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Artículo aparecido como: L’Arqueologia Social Peruana: ¿Mite o Realitat?.

Cota Zero 19: 90-100. Vic. España. 2004


_______________________________________________________________

LA ARQUEOLOGÍA SOCIAL PERUANA: ¿MITO O REALIDAD?1


HENRY TANTALEÁN2

RESUMEN
Este artículo realiza el balance de una línea teórica que se originó en el Perú de los años ´70 del
siglo XX denominada Arqueologia Social. Dicha linea teórica, inspirada en el materialismo
histórico, planteó una arqueología coherente tanto con su objeto de estudio como con la sociedad a
la que se debia históricamente. Se espera evaluar dicho posicionamiento teórico y su despliegue en
el tiempo desde la perspectiva de un observador/participante de dicho posicionamiento.

ABSTRACT
This paper analyze a theoretical approach developed in the decade of the 70s of the last century in
Peru known like Social Archaeology. This approach inspired in the historical materialism proposed
a coherent archaeology both with its subject of study as with a compromise with the society where
it is originated. We expected to evaluate this theoretical approach and its development in the time
from an observer/participant point of view.

INTRODUCCIÓN

En 1974 el antropólogo peruano Luis Lumbreras Salcedo publicó el, ya casi mítico,
libro“La Arqueología como Ciencia Social”, texto que se toma como el manifiesto de una
nueva y alternativa manera de hacer arqueología reconocida en los círculos académicos
como Arqueología Social Latinoamericana (ASL)3 (Mc Guire 1992, Patterson 1994, Politis
1995, 2003). El objetivo fundamental de este libro, y el consiguiente debate que se
esperaba, fue el de promover una manera diferente de hacer arqueología inspirada en el
materialismo histórico, que primordialmente planteaba que la arqueología debería tener una
praxis que impactase en la sociedad a la que se debía y, en último caso llevarla a un cambio
de sus condiciones materiales de existencia presentes.

1
Muchas reflexiones vertidas en este articulo fueron expuestas en nuestra tesis de maestría defendida en
Septiembre del 2002 en el Doctorado en Arqueología Prehistórica de la Universidad Autónoma de Barcelona
y que se han visto beneficiadas por los comentarios pertinentes de diferentes miembros del Departamento de
Prehistoria de la UAB.
2
Departamento de Prehistoria, Facultad de Letras y Filosofía. Universidad Autónoma de Barcelona. Correo
electrónico: henrytantalean@yahoo.es
3
Asimismo, la ASL ha sido y es un punto de referencia inevitable en la historia del pensamiento arqueológico
y, ciertamente ha sido objeto de discusión (v.gr. Patterson 1994, 1997; Oyuela-Caycedo et al. 1997,
Benavides 2001). Más allá de las críticas a la ontología, epistemología y proyección social de la ASL que se
vierten en los mismos, dicho forum revela la contradicción existente entre la trascendencia de la ASL y su
aceptación por la academia oficial (leáse dominante).

1
Como muchos otros discursos, dicha arqueología se desarrolló en una situación4 histórica
que la condicionó. En el caso de la Arqueología Social Peruana (ASP), en sus inicios esta
dependió material e ideológicamente del apoyo de un Gobierno Militar con características
socialistas (Politis 1995). De hecho, las principales posiciones académicas y de
investigación fueron asumidas por arqueólogos simpatizantes de esos gobiernos, entre ellos
Lumbreras (Oyuela-Caycedo et al. 1994: 367).

Nosotros creemos que ha pasado un tiempo suficiente como para plantearnos sí los
lineamientos teóricos, epistemológicos y políticos de la ASP se han cristalizado y actuado
en la realidad peruana, sobre todo cuando es en el Perú donde se han dado condiciones
sociales, económicas y políticas como para ser llevada a la práctica. Asi pues, una
evaluación de dicha arqueologia es necesaria desde que asumimos que la ASP existe como
un linea teórica que ha inspirado directa o indirectamente a generaciones de arqueólogos
posteriores a la proclamación del manifiesto de Lumbreras.

Nuestro balance crítico no podría ser menos hermenéutico que el de otros arqueólogos si no
podemos argumentarlo mediante algún elemento objetivo y material que pueda ser
observado independientemente del autor de dicho discurso. Por ello, creemos que un
elemento objetivo para cuantificar la praxis de la ASL es la publicación de textos que
aborden la prehistoria desde esa perspectiva. Así pues, sí se llevaron a cabo excavaciones o
investigaciones arqueológicas bajo la cobertura de la ASP en estos últimos 30 años, estas
aparecerán en nuestro análisis bibliográfico5 y para el cual hemos tomado como punto de
referencia a la revista Gaceta Arqueológica Andina, el órgano de difusion del colectivo
fundado por Lumbreras (INDEA). De este modo, evaluaremos la proyección de la
producción materialista historica hacia la comunidad académica, sin llegar a proponer
juicios de valor, mediante el análisis de la producción bibliográfica realizada por los autores
que explicitan su posición teórica, vale decir, la materialización de sus ideas. Obviamente,
el impacto real en la academia o el público no puede ser cuantificado en términos reales
mediante este análisis. Sin embargo, creemos que es un buen argumento y, porque no, el
inicio de un nuevo debate que ayude a superar los problemas que seamos capaces de
percibir.

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA ARQUEOLOGÍA SOCIAL PERUANA

Como cualquiera de los países dominados por una clase burguesa, los países
latinoamericanos siguieron un proceso económico y social similar a la de sus homólogos
norteamericanos y europeos no bien pudieron desasirse del dominio imperialista,
principalmente español. Los procesos de afianzamiento de los beneficios materiales de una
clase dominante generalmente producen identidades nacionales, la misma que se justifica

4
En este texto utilizaremos la palabra “situación” con el objetivo de superar el término tan extendido de
contexto que nos parece limitado y estático. Creemos que el término situación expresa de mejor manera la
convergencia de diferentes factores en un tiempo y espacio concreto.
5
En nuestro análisis, la ASP se contrastará con los dos principales tipos de arqueología que se ejercen en el
Perú (la historico-cultural y la procesualista) con el objetivo de determinar si la primera ha competido
bibliográficamente con estas o sólo han resultado ser publicaciones anecdóticas y esporádicas para el
consumidor arqueológico.

2
mediante la búsqueda de sus “antepasados históricos directos” que se suponían poseedores
de una esencia nacional que trasciende en el tiempo. Surge, entonces, el nacionalismo que
trata de justificar y afianzar al estado-nación mediante estudios históricos y arqueológicos,
cuestion que para la clase dominante de los paises latinoamericanos era de primerísima
importancia puesto que en estos países la unidad étnica es una falacia y más bien la lucha
de clases se prolonga más allá de su proclamada Independencia.

De todas formas, la arqueología como disciplina científica, no nació en estos países hasta
las últimas décadas del siglo XIX (Politis 1995: 198-199) y, en el caso concreto del Perú en
los inicios del siglo XX (Pozzi-Escott 2002). Paradójicamente, dicha arqueología se inició
con la presencia en estos países latinoamericanos, como es el caso del Perú, de
investigadores extranjeros, como el alemán Max Uhle (Politis 1995: 200). Con ellos, el
paradigma dominante de ese entonces, el evolucionismo cultural (y sus concepciones de
cómo las de “sociedades avanzadas” y “sociedades atrasadas”), fue deslizado e instaurado
en la interpretación de las sociedades prehispánicas.

Posteriormente, la influencia de los Estados Unidos se hizo notar hacia el comienzo del
siglo XX, tanto como sus intereses económicos y políticos en Latinoamerica iban
aumentando (Patterson 1986). Por ello, el paradigma evolucionista social con el cual se
inicia la arqueología académica será sustituido por el historicista cultural6, un paradigma
que en ese marco de colonialismo económico (sobre todo a partir de la victoria de los
Aliados en la II Guerra Mundial y la consiguiente hegemonia de los U.S.A en
Latinoamerica) y, consecuentemente el ideológico, sirvió de mejor manera para los
propositos imperialistas7.

Sin embargo, en los años previos a que el historicismo cultural adquiriese relevancia en
USA, en países como Perú y México también se desarrolló un movimiento social y político
contrario al colonialismo económico e ideológico denominado "Indigenismo”. Esta
ideología homogeneizante y cohesionante (re)producida en el Perú por la clase burguesa y,
consecuentemente, por el Estado para defender sus intereses, aparecería tan temprano como
en 1867 de la mano de Juan Bustamante (Aguirre-Morales 2001). Dicha ideología
idealizaba el pasado prehispánico (principalmente al Imperio Inkaiko) y fue llevada al
discurso arqueológico por Luis E. Valcárcel a comienzos de siglo XX (ver Patterson 1994:
531). Este Indigenismo fue mejor utilizado por la clase dirigente representada en el
presidente Augusto B. Leguía (1919-1930) y sirvió para crear un nacionalismo que buscaba
afianzar al Estado a través de la idealización del pasado prehispánico. Con ese objetivo
Julio C. Tello, se convertiría en el arqueólogo oficial de esta politica histórica.

Así pues, entre los antecedentes de los planteamientos de la ASL estuvieron por un lado,
una ideología nacionalista y anticolonialista, como el Indigenismo y, por el otro una
ideologia claramente relacionada al capital internacional norteamericano. En ambos casos,

6
Uno de los objetivos principales de l@s historicistas culturales norteamerican@s fue el de construir
“secuencias culturales”, como la que se desarrolló a partir del “Proyecto Virú” de 1946 (Willey 1952)
7
La tradición de investigación de arqueología realizada por norteamerican@s en el Perú, concretamente el
paradigma histórico cultural, se consolidaría con la conferencia denominada “Reappraisal of Peruvian
Archaeology” (Schaedel y Shimada 1982).

3
dichas ideologias fueron producidas, conducidas y asumidas por grupos de la burguesía
intelectual nacional (como consecuencia de su privilegiada situación económica), bastante
previa al surgimiento de los "arqueólogos sociales". Con ese sustrato ideológico que tuvo
como fundamento las contradicciones económicas y sociales, no transcurrió mucho tiempo
antes de que se adoptarán perspectivas materialistas históricas en algunos de los gobiernos
que así lo posiblitaron.

Debido a esas situaciones históricas, en la que se instalaron en el poder dictaduras militares


(por ej., en Perú8), partidos de Izquierda (por ej. México), la revolución comunista como la
cubana (1959) o una mezcla de dictaduras militares y partidos políticos de izquierda como
la dada en Venezuela9 se pudieron desarrollar las denominadas arqueologías marxistas10.
Por ejemplo, luego de la exitosa revolución cubana y con la política comunista instaurada
en el poder, no se tardó en entrar al campo de la interpretación arqueológica dentro de una
política dirigida desde el gobierno. En ese sentido, se debe el arqueólogo cubano E. Tabío
un importante trabajo, materializado en el libro Prehistoria de Cuba de 1966 (Politis 1995:
219), mediante el cual se introdujo el marco de análisis de la arqueología soviética y, por el
cual, muchos estudiantes latinoamericanos (por ejemplo en el Perú) asimilaron sus
planteamientos materialistas históricos (Aguirre-Morales 2001, Navarrete 1999: 24,
Oyuela-Caycedo et al. 1994: 366).

Sin embargo, tuvo que llegar el año 1974 y la publicación de obras como la Arqueología
como Ciencia Social de Lumbreras o Antiguas Formaciones y Modos de Producción
Venezolanos de Mario Sanoja e Iraida Vargas (Politis 1995: 219), para que un nuevo
discurso contrario y/o alternativo al de los arqueólogos extranjeros y sus seguidores en cada
país, sea formalizado. Esto trajo como consecuencia una serie de reuniones donde se
dinamizó la construcción de la llamada ASL11. La primera de ellas, la Reunión de
Teotihuacán en 1975 (Lorenzo 1976) pretendió establecer unas líneas generales de acción
en la perspectiva materialista histórica que cada uno de los participantes desarrollaba en sus
respectivos países. Vino luego una segunda reunión en el XL Congreso Internacional de

8
El caso de la política del Perú de la década de 1970 es singular puesto que la dictadura militar tomó la
característica de un "socialismo estatal" (Politis 1995: 215) creando, por un lado, una coyuntura favorable
para arqueólogos como Luis Lumbreras (Navarrete 1999), y por el otro, l@s arqueólog@s norteamerican@s
encontraron dificultades para llevar adelante sus investigaciones (Burguer 1989: 42).
9
Aunque según Oyuela-Caycedo et al. (1994: 366) fue con el gobierno populista social-democrático de
Carlos Andrés Pérez (1974-1979) cuando Iraida Vargas y Mario Sanoja encontraron soporte dentro de la
Universidad Central y crearán una escuela con sus seguidores.
10
Es interesante notar que en la misma decada de los ‘70, en que comienzan a desarrollarse formalmente las
arqueologías marxistas en los paises latinoamericanos, los U.S.A. atravezarán por un crecimiento lento
(“growth slowed”) de su economia. Si le sumamos a esto, el desequilibrio en la estructura de algunos Estados
europeos, tenemos como consecuencia, que muchos de los conceptos basicos de la principal teoria
arqueológica (New Archaeology) como “estabilidad”, “continuidad” o “equilibrio” que tanto relevancia
tuvieron en las representaciones arqueológicas como reflejo de su misma situacion de estabilidad (económica
y politica, luego social) previa, también entran en crisis (Patterson 1986: 20).
11
Según Aguirre-Morales (2001), la aparición del libro de Lumbreras: "se dio en el seno de una discusión
teórica y política de los intelectuales latinoamericanos acerca de las vías que debía tomar el cambio
revolucionario. Esta discusión de las diferentes tendencias del marxismo, abarcó el final de la década del 60
y toda la década los setenta, y en ella se debatió desde posturas provenientes del marxismo soviético, el
maoísmo y el marxismo estructuralismo francés hasta los puntos de vista de la escuela de Frankfurt."

4
Americanistas (simposio denominado: "Formaciones aborígenes en América") celebrado
en Lima, Perú en 1970 (Patterson 1994: 533). Luego de estos tempranos intentos y dado el
descontento con el anterior grupo de trabajo, se creó el denominado "Grupo de Oaxtepec"
en 1983, conformado por Luis Lumbreras, Manuel Gándara, Mario Sanoja, Marcio Veloz,
Iraida Vargas y Luis Felipe Bate (Politis 1995: 220). Esta nueva época es denominada por
Navarrete (1999: 89) como de "Refinamiento Teórico". Como describe Bate (1977, citado
en Politis 1995: 220) con respecto a este grupo de estudios marxistas: "Su marco teórico
fue el materialismo histórico mientras sus métodos fueron derivados del materialismo
dialéctico."

Asimismo, este grupo adoptó una posición crítica frente al Materialismo estructuralista
francés (de Althusser y Godelier) tan popular en esos años, principalmente porque dicha
“escuela” planteaba una división de la la sociedad objeto de estudio (“totalidad social”)
entre base económica y superestructura. Paradójicamente, mucha de la teoría y
metodología histórico-cultural, evolucionista y marxista estructuralista se deslizó en los
discursos de los arqueólogos sociales (v.gr. Lumbreras 1974: 24)

Como muchos otros intentos de “etiquetamiento” de pensadores, se ha tratado de hacerlos


coincidir dentro de un pensamiento unitario (“corriente teórica”). De esta manera, por
ejemplo para Patterson (1994: 533) los arqueologos sociales latinoamericanos:

"rechazan las formas mecánicas o científicas materialistas del evolucionismo cultural (...) repudian las
perspectivas que ven a los sistemas sociales complejos como máquinas compuestas de partes separables, que
con respecto a la totalidad social es igual a la suma de sus partes, y que ven el cambio como consecuencia de
factores exógenos o efectos casuales sobre la totalidad desde el exterior...En otras palabras, ellos renuncian
al materialismo mecánico y sus variantes deterministas económicas, materialistas culturales y Darwinistas
sociales como también a los reduccionismos asociados a ellos. Ellos lo reemplazan por una perspectiva y
metodología enraizadas en el materialismo dialéctico."

No estamos en total desacuerdo con Patterson al respecto de esta definición epistemológica,


pero creemos que esa sintetización de la ASP desmerece la historia (y la riqueza inherente a
ella) de su formación. Por ello, por ejemplo, para Aguirre-Morales (2001), existiría una
contradicción entre los ideales políticos por defender un frente unitario (ASL) y los
contextos sociopolíticos de cada país. En este sentido, nuestro trabajo escapa a la ambición
de desarrollar profundamente dichas situaciones históricas bajo las cuales se formaron
dichos discursos, por ello sólo hablaremos del caso peruano.

Como decíamos con anterioridad, la ASP bebió principalmente de dos fuentes: el


Indigenismo y el materialismo histórico12 (Aguirre-Morales 2001). Ambas corrientes de
pensamiento sostienen una clara dialéctica durante el siglo XX y que hunde sus raíces en
las profundas contradicciones sociales entre la elite dominante y el pueblo común y que,
como Navarrete (1999: 6) señala, “produjo una larga y vibrante tradición de progresistas
intelectuales de izquierda”.

12
Empleado por Emilio Choy, el primer investigador en ofrecer dicha perspectiva y que estaba inspirada en
los trabajos de Vere Gordon Childe.

5
Como resultado de ello, muchos postulados y conceptos materialistas históricos aparecieron
expresados implícita o explícitamente en los discursos de muchos arqueólogos peruanos,
sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX. En ese ambiente intelectual y
político13 es que Luis Lumbreras se desarrolló académica y políticamente, cuestión que se
acentuó cuando ejerció como profesor en la Universidad de Huamanga en Ayacucho entre
1960 y 1965.

Posteriormente, la mayor parte de su trabajo académico y de campo transcurrirá paralelo al


Gobierno Militar del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975) bajo el cual se le ofreció
una excelente coyuntura para desarrollar las investigaciones más relevantes que ha
realizado hasta el momento (Oyuela-Caycedo et al. 1994: 367) y “asumiría el rol de Tello
al definir tendencias y prioridades en la prehistoria andina” (Schaedel y Shimada 1982:
363).

Para no entrar en más detalles que no interesan aquí, nos restringiremos solamente a la
época de la producción bibliográfica de Lumbreras cuando este trata de desasirse de su
formación evolucionista y positivista y se decanta por el materialismo histórico y que
estaría en torno del año 1972, dos años antes de la publicación de La Arqueología como
Ciencia Social.

“LA ARQUEOLOGÍA COMO CIENCIA SOCIAL” (1974)

Lumbreras esbozó en este libro un programa y un discurso arqueológico que principalmente


intentaba desenmascarar a la “ciencia arqueológica burguesa y explotadora” y, “exigía un
cambio de rumbo en la disciplina arqueológica como arma liberadora de las clases
sociales oprimidas” (Lumbreras 1981: 6). Sin embargo, como el mismo confiesa
(Lumbreras 1974: 9), este libro esta constituido por una serie de “trabajos experimentales”
por lo cual no representa un texto homogéneo sino más bien “un intento de encontrar un
método de análisis del proceso andino que explique las cosas coherentemente y sirva para
ligar el pasado al presente de manera científica y significativa”. En ese sentido, pues, solo
la primera parte cumpliría con ese objetivo de coherencia puesto que la composición
heterogenea de la segunda parte se ofrece como una serie de posicionamientos
contradictorios y más bien se observa la aplicación de esquemas a priori en el análisis de la
materialidad social prehistórica andina, y solo cuando ésta es convocada al discurso. Así
con todo el mismo autor la reconoce como una primera aproximación no carente de
problemas, pero que ya supone su orientación materialista y dialéctica de la prehistoria. De
este modo, el texto es presentado por Lumbreras como “en borrador de trabajo”, cuestión
que no supera en las siguientes ediciones del libro, como la ya citada de ediciones PEISA
de 1981.

El libro se divide en dos partes. La primera de ellas se denomina: “Sobre el Método y los
Objetivos de la Arqueología” (Lumbreras 1974: 15-130) que es la parte teórica que
posteriormente se reproduce integra, salvo pequeñas modificaciones, en la edición más

13
Recuérdese también que hacia la segunda mitad de 1960 hay un proceso de radicalización de los
movimientos de izquierda, principalmente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

6
popular editada por PEISA en los primeros años de los ‘8014. Esta es la parte que más nos
interesa aquí y sobre la cual regresaremos luego.

La segunda parte titulada: “Hacia una Arqueología Social Andina” (Lumbreras 1974: 131-
240) es una recopilación de discursos y artículos redactados por Lumbreras antes del año
1974 (1968-1972) que se pueden dividir a su vez en: a) ensayos biográficos de arqueólogos
peruanos, b) historia de la arqueología andina y c) textos hermenéuticos marxistas en
arqueología andina. En estos últimos, como ya señalábamos líneas arriba, se observa una
perspectiva materialista histórica bastante esquematizada y mecánica, producto de la lectura
de autores influenciados por el materialismo histórico como el australiano Gordon Childe15
y el peruano Emilio Choy (por ej. Choy 1960) los mismos que a su vez se asientan en las
ideas originales de Morgan (1877) y Engels (1884). Obviamente, existe un fuerte
evolucionismo social producto de estas fuentes. De hecho, el articulo más significativo por
la presentación de evidencia material (principalmente fechados radiocarbónicos) titulado
“La Evidencia Etnobotánica en los Orígenes de la Civilización” utiliza el esquema
morganiano de “Salvajismo, Barbarie y Civilización” (Lumbreras 1974: 177) el mismo que
se aplica directamente sobre la endeble evidencia arqueológica disponible en aquellos años.
Asimismo, existe una fuerte carga historicista cultural que se posibilita por la utilización de
datos empíricos y conceptos procedentes de diferentes investigadores (cada uno con su
propia ontología y epistemología) para apoyar una hermenéutica marxista de la prehistoria
andina. Así pues, los desarrollos teóricos de Lumbreras poseerían ciertos problemas, ya que
este autor se decantó por un discurso más explicativo en aras de su utilización social pero
en detrimento de su verificabilidad en el registro arqueológico (Navarrete 1999: 15-16).

Volviendo a la primera parte del libro, es aquí donde se hace una primer acercamiento al
análisis de la realidad social prehistorica. El análisis comienza por la definición del “Objeto
de Estudio” (Lumbreras 1974: 15-27) y en la cual se realiza una crítica a los conceptos y
categorías utilizadas por la “ciencia arqueológica burguesa”. Principalmente, el concepto
“cultura” es criticado por su carga imperialista y por su condición abstracta pues
basicamente no permite la comparación entre sociedades del pasado (aún contemporaneas)
y las actuales.

“La Cuestión del Metodo” (Lumbreras 1974: 35-45) no son más que meros apuntes a las
técnicas que facilitan al arqueólogo su enfrentamiento con la materialidad social y la
manera de cuantificar su antigüedad.

Será a partir del Capitulo 3: “El Estudio de las Fuerzas Productivas” cuando se esforzará
por darle coherencia a un análisis de la totalidad social que a la manera marxista partirá de
la Base Económica hasta “elevarse” a la Supestructura en el capitulo final, Aunque al final
de esta parte se echa en falta una síntesis de todo lo planteado previamente.

14
La edición de PEISA (Lumbreras 1981) es la que más popularidad obtuvo entre los estudiantes de
arqueología tanto peruanos como extranjeros. Sin embargo, en ella se puede percibir la omisión de muchas
referencias a Marx y Lenin (por ejemplo, compárese Lumbreras 1974: 24 con Lumbreras 1981: 28)
suponemos en un intento de “desradicalizar" el discurso arqueológico primigenio.
15
De hecho, el titulo del libro de Lumbreras esta inspirado en uno de Childe (1959)

7
Queda claro, a la luz de este libro, que Lumbreras tenía bastante interiorizada la teoría y el
método del materialismo histórico. También tenía bastante clara la perspectiva dialéctica de
la realidad social y su representación. Sin embargo, la manera de llevarla a la práctica es un
elemento inexistente en dicho documento, quizá, como consecuencia de su carácter de
manifiesto primigenío de esta nueva forma de observar la materialidad social. La Gaceta
Arqueologica Andina, sería pues la encargada de difundir el despliegue y realización de
dicha teoría en los años siguientes a 1974.

LA GACETA ARQUEOLÓGICA ANDINA COMO PROYECCIÓN DE LA ASP

La Gaceta Arqueológica Andina (GAA) es una de las revistas peruanas más longevas de las
publicaciones periódicas existentes en arqueología andina. Dicha característica la presenta
como un reflejo tanto de la ASP como de la actividad arqueológica realizada en el Perú y
países vecinos desde los años ‘80 en adelante. Como bien dice en su primera editorial: “La
Gaceta Arqueológica Andina ha sido concebida como un órgano de publicación del
Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (INDEA), cuyo objetivo es el de crear un
marco de entendimiento, comunicación e integración entre los organismos, especialistas y
personas interesadas en la historia antigua de los pueblos y personas de la América
Andina.”. Por dicha característica, pues, debería (re)presentar la línea de pensamiento de
Lumbreras y de su colectivo: el Instituto Andino de Investigaciones Arqueológicas
(INDEA)

La Gaceta Arqueológica Andina se comenzó a editar en el año 1982 y, luego de unos años
de ausencia ha vuelto a publicarse. Obviamente, la crisis política, social y económica por la
que ha atravezado el Perú en estos últimos anos y que ha condicionado la arqueología hasta
el punto de hacerla por algunos momentos impracticable (Castillo y Mujica 1995, Pozzi-
Escot 2002: 146) ha afectado la historia de esta revista. Aún así, hasta el momento se han
publicado 26 números y se podría decir que la revista ha pasado al menos por 3 etapas. En
la primera etapa, el formato inicial fue bastante simple y con muy poco volumen (12 pág.),
situación que se mejoraría tanto en calidad de la revista como en número de páginas a
medida que la publicación se hizo más regular e importante16. La segunda etapa supone el
cambio de un boletín de noticias y excavaciones a una revista de artículos cortos. La última
etapa, la más irregular por los espacios de separación entre números es el que conserva
actualmente.

16
La importancia de esta revista se reconoce en el apoyo institucional y financiero que recibió o consiguió de
entidades tan relevantes como el Fondo de Promoción del Turismo (FOPTUR) o el Instituto Francés de
Estudios Andinos (IFEA).

8
TEXTOS PUBLICADOS EN LA GACETA ARQUEOLOGICA ANDINA (1982-1990) SEGUN CORRIENTE TEORICA

12

10

8
CANTIDAD DE TEXTOS

Historicismo cultural
Procesualismo
6
ASP
Otros

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17
VOLUMENES CONSULTADOS

La tabla adjunta sintetiza el recorrido de esta revista en los años que contó con mayor
regularidad (1982-1990) y por lo que se encuentra accesible en la mayoría de los centros de
investigación o bibliotecas. La definición de los artículos se ha hecho adscribiéndolos a una
línea teórica, la misma que se desprende del marco teórico implícito o explicito que
plantean. De los 137 textos (artículos o editoriales) revisados solamente 32 pueden
relacionarse con el materialismo histórico en la vertiente lumbreriana. Por el contrario, la
mayoría de los textos como los historicistas culturales que conforman el grueso de los
textos publicados (unos 75 textos) suponen una perspectiva que se suponía “colonialista y
burguesa”, según se anunciaba en las editoriales de los mismos números. Asimismo la
presencia de artículos procesualistas es más bien escasa.

Como decíamos arriba, a pesar de que se esperaría hallar textos dentro de la línea
materialista histórica, solamente las pocas editoriales y artículos de teoría y metodología
realizados por Lumbreras son los que persiguen dicha línea. Por el contrario, la GAA, se
convertirá en una publicación que amalgama a las diferentes tendencias de los arqueólog@s
que trabajaban y trabajan en los Andes Centrales y que serán en primer lugar historicistas-
culturales17 y, en segundo, procesualistas18 (ver también Politis 2003: 248).

17
Aunque, el historicismo cultural necesariamente ha tenido que modernizarse con el pasar de los anos con
nuevos conceptos y metodologías desarrollados desde otras propuestas teóricas como la procesualista o la
post-procesualista (Politis 2003).
18
Si bien, los trabajos de conducidos por Timothy Earle en el valle del Mantaro iniciados en 1977 marcarían
el inicio de la práctica de la arqueología procesual en el Perú (Burguer 1989: 43), las diversas publicaciones
acerca de esta investigación se realizaron en lo U.S.A. sin llegar a impactar realmente en el pais que se utilizó
como “laboratorio” de verificación de sus hipótesis.

9
En este sentido, la GAA que se inició como un proyecto de superación de los paradigmas
preponderantes en arqueologia andina tuvo que ajustarse al limitado número de
investigadores que ofrecieron sus articulos para publicación. Así pues, existe una
contradicción entre la línea política que se defendía, basicamente a través de las editoriales
y articulos de teoria arqueológica materialista y los articulos historicistas culturales y
procesualistas que aparecen en dicha revista.

MIRANDO HACIA DELANTE: COMENTARIOS FINALES

La Arqueología Social Peruana ha recorrido una larga experiencia en el trabajo


arqueológico. De hecho, es una “escuela” o “corriente” teórica que a nivel historiográfico
se reconoce tanto en el país como en el extranjero. Sin embargo, se podría decir que la ASP
ha estado condicionada por diferentes cuestiones, sobre todo las situaciones económicas y
políticas, factores básicos que la ha sumido en una aparente apatía patente en su mínima y
decreciente producción bibliográfica.

Por ello, la Gaceta Arqueológica Andina, además de reflejar la ausencia de una robusta
escuela de arqueólog@s formados teóricamente dentro del paradigma materialista histórico,
también refleja la situación de la arqueología peruana donde la mayoría de arqueólog@s
siguen siendo tanto teórica como metodológicamente historicistas culturales, casi siempre
descriptivos y en el mejor de los casos utilizando jerga procesualista o marxista para
“modernizar” su discurso. Asimismo, el mayor número de los arqueólog@s que publican en
GAA son estadounidenses, cuestión que refleja el aporte que dichos investigadores han
realizado en la arqueología andina, independientemente de su paradigma teórico.

Creemos que para superar este panorama un tanto desolador para la ASP, ésta necesita
redefinirse y llegar a realizarse mediante una praxis que sea coherente con sus ideales y
retórica19. Estos últimos, por el momento, son más significativos que su materialización en
casos concretos de estudio (Politis 2003: 251) y, sobre todo se necesita desplegar una teoría
de la observación arqueológica a partir de las lineas fundamentales del materialismo
histórico: una verdadera epistemología materialista histórica.

Para acabar, planteamos que una Arqueología marxista como la ASP, debería presentarse
de manera autocrítica a la comunidad nacional e internacional y buscar espacios de
pensamiento y praxis aplicados a la materialidad social. De esta manera, por un lado, se
colectivizarían las producciones teóricas y/o empíricas individuales o aisladas conformando
una corriente teorico-práctica con capacidad de insertarse en los debates actuales y, por el
otro, se superaría el provincialismo en el que parece haberse sumido esta línea de
pensamiento y que imposibilita su reproducción más allá de las fronteras ideológico-
nacionales.

AGRADECIMIENTOS

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Aunque en los ultimos años miembros de la “segunda generación” del INDEA comienzan a desarrollar un
discurso materialista histórico bastante consecuente con dicha posición teórica (v.gr., Alcalde 2001, Alcalde
et al. 2001, 2002)

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Como todo trabajo intelectual, este artículo se debe al trabajo colectivo acumulado por diferentes
personas. Por ello, deseo agradecer a todos los que de una forma u otra han influido en mi forma de
ver y hacer arqueología. Sin embargo, en estos momentos me gustaría agradecer a personas
concretas que me apoyaron en estos últimos tiempos. En primer lugar, deseo agradecer a Vicente
Lull, quien desde el primer momento siempre me apoyo. También a Maria Sana y a Gabriel Alcalde
quienes posibilitaron la publicación de este artículo. A mis “compañeros de viaje” por Barcelona:
Sandrita Esparza, Paul Olórtegui, Juan Carlos de la Torre y Elena Castro. Seguramente tuve más
companeros pero a ellos les agradezco y dedico este artículo por sentirlos como mi familia en
Catalunya.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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HENRY TANTALEÁN. Obtuvo su licenciatura en Arqueologia de la Universidad Nacional Mayor de San


Marcos de Lima en el año 1998. Después de trabajar en diferentes proyectos de investigación arqueológica
y para el Estado peruano (Instituto Nacional de Cultura), se trasladó a Madrid para realizar un postgrado
en conservación arqueológica y actualmente se desempena como profesor asociado del Departamento de
Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona y prepara su tesis doctoral. Es especialista en
Arqueologia del Altiplano del Titikaka y desarrolla un programa de investigaciones en dicha área andina.

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