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CAPITULO 5

LO QUE PODEMOS APRENDER


DEL MOVIMIENTO
QUE HABLA EN LENGUAS
A juzgar por lo que hemos aprendido acerca de las doctrinas pente-costales hasta aquí, parecería que nuestra
respuesta al pentecostalismo y al neopentecostalismo tendría que ser completamente negativa. Sin embargo,
como se ha dado a entender con anterioridad, hay muchas cosas que podemos aprender de este movimiento. Por
lo tanto, en este último capítulo quiero destacar los aspectos positivos del pentecostalismo y del
neopentecostalismo, para ver qué desafío ha planteado el movimiento de la glosolalia a la iglesia de hoy.
Uno de los aspectos más notables, y para los no pentecostales el más asombroso, del movimiento de las lenguas
es el hecho de que muchas personas que han comenzado a hablar en lenguas informan que esta experiencia les
ha sido una fuente de grandes bendiciones espirituales. Por ejemplo. Cari Brumback, hablando por los
pentecostales, afirma que hay pocos ejercicios espirituales más edificantes para el individuo que el don de
lenguas usado en los devocionales privados1. El artículo 7 de la Declaración de Verdades Fundamentales de las
Asambleas de Dios afirma que el bautismo del Espíritu Santo, del que la glosolalia es la evidencia inicial, va
seguido de una más profunda reverenda a Dios, una intensificada consagración a Dios y dedicación a su obra, un
amor más activo por Cristo, por su Palabra y por los perdidos. Norton Kelsey informa que las siete personas
cuyas experiencias de glosolalia describe en su libro Tongue Speaking (Hablar en Lenguas) declararon que esta
experiencia era una de las más valiosas que habían tenido. Frecuentemente se dice que las experiencias que
culminan con la glosolalia han transformado la vida de las personas. Periódicos como Trinidad y Voz están
llenos de testimonios personales de individuos que dicen que han recibido un nuevo impulso en la vida espiritual
por medio de la glosolalia.
¿Qué diremos acerca de todo esto? ¿Cómo podemos explicarnos la explosión de las lenguas de la actualidad?
¿Cómo vamos a explicar el nuevo vigor espiritual que la glosolalia parece haber introducido en las vidas de
tantas personas?
V. Raymond Edman, ex-presidente de Wheaton College, resumió muy bien el asunto cuando dijo que sólo
existen tres posibilidades: La glosolalia actual es del diablo, o es un don genuino del Espíritu, o es un fenómeno
que sin ser primariamente inspirado por el diablo o por el Espíritu, ha sido inducido psicológicamente.
¿Es posible que la glosolalia que vemos en la actualidad haya sido instigada demoníacamente? Ciertamente no
podemos descartar del todo esta posibilidad. Satanás, como Lulero decía, es el "mono imitador de Dios", que a
menudo trata de imitar las obras genuinas del Espíritu. Sabemos por 2 Corintios 11:14 que Satanás estaba
ocupado aun en Corinto: "El mismo Satanás se disfraza como ángel del luz". Los pentecostales mismos admiten
que a veces el hablar en lenguas que se practica en las iglesias puede ser una jerigonza fanática producto de la
carne y no del Espíritu2. Cuando quiera que la glosolalia ministre para el orgullo, dondequiera que conduzca a
orgías emocionales en que todo dominio propio es echado a los vientos, dondequiera que provoque amargas
discordias entre los cristianos que debieran conducirse como uno en Cristo —ciertamente el diablo ha tenido su
mano metida en la situación.
Aunque reconozco que la glosolalia podría ser inducida demoníacamente, me siento inclinado a estar de acuerdo
con Edman de que ésta no es normalmente la situación. ¿Qué acerca de la segunda posibilidad, esto es, que la
glosolalia del presente sea un don genuino del Espíritu? Nuevamente, no podemos descartar completamente esta
posibilidad. Nosotros no vamos a limitar al Espíritu diciendo que es imposible que él otorgue el don de lenguas
en la actualidad. ¿Quién sabe qué cosas tiene todavía el Espíritu guardadas para su iglesia? ¿Quién sabe qué
dones del Espíritu pueden ser dados en el futuro para capacitar a la iglesia ante nuevos desafíos específicos?
Desde luego, concedemos que Pablo no prohibe el uso de la glosolalia en 1 Corintios 12-14. También debemos
admitir que el don de lenguas tenía cierto valor para Pablo y para la iglesia de aquel tiempo; aun Pablo fue
llevado a dar gracias a Dios porque hablaba lenguas más que todos los corintios (14:18). Ciertamente Pablo no
habría dicho jamás ésto si la glosolalia no tuviera valor.
Sin embargo, si el don de lenguas como don especial del Espíritu está en la iglesia en la actualidad es una
cuestión discutible. En un capítulo anterior presenté algunas de las razones por las que creo que debemos tener
serias dudas acerca de la continuación de la glosolalia como un don especial del Espíritu; no tengo la intención
de repetir aquí esas razones. Si las lenguas como un don estuviesen en la iglesia de hoy, los pentecostales no
tendrían derecho de sostener que la posesión de este don, aun como señal física inicial, prueba que uno ha
recibido la plenitud del Espíritu. Si el don estuviese aún presente, las muchas restricciones con que Pablo rodea
su uso en 1 Corintios 14 implican que la glosolalia está lejos de ser tan importante como los pentecostales
piensan que es, y que de ningún modo es el sine qua non de la madurez espiritual. Y queda la desconcertante
pregunta: ¿Cómo pueden los pentecostales y neopentecostales estar seguros que lo que se practica en los
círculos que hablan en lenguas es lo mismo de los días del Nuevo Testamento? ¿Sabemos exactamente cuál era
la glosolalia practicada por los corintios? Si no sabemos esto, ¿Cómo puede uno estar seguro que lo que se
practica en los grupos que hablan en lenguas es exactamente lo mismo que ocurría en los días del Nuevo
Testamento?3
Me siento inclinado a concordar con Donaid S. Metz en que la glosolalia que hoy vemos en su mayor parte no es
inspirada directamente por el Espíritu de Dios, ni directamente inducida por los demonios, sino una reacción
humana que ha sido psicológicamente inducida. Esta también parece ser la posición de George B. Cutten,
reconocida autoridad en glosolalia, que dijo: "Hasta donde tengo conocimiento, no existe un solo caso de hablar
en lenguas extrañas que haya sido estricta y científicamente investigado, que no pueda ser explicado por leyes
psicológicas reconocidas". En el mismo sentido hay una declaración del psiquiatra Stuart Bergsma,
superintendente del Hospital Cristiano Pine Rest, en Grand Rapids, Michigan. Después de mencionar una
cantidad de experiencias que le habían ayudado a llegar a una evaluación de la glosolalia, dice: "Todas estas
experiencias me han dejado con la convicción de que la glosolalia especialmente puede ser psicológicamente
explicada y no es, en general, un fenómeno 'espiritual' ". Otro psiquiatra cristiano da una evaluación similar en
un artículo en que analiza el fenómeno de la glosolalia:
El producto de nuestro análisis es la demostración de los mecanismos muy
naturales que producen la glosolalia. Como fenómeno psicológico, la glosolalia es
fácil de producir y prontamente comprensible (E. Mansell Pattison, "Speaking in
Tongues and about Tongues" —Hablando en Lenguas y sobre Lenguas—, Christian
Standard, Feb. 15,1964).

Si los análisis anteriores son correctos, surge la pregunta: ¿cuáles son los mecanismos psicológicos que operan
en la glosolalia? Cuando reflexionamos en el hecho de que la glosolalia ha aparecido fuera de la religión
cristiana en el pasado y todavía se da en otras culturas, no es sorprendente que también se haya introducido en
los círculos cristianos. El estímulo emocional que a menudo llega a las lenguas en los círculos no cristianos
podría también ocasionar la glosolalia entre los cristianos. Se debe reconocer que el hablar en lenguas no
siempre se produce en una situación que está altamente cargada en lo emocional y que podría darse en una
apacible atmósfera devocional; pero aun en esas circunstancias debajo de la superficie podrían estar en actividad
poderosas fuerzas emocionales. Se puede entender la atracción que lo misterioso tiene en una era que es
eminentemente racional. Bien podría ser que gran parte de la glosolalia en los grupos no pentecostales en la
actualidad representa una reacción emocional contra un tipo de predicación fríamente intelectual o contra una
liturgia estereotipada y formalista.
También hay otras posibilidades. L. M. Van Eetveld Vivier, en una disertación doctoral sobre la glosolalia,
informa que sometió a pruebas a un grupo de pentecostales que hablaban en lenguas y halló que habían tenido
"un principio de vida psicológicamente pobre, caracterizado por la inseguridad, el conflicto y las tensiones".
Russel T. Hitt es de la opinión de que muchos de los que han experimentado el así llamado "bautismo del
Espíritu" han estado sufriendo profundos problemas personales y familiares, o están emocionalmente turbados
en cuanto a sus propias vidas espirituales. Para tales individuos el hablar en lenguas podría proveer una vía de
escape de problemas abrumadores, o un modo de obtener un prestigio que de otro modo les resulta inaccesible.
También podemos entender bien que la psicología de la sugestión podría tener un gran papel en la inducción de
la glosolalia. Cuando uno pertenece a un grupo en que se espera que los más adelantados espiritualmente hablen
en lenguas, cuando se aplica mucha presión emocional en la búsqueda del don de lenguas, cuando los que
buscan el don de lenguas reciben instrucción en el sentido de que relajen la lengua diciendo "a-ba, a-ba beta,
beta" y cosas semejantes, ciertamente sería extraño que uno no comenzara a hacer lo que todos esperan.
Mansell Pattison arroja una luz que ayuda mucho acerca de los mecanismos psicológicos que pueden estar en
acción en la glosolalia:
El lenguaje es un fenómeno complejo que incluye elementos
conscientes, voluntarios y patrones inconscientes, automáticos en circuitos
psicológicos y fisiológicos. Todos estamos conscientes de que existen
distorsiones del lenguaje que son frecuentes. Cuando estamos exi-tados
tartamudeamos, olvidamos lo que estamos diciendo, decimos algo distinto de
lo que queríamos (lapsus lingiwe), o quedamos sin habla.. . A veces cuando
comenzamos a hablar nos sentimos confundidos y se nos traba la lengua y
decimos una revoltura de sonidos y sílabas. Las personas que hablan en
sueños con frecuencia emiten una jeringoza ininteligible. Lo mismo ocurre
con los pacientes que están bajo el efecto de sedantes o de anestesia, o en un
coma parcial. Todos estos ejemplos señalan que hay aberraciones en nuestros
patrones usuales y normales del lenguaje. Podemos observar que si nuestra
atención es distraída de lo que estamos diciendo podemos seguir hablando
bajo el control de mecanismos inconscientes que podrían o no producir un
lenguaje inteligible. Cualquiera de nosotros podría "hablar en lenguas" si
adoptase una actitud pasiva en cuanto al control de nuestro cuerpo y del
lenguaje y tuviésemos una tensión emocional que estuviese presionando por
expresarse. Un ejemplo familiar es la risa explosiva y contagiosa de un grupo
que llega al punto en que cada uno es "demasiado débil para dejar" de reír.
Tratar de hablar mientras uno se ríe de este modo tiene como resultado
vocalizaciones que tienen todas las características de la glosolalia (Speaking
in Tongues and About Tongues —Hablando en Lenguas y sobre Lenguas— p.
2).

El doctor Pattison encuentra paralelos a la glosolalia en ciertos tipos de situaciones clínicas:


... Puedo agregar mis propias observaciones en experiencias clínicas
con pacientes neurológicos y psiquiátricos. En ciertos tipos de desórdenes
cerebrales que son resultado de ataques, tumores cerebrales, etc., el paciente
queda con ciertas desorganizaciones en sus patrones automáticos y físicos de
los circuitos del lenguaje. Si estudiamos estos pacientes afásicos podemos
observar la misma descomposición del lenguaje que ocurre en la glosolalia.
Descomposiciones similares se observan en los patrones de pensamiento y
lenguaje del esquizofrénico, que es [sic] estructuralmente como el de la
glosolalia.
Se puede entender que estos datos demuestran que los mismos
patrones de lenguaje se darán cuando quiera que el control consciente y
voluntario del lenguaje se ve interferido por daños en el cerebro, o psicosis o
por una renuncia pasiva al control del lenguaje por la voluntad. Esto confirma
nuestra aseveración anterior de que la glosolalia es un patrón estereotipado de
conducta vocal controlada inconscientemente y que aparece bajo específicas
condiciones emocionales4.

La conclusión a que llega el Dr. Pattison es que la glosolalia puede ocurrir cuando quiera que se ve interferido el
control consciente y voluntario del lenguaje, y que en el presente es un acompañante regular de intensas
experiencias emocionales estáticas.
Pero se podría preguntar, si la glosolalia en la actualidad en su mayor parte no es un don del Espíritu, sino un
fenómeno psicológicamente inducido, ¿cómo explicamos los beneficios espirituales que la gente pretende haber
recibido de ella? Se debe observar, en primer lugar, que las lenguas no siempre han traído una bendición
espiritual, y que hay casos registrados en que lo que se pasó por don de lenguas más tarde fue reconocido como
un engaño, o donde primero se pensó que era del Espíritu más tarde fue atribuido a la carne. Ya hemos hecho
notar la referencia de Warfield a Robert Baxter de la Iglesia Católica Apostólica, que reconoció que las lenguas
en que él y otros habían estado hablando procedían de un espíritu mentiroso y no del Espíritu del Señor. C. H.
Darch, de Taunton, Inglaterra, cuenta de un hombre que una vez dijo tener el don de lenguas pero que más tarde
le dijo: "Ahora estoy convencido de que no tuve nada de esto". D. Robert Lindberg, graduado del Seminario
Teológico Dallas, que fue misionero en China durante algunos años y ahora es pastor de la Iglesia Presbiteriana
Ortodoxa, cuenta que una vez buscó y experimentó lo que fue llamado don de lenguas. Aunque en el momento
sintió algo del gozo y la emoción de la cual otros habían hablado, más tarde fue contreñido a reevaluar su
experiencia. Después de aclarar que no está criticando personas, sino movimientos, y después de haber afirmado
que no desea negar que alguien haya tenido una experiencia transformadora por medio de la glosolalia, sigue
diciendo que ahora está convencido que el movimiento de las lenguas no es de Dios, sino que tiene "en su
corazón un falto misticismo que es contrario a la palabra de Dios". Después de dar siete razones para emitir este
juicio, concluye afirmando que la glosolalia que observamos en la actualidad no es de origen divino, sino que es
el resultado de "autosugestión autoinducida —piadosa, sí, pero errada y no bíblica".
Tengo en mis archivos una carta personal de alguien que fue pastor pentecostal durante nueve años. Durante
estos años habló en lenguas, considerando su experiencia inicial de glosolalia. como una evidencia del bautismo
del Espíritu Santo. Después llegó a la convicción de que el énfasis particular del movimiento pentecostal no
tenía apoyo bíblico; dejó la iglesia pentecostal, y se hizo ministro en otra denominación. Ahora está seguro de
que el hablar en lenguas que practicó en el pasado fue enteramente de la carne y no del Espíritu. Escribe:
Yo no creo que las lenguas tengan valor alguno como ejercicio
devocional, porque he probado esto en mi propia vida, porque mi devoción es
más espiritual ahora que he dejado de hablar en lenguas. También mi
ministerio ha sido más espiritual y fructífero desde que dejé la iglesia
pentecostal, y no tengo deseos de regresar.

También afirma que nunca vio que las lenguas fueran legítimamente usadas como don en la iglesia durante los
años que fue ministro pentecostal. "Hubo ocasiones en que la gente habló en lenguas en la iglesia, pero nunca
trajo edificación a todo el grupo".
Sin embargo, como hemos notado anteriormente, muchas personas dicen que han tenido genuinas bendiciones
espirituales por medio de la glosolalia, y algunos sostienen aún que la experiencia ha transformado sus vidas.
¿Cómo podemos explicar estas afirmaciones? Creo que la respuesta la tenemos en dos afirmaciones hechas por
dos personas que ya hemos citado. El Dr. Pattison, al final de su análisis de la glosolalia, hace el siguiente
comentario:
La glosolalia no tiene valor espiritual intrínseco. Podría ser el
compañero psicológico de una significativa experiencia espiritual, pero debe
ser considerada solamente como incidental en el logro de metas espirituales
(obra citada, p. 2).

Las palabras significativas aquí son: "Podría ser el compañero psicológico de una significativa experiencia
espiritual". La otra declaración es de la carta del ex-pastor pentecostal:
En la evaluación de la glosolalia en mi propia vida, yo diría que fue
enteramente de la carne en el análisis final. Sin embargo, las muchas horas
que pasé sinceramente buscando al Señor fueron de mucha bendición.

Aquí vemos nuevamente expresado el mismo pensamiento, por una persona que habló en lenguas durante nueve
años: aunque la glosolalia misma no fue de ayuda espiritual, la búsqueda del Señor que acompañó o precedió a
la glosolalia lo fue. De la misma carta cito lo siguiente:
El énfasis en la oración ha traído el calor de la fe y experiencia
cristiana al pueblo pentecostal, cosa que muchas veces falta en nuestras
iglesias. Pienso que la mayor parte del éxito del movimiento carismático de
hoy se debe a una revuelta en contra del frío estancamiento de la enseñanza
ortodoxa que no aprecia la vida del Espíritu.

Aquí nuevamente se dice que lo que fue beneficioso no es el hablar en lenguas sino el énfasis en la oración que
va en ello.
Pienso que ahora estamos en condiciones de ver cómo puede la experiencia de la glosolalia ser una fuente de
bendiciones reales para el pueblo. Cuando ésta es la situación —y no niego que muy frecuentemente puede ser
el caso— sugeriría que lo que es realmente la fuente de la bendición espiritual no es la glosolalia como tal, sino
el estado de la que se dice es la evidencia, o de la disciplina espiritual que la ha precedido. Si un cristiano ha
buscado honestamente ser más lleno del Espíritu de lo que antes era, y se ha rendido más completamente a las
indicaciones del Espíritu, esto tiene que traer recompensa espiritual. Si un cristiano ha estado más tiempo en
oración que antes, buscando sinceramente su enriquecimiento espiritual, ésto tiene que producir sus frutos.
Además, cuando una persona comienza a hablar en lenguas en un pequeño grupo neopentecostal, este fenómeno
es la culminación de una experiencia de comunión cristiana, de estudio bíblico, y oración en un círculo estrecho
de amigos espiritualmente inclinados —experiencia que tiene que ser provechosa. En otras palabras, podemos
dar razón del provecho o de las bendiciones espirituales experimentadas en estos casos dejando completamente a
un lado la glosolalia. No estoy poniendo en dudas la sinceridad de los hermanos cristianos que han tenido estas
experiencias, ni la genuinidad de su crecimiento espiritual; solamente estoy diciendo que es muy posible que la
clave de estas bendiciones no haya sido la glosolalia misma sino la búsqueda de una mayor plenitud del Espíritu
que la precedió.
Volvemos ahora a la pregunta con que comenzamos este capítulo: ¿ Cuál es el desafío del pentecostalismo para
la iglesia de hoy? ¡Ciertamente este brote de lenguas tiene algo que decir a la iglesia de hoy! La iglesia jamás ha
estado satisfecha consigo misma; siempre debe continuar confesando su pobreza espiritual y sus fracasos. En
movimientos como el pentecostalismo y el neopentecostalismo podemos oír la voz de Dios. Si no hubiera
fracasos en la iglesia, estos movimientos jamás encontrarían base.
Ahora, ¿cuáles son algunas de las lecciones que el movimiento pentecostal ha estado enseñando al resto de la
iglesia? Permítaseme enumerar algunos:
(1) La iglesia de hoy necesita desesperadamente un énfasis más fuerte en la necesidad de ser constantemente
llenos del Espíritu del Dios vivo. Sin ese Espíritu, toda su ocupación, su organización y toda su maquinaria no
tendrá poder.
(2) La iglesia debe tener una preocupación mayor que antes por satisfacer las necesidades emocionales del
hombre. No que debamos ir a los extremos hallados en algunas iglesias pentecostales donde, es de temer, la
excitación emocional a veces es confundida con la espiritualidad, y donde el éxito del servicio a veces es
juzgado por la altura que ha alcanzado el fervor emocional. El emocionalismo excesivo no glorifica a Dios;
"hágase todo decentemente y con orden" (1 Co. 14:40). Pero el hombre tiene un lado emocional, y la iglesia no
debe descuidarlo. Si predicamos de las inescrutables riquezas de Cristo con la animación fúnebre que el locutor
de una radio da el informe del tiempo, probablemente lograremos que la gente se vaya de la iglesia. Los que
dejan una denominación para unirse a otra, normalmente no lo hacen por cuestiones doctrinales sino porque la
iglesia que están dejando no satisface algunas de sus necesidades básicas. La gente que no asiste a la iglesia en
un vecindario no será atraída por iglesias que son frías como el hielo o por predicadores que son secos como el
polvo.
(3) En la iglesia debiéramos dar más lugar a la espontaneidad y más lugar a la respuesta de los asistentes que lo
que ahora se acostumbra. No estoy abogando por una liturgia de "santo desorden", sino que estoy diciendo que
un culto de iglesia que se caracteriza por lo que Andrew Blackwood de Princeton Seminary llamaba
"imperfección, insipidez y monotonía" no será de mucha ayuda para la gente. ¿ Por qué tiene que ser siempre el
mismo individuo el centro del servicio litúrgico? ¿Por qué no puede haber más intervenciones del auditorio? Si
el énfasis corriente en la ejecución experta de los himnos por unas pocas voces entrenadas trae un decrecimiento
en el énfasis del canto con verdadero sentimiento espiritual por toda la congregación, ¿estamos realmente
haciendo un progreso litúrgico, o estamos retrocediendo?
(4) También podemos aprender de nuestros hermanos pentecostales y neopentecostales la importancia de la
oración y del hecho de nuestra constante dependencia de Dios. En nuestros fortificados castillos eclesiásticos,
¿sustituimos a veces las reuniones de juntas, comitées, y de negocios por reuniones de oración? ¿No tiene
Santiago una palabra para nosotros: "no tenéis, porque no pedís"?
(5) Podemos aprender de nuevo la importancia de estar dispuesto a testificar de nuestro Señor en todo tiempo, y
la necesidad de un mayor celo misionero. Los pentecostales normalmente no tienen miedo de testificar, y sus
empresas misioneras de largo alcance dejan en vergüenza a muchos otros grupos cristianos. Como vimos
anteriormente, se ha estimado que el número de misioneros pentecostales en los campos misioneros en la década
del 1950 era tres veces y media mayor que la cifra estimada normal dentro del mundo protestante.
Verdaderamente el Señor está hablando a la iglesia de nuestro tiempo por medio de este movimiento.
(6) De los neopentecostales particularmente, podemos aprender de nuevo el valor de las reuniones de grupos
pequeños para el estudio de la Biblia, la oración y la comunión cristiana. En esas reuniones uno se siente
estimulado a entrar en la vida de sus hermanos cristianos de un modo en otras circunstancias es casi imposible
en nuestras grandes y muy dispersas congregaciones urbanas. Los pequeños grupos de comunión de este tipo
pueden proporcionar una de las mejores formas en que la iglesia de nuestro tiempo puede enfrentar el problema
de la vida crecientemente impersonal.
Mucho más podría decirse acerca de estas cosas. Apreciamos el cálido espíritu evangélico de nuestros hermanos
pentecostales. Apreciamos su posición teológica conservadora y su oposición al liberalismo teológico5.
Apreciamos su enorme celo evangelizador, en la patria como en el extranjero, y su ejemplar preocupación por
extenderse con el evangelio.
Sin embargo, en este punto, quisiera volver al primer punto mencionado, nuestra necesidad de estar más llenos
del Espíritu de Dios. Ninguno de nosotros negaría que esta es la mayor necesidad de la iglesia de hoy —la clave
más importante para la vida cristiana victoriosa y para el testimonio cristiano radiante. Este es el verdadero
corazón del pentecostalismo. El énfasis en esta verdad bíblica por el movimiento moderno de las lenguas es la
contribución más importante al mundo cristiano contemporáneo— contribución por la que nos sentimos
profundamente agradecidos.
Quiero hacer justicia a esta deuda. La iglesia está frecuentemente frente al peligro de olvidar la importancia del
ministerio del Espíritu, y nuestro tiempo no ha sido excepción en esto. Todos los que estudiamos o enseñamos
teología debiéramos estar dispuestos a admitir que la doctrina de la persona y obra del Espíritu Santo no ha sido
tratada en forma tan completa como, por ejemplo, lo ha sido la de la obra de Jesucristo. Las obras teológicas más
ambiciosas sobre el Espíritu Santo que se han escrito hasta la fecha son todavía las de John Owen, el puritano
inglés y Abraham Kuyper el calvinista holandés, escritas en 1674 y 1888 respectivamente. Podríamos bien usar
un nuevo tratamiento de este tema vital, que pudieran tomar en cuenta los recientes acontecimientos bíblicos y
teológicos. Por lo tanto, sentimos gratitud hacia los pentecostales y neopentecostales por haber revivido la
preocupación de la iglesia por la obra y el ministerio del Espíritu Santo.
Sin embargo, como se ha hecho evidente, tengo serias dificultades con muchas enseñanzas pentecostales sobre
el Espíritu Santo. No veo que la Biblia enseñe que los creyentes necesitan esperar un "bautismo del Espíritu"
antes de que puedan disfrutar de la plenitud del Espíritu Santo. En realidad, esta enseñanza puede ser muy
perjudicial. ¿Ayuda o es una perturbación decirle a un cristiano que espere al Espíritu para hacer algo, cuando
realmente el paso siguiente, en lo que respecta a saborear la plenitud del poder del Espíritu, le corresponde al
creyente mismo?6 En realidad, la doctrina acerca de que uno debe quedarse esperando el bautismo del Espíritu,
¿ no podría dar a los creyentes una excusa prefabricada para dejar a un lado toda rendición al Señor por un largo
período? (recuérdese el hombre que había sido un "buscador" durante diez años). Además, ¿ no se introduce una
confusión en todo el problema cuando se enseña a los creyentes que a menos que hayan hablado en lenguas les
falta la prueba más importante de que han recibido la plenitud del Espíritu? A la inversa, si la sola habilidad de
hablar en lenguas se ensalza como prueba positiva de que uno ha recibido esta plenitud, ¿no tenderá esta
enseñanza a favorecer un cierto tipo de relajamiento posterior al bautismo del Espíritu Santo? ¿No existe el
peligro muy real de que los cristianos que han recibido el pretendido bautismo del Espíritu puedan ahora
empezar a pensar que han "llegado" espiritualmente, y, por lo tanto, no necesitan "seguir hacia el blanco"? Aquí
queremos llamar la atención del lector a un librito muy útil del que he recibido un gran provecho. El Bautismo y
la Plenitud del Espíritu Santo, de John R. Stott. Este librito contiene la sustancia de un mensaje dado en la
Conferencia Eclesiástica de Islington el 7 de enero de 1964, y fue publicado en castellano por Editorial Caribe.
Aunque rechaza la posición de que todo creyente debe experimentar un bautismo del Espíritu Santo posterior a
la conversión y evidenciado por la glosolalia, el Dr. Stott reconoce que muchos cristianos necesitan estar más
llenos del Espíritu de lo que están.
El argumento es este: aunque los cristianos reciben el Espíritu en el momento de la conversión, no permanecen
necesariamente llenos del Espíritu. Pueden alejarse de la voluntad de Dios y pueden llegar a ser orgullosos,
pendencieros, faltos de amor o indulgentes consigo mismos. En tales casos, necesitarán la recuperación de la
plenitud del Espíritu que tenían cuando se convirtieron. Bien podría ser verdad en muchos de nosotros en la
actualidad que aunque tenemos el Espíritu Santo, el Espíritu Santo no nos tiene a nosotros. Entonces, ¿cómo
podemos ser más llenos del Espíritu? La respuesta a esta pregunta es fácil de enunciar, pero difícil de ejecutar:
rindiendo nuestras vidas en forma más completa al Espíritu.
Por ejemplo, consideremos la enseñanza de Efesios 5:18-21:
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed
llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en (el griego permite
traducir "con" también) vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al
Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a
otros en el temor de Dios.
Este pasaje deja bien en claro que la evidencia de estar llenos del Espíritu no es una señal milagrosa como la
glosolalia, sino que consiste en ciertas cualidades y actividades espirituales. Según este pasaje, ¿cómo revela
uno que está lleno del Espíritu? (1) "Hablando entre vosotros con salmos e himnos y cánticos espirituales" —
probable referencia a la actividad de adorar juntos a Dios; (2) Cantando y alabando al Señor con7 vuestros
corazones" —el creyente lleno del Espíritu se deleitará cantando con el corazón las alabanzas a Dios; (3)
"Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo"; y (4)
Sometiéndonos "unos a otros en el temor de Dios" —el cristiano lleno del Espíritu estará caracterizado no por
hacer valer sus derechos, sino por la sumisión de sí mismo. Entonces, estas son las marcas de una persona que
está llena del Espíritu.
Volviendo a considerar el mandamiento "sed llenos del Espíritu", notemos tres cosas al respecto: 8 (1) El verbo
está en plural "sed todos vosotros llenos del Espíritu" (pleroúthe). Por lo tanto, el ser llenos del Espíritu no es un
privilegio reservado a unos pocos; todos los creyentes tienen que estar llenos. "La plenitud del Espíritu Santo,
como la sobriedad y el dominio propio, es obligatoria, no es opcional9.
(2) El verbo está en la voz pasiva: "sed llenos del Espíritu"10. El pensamiento es: deja que el Espíritu te llene.
¿Cómo puede esto hacerse? Obviamente, rindiéndose completamente al Espíritu. El Espíritu no es una sustancia
que se puede echar dentro de uno; él es una Persona que vive dentro del creyente, y nosotros podemos ser llenos
solamente rindiéndonos más a él y a su bendita influencia. Otros pasajes de la Escritura arrojan luz sobre la
forma en que debe realizarse esa rendición:
"Si vivimos por el Espíritu" (Gá. 5:25); "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios" (Ro. 8:14); "no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Ro. 8:4); "No apaguéis
el Espíritu" (1 Ts. 5:19); "no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención" (Ef. 4:30).
(3) El verbo griego está en tiempo presente. Puesto que el tiempo presente en griego significa acción continua, el
énfasis específico del imperativo presente es indicar que algo que ya ha comenzado debe continuar o que algo
que aún no ha comenzado debe ser hecho desde ahora hacia adelante como una acción continua. Por lo tanto, el
mandamiento podría ser traducido del modo siguiente: "seguid siendo llenados con el Espíritu Santo" o "sed
continuamente llenos del Espíritu". "El presente del imperativo "sed llenos del Espíritu"... indica no alguna
experiencia dramática o decisiva que solucionará para bien el problema, sino indica una aprobación continua"11.
Nótese que las personas a quienes se dirige esta epístola son aquellas que ya están selladas por el Espíritu según
se dijo anteriormente (1:13; 4:30). En cada uno de estos dos pasajes el verbo que se traduce sellados está en el
tiempo aoristo, que en griego denota una acción simple que se hace de una vez por todas. Como vimos
anteriormente, no tenemos derecho a restringir este sello del Espíritu a ciertos creyentes en distinción de los
demás; todo creyente ha sido sellado por el Espíritu, y por lo tanto ha sido marcado como perteneciente al
pueblo de Dios. Al comparar Efesios 1:13 y 4:30 con 5:18, llegamos a saber que aunque todo creyente ha sido
sellado con el Espíritu Santo, no todo creyente permanece lleno del Espíritu. Los creyentes que han sido sellados
con el Espíritu deben ser exhortados a ser continuamente llenos del Espíritu.
Por cierto, esto no es de ningún modo una cosa fácil. El presente imperativo nos enseña que no podemos de
ningún modo pretender que hemos recibido este llenamiento de una vez para siempre. En realidad, el ser
llenados continuamente con el Espíritu es el desafío de toda una vida. Sólo la oración continua, el uso
continuado y fiel de los medios de gracia, y la vigilancia constante permitirán al creyente mantenerse
continuamente lleno del Espíritu.
Sin embargo, hay otros pasajes de las Escrituras que arrojan más luz sobre esta cuestión de ser llenos
continuamente con el Espíritu. Pensemos, por ejemplo, en la enseñanza de Pablo en el capitulo 5 de Galatas. El
argumento principal de todo el capítulo es que el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, en distinción de los
creyentes del Antiguo Testamento, ya no necesita estar rodeado de una red de leyes que cubren cada posible
contingencia moral, ceremonial y espiritual, porque ahora tienen que caminar en el Espíritu que ha sido
derramado sobre la iglesia. En realidad, éste es el corazón de la libertad cristiana descrita en Calatas: vivir por
principio bajo la dirección del Espíritu Santo, y a la luz de la Palabra de Dios. Ahora notemos lo que Pablo dice
en 5:16: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne". El tiempo griego de la
palabra traducida andad es presente, denotando una acción continuada: "seguid andando en el Espíritu". Esto no
es algo que debemos hacer ocasionalmente, ciertos días de la semana, o cuando estamos con ciertos tipos de
personas, sino todo el tiempo. La vida no puede ser dividida en departamentos sagrados y seculares; toda la vida
es sagrada.
Sin embargo, uno podría preguntar: ¿Qué significa andar en o por el Espíritu? Yo diría que significa dos cosas:
vivir bajo la dirección del Espíritu, y vivir por la fortaleza del Espíritu. Vivir bajo la dirección del Espíritu
significa esperar en el Espíritu, preguntado qué es lo que el Espíritu quiere que hagamos, dónde quiere el
Espíritu que vayamos. Esto incluye el estudio diario de las Escrituras, puesto que el Espíritu no nos guiará sino
por la Palabra. Las supuestas revelaciones directas del Espíritu jamás deben ser ensalzadas por sobre la Palabra
escrita, ni debemos esperar simplemente el recibir una especie de mística "luz interior". Mientras mejor
conocemos la Biblia, mejor sabremos caminar en el Espíritu. Negativamente, caminaren el Espíritu es acallar el
clamor de las voces de la carne, reprimir la energía de la prisa camal, restringir todo impulso hasta que se haya
probado que es de Dios. Positivamente, caminar en el Espíritu significa ser guiados por él, prestarle atención
cada momento (a medida que él se revela en la Palabra), rendirse a él continuamente. Como la aguja de la
brújula se vuelve hacia el norte, así nuestras voluntades debieran volverse hacia el Espíritu regular y
habitualmente.
Vivir por la fortaleza del Espíritu significa apoyarse en él para recibir el necesario poder espiritual. Significa
creer que el Espíritu puede darnos la fuerza adecuada para cada necesidad, pidiendo ese poder en oración
cuando quiera que lo necesitemos, y usando ese poder por fe en la vida cotidiana. La única manera en que
podemos caminar en el Espíritu es mantenernos en contacto continuo con él. La diferencia entre una radio a
pilas o batería y la que se conecta a la corriente eléctrica es que ésta última siempre debe ser conectada con la
fuente de poder para que funcione. Dios nos da fortaleza no según el principio de la pila o batería, sino según el
principio de la conexión a la corriente eléctrica; necesitamos de él en cada momento.
Cuando andamos continuamente en el Espíritu, podemos pedir el cumplimiento de la promesa "y no cumpliréis
los deseos de la carne" (Versión Moderna). Este no es un segundo mandamiento; es una promesa. Dios sabe
cuan fácil es aun para el creyente caer en modos carnales de vida y de pensamiento. Pero aquí está la promesa: si
caminamos por el Espíritu, no safisfaceremos los deseos carnales. Porque estos dos se oponen como el fuego y
el agua. Es imposible combatir el pecado con sólo decirle no; mientras más lucha uno con un limpiador de
chimeneas, más negro queda. No debemos ser vencidos de lo malo, sino tenemos que vencer con el bien el mal.
Por lo tanto, de Gálatas 5:16 aprendemos nuevamente que ser llenos del Espíritu es mucho más que una
experiencia de un momento instantánea que un hombre puede tener tal o cual día, a las 10:45 de la noche. Se
trata más bien de un andar con Dios que dura toda una vida, y queincluye una dependencia vitalicia de la
dirección y la fortaleza del Espíritu.
Consideremos un pasaje más del Nuevo Testamento con respecto a esto, Romanos 12:1, 2:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
En los capítulos anteriores de esta epístola. Pablo ha presentado en una manera magistral el camino de salvación
por la fe en Cristo. En los versículos ya citados, que inician la sección de vida práctica de la epístola, Pablo
resume en una oración magnífica todo el deber del redimido:
"Os ruego", dice, "por las misericordias de Dios" —las mismas misericordias que en forma conmovedora e
inspirada ha descrito en los capítulos previos— "que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo". La palabra
presentéis, usada comúnmente para describir la acción de llevar un sacrificio al sacerdote del templo, hace
recordar la imagen de un fiel que conduce una oveja o un becerro al atrio del templo, con el fin de ofrecerlo
como sacrificio a Dios. Actualmente, dice Pablo, vosotros que sois creyentes del Nuevo Testamento, aún sois
llamados a ofrecer sacrificio a Dios. Sólo que los sacrificios que vosotros debéis ofrecer ya no son los sacrificios
sangrientos prescritos por la ley del Antiguo Testamento —éstos han sido todos abolidos. Los sacrificios que
debéis ofrecer son vuestros propios cuerpos. Debéis ofrecer vuestros cuerpos a Dios en forma tan completa, tan
irrevocablemente como los fieles del Antiguo Testamento ofrecían los cameros o becerros en el templo. Una vez
que hayáis dado vuestros cuerpos a Dios, no podéis volver a pedirlos de vuelta. Esta ofrenda es una transacción
de una vez para siempre; es una decisión que determina el curso de una vida12.
Aunque esta ofrenda debe ser presentada de una vez para siempre, sin embargo, comprende un proceso
continuado de transformación. Esto lo aprendemos del versículo 2. Aquí se usan dos imperativos, ambos en
tiempo presente, el primero en la forma de prohibición, la segunda en la forma de un mandamiento positivo. "No
sigáis conformándoos a este mundo", y Pablo prosigue, "sino sed continuamente transformados por la
renovación de vuestro entendimiento". No sigáis siendo moldeados por este mundo —de modo que uno tenga
que usar un lente de aumento para notar la diferencia entre vosotros los cristianos y la gente del mundo. No
sigáis tratando de ser como vuestros vecinos y amigos mundanos, lo que impediría que os destacaseis de la
muchedumbre de este mundo, o que pensasen que sois de mente estrecha o estrambóticos. Pero sed
continuamente transformados por la renovación de vuestra mente. Esto es, ¡ dejad que en vosotros haya una
gloriosa novedad! ¡ Que haya nuevos motivos, nuevas metas, nuevos propósitos, nuevos valores y nuevos
motivos de deleite! Llegad a ser cada vez más distintos del mundo que os rodea —el mundo de egoísmo, de
codicia, de concupiscencias, de locura por el dinero. Porque esta transformación no es algo que ocurre
instantáneamente; es un proceso dinámico que toma toda la vida. Cada año, cada día, cada hora, la
transformación debe seguir. Solamente el poder de Dios puede producir ésto. Solamente por la oración
perseverante podéis seguir siendo transformados cada vez más a la imagen de Cristo.
Entonces, ¿qué aprendemos de Romanos 12:1,2? Primero, aprendemos que debe haber una rendición de una vez
para siempre en que presentamos nuestros cuerpos a Dios como sacrificio vivo, para que por medio nuestro sea
hecha su voluntad. Esta rendición debiera haber ocurrido en el momento de la conversión. Sin embargo, bien
podría ser que una persona que piensa que se convirtió siendo de corta edad se dé cuenta que realmente nunca se
ha rendido a Dios en ese momento, y por lo tanto lo hace más tarde en la vida. No sería adecuado llamar a esto
una experiencia de post-conversión puesto que la primera experiencia no fue una experiencia de conversión
genuina. Otra posibilidad es mucho más común. Los cristianos que se han convertido verdaderamente pueden
encontrarse en períodos de relajación espiritual, de modo que necesitan de vez en cuando rendirse nuevamente a
Dios. Tales experiencias, sin embargo, debieran ser confirmaciones o reafirmaciones de decisiones hechas con
anterioridad. No sería justo llamar a tales reafirmaciones "bautismos con el Espíritu", puesto que las Escrituras
enseñan que el Espíritu mora dentro del creyente desde el momento de la regeneración y la conversión. Por lo
tanto, el argumento de Romanos 12:1 es que debe haber una rendición de nuestro ser a Dios de una vez por
todas, aunque esta rendición tenga que ser reafirmada de vez en cuando.
Sin embargo, este no es el final de la cuestión. Por Romanos 12:2 sabemos que no sólo debe haber una rendición
decisiva de nuestros cuerpos a Dios, sino que debe haber una transformación continua de nuestras vidas, una
renovación diaria de nuestro entendimiento, un probar a cada instante cuál es la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. Después que uno ha ofrecido su cuerpo a Dios como un sacrificio vivo, no puede quedarse
dormido sobre los laureles; debe continuar cumpliendo esa rendición por medio de una vida cotidiana sacrificial.
Por lo tanto, vemos nuevamente que rendirse a Dios y ser llenos del Espíritu no es una experiencia de un
momento con forma de crisis, sino una disciplina espiritual que comprende toda una vida de esfuerzo
consagrado y en oración.
¿No podemos en este punto hallamos en un terreno común con nuestros hermanos pentecostales y
neopentecostales? Damos gracias a Dios por todo lo que él ha hecho por su Espíritu Santo en los corazones y
vidas de estos hermanos cristianos en la forma de una mayor devoción a Cristo, de un testimonio más cálido de
su amor, y de un andar más íntimo con Dios. Sin embargo, ¿No estarán ellos de acuerdo con nosotros en que no
importa qué experiencias uno haya tenido, no importa qué "bautismos del Espíritu" crea haber recibido, no
importa qué dones espirituales haya ejercido, nunca podría en esta vida decir que por fin ha llegado a la meta?
¿No es la vida llena del Espíritu Santo un desafío para toda la vida? Y ¿no debiéramos seguir todos diciendo lo
que un hombre lleno del Espíritu Santo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu, dijo en forma tan elocuente:
"Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la
meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús"?

Notas del Capítulo 5


1 ¿Qué Quiere Ser Esto?, p. 349.
2 Ibid., p. 310.
3 Parece particularmente difícil mantener esta identidad cuando se tiene en cuenta los muchos siglos en que la
glosolalia estuvo virtualmente ausente de la iglesia.
4 En esta conexión, es importante notar que por lo menos dos lingüistas competentes, después de analizar
muestras de glosolalia grabadas en cintas, llegaron a conclusiones idénticas: lo que oyeron no son idiomas reales
sino formas de lenguaje extático, con una peculiar estructura basada en consonantes y con un muy limitado uso
de vocales, que no tiene semejanza con ningún idioma hablado en la tierra.
5 Desde luego, debe recordarse que hay denominaciones pentecostales, como la Iglesia Pentecostal Unida (Sólo
Jesús), que son unitarios, negando que hay tres Personas en la Trinidad. Sin embargo, la mayoría de las
denominaciones pentecostales repudian esta enseñanza.
8 Aquí no se afirma que uno puede rendirse más completamente al Espíritu por su propia fortaleza, sin ayuda.
Sólo estoy diciendo que la Biblia no ordena a los creyentes que esperen un bautismo del Espíritu después de la
conversión;
más bien les ordena que sigan andando en el mismo Espíritu en quien viven (Gá. 5:25).
7 Es preferible esta traducción antes que la de Reina Valera "en vuestros corazones", que sugiere que esta
alabanza es silenciosa. El griego permite ambas traducciones.
8 Con mucha gratitud reconozco mi deuda al Sr. Stott por estas observaciones sobre este pasaje (Obra citada, pp.
30-31).
9 Ibid., p. 31.
10 Realmente, el verbo podría ser voz media o pasiva, pero aquí se ajusta mejor al sentido la voz pasiva.
11 Ibid., p. 31.
12 El tiempo del verbo que se traduce "presentéis" es aoristo, implicando que es una acción que se realiza de una
vez para siempre.

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