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ENSAYO INTEGRADOR

MÓDULO II

En este momento mi área de desempeño profesional se orienta a la actualización, he


estado en un receso profesional por razones personales que incluso podrían ser analizadas bajo
las premisas del pensamiento complejo, tomando en cuenta que es posible que dentro de esa
decisión de vida pudo existir una visión “reduccionista” de la situación familiar que necesitaba
enfrentar, pero en fin, el objetivo de este escrito es presentar pensamientos reflexivos alrededor
de unas interrogantes propuestas que orienten a un diálogo con los participantes de esta nave y
sus tripulantes.

Uno de mis mayores descubrimientos en lo que va de este curso es la “desmitificación” de


la palabra “científico”, y cómo esa “cientificidad” implica límites y barreras que aún están por
superarse. Sobre este particular me permito transcribir lo expuesto por el profesor de la
Universidad Simón Bolívar (USB) en Venezuela, Miguel Martínez M. en uno de sus artículos,
cuando expresa lo siguiente: “Por lo tanto, esta situación, no es algo superficial, ni
coyuntural; el problema es mucho más profundo y serio: su raíz llega hasta las estructuras
lógicas de nuestra mente, hasta los procesos que sigue nuestra razón en el modo de
conceptualizar y dar sentido a las realidades, por ello, este problema desafía nuestro modo
de entender, reta nuestra lógica, reclama un alerta, pide mayor sensibilidad intelectual,
exige una actitud crítica constante, y todo ello bajo la amenaza de dejar sin rumbo y sin
sentido nuestros conocimientos considerados como los más seguros por ser científicos.” Esta
idea la tomo como preámbulo al desarrollo de conceptos relacionados a la complejidad como
ciencia, como método y cosmovisión.

¿Qué es la ciencia? La ciencia puede definirse como un conocimiento sistematizado, que se


desarrolla mediante la observación, el razonamiento y la implementación de métodos
experimentales. Puedo entender y considerando lo leído hasta ahora, en el caso específico de la
complejidad como ciencia, no encajaría en el concepto tradicional de ésta última, ya que en
cierta forma representa un contexto que limita, establece fronteras, de cómo debería ser
desarrollado ese conocimiento. Uno de nuestros compañeros navegantes (Jesús Cubillán), define
el pensamiento complejo como un “acto de creación” y si a esto se le agrega que es un
pensamiento que constantemente está en construcción, algo que no es opuesto de manera
expedita a la simplicidad, es importante entonces que se realicen esas distinciones que se
mencionan en una de las preguntas reflexivas. El propio Morin señala en uno de sus trabajos
cuando se plantea la complejidad de un modo no simplificador, que este proceso de análisis debe
ser “legitimado”, ya que textualmente expresa: “la palabra complejidad no tiene tras de sí una
herencia noble, ya sea filosófica, científica o epistemológica”.

Sobre este punto puede mencionarse el ensayo de Le Moigne, reflejado en el Módulo I,


dónde debe existir claridad en tres aspectos fundamentales a la hora de analizar el conocimiento:
el aspecto gnoseológico, el axiomático y el ético o valorativo. Reflexionando sobre un punto
importante, es necesario encontrar el sentido práctico de todo esto que se está aprendiendo, no
puede quedar en mera retórica y circunscrito en este caso en particular, a un número importante
de navegantes que actualmente se están formando en todas estas ideas. Todo esto tiene que
representar un “más allá”, es lo que podría llamarse un “aprendizaje con significado”.

De allí que las consideraciones planteadas dentro de las preguntas reflexivas, simplemente
deben funcionar como elementos de apoyo para fundamentar y ayudar a esclarecer conceptos a
los participantes de este curso, sobre todo esto que se llama “la complejidad”. ¿Dónde puede
radicar la distinción del pensamiento complejo en un sentido amplio y en un sentido estricto?, en
el segundo caso Morin insiste en señalar que es una forma diferente de ver la vida, de analizar
los sistemas, de vincular y distinguir, más nunca desunir, oponiéndose a todo lo que se ha venido
estableciendo dentro de los métodos clásicos de investigación, y en el primer caso es reforzar el
concepto de las relaciones entre elementos pertenecientes a un sistema, analizando la calidad, el
entramado, las ambigüedades, contradicciones y situaciones opuestas que pueden existir,
evitando las simplificaciones que parcelan el conocimiento, y que se han puesto en evidencia a
través de investigaciones desarrolladas por estudiosos del concepto de la complejidad.

Desde pequeños se nos induce a evitar el desorden y siempre existe la contraposición con
la “situación ideal”: el orden. ¿Cuántas veces no hemos oído de nuestros hijos o de nosotros
mismos la expresión “yo tengo un orden dentro de mi desorden”? Aquí se observa otro concepto
que determina lo que es la complejidad: la autorganización. Apartando un poco las reprimendas
infantiles por no guardar un arreglo sistemático en nuestros dormitorios, deberes o documentos,
el pensamiento complejo no estigmatiza el desorden, por el contrario lo acoge, convive con él,
como parte de una realidad que debe ser asumida desde el lado constructivo. El desorden es
analizado desde diversas posturas investigativas (von Neumann, von Foerster, Atlan, etc), pero
la importancia del concepto radica que un sistema desordenado, representa un orden acompañado
de una energía desordenada, donde no puede hablarse de fronteras que delimiten estos dos
estados, sino que existen puentes que se tienden y tratan de interactuar entre sí.

Sobre este particular comparto la impresión de un ciudadano francés al llegar a Venezuela


y que fue entrevistado por una revista de circulación semanal que trata de investigar las razones
de algunos inmigrantes al tomar como destino de vida a este país, y sobre esto señala: “La
impresión más destacada que tuve cuando llegué fue la falta total de preocupación y de estrés.
Hay mucha gente coqueta, que se quiere ver bien y elegante, pero no es una cosa seria, como en
Europa, sino que tiene un toque de despreocupación. Hay una especie de informalidad, de caos
organizado. En la autopista, por ejemplo, la gente pasa por la izquierda, se cambia a la derecha,
el más bravo es el que pasa, pero todo el mundo sabe moverse en ese caos”. Me asaltan
inquietudes al tratar de analizar esta situación bajo la filosofía del pensamiento complejo, debo
concluir sobre este particular, que la mayoría de los ciudadanos venezolanos han aprendido a
manejarse dentro de un sistema con alta entropía y que constantemente está sujeto a eventos
aleatorios, no hay conciencia en respetar las normas más elementales de circulación vehicular, y
esto podría considerarse como la energía desordenada.

Para fundamentar todo esto del orden y el desorden, están los aportes de la cibernética, la
teoría de sistemas y la teoría de la información, ya que muchos de los desarrollos en sus
respectivas áreas de investigación, están amparados bajo el signo de la complejidad, problemas
que simulan situaciones reales y que pueden desencadenar diferentes escenarios, expresiones
matemáticas que encierran dinamicidad, etc, son sólo algunos ejemplos y no puede explicarlo
mejor nuevamente el profesor Miguel Martínes M. de la USB, cuando señala en uno de sus
artículos lo siguiente: “Aunque estas teorías y aplicaciones difieren en algunos supuestos
iniciales, técnicas matemáticas y metas, coinciden, no obstante, en ocuparse, de una u otra
forma y de acuerdo con su área de interés, de “sistemas”, “totalidades” y “organización”; es
decir, están de acuerdo en ser “ciencias de sistemas” que estudian aspectos no atendidos hasta
ahora y problemas de interacción de muchas variables, de organización, de regulación, de
elección de metas, etc. Todas buscan la “configuración estructural sistémica” de las realidades
que estudian”.
Es por ello que para entender el valor heurístico de todo esto llamado pensamiento
complejo, simplemente hay que irse a la génesis de su conformación. La manera cómo el
profesor Morin va moldeando el concepto a partir de sus propias interrogantes y reflexiones,
cómo incluso al ir profundizando en sus ideas y exponerlas libremente tuvo que afrontar y
enfrentar “el reduccionismo” de su inclinación política al ser expulsado del partido donde
militaba, es decir, que incluso al repensar nuestro universo, inevitablemente podemos entrar en
confrontación con esquemas particulares de pensamiento que se rehúsan a evolucionar. Bajo este
argumento podría decirse que es correcto contextualizarla en las propuestas instrumentales, la
dialógica representa la comunicación, la manera cómo emisor y receptor establecen puentes a
través del diálogo, la recursividad y la hologramia a pesar de representar situaciones que obligan
a detenerse un poco en su significado, tratan de reforzar la idea de la compleijidad, la realidad es
mucho más de lo que puede apreciarse a simple vista, que existe un enfoque sistémico que obliga
a irse al interior del conocimiento.

Este concepto de enfoque sistémico, le da validez al significado fundamental de


comprender al “objeto” como un mundo de “redes” de relaciones y la razón está en la realidad
misma de las entidades dinámicas, cuya característica principal es formar parte de una totalidad
que posee fuertes interacciones entre sus partes constituyentes, de allí que el método de estudio
tradicional no es el más apropiado para analizar tales “objetos”, ya que la orientación parcelada y
desunificadora atenta contra esa “totalidad”. Particularmente creo que aquí hay una razón para
ver el pensamiento complejo como un desafío, existen muchos años de trabajo bajo la
metodología del reduccionismo, que por supuesto la idea no es desestimarlos, pero que con los
nuevos tiempos que ya se están avecinando en materia de conflictos globales, crisis financieras y
desarrollos tecnológicos, nos indican que definitivamente es necesario abrir nuestra mente a
maneras de pensar nuevas y novedosas y el método que propone el profesor Morin desde la
complejidad, pretende dar respuesta a interrogantes que simplemente eran marginadas bajo otros
análisis.

Si la idea es pensar en un problema a nivel profesional, viene a mi mente inmediatamente


mi condición de mujer, cómo desde nuestro género hay que administrar tantas facetas y etapas,
cada una caracterizada de manera muy particular, donde debemos desenvolvernos en sistemas
que imponen interacciones a nivel de pareja, de hijos, los padres, amistades, donde los conflictos
que puedan generarse, por lo general se les busca una vía de solución inmediata utilizando
planteamientos superficiales, tratando de ganar tiempo de forma equivocada y quitándole ese
espacio tan importante a la dialógica. Por otro lado desde el punto de vista laboral, no puede
negarse la complejidad que existe actualmente a nivel de negocios y como el avance de los
desarrollos tecnológicos ha impuesto situaciones que en vez de propiciar la solidaridad y la
fraternidad, paradójicamente ha convertido a la humanidad en seres más dependientes de
máquinas artificiales que absorben gran parte de un espacio de vida necesario para fomentar las
relaciones entre seres humanos. Se habla que con el desarrollo cada vez más acelerado de la
información a través de internet, acompañado de artefactos y software más y más sofisticados,
significará entonces todo un reto, canalizar nuestra visión de mundo en aras de llegar a ese
“mediterránero” (calidad de vida) que menciona Morin en sus reflexiones.

Solange C. Noguera
Maracay - Venezuela

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