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¿Dice la Biblia que todos los que tenían el espíritu de Dios ‘hablaban en
lenguas’?
Mateo 7:21-23 “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán
aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!”
En el primer siglo, todos los dones milagrosos del espíritu, incluso el poder de
‘hablar en lenguas’, estaban destinados a demostrar ante todos y en especial,
ante los adoradores judíos que habían rechazado al Mesías enviado, que Dios
había hecho efectivo el nuevo pacto anunciado por los profetas y que había
transferido su favor a la recién nacida congregación cristiana. En Hebreos 2:4
leemos:
“Dios mismo se unió a este testimonio, mediante señales, prodigios y toda
clase de obras potentes, distribuyendo los dones del espíritu santo según su
voluntad.”
El hablar en lenguas dio en aquel tiempo, ímpetu a la obra que Jesús había
comisionado a sus discípulos, la de dar testimonio de su enseñanza.
¿Es así cómo usan hoy esta facultad los que ‘hablan en lenguas’?
Hechos 19:6 “Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el
Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.”
1Corintios 13:8-11 “El amor nunca se acabará, mientras que la profecía pasará
, las lenguas cesarán, y las revelaciones terminarán, porque hasta ahora solo
tenemos un conocimiento parcial y lo que predicamos está incompleto, pero
cuando nuestro conocimiento sea completo, todas estas se acabarán.
Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba cómo un niño, pero después
me hice hombre y eliminé el comportamiento infantil.”
Después de la muerte de los apóstoles y de las personas que habían recibido los
dones de a través de ellos, los dones milagrosos del espíritu de Dios llegaron a
su fin. Este punto de vista está de acuerdo con el propósito inicial de aquellos
dones, tal cómo se declara en Hebreos 2:4
“¿Cómo escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salud tan grande? La
cual, habiendo comenzado á ser publicada por el Señor, ha sido confirmada
hasta nosotros por los que oyeron; Testificando juntamente con ellos Dios,
con señales y milagros, y diversas maravillas, y repartimientos del Espíritu
Santo según su voluntad.”