aniversario de su publicación
Primera edición:
©1994 Elidio La Torre Lagares
978-1-935163-23-7
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Terranova Editores
Cuartel de Ballajá
Local V
Viejo San Juan, Puerto Rico 00901
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referencias culturales, estelas reconocibles de su equipaje intelectual,
influencias fiterarias atemperádo por el estilo, los intereses y la visión
poética del autor.
El espíritu de convivencia comunitario que solía caracterizar
a la Navidad ha sido suplantado por el consabido consumismo
desenfrenado y por un marcado individualismo. A tono con estos
tiempos, la gente se congrega, y, socializa en los centros comerciales,
depositarios de nuestros anhelos de superar cuantitativamente las
cosas que compró el vecino. En “Apocalipsis”, evocando uno de los
parlamentos de Polonius (Hamlet), el poeta satiriza la irrupción del
centro comercial como arteria por donde fluyen y confluyen las
aspiraciones de muchos puertorriqueños:“...y el dinero se fundió en
plástico/ y ese plástico se hizo plegaria...” De esta realidad procede la
terrible admonición en “Espejo”: “Tu risa has reventado en templos
de oro/ que brillan ante tus ojos y viven en tu carne.”
La crueldad del capitalismo la evidencian diariamente los cientos de
seres humanos desamparados que recorren nuestras calles. Deambulan
buscando el cobijo del crepúsculo y el consuelo de un fiel perro
sarnoso: los desheredados de la colonia. Personas de carne y hueso
que no saben donde dormirán ni dónde comeran, los mismos que
ofenden el olfato de los que han tenido la suerte de poder asearse.
La Torre tiene un lugar para ellos en este extraordinario poemario.
En “Rey”, el poeta nos enfrenta con la ineludible contingencia del
albergue improvisado. Su pobreza, material denuncia la pobreza
espiritual del capitalismo: “Los soportes del puente/ columnas
dóricas/ enmarcaban la impresión del momento./ Bajo el mismo,
un ángulo obtuso/ reciclable palacio/ de cartón this-side-up, “ Y
conminados por el tapón de cualquier hora, muchos podían “...
observar al, hombre/ de mirada desorbitada,/ pielago de oquedad,/
Rey de Nadería/ Himno a la nada”.
Los espectadores del expreso no viven mucho mejor. Las
presiones de la vida cotidiana minan el espíritu del ciudadano común.
La elusividad de la felicidad arroja sombras sobre la inteligibilidad de
la existencia humana. Como consecuencia, toda suerte de afecciones
del alma (no es posible enyesar ni prescribir analgésicos) manifiestan
la infelicidad existencial que matiza las bondades de la economía de
mercado. La Torre poetiza magistralmente este deterioro anímico en
“Lluvia de Neón”’: “Recapacitando/ entre los dientes de la noche/
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que me intoxica de ciudad,/ desvaino ojos dé vidrio partido/ y son
prismas de desencanto.”
La creciente incidencia de suicidios (partiturarmente entre
los jóvenes), la notoria adicción a fármacos y la desidia con que
enfrentamos cada amanecer delata la desoladora enfermedad que
roe el espíritu humano, esa”’ dimensión intangible “ ... donde hay
un eco que bosteza como una vorágine/ en espiral ...” (Espejo). Es
natural entonces, como señala el autor en “Apocalipsis” que el “...
corazón de aquellos hombres/ se hizo vulnerable/ y débil y frío/ y de
pronto las horas fueron insípidas...” La existencia es para muchos un
pesado fardo, una incoveniencia cuya manifestación física tiene peso
y ocupa espacio, sensación de vicisitud insuperable que condena el
alma a padecer los rigores de la incertidumbre. Ese es precisamente el
desolador sentimiento que expresa la voz poética de “Hasta el último
latido”: “Toda una vida deshilada/ perdiendose en la nada...” El ser
humano busca afanosamente conjurar su desasosiego y descifrar el
misterio de la existencia. El poeta describe con depurada precisión
poética esa búsqueda necesaria, fuente de esperanza y salvación en
“Decayendo”: “En mi insómnica ronda/ rondo sombras rumbo/
al filo de este submundo/ hecatombe del hombre/ subterfugio del
delirio; yo busco estrellas/ en una ciudad que vive sin ellas”. Se vive
mecánicamente porque es menester realizar algún esfuerzo físico
o intelectual para.sufragar el precio de la subsistencia. Hasta hacer
el amores un trámíte que simplemente mitiga urgencias biológicas
dada las inconveniencias que presentan los compromisos afectivos.
La pasión que mueve montañas es hoy un fósil literario, porque
solamente en novelas existen aquellos que se amparan en la pasión
para construir un mejor mundo. Esta actitud escéptica es refutada
por las Rigoberta Menchú y los Chico Mendes del mundo. Pero
en nuestra Isla hemos enhebrado nuestra realidad con los hilos de la
desidia.Y armado con ese hecho, el poeta esgrime la fatal pregunta
en “Los agujeros en nuestra aura”: “Desollé los huesos del anhelo/ y
encontré el mutismo/ ¿Quién me presta/ esta pasión/ sin raíces?”.
Personajes que parecen estrellas de cine proclaman a Jesús
como la solución a todos los males de la humanidad. Pero sus estilos
de vida y sus concepciones ideológicas revelan que el dinero es su
única divinidad. De estos, mercaderes de primer orden que venden
a Jesús con la desfachatez de quien vende una docena de huevos
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del país, es que de lo que habla el autor. “Y así”, dice el escritor
en ‘Jesucristo vuelve, “1o despojaron de sus mantos/ y lo vistieron
de calumnias.” La Torre especula la suerte que correría Jesús en los
albores del siglo XXI:“Entonces,/ procedieron a martillar/ los clavos
del escepticismo/ en sus revividas manos/ y lo colocaron/ en una
cruz invertida/ en un semáforo/,entre la 42 y segunda avenida”.
Los traspiés que dificultan el paso del ser humano no
indican inhabilidad para desplazarse hacia adelante. Son sólo escollos
que la experiencia enseñará a superar. Este poemarío resalta las
potencialidades de la raza humana, aptitudes que eventualmente
permítirán al ser humano erigirse en paradigma de dignidad y justicia,
ser movido por una pasión firmemente anclada en elevados preceptos
de conducta moral, los mismos que Jesús enseñó y que aún eluden
nuestra comprensión. Todavía es difícil amar al prójimo y mucho
más aún amarnos a nosotros mismos. El optimismo que permea este
poemario se presenta, por ejemplo, en “¿Perdido?: “...todo lo que el
hombre toca tiene la herética aureola/ de grandeza fuera de foco”.
La Torre reitera su visión positiva con certera dexteridad poética
en “Los agujeros de nuestra aura”: “Creo/ que la esperanza llegará
demoliendo/ las hojas muertas sobre esta tierra seca/ incrustando el
ansia en el tiempo/ destilándose desde la matriz de una nube”.
Embudo: poemas de fin de siglo es una importante contribución
de Elidio La Torre Lagares al quehacer literario nacional, creación
necesaria que ayuda a detoxificar nuestra atmósfera cultural.
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Al lector
No nos engañemos.
Nada va a cambiar a menos que nosotros mismos
transmutemos. No puede haber ideales positivistas
en una sociedad enferma.Y ésta no trabaja sin voluntad.
11
apocalipsis
Mirate. Desnúdate.
Coloca tu orgullo sobre la mesa.
Rebana el furor de tu coraje.
Fragméntalo. lnténtalo.
Imagínate que llegas hasta aguas diáfanas; y sosegadas.
Hoy no existe nada, excepto tú y tu reflejo.
Enfréntate. Mírate.
Déjate caer por tus córneas
como suaves cascadas.
Sé tú mismo.
Deja a un lado, aunque sea por un instante,
tu coraje social -tu disfraz de alguien.
Deslígate de toda aflicción material:
después de todo, y al final,
todo lo que queda eres tú.
Bate el miedo que te provoca la soledad.
lrónico: nunca has estado solo,
sólo contigo mismo.
A eso le temes.
Dices que te conoces y, sin embargo,
te huyes.
¿Distingues esa cara al otro lado?
Eres tú.
Imperfecto. Descomponiéndote día a día.
Comenzaste a agonizar desde que naciste.
Tu came se putrefacta y se degenera.
Tan sólo mírate.
Ya no eres un niño.
Creces. Envejeces.
Recorre tu vida y escúrrela en el embudo de tu mente;
drena todos esos recuerdos y pensamientos y sueños
y succiónalos a tu vado.
¿Qué ha sido tu vida?
Tu risa has reventado en templos de oro
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que brillan ante tus ojos y viven en tu carne,
pero su frialdad es siempre fría.
Te has colmado el intelecto de cifras y cálculos,
te has vestido en hilo y seda;
Has bebido entre copas la aspereza de la envidia
y tu debilidad te impulsa a flagelar al prójimo.
¿Acaso eso te infla de grandeza?
Posiblemente, en este momento,
alguien se apreste a mutilarte.
Cuantas veces habrás fingido,
ya sea una sonrisa o amistad o simpatía o deseo o sexo.
Depositado en la flaqueza de tu piel,
te entregas inerte a otro cuerpo en muerte.
Copulas como bestia salvaje.
¿Acaso no has conocido la pasión?
Dudas su significado y desconoces su fuego.
Sí.
Te has columplado muchas veces en el borde de alguna cama
como quien perfila un precipicio
mientras consumes un intenso cigarrillo
acompañado de la cadencia lluviosa de una ducha.
Todo se reduce al mismo principlo genérico que rige tu vida
Igual que tu ropa, tu corte de cabello,
tu casa , tu trabajo, tus zapatos, tu auto,
tu corbata, tu comida, tus tragos, tus diversiones,
tu respiro, tu aliento
y hasta tus pensamientos:
siempre algo que alguien pensó, quiso y dijo;
nunca tú.
Y lo único que ahora sientes
está muy, muy en tu adentro,
en ese lugar especial frágil y vital,
pero negado,
donde hay un eco que bosteza como una vorágine en espiral
que resuelve en tu alma y sale por tu boca y te deja una desabrida
desolación que hace tu corazón redoblar lentamente, lentamente...
y tus párpados cayendo suavemente, suavemente...
final de una escena que culmina y que nadie ve.
16
jesucristo vuelve
Entonces,
procedieron a martillar
los clavos del escepticismo
en sus revividas manos
y lo colocaron
en una cruz invertida
en un semáforo
entre la 42 y Primera Avenida.
17
perdido
Te he buscado.
O tal vez no.
O tal vez no me he esmerado lo suficiente.
Hendiste tu eternidad
para verter tu luz
sobre mis dilatadas pupilas.
Hurgaste mi corazón
para bañarte en mi propia sangre.
Me regalaste la vida.
Hoy te busco
Y sé que estás en algún lado.
Me deconstruyo.
Me niego.
Me contradigo.
Me anulo.
He rasgado mi piel
para ver si por casualidad te encuentro.
¿Me abandonaste?
¿Qué te hiciste?
En ocasiones
he sentido la sigilosa pincelada de tu mano
meterse en mi pecho
y te he sentido tomar mi corazón con tus dedos.
18
Estúpido he sido,
por siempre creer que puedo orbitarme a mí mismo.
En realidad, sin ti no hay espacio.
19
el maestro
Acopio de mentes,
todas perfectamente adoctrinadas,
reflejo de sus ropas:
girasoles uniformes
mecidos en el viento
Yo (emisario del conocimiento),
observo desde mi escritorio
sus rostros tullidos
en el estrecho y lóbrego
camino de sabiduría,
libertad del espíritu hecho arcilla,
incertidumbre de un mañana de peces aéreos,
anfibología de esencias en alas de hormigón.
Sus bocas arrojan sueños técnicos
de calculada precisión pitagórica,
de empirismo craso y férreo
que los ojos abrazan con sus tentáculos
para revivir el lirio dormido que,
aunque transparente,
es lo más vivo que sus cuerpos necesitan.
20
mientras olvidan que necesitan de una mano que les dé cuerda a
su mecanismo.
Y yo...
21
decayendo
Exangüe lamento
socava el cemento:
vagabundos deambulando
inanemente,
narcómanos depurando
parabrisas en los semáforos
a cambio de algunas monedas.
desquicie de travestíes
que deshilan larvas de realidades.
22
Intermitente colorido de neón:
un arco iris nocturno artificial.
:guerrilla urbana
En mi insómnica ronda
rondo sombras sin rumbo
al filo de este submundo,
hecatombe del hombre,
subterfugio del delirio;
yo busco estrellas
en una ciudad
que vive sin ellas.
23
rey
27
crecido
28
epifanía
La ciudad duerme,
la noche se pone su traje de pecas
y las botellas celebran su orgía.
El viento es un gato callejero
que busca su cena
por los botes de basura.
La pólvora se hace bruma
entre el bramido de las sirenas.
y yo me he maravillado
de encontrar un par
de labios pintados
en el suelo,
los cuales he besado
y saboreado
en su único sabor a
grava, arena y tierra
de siglos buscando
su rosa de los vientos.
29
lluvia de neón
Recapacitando
entre los dientes
de la noche
que me intoxica de ciudad,
desvaino ojos de vidrio partido
y son prismas de desencanto.
La lluvia de neón
bañará de iluminación
cada aventura
de mis noches de locura.
Vibra el pavimento
con cada viscoso movimiento;
se estremece el cemento
que me hace lento
y lentamente
concretiza mi mente
y ni siquiera palpo mi soledad
patente,
demente,
latente,
concientemente inconciente
de la realidad.
30
tiento la brea
Tiento la brea
donde apaga la llama—
mazorca de mitos
que viven sin dioses—
alpiste de estrellas,
he perdido mis alas
con el beso glorioso
de una boca sin nombre—
que sueño arriba,
donde empieza la gana,
busco los bueyes
para esta carreta de huesos.
Abro la boca
y dejo entrar el cielo
mientras la noche
se encaracola
como el rabo de un perro—
espiral de negra sangre
que desciende
cual una corona
de luciérnagas muertas.
Prendo la tea
con el fuego alma adentro—
tajo las nubes—
bebo la leche
de sus pezones duros—
a la vez que el tiempo
se esculpe
a mi talla,
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y el espacio
parecería un lugar
en mi mente.
Tiento la brea
y se apaga la llama—
que busco los bueyes
para esta carreta de huesos.
32
sol de piedra
33
necrofilia
Desvirgó la lápida,
desfloró el féretro,
y la encontró tan pálida
que parecía haber muerto.
Sació
su enfermo apetito
sin creer que amar
fornicara el delito.
Sintió despertar
su hombría dormida;
tanto, que jamás pensó
que alguien muerto
le devolviese la vida.
34
nada
Pendulando
en las horas
te insertas,
te sincronizas
y te riges bajo una medida
temporal,
que dicta tu existencia
calculada y premeditada...
y aún no tienes nada.
Te hacen
besar el suelo
e hincarte de rodillas,
adorarlos y reverenciarlos
como figuras deificadas
a cambio de tu sudor
Y con tu dignidad derrotada...
aún no ganas nada
Inevitablemente,
te vendes a tu esclavitud como vida predestinada, educada en la
ignorancia para criarte como carnada... y siempre serás NADA.
35
en la celda
36
minutos de piedra
Minutos de piedra
columpiándose entre
anillos de humo
ondeando en mi mirada
entre su centro
buscando luz en mi adentro.
He visto todo:
y no he visto nada
visto de negro
por los sueños fallidos:
por lo que son
y no han sido.
Minutos de piedra,
horas de plomo,
buscando luz en mi adentro
buscando luz en mi adentro.
37
arte
Se encierra en ti un Arte
que ningún pincel traza,
que ningún cincel esculpe,
que al espacio rebasa,
Y donde Venus
se encuentra con Marte,
es donde voy a encontrarte
rebasando distancias
para hacer mío
el arte de amarte.
38
hasta el último latido
Tu camisa ya no cierra:
se pronuncia tu panza,
y se encorva tu erguidez
y tu tiempo a la vez...
sólo cuentas...
sólo deudas trae la correspondencia...
algo perdió la partitura:
cadencia en decadencia.
Sólo tu casa
permanece incólume,
pues es de cemento.
Sin embargo,
tu hogar se desplomó
en algún momento del pasado.
Y ahora, sólo esperas jubilarte
y vivir de tu pensión,
presto a resignarte
hasta el último latido de tu corazón.
39
vivo
Regenero mi pena
y con ella el deseo enfermizo
de someterme a tu voluntad depredadora.
No te pertenezco.
No quiero hacerlo.
Y sin embargo,
me subyugas a tu mordida rapaz,
letal y prohibida
que encadena mi existencia
al eterno infierno de tu seducción.
Ciclo vicioso...
40
ansío deseoso
cada noche que escucho
el batir de tus alas al borde de mi ventana.
Vuelve a devorarme.
Vuelve a matarme.
41
vulnerable
a Ana Ivelisse
Lentamente
me hago vulnerable
al peso
de tu beso.
Sutilmente
te viertes
sobre
mis labios
como miel
deleitándome
embriagándome
destilándose
en la delicadeza
del roce
de tu piel
nirvana
del cual
no quiero
regreso.
42
tiempo
Tiempo...
granizada de arena,
pasa ...
como polen,
siempre eterno en el viento;
y yo ...
entre telas de araña,
dibujándote, píncelándote
en el canvas de mis sueños
intransigentes
tiempo ...
gris nube atribulada,
perdido ...
exilio en el olvido,
aún sigo contemplándote,
imaginándote,
y tu cuerpo,
en fuga de nova,
como besar el infinito..
un suspiro imposible,
irreversible,
en el paso del
tiempo...
43
hoy sencillamente
En la mañana
el reloj despertador
gruñó su sentencia existencial
con su habitual draconiana aspereza,
con dicacidad.
Una extraña opresión me ahoga el pecho.
Mi amargo café instantáneo supo más amargo
que nunca
aún con Nutra Sweet.
Llamé a la oficina.
No puedo Ir hoy a trabajar.
Me siento enfermo.
¿De qué?
No sé.
Por mis poros supura un dolor hueco muy raro.
Debe ser el cambio de clima.
Sí, seguro.
O un virus.
Tal vez un cáncer.
Quizás sea esa serpiente alada
que se aloja en mi adentro
haciendo de mis días su alimento.
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Hombre y arena confundiéndose
tendido en la playa
con el viento por toalla
deseando ser absorbido orgánicamente
por algo más grandioso,
superior y poderoso, que tan sólo...
tan sólo por un instante
diera sentido a tu vida.
El cosmopolita y decadente
trajín urbano me inunda las neuronas;
el fax y el celular comunican con una cualidad fría,
como los repetitivos Happy Hours,
como los días en el terminal de computadora,
como mi televisor amigo,
o como mi solitaria cena.
45
poison
Ella olvidó
que me comprometí a bordarle de rojo los labios.
Tomé sus suaves senos en mis manos
y formé figuras que circundaron hasta su vientre,
mi hidrópica boca se ensalzó
de almíbar de su pasión.
Giré sus caderas
para llover sobre su espalda
húmeda entre mis besos.
Dejé mis manos jugar entre su cabello
para luego adentrarme
en lo más profundo de sus anhelos.
Me pareció en vano
Al levantarse,
recogió su pelo,
se vistió en silencio,
recogió sus maquillajes,
y su pinta labios y demás cosméticos,
re-pintó su belleza y se marchó,
dejándome plantado entre su cepillo de dientes
y el frasco vacío de su fragancia favorita:
Poison.
46
camino de sol
Incoando mi espíritu
aunque mi carne
siempre sea esclava,
Incoercible
sueño sensible
de un volcán que suprime su lava.
es el infierno
revivido en llamas.
47
prozac blues
El silencio se derrite
en los infernales adoquines:
San Juan hierve a 90 grados Farenheit,
a 90 grados prueba.
Sali a buscar no-sé-qué
como un cuerpo a su sombra.
Me detuve a hablarle
a las mudas murallas
sumisas hace 300 años.
Hoy desangran de tristeza.
En un instante, deseé detener las olas
y su infinito pendular cual somnifera nana:
yo cuelgo de sus pestañas.
Recorrimos la avenida
hasta Ilegar a Hato Rey.
moderno.
Entre la oleada encorbatada,
vi tantas sonrisas torcidas,
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vi tanto simbolo de grandeza material:
vi el Alpha de nuestra generación.
49
Mi nepente Ilega por correo
cual aguas del Leteo-
mi bálsamo en Gilead.
Y no me siento culpable.
San Juan consume píldoras como si fuesen M & M’s.
50
embudo
para Allen Ginsberg
53
los agujeros en nuestra aura
Creo
que la esperanza llegará demoliendo
las hojas muertas sobre esta tierra seca,
incrustando el ansia en el tiempo
destilaándose desde la matriz de una nube.
Deberá llenar mis ojos
con su renegada faz
por todos los caminos del deseo,
restituyendo la vida.
Mientras tanto,
navego el río de fuego
pintando mi sonrisa en el cemento.
II
Un vagabundo pregonaba:
«Planté la esperanza y aún no me da frutos
Los cancerberos vienen de noche y la desentierran.
Lo mismo sucedió cuando coseché arcoiris».
Mis semejantes lo ignoraban
y continuaban pateando su propia mirada.
III
IV
Es mi aliento.
—Oh.
VI
La energía se transforma.
Mi descomposición se acelera.
Y mi madre no verá nietos.
No te preocupes.
De todas maneras, jamás los hubiese visto.
«Yo Invito. A los cuatro, incluyendo al bartender».
No puedes.
Los actos del hombre son lineales e irreversibles.
VII
57
Confrontar los miedos produce pavor.
¡Aleluya!
Yo no veo la conexión.
Yo pienso...
VIII
Oye, viejo...
quisiera renegar de mi pasado,
tu oronda soberbia
y ostensible egoísmo,
pero no puedo.
La infame canallada
de tu demencia sexual
quitó tu mano de mi hombro,
pan de mi boca.
Te caíste del pedestal.
Y no concibo perdonarte
el latrocinio de mis ilusiones,
para, luego de haberte burlado
de mi dignidad,
pedir la alfombra de mi laxo perdón.
Pero no,
las cosas no son así,
así como tú quieres que sean.
He mordido el viento de navajas,
mi sangre coagulada en cubos,
mi soledad putrefacta en soles negros
mi frustración perforándome el cuello;
me he querido arrancar el alma
y zurcir sus agujeros,
pero el dolor me contrae el corazón,
y todo por tu culpa,
viejo demonio,
y mira todo lo que me he superado,
que aunque no te lo diga,
al menos ya puedo escribirlo.
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contenido
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