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Apartándose del pecado. Mas las buenas obras no nos salvan ni libran del mal,
“Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe.
No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de
Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede
gloriarse de nada;...”: Epístola de Pablo a los Efesios 2.8-9.
La única manera de apartarse del pecado es siendo hijo de Dios, pues la palabra
dice: “...¡No hay ni uno sólo que sea justo!...”:Epístola de San Pablo a los Romanos 3.10. Existe la
creencia de que todos somos hijos de Dios, pero sólo los que creen que Jesucristo
es el único redentor y sólo aquellos que lo han recibido por confesión de fe son
hijos del Señor, porque la palabra dice: “Porque Dios no envió a su Hijo al mundo
para condenar el mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el hijo
de Dios, no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no
creer en el Hijo único de Dios.”: Evangelio de San Juan 3.17-18.
Entonces: “Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees
que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. Pues con el corazón se cree para
alcanzar la justicia, y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la
salvación.”:Epístola de San Pablo a los Romanos 10.9-10 “Por medio de la fe en Jesucristo, Dios
hace justos a todos los que creen...”:Epístola de San Pablo a los Romanos 3.22.
Por lo tanto, para salvarse hay que ser hijo de Dios. Sólo se puede ser hijo de Dios
recibiendo por fe a Jesucristo, porque la escritura dice: “ El que cree en el hijo de
Dios, lleva este testimonio en su propio corazón; el que no cree en Dios, lo hace
aparecer como mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado
acerca de su Hijo. Este testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna, y que
esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo de Dios, tiene también esta vida;
pero el que no tiene al Hijo de Dios, no la tiene.”: Primera epístola de San Juan 5.10-12. “Pero a
quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser
hijos de Dios”: Evangelio de San Juan 1.12 “Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una
nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.”: Segunda
epístola de San Pablo a los Corintios 5.17.
Hay que separarse del pecado porque éste nos separa de Dios. La Biblia dice:
“Todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.”: Epístola de San Pablo
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a los Romanos 3.23,
. Sin embargo, repito los versículos: “Si con tu boca reconoces a
Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la
salvación. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se
reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación.”: Epístola de San Pablo a los Romanos 10.9-10.
“...Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación”: Epístola de
Pablo a los Romanos 10.13.
Además, el Señor nos hace una promesa preciosa en la que en nuestra salvación
(de la cual podemos estar seguros, si creemos que Jesucristo vive en nosotros)
nos acompañan personas muy queridas: “Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la
salvación tú y tu familia.”: Hechos 16.31
En la Biblia y sólo en la Biblia por que ésta es inspirada por Dios y es suficiente
para la salvación. La Biblia debe ser leída por cualquier persona, incluso desde la
infancia. Obsérvese lo siguiente: “Recuerda que desde niño conoces las sagradas
Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en
Cristo Jesús. Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y
reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud”: Segunda Epístola de San Pablo a
Timoteo 3.15-17. De tal manera que toda doctrina que no se apegue a la Biblia debe ser
rechazada.
Jesucristo dice: “Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que
por el Hijo se muestre la gloria del Padre. Yo haré cualquier cosa que en mi
nombre ustedes me pidan”: Evangelio de San Juan 14.13-14. Por eso, si queremos que Dios
nos escuche sólo debemos pedirle a él en nombre de su Hijo. En la Biblia, Dios no
autoriza honras ni rezos, ni oraciones a santos, a vírgenes a ángeles, ni que se
pongan imágenes delante de Él, Obsérvese el segundo mandamiento: “No te
hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo
en la tierra, ni de los que hay en el mar debajo de la tierra. No te inclines delante
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de ellos ni les rindas culto, porque yo soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga
la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos; pero que
trato con amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis
mandamientos.”: Éxodo 20.4-6. “Porque no hay mas que un Dios, y un solo hombre que
sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús.”: Primera epístola de San Pablo a
Timoteo 2.5.
Lo escrito arriba nos señala claramente que sólo Jesús es el intermediario entre
Dios y los hombres y nadie más puede llegar a Dios. De ahí que la única forma de
conseguir el perdón de pecados sea pedir en el nombre de Jesús, pues nadie
puede ser mediador sino sólo Jesucristo. Él ha dicho: “...Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Si ustedes me
conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues
lo están viendo.”: Evangelio de San Juan 14.6-7.
Hay que hacer caso a Dios, pues “...Dios actúa siempre conforme a la verdad,
aunque todo hombre sea mentiroso...”: Epístola de Pablo a los Romanos 3.4. “En lugar de la
verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas
creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por
siempre. Amén”: Epístola de Pablo a los Romanos 1.25. Otra vez reflexiónese en el segundo
mandamiento: (Éxodo 20.4-6)
También la Escritura dice refiriéndose a Jesús: “En ningún otro hay salvación,
porque en todo el mundo, Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos
salvarnos.” Hechos 4.12.
La Biblia Dice: “...¡No hay ni uno sólo que sea justo!...”: Epístola de San Pablo a los Romanos 3.10.
A pesar de eso Dios ha sido tan amoroso y misericordioso que ha hecho a María,
bienaventurada y bendita por todas las generaciones. Por tanto, María, en
obediencia y gratitud a Dios, como sierva de él, responde al ángel : “...Yo soy
esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho...”:Evangelio de San Lucas
1.38. Por eso Jesús tuvo que ser presentado en el Templo como lo mandaba la ley:
“A los ocho días circuncidaron al niño, y le pusieron por nombre Jesús, el mismo
nombre que el ángel le había dicho a María antes de que ella estuviera encinta.
Cuando se cumplieron los días en que ellos [María y José] debían purificarse
según la Ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor.”:
Evangelio de San Lucas 2.21-22.¿Qué sentido tiene que alguien puro se purifique?. Asimismo,
como sierva de Jesucristo, María en las bodas de Caná le dijo a su hijo que ya no
había vino y “Jesús le contestó: Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha
llegado todavía. [Entonces] ella dijo a los que estaban sirviendo: Hagan todo lo
que él les diga.”: Evangelio de San Juan 2.4-5.
“Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado,
para hacernos a nosotros justicia de Dios en Cristo..”: Segunda epístola de San Pablo a los
Corintios 5.21.
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¿Quién fue primero María o Jesucristo?
“En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y
era Dios...Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos
visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en
amor y verdad.”: Evangelio según San Juan 1.1 y 1.14.
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¿Qué dice la Palabra de Dios acerca de las tradiciones?
Propósito.
Nadie más puede salvar. ¡ Hay que confiar en Jesucristo en este momento!
Reconózcase como pecador.
Arrepiéntase (Dispóngase a cambiar)
Crea en su corazón que Jesucristo murió por usted para limpiar sus
pecados... Afirme que Él vive, porque resucitó de entre los muertos.
En oración, pídale a Jesús que entre en su vida y sea su Salvador.
Antes de hacer la oración de salvación, le sugiero que se lo comunique a
personas cristianas que hayan tenido esta experiencia, para que oren con
usted y por usted, y tenga guía de su crecimiento espiritual en Cristo, quien
por su gracia le llevará a las buenas obras para la honra del Señor.
Oración redentora.
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Los Sacramentos
Información tomada textualmente del libro ¿Cuál Camino?
de Luisa J. de Walker Editorial Vida. Edición. 1981 Miami , Florida. págs. 59-65.
Los católicos creen que la salvación se obtiene con el uso de los sacramentos y las
disposiciones de la Iglesia. Un sacramento es una señal externa de una realidad interna que
simboliza y produce al mismo tiempo, y que imparte la gracia de Dios en el alma. Son siete en
total: el bautismo, la confirmación, la eucaristía, la penitencia, la unción de los enfermos, el
matrimonio y el orden sacerdotal. Los primeros cinco se consideran básicos en la vida, y el
primero, el bautismo, esencial para la salvación.
Jesús no consideró necesario ninguno de estos medios de gracia para la salvación del
ladrón penitente que estaba crucificado junto a Él (Lucas 23. 42-
42-43).
43) Pablo no se los citó al
carcelero que quería saber cómo ser salvo (Hechos 16.31).
16.31)
El sacramento de la confirmación
En la confirmación, el obispo hace la señal de la cruz en la frente de la persona, la unge
con aceite, le da una palmadita en la mejilla y le impone las manos. La unción es un símbolo del
bautismo del Espíritu Santo; la palmada, que actualmente es opcional, simboliza la madurez
cristiana y las pruebas a las que tienen que enfrentarse todos los cristianos, como soldados de
Cristo
Sólo hacemos constar que la unción con aceite no imparte el bautismo de Espíritu
Santo. Esta experiencia llega al cristiano a través de un encuentro personal con Dios, y sus
efectos se ven de inmediato en la vida espiritual. ¡Ojalá alcanzaran la realidad y no solamente el
símbolo!
El sacramento de la eucaristía
Después de que el sacerdote ha realizado la consagración del pan y el vino en la misa,
la persona recibe la hostia (el pan consagrado). Actualmente, aunque raras veces, puede recibir
también el vino. Al comer la hostia, recibe el cuerpo y la sangre de Cristo. En este acto, le son
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perdonados los pecados veniales, pero esto no quiere decir que no tenga que sufrir el castigo
correspondiente a ellos.
La Biblia enseña que la Santa Cena nos quedó como memorial, o recordatorio,
de la muerte del Señor, y no como un medio a través del cual podamos alcanzar el perdón de
los pecados.
El sacramento de la penitencia
La persona que ha cometido algún pecado mortal después del bautismo, debe hacerle
una confesión completa al sacerdote. Este le indicará al penitente alguna acción meritoria que
debe hacer para demostrar la sinceridad de su arrepentimiento. Es la llamada “penitencia”.
Puede ser rezar cierto número de padrenuestros o avemarías, o afligirse el cuerpo para
purificar el alma.
La palabra griega que traducen como “haced penitencia” algunas versiones católicas de
la Biblia, se traduce “arrepentíos” en otras y en todas las versiones protestantes. Lo que Dios
busca es un sincero cambio de actitud hacia el pecado: el pesar de haberlo ofendido y la firme
resolución de abandonar el pecado. Este es el verdadero arrepentimiento. Es triste decir que
demasiadas veces después de “hacer penitencia”, los supuestos penitentes vuelven a los
mismos pecados sin haber dado indicación alguna de verdadero arrepentimiento de corazón.
La idea de obtener el favor de Dios castigando el cuerpo físicamente se encuentra en
muchas religiones paganas. No tiene lugar en el cristianismo, porque Cristo ya sufrió el castigo
por nuestros pecados. Además, Dios es amor. Nos ama con tierna compasión y es
misericordioso. Lo que el busca no es la aflicción del cuerpo en la penitencia, sino el
arrepentimiento del corazón y la fe en el sacrificio que Cristo hizo en lugar de nosotros.
Muchas personas piadosas se han pasado noches enteras de rodillas, se han lacerado el
cuerpo con cintas con púas, se han flagelado, han caminado de rodillas, han hecho largas
peregrinaciones, han ayunado y han hecho muchas otras cosas para obtener el favor de Dios.
No sabían que las bendiciones de Dios no se obtienen ni con sufrimientos ni con buenas obras.
Somos justificados por la fe, no por obras para que nadie se glorié (Efesios
Efesios 2.8-
2.8-9; Gálatas 3.11).
3.11
Mientras uno no crea que Dios lo ha perdonado y siga castigándose, no tendrá paz. De
esta manera estará deshonrando a Dios, porque demostrará que no cree en su promesa, ni cree
que el sacrificio de Cristo sea suficiente, sin que el culpable también tenga que sufrir. Pero una
vez que acepte el perdón, creyendo en la promesa, alcanzará la paz con Dios y consigo mismo, y
se establecerá una gozosa comunión con Él (Romanos 5.1). 5.1)
Los católicos citan 1Corintios 5.5 al hablar sobre la destrucción de la carne para que el
alma sea salva. Un estudio del contexto demuestra claramente que no se trata de penitencia en
este caso.
El concepto de que el cuerpo es básicamente malo y tiene que ser castigado, es
incorrecto. El cuerpo del cristiano renacido es templo del Espíritu Santo y está sometido al
espíritu. El sacrificio vivo del cuerpo consiste en trabajar para el Señor, y no en imponerse
aflicciones (Romanos 12.1-
12.1-2; Corintios 6.19-
6.19-20)
El sacramento de la unción de los enfermos
En la unción de los enfermos, llamada también extremaunción, el sacerdote unge con
aceite al enfermo o moribundo en los párpados, las orejas, la nariz, los labios, la ingle, las
manos y los pies. Esto es para que el señor le perdone los pecados o faltas que haya cometido
por la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.
Una vez más, en este rito se sigue el esquema general de la mentalidad existente en la
iglesia católica, puesto que su único resultado práctico es que aparta la vista del hombre de lo
que Cristo ya ha hecho para cancelar todos sus pecados. En cambio, se le hace poner en algo
que el sacerdote hace para tratar de alcanzar de Dios el perdón. No hay base bíblica para que la
unción del enfermo se convierta en una práctica así. En los tiempos bíblicos, era el mismo
cristiano el que encomendaba su propia alma a Dios (Hechos 7.59).
La seguridad de la salvación
Los católicos creen que nadie puede saber hasta el momento de su muerte si es salvo o
no. Si la persona está “en pecado mortal”, deberá confesarlo antes de que la sorprenda la
muerte en esa situación.
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Muchos tienen también el concepto de que las buenas obras contrapesan con las malas.
Confían más en sus obras que en la muerte vicaria de Cristo. Si por ellas fuera, sería imposible
saber hasta el día del juicio cual ha sido el saldo entre las malas y las buenas.
La Biblia enseña repetidamente y con toda claridad que la salvación del hombre es por
gracia, como consecuencia del sacrificio vicario de Cristo, y no por obras, para que nadie piense
que puede conseguirla por sus propios esfuerzos (Romanos 11.6; Tito 3.5). Las obras son
tomadas en cuenta para la recompensa que la persona recibirá en la vida futura, y no para la
salvación. (Mateo 16.27; Apocalipsis 22.12)
Si obtenemos sencillamente la salvación cuando aceptamos lo que Cristo ha hecho a
nuestro favor y confiamos en Él como nuestro Salvador y Señor, no hay por qué estar en dudas
sobre ella. La Biblia nos enseña que podemos y debemos estar seguros de nuestra salvación: “El
que cree en el hijo tiene vida eterna” (Juan 3.36). La primera epístola de Juan fue escrita para
librar a los cristianos de cualquier duda respecto a su salvación: “... para que sepáis que tenéis
vida eterna” (1Juan 5.12-
5.12-13).
Tenemos el testimonio externo y fidedigno de la Palabra de Dios, además de tener el
testimonio interno del Espíritu Santo. El es quien nos da a conocer que somos hijos de Dios, y
nos guía al goce de los privilegios inherentes a esa condición de hijos (Romanos 8.14-
8.14-16)