefi- rente a la conocida o por la creencia a pies juntillas en
cios que se supone que esta sociedad tecnologizada teorías desfasadas, pero no por ello es cierta. Una tec-
nos aporta en cuanto a calidad de vida. Como decía nología socializada seguirá consumiendo recursos
antes, naturales, generando impactos en el ambiente y la
esto sólo pueden mantenerlo los análisis más lige- salud, generando especialización y división del trabajo,
ros de la sociedad que obvian la generación artificial de creando falsas necesidades... Además, en la criba de lo
necesidades, todas ellas ligadas al acondicionamiento bueno y malo de la tecnología, ¿quién decidirá qué es
tecnológico de la existencia (coche, CD, DVD, redes qué?, ¿dónde se pondrá el límite? Enfrentar esa falacia
informáticas,...). Usando un viejo concepto del marxis- a la realidad es lo que hace que caiga por sí misma.
mo podemos decir que el mínimo de subsistencia no Esa realidad es la que nos dice que una sociedad en
ha crecido (lo que hubiera hecho que dejara de ser la que delegamos totalmente en todas y cada una de las
mínimo) en calidad, solo se ha tecnologizado. cuestiones importantes (algunas, como la energía
Pero, ¿qué otras cosas olvidan estos pretendidos nuclear, vitales pues nos va la vida en ello) relacionadas
análisis del beneficio tecnológico? Obviamente olvidan con la tecnología, y una sociedad en la que vivimos en
los riesgos asociados a este desarrollo, y sobre todo un umbral elevadísimo de inseguridad a causa de la tec-
olvidan que estos riesgos, lejos de ser asumidos por la nología (transgénicos, residuos nucleares, radiaciones,
gente han sido impuestos aprovechando la ignorancia cánceres, coches...), no puede, en absoluto, ser libre. Si
y los progresos de la alienación (también llamados a todo eso unimos los efectos sociales como son: la
publicidad, estudios científico-mediáticos...), por tanto división social en cuanto a conocimientos, es decir la
ya tenemos por aquí una reducción de la libertad cla- verticalidad, las relaciones sociales basadas en el inme-

página 14
ensayo
diatismo, el abandono de conocimientos que faciliten pocos ejemplos, los transgénicos, la energía nuclear,
la autonomía frente a la dependencia que genera la tec- autovías y trenes de alta velocidad, pantanos, saliniza-
nología..., no encontramos un escenario muy halagüe- ción de tierras, deforestación, las megaciudades....
ño para la emancipación. Ningún botón mágico desconecta todo esto y lo
Que no es momento para que, desde la crítica, se devuelve todo al momento anterior a la bomba atómi-
planteen alternativas, es algo que sólo los muy ideolo- ca; la destecnologización total de la sociedad no es
gizados son incapaces de ver. Que son malos tiempos posible y poner ese mínimo en cualquier programa de
para la revuelta, pues lo mismo. Un análisis crítico y acción es, como poco, desmovilizante, ya que el cons-
realista puede que no guste a muchos, pero es tal vez tante tropiezo con una realidad tozuda acaba por hacer
por eso muy necesario. Ninguna crítica seria de la que nos quedemos en casa cabreados por lo mal que
sociedad industrial/tecnológica/capitalista/espectacu- está todo, o esperando un revolución que siempre esta-
lar/mercantil, etc., etc., puede plantear un programa rá por llegar.
completo, perfecto, para acabar con la dominación tec- Por tanto desde este texto se pretende que como
nológica (basado en el rescate de ideologías del pasado, mínimo empecemos a desmontar la aceptación irrefle-
o en una huida al campo totalmente irreal, o la con- xiva del complejo industrial en nuestras vidas, que no
fianza en la cogestión del desastre), que si bien es un se acepte, como si tal cosa, la necesidad fascista de
fin deseable, no es posible en este momento ya que cierto tipo de gadgets tecnológicos sin los cuales no
muchos de los impactos que ha generado esta sociedad podemos ser ciudadanos. A partir de aquí, que cada
han sobrepasado con creces el punto de no retorno y cual saque sus propias conclusiones y encuentre sus
es este un nuevo límite a la libertad, por poner unos vías de acción y reflexión.

página 15
nombres propios

Pintores inéditos:
Giorgio "il Barbone" Tagliatella

Giorgio hacia la cuarentena capaces de realizar.


Giorgio dispuso de todo el material y tiempo nece-
sarios; para las doce figuras que totalizaban la serie se
El episodio que impulsaría definitivamente a fundieron 20.000 kilos de bronce. Giorgio procedió de
Tagliatella fuera del poco prestigioso bando que forman la siguiente manera: previendo que la mayor dificultad
los héroes, tuvo lugar allá por el quince al diecinueve de se encontraría en la figura humana, moldeó primero los
octubre de 1995. seis manueles, comenzando por los doce años, y los
Aún el eco de sus famosas palabras apaga velas en otros cinco que representaban al duque con una dife-
la plaza Alcibíades, como ocurrió la noche en que la rencia de ocho años entre cada una de las figuras. El
contienda encontró su fin: "Basta tan sólo uno como error que terminó con la expulsión de Tagliatella de los
yo, enfrentado a un pelotón, para obtener una saludable dominios de Conato, fue la imposiblidad de unir las
decoración rojiza en alguna pared que se ubicare figuras humanas con los caballos; tan sólo un manuel
detrás". pudo unirse a un equino, los otros cinco o quedaban
Tal era su entrega al efecto patético. muy holgados en la montura o era imposible sentarlos.
Manuel Conato regentaba la plaza Alcibíades en esa Giorgio no recibió un centavo por su obra. Esperó
época, conocida por las banderitas azules -tejidas por el indignado hasta 1995 para su venganza, fecha en que
propio Conato- que se alzan en distintos puntos del logró reunir un grupo de invasores digno, que se ocu-
parque, a cuenta de celebrar acontecimientos que así lo paran de recuperar los caballos: había recibido otro
merecen. pedido de esculturas ecuestres. La descripción de la
Rondando el año 1972, Manuel tuvo la ambición de batalla que se ofrece, la encontramos en el dietario del
hacerse construir seis figuras ecuestres que lo represen- copista Manuel M. Velloso:
taran acompañado de su equino en diferentes etapas de
la vida de ambos. Envió comunicados a todos los pue- Anuladas vueltas y sierra que recuesta
blos cercanos ofreciendo una importante suma de dine- un ala con blancura; resignado a la solemnidad y
ro al escultor que emprendiera la tarea. Al enterarse expectante de mitos, me recuesto también y observo:
Giorgio del pedido, tuvo una primera reacción que hombres de andar agachado se resisten a la captura y
pocas esperanzas de conciliación ofrecía: "Ni que me lo ejecutan obras inquietantes; dorados yacen
pidiera, la escultura carece de luz propia y por tanto no con sus caballos muertos, arrancaídos, agrietados;
es digna de representar vida. Yo sólo haría las figuras siluetas deformadas por la cobardía y
muertas". La escasez de artistas en la zona, unido a la banderas azules, vastas, ocupan el terreno del
precariedad económica en que nuestro Giorgio se infortunio.
encontraba, facilitaron un encuentro entre este y
Manuel. Tras doce días de discusión intensa, acordaron Giorgio resultó vencido, incluso desde el primer
que Tagliatella se encargaría de las esculturas sólo si momento: temeroso de un grupo de adolescentes que
estas representaban acciones que carecieran de movi- disponíanse a recoger los frutos de un manzano se
miento; como se ha señalado, eran en realidad las úni- creyó amenazado y huyó, al grito de "si vienen los
cas que, no sólo el caballo, sino también Conato, eran indios yo escondo la cabeza".

página 16
el patio
El patio
por Tony Bruno

La palabra tango suele comúnmente asociarse con música, baile y Río de la Plata, no es tan común que se la
asocie con poesía, y menos con literatura, sin embargo, desde el nacimiento del tango Mi noche triste con letra de
Pascual Contursi en 1917, comienza un vínculo entre la literatura y esta música ciudadana que continúa hasta
nuestros días; cumpliéndose ahora en 2007 noventa años, durante los cuales se ha ido enriqueciendo con el
aporte de mujeres y hombres de letras, interpretación y composición musical.
En este número inauguramos un espacio al que están invitados, para dis-
frutar poesías que también son letras de tango, y conocer algunos
aspectos de sus creadores.
Por una había que empezar, la que elegimos tiene el
mérito de ser la protagonista de la anécdota que deci-
dió la aparición de esta columna. Lluvia, noche,
Alicante, calle del pozo, tetería del tábano, aire
con voces y punteo de guitarra, ronda de
mate, Nelo, barra, gente, Mario, humo,
Anabel, yo, charla mediante y entonces
sucedió... Apareció ella, se nos coló entre
las palabras. Con el sentimiento de que
abrazábamos algo genuino, bello, fuimos
recordando los versos de Nostalgias que
ahora compartimos con ustedes.

Nostalgias Angustia
Tango de sentirme abandonado
Música: Juan Carlos Cobián y pensar que otro a su lado
Letra: Enrique Cadícamo pronto... pronto le hablará de amor...
¡Hermano!
yo no quiero rebajarme,
Quiero emborrachar mi corazón ni pedirle, ni llorarle,
para apagar un loco amor ni decirle que no puedo más vivir...
que más que amor es un sufrir... Desde mi triste soledad veré caer
Y aquí vengo para eso, las rosas muertas de mi juventud.
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas... Gime, bandoneón, tu tango gris,
Si su amor fue "flor de un día" quizá a ti te hiera igual
¿porqué causa es siempre mía algún amor sentimental...
esa cruel preocupación? Llora mi alma de fantoche
Quiero por los dos mi copa alzar sola y triste en esta noche,
para olvidar mi obstinación noche negra y sin estrellas...
y más la vuelvo a recordar. Si las copas traen consuelo
aquí estoy con mi desvelo
Nostalgias para ahogarlo de una vez...
de escuchar su risa loca Quiero emborrachar mi corazón
y sentir junto a mi boca para después poder brindar
como un fuego su respiración. "por los fracasos del amor"...

página 17
el patio
Su autor, Domingo Enrique Cadícamo, nació el 15 Santos Discépolo, Homero Mansi , Celedonio
de julio de 1900 en la estancia Los Maireles, donde su Esteban Flores, Cátulo Castillo, Pascual y José María
padre trabajaba como mayordomo, próxima al pueblo Contursi, Alfredo Le Pera y los hermanos Expósito,
General Rodríguez en la provincia de Buenos Aires, entre otros . Pero es claramente el que más títulos
siendo el décimo y último hijo de Ángel Cadícamo y aportó, sosteniendo una calidad poética que floreó por
Hortensia Luzzi, una pareja italiana procedente de San todo el espectro temático de esta música popular. En
Demetrio Corone (Cosenza, Italia) que llegó a la sus tangos, milongas, candombes, polkas, corridos y
Argentina en 1880. Luego de su nacimiento la familia valses, además de la citada Nostalgias, que es de mis
se muda primero a la ciudad de Luján y, en 1910, se preferidas, podemos encontrar genuina poesía, pone-
traslada al barrio de Flores en la ciudad de Buenos mos a modo de muestra algunos de los versos que nos
Aires, donde el autor termina los estudios primarios y deja en su obra: “alondra gris, tu dolor me conmue-
de nivel medio. En 1919 trabaja como escribiente en el ve”(Madame Ivonne, 1933), “llueve sobre el puerto,
Archivo del Consejo Nacional de Educación; aquí mientras tanto mi canción llueve sobre tu desolación”
toma contacto con hombres del ambiente literario “puentes y cordajes donde el viento viene a aullar”
entre los que destacan Leopoldo Lugones y Enrique (Niebla del Riachuelo, 1937), “es la tarde cruel y fría
Banchs. Un compañero de trabajo, Pablo Suero, dra- que a mi gris melancolía la convierte en emoción”
maturgo y crítico teatral, lo incentiva a seguir escri- (Cuando tallan los recuerdos, 1939), “hoy vas a entrar
biendo tras leer la letra de Pompas de jabón, el primero en mi pasado” (Los mareados, 1942), “hoy mis sueños
de 23 tangos que le interpretará Gardel en 8 años y que se derrumban , sobre la tumba, de esta pasión”(Por las
grabará por primera vez en 1925, en Barcelona. Por el calles de la vida, 1942), “corazón vencido con tristeza
año 28 renuncia a su trabajo en el Archivo porque de tapera” (Garúa, 1943), “un juego de calles se da en
ganaba unas dieciséis veces más con sus derechos de diagonal” (Anclado en París), Cadícamo también tiene
autor, con ya más de cin- libros de poesía, el prime-
cuenta temas grabados. «El tango es lo más sencillo, es pulsación, es fuerza, ro, Canciones grises, fue
Para ese entonces alterna es una emoción interna que usted tira en las teclas y saca publicado en 1925, texto
su tiempo en ciudades efecto. No es alarde, eso es otra cosa” modernista que, aunque
europeas y Buenos Aires, elogiado por Leopoldo
para el 37 viaja a Río de Janeiro con Razzano y Charlo, Lugones y Enrique Banchs, no quiso volver a editar.
donde realiza presentaciones en las que recita, entre En 1940 publicaría La luna del bajo fondo, en 1945
tango y tango, poemas suyos; al finalizar esta gira se va Viento que lleva y trae, que sí tuvieron varias reedi-
a New York con su amigo Juan Carlos Cobián, donde ciones, cada una de las cuales fue corregida, y en
pasan más de un año. A su regreso forma parte del 1977 Los inquilinos de la noche. Ya en 1994 la editorial
directorio de SADAIC (sociedad argentina de autores Corregidor publicó el libro Los poemas bajos, que con-
y compositores) hasta 1945. tiene todos sus poemas, a excepción de su primer
libro.
También tiene textos relacionados con el tango y
Si bien destacados músicos como Juan Carlos su historia: Café de camareras (1969) novela ambien-
Cobián, Ángel D´Agostino, Juan D´Arienzo, tada a principios del siglo XX en el barrio de La boca
Francisco y Julio De Caro, Roberto Firpo, Pedro en Buenos Aires, Juan Carlos Cobián: biografía novela-
Mafia, Mariano Mores, Osvaldo Pugliese, Rodolfo da (1972), Historia del tango en Paris (1975) recopila-
Sciamarella, y Aníbal Troilo, entre otros, acompañaron ción histórica de una época que el autor vivió, Bajo el
las letras de Cadícamo, éste compuso la música para signo del tango (1983) libro autobiográfico, Debut de
unas doscientas de sus letras de tango. No cesó nunca Gardel en Paris (1984), un relato novelado sobre
de escribir ni de componer música desde mediados de Gardel y su primer recital en París en 1928.
la década del 20 hasta su fallecimiento en 1999, un 3 de Para teatro escribió El romance de dos vagos con
diciembre. Germán Ziclis, pieza cómica estrenada en 1925; Así
La obra de Enrique Cadícamo (que también firmó nos paga la vida con Wally Zenner estrenada en 1926 y
con los seudónimos de Yino Luzzi y Rosendo Luna) ese mismo año estrena las revistas Cinco cuentos ilus-
llama la atención en varios aspectos: la cantidad de trados y Los cuentos del príncipe esta última con Martín
letras de canciones que tiene (cerca de 1300); el regis- Lemos. En 1930 La baba del diablo, con Pedro Pelayo;
tro de temas que aborda, que incluye casi todos los presentará en 1932 La epopeya del tango y al año
que se pueden encontrar en el tango, y la calidad de siguiente Dinamismo 1933, también con el tango
sus versos, por lo que es considerado uno de los poe- como protagonista; en 1936 realiza el primer tributo
tas más importantes del tango junto con Enrique del teatro a Carlos Gardel en El cantor de Buenos

página 18
el patio
Aires; por último, en 1966, se estrena Juanita la popu- Corrientes y Talcahuano lleva su nombre, en 1996 es
lar, una zarzuela criolla. nombrado Personalidad Emérita de la Cultura
En el ámbito del cine escribió guiones, argumen- Nacional, en 1997 El Partido de General Rodríguez
tos y dirigió películas: en 1934 se estrena Galerías de inaugura una Biblioteca con su nombre, la Secretaría
esperanzas con un guión suyo, en 1935 Virgencita de de Cultura de la Nación lo nombra Asesor cultural ad
Pompeya fue la primera honorem, en 1999
que dirigió, también en «Yo estaba en París cuando el tango empezó a caminar en el año 28. el Fondo Nacional
1935, pero ya con guión y El tango llega a lo que llega porque es una música de las Artes le
dirección de Cadícamo, se sencillísima que venía de la ultrapampa, decía en un lenguaje” entrega el Premio
rueda y estrena Noches a la Trayectoria.
cariocas con un reparto de argentinos y brasileros, en En 2001 en Gral. Rodríguez se inaugura el Museo
1949 se exhibe La historia del tango de la que es coau- Enrique Cadícamo.
tor del argumento, y en 1952 Nace un campeón, de la Nos despedimos hasta el próximo número deján-
que es autor del argumento. doles ya otro texto que este notable autor escribiera en
Recibió numerosos reconocimientos, entre los que 1942, para una partitura previa de su amigo Cobián ya
destacan el premio Konex de platino al mejor autor de estrenada durante 1922 en la pieza teatral Los dopados
tango en 1985, en 1987 es declarado ciudadano ilustre y grabada ese mismo año en versión instrumental por
de Buenos Aires, y el Partido de Lujan lo nombra Hijo Aníbal Fresedo; veinte años después, ese disco llega a
Dilecto bautizando con su nombre a la recova ubicada Cadícamo de la mano de Aníbal Troilo, quien le pide
frente a la Basílica. En 1991 el Partido de Gral. una letra para el tema, desconociendo los dos que ya
Rodríguez lo nombra Ciudadano Ilustre, en 1994 reci- tenía una hecha por los autores de la obra teatral.
be la Orden a los Servicios Distinguidos, en el grado Cadícamo escribió Los mareados, y así, con letra y títu-
de Comendador, en 1995 la esquina sudeste de lo nuevos se estreno con gran éxito el mismo año.

Los mareados Esta noche, amiga mía,


Tango el alcohol nos ha embriagado...
Música: Juan Carlos Cobián ¡Qué importa que se rían
Letra: Enrique Cadícamo y nos llamen los mareados!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Rara.. Esta noche beberemos
como encendida porque ya no volveremos
te hallé bebiendo a vernos más...
linda y fatal...
Bebías
y en el fragor del champán,
loca, reías por no llorar... Hoy vas a entrar en mi pasado,
Pena en el pasado de mi vida...
me dio encontrarte Tres cosas lleva mi alma herida:
pues al mirarte amor... pesar... dolor...
yo vi brillar Hoy vas a entrar en mi pasado
tus ojos y hoy nuevas sendas tomaremos...
con un eléctrico ardor, ¡Qué grande ha sido nuestro
tus bellos ojos que tanto adoré... amor!...
Y, sin embargo, ¡ay!,
mirá lo que quedó...

página 19
el patio

«El tango es una cosa muy humilde, muy sencilla.


Lo tocaban tipos que no tenían preparación académica musical
como Ángel Villoldo, Eduardo Arolas, Enrique Delfino.
Era un sentimiento que valía más que
toda la parte ortodoxa que pudiera tener la partitura”

Fuentes consultadas

www.avizora.com/publicaciones/biografías
Biografía de Cadícamo por Ariel Carrillo Pacheco
www.todotango.com.ar
Historia del tango
Los mareados de Horacio Belmaña
Biografía de Enríque Cadícamo por José Gobello
Letras de Enrique Cadícamo
Entrevista a Cadícamo por Antonio Rodríguez Villar

página 20
reseñas
Un temporal en una taza de té
por Nelo Curti

Déjeme pasar, señora,


que voy a comerme un ángel.
Nicanor Parra

Hace unos años, charlando con otro poeta chileno, A mitad del siglo XX en Latinoamérica era palpa-
Raúl Zurita, nos decía que “poeta y académico son tér- ble la necesidad de cambiar de ropa a la poesía. Se
minos bastante irreconciliables, porque uno significa habían redactado manifiestos, esbozado métodos, pero
subversión total y otro domesticación total”. Nicanor hasta la aparición en 1954 de este volúmen con veinti-
Parra lo contradice —fue profesor en muchas univer- pico poemas no se había pasado de las ideas a la reali-
sidades— y a la vez le da la razón, ya que para conce- dad. Quizás por eso el libro fue elogiado y defenestra-
bir un libro de la embergadura de Poemas y antipoemas do con fervor; Pablo Neruda celebró su publicación,
es evidente que tuvo que matar al académico: “según mientras un cura español, de apellido —no se me
los doctores de la ley este libro no debiera publicarse”, culpe de ironía— Salvatierra, opinaba que era “dema-
afirma en uno de los poemas, y sabemos bien quiénes siado sucio para ser inmoral”.
son esos doctores. En todo caso, acabo con la definición de antipoe-
sía que nos dejó Nicanor:

Qué es la antipoesía:
Un temporal en una taza de té?
Una mancha de nieve en una roca?
Un azafate lleno de excrementos humanos
Como lo cree el padre Salvatierra?
Un ataúd a chorro?
Un ataúd a fuerza centrífuga?
Un ataúd a gas de parafina?
Una capilla ardiente sin difunto?

Marque con una cruz


La definición que considere correcta.

página 21
reseñas

Algunos poemas y antipoemas

Rompecabezas

No doy a nadie el derecho.


Adoro un trozo de trapo.
Traslado tumbas de lugar.

Traslado tumbas de lugar.


No doy a nadie el derecho.
Yo soy un tipo ridículo
A los rayos del sol,
Azote de las fuentes de soda
El peregrino
Yo me muero de rabia.
Atención, señoras y señores, un momento de atención:
Yo no tengo remedio, Volved un instante la cabeza hacia este lado de la república,
Mis propios pelos me acusan Olvidad por una noche vuestros asuntos personales,
En un altar de ocasión El placer y el dolor pueden aguardar en la puerta:
Las máquinas no perdonan Una voz se oye desde este lado de la república.

Me rio detrás de una silla, ¡Atención, señoras y señores! ¡Un momento de atención!
Mi cara se llena de moscas. Un alma que ha estado embotellada durante años
En una especie de abismo sexual e intelectual
Yo soy quien se expresa mal Alimentándose escasamente por la nariz
Expresa en vistas de qué. Desea hacerse escuchar por ustedes.

Yo tartamudeo, Deseo que se me informe sobre algunas materias,


Con el pie toco una especie de feto. Necesito un poco de luz, el jardín se cubre de moscas,
Me encuentro en un desastroso estado mental,
¿Para qué son estos estómagos? Razono a mi manera;
¿Quién hizo esta mezcolanza? Mientras digo estas cosas veo una bicicleta apoyada en un
muro,
Lo mejor es hacer el indio. Veo un puente
Yo digo una cosa por otra. Y un automóvil que desaparece entre los edificios.

Ustedes se peinan, es cierto, ustedes andan a pie por los jar-


dines
Debajo de la piel ustedes tienen otra piel,
Ustedes poseen un séptimo sentido
Que les permite entrar y salir automáticamente.
Pero yo soy un niño que llama a su madre detrás de las
rocas,
Soy un peregrino que hace saltar las piedras a la altura de su
nariz,
Un árbol que pide a gritos se le cubra de hojas.

página 22
reseñas
Epitafio

De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de un profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca
—Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida—
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y de aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!

Bibliografía
Cancionero sin nombre, 1937
Poemas y antipoemas, 1954
Ejercicios Retóricos, 1954
La Cueca Larga, 1958
Versos de Salón, 1962
Discursos, junto a Pablo Neruda, 1962
Canciones Rusas, 1967
Obra Gruesa, 1969
Los Profesores, 1971
Emergency Poems. Ed.bilingüe, 1973
Artefactos, 1972 (tarjetas postales)
El Quebrantahuesos y News from nowhere, Manuscritos, 1975
Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui, 1977
Nuevos Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui, 1979
El Antilázaro, 1981.
Ecopoemas de Nicanor Parra, 1982
Poema y Antipoema de Eduardo Frei, 1982
Chistes para desorientar a la policía/poesía, 1983 (tarjetas postales)
Coplas de Navidad, 1983
Poesía Política, (antología con inéditos)
Hojas de Parra, 1985
Poemas para combatir la calvicie, 1993
Trabajos Prácticos, 1996
Discursos de Sobr emesa, 1997(edición retirada de circulación)
Chistes para desorientar a la policía/poesía, 1998
(no es el libro anterior del mismo título, antología con inéditos)
Talca, Chillán y Londres, 1999
Páginas en Blanco, 2002

página 23
reseñas
Sobre los cuentos
de Pío Baroja,
por Nelo Curti

Tal vez la parte menos conocida de la obra de Pío


Baroja (San Sebastián 1872-Madrid 1956) sean sus cuen-
tos. Suele darse que uno o dos títulos ensombrezcan el
resto del trabajo de un escritor, y Baroja —aunque lo
consiguó en otros aspectos de su vida— no pudo en este
caso ser la excepción.
Da la impresión de que a través de los relatos proba-
ba sus armas, ensayaba personajes, atmósferas donde
transcurrirían luego sus novelas; de ahí tal vez que en
muchas ocasiones no pase del terreno de la anécdota, o
que incluso la “historia” carezca de importancia tras la
búsqueda de formas, maneras de decir.
Voy a aventurar una comparación: los cuentos de
Baroja con los que Joyce reunió en Dublineses.
Seguramente me equivoque —no me importa— pero
creo que detrás de estas obras hay un mismo impulso
experimental, una necesidad que me recuerda a la del
niño que escapa por una ventana en medio de la noche y
se enfrenta a la dimensión de lo desconocido.
En fin, sería de mal gusto seguir fabulando hipótesis,
de modo que los dejo con dos cuentos que seguramente
no hagan otra cosa que contradecirme.

El farol

Apoyado en una farola de la Puerta del Sol, mira Vamos, es un vago. Sí, es un vago. Ya veo a los
entretenido pasar la gente. catones de las tiendas de ultramarinos indignarse con-
Es una hombre ni alto ni bajo, ni delgado ni grue- tra ellos, usando la prosa estúpida de un confecciona-
so, ni rubio ni moreno; puede tener treinta años y dor de artículos de periódicos de gran circulación. El
puede tener cincuenta; no está bien vestido, pero tam- vago, para todos esos moralistas, es casi un criminal.
poco es un desharrapado. El mío, ése de quien hablo, seguramente no lo es;
¿Qué hace? ¿Mira algo? ¿Espera algo? No, no espe- tiene la mirada profunda, la boca burlona, el ademán
ra nada. De cuando en cuando sonríe; pero su sonrisa indolente.
no es sarcástica, ni su mirada es oblicua. Mira como un hombre que no espera nada de
No es un tipo de Montepín. No tiene los ojos nadie.
impasibles, la boca impasible y la nariz también impa- Es una espectador de la vida; no es una actor. Es
sible, que se necesita para ser un satánico. un intelectual.
¿Es algún empleado? No. ¿Tiene rentas? Tampoco. Un vendedor de periódicos se acerca al farol en
¿Alguna industria? ¡Pchs! Casi, casi es una industria donde se apoya el vago, y se recuesta en él.
vivir sin trabajar. Un farol puede sostener dos espaldas.

página 24
reseñas
Un vago apoyado en un farol es un motivo de El vago será una bagatela, pero no es una
reflexión. El farol, la ciencia; la rigidez, la luz; el vago, escoria. Una bagatela puede ser trascendental, y una
la duda, la indecisión, la sombra. cosa trascendental puede ser baladí. Inventar un jugue-
¡Glorificad los faroles! ¡No despreciéis a los vagos! te demuestra tanto ingenio como inventar una máqui-
Alguno dirá: “¡Bah! Ser vago, cosa facilísima.” na. Tan constructor me creo yo, que he hecho, en cola-
Error, error profundo; ser vago es casi ser filósofo, es boración con un amigo, un tranvía eléctrico de cartón,
algo más que ser un cualquiera. que se mueve a veces, como si hubiera hecho uno de
¿Qué hay vagos a patadas? ¡Qué ha de haber! veras.
Tenéis en la clase alta gomosos, clubman, sportman, Idear una catedral será una gran cosa; pero idear
más o menos elegantes, más o menos smart, y hasta una rana de papel tampoco es despreciable.
snob, si queréis. Todos estos son átomos brillantes de El vago del farol y yo nos conocemos y nos habla-
la atmósfera de imbecilidad que recubre este ridículo mos.
planeta que habitamos; pero no son vagos. No hay más Me protege. Es un hombre que no saluda a nadie.
que mirarlos; andan deprisa, dan zancadas, como si en Debe tener pocos amigos; quizá no tenga ninguno.
la vida hubiera algo que valiese la pena de correr, y van Señal de inteligencia. El mayor número de amigos
siempre pensando en algún caballo, alguna mujer, en marca el grado máximo en el dinamómetro de la estu-
algún perro, en algún amigo, o en otra cosa sin impor- pidez. Creo que es una frase.
tancia de la misma clase. En las otras capas o costras ¿A inteligente? No le gana nadie.
sociales hay empleados, estudiantes, mendigos, maletas Se le habla de política…, sonríe; se le habla de lite-
y demás morralla; pero tampoco son vagos perfectos, ratura…, sonríe; se le habla de cualquier cosa…, son-
porque no dejan correr la vida: la emplean en tonterí- ríe.
as, cosas mezquinas; no se dejan arrastrar por el far- El otro día dijo uno de él que debía ser un imbécil.
niente, como el vago tipo, al cual no se le puede acha- Pero es lo que pasa en esta sociedades sin freno; se
car más que esa pequeña debilidad de perder la afición empieza a hablar mal de las personas serias, y se llega
al trabajo en la flor de la juventud. a hablar mal hasta de los vagos.

Errantes

Les sorprendió la noche e hicieron alto en el fondo Era una de esas casucas que en las provincias del
de un desfiladero constituido por dos montes corados Norte se ven en las carreteras para descanso de los
a pico, cuyas cabezas se aproximaban allá arriba como caminantes. Allí solían albergarse gitanos, caldereros,
para besarse, dejando sólo a la vista una faja de cielo mendigos, buhoneros y toda esa gente sin trabajo que
alargado y llena de estrellas. recorre los caminos.
A los pies de aquellas dos altísimas paredes de pie- La familia la constituían una mujer, un hombre y
dra serpenteaba la carretera, siguiendo las vueltas un muchacho. La mujer, que iba montada en un viejo
caprichosas del rió que, ensanchado por el dique de caballo, bajó de él, entró en la borda y se sentó en un
una presa cercana, era allí caudaloso, profundo y sin banco de piedra a dar de mamar a un niño que llevaba
corriente. en los brazos.
En la noche oscura, la superficie negra y lisa del El hombre y el muchacho quitaron la carga al
rió, limitada en las orillas por altos árboles, parecía la rocín, lo ataron a un árbol, cogieron algunas brazadas
boca de una inmensa sima subterránea, la entrada de de leña, las llevaron a la caseta, y allí, en el suelo, encen-
un abismo enorme y sin fondo, y allá, en el interior dieron lumbre.
negro, muy negro, se reflejaban los altos chopos de las La noche estaba fría; en aquel desfiladero, formado
orillas y la claridad del cielo que dejaban pasar los por los dos montes cortados a pico, soplaba el viento
montes. con fuerza, llevando finísimos copos de nieve y gotas
Embutida en una grieta angosta de la montaña, de lluvia.
cerca de un terraplén, por donde continuamente roda- Mientras la mujer daba de mamar al niño, el hom-
ban piedras, había una borda, y la familia se detuvo en bre, solícitamente, le quitó el mantón, empapado en
ella. agua, de los hombros, y lo puso a secar al fuego; des-

página 25
reseñas
pués afiló dos estacas, las clavó en la tierra y colgó el hombre sacó una capa raída de un envoltorio, y arro-
sobre ellas el mantón, que así impedía el paso a las pó con ella a su mujer. El padre y el hijo se tendieron
corrientes de aire. en el suelo; al poco rato los dos dormían. El niño
El fuego se había acrecentado; las llamas ilumina- comenzó a llorar; la madre se puso a mecerlo en sus
ban el interior de la borda, en cuyas paredes blanquea- brazos con voz quejumbrosa.
das se veían toscos dibujos y letreros, trazados y escri- Minutos después, en el nido improvisado, dormían
tos con carbón por otros vagabundos. todos, tan tranquilos, tan felices en su vida nómada y
El hombre era pequeño, flaco, sin bigote ni barba; libre.
toda su vida parecía reconcentrada en sus ojos, chiqui- Afuera, el viento murmuraba, gemía y silbaba con
tos, negros y vivarachos. rabia en el barranco.
La mujer hubiera parecido bella sin el aire de can- El río se contaba a sí mismo sus quejas con tristes
sancio que tenía. Miraba resignada a su hombre, a murmullos, y la presa del molino, con sus aguas espu-
aquel hombre, mitad saltimbanqui, mitad charlatán, a mosas, ejecutaba extrañas y majestuosas sinfonías…
quien amaba sin comprenderle. Al día siguiente por la mañana, la mujer con el
El muchacho tenía las facciones y la vivacidad de niño, montada a caballo; él padre y el muchacho
su padre; ambos hablaban rápidamente, en una jerga comenzaron nuevamente su marcha y se fueron ale-
extraña, y leían y celebraban los letreros escritos en las jando, alejando, los errantes, hasta que se perdieron de
paredes. vista en la revuelta de la carretera.
Se pusieron a comer los tres sardinas y pan. Luego,

Bibliografía

Su primera novela fue Vidas sombrías (1900), a la


que siguió el mismo año La casa de Aizgorri. Esta
novela forma parte de la primera de las trilogías de
Baroja, Tierra vasca, que también incluye El mayoraz-
go de Labraz (1903), una de sus novelas más admira-
das, y Zalacaín el aventurero (1909). Con Aventuras y
mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), inició la
trilogía La vida fantástica, expresión de su individua-
lismo anarquista y su filosofía pesimista, integrada
además por Camino de perfección (1902) y Paradox Rey
(1906). La obra por la que se hizo más conocido fuera
de España es la trilogía La lucha por la vida, una con-
movedora descripción de los bajos fondos de Madrid,
que forman La busca (1904), La mala hierba (1904) y
Aurora roja (1905). Realizó viajes por España, Italia,
Francia, Inglaterra, los Países Bajos y Suiza, y en 1911
publicó El árbol de la ciencia, posiblemente su novela
más perfecta. Entre 1913 y 1935 aparecieron los 22
volúmenes de una novela histórica, Memorias de un
hombre de acción, basada en el conspirador Eugenio de
Avinareta, uno de los antepasados del autor que vivió
en el País Vasco en la época de las Guerras carlistas.
Ingresó en la Real Academia Española en 1935, y pasó
la Guerra Civil española en Francia, de donde regresó
en 1940. A su regreso se instaló en Madrid, donde
llevó una vida alejada de cualquier actividad pública,
hasta su muerte. Entre 1944 y 1948 aparecieron sus
Memorias, subtituladas Desde la última vuelta del
camino. Baroja publicó en total más de cien libros.

página 26
reseñas
En la niñez encontramos todo el misterio, lo intrín-
seco, lo inefable, es la etapa donde los ojos ven con ese
pensamiento mágico, y esa inocencia, que no es tal,
siempre con una invención sorprendente en el bolsillo.
Proyectaban en aquellos domingos de rosarios y
cines, de aquella España de remiendos de alfiler, man-

El espíritu de la colmena
dil y costura, El doctor Frankenstein a una peseta la
entrada.
De aquí arrancan dos preguntas que atormentaran
dir. : Victor Erice a la pequeña protagonista: ¿por qué mata Frankenstein
por David Barber a la niña?; y ¿por qué le matan luego a él?. No iban con
inocencia gratuita las preguntas, luego verá ella quién
representa en la vida real al monstruo y quién la vícti-
ma.
A las cinco de la tarde. Si hubiese que buscar un tema, en este caso sería el
Eran las cinco en punto de la tarde. silencio. No sólo la ausencia de cualquier tipo de sono-
Un niño trajo la blanca sábana ridad, incluido el sigiloso paso de un felino, sino un
a las cinco de la tarde silencio palpable, con imágenes caleidoscópicas que
F.G.Lorca anuncian un mensaje no verbal, aunque sí sublime.
En la película la importancia está en las imágenes,
el mensaje está emborronadamente inscrito en ellas;
A esa hora vertiginosa y maldita, la tarde se res- hay varios personajes de la órbita principal que no emi-
quebrajaba turnándose una insidiosa ventisca alternada ten palabra alguna, pero transmiten narración al metra-
con las espuelas relucientes de un tímido sol que no je. De esa ambigüedad se nutre El espíritu de la colme-
acaba de entreverar por la ventana enrejada de esta na. De la relación entre realidad y ficción, ficción y rea-
tetería, hasta ahora para mí desconocida. lidad.
Ya digo, son las cinco de la tarde; de una tarde cual- Discurre la característica de que los personajes tie-
quiera de su correspondiente mes. nen mismo nombre en su vida más privada y en la fic-
Me encuentro, si damos como válido este verbo ción de la colmena. Dicen por ahí que es porque la
para definir tal estado, en un lugar donde editan una niña Torrent no entendía que tuvieran que cambiarse
revista literaria, Cuadernos del Tábano; me decido a los nombres para la ficción, ya que la propia realidad
leerla, qué si no... participa bastante de la ficción.
Abro al azar el ejemplar y me encuentro entre miles Los personajes interactúan con el paisaje. Los per-
de palabras con significados muy diversos, una reseña sonajes son sutilmente paisaje.
cinematográfica que decía así: El Misterio viene fijado en la amplitud de los ojos
negros y desbordantes de la pequeña Ana Torrent, sus
inquietudes, las respuestas imaginativas que le busca,
“Porque cumple 24 años la película; por lo que toca incluida la fuga en busca del monstruo en y de la oscu-
a la tierra de los molinos; por el poco reconocimiento ridad.
que ha tenido; por su poca relevancia en las conversa- La Colmena es un símbolo escapista donde Victor
ciones sobre cine en España; por un ajuste de cuentas Erice proyecta su finitud, su desasosiego material, su
con las carteleras; porque, en definitiva, hay que seguir ansía espiritual, que no consigue transformarlo en
hablando de una de las pocas costumbres que valen la prosa, a pesar de su insomnio vegetal.”
pena: eso que, con el paso del tiempo, ha venido a
denominarse buen cine.
Aquello sucedió en un refugiado pueblo de un Dejaron ya de ser las cinco de la tarde. Las llamas
lugar de la Mancha, de cuyo nombre no tenemos de las velas desafiaban al estático recuerdo de una gra-
conocimiento, ni aun habiéndola tenido, tuviera tal vedad tan alabada como denostada por el peso del
importancia. Alejado o no de la ciudad, eso es indife- humo.
rente. Campo, prado, caserón y pueblo. Estaba seguro; ya podía salir a la calle; me dirijo
La película nos muestra la delación del tiempo, del con paso firme y decidido a casa. Llego. Me pongo a
silencio, el misterio en la niñez y la cerviz doblegada de escribir este artículo.
dos adultos lúcidos que juegan siempre en el terreno
de lo perdido.

página 27
El
Sótano:

Entrevista a
Witold
Gombrowicz
página 29
sótano

Consulté mi reloj. Las siete menos veinte. La oficina


militar cerraba a las siete. Tomé un taxi, entré corrien-
do en el edificio, subí los escalones de cuatro en cua-
tro hasta el cuarto piso. ¡Demasiado tarde! La puerta

Entrevista a
estaba cerrada. Eran las siete y tres minutos. A pesar de
todo llamé. Salió el ordenanza. “La oficina está cerra-

Witold Gombrowicz,
da. Deje de armar tanto escándalo.”
La puerta volvió a cerrarse. ¡Adiós América! Empecé a
bajar melancólicamente la escalera; de pronto oí un
gran barullo procedente de abajo. Era un equipo de
realizada por fútbol que tenía que jugar un partido en Dinamarca.
También ellos habían llegado tarde. Nuevos golpes en
Dominique de Roux en 1965 la puerta. Esta vez el ordenanza nos dejó entrar, y por
gracia especial nos estamparon el sello necesario.
Como ve, mis veintitrés años en Argentina se decidie-
ron en cuestión de minutos.
D.R.: ¿Y cree usted que no fue una casualidad?
Witold Gombrowicz: Después de Ferdydurke se pro- W.G.: Toda esta historia de las dificultades para salir
duce un corte de diez años en mi trabajo. Hasta 1947, fue como si una mano enorme me hubiera agarrado
cuando aparece El matrimonio. del cuello, sacado de Polonia y depositado en esa tierra
Dominique de Roux: Esos diez años representan perdida en medio del Océano, y sin embargo euro-
dos años de pre-guerra en Polonia más una parte de su pea…, precisamente un mes antes de que estallara la
estancia en Argentina. guerra.
W.G.: Sí, un mes antes de la guerra me marché a D.R.: ¿Y por qué esa mano no lo depositó en Europa
Argentina, donde permanecería durante veintitrés occidental?
años. W.G.: Porque un día u otro habría terminado en París.
D.R.: ¿Y cómo fue que se trasladó a Argentina? Si no hubiera abandonado Europa, es casi seguro que
W.G.: Por pura casualidad. ¿Casualidad? Un día, en el hubiera vivido en París después de la guerra y eso, evi-
Zodiac, un café de Varsovia, me econtré con un amigo dentemente, la Mano no lo deseaba.
escritor, Czeslaw Straszewicz, y me dijo: “me voy a D.R.: ¿Por qué?
sudamérica”. “¿Cómo es eso?” “Dentro de un mes, el W.G.: Porque a la larga París me habría convertido en
nuevo transatlántico polaco Chrosbrsy leva anclas para un parisino, y yo tenía que ser antiparisino. Ahora bien,
Buenos Aires; será su primera travesía. He sido invita- en aquella época no estaba suficientemente inmuniza-
do como escritor para publicar algunos artículos en los do. Mi destino quería mantenerme, durante muchos
periódicos.” “Oiga, ¿y no podrían invitarme a mi tam- años todavía, en la periferia de Europa, lejos de sus
bién?” “Podemos probar. Les propondré su candida- capitales, y lejos de sus mecanismos literarios, escri-
tura. ¿Quién sabe? Quizá resulte. Siendo dos el viaje biendo “para los cajones”, como se dice hoy en
sería más agradable.” Polonia. Examine usted el mapa. Sería difícil encontrar
Resultó. A veces leo en la prensa que fui a Argentina un lugar mejor que Buenos Aires. Argentina es un país
para huir de la guerra. ¡En absoluto! Me preparé para europeo; allí se siente la presencia de Europa, y al
ese viaje con tanta despreocupación que sólo a la mismo tiempo se es exterior a ella. Además, en aquel
casualidad (¿a la casualidad?) debo el no haberme que- territorio de vacas no se aprecia la literatura. Y también
dado en Polonia. tenía necesidad de eso. Un distanciamiento con res-
La víspera de mi partida, con todo listo y todos mis pecto a Europa y con respecto a la literatura.
papeles en regla, me pasé por el café. Allí, alguien me La magia. La forma de vida como si dijéramos pre-
dijo: “supongo que tendrá usted un permiso de las concebida. Cuanto más alejados estamos de la Forma,
autoridades militares…” “Tengo el pasaporte, y he más nos hallamos en su poder. Contradicciones miste-
presentado todos los certificados militares posible, de riosas, contrastes…
otro modo no lo tendría.” “¡No es suficiente! Necesita D.R.: ¿Cómo organizó su vida en la Argentina?
además un permiso especial de la autoridad militar; se W.G.: Arribamos a Buenos Aires el 22 de agosto (el 2
trata de una simple formalidad, pero sin ese papel no es mi número) de 1939 (cuyas cifras suman también
podrá subir al barco.” 22), tras una travesía de 3 semanas. La situación inter-

página 30
sótano
nacional parecía volverse menos tensa. No obstante, al Trabajé en el Banco Polaco durante siete años. Eso me
día siguiente de nuestra llegada, los telegramas de resultó mucho más aburrido. Sin embargo, el regusto
Moscú y de Berlín que anunciaban el pacto de no agre- amargo, trágico y poético, de los primeros siete años
sión entre Alemania y Rusia cayeron sobre el mundo no habría de borrarse facilmente.
como un rayo. ¡Era la guerra! Una semana después, las D.R.: ¿Cuál fue su experiencia de la guerra?
primeras bombas alemanas se abatían sobre Varsovia. W.G.: Enseguida hablaremos de eso. Déjeme decirle
Yo seguía viviendo en el barco con mi amigo. Al ente- antes algunas palabras más sobre mis comienzos en
rarse de la declaración de guerra, el capitán decidió Argentina. Es algo que no puede contarse… y que, sin
regresar a Inglaterra (ya no cabía pensar en llegar hasta embargo, no se puede omitir… Como acabo de decir-
Polonia). Straszewicz y yo celebramos un consejo de le, vivía en hoteles más modestos, e incluso en los
guerra. El optó por Inglaterra. Yo me quedé en denominados “conventillos”, esos cuchitriles de las
Argentina. grandes ciudades, atestados de seres miserables. ¡Con
cuánta pasión me sumí en la “inferioridad”, yo, el
señor Gombrowicz! Bruscamente, de un brochazo,
volvía a ser joven, tanto moral como físicamente. Por
la calle me decían “joven”, como si no hubiera cum-
plido los veinticinco años. Nunca he sido tan poeta
como en aquella época, por las calles rebosantes de
gente, completamente perdido (perdido entre la multi-
tud, y perdido también en lo que a mi suerte se refe-
ría). Enjambre, hormiguero, multitudes, luces, estrépi-
to ensordecedor, olores, y mi pobreza era un goce, mi
caída un echar a volar. Me dejé arrastras sin vacilacio-
nes, sin problemas, en aquel caos de lenguas diversas;
me convertí en uno de ellos. Y los compañeros oca-
sionales, con los que entablaba una amistad superficial
y sin compromiso con asombrosa facilidad (esa natu-
D.R.: En su novela Transatlántico, todavía inédita en ralidad la descubrí en mí, un ser tan artificial, como el
francés, narra usted esos momentos y se describe tesoro más preciado, como una gracia, un reposo, una
como un desertor. liberación), me ayudaban en la medida de sus posibili-
W.G.: No se trataba en absoluto de una deserción; de dades. Un día en que me paseaba con uno de ellos por
todos modos, Polonia estaba ya separada del resto del la calle Corrientes devorando los escaparates, dije que
mundo. En cuanto abandoné el barco, acudí a la lega- tenía hambre. (¡Qué honor!) “Tranquilo —repuso
ción polaca en Buenos Aires; luego, cuando se empe- él—, no te preocupes. Tengo un cadáver, y habrá de
zó a constituir un ejército polaco en Inglaterra, me pre- sobra para los dos.” Tomamos un tranvía y fuímos a
senté ante la comisión de reclutamiento de la legación los suburvios, a una casa en un barrio obrero donde,
con el traje de Adán… en una palabra, en el plano for- en efecto, yacía en su ataúd un difunto de ya no recuer-
mal, yo estaba absolutamente en regla. Si en do qué nacionalidad, completamente cubierto de flo-
Transatlántico me pinté como un desertor es porque res, y al que familia, amigos y conocidos estaban dando
moralmente era un desertor. No hay nada que decir, su último adiós en un silencio macabro. Tras rezar
me hallaba trastornado, anodadado, pero me sentía asi- nuestras oraciones, pasamos a la habitación contigua,
mismo feliz de encontrarme milagrosamente al abrigo donde se había dispuesto un bufet para los asistentes:
allende el océano. ¡sándwiches y vino! Comimos, y me explicó que con
En mi Diario hablo un poco de los comienzos de esta frecuencia buscaba cadáveres por aquellos barrios y
existencia argentina. Doscientos dólares —toda mi que lo mejor era conseguir las direcciones por medio
fortuna— me bastaron durante cerca de seis meses. del sacristán.
Argentina era por entonces un país extraordinariamen- Aquel ágape “cadavérico”, aquella consumición joven
te barato. Me hospedaba en pequeños hoteles econó- y elegante de un cadáver persiste en mi memoria como
micos, algunos polacos me ayudaban, empecé a escri- el símbolo de esa época. Aquel consumo cadavérico
bir un poco para los periódicos, principalmente folleti- con un apetito joven y voraz, al que no obstante yo, a
nes, con seudónimos, y durante un tiempo gocé de una mi edad, ya no tenía derecho… Toda mi “naturalidad”
modesta subvención de nuestra legación. Todo esto no era a fin de cuentas sino artificio y juego…; eso sí,
junto no bastaba, no sabía cómo iba a vivir al mes el juego más sublime y espléndido que podía llevarme
siguiente, y a veces me veía obligado a pedir prestados conmigo mismo. Gracias a ese gusto paradójico por la
algunos pesos para poder comer. Esta situación se pro- degradación que descubrí en mí, logré atravesar victo-
longó, en función de las circustancias, hasta 1947. riosamente la guerra y la miseria. Y hoy no experimen-

página 31
sótano
to remordimiento alguno por haber utilizado el desas- contemplaba la calle. En la pizzería, un mozo al que le
tre, mi desgracia, o la de los míos, o la de medio caía simpático me daba un sandwich por veinte centa-
mundo, como un puente hacia una especie de goce vos, pero con una lonja de jamón cuatro veces más
amargo, maldito; no, pese a todo tenía derecho a ello… gruesa de lo normal, casi como un bistec.
sin embargo, la prudencia burguesa no me abandona- Y en eso, he aquí el suplemento literario de La Nación,
ba, y jamás me dejé arrastar a empresas más arriesga- un periódico muy popular, aparece en primera plana
das. En varias ocasiones, la cana (la policía), me metió un artículo mío. Desde ese momento mi posición
entre rejas, pero por breve tiempo, y más bien por his- social en Morón quedó liquidada. La gente empezó a
torias de mis amigos que por mis delitos personales. darme muestras de consideración.
He aquí otro recuerdo que también permanece en mí D.R.: Con todo, esa vida debía resultarle muy fácil...
como un símbolo: en marzo del 42, el propietario del W.G.: Era la catástrofe lo que me sostenía. Mi propia
hotel en que me hospedaba empezó a reclamarme con catástrofe, así como la catástrofe de Polonia y la catás-
excesiva energía los seis meses que le debía; había que trofe de Europa.
largarse. Una noche abandoné el hotel, y mi vecino, D.R.: Pero al mismo tiempo actuaba a un nivel dife-
Don Alfredo, magnánimo me pasó las maletas por la rente, ¿más elevado?
ventana. Me fui con ellas a un café, y me senté en una W.G.: Sí.
mesa, sin saber qué hacer. Toda posibilidad de conse- D.R.: ¿Cómo eran sus relaciones con los medios lite-
guir crédito quedaba descartada. De pronto oí una voz: rarios argentinos?
“¿Usted aquí?” Era un polaco, un periodista llamado W.G.: Muy escasas. Al principio me esforcé por entrar
Taworski, que residía en Argentina desde hacía cierto en contacto con ellos, con fines prácticos, para serle
tiempo. franco. Pero pronto renuncié. En primer lugar porque
Le expliqué lo que ocurría, y él me dijo: “Mire, ahora mis libros, que no habían sido traducidos a ninguna
tengo unos socios capitalistas, y hemos alquilado un lengua, eran absolutamente inaccesibles para ellos.
chalet en los alrededores de Buenos Aires, en Morón, Después, porque durante años mi español era detesta-
para montar un pequeño taller de tejidos. Puede usted ble. Y por último porque no les parecía lo bastante
vivir allí.” El chalet no estaba mal, cinco habitaciones convencional. Si hubiera podido enzarsarme en con-
dando a un jardín, eso sí, completamente vacías. versaciones sobre “los nuevos valores literarios” en
Taworski dormía en una cama, y yo sobre un montón Polonia o Francia, o sobre “la influencia de Mallarmé
de periódicos. En cuanto llegué me advirtió en tono en Valéry” quizá habría tenido más suerte.
misterioso: “Si penetra alguien en la casa, aunque sea D.R.: ¿Y Victoria Ocampo?
por la ventana, o de noche, sobre todo no se mueva, W.G.: No quisiera repetir lo que ya he dejado escrito
no dé ninguna señal de vida.” Durante varias noches en mi Diario. Si logré alcanzar cierto renombre en
dormí tranquilo sobre mi montón de periódicos. Por Argentina no fue tanto por mi calidad de autor como
fin, una noche, hacia las tres de la madrugada, me des- por ser el único escritor extranjero que no había acu-
pertó un ruido y vi a dos tipos corpulentos que desen- dido en peregrinación al salón de la señora Ocampo.
roscaban las bombillas y quitaban los plomos. No hice Tenía la certeza de que tanto mis opiniones y mi mane-
el menor movimiento. Desaparecieron. Eran unos ex ra de ser, como mis obras, le resultarían demasiado
socios de Taworski que, al no poder vengarse de él ni chocantes. En lo que respecta a mis obras, la aparición
echarle de allí, venían a hacerle todas las jugarretas de Ferdydurke en Argentina corroboró mi opinión,
imaginables. Taworski, por su parte, condenado a pri- puesto que la revista Sur, que ella dirigía fue la única
sión con la sentencia en suspenso por una pequeña publicación que no le hizo el menor caso.
imprudencia, no se atrevía a protestar, y ellos lo sabí- D.R.: ¿Y Borges?
an. Y aquellas visitas nocturnas, crueles y alcohólicas W.G.: Borges y yo somos polos opuestos. El se halla
(pues casi siempre estaban borrachos), así como nues- enraizado en la literatura, yo en la vida. A decir verdad,
tra impotencia para defendernos, tomaron para mí, yo soy antiliterario. Por ese motivo un acercamiento
una vez más, el aspecto de un símbolo tan patético entre Borges y yo hubiera podido resultar fructífero,
como misterioso. pero se interpusieron algunas dificultades técnicas.
Pasé seis meses en aquel chalet que iban desvalijando Nos encontramos una o dos veces, y eso fue todo.
poco a poco. Taworski, que era la bondad personifica- Borges tenía ya su pequeña camarilla, un tanto obse-
da, cuidaba de mí como un padre; nos alimentábamos quiosa; él hablaba y ellos escuchaban.
casi exclusivamente de carne ahumada y maíz, que Lo que decía no me parecía de la mejor calidad; era
cocinaba de una vez para toda la semana. En Morón demasiado limitado, demasiado literario, paradojas, fra-
gocé de gran popularidad, tanto en la pizzería de la ses ingeniosas, sutilezas, en una palabra, el género que
plaza como en el café, donde se podía jugar al ajedrez más detesto. Su inteligencia no me deslumbró; sólo
y al billar. Me bebía mi litro de leche diario y me comía más tarde, cuando leí sus obras propiamente artísti-
mi pan sentado en el suelo, sobre la hierba, mientras cas(sus cuentos), no pude por menos de reconocer que

página 32
sótano
poseía una rara perspicacia del alma y de espíritu. Pero W.G.: Me expliqué torpemente, lo cierto es que le
el Borges “hablado”, ese Borges de conversaciones, de aprecio mucho en cuanto artista. Pero ¡qué facilidad
conferencias, de entrevistas, y también el de los ensa- tiene para atraer a eruditos, estetas, “cinceladores”,
yos y las críticas, siempre me ha parecido pobre, y más bibliófilos, profesores, glosadores, y otros sibaritas, y
bien superficial. En Argentina me citaban a menudo especialmente en letras! En ellos pensaba al hablar de
como excelentes las frases ingeniosas de Borges. Pues “caldo insípido”, no en él.
también, siempre, sufría una decepción. Aquello sólo
era literatura, y ni siquiera de la mejor.
D.R.: ¿Cómo se explica usted esa palpable diferencia
entre el arte de Borges y y el Borges “hablado”?
W.G.: Tengo mi propia teoría sobre esta cuestión; a
mi entender, no se presta suficiente atención al hecho
de que Borges está casi ciego. Su ceguera es lo que le
ha permitido esa intensa concentración interior que ha
originado obras artísticas de gran valor. Pero también
le ha condenado a vivir en un círculo determinado,
demasiado estrecho, formado por literatos, ninguno de
los cuales tenía la talla suficiente para contradecirle; se
le prodigaba una admiración un tanto afectada, y se le
seguía cada vez más allá en los finos arabescos de su
pensamiento y en su pseudo-erudición (toda erudición
es y no puede ser otra cosa que pseudo; Borges erudi-
to es de una ignorancia aterradora, y además de una
inteligencia discutible, pues la erudición es por exce-
lencia ininteligente). Por consiguiente, en su ceguera,
Borges se ha vuelto cada vez más profundo, y en su
trato con el mundo exterior, cada vez más superficial. En Argentina tuve ocasión de conocer a algunos de
Una evolución semejante merece respeto, ya que un sus admiradores pertenecientes a su círculo íntimo. No
hombre ciego no está en condiciones de llevar una me deslumbraron ni por su excesiva inteligencia ni por
vida normal. No obstante creo que sus admiradores desbordante energía espiritual. No es sorprendente
cometen un error al no distinguir entre los dos Borges, que no entendieran ni una sóla palabra de Ferdydurke,
y al prodigar las mismas alabanzas a su inteligencia y a recién traducido, por entonces, al español. Pero aun en
su ininteligencia. Ininteligencia que se manifiesta tanto el caso de que los acólitos de Borges hubieran sido
en el picoteo obsesivo de migajas literarias sin valor capaces de transmitirle una vaga idea de mi libro (a él,
como en una revelación de este tipo: “¿Qué opina que no puede leer solo) no habría servido de nada.
usted del duelo? Estoy absolutamente en contra; cuan- Este hombre, muy sincero y profundamente humano
do se produce una discrepancia entre dos personas, a en la soledad, en la vida cotidiana tiene miedo de los
mi entender esa discrepancia no tiene nada que ver con hombres; su timidez, su finura aristocrática, le obligan
espadas y con la muerte de una de ellas”. a huír de la sinceridad. Su pretendida modestia no es
D.R.: En este punto se le podría hacer a usted una sino una coraza para su sensibilidad aristocrática. El
objeción. Si el hecho de que Borges sea, en cierto sen- modesto Sir Jorge Borges, Knight of the British
tido, limitado o intelectualmente extravagante hubiera Empire, Comandeur des Lettres et des Arts, Caballero
que atribuírlo a su ceguera, entonces, en la época en de la Orden del Sol y de la Orden de Madonnina, etc,
que su vista era aun bastante normal, no habría poseí- experimentaría, en mi opinión, grandes dificultades
do tales características. Y sin embargo en los comien- para entenderse con cierto Gombrowicz a secas.
zos de su creación Borges era menos original y más D.R.: ¿Y qué relaciones mantuvo usted con los demás
prisionero todavía de los esteticismos, tanto en lo que escritores argentinos?
escribía como en lo que decía. W.G.: Casi nulas. Salvo que habría podido hablar de
W.G.: Tiene usted razón. Tal vez habría que decir que relaciones tras la aparición de Ferdydurke, cuando yo
la ceguera no le ha permitido vender tanto en el plano ya tenía a mis espaldas siete años de vida en Argentina.
“fino-conversador” como en el plano de la vida, lo que Pero para entonces me había instalado en el anonima-
gracias a ello ha superado en su arte. No sé... to, y me traía sin cuidado el mundo literario, era libre
D.R.: Sin embargo, a veces se muestra usted muy seve- caprichoso y provocador. Me había habituado al hecho
ro con su arte. En un capítulo de su Diario publicado de que nadie me tomaba en serio y que tampoco yo lo
en Les lettres Nouvelles, le calificaba usted de “caldo hacía. Por lo demás, una obra de Ferdydurke debía
insípido para los literatos”. verse confirmada por París para que les fuera posible

página 33
sótano
reconocerme. Lanzamos ese poderoso panfleto, yo y D.R.: Pero ¿qué podría importarles que un extranjero
un grupo de jóvenes escritores que colaboraron en su que, es cierto, residía desde hacía tiempo entre ellos,
traducción, en medio de una atmósfera más bien frí- pero al que no veían jamás, al que nunca se encontra-
vola. Ferdydurke despertó algunos entusiasmos, sobre ban en sus tés, en sus galas, en sus recepciones, que ese
todo entre jóvenes, y le dedicaron unas cuantas críticas extranjero adquiriera cierta notoriedad?
en la prensa; pero finalmente todo quedó en agua de W.G.: De mí, individuo siempre privado, ninguna
borrajas. Fue entonces cuando conseguí mi empleo en nación puede sacar provecho, yo soy un outsider. En el
el banco polaco, y por lo tanto la última razón que encuentro internacional yo no formaba parte de su
podía tener para implicarme en la literatura argentina, equipo literario. Me interesa añadir que sí, que pese a
es decir, la perspectiva de rasgar algún dinero aquí y todo encontré amigos benévolos y serviciales. Virgilio
allá perdía su validez. Pinera, un escritor cubano hoy eminente, y Humberto
D.R.: ¿Le ayudaron en sus dificultades económicas? Rodríguez Tomeu, otro cubano, hicieron mucho por
W.G.: Se me ha referido que, no hace mucho, un agre- mí, y es sobre todo a ellos a quienes debo la traducción
gado de la embajada argentina en Paris, le dijo a un española de Ferdydurke. Cecilia Debenedetti,
agregado de la embajada polaca: “Gombrowicz ha Alejandro Russovitch, Jorge Calvetti, Adolfo de
comido nuestro pan durante un cuarto de siglo y ahora Obieta, Roger Pla, hé aquí algunos de los nombres ins-
habla contra nuestro país”. Yo no labro contra criptos por mí, como dice Shakespeare, “en el libro
Argentina, a lo sumo un poco contra la burguesía que releo todos los días”.
argentina, que no es lo mismo. Por otra parte, mi pan Mi amistad con Ernesto Sábato data de mucho más
argentino me llegó en realidad del extranjero; para tarde, cuando quedé fascinado por su gran novela
empezar, los polacos me ayudaron un poco, después Sobre héroes y tumbas (que en Francia apareció con el
tenía el sueldo del banco polaco, y finalmente viví de título de Alexandre), una obra verdaderamente
mis ediciones extranjeras. Sólo en una ocasión, si no lo extraordinaria en la que el romanticismo, la tradición,
recuerdo mal, un argentino, un escritor millonario, la historia, una especie de anocronismo telúrico y la
prometió dejarme en un sobre trescientos pesos para patología sudamericana se combinan de manera extra-
llegar a Córdoba, en la montaña, a reponerme de una ña con un modernismo completamente de vanguardia
gripe. Dejó el sobre, pero en su interior sólo encontré que expresa a la Argentina actual. Sábato es, sin duda,
ciento cincuenta pesos. uno de los tres grandes de América Latina, junto con
D.R.: Y cuando al fin Europa le descubrió, ¿cambió la Asturias y Borges.
atmósfera? ¿Se podría hablar de una... digamos... ligera D.R.: Ahora le sitúo a usted mejor en Argentina.
consternación? W.G.: No son más que anécdotas... para dar ambien-
W.G.: En absoluto. Primero se creyó que se trataba de te...
un falso rumor. Un año antes de mi partida de D.R.: ¿Y escribía usted sin interrupción?
Argentina -es decir unos cinco años después de la edi- W.G.: ¡Oh, no! A lo largo de toda la guerra no escribí
ción parisina de Ferdydurke-, cuando ya se me traducía otra cosa que folletines para periódicos, con seudóni-
en la mayoría de las lenguas europeas, me encontré por mo, a fin de ganar algunas piastras, y unos cuantos artí-
casualidad en la calle con el poeta Jorge Calvetti, que culos en La Nación. No era posible escribir mientras
colaboraba en el primer periódico del país, La Prensa. ignoraba de qué viviría al mes siguiente. De vez en
Le expliqué mis éxitos y Calvetti amañó una entrevista cuando, durante breves períodos de remisión, esboza-
conmigo a dos columnas. Pero por entonces otro cola- ba mi obra El matrimonio, pero no la terminé hasta
borador del periódico, Manuel Peyrou, amigo de después de la guerra.
Borges, se encontró con Calvetti en la redacción y le La guerra supuso para mí unas vacaciones.
reprochó violentamente que se hubiera dejado embau- D.R.: Unas vacaciones, confiéselo, en las que no falta-
car por mis mentiras. Se armó un buen lío. Calvetti fue ron momentos terribles de depresión, viviendo en
a quejarse al jefe de redacción. Afortunadamente, un aquella soledad y aquella humillación más allá del océ-
conocido crítico de París, el ruso Wladimir Weidél, ano.
cuyos libros tenían éxito en Argentina, se encontraba W.G.: En efecto, cuando, en ocasiones, me abandona-
de paso en Buenos Aires. El jefe de redacción le sugi- ba mi humor de ahorcado...
rió a Calvetti que fuera a verle para comprobar sus Sí, a pesar de todo, era penoso, terrible, desesperante.
informaciones, Weidél dió el veredicto al confirmarle La guerra me destruyó familia, posición social, patria,
que efectivamente yo era un escritor conocido y apre- porvenir; ya no quedaba nada, ya no era apenas nada...
ciado en Europa, lo cual fue proclamado en la prensa. Y sin embargo... Y sin embargo Argentina... ¡Qué des-
Según parece la agarrada entre Calvetti y Peyrou fue canso! ¡Qué liberación! De mis primeros años en
tan tormentosa que hubo que secuestrar a uno de los Argentina, los más duros, podría decir con Mickiewicz:
dos en un ascensor e inmovilizarlo a fin de evitar que Nacido en esclavitud, cargado de cadenas desde la cuna,
llegaran a las manos. Se non e vero... jamás tuve en mi vida sino esa única, pero ¡qué prima-

página 34
sótano
vera! verdad, aquello no eran unas vacaciones, ni un descan-
Sólo que esas palabras suyas se refieren al año 1812, so. Si la pobreza, la humillación, la guerra, el desastre,
cuando Napoleón, al marchar sobre Rusia, liberó, por la soledad, la inseguridad, los zapatos agujereados, el
tan breve tiempo, a Polonia. Mientras que yo relaciono frío, las chinches y mis penas y preocupaciones propias
esas palabras con la época en que, tras la caída de de la miseria, si todo eso quedó reducido a casi nada es
Polonia y el estallido de la Guerra Mundial, todo se porque jamás me había sentido tan cerca de la belleza,
hundió para mí, todo el orden que había vivido hasta hacerla mía. Si, yo, que soy más bien lúcido, estuve
entonces... poseído durante semanas enteras por esa embriaguez
¡Relajamiento de la forma! de poesía, ¡hasta el punto de sentirme yo mismo poe-
Circunstancia excepcional. ¡Ocasión bendita, única! sía!
Compréndalo, Dominique, los que tomaron parte en la Espejismo... ¡no, realmente no estan unas vacaciones!
guerra se encontraron de inmediato atrapados en nue- Era un trabajo doloroso, agotador... Porque para acer-
vas..., yo diría formaciones... todavía más rígidas, en el carme a la sencillez y a lo natural, tuve que ponerme
ejército, en el servicio, en la acción. Y a mí, la guerra máscaras, y era una artimaña, una trapacería, algo que
me sumergió en un desenfrenado oleaje que no era chirriaba, que sonaba a falso. Lo repito, no conseguí
sino estruendo, vértigo, instantes sin mañana, casi nada, no conseguí sino un acercamiento, un acerca-
hasta el aniquilamiento. Solo. Liberado. Perdido. miento que subrayaba, que ponía en evidencia mi arti-
Yo lo sabía muy bien. Era una ocasión que el destino ficio. ¡Pobre pelele! Con cerca de cuarenta años, lleva-
me ofrecía, para que pudiese al fin acercarme a aquello ba la existencia de un joven de veinte, y esa edad la
que constituía para mí lo más sagrado, lo que yo defi- revivía frente a la catástrofe mundial, lo cual basta para
nía como la “inferioridad”, o como lo “bajo”, o como demostrar hasta qué punto era temeraria mi empresa.
la “frescura”, la “sencillez” o la “inmadurez” o incluso No sé... El imperialismo de nuestro “yo” es indo-
como un “elemento oscuro y sin nombre”. Tales tér- mable, y su poder tiene tal alcance que, a veces, me
minos no traducen , ni siquiera de manera aproximada, sentía inclinado a creer que el desbarajuste del mundo
la naturaleza de ese secreto, de ese objetivo que mis no tenía otro objeto que depositarme en Argentina y
libros no lograban descubrir ni expresar adecuada- sumergirme de nuevo en la juventud de mi vida, que en
mente. En todo caso, me encontraba a un paso del su momento no había podido experimentar ni aprove-
gran altar de esa iglesia inaccesible... ¡Y me arrojé al char. Era por eso por lo que existía la guerra, y
agua, como alguien que se muere de sed! No, a decir Argentina, y Buenos Aires.

página 35
www.eltabano.org
Para suscribirse a “Cuadernos del Tábano” visite nues-
tra web, allí hay instrucciones pormenorizadas para ejecutar
ese acto de heroísmo. Por sólo 12 euros podrá usted recibir
en su domicilio, sin cargo alguno, los 4 números correspon-
dientes a un año.
Además, allí encontrará información de las distintas activida-
des del colectivo (aquellas que podemos difundir).
PUNTOS DE VENTA
Tetería del Tábano
C/Pozo, 94. Barrio San Antón. Alicante
Librería Compas
Universidad San Vicente
Kiosco Menchu
C/Calderón de la Barca, 18. Alicante
Librería del Plá
C/Ingeniero Canales, 5. Alicante
Consell de la Joventut d’Alacant
C/Labradores, 14 (Centro 14)

?
¿Colaborar con Cuadernos del Táb ano?
Consulte antes con su médico o farmacéutico.
Ponen consolas gratis a
los jóvenes para
alejarlos del “botellón”

Ocho institutos de Alicante


ofrecen alternativas de ocio para evitar
que los jóvenes beban en la calle.
La estrella es la Wii de Nintendo,
con la que podrán jugar de madrugada.

La noticia apareció en la portada de uno de los


muchos periódicos gratuitos que van y vienen por la
ciudad. Lo cierto es que —ante semejante disparate—
uno no sabe qué decir. nar
Obviamente, si decido dejarme atrapar por un la plaza y
asunto de la tan manoseada “actualidad”, no va a ser meter —tortugas
para exponer una opinión prudente ni respetuosa con posmodernas— la
esas personas de peculiar benevolencia que empezaré cabeza en una pantalla.
por llamar necios. Se trata de que los jóvenes
Seguramente, detrás de este proyecto que librará a de hasta 35 años (¿?) no beban,
las calles de botellas para llenarlas de adolescentes idio- para lo cual la concejal Marta
tizados, hay un cardúmen importante de psicólogos y García Romeu asegura que no
sociólogos digeridos por una de las tantas universida- dispone de una “varita mágica”. Creo
des raquíticas que expenden diplomas como si fueran que lo que no tiene ni va a tener jamás esta señora
golosinas. es magia, y sería de agradecer que su tendencia inno-
Estos predicadores de un nuevo orden, devotos de vadora la dejase actuar primero sobre su inteligencia.
la televisión y la estadística, están convencidos de
poder cambiar el mundo, aunque el “mundo” que pro- Me vienen a la cabeza dos recuerdos, uno personal
pongan no convenza a nadie. y otro milenario: meses atrás, en el Tábano, inaugura-
En El Gatopardo —aclaro, por si lee esto alguna mos durante la noche de un viernes nuestra Biblioteca
víctima del proyecto puritano que nos ocupa, que me Popular; por supuesto, no vino nadie, y no culpamos
refiero a un libro de Giuseppe Tomasi di de esto al mencionado “botellón”, sino a nuestro entu-
Lampedusa— se plantea la estrategia de “cambiar todo siasmo casi ingenuo. El otro recuerdo me remonta a la
para que todo siga como está”, y parece que los impul- Grecia de las orgías báquicas, donde numerosa gente
sores de esta barrabasada, aunque dudo de que tengan se reunía para beber vino y, entre otras cosas, escuchar
la más remota familiaridad con un buen libro, apren- relatos en boca de rapsodas eufóricos. Entonces surge
dieron el lema. la pregunta, siempre inevitable: ¿llegará el día en que se
Su sueldo y su conciencia —ambos “buenos”— repudie la literatura clásica por inducir a malos hábitos
dependen exclusivamente de que todo siga como está, entre la juventud? Me consuelo pensando que cierto
pero, para que la futilidad de su tarea no sea evidente, tipo de burócratas no saben leer más que presupues-
cada tres o cuatro meses sacan de la galera una “activi- tos, y lamento carecer de la suficiente ingenuidad
dad sociocultural” que anuncian con bombo y platillo como para inaugurar bibliotecas por las madrugadas,
en todos los medios de comunicación que les siguen el cuando los pocos que no se dejan convencer ni por
juego. ordenadores ni por libros tal vez estén dispuestos a
Ahora estos moralistas de tres al cuarto se disfra- participar en una orgía.
zan de alternativos y proponen a la juventud abando- Nelo Curti

S-ar putea să vă placă și