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Confederación Interamericana de Educación Católica

AL RE-ENCUENTRO CON LA FAMILIA


La familia en el tercer milenio

"La autoestima procede de uno mismo, no de las adquisiciones y la aceptación.


Adopta la decisión personal de enamorarte de la persona más hermosa, incitante y digna... ¡ TU !"
Wayne W. Dyer

TEMA 4.3 FAMILIA y AUTOESTIMA

I. Justificación del tema

• Es importante en la vida sentirnos buenos, capaces, valiosos y felices, ya que posteriormente


aprenderemos que somos valiosos, pero no únicos y, que nuestro valor cobra sentido en la
relación interpersonal, sobre todo en la entrega de amor.
• La misma estructura familiar ayuda a esta transformación. Primero, la figura de la madre es la
encargada de «demostrarle» al niño que él es el centro del mundo, que es lo más valioso del
universo, digno de todo tipo de sacrificios y de que se lo merece todo: «soy omnipotente», siente
el niño. El amor de la madre, como dice E. Fromm, es especial; quiere al hijo por ser su hijo, no
por lo que haga o deje de hacer. «Te quiero, aunque no te lo mereces, porque sí».
• Al principio, esta situación le ofrece al niño la cuna para su incipiente autoestima pero,
superados los primeros años, el niño tiene que irse integrando en una sociedad de hermanos,
compañeros del colegio, vecinos, amiguitos, etc., donde este tipo de cariño ya no le es útil ni le
sirve para relacionarse de una manera sana.
• El niño empieza a buscar su propia autoestima e identidad personal en el reflejo de muchos
espejos llamados adultos significativos: maestros, amigos, familiars, padres, etc. Todos ellos,
especialmente los padres, son auténticos espejos psicológicos que utiliza el niño para reflejarse
en ellos y aprender a valorarse, apreciarse y amarse; así va consiguiendo su autoestima. Por eso,
tales espejos deben ser nítidos, transparentes y claros. De esa transparencia dependerá en buena
medida la autoestima personal de ese niño, sin la cual, nunca podrá sentirse feliz.

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• Esta tercera entrega, trata de ofrecer una visión general sobre la autoestima, indicando el
significado profundo que tiene la autovaloración para la vida de cualquier ser humano y
analizando el papel fundamental de los padres en la formación del autoestima de los hijos y así
comprender la trascendencia de la autoestima personal en todo el proceso educativo.

II. Breve análisis de la realidad


Investigar y responder en grupo:
Por la centralidad que ocupa en la estructura humana, la autoestima y sus efectos que de ella se derivan
para el funcionamiento psicológico, positivo o negativo, es necesario que nos preguntemos antes de iniciar el
tema, lo siguiente:
No se conoce ni una sola dificultad psicológica, aparte de las que tienen raíz biológica, que no sea
atribuible a una autoestima deficiente: desde la angustia y la depresión, el miedo a la intimidad o al éxito, el
abuso del alcohol o de las drogas, el bajo rendimiento en el estudio o en el trabajo, hasta los malos tratos a las
mujeres o la violación de menores, las disfunciones sexuales o la inmadurez emocional, pasando por el
suicidio o crímenes violentos.
¿Cuáles son las principales causas de lo anteriormente descrito?
¿Quiénes somos y qué pensamos que somos?
¿Qué es la autoestima?
¿Cómo me estoy queriendo a mí mismo?
¿Cómo sabe el otro que yo lo valoro?
¿Cómo cumplen los padres su rol educativo entorno al desarrollo del autoestima de los hijos?
¿Los padres conocen bien a cada uno de sus hijos y los ayudan a conocerse a sí mismos?
¿Consideran de gran importancia la valoración, el refuerzo y la aprobación de lo que hacen los hijos para la
vida futura del adulto feliz?
¿Cómo podemos ser felices y proporcionar felicidad a los demás?
¿En qué habremos de cambiar para llegar a ser felices?

III. Brevísimo marco teórico y/o referencial

Ø La vida es una oportunidad, aprovéchala. La vida es belleza, admírala.


La vida es sabiduría, saboréala.
Ø La vida es un sueño, hazlo realidad. La vida es un reto, afróntalo. La
vida es un deber, cúmplelo.
Ø La vida es un juego, juégalo. La vida es preciosa, cuídala. La vida es
riqueza, consérvala.
Ø La vida es amor, gózala. La vida es un misterio, desvélalo. La vida es
promesa, cúmplela.
Ø La vida es tristeza, supérala. La vida es un himno, acéptalo. La vida es
una tragedia, domínala.
Ø La vida es una aventura, arriésgate. La vida es felicidad, merécela.
Ø La vida es la vida, defiéndela.
Madre Teresa de Calcuta
3.1 ¿Qué es la autoestima?
Para Branden, la autoestima es la «suma integrada de la confianza y el respeto por uno mismo. Refleja el
juicio implícito que cada uno hace de su habilidad para enfrentar los desafíos de la vida (para comprender y
superar los problemas) y su derecho a ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades)»
Según Virigina Satir, «es la opinión que tiene la persona de sí misma, es decir, la valoración que hace en
privado, del conjunto de sus pensamientos, sentimientos y experiencias que ha ido acumulando en su vida,

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principalmente en la infancia y la adolescencia…» Es la creencia que cada quien posee acerca de su capacidad
y valía personal.
Resumeniendo, podríamos afirmar que es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los
pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo
durante nuestra vida; creemos que somos listos o tontos, nos gustamos o no. Los millares de impresiones,
evaluaciones y experiencias así reunidos se conjuntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o,
por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos.

3.2 ¿Por qué es tan importante la autoestima?


Una persona se autoestima cuando se aprecia a sí misma y a lo positivo que hay en ella, acepta sus
limitaciones y debilidades, atiende a sus necesidades reales y es capaz de sentir afecto y comprensión hacia sí
misma. Autoaceptarse es un sentimiento interno de satisfacción con tu propio yo; sentirse básicamente
contento de estar dentro de tu propia piel, sentirse contento de ser quien eres y aceptarse tal cual eres, con tus
peculiaridades, deseos, sentimientos y defectos propios.
El autoconcepto y la autoestima juegan un importante papel en la vida de las personas. Los éxitos y los
fracasos, la satisfacción de uno mismo, el bienestar psíquico y el conjunto de relaciones sociales llevan su
sello. Tener un autoconcepto y una autoestima positivos es de la mayor importancia para la vida personal,
profesional y social. El autoconcepto favorece el sentido de la propia identidad, constituye un marco de
referencia desde el que interpretar la realidad externa y las propias experiencias, influye en el rendimiento,
condiciona las expectativas y la motivación y contribuye a la salud y al equilibrio psíquicos.

3.3 ¿Cómo se desarrolla la autoestima?


El concepto del Yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente durante toda la vida,
empezando en la infancia y pasando por diversas etapas de progresiva complejidad. Cada etapa
aporta impresiones, sentimientos e incluso, complicados razonamientos sobre el Yo. El resultado
es un sentimiento generalizado de valía o de incapacidad.
En general, las experiencias positivas y relaciones plenas ayudan a aumentar la autoestima. Las
experiencias negativas y las relaciones problemáticas hacen que disminuya la autoestima.
Según Ausubel, el YO está constituido por:
A). Un conjunto de capacidades existentes ya en el niño, como ser la imagen visual del cuerpo, imagen
auditiva del nombre, las sensaciones del movimiento, las tensiones viscerales y los recuerdos personales.
Estas capacidades dan origen a una totalidad, que varían con la edad, llamada SI MISMO;
B). El SI MISMO, al que, con el pasar de los años, se añaden las actitudes hacia sí mismo, los ideales
típicos del individuo, los motivos prevalentes, los valores definitivos de su vida. A este segundo conjunto,
bien integrado con el SI MISMO, Ausubel, ha puesto el nombre de «YO». Es decir:
Sí mismo
+ Actitudes hacia el sí mismo
= YO
C). SI MISMO y YO se integran en la personalidad cuando se añaden las actitudes y capacidades que
integran directamente al YO los productos del aprendizaje escolar o social y la memoria. Estas tres
estructuras, no se dan ya hechas en su integridad en el momento del nacimiento. Tienen una historia y un
desarrollo por etapas. Y en cada etapa el ser humano deja comportamientos típicos de la etapa anterior y
adquiere nuevos comportamientos.

3.4 Principios de la autoestima


De acuerdo con la definición de la autoestima -«apreciación de la propia valía e importancia y de
la propia toma de responsabilidad hacia sí mismo y hacia sus relaciones intra e interpersonales»- todo
padre necesita reflexionar, aceptar y asumir en la propia dinámica familiar los siguientes principios:

Ø Es algo personal e íntimo: no depende de lo que los demás piensen de uno, sino de la valoración
y aprecio que uno mismo se da o se tiene.

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Ø La autoestima no se hereda: se forma a lo largo de toda la vida, especialmente durante la
infancia (en el hogar y en la escuela). Se aprende; todos estamos en condiciones de hacerlo.
Siempre es posible mejorarla o deteriorarla.
Ø No es comparativa ni valorativa.
Ø Se forma -o deforma- a lo largo de toda la vida pero especialmente durante la infancia (hogar y
escuela).
Ø Muchos de los efectos -buenos y malos- de la educación en los primeros años son irreversibles
(para bien o para mal).
Ø La raíz de la autoestima es la conciencia de ser hombres, de ser personas: por eso, la autoestima
no es competitiva ni despectiva sino humilde, respetuosa y comprensiva de la condición y
valoración humana de los otros.
Ø Los desajustes en la autoestima influyen en casi todos los problemas que puede experimentar
una persona a lo largo de toda su vida. Los desajustes de la autoestima influyen en casi todos los
problemas de una persona. Por eso, psicológicamente hablando, no hay felicidad posible si no es
a partir de una autoestima firme.
Ø No se puede promover la autoestima de los demás (por ejemplo de los hijos) si la propia anda
mal.
Ø Los padres y maestros proyectan su situación anímica a los niños. De ahí la necesidad de un
trabajo personal de auto-crecimiento y maduración por parte de aquellos.
Ø Cuando se ha tenido una infancia traumática, la recuperación de la autoestima empieza por la
aceptación del propio «yo niño».
Ø La autoestima implica conocerse bien a sí mismo, aceptarse como se es y perdonarse, dejando
de lado las culpabilizaciones.

3.5 Algunas herramientas pedagógicas al servicio de la autoestima:


1. Ama a tu hijo sin condiciones, sin neurosis y sin mimos: tu amor debe ayudarlo acrecer.
2. Dedícale tiempo, en calidad y en cantidad.
3. Juega con él, acompañándolo, no invadiéndolo.
4. Esfuérzate por comprenderlo, por ponerte en su lugar.
5. Dialoga con él constantemente, comunícate, escúchalo.
6. Jamás lo compares con nadie: no existen ni han existido jamás dos seres humanos iguales.
7. No le exijas más de lo que puede dar.
8. Nunca lo evalúes ni lo midas con criterios de adulto.
9. Respeta su propio ritmo de crecimiento y de aprendizaje. Tenle muchísima paciencia.
10. Déjalo ser él; no pretendas que se parezca a ti ni a nadie.
11. Repréndelo (castígalo) sin humillarlo; ataca la falta no a la persona.
12. Ponle normas claras y razonadas, sin actitudes permisivas.
13. Considéralo en todo momento un apersona importante, valiosa, maravillosa.
14. Multiplica los elogios: nunca hacen daño si son inteligentes.
15. Bríndale abundantes oportunidades de desarrollar su creatividad e iniciativa.
16. Aprovecha todas las ocasiones para desarrollar su sentimiento de dignidad personal.
17. Crea en el hogar una ambiente de claridad y confianza, sin tensiones ni violencias.
18. Ayúdalo as sentirse seguro en todo lo que hace o dice.
19. Fomenta en él el surgimiento de ideales y valores sólidos.

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3.6 Resumiendo:
A. Autoestima es la impresión que cada quien tiene de sí mismo, la percepción agradable de la propia
imagen, el respeto y la confianza en los propios valores y capacidades, el reconocimiento de los logros.
B. Un buen concepto de sí mismo es esencial para el equilibrio personal y para el comportamiento
eficaz. Alguien dijo una vez: "Detrás de una conducta ineficiente hay una autoestima baja", y esto es
usualmente válido para niños y adultos.
C. ¿Cómo se forma la autoestima? La gente nos nutre acerca de lo que somos, a través de la
comunicación de los comportamientos y de los sentimientos que tienen hacia nosotros. Amor y respeto
son las bases del autoconcepto positivo. Los niños y adultos con baja autoestima se consideran a sí
mismos como no queridos, indignos de ello, inferiores, inútiles; les cuesta dar o recibir, ajustarse a
grupos y, por lo tanto, pertenecer, tienden a aislarse.
D. En cambio con una alta autoestima las personas saben que serán aceptadas y reconocidas, tienen
confianza en sus juicios y esfuerzos, muestran su creatividad, desarrollan su autonomía.
E. En definitiva, es parte esencial en la vida, como el aire o el agua.
F. La autoestima se expresa:
• en las respuestas que doy y recibo, pues allí puedo darme cuenta de a qué altura anda mi
autoestima y la del otro. Por eso es básica para relacionarse con los demás;
• en mis logros;
• en lo que me pasa;
• en lo que decido;
• al sentirme responsable, que respondo, es decir, postergando placer inmediato por el placer de
un logro;
• en las metas que trazo;
• reconociendo lo que aprendo y,
• en fin, amando.
G. La estimulación es el proceso mediante el cual enfocamos las cualidades y esfuerzos de las
personas, con la finalidad de que ellos construyan sentimientos de autoestima y confianza en sí mismos.
H. Frases que demuestran ACEPTACION... "Me gusta la manera como escribes". "Me alegra que te
guste estudiar". "Me contenta que estés satisfecho con lo que haces". "¿Qué crees que puedes hacer para
que te sientas bien?".
I. Frases que demuestran CONFIANZA... "Tú lo lograrás". "Es
difícil, pero estoy seguro de que lo lograrás". "Tú lo resolverás".
Tú tienes con qué.
J. Frases que reconocen ESFUERZO Y PROGRESO... "Parece
que has trabajado mucho en eso" ."Puede que sientas que no has
llegado a la meta, pero mira cuán lejos has llegado".
K. Para el grupo familiar... "Realmente disfruté el día con
ustedes; gracias".
L. Estimulación es... "Valorar, aceptar, resaltar aspectos
positivos, tener fe, reconocer esfuerzo y progreso y demostrar
aprecio a los Miembros del Grupo Familiar".

IV. Cuestiones para el estudio: puntos de reflexión

4.1 El papel de los padres en la formación del autoestima


Nunca se subrayará suficientemente la influencia, positiva o negativa, que los primeros años de la vida
tienen para una maduración adecuada de la personalidad del niño y, consecuentemente, para la construcción
de una positiva autoestima. La autoestima generada desde un entorno familiar armonioso, equilibrado y
maduro, constituye la clave esencial de un proceso cuyo resultado será la formación de personas seguras de sí

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mismas y de sus capacidades, con actitudes positivas ante la vida en todos sus aspectos, con deseos de
superación de las dificultades venideras y con logros en la consecución de metas. En resumen un buen
entorno familiar potencia la autorrealización personal. A esto habría que añadir luego los efectos de un
ambiente escolar adecuado.
Es evidente, entonces, que los padres, desde el mismo período de gestación, deben prevenir todo aquello
que puede reflejarse luego en cualquier trastorno conductual. La educación, en su sentido más genérico, en
cuanto capacitación para la vida, tiene mucho que ver con la satisfacción de todas las necesidades básicas del
niño (espirituales, psíquicas, biológicas); en el fondo educar es satisfacer esas necesidades o capacitar al
muchacho para que él mismo pueda satisfacerlas; si no es así, se compromete gravemente su autoestima.
En la formación de la autoestima cuenta mucho eso que podríamos llamar el «modelo educativo» que
impera en el hogar, el cual está conformado por la filosofía educativa, implícita o explícita, y los principios
pedagógicos, que allí se manejan, especialmente durante los primeros años de vida. Evidentemente, la familia
es una escuela y los padres son educadores; más aún, ellos son los primeros y principales educadores: para
bien o para mal de sus hijos, ellos educan con todo lo que hacen y lo que dejan de hacer, con todo lo que
dicen y lo que dejan de decir. La figura parental puede ser una excelente persona, pero si su manera de educar
es inadecuada, perjudica a sus hijos y compromete seriamente su autoestima. Ciertamente, en el hogar es
donde el niño hace suyos una determinada jerarquía de valores, unos patrones conductuales, una manera de
enfrentar la vida, una cosmovisión, una fe, lo cual dependerá sobre todo del estilo educativo de los padres.
Según el psicólogo A. Maslow, el hombre tiene cinco niveles de necesidades básicas, organizadas como
en una especie de pirámide; todos estamos motivados a intentar cubrir esas necesidades de abajo hacia arriba,
en tal forma que sólo podemos satisfacer los niveles superiores si ya hemos alcanzado los inferiores. El
primer nivel -el piso de la pirámide- serían las necesidades físicas (alimentarse, beber, dormir, descansar,
etc.); el segundo, las necesidades de seguridad física; el tercero, las de amor, el cuarto las de aceptación, y el
quinto, las de significación o valía; éstos dos últimos niveles son los que más contribuyen a la solidificación
de la autoestima. En otras palabras, la realización plena de una persona depende de que pueda satisfacer los
cinco niveles; por eso, cuando alguien llega al último nivel se puede decir que es una persona creativa,
auténtica, madura y vocacionalmente realizada. Obviamente, posee una elevada autoestima.
Aquí entra en juego un ineludible deber y un sagrado derecho de los padres. A ellos les toca, por
vocación y por misión, velar para que los niños vayan satisfaciendo esas necesidades básicas; ésta es una de
sus tareas más importantes y, a la vez, más difíciles. Y hemos de decir que, por desgracia, son pocos los que
se han preparado para ello. La inmensa mayoría de los padres pareciera que piensan que su obligación se
reduce a garantizar el cubrimiento de las necesidades de los tres primeros
niveles: afecto, techo, protección, subsistencia física, educación..., dejando
las otras dos a la suerte de cada uno; se olvidan de lo fundamental: la
formación de la persona, su capacitación para la vida y para los verdaderos
valores. Obviamente, se sacrifican, incluso con exageración, por sus hijos,
pero con ello no subsanarán las deficiencias básicas que éstos arrastrarán en
los niveles superiores de la pirámide de Maslow: la necesidad de sentirse
aceptados y amados como personas y la de saber que ellos también valen y
tienen derecho pleno a la felicidad.
Los padres deben tener muy presente que, aquí como en todo, el
crecimiento normal, sano y equilibrado, del hijo, depende mucho más de la
medicina preventiva que de la curativa, o sea, mucho más de la educación
básica previa que de los remedios que puedan asumirse cuando ya el mal
está en camino. Ello exige que desde el mismo instante de la concepción haya claridad, coherencia, previsión
constante, sin esperar a que surjan los problemas para tratar entonces de tomar medidas de emergencia que,
por ser adoptadas en condiciones de tensión y estrés, no suelen resultar atinadas y pueden hacer más daño que
bien. Además, deben tener presente, en todo caso, que lo pretendan o no, están siempre influenciando a sus
hijos, por el buen camino de la autoestima o por el malo. Cuando esto se olvida, los muchachos quedan a
merced de cualquier factor externo que los pueda ayudar a consolidar su yo deteriorado. Es entonces cuando
pueden presentarse fantasmas tales como los diversos tipos de droga o la delincuencia juvenil.
En síntesis, la realización o el fracaso de todo ser humano depende en buenísima parte del tipo de
formación que reciban en el hogar. Allí está, probablemente, la principal diferencia entre un delincuente y un
santo. Si se les brinda una educación auténticamente integral, es decir que cubra holísticamente todos los
aspectos de la persona -intelectual, psicológico, sexual, espiritual, moral, religioso, etc.,- dispondrán luego de

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caminos válidos cuando intenten buscar su valor personal, y enfrentarán la tarea de ser hombres, no con los
criterios narcisistas y egoístas del ambiente ordinario, sino de acuerdo a un proyecto maduro de vida.
Por lo tanto, los padres deben preguntarse continuamente:
¿cómo facilitar, en la práctica, el desarrollo armónico de los hijos para que se sientan queridos, aceptados
y con un especial valor o significación?
¿Cómo deben comportarse en lo cotidiano del hogar para que la autoestima de sus hijos no sufra?.
O sea, ¿qué pautas, en tal sentido, deben orientar su esfuerzo?

4.2 El lenguaje de la autoestima.


El instrumento más poderoso de que disponen los padres para edificar la
autoestima del hijo es el lenguaje que utilizan. Como los útiles de un escultor es el
barro, tus palabras y tono de voz configuran su sentido de sí mismo. Por esta
razón, es vital que el “feedback” que le proporcionas, tanto de elogio como de
corrección, esté encarnado en un lenguaje que fomente la autoestima; lo llamamos
así: «lenguaje de la autoestima» y consta de tres componentes:
1. Una descripción de la conducta. El lenguaje de la autoestima es
fundamentalmente el lenguaje de la descripción. Describes la conducta sin juzgar
a la persona. De este modo, distingues entre la valía del niño y su conducta, lo cual
es muy importante. El niño no es buen niño porque comparte sus juguetes, ni es
mal niño porque dijo una mentira. Es bueno simplemente porque existe, porque es
una persona, porque tú le quieres y le cuidas, porque es especial para ti; y esto
tienes que expresarlo de modo que él lo sepa y lo entienda; no basta con que lo des por supuesto. El es capaz
de hacer cosas buenas (ayudar, comunicar, conseguir, estudiar...) a veces, y, otras veces, cosas no tan buenas
o decididamente reprobables (desobedecer, pelearse, decir mentiras...).
El describir la conducta (lo que ves u oyes, lo que le sucede a él...) sin valoraciones de ningún tipo,
ofrece al niño un feedback preciso sobre su forma de actuar y sobre cómo afecta a otros su conducta. Y al no
tildarlo de bueno o malo tú desvinculas estas valoraciones sobre su conducta de su valor y valía básicos: por
más errores que haya cometido él sigue siendo bueno.
2. Tu reacción a su conducta. El lenguaje de la autoestima es un lenguaje que comunica también algo
acerca de ti mismo. Expresas tus sentimientos (aprecio, gozo, deleite) o tu desaprobación (enojo o cólera) y
tus motivos para querer que se haga algo o tu reacción frente a una situación. A los niños les resulta más fácil
satisfacer las expectativas y evitar conflictos cuando saben por qué las personas de su entorno reaccionan
como reaccionan.
3. Reconocimiento de los sentimientos del niño. El lenguaje de la autoestima da validez a la experiencia
del muchacho, aprecia sus esfuerzos, tanto si tienen éxito como si no, reconoce su juicio y sus motivos, su
confusión o descuido. El se siente observado y comprendido incluso cuando se le corrige.

4.3 El elogio en educación»


Es importante que elogies a todos tus hijos, pero sin exageraciones. Tu aprobación es lo que más va
configurando la conducta positiva del niño y su correspondiente autovaloración El complacer sobre todo a sus
padres lo motiva para aprender cualquier cosa, desde el lenguaje hasta los modales en la mesa. Cuando lo
aprecias, él recibe el mensaje de que está bien y de que lo que hace es aceptable, y como se siente apreciado
se aprecia a sí mismo. Pero además, ese lenguaje elogioso ayuda al niño a reconocer qué es lo que tiene un
valor especial en su actuación, aquello de lo que puede sentirse orgulloso; aprende a elogiarse a sí mismo y a
reconocer y valorar sus propios esfuerzos y talentos.
El elogio tiene ciertas condiciones o aspectos importantes que debes observar:
1. Sé generoso con el elogio.
2. No exageres el elogio; esto incomoda a los niños.
3. Evita el elogio ambivalente.

4.3 ¿Cómo corregir sin herir la autoestima?

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El lenguaje utilizado en la corrección de los niños es muy similar al utilizado en el elogio. Consta de
cuatro pasos.
1. Una descripción de la conducta (en lenguaje no valorativo): «Te toca arreglar la habitación y todavía
no lo has hecho», «Aún no has hecho el ejercicio que te puse».
2. Una razón para que él cambie de conducta. Exprésaselo simple y directamente: «Hoy estoy muy
cansado para hacerlo yo», «Me preocupa cuando descuidas tus responsabilidades».
3. Reconocimiento de los sentimientos del niño (de su esfuerzo, criterio o motivo): «Ya veo que
también estás cansado», «Seguramente que no te quedó tiempo», «Quizás se te olvidaron mis observaciones».
4. Una formulación clara de lo que se espera: «Necesito que vengas a ayudarme ahora; tratemos de
hacerlo juntos», «Te doy cinco minutos para que lo hagas ahora», «Espero que la re-hagas hoy mismo, apenas
tengas un tiempito libre».

V. Actividades sugeridas para trabajar el tema.

ESTRATEGIA PARA TRABAJAR EN GRUPO

Actividad grupal previa: leer y analizar1


Yo les llamo «los sonrientes» desde siempre. En cada aula, en cada grupo puedes
encontrar alguno y reconocerlo, generalmente, al primer vistazo. Se encuentran también por
la calle, en el supermercado, en el cine y en el metro; pueden ser niños o adultos de
cualquier edad y cualquier sexo. Sin importar su condición cultural, económica o social,
ellos parecen poseer algo así como el secreto de la felicidad. A veces ni sonríen, pero se
muestran tranquilos ante cualquier problema y se percibe en ellos no sé qué serenidad que los
hace atractivos y atrayentes. Resultan simpáticos aunque contesten de mala manera y son,
inevitablemente, encantadores.
Seguro que ya estás pensando en alguna persona concreta que tú has conocido y es así:
«sonriente». O acaso tú mismo, mientras lees, te ves reflejado en estas cuatro lineas y eres uno
de los «elegidos». Porque es una suerte pertenecer a ese grupo, a mi parecer; no es que sean más
altos, ni más “buenosmozos”, ni más listos... Es que, sencillamente, se aprecian a sí mismos: se
autodisculpan los fallos, se alaban los aciertos, están contentos consigo mismos..., se quieren. Y
esto, por raro que nos parezca, no todos lo hacemos en el mismo grado.
El caso está en que de alguna manera, en alguna medida, esto se aprende: uno aprende a
pensar bien de sí mismo, a atribuir a factores extraños sus fracasos. Uno aprende a aceptar que es
físicamente atractivo, simpático, listo o encantador, igual que aprende a considerarse un
monstruo espantoso, serio, bobito o, simplemente, desagradable. Y aprende por sí mismo o
porque todos los demás le dan -le damos- pistas sobre cómo debe valorarse.
Desde pequeños andamos oyendo, todo el día, los juicios que los demás hacen de nosotros y
eso, al final, empapa nuestra auto-imagen. No es lo mismo escuchar continuamente «¡qué bien,
te felicito!..» que «¡apártate de ahí, inútil...!». No es lo mismo oir: «¡Ves, no sabes hacer nada,
eres un paranada!» que «No te preocupes, la próxima saldrá bien...».
Responsabilidad de todos, pero especialmente de padres y educadores, será el crear niños y
adultos serenos y seguros, capaces de afrontar las dificultades y los fallos con serenidad. Porque,
qué duda cabe, el primer paso para conseguir cualquier cosa es proponérselo, y el siguiente tener
la suficiente confianza en uno mismo como para saberse capaz de conseguirlo.
Esa es la ventaja que nos llevan «los sonrientes» y que tenemos la obligación de intentar
transmitir a los niños que pasan por nuestras manos. Inevitablemente, debemos comenzar por
querernos nosotros mismos, por sentirnos plenamente capaces, seguros, serenos y
sonrientes..., si no, poco vamos a transmitir por más que nos propongamos ayudar a
otros a ser «sonrientes», a aumentar eso que llaman “autoestima”.

1
Adaptado de J. Sagardoy Psicólogo, “Eso que llaman autoestima”, Comunidad Educativa 194 (febrero 1992) p. 14.

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Para compartir en el grupo:
1. ¿Qué es la autoestima?
2. Sintetizar la importancia de los padres en la formación del autoestima de los hijos?
3. Hacer un comentario del texto anterior (Los Sonrientes).

Otras estrategias sugeridas:


• Estudios de casos

VI. Conclusiones y propuestas prácticas

VII. Fuentes y referencias:

AUGER, L. (1987): Ayudarse a sí mismo, Sal Térrea.


AUSUBEL, D. (1987): El desarrollo infantil, Buenos Aires: Paidós.
BAER y Fersteheim (1976): No digas sí cuando quieras decir no, Grijalbo.
(1989): Viva sin temores, Grijalbo.
BEALTYE, (1990): Codependencia, ¡Nunca más!, Temas de hoy.
BERNE, E. (1991): ¿Qué dice usted después de decir hola?, Grijalbo.
BLOOM, F. (1990): Para toda la vida, proyecto de capacitación para el amor, Grijalbo.
BOTUS, E. (1991): Relajación y vida, Rotrola.
BRABDES, N. (1991): Cómo mejorar su autoestima, Paidós.
(1990): El respeto hacia uno mismo, Paidós.
(1989): La Psicología de la autoestima, Paidós.
CAMEGIE, D. (S/F): El camino más fácil para hablar eficazmente, Ed- hasa.
CLEMENS-BEAN (1987): Cómo desarrollar la autoestima en niños y adolescentes, Debate.
DE GREGORIO, A. (1990): La participación de los padres en los centros educativos.
DYER, W. (1992): Evite ser utilizado, Grijalbo.
(1991): El cielo es el límite, Grijalbo.
(1987): Felices fiestas, Grijalbo.
(1982): Los regalos de Eykis, Grijalbo.
(1977): Tus zonas erróneas, Grijalbo.
FROMM, E. (1964): El corazón del hombre, Paidós.
GARCÍA HOZ (1990): La educación del estudiante en familia, Temas de Hoy.
GILLHAM, L. (1991): Cómo ayudar a los niños a aceptarse sí mismos y a aceptar a los demás, Ed.
Paidós Educador.
GIRODO, (1992): Cómo vencer la timidez, Grijalbo.
HARRIS, T. (1992): Yo estoy bien, tú estás bien, Grijalbo.
(1991): Para estar siempre bien, Grijalbo.
ICETA, M (1986): Por qué a mí me tocó ser yo, S. M.
(1987): Dejar ser, S. M.
JAMPOLSKY y Cirindiona (1990): Amar es la respuesta, Paidós.
JONGEQARD, J. (1989): Nacidos para triunfar, Grijalbo.
LLAMAS, E. (1986): Ámate y sé feliz, Mensajero.

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MARKERT, C. (1991): Cómo descubrir sus emociones, Ediciones Lidium.
MASLOW, A. (1982): El hombre autorrealizado. Kairós.
(1982): La personalidad creadora. Kairós.
McKOGIN, D. (1977): El niño feliz, Visor.
ORTEGA, (S/F): La curación por el pensamiento, Visión Editorial.
PINILLOS, J. L. (1970): La mente humana, Salvat Editores.
SHERMAN, H. (s/f): El arte de auto-análisis para mejorar su personalidad.
SHIBUTANI, T. (1971): Psicología social y psicología, Buenos Aires: Editorial Paidós.
SIDELSKY, R. (1991): El poder creador de la mente, Ed. Robin Books.
SMITH, A. (1972): Desarrollad vuestra personalidad, DeVecchi S. A.
SMITH, M. (1993): Cuando digo no me siento culpable, Grijalbo.
(1991): Sí puedo decir no, Grijalbo.
(1990): Libérese de sus miedos, Grijalbo.
VALLEJO N, (1990): Conócete a tí mismo, Temas de hoy.
(1990): Hablar en público, Editorial Planeta.
WATZLAVICK, P. (1992): El arte de amargarse la vida, Herder.
WISINGER y Lobsenz, (1991): Nadie es perfecto, Grijalbo.
ZIGLAR, Z. (1985): Cómo criar hijos con actitudes positivas en un mundo negativo, Norma.

En Internet
www.mmercellux.tripod.com/autoayuda
www.pino.pntic.mec.es/recursos/infantil/salud/autoestima.htm
www.ciudadfutura.com/psico/articulos/autoestima_nya.htm

Orángel Torres Molina


Caracas, Enero 2003

Hacia el Congreso CIEC en Santiago de Chile, 2004 9

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