Sunteți pe pagina 1din 6

Colegio de Abogados del Perú

Código de Ética Profesional


Sección I
Disposiciones Generales
Art. 1.- El abogado es un colaborador del juez en el ejercicio de sus funciones.
Art. 2.- La misión fundamental del abogado consiste en defender y aconsejar a sus
clientes con diligencia y en sostener el derecho y la justicia.
Art. 3.- El abogado debe mantener incólumes el honor y la dignidad profesional. Tiene,
por tanto, no sólo el derecho sino el deber de reprochar y denunciar la conducta
irregular de colegas, jueces y funcionarios públicos ante quien corresponda.
Art. 4.- El abogado que ejerce la profesión dentro de las normas de este Código se
hace acreedor de la consideración y respeto de la colectividad y principalmente de
quienes dentro de ella tienen la función de conservar el orden jurídico.
Art. 5.- El abogado goza de absoluta libertad para aceptar o rechazar los asuntos que
se le sometan, sin expresión de causa, salvo el caso de nombramiento de oficio, en
que su renuncia debe ser justificada. No deben influir en su decisión el interés
personal, el monto pecuniario del asunto, ni el poder y la fortuna de los interesados.
Art. 6.- El abogado goza de libertad para decidir si asume o no la defensa de un
acusado, cualquiera que sea su opinión sobre la culpabilidad de éste. En caso de
aceptar la defensa, debe esforzarse, empleando medios lícitos y morales, en obtener
el resultado más favorable a su patrocinado. El deber primordial del abogado que
tenga a su cargo demostrar la responsabilidad de un inculpado, es conseguir que se
realice la justicia.
Art. 7.- El abogado debe abstenerse de opinar o defender en los juicios en que ha
intervenido como juez o en que haya actuado directa o indirectamente a favor de la
parte contraria, así como en todos los procesos conexos.
Art. 8.- El abogado debe actuar con prudencia, honestidad y buena fe. No puede, por
lo tanto, aconsejar la comisión de actos dolosos, afirmar o negar con falsedad, hacer
citas inexactas, incompletas o maliciosas, ni realizar acto alguno que estorbe o
distorsione la administración de justicia.
Art. 9.- En la formación o incremento de su clientela, el abogado no empleará recursos
extraños a su capacidad profesional, como recurrir a fomentar pleitos, garantizar o
exagerar sus posibilidades de éxito, provocar publicidad en su propio elogio y otros
medios análogos. Lo expuesto es sin perjuicio de la publicación de avisos o lista de
abogados meramente indicativos.
Art. 10.- Es contrario al decoro y a la dignidad profesional que el abogado utilice
intermediarios que le busquen clientes mediante el pago de una comisión.
Art. 11.- Falta gravemente al honor y a la ética profesional el abogado que directa o
indirectamente, soborne o corrompa a un empleado o funcionario público o ejerza
sobre él coacción que pueda extraviar o perturbarlo en el fiel cumplimiento de sus
deberes. El abogado a quien le conste un hecho de esta naturaleza tiene el deber de
ponerlo en conocimiento del Colegio.
Art. 12.- El abogado debe abstenerse de recursos y gestiones que retarden
injustamente el procedimiento o que ocasionen perjuicios.
Art. 13.- Está en desacuerdo con la dignidad profesional absolver consultas o emitir
opinión sobre casos de interés particular mediante periódicos, radio, televisión o
cualquier otro medio de publicidad, con o sin remuneración.
Art. 14.- El abogado no debe utilizar la prensa ni ningún otro medio de comunicación
para discutir los asuntos que se le encomienden, ni dar publicidad a las piezas de los
expedientes, salvo para efectuar rectificaciones cuando la justicia o la moral lo exijan o
cuando el litigio sea contra el Estado y verse sobre una garantía constitucional que se
considere violada.
Art. 15.- Concluido un proceso, podrá el abogado, con el consentimiento del cliente,
publicar los escritos, resoluciones y constancias de actas, así como comentarlos en
forma ponderada y respetuosa. Lo expresado en el artículo 14 no se refiere a los
comentarios e informaciones exclusivamente científicos publicados en revistas
profesionales, los que se regirán por los principios generales de la moral. Se omitirán
los nombres propios, si la publicación puede perjudicar a una persona en su honor o
prestigio.
Art. 16.- El secreto profesional constituye, a la vez, un deber y un derecho. En relación
con los jueces y demás autoridades constituye un derecho, que debe invocarse
mediante la exigencia o petición de no formular declaraciones de cualquier naturaleza
que afecten el secreto profesional. En relación con el cliente, se trata de un deber
fundamental, que subsiste después de que se ha dejado de prestar el servicio.
Art. 17.- La obligación de guardar el secreto profesional se extiende a las confidencias
hechas por terceros en razón de su ministerio y a las derivadas de las pláticas para
realizar una transacción que fracasó. El secreto comprende igualmente la confidencia
de los colegas.
Art. 18.- El abogado no debe intervenir en asuntos que puedan conducirlo a revelar un
secreto, ni utilizará en provecho propio o el de su cliente las confidencias que haya
recibido en el ejercicio de su profesión, salvo que obtenga el consentimiento previo y
por escrito del confidente.
Art. 19.- La obligación de guardar el secreto profesional se extiende a los asuntos que
el abogado conozca por trabajar asociado con otros abogados, o por intermedio de los
empleados o dependientes de éstos.
Art. 20.- El abogado que sufra injustificado agravio de su cliente, del que derive una
acción judicial, estará dispensado de la obligación de guardar el secreto profesional
hasta donde sea indispensable para su defensa.
Art. 21.- Cuando un cliente comunica a su abogado la intención de cometer un delito,
éste podrá, conforme a su conciencia, hacer las revelaciones necesarias para prevenir
los daños morales o materiales que puedan derivarse de su consumación.
Art. 22.- La puntualidad es deber del abogado en todos sus actos profesionales y,
particularmente, en lo que se relaciona con la citación de los tribunales y las reuniones
con clientes y colegas.

Sección II
Relación de los Abogados con los Tribunales y demás Autoridades

Art. 23.- El abogado deberá prestar constantemente su apoyo a la Magistratura,


cuya alta función requiere la asistencia de la opinión forense, sin perjuicio de su
autonomía y del libre ejercicio de la profesión.
Art. 24.- Es deber del abogado procurar, por intermedio de su Colegio, que los
nombramientos de los magistrados se basen exclusivamente en la aptitud para
el cargo y no en razones políticas o de otro orden. También es su deber
denunciar ante el Colegio de Abogados los casos en que los magistrados
carezcan de algún requisito legal para desempeñar su función y cuando pongan
en riesgo su imparcialidad como juzgadores.
Art. 25.- Si se produjera fundado motivo de queja contra un magistrado, el
abogado deberá presentarlo a las autoridades correspondientes o al Colegio. Lo
expuesto anteriormente es aplicable con relación a cualquier funcionario ante
quien los abogados deben actuar.
Art. 26.- Cuando un abogado ha cesado en la magistratura o en algún otro cargo
público, no debe aceptar el patrocinio de asuntos en los que intervino con
carácter oficial. Tampoco patrocinará casos semejantes a otros en los cuales
expresó opinión diversa en su carácter de funcionario, mientras no justifique su
cambio de criterio.
Art. 27.- Durante un plazo no menor de un año el abogado se abstendrá del
patrocinio ante el tribunal o dependencia oficial a que perteneció.
Art. 28.- Ningún abogado debe ejercitar influencia sobre el juzgador, sea
apelando a vinculaciones políticas o de amistad, usando recomendaciones,
aprovechándose de superiores jerárquicos o en cualquier otra forma que no sea
la de convencer con razonamiento.
Art. 29.- Ningún abogado debe permitir que sus servicios profesionales o su
nombre faciliten o hagan posible el ejercicio de la abogacía por quienes no están
legalmente autorizados para ello.
Art. 30.- No debe el abogado firmar escritos en cuya redacción no haya tomado
parte, ni tampoco colaborar en defensas que no estén a su cargo, salvo que
dirija a persona no letrada en lugares o procedimientos en que la defensa no es
cautiva.

Sección III
Deberes y Derechos del Abogado Respecto a sus Clientes
Art. 31.- El abogado está obligado a servir a su cliente con decisión y empeño, sin
temor de provocar animadversiones o represalias de autoridades o particulares.
Ninguna circunstancia deberá coactar su libertad y su conciencia y no podrá
exculparse de un acto ilícito atribuyéndolo a instrucciones del cliente.
Art. 32.- Antes de iniciar un proceso o durante el mismo y en el momento en que lo
considere oportuno, el abogado procurará resolver el conflicto propiciando una
equitativa conciliación.
Art. 33.- El abogado está en el deber de informar al cliente de los riesgos,
incertidumbres y demás circunstancias que puedan comprometer el buen resultado del
proceso.
Art. 34.- Las relaciones del abogado con sus clientes deben ser personales o por
intermedio de personas autorizadas, estando impedido de aceptar el patrocinio por
otros medios, excepto cuando intervengan instituciones que tutelen o asistan a los
pobres.
Art. 35.- El convenio para patrocinar a una persona jurídica no obliga al abogado a
prestar sus servicios en los asuntos particulares de las personas naturales que la
integran o representen.
Art. 36.- El abogado debe informar inmediatamente a quien solicite sus servicios, de
las relaciones que pueda tener con la otra parte y de cualquier interés que tuviere en el
asunto y, en general, de las circunstancias en que se encuentra y que puedan
considerarse adversas a quien demanda su patrocinio.
Art. 37.- Una vez aceptado el patrocinio de un asunto, el abogado no puede
renunciarlo ni abandonarlo sino por causa justificada que haya sobrevenido o que sea
conocida con posterioridad a la aceptación. El abogado, al renunciar, debe cuidar de
no dejar indefenso a su cliente.
Art. 38.- El abogado puede ser sustituido por su cliente en cualquier tiempo,
haciéndole conocer su decisión y abonándole de inmediato sus honorarios pendientes.
Art. 39.- El abogado no debe aconsejar la realización de ningún acto fraudulento ni
instruir a su cliente o testigos para que tergiversen o eludan sus respuestas en sus
declaraciones. Tampoco debe ofrecer testigos falsos, ni tratar de sobornar a los
auxiliares de justicia par que incumplan sus deberes de función.
Art. 40.- El abogado no puede intervenir en defensa de una parte en una causa en la
que le ha dado consejo a la otra parte, ni a alguna de ellas después de haber
patrocinado a ambas mientras formaban una "litis consorcio" que posteriormente sea
disuelta. Tampoco podrá patrocinar, simultánea ni sucesivamente, a una parte cuando
patrocinaba o ha patrocinado, directa o indirectamente a la otra, dentro del mismo
proceso.
Art. 41.- Cuando al solicitarse los servicios de un abogado exista alguna circunstancia
que pueda restar su independencia a su labor o hacer dudosa su imparcialidad o
cuando se presenta durante el desempeño del patrocinio, el abogado deberá ponerlo
en conocimiento del cliente, para que decida si continúa con sus servicios.
Art. 42.- Desde el momento en que el abogado es consultado sobre un asunto legal,
inclusive aun cuando no haya absuelto la consulta, está impedido de aceptar el
patrocinio de la otra parte.
Art. 43.- El abogado debe procurar que su cliente mantenga la debida compostura y
guarde respeto a los magistrados y funcionarios, y a la contraparte, sus abogados y a
los terceros que intervengan. El abogado debe renunciar al patrocinio si el cliente fuera
rebelde en el cumplimiento de esta norma.
Art. 44.- Cuando el abogado descubre en el juicio una equivocación en el juez o
impostura de cualquier índole que beneficien injustamente a su cliente, deberá
comunicársela para que solicite la rectificación y renuncie al provecho que se pudiera
obtener. Si el cliente rechaza esta indicación, podrá el abogado renunciar al patrocinio.
Art. 45.- Falta gravemente al honor y a la ética profesional el abogado que directa o
indirectamente trate de sobornar o corromper a una persona o haga valer su influencia
o amistad a su favor, contra la ley o el mérito de lo actuado.
Art. 46.- Antes de iniciar su gestión profesional el abogado debe concertar con el
cliente el monto y forma de pago de sus honorarios.
Art. 47.- Al estimar sus honorarios el abogado debe tener presente que el objeto
esencial de la profesión es servir a la justicia y colaborar en su administración, sin
hacer comercio de ella. Debe cuidar, por lo tanto, que su retribución no sea excesiva ni
diminuta, pues ambos modos son contrarios a la dignidad profesional.
Art. 48.- Para la estimación del monto de sus honorarios, el abogado debe
fundamentalmente atender a lo siguiente:
1.
La importancia de los servicios;
2.
La cuantía del asunto;
3.
El éxito obtenido y su trascendencia;
4.
La novedad o dificultad de las cuestiones jurídicas debatidas;
5.
La experiencia, reputación y especialidad del abogado;
6.
La capacidad económica del cliente, considerando que su pobreza obliga a cobrar
menos y aún a no cobrar retribución, si está debidamente establecida;
7.
La posibilidad de resultar el abogado impedido de intervenir en otros asuntos o de
desavenirse con los clientes o con terceros;
8.
Si los servicios profesionales son eventuales, fijos o constantes;
9.
La responsabilidad que se derive para el abogado de la atención del asunto;
10.
El tiempo empleado en el patrocinio;
11.
El grado de participación del abogado en el estudio, planteamiento y desarrollo del
asunto;
12.
Si el abogado solamente patrocinó al cliente o si también lo sirvió como mandatario;
13.
El lugar de la prestación de los servicios, fuera o no del domicilio del abogado;
14.
Los honorarios acostumbrados a similares servicios, pero sin que las tarifas deban
considerarse como la única guía para hacer la estimación.
Art. 49.- El pacto de cuota litis no es reprobable, salvo en asuntos para los que la ley
los prohíbe o para los juicios de alimentos, en cuanto a las pensiones por devengarse.
El pacto deberá celebrarse sobre bases justas y sólo cuando el cliente no pueda pagar
los honorarios en otra forma, debiendo hacerse constar por escrito antes de iniciarse el
patrocinio, con observancia de las siguientes reglas:
1.
La participación del abogado nunca ha de ser mayor que la del cliente;
2.
El abogado, en las situaciones previstas en los art. 43 y 44, tendrá la facultad de
separarse del patrocinio o del mandato y del mismo modo el cliente quedará facultado
para retirar el asunto y confiarlo a otro abogado. En ambos casos al abogado le asiste
el derecho de cobrar una cantidad proporcional a sus servicios y a la participación
convenida, siempre que resulten beneficios a consecuencia de su actividad
profesional;
3.
Cuando las pretensiones en litigio resulten anuladas por transacciones, el abogado
podrá exigir el pago de honorarios comunes por los servicios prestados, o la
proporción del pacto de cuota litis, si fuera más alta;
4.
Si el asunto no tuviera solución favorable, el abogado no cobrará honorarios, pero si
podrá solicitar el reintegro de los gastos directos en que hubiese incurrido.
Art. 50.- En principio el abogado no debe costear los gastos del asunto que se le ha
encomendado, salvo cuando haya pacto de cuota litis. Sin embargo, cuando el cliente
carezca de recursos, podrá el abogado convenir en anticipar tales gastos, pero con
cargo de reembolso, no debiéndose estipular el pago de una suma elevada para
gastos, ni confundir estos con los honorarios.
Art. 51.- Fuera del pago de cuota litis, el abogado no debe tener interés pecuniario de
ninguna clase sobre la materia del juicio que patrocina.
Art. 52.- El abogado debe evitar toda controversia con el cliente acerca de sus
honorarios, hasta donde sea compatible con su dignidad profesional y con su derecho
a una adecuada retribución por sus servicios. En caso de surgir controversia, el
abogado debe proponer el arbitraje del Colegio. Si se viera obligado a demandar al
cliente, será preferible que se haga representar por un colega.
Art. 53.- El abogado dará aviso inmediato al cliente acerca de los bienes y dinero que
recibe para éste, y se los entregará tan pronto le sean solicitados. La simple retención
de dichas sumas o valores constituye falta grave a la ética profesional.
Art. 54.- El abogado sujeto a sueldo no está impedido de negar su patrocinio en causa
de su empleador que no considere justa y su negativa no constituye incumplimiento de
su contrato de trabajo, pues es inherente a su libertad de conciencia.
Sección IV
Relaciones de los Abogados con sus Colegas y con la Parte Contraria
Art. 55.- Entre los abogados debe primar la fraternidad y solidaridad que enaltece la
profesión y el respeto recíproco, sin que influya en ellos la animadversión de las
partes. En consecuencia, los abogados se abstendrán cuidadosamente de
expresiones descorteses, insultantes, malévolas o injuriosas, de hacer comentarios
desfavorables a la actuación de sus colegas, y de aludir a antecedentes personales,
ideológicos, políticos o de cualquier otra naturaleza. En ningún caso, ni por apremio de
sus clientes, el abogado debe apartarse de los dictados de la decencia y del honor y
está en el deber de facilitar a sus colegas la solución de inconvenientes momentáneos,
cuando estén imposibilitados de intervenir por razones que no les sean imputables,
tales como enfermedad, ausencia imprevisible o duelo.
Art. 56.- El abogado no debe intervenir en un asunto ya iniciado, sin haber
comprobado previamente que el cliente ha notificado el cambio del patrocinio ante su
anterior defensor, salvo que le conste que éste ha renunciado o que se encuentre
imposibilitado de seguir ejerciendo. En todo caso, el abogado tiene la obligación de
reconocer al cliente que abone o reconozca los honorarios del colega a quien ha
sustituido y de cerciorarse que su recomendación ha sido atendida.
Art. 57.- El abogado no debe entrar en relaciones con la parte contraria sino por
conducto o conocimiento previo del abogado de aquella y con el consentimiento de su
cliente.
Art. 58.- El abogado puede entrevistar libremente a los testigos y peritos de una causa
civil o penal en que intervenga, pero no debe inducirlos por medio alguno a que se
aparten de la verdad.
Art. 59.- El abogado no debe realizar gestiones para desplazar a un colega o sustituirlo
en cualquier cargo profesional. Tampoco debe participar o inmiscuirse en asuntos que
dirija otro colega, sin su previa conformidad.
Art. 60.- Los convenios celebrados entre abogados deben ser estrictamente cumplidos
y constarán por escrito, sin que dejen de cumplirse celosamente aquellos que
hubiesen sido convenidos verbalmente.
Art. 61.- No constituye falta de confianza cuando el cliente le proponga al abogado la
intervención de otro colega en el asunto que le ha encomendado y, por regla general,
ha de aceptar esta colaboración. Si el primer abogado objetara la propuesta, el
segundo se
abstendrá de intervenir; pero este podrá hacerse cargo del patrocinio si el anterior
defensor se aparta del asunto.
Art. 62.- Cuando los abogados que colaboren en un caso no pueden ponerse de
acuerdo respecto de algún punto fundamental para los intereses del cliente, le
informarán de inmediato a este respecto del conflicto de opiniones, a fin de que
resuelva lo pertinente. La decisión del cliente será aceptada, a no ser que la
naturaleza de la discrepancia impida cooperar en debida forma al abogado cuya
opinión fue rechazada, en cuyo caso deberá solicitar al cliente que lo releve.
Art. 63.- El abogado no debe entrevistarse con la parte contraria ni con su abogado,
sin la previa autorización de su cliente.
Art. 64.- En la entrevista entre el abogado y la parte contraria, deberá estar presente el
abogado de esta última.
Art. 65.- Sólo entre abogados está permitida la distribución de honorarios y siempre
que se base en la colaboración para la prestación de los servicios y en la correlativa
responsabilidad.
Art. 66.- El abogado sólo podrá asociarse para ejercer la profesión con otros abogados
y en ningún caso con el propósito ostensible o implícito de aprovechar indebidamente
su influencia para conseguir asuntos.
Art. 67.- Constituye secreto profesional todo asunto que se trate y exponga en las
tentativas de transacción. Puede, empero, revelarse que la transacción se encuentra
en trámite como fundamento para la suspensión temporal de un proceso.
Art. 68.- Es deber imperativo del abogado prestar, con el mayor entusiasmo y
dedicación, su concurso personal para el mejor éxito de los fines colectivos del Colegio
al que pertenezca. Los encargos o comisiones que se le confíen deben ser aceptados
y cumplidos, pero mediante causa justificada podrá excusarse.
Art. 69.- El abogado está particularmente obligado a dirigirse al Decano y a los
miembros de la Junta Directiva del Colegio con el respeto que merece su investidura,
sin perjuicio de presentar los reclamos a los que estima tenga derecho. Cualquier
agravio contra el Decano y quienes integran la Junta Directiva será sancionado con las
medidas disciplinarias establecidas en el Estatuto del Colegio.
Art.70.- Ningún convenio destinado a enervar los alcances de este Código será valido.
Sección V
Procedimiento y Medidas Disciplinarias
Art. 72.- El procedimiento conforme al cual se ventilarán las denuncias por infracción
del Código de Ética Profesional, así como las medidas disciplinarias aplicables, están
establecidos en el Estatuto del Colegio.

S-ar putea să vă placă și