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Dra.

Dina Picotti
Confrontación Leibniz Heidegger
Sobre la proposición de fundamento

El lenguaje que pregunta por el


fundamento

Carlos Visca
Nichts ist ohne Grund
Kein Grund ist ohne Gewissenhaftigkeit

El fundamento, la verdad en el lenguaje

Ser-en-el-mundo es decidirse a comprenderlo. Esta búsqueda de la


verdad nos lleva desde la mismidad hacia la trascendencia, en un
horizonte de comprensión desde el cual abrirse al mundo es un acto de
conciencia, que en el devenir histórico, va realizándose, en un acto de
apertura al ser, al ser que se da en los otros con quiénes se constituye
un diálogo condición de posibilidad para la pregunta por el ser; pregunta
necesaria que se expresa en la proposición de fundamento inaugurada
por Leibniz y retomada por Heidegger. Pregunta que en horizonte de la
comprensión verá en la palabra un escenario necesario y posible,
constituyendo así al lenguaje como posibilidad para el despliegue
enunciativo de la verdad, y para el desarrollo de la conciencia del
hombre. He aquí nuestra confrontación.

Toda confrontación es un diálogo que piensa, que reconstruye el


sentido a partir de una búsqueda del mismo. En este escenario es que la
búsqueda del sentido se constituye a partir de la proposición del
fundamento. Ahora, ¿qué decimos cuando hablamos de re-construir y de
fundamento? Y a partir de estas cuestiones abrirnos a las palabras que
revelan y a la vez ocultan significados posibles. Primeramente
construere nos remite a todas las capas y dimensiones que van
haciendo al sentido de una verdad. Así entonces, de – construere
significaría desmenuzar los sentidos posibles que encierran el concepto
de verdad, y re – construere nos permitiría volver a constituir, desde
nuestra posición de sujetos abiertos a la verdad, el comienzo del pensar
a partir de una experiencia originaria que es la del ser como acaecer,
como acontecimiento para la conciencia, porque nosotros somos el aquí
donde el ser se manifiesta donde podemos comenzar a comprenderlo
[pre-comprensión], sin agotarlo, en la posibilidad de preguntarnos por el
fundamento.

Es necesario reconstruir el sentido de la expresión “toda palabra


dicha es verdad”, para comprender el valor de hondura que encierra el
lenguaje, capaz de enunciar, de preguntar y de responder, así como
también de ocultar, en lo no dicho pero pro-puesto. He aquí la relación
intrínseca que dinamiza la palabra y la verdad, y en ella la búsqueda del
fundamento mismo, que no se agota en una pregunta, dado que
trasciende en la comprensión ontológica que la anima. El camino de la
búsqueda del fundamento, abre a la pregunta por él, puede mostrarnos
un camino posible en esta elucidación.

En el principio era el verbo, encierra la profundidad de la palabra


constituida como principio, y no como un simple instante antecedente. 1
El fundamento se constituye principio de todo, aunque no siempre éste
sea evidente, por ello debe ser interrogado, buscado. Allí la palabra va a
presentarse como entidad (ser óntico) capaz de rastrear lo ontológico. El

1Heidegger desarrolla la relación intrínseca entre logos [razón – entendimiento] la


palabra y el escuchar, en la dinámica del “ser y pensar”. Λογοσ y λεγειν palabra y hablar,
que remiten profundamente al escuchar y en un sentido originario al pensamiento,
entendimiento y razón. A partir de esto, Heidegger realiza un recorrido por el concepto
del logos desde la Física de Aristóteles [el logos como orden y reunión]; San Juan - el
cristianismo – [Logos – Cristo, palabra y presencia fundante “al principio de todo”]
palabra que debe ser escuchada, ante la cual los hombres están pero no siempre
comprenden. “Introducción a la Metafísica”, Bs.As., Ed.Nova, 1966.
hombre es ese ser que puede comprender esta diferencia [lo óntico:
ente – el ser: lo ontológico]. La palabra es ese ente que busca el ser, en
la medida que ella misma lo encierra, lo oculta y lo devela al mismo
tiempo. Habitamos el mundo, como un “aquí” donde el ser se
manifiesta, como “conciencia” donde el ser se transparenta
trascendiendo lo entitativo más próximo e inmediato; aquello que no
agota al ser2, pero desde donde es posible pensar su fundamento.

Heidegger escribe “De la esencia del fundamento” (1928) junto


con “¿Qué es metafísica?”, donde la pregunta por la esencia del
fundamento explicita e implícitamente conlleva una pregunta por la
verdad del propio ser.3 El αρχη (archè) como principio del qué-es, del
que-algo-es, del ser-verdadero, το πρωτον οθεν lo primero desde lo que.
Comprendemos que la cuestión del fundamento, es decir, esta búsqueda
por trascender lo inmediato dado en el conocer, que se pregunta por
aquello que subyace al ente mismo, es propio de la naturaleza humana
que necesita comprender4. Precisamente con Leibniz el problema del
fundamento toma forma de pregunta, la pregunta por el principio de
razón suficiente.5

Pero en función del análisis que se propone, es necesario


establecer y profundizar las mismas diferencias que, en el desarrollo de
un pensamiento que permita develar la realidad, aclaren este camino.

2Podemos hacer referencia a la noción de Schelling respecto al ser como abismo, como
pozo inagotable. De la misma manera Freud en su consideración del “deseo” como
fuente inagotable de nuestra apertura a la misma naturaleza humana, mediatizada por
el lenguaje.
3Heidegger, M. De la Esencia del Fundamento [DEF] nota 4ª § 124 p.110
4En este sentido se puede abrir una perspectiva comprensiva respecto a nuestra
cultura de la postmodernidad o también llamada de la sobremodernidad, en la que la
necesidad del fundamento sigue presente, interpelante para la persona, pero
paradojalmente su presencia se manifiesta negada, rehuida por la conciencia que
prefiere cerrarse a su búsqueda, sólo aceptando vivir la inmediatez sensible de los
acontecimientos. He aquí un correlato de la “angustia como síntoma epocal”, donde se
patentiza aquello expresado por Sartre de estar suspendidos en la Nada.
5DEF § 125
En este primer sentido “toda palabra dicha es verdad” porque ella la
pone de manifiesto en su búsqueda misma.6

“El camino hacia el ser es ineludible.


El camino hacia la nada es inaccesible.
El camino hacia la apariencia es siempre accesible
y transitado, pero eludible.
Por eso, el hombre verdaderamente sabio no es
aquel que persigue a ciegas una verdad, sino sólo
aquel que conoce constantemente esos tres
caminos: el del ser, el del no-ser y el de la
apariencia. El saber meditado –y todo saber es
meditación- sólo le es dado al que haya
experimentado el alado impulso del camino hacia
el ser.”7

Una de las primeras dilucidaciones tiene que ver con la diferencia


existente entre el principio de razón formulado por Leibniz y al principio
de fundamento, para el cual uno es la inauguración de la búsqueda, en
la pregunta que, como se propone en esta tesis, debe poder ser
enunciada. En este punto la ausencia de lenguaje manifiesta dos
dimensiones, en la incapacidad de la enunciación de la pregunta por el
fundamento, y en la in-existencia de la palabra como pregunta, re-
presentada a la conciencia. El λογοζ como razón se despliega en el
pensar, hacia lo cual tendemos “aprendiendo a pensarlo”. Aunque es
significativa la constatación que Heidegger realiza en cuanto a nuestra
inatención hacia el pensar, “a pesar de que el estado del mundo da cada
vez más que pensar”.8

6Heidegger cita, en el capítulo del “Ser y apariencia” el Poema de Parménides en su


fragmento cuarto: “Bien, yo digo esto: presta atención a la palabra que oigas (acerca
de este punto), [que se refiere] a los caminos que la mirada ha de abarcar, entendidos
como los únicos propios de un cuestionar. El primero: cómo es [lo que el ser es] y cuán
imposible [es] el no-ser. El sendero de la confianza fundada es éste, pues sigue lo
desocultado. Pero del otro: cómo ello no es y cuán necesario es el no-ser. De este
manifiesto que es un sendero que en absoluto se puede alentar; tampoco puedes
trabar conocimiento con el no-ser, pues en modo alguno se lo puede hacer comprender
ni puedes darlo en palabras” ¿Qué es metafísica? Bs.As. Ed.Nova, 1966.
7Heidegger, M. “Introducción a la Metafísica” Op.cit. pags.150-151
8Heidegger, M. ¿Qué significa pensar?. La Plata, Terramar, 2005.
El lenguaje, en su hondura, abre al sentido mismo del
pensamiento, a la escucha atenta de la verdad que en la palabra se
revela, al sentido óntico que se encamina hacia la dilucidación del ser.
Como sujetos pensantes no nos enfrentamos con el ser como un objeto
en frente nuestro, sino que somos el lugar en el que el ser se patentiza,
se hace presente en el ente humano, en el Dasein.9 Esta toma de
conciencia de ser-en-el-mundo, se corresponde con el interés por medio
del cual el hombre habita su propia experiencia de ser. El interés
significa estar entre el ser de las cosas, “inter-esse significa: estar
mezclado y entre las cosas, estar en medio de una cosa y quedarse con
ella”.10

Heidegger mismo reconoce que el principio de razón enunciado


por Leibniz, no aporta en sí una solución esclarecedora sobre la esencia
del fundamento, pero al menos resulta como punto de partida. Porque el
planteo de la búsqueda y comprensión de la razón del ente, se
constituye en comienzo de la búsqueda del fundamento, dado que “nihil
est sine ratione” porque “omne ens habet rationem”.

El lenguaje como acontecer de la conciencia

Sobre la proposición de fundamento, en medio del torbellino es


necesario pararse a pensar, donde la acción del sujeto es permitir que
algo se presente, no acción como se entiende a partir del pensamiento
moderno, que termina siendo acción sobre el objeto, sino una acción
como permiso y actitud de atención hacia la realidad que se evidencia.
9“Para acertar, al mismo tiempo y mediante una sola palabra, con la relación que hay
entre el ser y la esencia del hombre, y también con la relación esencial entre el hombre
y la potencia (ahí) del ser, elegimos la palabra Dasein, que designa el dominio esencial
en el que el hombre está en cuanto hombre” Was ist Metaphysik? ‘¿Qué es metafísica?’
10Heidegger, M. ¿Qué significa pensar? Op.cit. p.14
Según Leibniz cada principio busca su razón: “principium
reddendae rationis”, a toda proposición verdadera cabe restituirle su
fundamento: principium reddendae rationis cognitioni. Entonces esta
restitución se convierte en una búsqueda, ya que la proposición de
fundamento buscada supone una “posición respecto del fundamento
mismo”. Es cierto como lo afirma Heidegger en la lección segunda que
“el mundo y la vida siguen su curso sin necesidad de que meditemos
sobre la proposición del fundamento”.11 No siempre la búsqueda de la
razón constituyó una búsqueda del fundamento.

En este sentido se comprende integrar que Hume haya negado la


posibilidad de la experiencia intelectual, para quien el fuego no se
constituía en sí como causa de la quemadura, dado que la relación de
causalidad era tan intrínseca que no se podía inferir de mi experiencia,
porque en sí dicha relación establecida entre ambos debía ser buscada.
En este sentido causa no se identifica con fundamento, sino que ello
inhiere en una relación de razón más profunda.

En la búsqueda de todo fundamento, la “razón” [ratio] parece ser


la respuesta esperada. La proposición de fundamento, busca
esencialmente una razón todavía más fundamental: el ser. La rosa tiene
un “porque” pero no tiene un “por qué?”. Y esta aparente contradicción
encierra una verdad inherente a la razón misma de la búsqueda de
fundamento. El “porque” de la rosa es la historia, mientras que el “por
qué” sería la razón del fundamento, que deberá ser buscada, ya que no
se formula en sí misma. En esto la discusión sobre el principio de razón,
inaugurada por Leibniz, servirá como primera indicación para la
búsqueda del fundamento.

11Heidegger, M. La Proposición del Fundamento. Barcelona, Ed. Del Serbal. 2003 [PF]
§26 p.34
Este fundamento deberá ser develado en el acontecer de la
palabra. En este sentido la recuperación de la palabra permitirá el
fundamento, ya que ella lo expresa y se constituye a partir de él mismo,
por que la palabra es la casa del ser, esencial para la idea. Hablamos de
recuperación debido a que la palabra se ha negado, y se convierte en
negadora del sentido del otro, del sentido posible, del discurso
interactuante que constituye la manifestación del fundamento. El
lenguaje como manifestación devela y oculta el fundamento. Los dos
sentidos de la pregunta porque, ponen de manifiesto que la referencia
máxima es al ser como fundamento, no lo posee sino que es
fundamento.

El lenguaje, desde esta dinámica se constituye en el escenario


fundamental para la constitución de la identidad y la conciencia, y desde
esta perspectiva de análisis, el habla como posibilidad de
reconocimiento de la identidad, ya que se convierte en el “lugar
hermenéutico” dónde puede ser pensada en sí misma y descubierta en
toda su amplitud.

La identidad como narración subjetiva es un tema desplegado por


diversos autores12, pero es menester señalar el reconocimiento que
Heidegger realiza respecto al presupuesto semiológico que encierra el
concepto de “subiectum” e “hypokeímenon”, es decir, aquello que se
halla como fundamento en pos de la enunciación de sí mismo.

Así, la identidad se constituye en el fundamento que se enuncia


como tal y se reconoce en la búsqueda del fundamento en sí,
permitiendo la manifestación de su propio ser, lo que denominaríamos el
acontecer de la conciencia en el lenguaje.

12Paul Ricoeur en su obra “El sí mismo como otro” desarrolla la idea del “la
enunciación y el sujeto hablante” así como “la identidad personal y la identidad
narrativa”. [Sí mismo como otro. Bs.As., S.XXI. 1996]
“El mundo y la vida siguen su curso sin la
necesidad de que meditemos sobre la proposición
del fundamento”13

Nada existe sin razón, pero ¿se puede existir desconociéndola? La


educación busca despertar esta conciencia, su necesidad y su
consecuente búsqueda. Donde paideia, adquiere y refuerza esta
significación posible y necesaria, ya que no sólo encierra el hecho
educativo, sino su dimensión de atención hacia lo que debe ser pensado,
sobre el discernir sobre la vida y la realidad.

“Se trata, pues, de una falta de paideia el no saber


de qué cosas haya que buscar prueba y de qué
cosas no”14

Por ello Heidegger introduce esa evidencia de nuestra actitud


moderna de “entregar el lenguaje a la técnica y a los instrumentos”15,
desvalorizando en definitiva el “pensar meditativo”, y se podría avanzar
en el olvido y negación del diálogo humano constitutivo de la búsqueda
hablante de la verdad del fundamento.

La búsqueda del fundamento conlleva el encuentro con la palabra


del otro, y su identidad, la que nos devuelve la propia y nos inscribe en
el camino de la proposición del fundamento como develamiento de la

13PF §26 p.34


14PF §29 p.36
15PF §33 p 39
propia identidad. La integración de lo diverso es la posibilidad de la
identidad de lo propio, donde el diálogo …

Escuchemos todas nuestras voces

Nihil est sine ratione.Pero la pregunta por el fundamento, que


posibilite descubrir la razón, debe poder establecerse como pregunta,
debe poder formularse como tal. De esta manera el lenguaje, como
sustrato mismo de la identidad, permite y posibilita la identidad y la
pregunta. A partir de esto “identidad y pregunta” se convierten en una
dialéctica mutuamente implicante. No hay identidad sin pregunta por el
fundamento, ni pregunta por el fundamento sin identidad.

El lenguaje es condición de posibilidad para la identidad, entonces


para la pregunta por el fundamento. ¿Tiene sentido el fundamento sin la
conciencia sobre él? Entendiendo conciencia ese “hablar cotidiano” en el
cual se desenvuelve la subjetividad, las razones que conjeturan el
mundo, la lógica del sentido por medio del que nos entendemos los
sujetos.

El trabajo supone establecer la búsqueda y creación del sentido


por medio de la palabra. Palabra que deberá ser recuperada, no sólo en
la interpretación, sino en la “escucha atenta” como posibilidad del
acontecer de “la palabra del otro”.

Por ello nosotros, los hombres de hoy, tenemos


que preguntarnos si escuchamos, y cómo
escuchamos, la interpelación que habla desde la
gran proposición fundamental de todo representar.
¿Sentimos, pues, el rastro del prevalecer de esta
interpelación? Sí. Es verdad que el hombre
moderno escucha esta interpelación. La escucha
de una manera extrañamente decisiva, a saber, de
modo tal que, atento, se somete al prevalecer de
la proposición fundamental, y ello de suerte cada
vez más exclusiva, cada vez más pronta. Más aún,
el hombre actual corre el peligro de no poder
medir la grandeza de todo lo grande más que
según la escala del dominio del principium
rationis.16

Desde este presupuesto fundamental podremos ver los siguientes


presupuestos: a) la preocupación por el diálogo intercultural; b) el “otro”
no como categoría trascendental sino como sujeto dialogante, en la
búsqueda del fundamento, ya que la pregunta por él no es una pregunta
individual y cerrada, sino una cuestión que debe hacerse en la reflexión
activa que posibilita el diálogo intercultural; c) la pregunta por el
fundamento como búsqueda activa en la construcción de la identidad
histórica; d) el contexto de América como búsqueda del fundamento, es
decir como búsqueda de la identidad, y en este sentido la “búsqueda de
la identidad” es la pregunta que debemos seguir haciéndonos; e)
establecer que el fundamento de la identidad, es la diversidad cultural,
única posibilidad para la identidad por medio del fundamento.

Toda razón se constituye fundamento por la posibilidad de la


pregunta. Ésta es la toma de conciencia que el lenguaje, como historia
dialógica, va instituyendo en la “identidad – subjetividad” que un pueblo
reconoce cuando se reconoce como tal, como cultura, como nación. Todo
diálogo crea condiciones de escucha y de construcción de sentido, ya

16PF §197 p. 162


que un diálogo no es un “lenguaje estático”, sino un “lenguaje
hablante”, “viviente” en el acontecimiento del Da sein.

La interculturalidad es entonces la posibilidad para que se de en


ella este diálogo, pero a la vez es la negación, es decir el mismo
escenario en el que se imposibilita la palabra del otro. Oír la voz del otro,
es decidirse a escuchar su voz, es decir a querer dialogar, a
comprometerse con su palabra, que es comprometerse con su
pensamiento. “La conciencia como oír la voz del otro”17 es una actitud
liberadora, porque es una actitud ética de compromiso con el otro
históricamente situado como próximo, con quien se comparte la vida, las
esperanzas y las angustias, junto a quien evidenciamos el acontecer del
ser.

Allí el lenguaje se nos ofrece como acontecimiento y como


posibilidad para la des-ocultación del ser. El lenguaje en toda su
dimensión y riqueza18 constituye el horizonte simbólico, que en una
cultura es el existir mismo de la identidad. Es al ser de una cultura lo
que se formula como su fundamento, y del cual la palabra es sólo un
camino en ese proceso, es lo óntico que busca lo ontológico:

El lenguaje no es comprensible sino desde el


habla, éste a su vez desde el encontrarse o ánimo,
y la posibilidad de ser que se encuadra en el habla,

17E.Dussel Ética de la Liberación Latinoamericana. México, S.XXI. 1978.


18Las dimensiones posibles son la palabra, el sonido y la voz: el decir, el pronunciar y
el canto (dimensión fonológica); el orden lógico que manifiesta el pensamiento en su
propia sintaxis, en el acontecer proposicional (dimensión morfosintáctica); la palabra
como representación poética, como ideación y comunión de ideas (dimensión
semántica); el diálogo cotidiano en el intercambio de sentidos (dimensión pragmática)
y en el horizonte simbólico donde se articula el
sentido19

El nacimiento de la palabra, nivel óntico, de aquello que tiene


entidad en el diálogo, despliega el ser, cuando se incluye la poiesis o la
movilización cultural que revitalizan el horizonte simbólico, haciendo
que adquirir la palabra sea mucho más que una alfabetización de hecho,
siendo posible el lenguaje como vivencia del sentido, es decir como
posibilidad de búsqueda del fundamento.

Habla y pensamiento del hombre en la búsqueda de la identidad

La pregunta por el fundamento, es la búsqueda de la razón de ser,


del principium reddendae rationis, y este reddendum es la interpelación
que espera la entrega del fundamento, que se despliega en toda
proposición20. Volvemos con la proposición a la relación inherente en lo
predicativo, en el subiectum en el hypokeímenon que nos lleva a zonas
oscuras, que todavía no han sido develadas, para lo cual Heidegger cita
la frase de Geroge Hamann y Goethe:

“La precisión es una distribución apropiada de luz


y sombra”. Goethe agrega, concisa y
lapidariamente: “Hamann. ¡Escuchad!”21

19Rodolfo Kusch, Geocultura del Hombre Americano (1976). Donde también hace
referencia al trabajo realizado en “Pensamiento Indígena y Popular en América” (1977).
20PF §48 p.51
21PF §24 p.31
¿Qué es lo que debe ser escuchado? Todo lo revelado al
pensamiento, transita en y a través de la palabra. ¿De qué habla el
hombre común, el hombre que vive la vida contingentemente?. Varias
cuestiones nos surgen a diario con esta pregunta. Si hablar supone un
pensar; hablar supone hablar de cuestiones que emerjan más allá de la
contingencia cotidiana que sólo se siente como un avatar de situaciones,
y no de posibilidades. Si hablar es construir un sentido profundo, porque
se puede preguntar, es decir elaborar cuestiones que enunciativamente
comprendan problemas, realicen cuestiones e imaginen posibles
caminos de búsqueda, es necesario que busquemos la pregunta por el
fundamento, en las posibilidades mismas de la pregunta.

“La proposición del fundamento, entendida al


modo habitual, no es enunciado alguno sobre el
fundamento, sino sobre lo ente, en la medida en
que éste es, en cada caso, un ente”22

¿De qué habla el hombre? Ese que podríamos denominar común,


que no se interroga en un círculo académico, donde las más de las veces
las respuestas se encuentran en teorías que elabora otro, desde otro
lugar y desde otra experiencia existencial. El hablar encierra
dimensiones amplias y ricas de la naturaleza humana, de la experiencia
humana de la historia. Preguntarse de que habla es buscar saber si se
pregunta sobre algo. La palabra encierra una pregunta, siempre, porque
es en sí la manifestación de algo que no se encuentra, que no está, que
se representa y por eso debe ser dicho en palabra, y por lo tanto desde
esta ausencia se pueden construir muchas otras ausencias, muchos
otros sentidos, lo que hace que el lenguaje, la palabra encierre siempre
una pregunta.

22PF §82 p.75


“El pensar debe avistar lo audible. A-vista, allí, lo
antes in-audito. El pensar es un prestar oídos, que
avista. En el pensar se nos desvanece el oír y el
ver habituales, puesto que el pensar nos lleva a un
prestar oído y a un avistar”23

Sucede profunda la acotación que realiza Heidegger respecto a lo


in - auditio y lo a - vistado que no se agota en lo meramente captado,
sino que el fundamento mismo es una actitud de fundamento, una
autonomía de las circunstancias y una educación del sentido de
búsqueda atenta, ya que lo no dicho es dicho en la proposición. En este
sentido en el hombre, sujeto del lenguaje, descansa la fuerza del
fundamento como de una necesidad, como una disposición no siempre
reconocida y aceptada.24

“Qué estoy diciendo” implica en sí mismo “qué no digo aún” y


“qué se espera que diga todavía”. ¿De qué habla el hombre común? De
algo que debemos aprender a escuchar. Habla de su experiencia
humana del ser. Pero si no podemos escucharla, si no sabemos
comprenderla, si no intentamos suscitarla, ¿de qué experiencia del ser
intentó hablar la filosofía en toda su historia?

“Hay un punto donde falla la magia. Se da en eso


de estar todos los días, sin más, durmiendo,
comiendo, yendo por las calles de siempre a la
oficina, escuchando la radio, hasta que aparece la
primera arruga, hasta que el hijo se hace grande y
lo desconocemos de pronto, hasta que los otros
van ocupando nuestro lugar, y al fin en esa etapa
23PF §86 p.78
24PF §88 p.79
final en la que se vive del recuerdo, y es
imprescindible contar grandezas para que nos
crean que realmente fimos alguien” 25

Desde dónde construimos el sentido de ser alguien, sino desde el


sentido del ser, pero no siempre esto es lo patente y profundamente
evidente. Cuando el fundamento de ser se confunde con la causa
eficiente, transmutada en la eficiencia causal, sólo sentimos que se nos
impone ser por ser útiles, y desde allí la vida comienza a desplegar sólo
ese sentido como sentido final. Inclusive la regulae, la norma despliega
ese sentido, la norma es que todo debe servirnos para algo, incluso
nuestra propia vida. Y cuanto se confronta esto con el sentimiento
ancestral, que emerge en el diálogo popular, sin más razones que la de
“así es el mundo”.

Hay un “habla” que busca el fundamento aún sin poder realizar la


pregunta por él, en un “antes o más allá de la pregunta”. La posibilidad
de preguntar no es siempre consecuente con vivir el interrogante. Esta
es la experiencia óntica que busca la ontología, pero que no sabe cómo
hacerlo y no es lícito ni conveniente que ese “cómo” no provenga desde
la misma pregunta. No será genuino. El lenguaje realiza su esencia en el
decir, en esto los griegos reconocían al lenguaje, en cuanto debía
“poner” proposicionalmente en lo que se habla y en lo que se calla, lo
dicho y lo no dicho, igualmente propuesto en el habla.

“El poner, pensado de manera amplísima como


dejar-subyacer, se refiere a lo que sub-yace en el
sentido más amplio, y que habla silenciosamente:
existe. Poner y decir se refieren a lo mismo con
una misma manera de hace-aparecer. El decir
resulta ser un poner y se llama λεγειν”.26
25Kusch, R., Geocultura del Hombre Americano, op.cit. p.29
26Heidegger, M. ¿Qué significa pensar? Op.cit. p.194
Lo que el lenguaje habla, aquello que dice y lo que calla es lo que
puede ser oído en el diá-logo que permite la dilucidación de la
experiencia originaria donde el ser-en-el-mundo se constituye lenguaje,
habla como construcción del sentido, lo que es, lo que puede ser, lo que
ha sido y lo que está por venir, lo dialogado y narrado en la
confrontación cotidiana de la vida de los sujetos hablantes. Este
“permitir decir” es “tomar en consideración” lo que no se agota en el
logos como razonamiento, sino que posibilita la dinámica que permite la
recuperación del lenguaje en tanto λεγειν y λογοζ en el sentido mismo de
la enunciación, que luego será posible en la razón discursiva [διανοια].

“En suma, si en los sectores populares se dice


algo,
en el sector culto se dice cómo”27

Acaso existe opresión mayor que la de no poder interrogarse a sí,


sino ser interrogado y respondido por otro. Existe una mayor opresión
que la de no tener palabra para nombrar la propia existencia. Este es el
horizonte simbólico de la pregunta por el fundamento que debemos
aprender a visualizar como proceso de emancipación de la propia
conciencia. Toda oración (Der Satz) se constituye en un “asentar” en un
“poner” (setzen), donde la pro – posición adquiere su dimensión
constitutiva en el juicio. Pero trasciende, traspone en el salto que
provoca el reconocimiento de que no es la razón sino el fundamento lo
buscado.

En este punto es necesario preguntarse por el “sujeto de la


pregunta”, lo que análogamente llamaremos “sujeto del filosofar”. Este

27Kusch, R. Geocultura del Hombre Americano op.cit, p.9: “El miedo a pensar lo
nuestro”
sujeto es el pueblo, en cuanto sujeto comunitario que vive una
experiencia mediada por la historia (Scannone)28. Ésta se encuentra
configurada por un estilo de vida, un proyecto “implícito” de bien
común, entendiendo por él, esa búsqueda cotidiana de la felicidad, de la
satisfacción, de la realización, que no implica en sí el sentido de
competencia con el otro, producto del mundo moderno, sino de
reciprocidad solidaria que entiende lo que para “todos es necesario”.

“De qué habla el hombre americano” es la búsqueda imperiosa de


que hable, porque ello es la posible formulación del fundamento. Ser-en-
el-mundo es hablar en el mundo del ser, otra manera de habitarlo,
donde la palabra que lo descubre permite enriquecer la concepción y el
presupuesto mismo del preguntar. Es esta dinámica la que nuclea al
lenguaje como posibilidad para la identidad y la conciencia, donde el
lenguaje popular [el hablar - λεγειν - es donde se posibilita la razón - λογο
ζ ] se convierte en el “lugar hermenéutico para la identidad”. En este
punto es fundamental lo que evidencia Heidegger al definir que se
confunde el principio de identidad si se lo define como “aquello que es
igual a sí mismo”. La “identidad significa la copertenencia de lo diverso
en el seno de lo mismo”29, y allí ver claramente que la “proposición de
identidad podría fundarse en la proposición del fundamento”30.

Identidad constituida desde lo diverso y propio, en su carácter de


copertenencia, donde entidades diversas coexisten gracias a ese
principio, que constituye su fundamento y que permite la formulación de
la proposición buscada. En esto el lenguaje, casa del ser, despliega el
principio de identidad.31 Una incursión semiológica puede comenzar a
28Ellacuría – Scannone op.cit “Para una filosofía desde América Latina” 1992, p.125
29PF § 21 p.29
30PF § 22 p.29
31El presupuesto del diálogo multicultural se asienta en el principio “identidad-
diversidad”, escenario donde la pregunta y la enunciación del fundamento son
posibles, haciendo posible la comprensión del ser, siendo el sujeto cultural, la síntesis
de la apercepción – la mismidad del ser – la identidad y la conciencia.
enunciar el develamiento que provoca el lenguaje respecto a la
proposición que se pregunta por el fundamento. Si el fundamento se
despliega en todo juicio como “connexio praedicati cum subiecto”, dicha
conexión resulta mucho más que una relación copulativa, ya que ésta es
una relación inherente propia del ser, que constituye la identidad.

Es necesario abrirnos a otras experiencias humanas sobre el


fundamento, desde la pregunta por las primeras cosas, ver que hay
otros caminos posibles en los que el fundamento se expresa y puede ser
buscado. Desde otras lenguas abordar la experiencia de lo “abismoso”
que supera nuestra pre-comprensión del ser. El Seyn como acaecer, que
no puede ser comprendido desde la razón, la comprobación ni la
explicación de la legalidad científica. Esta apertura al ser sólo puede ser
posible con la apertura a la paideia [capacidad de discernir], que
reconoce aquello sobre lo que puede se puede establecer el
fundamento.

Otras lenguas expresan esto con mayor fuerza, ya que el carácter


enunciativo despliega, no una relación circunstancial entre un subiectum
hacia una realidad expectada, sino de una realidad acontecida en la
propia subjetividad enunciativa. Tal es el caso estudiado, por ejemplo, en
la lengua aymará, la que no supone un nivel proposicional tal que exista
un sujeto denominando objetos de la realidad, sino que la realidad es
acontecida en la relación misma.32 En este sentido el lenguaje se
32En la lengua aymará los objetos se denominan por la relación de acontecimiento con
quienes los viven, o por lo que representan y no por las acciones que se puedan
realizar sobre ellos. Rodolfo Kusch señala que “para nosotros la realidad está poblada
de objetos. Este término, por su etimología, pareciera vincularse con un echar delante,
ob-jacio, lo cual implica la colocación en cierto modo voluntaria de una realidad delante
del sujeto. ¿Y en el mundo indígena? Pareciera que es diferente. Bertonio en su
vocabulario aymará del siglo XVI señala como traducción de cosa, los términos yaa y
cunasa. Cunasa se refiere a “cualquier cosa”. Yaa en cambio se vincula con “cosa de
Dios, de hombres, etc.” Y es más, se utiliza también cuando es “cosa abominable”
huati yaa, yancca yaa, o “cosa de estima” haccu yaa. Se diría entonces que para el
indígena no hay cosas propiamente dichas, sino que ellas se refieren siempre al
aspecto favorable o desfavorable de las mismas. No interesan los objetos sino sólo los
aspectos fastos o nefastos de los mismos. (Pensamiento indígena y popular en
convierte en indicador de la trascendencia del Dasein, el camino del
pensar desde la elucidación del lugar desde donde se habla.

Pero sucede con la ratio reddenda que nos lleva a retrotraer el


fundamento al hombre que, en su lenguaje, determina los objetos en
cuanto objetos en el modo de representar enjuiciante. Este re –
presentar es un acontecimiento de conciencia, cuando el sujeto tiene
experiencia del ser, se constituye como dasein, y se constituye como
experiencia de sí mismo siendo un yo, que “se refiere al mundo de tal
manera que lo em-plaza ante sí mismo en conexiones
representacionales correctas, es decir, juicios, contraponiéndoselo así
como objeto”33

¿Qué sucede cuando este acontecer nos devuelve la experiencia


de otros tantos yo ante nosotros mismos? Ante el acontecimiento del
diálogo, de la palabra, nuestra escucha debe permitir la hondura que
desenvuelve su pensamiento. Como la observación que realiza Whorf
cuando considera que “el idioma de éstos tiende a registrar
acontecimientos antes que cosas, mientras que las lenguas europeas
registren más bien cosas que acontecimientos”.34

Ahora qué significa esta diferencia del lenguaje del acontecer y el


lenguaje del objeto, respecto a la proposición del fundamento.
Primeramente que dicha proposición debe ser buscada en la escucha
atenta de la pregunta que interroga por el fundamento; por otro lado no
es presunción de error suponer que existan lenguajes más cerca o más
lejos de esta búsqueda. En este sentido, la racionalidad moderna ha

América, Bs.As. Hachette, 1977).


33PF §195 p.160
34Whorf B.L. publicación sobre la lengua Hopi p.84 “Language, cultura, and
personality” Sapir Memorial Publication en Pensamiento indígena y popular en América,
op.cit.
terminado confundiendo la búsqueda del fundamento en la lógica
proposicional del principio de razón.

Aquí volvemos a la aporía presentada en los versos de Angel


Silesius: “la rosa es sin por qué; florece porque florece, no cuida de sí
misma, no pregunta si se la ve”. Entonces cuál es el fundamento que no
necesita la rosa, ese por qué que no es inherente al ser de la misma.
Esta cuestión nos lleva a dejar claramente formulado que, desde el ser
mismo, desde el acaecer existe un porque propio que remite o un
fundamento: “deja simplemente ser a la cosa la cosa que ella es”35

Omne ens habet rationem, aquello que cada vez es posible tiene
un fundamento de su posibilidad, mientras que aquello que cada vez es
necesario tiene un fundamento de su necesidad. Pero la evidencia de
que nos contentemos con simples fundamentos cercanos, puede
provenir del desconocimiento que elude la pregunta posible que
inaugura el diálogo con el otro.

Por último se formula, desde el pensamiento de Leibniz, en qué


consiste la grandeza de la proposición del fundamento, su validez su
razón de ser, que en la historia de la humanidad se corresponde con el
ocultamiento y la develación del ser: “principium rationis quod dicere
soleo nihil existere nisi cuius reddi potest ratio existentiae sufficiens”36. Y
se presencia en la historia acontecida de la humanidad que “cuanto más
evidente…más inadvertida se vuelve esta determinación”.

Por ello adquiere sentido la pregunta por el escuchar y por


someternos a la interpelación del fundamento, que sólo puede ser
posible en el habla, y es allí donde el lenguaje nos puede llevar al

35PF §78 p.71 - 72


36PF §195 p.160 “nada existe cuyo fundamento de su existencia no pueda emplazarse
como suficiente”
acontecer del ser como conciencia. Es necesario preguntarse las
diferentes formas del olvido de la palabra, por no saber oír lo que nos
interpela, por el desconocimiento de aquello que se enuncia por y en el
lenguaje. La in-comprensión resulta de no poder establecerse en el
mismo horizonte de significaciones. De ello la relación proposicional de
nuestro lenguaje supone, como lo pone de manifiesto el análisis que
realiza Rodolfo Kusch, una relación de sujeto ante un objeto como
entidad sobre la que actúa la conciencia.

Desde el otro universo semiológico, el Aymará propiamente dicho,


la realidad no es algo que se pro-ponga fuera del sujeto, sino lo que
“acaece para la conciencia”, lo que permite que se realice en sí misma.
Es la cosa aquello que afecta sobre el sujeto y no lo percibido en sí.
Conocer “Ullsutha” es asomarse fuera, ir hacia el encuentro de aquello
que me viene; así llevar dependerá de si lo que llevo es una persona o
un animal, no detentando posesión sobre él, sino responsabilidad.

¿Qué implica abrirnos a otro universo semántico? Comprender y


aceptar que el λογοζ sólo tiene posibilidad por y en el λεγειν , donde es
posible la búsqueda del fundamento porque se permite la pregunta por
las razones, y aunque ello no se agote en la búsqueda del por qué, sólo
en el habla y la escucha es que se permite la manifestación del porque
sin más razones que el ser mismo.

Otra forma de olvido se pone en juego en el des-inter-esse


[desinterés] que nos desvincula de la realidad del nosotros, cuando
transitamos nuestro mundo y el de los demás, sin mediar la palabra ni la
pregunta por las razones que podrían dilucidar el fundamento. Este des-
inter-esse [desinterés] se convierte en la negación de prestarle atención
al destino histórico que nos ha conducido hasta el presente. 37 Por ello “el

37Vattimo, Gianni. Hermenéutica y Racionalidad. Bs.As., Ed. Norma. 1994


mundo y la vida pueden seguir su curso sin la necesidad de meditar
sobre la proposición del fundamento”, pero la negación de establecer la
pregunta establece la im-posibilidad del sentido.

El olvido del lenguaje mediado por la técnica, es lo que Heidegger


expresa en cuanto a la “entrega que hacemos de él”38, por lo que el dia-
logos pierde dimensión y hondura, pierde la energía de la palabra
pronunciada ya que el lenguaje es búsqueda en sí

“Pensado en conjunto, fundamento mienta la


región que está más honda, y que a la vez soporta.
Hablamos del fondo del corazón. Ya desde el siglo
XVI, auf den Grund kommen [llegar desde el fondo
de algo] significa indagar la verdad de aquello que
propiamente es. Fundamento mienta una cosa tal
que a ella descendemos y a ella retornamos, en la
medida en que el fundamento es aquello sobre lo
que algo descansa, en lo que reside la importancia
de algo, de donde algo se sigue. Según estos
respectos, el lenguaje del pensar habla de
fundamento esencial, de fondo generativo, de
fundamento en el sentido de motivación, de
fundamento de pruebas”. 39

El olvido del lenguaje en cuanto olvido de la diversidad


entendiendo que identidad no debe forzar a la igualación de la palabra,
sino al respeto, la aceptación y la búsqueda de la palabra de los otros,
porque identidad significa entonces la copertenencia de lo diverso en el
seno de lo mismo. Y esta búsqueda del fundamento, de lo infinito sólo es
posible desde la finitud. Para Heidegger la verdad enunciativa debe
preceder la verdad óntica, donde la cosa se pone de manifiesto,
remitiendo luego la verdad ontológica, en la comprensión del ser. La
aceptación del diálogo intercultural, de la escucha atenta a la palabra

38PF §33 p.39


39PF § 162 p.137
del otro es la aceptación de esta diferencia por la que el lenguaje se
constituye en principio de identidad y de conciencia.

La palabra como límite óntico, delimita una frontera entre lo dicho


y lo que aún queda por decir, donde nace la pregunta, justamente en el
límite, en lo no dicho todavía, pero que debe y puede ser buscado. He
aquí el lenguaje como pasaje, como camino posible, como continuidad
histórica para la conciencia de la humanidad, en donde se piensa lo visto
en un intento de des-ocultar lo impensado. Este es el pensar meditante
donde la memoria reconstruye la historia del ser, espacio y tiempo
articulando el juego del pensar representativo: donde el lenguaje
permite el acontecer de la conciencia. De la misma manera que la
búsqueda del principio de razón no constituyese en sí la solución
esclarecedora sobre la esencia del fundamento, al menos este punto de
partida, en el compartir la razón desplegada en el habla de los pueblos,
nos sirve como primera indicación para la búsqueda del fundamento.

El lenguaje es la posibilidad de tomar suelo, de oír la voz del otro


que también puede acercarnos a la comprensión del ser, en la búsqueda
de preguntarnos sobre lo fundante, porque hay otros caminos posibles,
que en la experiencia histórica del Dasein, nos permiten abrirnos a ver
otros fundamentos primeros. El lenguaje posee ese “darse” espontáneo,
sustrato mismo de la identidad. Toda palabra dicha es verdad, porque
por ella es posible la pregunta por el fundamento.
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