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Pietro Pascarella. Dolor en silencio. Juan Crespo Gete. Silencio.

Joan Ripollès Iranzo. Cuatro bombas bien puestas. Carlos M. Camba. Carta Muda.
Joseph Bofil. Esculturas. Ana Laguna. Silencio.
José Morfus. Silencio. Lena Yau. Paradojas del silencio.
Marga Grima. En el color no hay silencio. Música. La Marca de Caín.
Juajo García Sancho. Un buen trago de silencio. (Tierra, trágame) Carlos Santos Nieto. “S”.
Noemí Días Patiño. Itrynottothink. Gemma Vegas. Silencio.
Silencio de entreguerras. Óscar Varona. Amaya Rebolledo, la estocada.
Juan Carlos Cardesin. Voces que nadie escucha. Mónica Freak. Silencio.
Ana Patricia Moya. No somos Nadie. John Grochalski. Cuidado con lo que piensas.
Juan José Romero. Fotografías. Óscar Varona. Impurus Vs. Delirio.
Paz Juan Robledo. Sinestesia en re menor. Teatro. De liras y Delirios.
Revista Groenlandia. Susana Boettner. Silencio, se crea.
Música. Entrevista a Telekinesis. Hugo Izarra. Tres cerditos.
Valerio Compagnone. El silencio impuesto. Simulacra. Mute.
Jonás Casquero. Fotografías. Rocio España. Tras mi silencio.
Gemma Pellicer. Y ahora ¿qué? Aída Miró. Silencio.
José Luis Gracia Enguita. Amor de verano. Eva Caballé. Un grito desde el silencio.
Paco Martos. Silencio. David Palma. Silencio.
Dani Serrano. Me canso y me silencio. Joseba Molina. Sin palabras.
Música. La Cosecha del Olvido, por Lou Skombro. Selene. Silencio.
Angelo Volpe. Silencio. Caótica&Buenrollista.
Juanjo Márquez. Silencio, se vive. Directorio.
Raúl Gaitán. Silencio. Standdart.
Kebrantaversos Pérez Blanco. Poemas.
Luis Urdaneta. Nunca.
Joan Aragó. Silencio.
Francisco Peral Bárcena. Silencio.
Ally Malinenko. El silencio es un lugar solitario.
Portada: Paco Martos.
Dirección y edición: Aída García Corrales.
Maquetación y diseño: Aída García corrales,
Paco Martos.
Coordinación: Aída García Corrales, Óscar
Varona y Paco Martos.
Redacción: Aída García Corrales y Óscar
Varona.

Gracias a todos los artistas que han hecho


posible DELIRIO- EL SILENCIO.

Delirio es una revista cultural on line gratuita


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Ssssttt… Silencio.

Estamos solos tú y yo, tal vez con la luz apagada, espero que en
completo silencio. Sólo te pido eso. Apaga la música, la televisión y ese
estúpido programa que están dando a estas horas. Escucha únicamente
mis palabras en tu cerebro y, tal vez, aquello que el ruido nunca te dejó
oír. Y ahora que estamos tú y yo y que nada nos perturba, o al menos
nada procedente del exterior, déjame que te cuente algo.
Tienes ante ti el cuarto número de Delirio. Tanto si eres nuevo como si
nos llevas siguiendo desde el primer instante, agradecerte que estés con
nosotros. Eso es lo más importante y principal. Sin ti esto no sería lo
mismo. Te has unido a otras cinco mil personas que se han descargado
nuestro anterior número y que hacen de Delirio un sueño que cada vez
tiene más consistencia; un ectoplasma salido de la oreja de unos pocos
en una sesión de espiritismo que no deja de tener su parte dolorosa.
Como un parto o la extracción de una muela. ¡Pero qué bien te quedas
cuando ves el trabajo terminado! En silencio. Sin más compañía que la
propia satisfacción del que ve su trabajo recompensado con tu vista
pegada a la pantalla del ordenador.
Todo acto artístico requiere su parte dolorosa.
Y silenciosa.
Estamos creciendo, ampliando nuestros horizontes conforme los
números van apareciendo. Y no sólo en volumen, como podrás
comprobar a continuación, sino traspasando fronteras en cuanto a
artistas y seguidores. Esto nos da fuerzas suficientes para continuar y
plantearnos nuevos retos para el futuro. Pero de eso ya hablaremos. En
silencio, tú y yo.
Este cuarto número que tienes ante ti y que estás a punto de descubrir
está dedicado al silencio. Y como siempre, los artistas-colaboradores
han interpretado de diferentes formas tal estado: como una liberación,
como algo cercano a la muerte en vida, como un encierro permanente…
El silencio… Quizá nunca te diste cuenta de que realmente existía. Para
ello, para que te familiarices con él, tienes delante más de cien páginas
de auténtico arte plasmado en escultura, pintura, fotografía, cine,
música y literatura. Para que lo disfrutes, lo paladees, lo mastiques y te
lo tragues con el placer de quien lo realizó y amoldó a sus intereses
artísticos.
No te entretengo más. Seguro que ya has pasado algunas páginas.
Recuerda, solo estamos tú y yo, y quizá el silencio que nos rodea.
Disfruta del mutismo que fluye por estas páginas que hemos hecho para
ti.
Querida Amanda, nunca fueron tus ojos el mejor
escondite y ya no volveré a refugiarme en ellos. No hay
en esta ciudad un sólo lugar donde resguardarse de
las ínfulas de la buena conciencia. En el metro nos
acribillan con señales acústicas y con la patraña de
las pantallas planas, lo mismo que a la hora del menú
en el restaurantito gallego. Y una mala música, que
nunca necesité para pensar ni conversar conmigo
mismo, se me viene encima al sentarme en la barra del
bar a beberme mis secretas intenciones. He imaginado
muchas veces que te abría con lentitud de escarabajo
y perseveraba en el rosa calmo y húmedo de tus
grutas sin eco, sin tu flor de gemido ni la espuela de
un verbo lúbrico. Entraba en ti, reduciéndonos los dos
a cuatro sentidos eucarísticos, apartados de ese
disturbio perpetuo de ciudades nubladas por un
pólipo atmosférico biliar. Te llenaba de mi y absorbía
tu alma de sudores en la más absoluta distensión,
desprovisto de tono, intensidad y vibraciones. Envidio
en ese amago la intangible invasión del Espíritu Santo
que embaraza a María sin que ni siquiera ella se note
irradiada de la simiente del Eterno, aunque el último
don que deseo para mi tallo de rabia es la feracidad.
Prefiero acaballarte sin percusión, amainado en
manantial sin remolinos, en una claridad de lumbre
sin crepitación, sin el chasquido de la leña que se
consume amargada en asfixias de rancia humareda.
Tus ojos ya no me sirven de cueva, sino de espejo,
centelleante azogue que reclama la atención de todo el
mundo, y huyo con pie suave y un frío inaudito como
de pausado helado que se derrite, amébico,
hipotalámico, anélido, como un esparto dócil que
nunca se roza en medio del escándalo de aristas y
mentiras que perpetran a diario negocios, aparatos,
transportes, medios, sujetos objetivados y privatizadas
vías públicas. Me enyeso, me rebozo con una gruesa
capa de vómito amarillo que encapsula mis líneas
disparejas de pensamiento premeditadamente afónico:
bajo continuo de la prolepsis. Sospecho que mucho
más abajo o demasiado por encima de la agudeza de
grajo del presidente del gobierno, del jefe del estado,
banqueros atorados, funcionarios,
sacerdotes, maestros, sindicalistas,
comerciantes, artistorros,
politicastros, solidarios de si
mismos, memorialistas,
desmemoriados, cantamañanas,
badulaques de la broma inocua,
especuladores de lo que no es,
secantes del todo por la nada...,
detrás, encima o debajo de ese
bazofial mantecoso, envueltos en la
cobija de una costra de siglos, se
teje y desteje, maneja y desmadeja
el bien de todos ellos. La vana
alharaca del espectáculo diario les
sirve de cegador y de película. Y
pienso, para mi sólo, Amanda,
pienso para mi sola comprensión,
ya sin consuelo, que la única
solución tal vez pase por volver a
hacer temblar el piso y los
cimientos, por engendrar una
silábica mántrica, un poemo de
graves tal que no le quede al
mundo más remedio que precisar
un instante en blanco, un
reseteado, una tabula rasa sobre la
que poder escribir los nombres y
los cargos, los delitos y las
condenas. Pienso, Amanda, que
cuatro bombas bien puestas tal vez
lo dirían todo. Tápate los oídos, yo
me he arrancado los tímpanos con
tus horquillas y ya no soy ni seré
ciudadano de patria inteligible.

JOAN RIPOLLÈS IRANZO.


Josep Bofill Moliné: Escultor y pintor nacido en
Barcelona en 1942 y que inició sus estudios en la
Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, exponiendo,
por primera vez, en 1976. Desde entonces, ha ido
realizando un gran número de exposiciones e
importantes monumentos en diversas ciudad, como
Girona o Zaragoza. En su obra podemos apreciar el
protagonismo de la figura y del ser humano, dentro de
una soledad y un silencio propios del hombre actual;
un aislamiento que se ve reforzado en sus esculturas
de resina y que encierran al hombre o a la mujer en sí
mismos frente al resto de la sociedad. Es a partir de
1983 cuando empieza a llevar a cabo una intensa
actividad expositora. Utiliza distintos materiales,
aunque es el bronce y la resina dos de los más usados e
importantes en gran parte de su obra.
´
Silencio…

Cuando estalla la mente… intentando pensar y te faltan los hilos donde


amarrar tantas luces.

El lugar que deja el aire cuando arrasa con todo.

En la huella, del caminar por playas, que el agua ha de borrar.

En la espera de ese beso que sabes ya no va a llegar.

Donde nace el impulso que te hace soñar,

el momento justo antes de empezar a tocar.

A solas, en tus llantos, cuando recuerdas que hay palabras que pueden
matar.

Cuando crees que esa línea nunca podrás pasar.

Al amanecer, entre el bullicio de la vida que se hace notar


sabiendo su propia fragilidad.

Al llegar a sur… de cualquier norte, y te das cuenta de que echas de


menos el resto de otros tiempos.

Cuando se nos caen los principios y nos rodean los finales.

Al salir donde no caben más para ver y te encuentras entre la multitud


que te mira.

Al pensar en tu voz, dulce y susurrante, mientras el aire descuelga de


vestidos nuestro árbol.

Al rotar esta tierra sus caras que ofrece al sol y pensar que el siguiente
amanecer puede volver a ser único.
Dibujo, Juan Carlos Cardesin
Ilustración, Aída García corrales.
Descubrí el placer del silencio, sin interrupciones ni sobresaltos.
Busqué razones y esperé a oír el ruido del silencio, ver color en la oscuridad y dejarme llevar hasta la saciedad.
Rompí el silencio y vencí el miedo para perderme contigo y dar rienda suelta al derroche de colores, que se mezclan y me hacen los honores.
Ahora la pintura me acelera, es generosa y viajera, de entregas incondicionales y de emociones contenidas.
En mi tiempo y espacio intento silenciar largos caminos de soledad, que desembocan en un despertar de los sentidos, e irremediablemente el
silencio se convierte en una danza de colores.
Entonces soy feliz
Todos hemos pasado por una situación similar. Da igual el entorno, las palabras empleadas, tener más o menos confianza entre los
interlocutores…
No recuerdo si es la típica frase célebre de agenda regalada por Navidad o una estrofa de una canción: “si lo que vas a decir no es más bello que un silencio,
no lo vayas a decir”…
- Ahora es cuando los seguidores del Último de la Fila exigen mi cabeza -.
El caso es que alguna vez hemos puesto en la balanza el silencio y abrir la boca y hemos apostado por la peor opción.
Mi particular caso ocurrió en Bruselas.
Desaprovechar el silencio tan lejos de casa no sé si fue por mi vicio por viajar o simplemente por bocazas.
Cuando viajo prefiero hacerlo solo, además de para no discutir con nadie, porque quiero que la ciudad y yo nos quedemos a solas, sin nada en absoluto que
nos interrumpa.
Analizo relajada y pausadamente todos los datos que la desconocida ciudad me pueda aportar y si me gusta, repito. Me centro tanto en eso que de vez en
cuando paso por alto otros detalles más importantes.
En la plaza principal de la ciudad había montado un festival de música, todo estaba engalanado para la ocasión. No era precisamente del silencio de lo que
se pudiera disfrutar, pero no me importaba.
No sé si eran fiestas patronales o nacionales lo que celebraban. De hecho, creo que aún lo están decidiendo.
Entre tanto gentío y música a todo volumen, en una de las calles coincidí con un profesional del silencio. Un mimo. Nada de particular. De hecho ya los
había visto en muchas otras ciudades. Pero mis revolucionadas hormonas hicieron que me percatara en los preciosos ojos azules de LA mimo.
Representaba a una “simple” estatua de bronce que no recordaba a nadie en especial. Cuando dejabas unas monedas, hacía algún juego malabar. Lo típico.
Me quedé apoyado en la barandilla de una cafetería cercana observándola. Unos veinte minutos. Aporté unas monedas a su causa y se movió sin apenas
mirarme. Le hubiera pagado más por otro tipo de movimientos, pero tenía la esperanza de no llegar a recurrir a la prostitución.
Allí estaba yo, plantado como un pasmarote.
Dudo que se diera cuenta de mi presencia, hasta que el destino jugó a mi favor.
Entre ella subida a un cajón y la pared a su espalda, había suficiente espacio como para que pasara un matrimonio de ancianos. El señor tuvo la ingeniosa
idea de pellizcar el culete a la chica.
Óscar Al no esperárselo, dio tal respingo que su gorra cayó a apenas un metro de mis pies.
Varona. Ella rió la “gracia” pero con aspavientos daba a entender que, al menos, el viejo le recuperara la gorra.
Antes de ninguna reacción, ya la tenía yo en la mano ofreciéndosela. Al recogerla, esta vez sí me miró y me sonrió. Habíamos conectado. En silencio.
Pude haber forzado algo más la situación, pero entonces pensé…la chica está currando y mi siempre inoportuno bloqueo me impide articular palabra
alguna, en un idioma que muy probablemente ella desconozca, así que me largo.
En apenas unos segundos yo ya había girado la esquina.
Esa misma tarde volví a pasar por el mismo lugar. Mi ritual de viajero requiere pasar por cada sitio al menos un par de veces. Si no puede ser el mismo día, pues la misma semana o al año siguiente. Pero esta vez
quería reencontrarme con mi mimo. Con la mimo de ojos imposibles.
Llegué justo cuando ya estaba desmaquillándose con la ayuda de algodones, un espejo y un líquido especial.
Justo enfrente, una tienda de suvenires. Entré y salí con dos “cacolas” frías – por si no se pueden decir marcas – Le ofrecí una esperando que se acordara del gentil muchacho que había recuperado la gorra para ella.
Era la excusa perfecta para romper el hielo y comenzar una conversación.
Aceptó la “cacola”, me miró, sonrió…y empezó a hacer gestos…muy pocos eso sí….incomprensibles para mí…incompresibles si desconoces su idioma…incomprensibles porque eran los gestos de una sordomuda.
Al ser materialmente incapaz de proseguir una conversación coherente con la muchacha, le devolví la sonrisa pensando, tierra trágame, y me alejé de allí lo más rápido que pude.

MORALEJA: Más de una historia de amor se habrá ido al limbo por culpa de unos inoportunos silencios, pero este caso, nunca mejor dicho.
Condensar, o resumir, en apenas un par de páginas todo un movimiento Hablar del cine
cinematográfico como el expresionismo alemán, tan importante en la historia expresionista alemán,
cultural de aquel país como en la del resto del mundo, se hace una tarea ardua es hablar de la
y difícil que quizá terminé por cojear en más de un punto en concreto. productora UFA
Enfoquémoslo pues como una breve introducción hacía uno de los cines más (Universum Film
extraños, apasionantes e influyentes del pasado siglo. Aktiengesellschaft)
Tras la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial, el arte alemán, y más creada en 1917 con un
concretamente el cine, intentó plasmar en imágenes algo tan abstracto como propósito meramente
el alma de todo un país dándole un carácter enigmático. Algunos de los propagandístico. Tras
calificativos que acompañaron a esas películas fueron macabro, siniestro la guerra, y viendo que
o mórbido, haciendo que el cine alemán renovase sus temas tras un de nada le servía ya al
periodo arcaico de escasa calidad, que pasaría sin pena ni gloria a la gobierno, éste deja su
historia del cine. Se trata de un movimiento que intenta alejarse de participación en manos
lo que hasta ese momento es la pieza clave del arte en general: el privadas, más
naturalismo. El expresionismo es una deformación de la concretamente en el
realidad que intenta plasmar de forma subjetiva el alma del Deustche Bank, y con
hombre. Y no es extraño que a raíz de los desastres y ello se dio salida a un
consecuencias de una guerra tan cruenta como la que fin más comercial, con
llevó a Alemania a la derrota en 1918, tanto la pintura lo que se produjeron
como el cine y otras artes (destacando la arquitectura o películas de carácter
el teatro, cuya principal figura, Max Reindhardt, fue sexual o
el precursor de ciertas técnicas que los cineastas de superproducciones
la época se apropiarían después para sus propias pseudo-históricas que el
películas) reflejasen la mentalidad de un pueblo público alemán
hundido que había dejado de creer en sus devoraba con avidez.
dirigentes. Esto no significa que hubiese un Con El Gabinete del Dr.
carácter nacional fijo. Como dice Caligari (1919) se inicia
Kracauer en su libro De Caligari a lo que denominamos
Hitler: “La descomposición de expresionismo en el
sistemas políticos deriva en la de cine, aunque otras
los sistemas psicológicos, y, en el películas anteriores
caos subsiguiente, las como El Estudiante de
tradicionales actitudes Praga, dirigida por Paul
internas ahora liberadas Wegener en 1914, se
están destinadas a surgir y convertirían en claros
actuar, se las rechace o se las antecedentes del
acepte.”
Hablar de Caligari y de su realización daría
para mucho más que una breve reseña en un
artículo, siendo el pistoletazo de salida de
un movimiento y una forma de entender el
cine como arte. Sus autores, Carl Mayer y
Hans Janowitz, vieron, en cierta forma,
cómo sus aspiraciones eran traicionadas
primero por la inclusión de un prólogo y
un epílogo que cambiaba
completamente lo que los autores
quisieron decir con su historia. Así, lo
que en un principio pretendía reflejar
“lo absurdo de una autoridad social”
se redujo, por mediación del propio
Robert Wiene, director de la
película, a las meras
alucinaciones de un loco.
Además, Mayer y Janowitz
pretendían que los decorados
fuesen realizados por Alfred
Kubin, cuyas visiones habrían
sido aún más tenebrosas y
alucinantes. Sin embargo, se
terminó encargando el
proyecto a dos pintores que
bebían directamente del
expresionismo: Walter Röhrig
y Walter Reimann.
Es en este punto donde se ve la importancia que en el cine alemán tiene el decorado, y que junto con el director y
el equipo técnico, da lugar a lo que Rotha describe como constructivismo de estudio: “ese curioso aire de
integración, de finalidad que rodea cada producto de los estudios alemanes”. Esto supuso que en Alemania no
tuviese un movimiento vanguardista en el cine como si lo hubo por ejemplo en Francia (con excepción de cierto
cine abstracto). O como dice Kracauer “por medio de su constructivismo de estudio, no menos que por su
iluminación, el cine alemán reveló que ellos preferían tratar sucesos irreales desplegados en una esfera
fundamentalmente controlable”.
A partir de Caligari surgirían un amplio número de películas que trataron de imitarla tanto en temática como en
realización. Los temas derivados de la película de Wiene serían básicamente tres:
- La tiranía a la que se enfrenta el alma, reflejado en películas tan importantes como Nosferatu (F.W.
Murnau – 1922), Vanina (Carl Mayer – 1922), El Doctor Mabuse (Fritz Lang – 1922), (éste último bebiendo
directamente de las fuentes de Caligari), y El Hombre de las Figuras de Cera (Paul Leni – 1924), película que
cierra el ciclo de tiranías
- El destino: temática que quedaría mostrada en dos auténticas obras maestras del séptimo arte dirigidas
por el maestro Fritz Lang: Las Tres Luces (1921) y Los Nibelungos (1924)
- El caos: en el que se pone de manifiesto los impulsos y apetitos desbocados en un mundo caótico. Las
realizaciones más importantes de esta temática vendrían de los escritos de Carl Mayer – Escalera de Servicio y El
Raíl (ambas de 1921), La Noche de San Silvestre (dirigida por Lupu Pick en 1921) y El Último, película que
culmina esta serie centrada en la temática del caos y cuyo éxito se debió al equipo formado por Carl Mayer, F. W.
Murnau y Karl Freund.

Otros temas de igual importancia a los anteriormente citados, aunque de un modo tangencial, serían el doble o
dopplegänger (presente en películas como Caligari, Nosferatu, El Estudiante de Praga, Metrópolis o El Golem), la
relación paterno-filial, y el monstruo como figura tiránica o subyugada.

Aparte de la temática, y mucho más importante que ésta en el movimiento expresionista, sería la estética, como
bien hemos visto anteriormente con el constructivismo de estudio. Tendrían especial relevancia dos aspectos
fundamentales que caracterizarían este movimiento: La luz, con la que los alemanes se convirtieron en auténticos
descubridores y maestros de la fotografía cinematográfica (que más tarde sería imitada en géneros tan diversos
como el terror o el cine negro), y los decorados, pieza clave en cada una de las películas expresionista y que, a
diferencia de otros cines que se producían en Europa, obligaban a los directores a hacer películas con decorados
interiores.
A partir de 1924 y con una situación social y económica más estable en Alemania, el cine derivó hacia otro tipo
de películas que intentaban competir con aquellas que venían de Hollywood. La UFA hubiese quebrado si no llega
a ser por la ayuda recibida por la Paramount y la Loew’s Inc. (Metro-Goldwyn). Los americanos vieron en
Alemania un país donde introducirse e inundarlo con sus propios productos. Se hicieron con grandes salas
cinematográficas y establecieron sus propias agencias de distribución. Todo esto conllevó a una americanización
del cine alemán, y como consecuencia, el fin de un movimiento artístico que había dejado de interesar.
Habitación número trece del
Tanatorio Provincial. Reunión
familiar por la muerte del abuelo.
Los hijos y las hijas, las nueras y
los yernos, y los nietos mayores
velan al difunto. Diversas
manifestaciones de dolor, en
silencio, roto de vez en cuando por
sollozos. En el ataúd, el rostro
pálido del fallecido es escudriñado
por todos los presentes: ha muerto
sin dolor, ha tenido una larga vida.
En la estancia, algunos están
sentados en confortables sillones,
mirando el reloj, algo nerviosos;
otros se pasean de lado a lado, con
gesto meditabundo; los adictos al
tabaco esperan fuera de la sala,
fumando ansiosos un cigarro tras
otro. Faltan unas horas para
trasladar el féretro al crematorio.
Quemarán su cuerpo hasta
transformarlo en cenizas. Los allí
congregados no están consternados
por la inminente incineración del
abuelo: están deseando que el
abogado haga acto de presencia
para otorgar la herencia a las
hienas, a los vástagos de un
hombre rico que murió en un
geriátrico, abandonado, a falta de
cariño desde que surcaron las
primeras arrugas: ahora todos,
todos le aman. La naturaleza
humana es drama, tragedia, y
comedia. La sangre no une. Ni el
cariño.

Une el egoísmo
En el silencio de la noche

Hace calor.
Las sábanas se me pegan
a esta piel llena
de cicatrices
invisibles.
El insomnio está
acabando
conmigo.

El sudor
me lleva a ti.

Se me repite
tu voz
empalagosa,
de susurros encadenados,
de lujuria
asomando en tus dientes
verdugos de mis hombros
y mi cuello.

No te extraño:
es dura la ausencia
de cariño

aunque sea de mentira.

Foto: Juan José Romero.


En el silencio de la noche.

II

Le lloras a la almohada
y a mí, en silencio.

Pero… ¿quién limpiará


mis lágrimas? ¿Tú?

¿O mi conciencia?

Jamás tuve derecho


a la redención.

(Estos poemas pertenecen a “Yo soy lo


que dicen mis manos”, de Ana Patricia
Moya)
Foto: Juan José Romero.
Ilustración, Aída García Corrales.
Telekinesis! es Michael Benjamin Lerner
y Michael Benjamin Lerner es
Telekinesis! Este joven músico de Seattle
ha conseguido con su primer disco
llamar la atención de la prensa
independiente y del público en general;
once canciones de corta duración,
frescas, pegadizas y bailables, de un pop
de gran calidad con reminiscencias de la
música de los 60 y del “Indie”
norteamericano de los 90, y letras
románticas con las que cualquiera puede
sentirse identificado. Producido por
Chris Walla, el primer álbum del
multiinstrumentista ha sido y es una de
las grandes sorpresas de este año en el
mundo independiente.
Hablamos con él poco antes de comenzar
su gira europea que le traerá a nuestro
país a mediados de octubre, tocando en
ciudades como Barcelona, Madrid o
Murcia. Sin duda, un concierto que no
deberías perderte y un cd que deberías
agregar a tu colección.
Este número de Delirio está dedicado al silencio. ¿Qué
significa para ti?
Bueno, supongo que si hablamos del silencio como la
ausencia de sonido, entonces significa paz y tranquilidad.
Significa que no estoy pensando en nada. Significa que me voy
a dormir en mi habitación de Seattle.

Estás ahora mismo girando por Europa. ¿Cómo está siendo la


respuesta?
En realidad la gira está punto de empezar. Llevo en Berlín una
semana aproximadamente, preparándome para nuestro tour
por aquí. Estoy ansioso por empezar esta gira. Realmente
adoro Europa, y no puedo esperar a visitar algunos lugares en
los que nunca he estado antes. Creo que va a ser genial.

Vais a tocar en España en octubre. ¿Es la primera vez que


tocáis aquí?
¡Sí! Estoy reamente encantado de tocar en España. Por ahora
sólo he visitado La Manga, en Murcia, creo. La Manga parece
como una falsa estampa de lo que España realmente es.
¡Tengo muchas ganas de ir a Barcelona!

¿Cómo es la banda que te acompaña en la gira? ¿Vas a


grabar con ellos en el estudio?
¡Son adorables! Creo que de nuevo estaré solo en el estudio a
la hora de grabar el próximo disco. Me siento más a gusto así
por ahora.

"...si hablamos del silencio como la ausencia de sonido,


entonces significa paz y tranquilidad. Significa que no
estoy pensando en nada... "
Hablemos de tu disco. Creo que es un muy buen álbum, lleno de canciones de pop
muy frescas. Tocas todos y cada uno de los instrumentos. ¿Por qué y con qué
instrumento te sientes más cómodo o te gusta más?
¡Muchas gracias! Toqué todos los instrumentos porque en realidad nunca pensé que
esto se llegase a editar. Quiero decir, lo único que hacía era intentar hacer una
canción. Nunca pretendí sacar un disco hasta que Chris Walla (productor de grupos
como Death Cab for Cutie o The Decemberists entre otros) se me acercó y me preguntó
si podía producir el disco.
Lo que realmente me divierte es tocar la batería.

Amazon ha dicho del disco “influenciado a partes iguales por canciones atemporales
de los años 60 y 70, y la indolencia y la brevedad del rock indie clásico.” ¿Estás de
acuerdo con esta descripción? ¿Cuáles son realmente tus influencias?
Sí, diría que es bastante certera. Me encantan los Kinks, la música pop francesa de los
60 con gente como France Gall, Jacques Dutronc, etc. Pero sí, creo que la música pop
de los años sesenta y setenta tiene una gran influencia en mí a la hora de ponerme a
escribir canciones.

¿Cómo es tu método de trabajo? Me refiero a cuando escribes y finalmente grabas una canción.
Es realmente raro. Normalmente empieza conmigo solo en el estudio, trasteando con diferentes
instrumentos. Suelo grabar una demo primero en mi portátil. De este modo tengo una maqueta
completa al final del día. Por lo general todo empieza con una melodía de guitarra o un acorde y
partir de ahí surge todo.

¿Cómo fue trabajar con Chris Walla?


¡Alucinante! Tiene mucho talento, y es la persona a la que puedo calificar en estos momentos de mi
vida como un absoluto genio. Es increíblemente inteligente, una persona realmente adorable, y lo
pasé muy bien con él grabando este disco. Espero hacerlo de nuevo pronto.

¿Estás contento de cómo la gente ha recibido tu disco?


¡Sí! ¡Está siendo bastante alucinante! Todo esto es como una explosión por ahora.
¿De qué forma tu ciudad (Seattle) ha influido en ti y en tu música?
Seattle ha sido mi hogar durante toda mi vida y es un lugar realmente
encantador. Es muy bonita para aquellos que van por primera vez. Está situada
al lado del mar, y es maravilloso. Tiene además un ambiente asombroso, muy
artístico, y la escena musical es muy intensa. Es una comunidad de músicos muy
cercana, y todo el mundo sale con todo el mundo. Me gusta mucho esto de la
ciudad. Es un lugar alucinante para vivir.

¿Cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte a esto?


Yo diría que después de ver a Radiohead en su tour del Kid A supe que quería ser
músico. Algo en aquel concierto, y el momento de mi vida en el que lo vi, fue algo
surreal y perfecto.

¿Cómo fue tu infancia?


¡Genial! Crecí en un ambiente musical. Mi padre fue DJ en una radio de Seattle
durante treinta años, de modo que siempre estuve rodeado de música.
Sinceramente fue genial..

¿Cómo ha sido trabajar con Merge Recods?


Increíble. Son un grupo de personas geniales, y grabar discos con ellos es un
sueño hecho realidad. No puedo creerme todavía que esto esté pasando.

Hablemos de otra de tus pasiones: la fotografía. Cuéntanos qué significa para ti.
Es algo que me encanta hacer. Ser músico te da la oportunidad de viajar mucho,
y documentar esos viajes con la fotografía es genial. Soy un apasionado de las
cámaras antiguas. Polaroids y viejas cámaras de 35 mm. Me encantan. Me
mantienen sano.

¿Tienes alguna otra pasión artística?


Hmmm… Creo que ninguna más. La música me quita bastante tiempo de mi vida
en estos momentos.

¿Qué te gustaría mover con la telekinesis?


Una cuchara, para empezar.

Entrevista, Óscar Varona


Conocí a Silencio por casualidad. Casi nunca
cambiaba de muda pero siempre llevaba
consigo la corrección de un diplomático. Era
una droga preciosa, sin efectos secundarios.
Hasta mis endorfinas dormían cuando
abrazaba su cuerpo.

Habitualmente, hacía su aparición por la


noche, sin avisar, sin percibir el retumbo de
los besos que me hacían alunizar.

La última vez que vino a verme fue a última hora y


llovía. El clamor de la lluvia violenta y el cielo
plúmbeo envolvían con papel de ruido los regalos
callejeros. Desde mi cama sentía las gotas de agua
golpeando el cristal. Cuanto advertí su presencia en la
habitación, el mundo se cerró de golpe, siendo el sonido
de las puertas del conocimiento el último eco que
anunciaba nuestro amor silencioso. Ella entró sin saludar,
como siempre; sin modos ni artificios escritos o diseñados
por cualquier mente humana. Me abrazó. Había tanto
espacio por congelar que enfrió mi cuerpo primero con la
dulce muerte de los sentidos y sus besos taciturnos. Por
momentos creí escuchar el sonido de mi corazón
agotándose pero cuando Silencio te abrazaba, no
escuchabas absolutamente nada; una bomba sosegada
estallaba en mis oídos dejando paso a un mundo
desconocido, forastero, enmascarado.

Hicimos el amor casi toda la noche. Intentaba gemir pero en


su naturaleza no estaban permitidas las palabras sonoras,
tan sólo la pléyade de orgasmos de amor etéreo y mi cuerpo
placenteramente muerto.

Y el sueño me invadió como la marea subiendo y no pude


resistirme a sus encantos. Un sueño de amor de verano sin
límites, sin achaques, sin excesos, sin los ruidos de los coches ni
las gotas de la lluvia como guantes de boxeo; un pause en el
botón de cualquier mando.
Me silencio entre las teclas
resto los días del ocaso vespertino,
irme donde no quiero,
amanecer en el olvido
y rodar por caminos naufragados.

Reírme siempre del silencio


escuchando llover desencantos
en días de soleada razón.

Hay días que me abruma el respeto,


que la libertad me aprieta como una faja
que los pensares caminan por rutas
angostas
reparando torceduras inertes,
como no podía ser de otra forma.

Me duelen tanto los ojos


de pensar lo que no veo
que desplazo el dintel de la puerta
con manotazo deseoso,
no de azules,
sino de rojos desaprensivos.

No se si tendré fuerzas,
yo también me canso,
y estoy cansado
......
muy cansado
......
me duermo
......
callado
......
y solo.
Ilustración, Óscar Varona
El invierno se acerca y las gaviotas son decapitadas
en el silencio del verano muerto... la mente en blanco,
el deseo en llamas y la realidad, imploro, que
desaparezca de mi vista agrietada. Un café cargado,
un beso púrpura lanzado al viento sangre, y una
canción... “LágriMas dE soleDad” de La Cosecha del
Olvido.
Una banda provocativamente joven –sus integrantes-
una banda adolescentemente adulta –su música-,
una banda fascinante –su leyenda-.
Formados en ese purgatorio
anímico, en esa
hardboiled city que es
Benidorm, La Cosecha del
Olvido está a punto de
celebrar –al escribir estas
líneas, en vísperas de ello,
12 de septiembre en el
Alto nivel compositivo, con la experimentación y la aniquilación de Abraxas- su premier
prejuicios como ingredientes básicos, con el riesgo que eso supone mundial en directo, tanto
en estos tiempos donde las melodías líricas a cámara lenta de la consolidada banda
parecen relegadas al silencio, residentes a perpetuidad en la en su formación, como de
conjura de los necios, ignorancias que se autoprotegen a base de su primer disco: Op.
lo más fácil: el desprecio. Sí, amigo, lo que no se conoce, se Óptica (opus óptica)
rechaza, asusta, cuando precisamente lo que hace es abrir
nuevos caminos, nuevas perspectivas… ¿nuevos sentimientos?
José Luis García (guitarra y voz), Jordi Matet (batería), Sebastián
Carmona (flauta), Juan Palacio (guitarra) y Héctor Sánchez (bajo) saben que han
apostado por lo más difícil, por ellos mismos, por lo que creen, y esa fuerza camina con La Cosecha del Olvido.
No, no es fácil lo suyo… rock sinfónico regenerador, matices celtas, oleajes y tormentas mediterráneas, proto-after’punk mutante,
ambientaciones densas y a la vez cristalinas, bandas sonoras que cuentan historias escritas con sangre, fogonazos de luz en el túnel
laberíntico de la existencia, siguiendo sus sombras, llegando al silencio… y a la paz.
Actualmente la expresión "alternativo" no significa absolutamente nada -y no creo que significase algo alguna vez- hasta que surgió cierto
elixir proveniente de La Cosecha del Olvido, una propuesta que, de momento, produce adicción. Un elixir que hay que saber saborear, sin
prisas, agrietando los barrotes que tienen encarceladas a la imaginación y al riesgo, lejos, muy lejos de cualquier fundamentalismo. La
música es mucho más grande que las palabras, así que callémonos y prosigamos escuchando...
Tanto la biografía de la banda como sus canciones las tienes disponibles en su myspace: www.myspace.com/lacosechadelolvido
Ojala el sonido en directo haga justicia a la belleza, a la desolación y a la tristeza que conviven en ese valle ubicado entre el alma y el
corazón, allí donde brota silenciosamente en libertad La Cosecha del Olvido.

Aquí estoy, en el acantilado... esperando.


Lou
Foto: Raúl Gaitán
Foto: Raúl Gaitán
Nunca me había parado a escucharlos. Los percibía pero no los valoraba, sabía de ellos pero no de su
contenido. No hablo de ellos como puertas cerradas, como punto y final o como esas pausas que se
suceden entre frase y frase, conversaciones cultivadas, expoliadas. Hablo de ocultaciones acotadas
entre nota y nota, entre dos frases acaloradas, encendidas, apasionadas, en los misterios contenidos
de un cuadro, de una foto, de una carretera que se diluye en el horizonte, en la fuga de una
imagen, en la larga espera a un mensaje.
Los secretos que sugieren más que apuntalan, esa prudencia que marcan un paréntesis
en el cual uno deja de atender a las palabras y empieza a escuchar con el corazón.
Ese espacio de tiempo contenido entre el rayo y el trueno, ese momento de espera
incontenible, inabarcable, desposeído de todo en espera de la más inconmensurable
de las sorpresas, aunque no la contenga, siempre seré sorprendido, por su misterio.
A veces me parece inabarcable todo lo que puede contener un discreción, tanto o
más que mi propia imaginación, porque es en ese mutismo donde sucede lo
inexplicable, la comprensión de todo lo que no se ha dicho con las palabras; al
igual que cuando contenemos la respiración durante un breve espacio de
tiempo escuchamos mejor nuestro cuerpo, las omisiones motivan la
introspección, la observación y es en ese instante cuando aflora, en el reposo
inducido, acotado entre dos frases, entre dos notas, la reflexión de mis
sentimientos.
Se necesitan dos personas o más para crear un secreto, a mí los que más
me gustan son moldeados en pareja, valoro la complicidad que se crea en el
binomio entre una conversación y sus ocultaciones, en lo incontenible, en el
exceso de ilusión que proyecto en ese momento.
Y no me tachéis de ingenuo, no, muchas veces ya conozco la respuesta, pero es
en ese reposo donde se concentra tal fuerza que aún sabiendo la respuesta, la
continuación al misterio, sigo manteniendo la capacidad sorpresiva porque nunca
pierdo la esperanza.

Las reservas son señales, son indicaciones, son una cita, una alusión enmascarada.
El silencio es provocación.
Concebir esos mutismos es más comprometido que hablar por hablar, establecen una
complicidad más sincera que las manidas palabras una y otra vez repetidas hasta la saciedad
con el único ánimo de persuadir sin argumentos, desaprobadas por la falta de credibilidad perdida a
golpe de estribillo. El final de todo, llenar el silencio con palabras vacías.
Oídos
..Y para qué decías que era esto?

-Nada, un fanzine que hacen una gente de Madrid.

..Madrid...me suena, creo que estuve una vez por allí..

-Venga pesao, que solo tenemos una hora de visita.

..Vale nen, ahí va..


Me llamo Joan, y soy una persona normalita, mas bien
poca cosa, con una adolescencia larga y llena de toxinas
con las que todavía voy purgando con los años, mi mala
memoria y mis lagunas cerebrales me permiten ver varias
veces la misma película como si fuera la primera vez...

-Buf, no, sólo preséntate, no te líes, un poco de texto pa


acompañar los dibujos...
..Dibujos?

-Si, esos que haces aquí dentro, que luego rompes, me gustaría que
alguien los viera, tu psiquiatra dice que es una buena terapia.

..Joder, tu sí que te preocupas por mí, eres un amigo...quizás el único que


me queda.... no sé porqué la gente se está volviendo idiota, antes había
asociaciones de vecinos, conciencia de clase y el que era pobre en teoría
era mas buena persona, o al menos lo aparentaba.

-Dale..toma come un poco, ahí te dejo la bandeja...tu también en el fondo


eres legal.. al menos miras a la cara, eso dice mucho..

..A eso voy...que le hubiera costado decir hola?, o un gesto con la cabeza,
como quien no quiere la cosa.
...No fue nada personal, si no lo conocía...
pero no me arrepiento de lo que le hice, fue un arrebato, supongo que el
que está loco piensa que los locos son todos los demás...

-No, no creo que estés loco..pero se te fue..reconócelo


...pues sigo pensando que cuando se lo llevaron en la camilla
tapao con papel de plata... no sentí nada, ni pena, ni miedo,
me quedé sentado en ese ascensor mirándome las manos
llenas de sangre como en aquella psicofonía....¿Qué hago yo
aquí? Que decía un niño en un cementerio..
por que para mi lo mas importante en esta vida es el respeto...
no le hubiera costado nada decirme hola.....el muy hijoputa!!
dios que difícil es todo.

-Si, esto de estar vivo no es fácil, venga pongo en marcha el


cacharro este, cuando quieras puedes hablar..

..Vale....va
me llamo Joan, y soy una persona normalita, mas bien poca
cosa....

J o a n A r a gó
A r t i st a a n a l f a b et o - a u t i st a p o l i f a cét i co ( 1 9 7 1 - 2 0 3 3 )
El silencio es un lugar solitario
Una isla con un solo árbol
Plantado desnudo en la palma de mi mano.

El silencio es el espacio en el que nos


juntamos El silencio es temporal
Y separamos mediante latidos de corazón Las palabras que se ciernen sobre ti segundos
Y a través de la piedra negra de tu jardín. después de que las pronuncies
Flotando como pájaros negros y blancos.
El silencio es mi ciudad que pasa por
delante de la noción de espacio El silencio es un dolor
Donde mis pies caen a través de la puerta Y una necesidad. Es la boca abierta
del suelo Los dientes como un portalón, la lengua
La parte blanda por donde me deslizo a como una criatura encerrada.
través de las moléculas.
El silencio es lo que guardo en un relicario
El silencio es esta respiración bajo el agua Lo que doy a los vivos y a los muertos, a los
Este aterrizaje forzoso no natos y a los que nunca se fueron
Este zumbido y este temblor que sucumbe a Y a la madera y al aluminio y al agua de mar
la gravedad. y al acero.

El silencio eres tú en lo alto de una colina, Es lo que doy


Con la suciedad alojada en tus vaqueros, Lo que siempre doy
Debajo de tus uñas. Y es siempre mal entendido.

El silencio es espacio
Como el amor es espacio,
Como la música es la perdición, la
devoradora de espacio.
Naufragaban los silencios
en nuestra despensa de látex.
La primavera de los halcones
había dado paso al otoño,
y sin embargo seguíamos
cayendo bajo fuego amigo.
JUAN
CRESPO
GETE
no me hagas hablar no pienso hablar no pienso decirte cosas de las que
arrepentirme no quiero que sepas porque no mereces saber no mereces
tener la suerte de conocer lo que pienso en secreto dentro muy dentro
que no son solo palabras vanas son recuerdos son miradas son los
puertos de bajada y subida sin prisa por los que anduve y te perdí y
ahora me siento así con tanto vacío que no he pedido y que no debería
tener pero fue caer perder llover en mis ojos y sin sentido sólo por haber
perdido aunque no es seguro ahora porque pienso que mejora la cosa sin
ti pero lo pienso porque al fin me hago fuerte aunque sé lo que se siente
cuando uno se desprende de algo tan sensible de forma impredecible
como si te arrancan la piel y lo ves y es como una violación una tortura
de dolor por eso callo y no quiero que sepas por eso callo y me guardo
mis miserias por eso callo y te mantengo en la ignorancia para que sepas
cómo se pasa para que creas que todo es igual y resulta ser un final
desagradable y espontáneo por el que has trabajado creando sumisiones
y maldiciones que a oscuras en mi cuarto susurraba esperando que
nadie me escuchara y por eso callo porque lo hice siempre y funcionó
siempre y no verte será el modo será el camino que se andará solo
esperando que el tiempo lo arregle esperando que el tiempo me arregle
que el tiempo me espere y me recoja a la vuelta de la próxima esquina y
aunque mi cuerpo ahora tirita luego estará bien y nada te diré porque no
mereces saber no mereces tener la suerte de conocer lo que pienso en
secreto y por eso lo mantengo en silencio no mereces alcanzar mis
secretos y por eso los mantengo en silencio y el silencio no es un juego el
silencio no es mi miedo el dolor es lo que temo y por eso me mantengo en
silencio y te olvido y te callo y me quedo en silencio y te lloro y me lo
guardo y me quedo en silencio y al final los días pasan las noches se
acaban y me quedo en silencio otra vez en silencio en el abrigo del
silencio.

no me hagas hablar no pienso hablar mi amigo no eres tú ahora mi


único amigo es el silencio mi abrigo es el silencio mi testigo será el
silencio siempre el silencio y nada más que el silencio.

Ilustración: Ana Trello.


MUCHAS VECES PARA CALMARNOS , NOS "CASTIGA"
EL SILENCIO,
ESE ARMA TAN PODEROSA QUE HACE QUE AL PRINCIPIO
POSEA TANTO VALOR , QUE HACE QUE NOS PRODUZCA UN
ESTADO DE INQUIETUD, DE NO SABER QUÉ SUCEDE, DE
SENTIRSE IGNORADO. PERO ES QUE EL SILENCIO HACE QUE
REFLEXIONEMOS, QUE NOS CALMEMOS, QUE APRENDAMOS A
"SABER ESTAR" A NO EXIGIR ...
HE AQUí EL CASTIGO DEL SILENCIO .
I La enfermera la arrastra de la muñeca como un carrito de la
Silencio sordo compra.
Hala, venga conmigo.
Estoy en la sala de espera del oftalmólogo. (La enfermera trata a la anciana como un objeto).
Prohibido hablar por móvil. La anciana se deja llevar callada.
En la mesa café un abanico de revistas médicas. ¿En silencio?
Nos miramos unos a otros. Imagino sus oídos.
Somos mudos sentados frente a frente. Cierro los ojos y veo el laberinto interior de la oreja de un gato.
Como en el metro. La gente mayor tiene pelos dentro de las orejas.
Aventuro el maelstrom de cada cabeza. Quizás por eso ensordecen.
(contra las paredes del silencio chocan estruendosas listas de compra, El silencio del laberinto es el silencio del sordo.
sumas y restas que reajustan el presupuesto post vacaciones, ideas fijas Aire a presión lleno de silabas.
circundan un número escrito en una factura, el culo respingón de la Sonidos encandilados.
recepcionista lamido de mil formas, los tres politonos patrocinantes del Palabras infladas que rebotan y escapan.
programa de la tarde, el callo espasmódico que guía a otros dolores físicos, Murmullo de burbujas de agua.
la promesa de dejar el tabaco apenas agote la cajetilla, los bajos del Una caracola en la oreja.
uniforme de la niña aún sin coser, el robo hormiga de la asistenta, las falsas ¿Quién dijo que se escucha el mar?
ganas de orinar por culpa de una próstata bromista, la caña que apetece a Una caracola es una sordera de nácar.
las 12:30, ¿muy temprano para el aperitivo?) La anciana, estoy segura, me pide auxilio.
El silencio aterra. Tanto jaleo insonoro. Lo sé.
(El ruido nos esconde/el silencio nos exhibe). El guijarro que riela el silencio es la voz autómata de la enfermera. Lo leí en sus labios.
El enemigo peligroso no pronuncia palabra. Metálica tose un nombre. Pero no puedo hacer nada.
Por miedo lanzamos piedras sobre la superficie del no decir. Madre e hija, abandonan sus asientos, engarzadas de los brazos.
Queremos ver ondas rompiendo el espejo. Parecen dos tazas de café unidas por las asas.
Somos conscientes de nuestra capacidad para controlar el discurso. La enfermera chilla un pregunta que suena como el arañazo de una uña
Nos frustramos al no saber aproximarnos al universo silente. desnuda sobre un pizarrón.
¿Cómo asir el silencio? el propio, el ajeno… ¿Ella sabe qué medicación toma?
La paciente es pequeña.
Lleva ballerinas planas y del brazo libre le cuelga una cartera de niña.
Los labios mal pintados con gloss suave.
Mira con ojos temerosos.
Veo a la niña que busca correr.
Veo a la madre resignada.
Veo a la anciana invisible.
La hija de la paciente responde en alaridos.
Sí. Ella de aquí (señala su sien derecha con el índice mientras lo mueve como
un tornillo) está bien. Sólo es un poco sorda. Mamá ¿a que te sabes todos
los nombres de tus medicamentos? recítalos para la enfermera, anda. Baja
la voz, se lleva la mano a la boca en gesto de confidencia, guiña el ojo
derecho. Es muy lista. Los dice por orden alfabético
La hija le da un empujón suave a la paciente.
Ve, mamá. Yo te espero aquí. No te preocupes.
(Trata a su madre como una niña).
Foto: Juan Crespo Gete
II Llego a sentir el punto de articulación de cada sonido.
Silencio blanco La palabra no viene sola…es el primer eslabón de una cadena de
mercurio…es un aro de mago que se convierte en diez, en veinte,
Ya no estoy en la sala de espera. en uno.
Estoy tumbada en una camilla de quirófano. El recuerdo de la viejita madre paciente objeto regresa en forma de
Una pinza plástica me muerde el dedo. lástima.
Sé que mide mi tensión arterial. Si yo me siento así ¿cómo se sentirá ella que no escucha?
Me obligan al silencio y al vacío. Huelo a quemado, debe ser el laser quemando mis pestañas.
(¿No son acaso la misma cosa?) La ceguera es un silencio blanco.
Recuerdo silencios llenos. En mi exterior distingo dos ruidos.
El silencio detrás del diván del sicoanalista. El del personal que opera mis ojos.
El silencio después de un orgasmo fingido. Hablan de mesmerimo sin saberlo.
El silencio de mi padre en sus últimos días. (El anestesista no toma ansiolíticos desde que lleva una pulsera
(También llevaba esta pinza en el dedo). magnética).
Calle, no se mueva, no gesticule, escuche con atención. El del instrumental.
Me sueltan una perorata. (Suena una pelea de sables. Interruptores suben y bajan).
La operación será así. Intento pensar en cosas agradables para protegerme.
Ahora relájese. ¿Puedo convertir mi silencio en una pared aislante?
Voy a instilarle dos gotas. ¿A qué suena mi silencio?
Cae la anestesia líquida. Recuerdo al Señor B., aquel personaje de la novela de Zweig.
Doy un respingo. Lo torturaban con golpes invisibles.
Vaya. La señorita es un rabo de lagartija. Si no se porta bien Encerrado en una habitación sin nada.
tendremos que anestesiarla completa. Robó un libro de ajedrez.
Me horrorizo. Llenó el silencio con partidas imaginarias.
(Ahora la anciana soy yo. Soy una paciente- cosa). Jugó simultáneamente con las blancas y las negras.
Mente en silencio, Lena, mente en blanco, Lena, no Se salvó llenando el silencio.
respingues, Lena. Tal vez por eso tendemos a gritar dentro de los laberintos.
Me ponen unos resortes para mantener mis ojos abiertos. (Nos buscamos en el eco)
Baja una lámpara. Y tal vez por eso gritamos a los sordos.
Me aturde un rayo albo. (Para colonizar su defensa).
Pierdo la visión.
Así debe ser la muerte, pienso.
La nada blanca.
No hay sonido pero tampoco silencio.
Mi ceguera trae una catarata de imágenes.
Al paso de cada imagen veo la palabra que la nombra.
Ver la palabra es lo mismo que decirla y escucharla.
Mi lengua no se mueve pero la digo.
III Los volcanes son silenciosos.
Silencio Negro Por eso el hombre se empeña en descifrarlos.
¿Cómo puede ser que algo con tanto poder calle?
¿Cómo puede existir tanta energía contemplativa?
En Lanzarote, César Manrique supo que sólo en silencio, entendería al volcán.
Por eso se agazapó.
Se mimetizó con el fuego frío.
Se acopló a las chimeneas, a los jameos, a las cuevas, a los cráteres.
La vida se expone en calladas cepas verdes.
Semicírculos de piedra la resguardan del viento.
Ese silencio es negro.
También el de Cai Guo-Quian
Artista que construye para destruir.
Tras la destrucción, la obra de arte.
En una sala del Guggenheim de Bilbao está la proa de un barco.
Barco partido a la mitad, barco de madera carcomida por el agua.
Como un animal descompuesto, los ijares de la nave, vomitan añicos de loza
blanca.
Habla el artista del silencio tras el naufragio.
Del silencio que sigue al estallido de un millar de piezas de porcelana.
En otra sala, unas figuras de yeso, se derrumban.
Reproducen una escena de color local.
El paisaje humano de una mañana de mercado de un pueblo perdido en una de
tantas gargantas chinas. IV
El equipo del artista modela las esculturas. Derrotar al silencio
Una vez terminadas, las castigan con martillazos.
Semidestruídas están listas para el público. Tengo la boca seca y los ojos rojos.
Veo un video del artista. Me enfrento al espejo después de estar cinco horas con los ojos cerrados que es
Hace instalaciones de fuegos artificiales. igual a tener los oídos cerrados y la boca cerrada.
Pinta sus cuadros con pólvora. En oscuridad.
Plantea que su obra parte de una máxima maoísta: Los pensamientos aleteando sin control.
Sin destrucción no hay construcción. Me pregunto si perderé mi mirada de miope.
Pienso que una máxima maoísta es una gran contradicción. Y si mis ojos nuevos me harán más sana.
Un temor me asalta. Si mi cornea a estrenar habrá espantado mis fobias.
¿Y si Cai Guo-Quian y mi oftalmólogo comparten pareceres? Al menos una.
¿Y si están destruyendo mis ojos para construirlos? (No quisiera, estoy muy hecha a ellas).
Regreso a los volcanes procurando calma. Oigo voces que reclaman una respuesta por quinta vez.
Chillida quiso vaciar al Tindaya. Constato que mi pretendida sordera no está asociada a mis ojos.
¿Buscaba la raíz del silencio? (Me alegro).
¿Quería obligarlo a sonar haciéndolo hueco? No he abierto la boca y no he callado ni un segundo.
Mi ojo izquierdo está listo, me dicen. Imposible controlar el curso del silencio.
Lo sé.
Palpita. Foto: Juan Crespo Gete
Ha cesado un gran chaparrón, una tormenta de verano de apenas media hora que ha
asolado las calles de la ciudad y el asfalto gris resplandece con un brillo siniestro de
falsa limpieza, y en los charcos temblorosos se refleja la sombra de edificios tumbados
sobre el agua. El frescor de la humedad me acompaña al caminar hacia ninguna parte.
Me muevo como esas bacterias sobre fluidos coloreados y, al igual que ellas, presiento
un espectador que, como en el principio de incertidumbre, me vigila y modifica mis
pasos acompasados e imperturbables en las calles vacías.
Un tenue sol se abre paso entre cúmulos de nubes grises que se desplazan a gran
velocidad. Abro los ojos y contemplo mis manos a la luz de unas velas que no recuerdo
haber encendido. Sostienen una botella de vino aún sin descorchar. La abro y de ella
escapa una figura de humo, serpenteante entre las tenues luces de este enorme salón
vacío en cuyo centro me hallo sentado, como si pretendiera invocar un genio cuya
presencia abarcara cada extremo, o aún más.
Veo tus ojos en cada rincón que no veo; tu mirada clavada en mi nuca, y me giro y no
estás, y las velas se consumen al ritmo de mis latidos aporreando cada puerta que no
existe, cada puerta que yo he creado para escapar de este silencio que me abrasa los
tímpanos. Porque esto es el silencio. En la calma, las cortinas en la ventana dibujan
fantasmas blancos entre cuyas siluetas asoma una gran luna dorada y, más allá, el
verdor oscurecido de los cipreses inclinándose de un lado a otro emiten el llanto apagado
de quienes no pueden alcanzarte para detener tu huída como una tormenta de verano
que ha asolado las calles de la ciudad, pero no quedan ni el brillo ni la brisa bajo unas
nubes que se evaporan a cada paso que das.

Ilustración, Óscar Varona


Era música de fondo que se colaba en mínimos resquicios a través de los cuales pude descubrir su juego. Avanzaba a
hurtadillas con miedo a ser descubierto, furtivo artesonando la partitura y bordando el pentagrama para hacerlo coincidir
con períodos de convalecencia. Si hago memoria y retrocedo en el tiempo recuerdo el sanatorio- las aguas que todo lo curan
– le oigo a mamá. Quizá sería esa su primera incursión. Más tarde llegaron los signos inequívocos de la disfunción con
aquéllas fiebres blancas o amarillas- qué sé yo- el caso es que encontró otra fisura que le permitiera avanzar. Ni que decir
tiene que el convento fue terreno abonado en el que gestar la secular estrategia porque los maitines, eran de obligado
cumplimiento por la Superiora, y de eso se valía – lo he podido constatar- dos largas horas aliada con el enemigo sin más
salvaguarda que mi primigenia inocencia. Aquélla enorme, ingente biblioteca centenaria, se abría ante mí todos los
amaneceres de fuego calcinándome el alma y reduciendo a cenizas mi vida –. Me ha acompañado incondicionalmente, pero
¿a qué precio? – No hay día que no me halle sometida a su entera y caprichosa voluntad, el flirteo – lo confieso – me deja un
regusto dulce como el aroma de almendras – Cuando los miércoles me siento en el diván puedo oler el diagnóstico reservado
de mi terapeuta – asocial – leo en sus pupilas sin detenerme a calibrar cuán de certero es el adjetivo. He logrado desarrollar
una estrategia de supervivencia, una funda para esta joroba que pesa lo suyo y amenaza con inflarse como un aerostato, un
día de estos me decido, sí, el divorcio es ya inminente, pero ahora – les ruego silencio-.

Fotografía: Stefany Glez.


Todo es tan predecible… Empieza bien, sigue mejor y ya empieza a decaer. Se
degrada hasta tal punto que ni rastro del respeto, en su lugar mentiras,
silencios, negaciones... Luego llega la espiral de dolor que no se acaba nunca.
Al parecer no consigo quitarme el cartel que llevo en la frente. Pide a gritos que
me engañen, me mientan, me ninguneen, que me tomen por tonta. Ésta es mi
historia, éste es mi dolor.
Palabras y palabras, hechos que demuestran lo contrario. Mierda. Estáis llenos
de mierda. Siempre sacando alguna ventaja. Ya estoy harta.
Al final sólo estamos las dos solas. Menos mal que nos tenemos la una a la otra.
Los demás, dejadme en paz.
Mi padre me ha dicho hoy: “yo ya sé que tú no has tenido suerte”.
Cuando me he dado cuenta de todo he tenido que vomitar. Al final sólo estamos
las dos solas. Y éste es el repertorio que más conocemos:

mentir. 1. intr. Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. (Mentir con
mayúsculas). 2. intr. Inducir a error. (Intencionadamente). 3. tr. Fingir, aparentar. (Disfrazar,
engañar, manipular). 4. tr. Falsificar algo. (Todo). 5. tr. Faltar a lo prometido, quebrantar un
pacto. (Traicionar a alguien que ha depositado su confianza en ti).
necio, cia. 1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. 2. adj. Imprudente o falto
de razón. 3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. 4. adj. Dicho de una cosa: Ejecutada
con ignorancia, imprudencia o presunción.
callar.1. tr. Omitir, no decir algo. 2. intr. Dicho de una persona: No hablar, guardar silencio.
Calla como un muerto. 5. intr. Abstenerse de manifestar lo que se siente o se sabe.
ocultar. 1. tr. Esconder, tapar, disfrazar, encubrir a la vista. (Empeñándose, con esfuerzo). 2. tr.
Reservar el Santísimo Sacramento. (Nunca mejor dicho). 3. tr. Callar advertidamente lo que se
pudiera o debiera decir, o disfrazar la verdad. (Es un delito).
delito.1. m. Culpa, quebrantamiento de la ley. 2. m. Acción o cosa reprobable. 3. m. Der. Acción
u omisión voluntaria o imprudente penada por la ley.
negar.1. tr. Decir que algo no existe, no es verdad, o no es como alguien cree o afirma. (Negar la
evidencia, injustificable) .2. tr. Dejar de reconocer algo, no admitir su existencia. 3. tr. Decir que
no a lo que se pretende o se pide, o no concederlo. 5. tr. Olvidarse o retirarse de lo que antes se
estimaba y se frecuentaba. 6. tr. Dicho de un reo preguntado jurídicamente acerca de un delito
de que se le hace cargo: No confesarlo. 7. tr. Desdeñar, esquivar algo o no reconocerlo como
propio. 8. tr. Ocultar, disimular.
Yo sé algo que no quiero que tú sepas y no te lo voy a decir, lo voy a
negar hasta el final. ¿Y por qué? Porque soy un dictador y un
manipulador.

engañar.1. tr. Dar a la mentira apariencia de verdad. 2. tr. Inducir a alguien a


tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y
fingidas. 3. tr. Producir ilusión, sobre todo óptica. 4. tr. entretener ( distraer). 6.
tr. Incurrir en infidelidad conyugal. 7. tr. coloq. engatusar. 8. prnl. Cerrar los ojos
a la verdad, por ser más grato el error. 9. prnl. equivocarse. engaña pichanga.
desconfiar. 1. intr. No confiar, tener poca seguridad o esperanza.

verdad. 1. f. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la


mente. 2. f. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 4. f.
Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente. 5. f. Cualidad de
veraz. Hombre de verdad. 7. f. realidad ( existencia real de algo).

~ moral. 1. f. verdad ( conformidad de lo que se dice con lo que se piensa). la


pura ~. 1. f. La verdad indubitable, clara y sin tergiversación. una ~ como un
templo. 1. f. coloq. Aquella que es evidente, o la que se tiene por tal. ~es como
puños. 1. f. pl. coloq. verdades evidentes. faltar alguien a la ~. 1. loc. verb. Decir
lo contrario de lo que se sabe. la ~ amarga. 1. expr. U. para significar el disgusto
que causa a alguien el que le pongan de manifiesto sus desaciertos o defectos.
¿verdad? 1. expr. Busca el asentimiento del interlocutor. ~ sabida y buena fe
guardada. 1. expr. Der. U. como norma tradicional en la interpretación y
ejecución de los contratos, y señaladamente en los mercantiles. La hora de la
verdad.

Dolor, rabiar de ~. 1. loc. verb. coloq. Dar gritos o quejidos por un vehemente
dolor.

El silencio es la muerte. Y el resto está lleno de ruido, de


interferencias, de dolor. Y de gente que hace daño.

Mi padre me ha dicho hoy: “yo ya sé que tú no has tenido suerte”.


. CU I D A D O C O N L O Q U E PI E N S A S .

Que provoca una lucha entre el


El silencio cuerpo y el alma
Puede ser tan cruel La guerra más grande jamás librada
Cuando la melancolía se aposenta En los secos campos de la tierra
Cuando ciertos recuerdos Y en las grises ciudades
Salen a la luz Sí, hay momentos
Entonces el silencio En los que no me gusta el silencio
Se convierte en una especie de Esos momentos que provocan
enemigo Que sude
Concentrado en tu propia Los momentos que me dividen
destrucción En pequeños y feos trozos
Ayudando a rasgarte por dentro De carne
Envenenando la mente Los momentos en los que
Estropeando tu sangre Debo levantarme de la tumba
El silencio Del sillón
Esa puta del tiempo De la cama
El silencio Y solo después de que haya
Esa bestia de vómito mareado asimilado
que no echa nada La cacofonía del ruido
Que me espera fuera
La suciedad del ser humano
El calor del asfalto
Puedo volver
Regresar a la oscuridad
Liberando mi pensamiento
Viendo al silencio
Como mi extraño compañero de
cama
Otra vez, mi leal viejo amigo
Al que nunca le importó
Causarrme algún daño.
Un nudo de nervios al rojo intenso. Una
nube de pensamientos que se desliza
por el aire sin principio ni fin. Siempre
lo mismo. Me destruyo en el infierno de
la desesperación y la primavera florece
con viejas nuevas. Mi destino, mi
sacrificio... Músicas de ensueño que me
acompañan desde el día en que decidí
morir. Miro a un lado y al otro, y sólo
me reflejo en la inmensidad de sus ojos.
Y al mismo tiempo que eyaculo leche
cruda cargada de impurezas maldigo el
día en que crecí.
No quiero empezar a oler a
células muertas que se
despegan del organismo como
hojas caducas tras su
putrefacción. Antes recuperaré
en mi olfato el aroma de
ensueño que su cuello
desprendía. Me fundiré con él
y recordaré porqué soy lo que
soy, si es que soy lo que soy, y
no soy un sueño en la mente
enferma de un personaje de
ficción que no es lo que
aparenta ser.
DE LIRAS Y DELIRIOS, rescata
textos, décimas, y noticias de los
pliegos de LA LIRA POPULAR y se
plantea como una especie de “Lira
animada”. Como si sus historias y
dibujos cobraran vida y se
despegaran del papel para
R esca t a n d o d el contarse a sí mismas. Estas
Historias son
presentadas por una conductora;
si l en ci o espíritu inocente, macabro y pícaro
del diario popular, quién irá
paseándose por las noticias
l o s p l i eg o s de amor y muerte características
de los pliegos, en un tono simpático
de l a l i r a y pícaro, que vuelve digerible hasta
los peores tormentos.
p op u l a r . Un músico en escena y un
cuequero tañidor de pandero y
Bailarín,
junto a los relatos de la “niña lira”
conducirán al público, hacia el
mundo campesino y
profundamente chileno que inspiró
una vez las
décimas originales mediante
cuecas, tonadas , valses y la
inconfundible sonoridad de la
guitarra traspuesta y el canto a lo
poeta.
Lira popular es el nombre con que se conocen una serie de pliegos
sueltos impresos, a modo de periódico, que surgieron en Chile a
finales del siglo XIX, En los que poetas populares publicaron sus
poesías en décimas, junto a otras variadas expresiones literarias
usadas por el pueblo, como adivinanzas, refranes, cuentos, leyendas y
romances.

En cada pliego, el poeta comentaba -desde su propia perspectiva- los


sucesos nacionales y los hechos locales que le afectaban. Se
mezclaban, así, sucesos de actualidad, sobre todo las relacionadas con
hechos trágicos o violentos: crímenes y fusilamientos con payas,
contrapuntos, cuecas y tonadas.

Cada pliego estaba encabezado, por lo general, por toscos grabados


que ilustraban los temas. Los poetas vendían sus pliegos anunciándolos
a gritos por las calles, mercados y estaciones de ferrocarriles…
TE A TR O H I S TÓ R I C O " LA
C H U PLI C A "

LA CHUPILCA, dirigida por


FANNY FREGNI DA SILVA,
está conformada por tres
actores profesionales, un
músico,
y un artista plástico y
folklorista. Quienes después
de varios años de
trayectoria en distintas
compañías, se han reunido
en esta agrupación con el
interés común de realizar
propuestas escénicas
tendientes al rescate de
tradiciones y patrimonios
inmateriales de nuestra
culturapopular, abordando
textos nacionales u o
extranjeros con sentido de
pertenencia y arraigo, con el
fin de difundir y traspasar
estos aspectos de nuestra
identidad nacional , en una
sociedad que en su
globalización corre el riesgo
de olvidar su procedencia.
En verano, el techo de la habitación se llena de moscas. Sus patas diminutas cubren de inmundicia cada resquicio.
Depositan sus crías en los cristales, en las cortinas, en los alzapaños, en los marcos de las ventanas, en la alfombra, en el
suelo, sobre la superficie empolvada de los muebles. Lo inundan todo.

Después del hombre, la mosca es el animal más estúpido. También el más molesto y el más innecesario. Dios debió de crear
a las moscas con el único afán de alimentar a las arañas. O tal vez para recordar al hombre lo mal que olía.

La habitación de Jánoš Kopka se convierte cada verano en un enjambre artificial de moscas domésticas. Puede mirarlas
recorrer durante horas su techo boca abajo, tropezando entre sí, repitiendo una y otra vez los mismos pasos con esa
parsimonia exasperante que las caracteriza.

Jánoš Kopka va camino de convertirse en una mosca más. No ha vuelto a acercarse a una bañera desde que descubrió a su
madre colgada de una cuerda en el columpio del jardín. Desde aquel día, ha habido veces en que el vacío que le invade es
tan profundo que ha llegado a olvidarse hasta de su propio nombre.

Su nombre es Jánoš Kopka. Pero todos aquí le llaman Jay.

Aquí es Bridgeville. Un pequeño pueblo sin más atractivo que la tranquilidad y el silencio, insólito y perdido en medio del
vasto condado de Humboldt, al norte de California. La nada.

Hasta que a Karol Kopka se le ocurrió la brillante idea de suicidarse, Bridgeville tenía veinte habitantes. Ahora tiene sólo
diecinueve. Pero pronto serán menos. La mayoría de ellos son viejos y Bridgeville no es lo que se dice un paraíso. No es
uno de esos lugares por los que merezca la pena apurar un poco más la existencia. Ni mucho menos.

El pueblo con vida más cercano se llama Dinsmore. Se puede llegar a él por la carretera 36, en dirección a Forest Glenn.
Hacia el oeste se encuentra Fortuna. Y un poco más al sur, Capetown y South Fork. Pueblos desérticos y miserables.

Así que se puede decir que Bridgeville es el sitio perfecto para consumirse hasta la náusea. Para pudrirse como hace
Jánoš. Como hizo Karol. Como hacen los otros dieciocho habitantes del lugar. Como han hecho los habitantes de
Bridgeville desde que existe.

El pueblo lo componen un total de diez casas, una oficina de correos, un almacén y una carnicería. Jánoš es el carnicero
del pueblo. Hasta hace diez años, su madre lo fue. Ahora su madre está muerta. Y Jánoš no recuerda que se llama Jánoš,
ni tampoco que sus vecinos le llaman Jay.

Esa estúpida costumbre de americanizarlo todo.


Pero no es su nombre lo único que Jánoš no recuerda. Tampoco recuerda el olor del suavizante de la ropa, ni el sabor de la carne guisada que
comía los domingos, ni las partidas de cartas con su madre. Ni tampoco su voz. Ni siquiera la suya propia. Jay habla cada vez menos.

Hoy todavía no ha abierto la boca.

Pero algunas veces habla. A veces dice alguna palabra. Dice:

—Treinta y siete.

Porque se ha pasado la tarde contando las moscas que surcan el cielorraso. Ha contado las moscas que vuelan y las que permanecen estáticas en
cualquier esquina. No importa cuántas sean. Sólo repite:

—Treinta y siete.

Como si treinta y siete fuese el único número que recordase.

Jánoš no tiene treinta y siete años como cabría deducir. Tiene cuarenta y tres, aunque ahora no lo recuerde. Su madre se suicidó el mismo día en
que los cumplió: El 4 de julio. Pero no hay que culparla por eso; ella no sabía ni qué día era. Tenía tanta prisa por irse que ni siquiera dejó una
nota.

Aquello sucedió hace un mes y tres días. Jánoš no lo sabe porque ha estado ocupado contando moscas en el salón de su casa, pero ha pasado más
de un mes desde entonces.

Del buzón del jardín brotan cartas como enredaderas. Algunos sobres han caído al suelo y se han llenado de tierra. Con un poco de suerte, el
cartero los sacudirá y los volverá a colocar sobre el buzón cuando vuelva. O tal vez no. Tal vez los ignore y deje caer los nuevos a su lado.

Es probable que Jay no se acuerde de lo que ocurrió el día de su cumpleaños. Se llama shock post-traumático. Es una reacción común y bastante
lógica. A nadie deja indiferente ver a una madre ahorcada. A nadie normal, claro.

Quizá tendrán que recordarle que a las once y media de la mañana del martes 4 de julio, después de oír gritos en el jardín de al lado, la señora
Edgecomb llamó al servicio de ambulancias de Dinsmore con la voz entrecortada.

Le dirán que la ambulancia tardó dos horas en llegar. Que George, el hijo de la señora Edgecomb, tuvo que reducirle en pleno ataque de ansiedad
cuando los enfermeros comenzaron a descolgar el cuerpo de su madre. Si son discretos, no le dirán que Karol Kopka se había hecho sus
necesidades encima. Pero lo más probable es que no lo sean. Se lo dirán, de todas formas.

También que se encerró en casa y que bajó las persianas de todas las habitaciones menos una. Que destrozó a patadas el teléfono de la entrada y
que cerró por primera vez la puerta del garaje. Que encendió instintivamente el televisor pequeño del cuarto de mamá para fingir que nada había
cambiado.
Que tardó tres días en quedarse dormido y luego dos en despertarse. Que, cuando lo hizo, descubrió que se había hecho encima sus
necesidades, igual que el cuerpo sin vida de su madre.

Es muy probable que Jánoš Kopka, el carnicero huérfano de Bridgeville, tarde en asimilar que su madre no volverá a guisar carne
los domingos, ni a lavar su ropa con suavizante, ni a jugar con él a las cartas. Lo normal en estos casos es pensar que sólo ha sido
un sueño. Un mal sueño.

Pero no lo ha sido: Durante todo este tiempo, el televisor ha estado encendido para nadie. Sólo las moscas han visto los programas
de televisión por cable. Mientras tanto, Jay ha vivido en el extremo sur de la casa, entre el baño, el salón y la cocina. Como si
ignorando la realidad pudiese devolver la vida a su madre. Como si mirando al techo de la habitación pudiese contemplar la bóveda
celeste. Todavía no se ha despertado de su pesadilla.

Ése es el menor de sus problemas.

Por la noche, las moscas desaparecen como por arte de magia. Sólo las muertas permanecen, boca arriba, en un último gesto de
desesperación, sobre el alféizar de la ventana. Así se siente Jay ahora: Como una mosca que lucha por encontrar a través del
cristal un camino hacia el exterior. Igual de impotente y de aturdido.

Prácticamente cada mañana, en cuanto el sol se asoma, se dedica a recoger los pequeños cadáveres del suelo y del alféizar y los
deposita sobre un papel descolorido. Es un dibujo que hizo siendo muy niño. Hay un sol radiante que sonríe al mundo y tres árboles
del tamaño de una persona bailando al viento. No tienen boca, pero se puede intuir su sonrisa. En segundo término hay una casa
pintada de blanco con dos ventanas, sin puerta y con chimenea.

Ésa es, para él, la representación del paraíso. Jánoš sólo concede a sus amigas el destino que merecen. Las coloca con cuidado
sobre lo que un día fue un cielo azul. Con la delicadeza de quien escoge notas para una canción. Al terminar, las cuenta:

—Treinta y siete.

No importa cuántas sean: Para Jánoš serán siempre treinta y siete. No importa si su ritual funciona: Éste es el regalo divino y ésta
su forma de retornarlas al lugar del que proceden. Treinta y siete moscas, mártires del cristal, habitando el cielo de los bichos.

Y no hay mucho más. Éste es Jánoš Kopka. Vive plagado de silencio.


Es de Morelia, Michoacán, México, acaba de terminar la carrera de
artes visuales con la especialidad en estampa, actualmente desarrolla
su proyecto de tesis acerca de collage y, junto con un grupo de amigos,
realiza un fanzine llamado MONCROMO que se enfoca al arte visual
y que se distribuye en la ciudad de Morelia y algunos estados del país.
Cuando algo no te gusta, cuando algo te molesta,
cuando algo te recuerda tus errores, es muy fácil no
enfrentarte y dejarlo para otro día, en un rincón,
envuelto en un grueso silencio. Así nos dejan a los
enfermos de Sensibilidad Química Múltiple (SQM).
Así nos quieren, en silencio, para no molestar, para
no alertar, para que nadie se dé cuenta del
precipicio que está cada vez un poco más cerca por
el que todos vamos a caer: nosotros, nuestros hijos,
nuestros nietos…
Alimentamos a la economía mundial con nuestra
salud, nuestro futuro y el futuro de otros que ni
siquiera han nacido. La misma sociedad que
nos deja enfermar, exponiéndonos
gratuitamente a sustancias tóxicas, nos
abandona a nuestra suerte y nos silencia
para que no se sepa la verdad.
¿Por dónde se puede romper esta
espiral? Es necesario que alguien nos
dé la oportunidad de salir del silencio
en el que nos obligan a vivir.
Delirio me abrió una ventana por
la que gritar, con todas mis
fuerzas, que estamos aquí, que
estamos enfermos de SQM
porque la manera de vivir
actual nos está
enfermando, que no van
a taparnos la boca para
silenciarnos y sobre
todo, que esto sólo
es el principio y es Delirio me desnudó, por dentro y por fuera, para denunciar nuestra dura realidad.
necesario que se Inesperadamente este artículo ha llegado tan lejos que ha sido traducido y editado en 8 idiomas
actúe ya. diferentes y se ha publicado en varios países alrededor del mundo, incluso con prólogos denunciando
Delirio nos ayudó a romper la situación propia de algunos de ellos, como es el caso de Alemania o Noruega.
el silencio, publicando El que fue inicialmente mi grito desde el silencio, se ha convertido en el grito unánime de enfermos de
“Nacemos Desnudos” en su número todo el mundo denunciando que la SQM existe, que estamos abandonados, pero que nadie nos va a
dedicado al desnudo. silenciar.

¡Gracias Delirio por ser nuestro altavoz!


Foto: David Palma.
Mi padre siempre me decía que soy de piñón
fijo y aunque me criaron enseñándome, como
a todos, que el ruido era bueno para no
pensar demasiado y seguir adelante sin tener
conflictos conmigo mismo, de pequeño yo
siempre me creaba mis propios silencios.

Silencios musicales donde ponía mi


mente en blanco sentado en el suelo frente a
la lavadora viendo girar la ropa ahora de un
lado ahora de otro o golpeando rítmicamente
las ventanas con los nudillos, hipnotizado por
el ritmo y el sonido del cristal de mala calidad.

Los ventiladores, las neveras, el tráfico,


las maquinas de las obras, el metro… Todo
canta y canta a la vez y nadie echa en falta el
silencio. El descanso de cuando todo se calla.
El momento en que la opresión sobre tu pecho
se calma y en tus oídos sólo escuchas una
playa vacía o una estación durmiendo.
Cuando sólo escuchas casi nada. Qué bueno
es entonces poderte escuchar a ti mismo
diciéndote esto o aquello y discutirte tus
diferentes puntos de vista y no darte nunca la
razón. Entonces cierras los ojos para ganar un
poco más de silencio y piensas “cómo me
gusta vivir”, aunque no te lo creas.

Cuando me llegue la hora espero haber


tenido mis momentos de silencio para
poderme escuchar y aconsejarme con
sinceridad. A veces pienso si la gente mayor,
que ya ha hecho muchísimo ruido, está tan
cansada que no les importa o incluso desean
que les llegue el momento de Su Silencio para
poder descansar y por fin, poder pensar.
Treinta y dos años después seguía sucediéndole lo mismo. Habían pasado tres vidas, cinco
hijos y algunas soledades y seguía sucediéndole lo mismo cada vez que la veía. El mismo
pálpito en las sienes, el mismo ahogo absurdo. Ella escapaba al tiempo, a esos treinta y dos
años de entrar y salir de su vida como si estuviera en una película del cine mudo.
Un día tendría que acercarse a ella y decirle «Hace treinta y dos años y no sé cuántos días
que nos conocemos... ¿que cómo lo sé? por lo mismo que ahora te estoy contando que hace
tanto y tanto tiempo que nos conocemos, que nos saludamos cuando hemos coincidido en
las filas del cine, del teatro, del supermercado o del colegio, o cuando nos hemos ido
cruzando mientras bajas por la calle Aragón desde tu oficina de la empresa de seguros que
está en el número 36 y yo subo desde la mía, que se abre en la esquina con Magallanes, o
sales de la charcutería de Bittori o entro en la tienda de fotos. Lo sé porque hace treinta y
dos años y pico, a finales de junio, salías del salón de actos del instituto en el que
acabábamos COU y a ti se te cayó el diploma que acababas de ganar y yo te lo recogí y te di
la enhorabuena y me sonreíste con una sonrisa que aguanta aquí, inmaculada, casi treinta y
tres años, Leire. Porque sé tu nombre desde aquel día en que te llamaron al estrado para
felicitarte por ser la mejor estudiante del instituto Trueba de aquel curso y escuché tu
nombre y te vi llegar, aplaudiéndote desde el mismo escenario donde había subido, unos
minutos antes, gracias a mi humilde quinto puesto, que no me sacaba del anonimato pero
me ha hecho acreedor a casi treinta y tres años de saludos sin palabras y sin sentido...»
Todo eso tendría que decirle, sí, y decirle más; decirle que se llamaba Diego, por ejemplo y
decirle, saliendo de su congoja de más de tres décadas, que a todo ese tiempo de inexplicable
relación sin palabras quisiera ponérselas todas de golpe, contarle en tres o cuatro días esas
tres vidas, sus soledades, sus hijos y los de ella. Y cómo treinta y dos años después seguía
pasándole lo mismo cada vez que la veía, cómo le detenía la sangre el mismo pasmo absurdo,
el mismo pálpito acelerado en las sienes, plateadas sienes ya... Como hace un minuto,
cuando ella ha salido de la zapatería que hay bajo los arcos de la plaza y le ha saludado
desde lejos con ese gesto de las cejas y la eterna sonrisa. Y la ha seguido, disimulando
torpemente, hasta la puerta de los cajeros automáticos que están en la otra punta de la
misma plaza y se ha dispuesto a sacar un dinero que no precisaba en uno de los cuatro
dispensadores que hay allí, mientras ella lo hace en otro al lado, el más grande. La mira de
reojo y la ve dudar y piensa que es el momento, que se le va a acercar y decirle su nombre y
todo eso que siente desde hace treinta y dos años largos. Y ella, que parecía enredada con la
tarjeta de crédito, se vuelve de súbito y, antes de que él tenga tiempo siquiera de abrir la
boca, le pregunta: «Oye, Diego, ¿tú sabes cómo se hace para sacar entradas para el teatro
con la tarjeta?»
Cuando el silencio lastima en esa mirada agónica de desesperación, que revela toda la esencia de lo ya perdido, de lo
inexistente. Ese silencio que descubre la mentira de las palabras. Lo sórdido del engaño, causando a nuestro pesar una
liberación más que una carga.
Selene.
Selene.
Selene.
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