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Neeuro
obiollogíía deel Trrasttornnos
Obsesivo o Compu ulsiv
vo
Ismael Loinaz Calvo
Doctorado
o Psiquiatría y Psic. Clínicca
Curso 200
06‐2007
Neurobiología del TOC
Introducción
La versión actual del manual estadístico de los trastornos mentales, DSM‐IV‐TR,
incluye, dentro de los trastornos de ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
El TOC se clasifica como trastorno de ansiedad, aunque sus características
fenomenológicas y neurobiológicas lo diferencian de los demás. La ansiedad
probablemente no es central en el TOC, más bien es un subproducto (Niman, 2003). El
DSM‐IV‐TR actualmente categoriza los trastornos de ansiedad por síntomas. El comité
para el DSM‐V está considerando recalificar los trastornos de ansiedad desde varios
enfoques hipotéticos, incluyendo la etiología (vulnerabilidad genética, interacción
genética/ambiente) o patofisiología (rutas neuronales que aumentan determinados
síntomas). Al usar déficits en circuitos neuronales como medio de categorización,
ciertos trastornos caracterizados por rutas de miedo amígdalo‐céntricas (como TP, TEP
o fobias) se agruparían juntos, mientras que los trastornos de ansiedad generalizada
podrían ser reclasificados como trastornos del estado de ánimo (Garakani, Mathew y
Charney, 2006).
Este nuevo planteamiento nos suscita la siguiente pregunta, ¿es el TOC un
trastorno de ansiedad? Precisamente Bartz y Hollander (2006) publicaban una revisión
con la misma cuestión, en la que se planteaba la existencia de un espectro obsesivo‐
compulsivo con trastornos relacionados, que comprendía trastornos tan dispares como
el TOC, trastorno dismórfico, determinados trastornos de la conducta alimentaria,
juego patológico y autismo, una idea que está tomando fuerza en los últimos años. El
hecho de que estos trastornos compartan rasgos obsesivo‐compulsivos, y que los
pacientes compartan características, curso, comorbilidad, neurobiología y tratamiento,
plantea la cuestión de en qué grado es más adecuado conceptualizar el TOC como un
trastorno de ansiedad, o como un trastorno del espectro obsesivo‐compulsivo.
El espectro obsesivo‐compulsivo
La teoría e investigación sobre la existencia del espectro obsesivo aumenta, y
emerge un consenso sobre qué trastornos entrarían en esta categoría. El propio grupo
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Neurobiología del TOC
de Hollander (Hollander, Wasserman, Yeh e Iyengar, 2005) ha subdividido en tres
categorías este espectro: 1) Trastornos de la imagen, sensación y peso corporal. 2)
Trastornos del control de impulsos y 3) Trastornos neurológicos con conductas
repetitivas.
Avances significativos en la comprensión de la neurobiología y tratamiento del
TOC han promovido la investigación del denominado espectro obsesivo‐compulsivo.
Se incluyen dentro de este espectro aquellos trastornos en los que se solapan aspectos
neurobiológicos y fenomenológicos con el TOC, como son: trastornos diagnosticados
en la infancia (Tourette, autismo, movimientos estereotípicos), trastornos
somatomorfos (trastorno dismórfico, hipocondría) e trastornos del control de los
impulsos (tricotilomanía, juego patológico).
Bartz (Bartz y Hollander, 2006) dividía los tres grupos en clusters. El primer
cluster se caracteriza por preocupaciones referentes al cuerpo e incluye la
hipocondriasis, trastorno dismórfico, anorexia nerviosa, comedor compulsivo (bing
eating) y el trastorno de despersonalización. El segundo cluster se caracteriza por la
impulsividad, especialmente referente a comportamientos violentos con
consecuencias negativas. Se incluyen el juego patológico, trastornos sexuales
(obsesiones, compulsiones y parafilias) y la tricotilomanía. Existen tres trastornos
nuevos propuestos para el DSM‐V que están siendo valorados y que se incluirían en
esta categoría: son la compra compulsiva, “adicción a internet” (internet usage
disorder) y excoriación patológica. El tercer cluster consiste en trastornos de base
neurológica con conductas repetitivas en donde incluiríamos el síndrome de Tourette
(ST), autismo y corea de Sydenham. Este cluster se caracteriza por conductas motoras
repetitivas y las obsesiones son menos frecuentes. La afección neurológica principal se
encontraría en los ganglios basales, y se teoriza que eso puedo conducir a las
conductas estereotipadas y repetitivas que marcan estos trastornos (Dale, 2003;
Peterson et al., 2003).
Una cuestión importante a tener en cuenta es que existen muchos tipos de TOC,
que implican distintos mecanismos, cada uno de los cuales puede coincidir con otro
tipo de trastorno.
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Neurobiología del TOC
Síndrome de Tourette
Stein (2000) publicó una revisión sobre la neurobiología de los trastornos del
espectro obsesivo‐compulsivo, incluyendo aspectos neuroanatómicos, neuroquímicos,
neuroinmunológicos, genéticos y de estudios en animales. En su revisión, afirmaba que
eran muchos los estudios dirigidos a confirmar la existencia del espectro obsesivo‐
compulsivo y analizaba diversos trastornos que podían compartir características con el
TOC. Un número creciente de pruebas confirmarían que un subtipo de TOC estaría
relacionado genéticamente con el síndrome de Tourette (ST), que se manifiesta con
tics o TOC y que implica alteraciones en el sistema serotoninérgico y dopaminérgico, y
en los ganglios basales.
La historia familiar del ST se asocia con un incremento del riesgo a desarrollar
TOC, y el ST es frecuentemente comorbido, ocurriendo en el 30‐50 % de los TOC. En
población infantil, las compulsiones tienden a aparecer significativamente antes que
las obsesiones. Numerosos estudios informan de que sujetos con TOC presentan
numerosos déficits en funciones ejecutivas, incluyendo la planificación, conductas
dirigidas a metas, autoregulación, control de impulsos, inhibición motora,
mantenimiento de la atención y memoria de trabajo. Numerosas regiones del cortex
prefrontal están implicadas en funciones ejecutivas. El cortex prefrontal dorsolateral
(CPDL) se asocia con la planificación y la memoria de trabajo. La región orbitofrontal
se asocia típicamente con la supresión motora e inhibición de respuesta (Evans, Lewis
y Iobst, 2004).
Neuroanatomía Funcional
Cortex Orbitofrontal:
Evans, Lewis y Iobst (2004) estudiaron el rol del cortex orbitofrontal (CO) en el
desarrollo de conductas compulsivas (compulsive‐like) y del TOC. Numerosas
evidencias indican un funcionamiento anormal del CO en pacientes con TOC. Éstos
rinden de manera deficiente en tareas que dependen de la supresión de
respuesta/inhibición motora mediadas por el CO. Los pacientes con TOC muestran una
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Neurobiología del TOC
hiperactividad funcional en estructuras orbitofrontales laterales que se corresponden
con la severidad de los síntomas. En el artículo comparan los correlatos
neurocognitivos del TOC con el mantenimiento ejecutivo y neuronal de
comportamientos compulsive‐like, frecuentes en niños normales. Concluyen
afirmando que los patrones conductuales repetitivos, rituales y compulsiones, que son
ubicuos en el desarrollo normal del niño, no sólo son fenomenológicamente iguales a
los comportamientos asociados al TOC, sino que compartirían la neurobiología.
El TOC ha sido consistentemente asociado al mal funcionamiento del cortex
orbitofrontal y los ganglios basales. Además, procesos de otras enfermedades que
afectan a estas regiones cerebrales, como la corea de Sydenham, corea de Huntington,
tumores cerebrales localizados y la encefalitis de Von Economo, han sido asociados
con síntomas TOC. Se ha propuesto un déficit neurológico en la función y/o circuitería
del cortex orbitofrontal, el núcleo caudado y el tálamo. (Neel, Stevens y Stewart,
2002).
Los estudios con neuroimagen funcional en TOC han demostrado anormalidades
cerebrales. Mediante la tomografía por emisión de positrones (TEP) o RMF se ha
identificado una activación anormal del (COF) y el núcleo caudado en pacientes con
TOC frente a controles sanos (Busato et al., 2000). Además numerosos estudios han
confirmado que el descenso de actividad en el COF, tálamo y núcleo caudado se logra
mediante tratamiento exitoso.
Cortex Cingulado Anterior:
Fitzgerald y colaboradores (2005), publicaron un estudio en el que investigaban
la hiperactividad del cortex cingulado anterior (CCA) vinculada a errores. La
hiperactividad del CCA en pacientes TOC ha mostrado incrementarse con la
provocación de síntomas y normalizarse con la reducción de síntomas inducido por el
tratamiento. Aunque la importancia funcional del CCA en el TOC permanece
desconocida, pruebas electrofisiológicas han relacionado esta región con
anormalidades en el procesamiento de errores en pacientes.
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Neurobiología del TOC
Tanto pacientes TOC como controles sanos mostraron activación dorsal del CCA
durante la comisión de errores. Los pacientes TOC mostraban una activación
significativamente superior en el CCA rostral, la actividad en esta región ha sido
correlacionada positivamente con la severidad de los síntomas en pacientes TOC. La
conclusión obtenida es que las anormalidades en el procesamiento de errores en el
CCA rostral ocurre en ausencia de expresión sintomática en pacientes con TOC.
Disfunción Frontoestriatal:
Van den Heuvel y colaboradores (2005) publicaron una investigación sobre la
disfunción (hipoactividad) fronto‐estriatal durante la planificación en pacientes TOC.
Utilizaron la RMF durante la tarea de la Torre de Londres, en 22 pacientes TOC sin
medicar y en 22 controles sanos. Los resultados mostraban daños significativos en la
planificación de los sujetos TOC. Durante la planificación, decrecía la reactividad
frontoestriatal en los TOC, principalmente en el CPFDL y el núcleo caudado. Además,
los pacientes mostraban un incremento de la participación, presumiblemente
compensatorio, de las áreas que se sabe juegan un papel en la monitorización de la
actuación y procesamiento de la memoria a corto plazo, como el cingulado anterior,
del cortex ventrolateral prefrontal y del cortex parahipocampal. Lo hallado avala la
hipótesis de una reactividad prefronto‐estriatal dorsal disminuida en asociación con
daños en la capacidad de planificación en los sujetos TOC. Debido a que la disfunción
fronto‐estriatal descrita en el paciente TOC es independiente del estado de ansiedad y
de la severidad de los síntomas, el equipo concluye que el daño ejecutivo es un rasgo
central del TOC.
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Neurobiología del TOC
Provocación de Síntomas:
Nakao y colaboradores (2005) publicaron un estudio en el que se investigaba,
mediante RMF, la activación cerebral de pacientes con TOC durante tareas
neuropsicológicas y de provocación de síntomas, antes y después de la mejora de
síntomas. Para ello se realizó la RMF antes y después del tratamiento, con tareas
Stroop y de provocación de síntomas. Para llevar a cabo la tarea de provocación de
síntomas, se identificaron previamente los síntomas obsesivo‐compulsivos de cada
paciente, tales como contaminación, duda patológica y violencia. Para el tratamiento
cada paciente fue asignado aleatoriamente a la condición fluvoxamina o terapia
conductual durante 12 semanas.
La neuroimagen previa al tratamiento mostraba una activación en el cortex
prefrontal dorso‐lateral izquierdo (CPFDL), cortex parietal izquierdo y cerebelo
derecho durante la tarea Stroop (Figura 1). Esta activación es similar a la de los
pacientes controles. La imagen previa al tratamiento durante la provocación de
síntomas (Figura 2) mostraba activación en el cortex orbitofrontal (COF), cortex
parietal y cerebelo. Una disfunción del sistema ventromedial, que incluye el COF, ha
sido sugerida como fuertemente relacionada con la sintomatología TOC. El COF
podría mediar en la respuesta emocional a estímulos biológiamente significativos.
Tras la mejora clínica, los pacientes con TOC mostraban un incremento en la
activación en amplias regiones como CPFDL, cortex cingulado anterior (CCA), ínsula,
cortex teporal, cortex parietal y cerebelo durante la tarea Stroop, comparándolo con
la activación previa (Figura 1). Estás áreas se encuentran entre las conexiones
prefrontal‐subcortical‐cerebelares que se suponen están implicadas en la coordinación
de funciones mentales complejas y funciones cognitivas superiores no motoras. El
incremento de la activación tras el tratamiento indicaría que los síntomas OC
suprimirían esas áreas y tendrían un efecto adverso en el rendimiento cognitivo del
paciente TOC. Con relación a la provocación de síntomas, sin embargo, los pacientes
mostraban en general una disminución de la activación de COF, CCA, putamen, ínsula,
cortex temporal, cortex occipital y cerebelo tras el tratamiento comparando con la
condición previa (Figura 2). El circuito que incluye el sistema cortico/límbico ‐
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ganglios basales – sistema talámico ha sido propuesto como mediador en la
expresión sintomática del TOC.
Tras la mejora de síntomas, la activación relativa a la provocación de síntomas
disminuyó en el COF, dorsolateral‐prefrontal y CCA. En cambio, con la tarea Stroop, la
activación aumentó en el cortex parietal y cerebelo. Concluyeron que tras la mejora
de los síntomas, bien con fluvoxamina o con terapia conductual, la hiperactivación
del lóbulo frontal correspondiente a la provocación de síntomas disminuía y que la
activación del cerebro posterior, relacionada con la monitorización de las acciones, se
incrementaba.
Memoria de Trabajo:
Shin y colaboradores (2005) compararon los circuitos neuronales implicados en
la memoria de trabajo (MT) en pacientes TOC, en estado neutral y durante la
provocación de síntomas. En los pacientes TOC, el caudado derecho y el cortex parietal
superior derecho (CPSd) mostraban activación durante la MT en el estado neutral. Con
la provocación de síntomas, los pacientes con TOC mostraban activación en el cortex
cingulado derecho y CPSd. La provocación de síntomas generaba una conectividad
funcional entre el caudado y el cortex orbitofrontal (COF), lo que altera el circuito
neuronal de la MT.
Control de la acción:
Maltby, Tolin, Worhunsky, O’Keefe y Kiehl (2005) hallaron que tanto el cingulado
anterior rostral como el CCA eran hiperactivos en los TOC, lo que sería consistente con
modelos recientes del proceso de control‐acción. El CCA reflejaría la identificación del
conflicto de respuesta, mientras que la activación rostral reflejaría la evaluación
afectiva de la respuesta. La hiperactividad del cingulado anterior caudal podría
reflejar así una respuesta exagerada al conflicto de respuesta en los TOC, mientras
que la rostral podría reflejar una respuesta afectiva exagerada a las situaciones con
carga conflictiva.
Las pruebas sugieren que la hiperactividad en circuitos fronto‐estriatales
caracteriza el TOC, pero permanece desconocido el cómo estas anormalidades en la
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Neurobiología del TOC
Conclusión
Los nuevos avances en neurobiología permitirán afinar los sistemas de
clasificación que utilizamos en la actualidad. Podremos comprender mejor aquellos
trastornos que compartan características y podrán ser agrupados de manera más útil,
facilitando así su tratamiento. En esta revisión, hemos podido ver cómo, trabajando en
esta línea, se está investigando el espectro obsesivo compulsivo, en el que se incluirían
trastornos semejantes, que hasta ahora se clasificaban en categorías distintas.
Dentro de la neurobiología del TOC, hemos podido comprobar que aún los datos
no son del todo contundentes y que se ha de trabajar en ésta línea de investigación
para llegar a conclusiones más fiables. En general la investigación muestra la
implicación del circuito cortico‐estriatal y tálamo‐cortical en el TOC. La hipótesis
predominante es la implicación del circuito prefrontal‐ganglios basales‐tálamo. La
hiperactivación de los circuitos mediadores de la sintomatología OC, que incluirían
COF, CCA y ganglios basales, decrecería tras la mejora de síntomas por el tratamiento.
El cortex prefrontal dorsolateral (CPDL) se asocia con la planificación y la memoria de
trabajo. La región orbitofrontal se asocia típicamente con la supresión motora e
inhibición de respuesta. Procesos de otras enfermedades que afectan a estas regiones
cerebrales, como la corea de Sydenham, corea de Huntington, tumores cerebrales
localizados y la encefalitis de Von Economo, han sido asociados con síntomas TOC.
Los pacientes TOC presentarían: hiperactividad funcional en estructuras
orbitofrontales, hiperactividad del cortex cingulado anterior (CCA) vinculada a errores
y una hipoactividad fronto‐estriatal durante la planificación.
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Neurobiología del TOC
ANEXO 1.
Figura 1. Activación durante la tarea Stroop, antes y después del tratamiento.
(Nakao et al., 2005).
Figura 2. Imagen durante provocación de Síntomas, antes y después del tratamiento.
(Nakao et al., 2005).
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Neurobiología del TOC
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