Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
EL DERECHO DE HUELGA
La conquista del derecho de huelga reviste interés no
sólo económico sino también político e ideológico, porque
niega parcialmente la “libertad” del contrato de trabajo. “Entre
antes. El obrero se dirá “si seguimos así cada vez más podremos
conseguir aumentos de salario real e iremos acortando las
diferencias entre los ricos y los pobres”17.
Sin embargo esta creencia no es más que una ilusión ya
que el nivel en que los salarios pueden aumentar dentro del
modo de producción capitalista, tiene un límite preciso: no
puede anular la ganancia de los capitalistas, no puede anular
el robo de trabajo excedente es decir, no puede anular la ex-
plotación. Pero más aún, como el capitalista ve en el salario
un límite fundamental para satisfacer su insaciable sed de
ganancias, busca permanentemente la manera de reducir el
peso del salario en el total que puede embolsarse por cada
mercancía producida. Y cuando presenciamos un ciclo de
17
Sólo a modo de ejemplo y sin pretender con esto ni mucho menos
dar cuenta del desarrollo del capitalismo en los más de 100 años que
separan a Marx de nuestros días, es interesante resaltar que esta ideología
se hizo sentir a fines del siglo XIX en el seno de los partidos socialistas y
en el siglo XX, en la Segunda Posguerra Mundial, momentos de bonanza
económica. En esas oportunidades las ideas reformistas se hicieron
fuertes, surgían siempre los que negaban las tendencias a la miseria cre-
ciente explicada por Marx y dibujaban un panorama en el que las contra-
dicciones de clase irían suavizándose. Como telón de fondo estaba la idea
de que se podían obtener importantes conquistas para la clase trabajadora
y que esas conquistas que el ciclo ascendente de negocios y la explotación
del mundo semicolonial permitían, lograrían la reducción de las desigual-
dades delineando un horizonte de progreso y equidad. Las grandes con-
quistas sociales de esa época, sobre todo durante el período que se conoce
como “boom de posguerra”, parecía darles la razón. Nunca la clase trabaja-
dora había conquistado las posiciones que alcanzó, por ejemplo, durante el
consumo masivo del fordismo norteamericano de posguerra.
Ahora que no sólo en el mundo semicolonial las condiciones de
vida de las masas han caído fabulosamente, sino que también se han visto
deterioradas en los países centrales, es fácil mostrar las falsas ilusiones
que entrañaban esas ideas. En realidad incluso en períodos de pleno em-
pleo y mejoras salariales, en la gran mayoría de los casos se da lo que
Marx denominaba la ley de la miseria creciente, es decir que el salario
relativo, comparado con el crecimiento de la ganancia capitalista impone
una brecha cada vez mayor, un empobrecimiento relativo cada vez mayor
de uno respecto del otro.