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LA JUST IC IA Y EL GOLPE DE EST ADO.

DECLARACIÓN DE LA ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE JUECES DEL TRABAJO


(A.L.J.T.)

La memoria colectiva de los pueblos de Latino América no es compatible con ninguno de los
subterfugios y falsos pretextos con los que se pretende validar un acto de fuerza de la más
extrema antijuricidad: el golpe de estado.
El golpe de estado de Honduras ha merecido un total repudio popular, y debe destacarse en
esta ocasión el que tal repudio sea acompañado por la comunidad de las naciones. Pero ha
transcurrido un tiempo más que generoso para esperar que el rechazo y la presión aplicada fueran
suficientes para revertir el fenómeno y sus efectos.
El dilema es complejo. La resistencia a la violencia y a la sinrazón de la fuerza, con ser
plenamente legítimas, conllevan el riesgo de sangre y luto; y por otro lado –como lo indica la triste
experiencia histórica- lo peor que puede llegar a suceder es que el continuado ejercicio de esa
violencia acabe siendo admitido como un puro hecho y opaque la conciencia universal relativa a su
ejercicio.
Pareciera que es una verdad incuestionable la de que por fuera del estado democrático de
derecho no hay legalidad posible; ni armonía y control recíproco de los poderes del Estado; ni
independencia judicial; ni Justicia. Porque en un golpe de estado no hay garantías para los
Derechos Humanos, ni para ninguno de los derechos individuales, sociales y políticos.
Cuando esa verdad contrasta con el aval al golpe de estado por parte del máximo órgano del
Poder Judicial de la Nación que lo sufre, estamos ante un acomodamiento intolerable a la razón de
la fuerza y a una complicidad con la ilegalidad en su mayor dimensión; así como una declinación de
las más esenciales banderas de la independencia de los jueces. Y eso es lo que ha sucedido con el
Tribunal Supremo de Honduras, en su conducta de otorgarle justificación a lo injustificable.
Los jueces no podemos admitir ni consentir con el silencio el golpe de estado y esa
complicidad de la jerarquía judicial.
Los debates institucionales sobre el futuro de Honduras son patrimonio de su sociedad. Pero
no han de ser posibles sin que sea lograda la privación total de efectos del golpe de estado, la
restitución incondicional de las autoridades constitucionales desplazadas, la remoción de las
jerarquías militares, judiciales y civiles comprometidas en el mismo y la recreación de las
condiciones propias de la democracia, de la república y de la soberanía popular.
El compromiso de los jueces del trabajo de todos nuestros países con el buen éxito de esta
toma de conciencia colectiva es indispensable para recordar y recordarnos qué significa y qué
derechos garantiza y tutela la independencia judicial.
18/08/09.- Fdo: Hugo Cavalcanti Melo Filho (Presidente)-.-María Magdalena Telesca (Secretaria)

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