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REVISTA DE FILOSOFÍA

Volumen 64, (2008) 183-191

SENTIDO Y LÍMITES DE LA RACIONALIDAD


EN LA QUÍMICA 1

Luis Flores Hernández


Pontificia Universidad Católica de Chile
lfloresh@puc.cl

Resumen
Me circunscribo a la química, en cuanto ciencia empírica natural. Aquélla com-
prende el mundo como totalidad de fenómenos químicos y abstrae de estos los
objetos químicos. Examino los confines de la química, entendidos como límites
estructurales, cognitivos y a priori. Ahora bien, la investigación química se rea-
liza en campos de experimentación observacional, donde interactúan el obser-
vador químico, el lenguaje científico (tecnolecto) de la química, los sensores
químicos y los fenómenos químicos. Por lo tanto, examino los confines de cada
uno de estos factores.

PALABRAS CLAVE: química, fenómeno y objeto químicos, campo de experimenta-


ción observacional, observador químico, tecnolecto químico, sensor y fenóme-
no químicos; confín como límite estructural, cognitivo y a priori.

Abstract
I restrict myself to Chemistry, as a natural empirical science. That one
understands the world as a totality of chemical phenomena and it abstracts
from these one the chemical objects. I examine the boundaries of Chemistry, as
structural, cognitive and a priori limits. Now then, chemical research takes
place as observation-experimentation fields, where chemical observer, scientific
language of Chemistry, chemical sensors and phenomena interact. Therefore,
I examine the boundaries of everyone of these factors.

K EYWORDS : Chemistry; chemical phenomenon and object; observation


experimentation field; chemical observer, scientific language of Chemistry;
chemical sensor and phenomenon; boundary as structural, cognitive and a priori
limit.

1
Este artículo ha sido escrito como parte del Proyecto Fondecyt Nº 1050873. Marzo 2008. Agra-
dezco los comentarios del Prof. Dr. Alejandro Toro de la Facultad de Química de la PUC y de la
Academia de Ciencias.
Revista de Filosofía Luis Flores Hernández

Preguntarse por el sentido y los límites de la Química es infrecuente en la


Filosofía de las Ciencias, pero resulta un camino novedoso y arriesgado. El
químico teórico José Luis Villaveces se pregunta: “¿Por qué los filósofos de la cien-
cia se interesan tan poco por la Química?”(Villaveces 2000, p.9) Y constata que “los
trabajos de filosofía de las ciencias se consagran en una inmensa mayoría a la filosofía
de la física y en una minoría a la filosofía de la biología” (Idem, ibíd.). Por lo tanto, a
mi juicio, desarrollar una epistemología de la química significa atender al eslabón
perdido entre la física y la biología. Al respecto, O. Lombardi y M. G. Labarca se
preguntan por qué la química ha sido en gran medida ignorada por los filósofos de la
ciencia (Lombardi y Labarca 2004, p.51). Y señalan: “Si bien la química siguió un
desarrollo independiente de la física, el impactante éxito de la mecánica cuántica lle-
vó a suponer que la química puede reducirse completamente a la física” (ídem, ibíd).
Así, “mientras que la física es concebida como una ciencia ‘fundamental’ que descri-
be la realidad en sus aspectos más profundos, la química resultaría ser una ciencia
meramente ‘fenomenológica’ que sólo describe los fenómenos tal como se nos
presentan”(Lombardi y Labarca, p. 52). Plantean finalmente que la defensa de la au-
tonomía de la química y de la legitimidad de la filosofía de la química “exige una
perspectiva filosófica radicalmente diferente que permita el rechazo no sólo de la
reducción epistemológica, sino también de la reducción ontológica” (ídem, ibíd).
Entiendo la química como “la ciencia que estudia la composición, la estructura
y las propiedades de las substancias, y las reacciones por las que una de éstas se
convierte en otra” (Spencer, Bodner y Richard 2000, p. 1). Ahora bien, todas las
sustancias son materia y, para la química, “la materia se define como todo lo que tiene
masa y ocupa espacio” (ídem, p. 4). En otra versión de la definición de la química, J.
Schummer sostiene que la química atinge a redes químicas, cuyos nudos o nodos son
las sustancias puras y que la forma de referirse a ellas es mediante las fórmulas estruc-
turales (Schummer 1998). A su vez, la materia se divide en sustancias puras y mez-
clas. Las primeras en elementos y compuestos. A su vez, los elementos se subdividen
en elementos atómicos y elementos moleculares. Y los compuestos se subdividen en
compuestos moleculares y compuestos iónicos. Las sustancias puras tienen composi-
ción constante, a diferencia de las mezclas. A su vez, los compuestos contienen más
de un elemento combinado químicamente en proporciones fijas. Dividir los com-
puestos supone acceder a la molécula, entendida como grupo “de átomos enlazados
entre sí, que existe en forma de una partícula discreta” (Spencer, Bodner y Richard
2001, p. 5).
Según otra versión más actual de la definición de molécula, ésta “is a collection
of atoms with characteristic properties linked by a network of bonds that impart a
structure” (Bader 2005, p. 819). Entonces, los compuestos pueden ser moleculares, si
están formados por partículas eléctricamente neutras, o bien iónicos, “que están for-
mados por partículas con cargas eléctricas positivas y negativas, las cuales forman
una red tridimensional, y no son partículas discretas como en las moléculas” (Spencer,
Bodner y Richard 2001, p. 6). Ahora bien, una noción crucial en química es la de
átomo, la cual supone partículas subatómicas como los electrones, los protones y los
neutrones. Estos dos últimos conducen a partículas más pequeñas, llamadas quarks.

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El número atómico designa la cantidad de protones en el núcleo del átomo. Por lo


tanto, la cantidad de protones en el núcleo de un átomo es lo que determina la identi-
dad del átomo. Una noción asociada a lo anterior es la de número masa, consistente
en la suma de protones y neutrones en el núcleo del átomo.
Independientemente de los aspectos de aplicación y tecnológicos de la quími-
ca, ésta es una ciencia teórica con pleno valor cognitivo. Concuerdo con A. Tontini
cuando afirma: “Assembling a molecule is first of all a cognitive act. Any chemical
synthesis bears evidence of a formal disposition inherent in matter independently of
human thought or will” (Tontini 2004, p. 9).
La química como ciencia experimental se constituye con observadores-experi-
mentadores químicos que detectan fenómenos químicos mediante sensores químicos
y mediante un tecnolecto químico. La investigación química se expresa en campos
observacionales-experimentales, donde interactúan observadores, fenómenos, sensores
y tecnolectos. Sin embargo, estos sistemas finitos de interacción toman la forma de,
por ejemplo, laboratorios, donde dichos factores interactúan.
Examinaré el comportamiento de estos sistemas, en cuanto poseen límites es-
tructurales, esto es, descriptivos; cognitivos, es decir, relacionados con el conoci-
miento; y a priori, esto es, independientes de la experiencia. Llamo confines a los
límites que son a la vez estructurales, cognitivos y a priori.
Ahora bien, la química realiza procesos de abstracción, más aun, de idealiza-
ción para establecer objetos en el sentido teórico. Entonces, la química no solo se
puebla de átomos, protones, neutrones y electrones, sino también de isótopos, meta-
les, no-metales, y semimetales (metaloides). H2O y NaCl son objetos puros, abstraí-
dos de los fenómenos químicos. Y estos son ya recortados de los entes reales de la
vida cotidiana: el agua, el agüita, la sal de mesa.
El observador en química no es puramente contemplativo, pues o establece un
comportamiento experimental intencional respecto de los fenómenos o, malgré lui,
no puede dejar de afectarlos. En el nivel cuántico, el observador químico afecta el
movimiento de lo observado y, más aun, lo afecta en su temperatura, pues le extrae
energía. En ese sentido, ni el observador puro ni el experimentador puro existen, pues
son límites asintóticos.
Examino entonces los confines de cada uno de los factores considerados en
cualquier campo observacional-experimental de la química. En primer lugar, en lo
que se refiere a los confines del observador:

1. Todo observador químico está inscrito en un contexto político, social y económi-


co, cuyo contenido material es históricamente cambiante y contingente, pero su
presencia como factor formal es constante e inevitable. La investigación de Pasteur
está relacionada con la industria de la cervecería y de los quesos. Lavoisier es
nombrado “regisseur des poudres et salpêtres” y entonces instala su laboratorio,
uno de los centros científicos más prestigiosos de Europa, en el Arsenal de París.

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2. Todo observador químico está inscrito en un horizonte cultural. Véase en Lavoisier


cómo la creación de un nuevo lenguaje para la química es posible por la influencia
del filósofo Etienne Bonnot, abate de Condillac, en cuanto que para éste la ciencia
es una lengua perfecta. En el Discours préliminaire de su Traité élémentaire de
Chimie, Lavoisier dice:“C’est en m’occupant de ce travail, que j’ai mieux senti
que je ne l’avois, encore fait jusqu’alors, l’évidence des principes qui ont été
posés par l’ Abbé de Condillac dans sa logique,& dans quelques autres ouvrages…
Et en effet tandis que je croyais ne m’occuper que de Nomenclature, tandis que je
n’avois pour objet que de perfectionner le langage de la Chimie, mon ouvrage
s’est transformé insensiblement entre mes mains, sans qu’il m’ait été possible de
m’en défendre, en un Traité élémentaire de Chimie”.
3. Todo observador se inscribe en un estadio de desarrollo de la química, que puede
tomar la forma de paradigma (Kuhn) o de research-program (Lakatos). Lavoisier
inaugura una química neumática en la que el rey sol es el oxígeno y en la que el
flogisto se bate en retirada a partir de 1783. Finalmente, aunque propiamente no
se puede hablar aún de ciencia química, no da lo mismo ser un observador en la
atomística griega de Leucipo y Demócrito que en la alquimia medieval.
4. El observador químico no es impermeable a las interacciones con el fenómeno
químico observado. Este afecta inevitablemente al observador. Si éste desarrolla-
ra una protección completa, ni siquiera el fenómeno químico podría ser advertido.
5. El observador químico está estructurado con capacidades gnoseológicas universa-
les e individuales. La mente del químico establece conceptos como metal, no-
metal y semimetal (metaloide). Y estos conceptos pueden estar fundados en es-
tructuras categoriales más ínsitas a la mente (véase las categorías de Kant). Las
capacidades individuales tienen que ver con el éxito o el error humano. Ya J. H.
Lambert, en su Photometria de 1760 hablaba de “los fallos de la observación”. A.
Tontini hace suyo este límite, señalado antes por el cosmólogo J. B.Hartle: “a
third kind of limit [concerning] our ability to know theories through the process
of induction and test” (Tontini 2004, p. 2).

En cuanto a los sensores químicos, tomemos el ejemplo del microscopio de


barrido por tunelaje:

1. Todo microscopio posee una resolución dentro de un rango. El rango por defini-
ción no es nulo, ni es infinito. Este rango es siempre mejorable tecnológicamente,
pero es siempre un segmento, por ende, finito.
2. La precisión nunca es total, es solo aproximativa. Así, el concepto de aproxima-
ción deviene altamente significativo: “The issue of approximations is mostly
neglected in the philosophy of science, and sometimes misinterpreted. The paper
demonstrates that approximations are in fact in the core of some recent discussions
in the philosophy of chemistry: on the shape of molecules, the Born-Oppenheimer
approximation, the role of orbitals, and the physical explanation of the Periodic
Table of Elements” (Ostrowsky 2005, p. 101).

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3. El fenómeno químico ocurre en t, pero a través del circuito del sensor químico, el
ojo humano registra en t’, por lo tanto, hay siempre un desfase y, por ende, la
información no es simultánea. Este límite cobra especial importancia en la
microquímica y en la emergente nanotecnología
4. La calibración de un microscopio de este tipo es solo aproximada y sería perfecta
solo en un microscopio ideal de barrido por tonelaje. Todo microscopio real existe
en un contexto real (por ejemplo, un laboratorio), el que supone siempre
interferencias en el sensor químico.
5. La impermeabilidad del microscopio en cuestión a las interferencias del fenómeno
y del observador químico es solo relativa. No es posible neutralizar totalmente los
efectos del entorno ambiental del sensor químico. Si fuera posible, entonces el
fenómeno químico no sería captable.
6. La tecnología de este microscopio de barrido por tunelaje supone la óptica cuántica
como condición de posibilidad. Por lo tanto, es imposible una captación neutra de
los fenómenos químicos sin presuposiciones teóricas. Esta tesis ha sido confirma-
da por D. Baird: “over time, scientific knowledge becomes embedded in instruments
in ways that allow the instruments to survive the replacement of theories” (Pitt
2005, p. 98).

Junto al microscopio de barrido por tunelaje, han existido y existen otros


sensores en la química, respecto de los cuales hay que examinar sus límites específi-
cos: el espectroscopio, el colorímetro, la balanza analítica, el polarímetro, las sondas
basadas en proteínas fluorescentes verdes, etc.
En el caso del lenguaje de la química, hay un filtro simbólico para registrar y
clasificar los fenómenos químicos. Por ejemplo, el sistema periódico de Mendeléiev
está estructurado por el número atómico, esto es el número de protones del núcleo, y
he ahí la identidad de los elementos. La fórmula química H2O establece un simbolismo
para una estructura ideal, que no es el agua real del río o del lavabo. En el simbolismo
del sistema periódico de los elementos, los renglones constituyen períodos y las co-
lumnas representan grupos o familias, porque tienen propiedades químicas parecidas.
El lenguaje de la química es reconocido como científico, a pesar de no ser tan sofisti-
cado como el de la física: “Despite its formalism being quite unsophisticated compared
to that of physics, the language of synthetic chemistry can be considered as a genuinely
scientific language” (Tontini 2004, p. 4).

Si bien la química requiere del lenguaje matemático, no es evidente que éste


tenga que ser el de las ecuaciones diferenciales. Más aun, la topología se revelaría
como lenguaje de relevo: “El conjunto de las substancias químicas parece más bien
ser un espacio topológico en el cual las relaciones de pertenencia a una clase, de
vecindad o relación jerárquica de clases etc. son más importantes que las diferencia-
les. Esta parece ser la estructura matemática presente detrás de la tabla periódica y la
que explicaría que la predicción se hizo posible cuando se consideró el conjunto de
todos los elementos y las clases de equivalencia entre ellos” (Villaveces 2000, p. 22).

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En suma, la estructura química no correspondería tanto a un objeto químico rígido,


sino a un objeto topológico (Villaveces 2000, p. 23).
Siguiendo a Schummer y a Tontini, se podría señalar que el lenguaje actual de
la química manifiesta un límite al menos fáctico, que no necesariamente es de princi-
pio: “The network of convertibility relationships chemists have constructed,
[Schummer] convincingly argues, is actually a very limited one, since chemists can
only study reactions between pure substances. In principle, a richer frame of knowledge
could be constituted, were they capable of establishing empirical relations between
quasi-molecular species (i.e. ionized forms, different conformational states, van der
Waals or dipolar complexes formed by molecules)” (Tontini 2004, p. 7). Sin embar-
go, respecto de si la debilidad predictiva es solo un rasgo pasajero de la teoría quími-
ca o una característica constitucional de la química, que surge como una consecuencia
directa del modo cómo la química investiga, A. Tontini se pronuncia por la segunda
hipótesis: “Chemical language will permanently be deficient in predictive power and
unexpected results will never be eliminated from chemical research” (Tontini 2004,
p. 12).
La Tabla Periódica de los Elementos, entendida como estructura simbólica, no
es un catálogo, sino la expresión de una ley: la ley periódica. Según J. L. Villaveces, la
Tabla es un poderoso microscopio que permitió por primera vez mirar al interior del
átomo. Así nos dice que: “Hay una distancia enorme entre un microscopio y un catá-
logo. ¿Cómo puede el instrumento que nos permitió ver por primera vez el interior del
átomo haber perdido toda su fuerza hasta convertirse en esto?” (Villaveces 2001). En
esta misma línea de argumentación, J. R. Christie y M. Christie sostienen la misma
tesis: “We are in full agreement about the periodic law as a central law in the corpus
of chemical knowledge (Christie 1994). Too often, at least in the English speaking
countries, Mendeleev’s work is presented in terms of the Periodic Table, and little or
no mention is made of the periodic law. This leads too easily to the view (a false view,
we would submit), that the Periodic Table is a sort of taxonomic scheme: a scheme
that was very useful for nineteenth century chemists, but had no theoretical grounding
until quantum mechanics, and notions of electronic structure came along” (Christie
and Christie 2003, p. 170). Discrepo acerca de la metáfora de la Tabla Periódica como
microscopio, porque es más que un mero sensor. Se podría aceptar que es un micros-
copio teórico o ideal.
En cuanto al fenómeno químico, corresponde a la materia que se transforma, a
diferencia del fenómeno físico en que la materia no se transforma (exceptuando a la
velocidad de la luz, la masa deviene energía: e = m · c2). El fenómeno químico supone
una cierta realidad observable de acuerdo con ciertos parámetros, mediante los senti-
dos o los sensores. Veamos entonces los confines del fenómeno químico:

1. El fenómeno químico es neutro, pues está desprovisto de toda connotación valórica,


de toda jerarquía. No hay fenómenos más nobles que otros. En el sentido propio,
no hay gases nobles (término para referirse a los gases inertes) ni gases plebeyos.
Es el paso de la alquimia a la química moderna, porque la primera supone aun
jerarquías de valor en los entes estudiados.

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2. El fenómeno químico es mensurable. Ya Lord Kelvin había establecido: “Science


is measure”. Entonces, la quimiometría es condición de posibilidad del fenómeno
químico. Sin embargo, hay aspectos cualitativos en la química: vgr. los colores
desde el punto de vista fenomenológico, no como longitud de onda.
3. El fenómeno químico es temporal. Por lo tanto, no hay dos reacciones químicas
exactamente iguales y nunca se vuelven a repetir. Esta dimensión de la temporali-
dad no ha sido suficientemente asumida por los químicos. Véase la crítica de
Schummer: “chemists, unlike physicists, have neglected the dynamic notion of
nature” (Schummer 2003, p. 705). Ilya Prigogine es quien ha enfatizado última-
mente la cuestión del tiempo en la química.
4. El fenómeno químico es alterable según las influencias del observador y del sensor
químicos. Solo podemos controlar el efecto dentro de ciertos rangos, pero no eli-
minarlo. En el nivel cuántico, opera el principio de incertidumbre de Heisenberg.
5. El fenómeno químico adquiere una espacialidad única, pero la química renuncia a
esta descripción inacabable de un evento químico individual. No hay ciencia de lo
individual, ya sostenía Aristóteles. Sin embargo, la vecindad espacial es muy de-
cisiva en la química.
6. Hay constantes de los fenómenos químicos, como la de Avogadro (el número N de
moléculas en una molécula-gramo (mol) es igual a 6,0221·10 23 ). Entonces cabría
preguntarse si esta constante es necesariamente válida en cualquier parte del Uni-
verso.
7. El fenómeno químico admite una complejidad que resiste a la influencia fuerte que
el fisicalismo ha tenido a partir de la físico-química. La aplicación de los métodos
de la física a los problemas químicos es legítima, pero solo hasta un cierto nivel. Su
aplicación excesiva deja fuera la complejidad del fenómeno químico. La aplica-
ción de la mecánica cuántica a la química desde 1926 marca un punto de inflexión
con el uso generalizado de la aproximación Born-Oppenheimer. Sin embargo, Hans
Primas “argumenta con mucho rigor cómo los principales conceptos de la química
permanecen inexplicados por la química cuántica y cómo hay problemas funda-
mentales que deben ser resueltos aún” (Villaveces 2000, p. 19). Villaveces conclu-
ye de un modo significativo diciendo que “la química no ha podido ser reducida a
la física y cada vez son más quienes creen que éste es un imposible ontológico y
metafísico” (Villaveces 2000, p. 21). A nuestro juicio, la cuestión reside en mostrar
en qué consiste la emergencia de la química respecto de la física. Hay autores que
aceptan una irreductibilidad de facto de la química, pero que dejan abierto una
reductibilidad de principio (in principle): “Reduction of chemistry to physics is a
partial success and a partial failure. Reducibility probably works in principle. Mosts
chemists believe that their systems are rigidly governed and completely explained
in principle by underlying physical laws. But any practical programme fails in the
realm of intractability. It is possible neither to verify the rigid applicability of physical
to chemical systems nor to deduce the detail of chemical properties and behaviors
from the underlying physical principles” (Christie and Christie 2003, p. 167). Des-
de mi punto de vista, la reductibilidad principial es al menos discutible.

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Lombardi y Labarca distinguen entre reducción ontológica y reducción epistemo-


lógica (Lombardi y Labarca 2004, p. 53). Sostienen que parece haber un consenso
entre los filósofos de la química, respecto de la relación entre la química y la
física: “la reducción epistemológica debe ser rechazada, pero la reducción
ontológica no puede negarse” (ídem, p. 57). Sin embargo, señalan que el rechazo
de la reducción epistemológica de la química a la física es insuficiente para evitar
la subordinación de aquélla a ésta. Y plantean, basándose en el realismo internalista
de Putnam y, en el consecuente pluralismo ontológico, que es posible una autono-
mía ontológica de la química, fundada en la dependencia de los objetos respecto
de los esquemas conceptuales, sin que suponga el realismo externalista, o el
relativismo radical (ídem, pp. 58-68).
Sin embargo, a propósito de la relación entre la química y la física, cabe señalar,
en defensa de la aplicación de la mecánica cuántica a la química, que dicha aplica-
ción no es tan simple. Algunos teóricos de la química como R. F. W. Bader, apo-
yando la tesis de que la mecánica cuántica es fundamento la química, critican las
aplicaciones indebidas: “The solution to the problem requires first that one
abandons orbital and Hilbert space in the search for conceptual chemistry. Atoms
and structure exist in real space –the space of observation and measurement.
Wave functions and orbitals on the other hand, are mathematical functions
expressed in terms of a linear superposition of elements in the abstract Hilbert
space, a dual vector space of infinite dimension” (Bader 2005, p. 821). Y añade
que, desde 1927, “interpretive chemistry has been steeped in the language of wave
functions and orbitals, an approach that necessarily precludes establishing any
connection to atoms and structure that occur in real space” (ídem, ibíd). Para
hacer posible un mayor acercamiento de la mecánica cuántica a la química, estimo
esencial la siguiente afirmación: “What is required is a quantum mechanics of an
atom in a molecule” (ídem, ibíd). Es fundamental aquí la cuestión del contexto
molecular del átomo y sus correspondientes consecuencias.
Otro aspecto de la complejidad del fenómeno químico es que se resiste a ser pre-
dicho totalmente por insuficiencia de las representaciones químicas. En los tér-
minos de A. Tontini, se trata de pobreza versus sutileza: “Unfortunately, however
a structural formula is poorly informative about subtle processes (conformational
and ionization equilibria, formation of aggregates or transient complexes with
other – e.g. water – molecules, etc.). that are governed by the ‘internal’ properties
of the molecules” (Tontini 2004, p. 13). Ahora, éste podría ser un límite insignifi-
cante si no sucediera que “biological processes are regulated precisely by that
type of processes” (Tontini, ibíd.). En consecuencia, este límite afectaría no solo
a la comprensión misma de la química, sino también a la de la bioquímica.
8. El fenómeno químico surge en un contexto de transformaciones (sintetizaciones);
sin embargo, parece haber límites, no en las cantidades de sintetizaciones, sino en
el tipo de las mismas: “This may be integrated by saying that while there appears
to be no limitations as to how many structures chemists can synthesize, there seem
to exist restrains as to what structures they can synthesize” (Tontini 2004, p. 9).

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Referencias bibliográficas

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citado conforme a la paginación de la impresión.
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__________ (2001), “La Tabla Periódica: un microscopio para ver el interior del
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