HUM PALI DAMMA

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© ART+DG By Andrés Gustavo Fernández 2009 / adncreadores@gmail.com

UN VIAJE
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DE MIL VIAJES
POR MI MENTE
POR
ANDREA FABIANA
MARQUÉS VILARDO
creadoresadn.blogspot.com
 HUM PALI DAMMA
UN VIAJE
DE MIL VIAJES
POR MI MENTE
POR
© ANDREA FABIANA MARQUÉS VILARDO
E-Mail: adncreadores@gmail.com
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PRIMER HORIZONTE
e una manera u otra, siempre elijo
dónde y cómo llegar. ¿Sabré, cuando lo hago, que es
así? Me pregunto de qué depende darme cuenta.
Parece simple, aunque por lo visto, llevo tiempo de
intento con logros y fallos en este recorrido.
Ahora estoy a punto de partir a un nuevo viaje, sé
hacia donde voy, sin embargo, no del todo sé con qué
me puedo encontrar. Lo mismo ocurre conmigo, me
descubro en cada actitud, si estoy atenta. Cada
situación, en algún momento, la genero y sólo
estando ahí, puedo comprender y saber cómo y
cuándo lo hice.
Veo mi equipaje, lo que necesito va más allá de las
formas tradicionales. Así lo simboliza cada una de los
elementos que escogí. Papel y lápiz que traducen
pensamientos. Algunos propios, otros, de guiones
ajenos, sin embargo a veces los veo sobre líneas.
Como suplentes en el verso, cuando no sé que decir y
una parte de mí algo necesita agregar. Con la idea de
no quedarse atrás. Cámara de fotos, para registrar las
imágenes que se presentan, como el retroproyector
de la forma que toma cada pensamiento. Un vehículo
qué conducir, el cuerpo. Para trasladarme en cada
guión que decido recorrer.
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© Fotografías by Andrea Fabiana Marqués Vilardo
La imaginación, lo que libera la creatividad para vivir
y sobrevivir. De lo contrario dejaría ahora de estar
aquí. En cada movimiento todo acompaña. Y hasta lo
que aún tengo que ver tiene sentido y lo encuentro en
el momento que retiro las gafas de la gran barata
social y utilizo mis propios ojos para reconocerlo.
Ahí es cuando me detengo a observar. En ese
momento, el peso del cuerpo queda suspendido,
como la tierra en el universo. Sin pesar. En cada
pensamiento hay una forma de expresión con
sentido, si se lo doy. De la misma forma que la tierra,
el agua, el sol, el viento, definen cada paisaje.
Como este que ahora puedo apreciar. El Uritorco.
Me pregunto cuantas veces estuve aquí y solo
encontré lo mismo cada vez. Cuantas veces repetí lo
mismo, una y otra vez. Y el hasta cuando… ¿Es lo que
condiciona un dogma? ¿La razón? ¿El yo? ¿El súper
Yo? ¿Un dios? ¿Mi dios? ¿Un padre, una madre, un
hermano, un amigo, un trabajo, un lugar? Acaso todo
o nada de lo que soy….
Puedo ver el cerro dentro del paisaje, se distingue
entre las montañas que lo acompañan. Sin embargo
eso no le quita valor a ninguna. De ahí que sus
nombres son diferentes y el significado, lleva en
esencia lo que las representa.

Esto me lleva a pensar que podría pasar lo mismo con

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los nombres de las personas. Entonces, en ese caso,
quizás mi nombre lleva el sentido del recorrido de mi
vida. Y al igual que una nota musical registra
vibraciones con cada melodía. Mi nombre, registre
vibraciones en cada experiencia. Y esto, acentuaría
aún más el valor de mis decisiones ahora que lo sé.

Y justamente, en este preciso momento, a mi

alrededor. Hay personas, una al lado de la de la otra,
se acompañan al igual que las montañas. Sin
embargo nos vemos como un rebaño que sigue un
pastor, con dirección y sentido definido, ahora me
pregunto, definido por quién y para qué?

A simple vista, parecemos ser de la misma especie.

Sin embargo, podría existir el valor individual que
nos diferencia a unos de otros. Y de echo, se que
existe, ya que en este colectivo cada uno tiene su
propio asiento y lo incómodo se genera en el
momento en que se ocupa el lugar equivocado. Que
de paso, tiene nombre y apellido.

Aquí todos vamos con la idea de escalar el Uritorco,

aunque quizás, la mayoría no sepamos aún,
realmente, para qué.

Llegamos a la base del cerro, estamos aguardando

para ingresar y ser registrados como si lleváramos
impreso un código de barras. Determinado por
patrones establecidos que solo pueden manejar el
sentido del rebaño como tal, sin diferencias, según el
fin privado que explota el recurso natural, al parecer,
apto para todo público.

Así se define aquí el derecho de admisión. Reglas que

condicionan, en apariencia, para mantener y
resguardar la estructura que hace posible la
existencia del lugar. Valorándolas en dinero que
decide por la indiferencia, que no marca diferencia.
Aprovechando de esta manera la situación. Dan la
posibilidad de pertenecer, o acceder. A lo que se
genera como necesidad popular. En este caso,
escalar el Cerro.

Mientras observo esta situación, llegó mi turno. Y

según los requisitos establecidos por quienes crean
el derecho de administrar la naturaleza con fines
personales, poseídos mediante contratos basados en
leyes creadas para el fin caratulado. La manipulación
de obtener beneficios limitados al dinero, por medio
de recursos ilimitados, como la naturaleza. No
reconocen el código de barras como apto. Y deciden
negarme el ingreso.

Esta situación, inesperada, desmoronó la ilusión que

me traía al parecer hasta aquí.

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UN VIAJE DE MIL VIAJES POR MI MENTE

Me detengo en el mismo instante que siento

desilusión, tristeza, dolor, enojo, impotencia. Respiro
profundo, y aunque casi ya con poco ánimo, me
pregunto al mismo tiempo; si realmente sé hacia
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donde voy. O acaso esta situación es una señal más
para ver qué es posible cambiar la dirección más allá
de lo establecido.

Qué hay detrás de las actitudes de los demás, detrás

de lo que expresan mis emociones por ellas. Qué
existe más allá de lo que debe ser. ¿Será ese el lugar
en donde existo realmente para definir mi propio
sentido cuando lo creo?

Qué pasaría si trasciendo el combo emocional que

habitualmente llega a distraerme. Quizás no sienta
impotencia de que otro decida por mí, ya que no sería
posible si ahí habitan mis propias palabras, mi propia
verdad. Lo que tantas veces evité decir o hacer
porque es diferente. Y existe la mala idea de creer que
lo raro es cualidad de los bichos. Cosa quizás poco
probable ya que ellos no se preocupan de ser
diferentes. Lo son.

Puedo estar en el mismo paisaje. Y ser la protagonista

principal de la obra de vivir de manera diferente con
el arte de girar. Y lo que aparentaba ser un momento
desagradable, se transforma en una aventura. Con la
posibilidad de descubrirme y descubrir lo que
desconozco.

Levanto la mirada, a mi alrededor, hay posibilidades.

No solo una, sino la que elija.

Decido bajar a la orilla del rio seco que acompaña

este cordón montañoso, al parecer un camino
desolado, sin un final marcado. El sol penetra con
profundidad cada una de las piedras que lo forman.
Todo se ve diferente. Sin embargo cada cosa ocupa su
lugar. No tengo dudas de hacia dónde voy, más allá de
desconocer lo que se presente hasta que lo
reconozca. Y sé, que cada situación es una
posibilidad de crear mi propia experiencia más allá
del condicionamiento. Así lo aprendí.

Ahora comprendo que es difícil, casi imposible,

definir cuando comenzó esta travesía. Sin embargo,
encuentro el comienzo de cada oportunidad. El
renacer en cada final. El darme cuenta con cada
elección que tomo en mi sentido. Y desde este lugar
en donde todo está dispuesto sin definición, como un
recién nacido experimentado pero dispuesto. Con los
ojos bien abiertos, y la atención despierta por
conocer. Comienzo a andar nuevamente.

Me intriga saber qué podré encontrar en este viaje y

que utilidad le voy a dar. Y como sólo podré saberlo
estando ahí, ahí es a donde me dirijo ahora.

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