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Rhina Roux
III
Una renovada expansión del capital, que no significa solamente difusión de
relaciones mercantiles sino apropiación ampliada de trabajo excedente y
aumento de la tasa de explotación, se despliega mundialmente desde las dos
últimas décadas del siglo XX en torno a cinco grandes ejes:
1) desvalorización de la fuerza de trabajo, ampliación del mando sobre su
uso (flexibilidad), fragmentación del mundo laboral y deslocalización
geográfica de las unidades productivas; 1
2) desregulación, es decir, eliminación de trabas jurídicas e institucionales
para la libre circulación de mercancías y capitales y para la libre
disposición de trabajo vivo. El proceso no sólo incluye eliminación de
1
Se trata, según Marco Revelli, de un cambio radical en el modelo de producción industrial: “En
el fordismo operaba la integración de la entera matriz tecnológica de todos los pasajes técnicos
en un único sistema organizativo, en una única línea de jerarquía integrada, unificada
territorialmente en una única unidad espacial homogénea [..] El modelo síntesis del fordismo es
la Fiat Mirafori de Turín, un área de tres millones de metros cuadrados, con doscientos
kilómetros de cadena de montaje con 60 mil obreros concentrados y controlados por un ejército
de 12 mil capataces [..] En la fábrica posfordista por el contrario asistimos a la total inversión de
la relación entre productividad y espacio. De cierto modo se trata de una total emancipación del
capital respecto de la constricción del espacio”. Marco Revelli, Lo Stato della Globalizzazione,
Associazione Culturale Leoncavallo Libri, Milán, 1998, ps.7-8.
barreras espacio-temporales para la libre movilidad de capitales.
Comprende también la desregulación estatal de las relaciones laborales,
es decir, el desmantelamiento de las estructuras de derecho público que
normaban las relaciones contractuales y salariales propias del mundo de
los intercambios privados (soporte material y jurídico de los llamados
“pactos corporativos): contrato colectivo, arbitraje estatal en los
conflictos laborales, salario mínimo, reglamentación del trabajo femenino
y prohibición del trabajo infantil;
3) desmantelamiento del Welfare State, esto es, de los sistemas estatales
de seguridad y protección construidos desde el reconocimiento de
derechos universales relativos al bienestar y a la satisfacción de las
condiciones materiales de una vida humana digna: salud, educación,
protección ante el desempleo y derechos relativos a la vejez, la
maternidad y la jubilación; 2
4) privatización de bienes y servicios públicos: medios de comunicación y
transporte (carreteras, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones), banca
y servicios financieros, petróleo e industria petroquímica, complejos
siderúrgicos e hidroeléctricos, instituciones estatales de seguridad social
(servicios médicos, guarderías, regímenes de pensiones de retiro) y
5) despojo de bienes naturales comunes (tierra, subsuelo, agua, bosques,
costas) y su incorporación en los circuitos de valorización y de
intercambio mercantil privado.
2
Los ritmos y variantes que ha adoptado este proceso en el mundo se analizan en François-
Xavier Merrien, et.al., L’État social. Une perspective internationale, Armand Colin, París, 2005.
De la misma manera, la disminución creciente de bienes
ecológicos comunes del planeta (la tierra, el aire, el agua) y la
degradación creciente de entornos naturales que ya no
soportan modos de producción agrícola ávidos en capital son
resultado de la mercantilización pura y simple de la naturaleza
en todos sus aspectos. La mercantilización de la cultura, de las
historias y de la creatividad intelectual se traduce en formas de
expropiación masiva. La apropiación por las grandes empresas
y la privatización de bienes hasta ahora públicos, como las
universidades, sin hablar de la ola de privatización del agua y
de otras empresas públicas que ha envuelto al mundo entero,
son la forma moderna del “cercamiento de tierras comunales”.
Como en el pasado, el recurso al Estado se hace necesario
para imponer estos movimientos, muchas veces a pesar de la
voluntad popular. Y como en el pasado, los procesos de
expropiación desatan una fuerte resistencia que constituye el
corazón del movimiento anti-mundialización. La transferencia
hacia el sector privado de derechos de propiedad hasta ahora
comunes, obtenidos a través de luchas de clases (como el
derecho a la jubilación, al seguro de desempleo o a la
seguridad social) es, de todas las políticas de expropiación
impuestas a nombre de la ortodoxia neoliberal, una de las más
vergonzosas.
El proyecto de privatización de la seguridad social de la
administración Bush (que, de paso, someterá los fondos de
jubilación a las fluctuaciones del mercado bursátil) es un
ejemplo flagrante [..] El capitalismo hace suyas prácticas
caníbales, tan predadoras como fraudulentas. 3
3
David Harvey, “Le «Nouvel Impérialisme» : accumulation par expropriation", L’espace du
capitalisme. Totalitarisme et impérialisme, Actuel Marx núm.35, PUF, París, primer semestre de
2004, ps.77-78.
del militarismo (“uso de la fuerza organizada del Estado”) en esta
reconfiguración histórica. 4
IV
Si el Estado es una forma de la vida social en que se expresan –y encubren-
relaciones de dominio-subordinación (un proceso relacional entre seres
humanos y no una cosa), entonces la relación estatal también está atravesada
por esta mutación. Dos atributos históricos de la forma estatal moderna,
monopolio de la violencia legítima y soberanía, aparecen hoy subordinados al
nuevo mando global de los negocios y las finanzas y a sus representaciones
institucionales financieras, militares y políticas (Banco Mundial, FMI, OMC,
OTAN, Pentágono).
4
Claude Serfati, Impérialisme et militarisme: actualité du XXIe siècle, Éditions Page deux,
París, 2004, ps.11-12.
militar, carcomen los atributos del Estado en tanto mando supremo dentro de
sus fronteras territoriales y depositario exclusivo de la coerción física (no
porque desaparezca la atribución estatal del ejercicio de la violencia, sino
porque la decisión política sobre ese uso ya no atiende exclusivamente a la
relación de autoridad interna, sino también a los requerimientos de estabilidad y
seguridad globales y/o hemisféricas).
5
Karl Polanyi, La gran transformación, Juan Pablos, México, 2000, ps.112-113.
V
La globalización está también acompañada de una transformación geopolítica
mundial que redefine la inserción –o exclusión- de los Estados en los procesos
de incorporación territorial, apropiación de plustrabajo e intercambio mercantil
que caracterizan a la nueva forma del capital global. Tres mutaciones han
operado en ésta –todavía en curso- reconstitución política de todo el orbe:
La reordenación del mundo transita por una reconfiguración política del espacio
global. Como aquella primera ordenación del globo terráqueo con que se
inauguró en el siglo XVI la modernidad capitalista, la contenida en esta
mutación está también acompañada de un discurso imperial en el que la
ocupación de territorios, la destrucción de mundos de la vida y el despojo se
anuncian como parte de un proceso civilizatorio: como una cruzada por la
libertad y la democracia, como la batalla contra el terrorismo y los “Estados
delincuentes”.
6
Cfr. Jean-Claude Paye, La fin de l’État de droit. La lutte antiterroriste de l’état d’éxception à la
dictature, La Dispute, París, 2004.
reafirmado en las intervenciones militares en Afganistán (2001) e Irak (2003-
2005).
VI
La emprendida por el capital es una guerra sin límites, cuya manifestación más
sofisticada en las altas esferas de la política internacional y de las relaciones
entre Estados es lo que hoy se debate como quiebre de las reglas del campo
político, ruptura de los códigos tradicionales de la guerra, conversión del
enemigo en delincuente, demonización del adversario, estado de excepción.
“La tradición de los oprimidos nos enseña que el ‘estado de excepción’ en el
que vivimos es la regla”, escribía Benjamin en polémica con Carl Schmitt
refiriéndose no solamente a la negra noche del fascismo, sino a ese
permanente estado de violencia pura que traspasa las formas jurídicas.
7
Serfati denomina a esta nueva configuración política imperial “bloque jerarquizado de Estados
transatlánticos”: formulación que alude no a una zona delimitada geográficamente, sino a un
espacio de relaciones geopolíticas y económicas que incluye a Estados Unidos, las potencias
de la Unión Europea, Japón, organizaciones financieras internacionales (FMI, BM, OMC) y
alianzas militares como la OTAN. Claude Serfati, op.cit., ps.179-184.
globalizador resultan, como suele ocurrir en la historia, en formas híbridas –a
la vez antiguas y novedosas- de organización y rebeldía.