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Codhes informa

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Boletín informativo de la Consultoría para los Derechos Humanos y el


desplazamiento. Número 72, Bogotá, Colombia, 30 de noviembre de 2007

E. Mail: codhes@codhes.org

Página Web: www.codhes.org

Huyendo de la guerra
El reclutamiento forzado, atribuido tanto a las guerrillas como a los
grupos paramilitares, la erradicación aérea, manual o mecánica de
cultivos de uso ilícito en el contexto de operativos militares, el uso
generalizado de minas antipersonal, ataques aéreos, amenazas,
atentados y enfrentamientos armados, detenciones arbitrarias, entre
otras causas, provocaron en el primer semestre de 2007 el
desplazamiento forzado de por lo menos 133.664 personas en todo el
territorio nacional.

La característica principal en 2007 ha sido la intensificación del


reclutamiento de jóvenes, inclusive en forma masiva, por parte de los
grupos armados que mantienen presencia y control en diversas zonas
del país. Todo parece indicar que estos grupos requieren de nuevos
combatientes ante las bajas causadas, las deserciones y las
exigencias que imponen las nuevas dinámicas de expansión del
conflicto armado. El círculo vicioso de la guerra gira alrededor de
unas personas que salen del conflicto y otras tantas que se
incorporan, en una suerte de carrusel en el que niños, niñas y
adolescentes de zonas rurales o zonas urbanas marginadas se
convierten en “combatientes de la revolución”, “defensores de la
libertad”, o “narcoterroristas”, según el lenguaje de las partes
enfrentadas.

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Otro hecho relevante es la situación que enfrentan miles de
familias de campesinos, colonos, pueblos indígenas y comunidades
afrocolombianas en cuyos territorios, tanto guerrillas como
paramilitares y narcotraficantes, imponen la siembra de cultivos de
coca y amapola que, a su vez, son objeto de erradicación en el
marco de operaciones militares.

Hay denuncias en diferentes regiones del país según las cuales en


estos operativos militares participan personas reinsertadas que
actúan uniformados y portan armas de largo alcance. Tanto
cultivadores como recolectores (llamados “raspachines”), hacen
parte del eslabón más débil de la inmensa y poderosa cadena del
tráfico de drogas, y constituyen una población estigmatizada y sin
derechos, sobre la cual la Fuerza Pública y los grupos armados
ejercen todo tipo de vejámenes y atropellos aprovechando su
situación de alta vulnerabilidad, su pobreza extrema y las
condiciones de exclusión que enfrentan. Estas personas están
sometidas a asesinatos, masacres, desapariciones, desplazamiento y
trabajos forzados, aun de niños, niñas y adolescentes y pareciera que
no hay dolientes en la sociedad colombiana que reclame su
condición de ciudadanos.

Presiona el desplazamiento forzado la siembra de minas


antipersonal, especialmente por parte de los grupos guerrilleros que
acuden a estas armas de efectos indiscriminados, aún en zonas en
las que habita la población civil, sometida por esta vía a formas de
confinamiento o destierro para preservar la vida y la integridad física.
Según el Programa Presidencial para la Acción Integral contra Minas
Antipersonal, entre enero y noviembre de 2007 se registraron 174
casos de víctimas civiles por minas antipersonal y municiones sin
explotar y 606 casos de víctimas militares.

Los combates con bajas en las filas de uno u otro bando, los
ataques aéreos, las detenciones masivas y el involucramiento de la
población civil en el conflicto, configuran una crisis social,
humanitaria y de derechos humanos, que se extiende desde las

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zonas de la guerra (alta montaña, territorios indígenas y de
comunidades afrodescendientes, selvas y fronteras), hasta las
ciudades en las que se albergan hoy miles de personas desplazadas.

Un promedio diario de 743 personas fueron desplazadas durante


los primeros seis meses del año en flujos migratorios que afectaron 32
departamentos y 579 municipios del territorio nacional. La tendencia
se mantuvo en el trimestre siguiente (Julio-agosto y septiembre),
periodo que coincidió con la campaña electoral para elegir
integrantes de cuerpos colegiados y autoridades territoriales.

Nariño se constituyó en este período en el departamento más


afectado por expulsión y llegada de población desplazada, según la
tasa de población, toda vez que su territorio es un laboratorio de
guerra en zona fronteriza con Ecuador, en el que confluyen todas las
manifestaciones del conflicto armado: alta presencia de Fuerza
Pública, grupos paramilitares que siempre estuvieron activos,
guerrillas que no han sido derrotadas y bandas de narcotraficantes.
Además, el territorio de Nariño es zona de fumigaciones aéreas de
cultivos de uso ilícito, zona de contrabando de armas y drogas y
epicentro de un desplazamiento continuo que afecta con especial
dureza a pueblos indígenas como los Awá y comunidades
afrodescendientes expulsadas de la costa pacífica.

En el municipio de El Charco se presentó la mayor crisis


humanitaria de este período en todo el país por el desplazamiento
de más de 8.500 personas, pertenecientes a comunidades
afrocolombianas expulsadas de sus territorios colectivos. La crisis del
pacífico se extiende hasta el departamento del Chocó, que sigue
siendo crítico por la arremetida, avance y consolidación de grupos
paramilitares, que buscan el control de los cultivos de uso ilícito,
corredores estratégicos de movilidad de armas y droga, así como,
por el dominio de los socavones de oro cultivos de palma aceitera y
otras economías de la región. Según el Sistema de Información -
SISDHES, en el departamento de Chocó, en lo que va corrido del
año 2007 por lo menos 2.260 personas se han visto obligadas

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abandonar sus lugares de origen de forma masiva, por causas
relacionadas al conflicto armado interno. Alrededor del 64% se vieron
obligadas a huir a causa de la guerra entre la estructura paramilitar
“Los Rastrojos”, al mando de Wílber Varela y las Águilas Negras. Esta
disputa ha ocasionado bloqueos, desabastecimiento de víveres y
otros elementos de carácter vital, masacres, asesinatos selectivos e
intimidación

El conflicto se extiende hoy hacia el sur-oriente del país y los


departamentos de Vichada, Vaupes, Guainía y Amazonas
configuran los nuevos territorios de la guerra. En el municipio de
Cumaribo, departamento del Vichada, por ejemplo, la población
civil –en su mayoría indígena-, ha visto vulnerados sus derechos como
consecuencia de las acciones de diferentes grupos armados en sus
territorios, el despliegue de operaciones de fumigación de cultivos de
coca, lo que se suma al histórico abandono en que se encuentran
las comunidades que habitan esta parte del país. Enfrentamientos
entre grupos paramilitares, y entre éstos y la guerrilla, presión armada
constante, despliegue militar en la cabecera municipal con el objeto
de fumigar sabanas, selva, ríos e incluso reservas naturales, son las
condiciones que la guerra impone a las comunidades que habitan
este municipio, todo lo cual ha incrementado los casos de
desplazamiento forzado, reclutamiento, afectación a bienes civiles,
violación a la integridad territorial indígena, confinamiento, y otras
formas de vulneración de derechos, sin que hasta ahora las
instituciones encargadas de velar por la protección de la población
civil hayan tomado cartas en el asunto.

Pero las dinámicas del conflicto no sólo comprometen a grupos


tradicionalmente en contienda. Uno de los enfrentamientos armados
que ha provocado muertes y desplazamiento forzado se registra en
el departamento de Arauca entre las guerrillas de las Farc y el Eln,
además de la confrontación que ocurre con la Fuerza Pública, en
una situación que tiende a ser crítica por la afectación masiva de la
población civil. Otro enfrentamiento entre similares se registra en los
departamento de Vichada y Chocó, en donde dos grupos

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paramilitares se enfrentan por el control del territorio y del negocio de
las drogas, provocando éxodos de población civil que huye ante la
crueldad de sus acciones.

En los departamentos de Meta, Guaviare, Putumayo, Caquetá y


Huila, en donde se implementa el Plan Patriota, rebautizado como
Plan Consolidación, se configura un mapa de lejanías de la guerra
que se libra de espaldas al país. Allí la población civil desplazada o
en riesgo de desplazamiento reclama más presencia de las
entidades de control del estado, y acompañamiento de organismos
de derechos humanos, de la comunidad internacional y de los
medios de comunicación.

Contribuyen al desplazamiento forzado de población los llamados


falsos positivos que resultan de señalar como guerrilleros y terroristas a
personas civiles dadas de baja o detenidas para mostrar resultados
que, al final, se demuestra no corresponden a la realidad. Este
modelo arbitrario de ejercicio de la autoridad del estado, que
infringe el derecho a la vida, la dignidad y la libertad, también
genera un estado de zozobra que provoca la salida forzada de
personas. Según el CINEP, a la Fuerza Pública se le atribuyen 641
casos de violaciones a derechos humanos y 385 casos de
infracciones al derecho internacional humanitario durante el primer
semestre de 2007. En este periodo se registraron 203 detenciones
arbitrarias, mientras que en 2006 esta violación afectó a 491
personas.

Cabe anotar que durante el primer semestre de 2007 se acentuó


la estrategia de confinar a la población civil mediante bloqueos,
restricción del tránsito de personas y alimentos y negación de la
atención humanitaria y de la misión médica por parte de las
guerrillas, de grupos paramilitares y también de la Fuerza Pública.

El asesinato de lideres de población desplazada y la persecución


a las víctimas, es otro hecho característico en los primeros seis meses
del año. El caso emblemático fue la muerte violenta de Yolanda
Izquierdo, quien lideraba las comunidades desplazadas en el

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departamento de Córdoba en el reclamo de las tierras usurpadas.
Otros 12 líderes fueron asesinados en hechos ocurridos en cinco
departamentos, en una situación que advierte sobre la alta
vulnerabilidad de las víctimas para reclamar sus derechos a la
verdad, la justicia y la reparación.

En conclusión, las tendencias y dinámicas del desplazamiento


forzado durante el primer semestre de 2007 indican que este flujo
migratorio se mantiene como una grave manifestación de la crisis
humanitaria y de derechos humanos que se desprende del conflicto
armado en Colombia.

Según la Agencia Presidencial para la Acción Social y la


Cooperación Internacional, encargada de coordinar e implementar
políticas de atención, protección y restablecimiento de los derechos
de las personas desplazadas, entre enero y octubre de 2007 se
registraron 114.930 personas desplazadas. No obstante, CODHES
constató en terreno que, en promedio, de cada 100 personas que
solicitan su inclusión en el Registro Único de Población Desplazada,
sólo entre 40 y 60 reciben el status que le permite acceder a la
atención humanitaria, que no todas las personas desplazadas
acuden al registro y que hay una tendencia creciente de exclusión
del registro y cesación de la condición de desplazado tras el
otorgamiento de subsidios de vivienda o la vinculación a otros
programas oficiales. Un caso específico de invisibilización del
desplazamiento se presenta con las comunidades indígenas y
afrocolombianas cuando la migración forzada ocurre en el interior
de sus territorios.

Es decir, que el desplazamiento afecta a más personas de las que


registra el gobierno como desplazadas y que el subregistro es una
realidad que debe ser considerada en las mediciones socio
demográficas de estas migraciones forzadas y en la formulación y
ejecución de las políticas públicas. El país requiere con urgencia de
un mecanismo que permita establecer las causas de este subregistro
y que contribuya a que el Estado subsane la tremenda exclusión que

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se está presentado con personas que, además de enfrentar una
situación de vulnerabilidad por el desplazamiento, están sometidas a
un desconocimiento de sus derechos frente a la Constitución y a la
Ley.

Las estadísticas oficiales confirman que el desplazamiento forzado


ha sido una constante de la crisis humanitaria en los últimos diez años.
Según el Sistema de Información sobre Desplazamiento –SIPOD- de
Acción Social entre el segundo semestre de 2002 y el primer semestre
de 2007, 1.174.396 personas fueron registradas como desplazadas,
mientras que, entre el segundo semestre de 1997 y el primer semestre
de 2002, en pleno auge del paramilitarismo y en medio de los
diálogos infructuosos del Cagúan, se registraron 1.013.593 personas.

Es decir, durante los cinco años de la llamada seguridad


democrática se produjo el desplazamiento del 52.7% del total de la
población desplazada que reconoce el registro oficial, si se tiene en
cuenta que las cifras del gobierno indican que el total de personas
desplazadas en el país desde 1999 hasta el 30 de octubre de 2007,
ascienden a 2.224.931.

Estas cifras del gobierno indican que diez años después de


aprobada la Ley 387 de 1997, alrededor de 2.187.989 personas han
sido registradas oficialmente como desplazadas en Colombia, lo que
representa un promedio de 202.718 por año en el gobierno de
Pastrana y 234.879 desplazados por año en el gobierno de Uribe.

No obstante, según el Sistema de Información sobre


Desplazamiento Forzado y Derechos Humanos SISDHES de CODHES,
entre agosto de 1997 y julio de 2002 se desplazaron 1.483.846
personas y en el período comprendido entre agosto de 2002 y julio
de 2007, se desplazaron 1.369.599, para un total de 2.853.445
personas desplazadas en los últimos diez años.

Una década en la que se abrieron fosas para enterrar miles de


desaparecidos, según lo confirma la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación. De acuerdo con este organismo, desde

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el 29 de marzo de 2006 al 19 de noviembre de 2007, se han
encontrado 905 fosas con 1.079 cadáveres en todo el territorio
colombiano. Los departamentos donde se encontraron más
cadáveres han sido: Putumayo 211, Magdalena 190, Córdoba 124,
Antioquia 115, Meta 114, Guajira 68, entre otros. Solamente se han
identificado plenamente 102 cuerpos y a la fecha se han entregado
66 cadáveres.

Como aspecto positivo en el primer semestre de 2007, se destaca


el seguimiento que se ha hecho a la Sentencia T 025, con relación a
la situación de las mujeres, niños niñas y adolescentes, los pueblos
indígenas y las comunidades afrocolombianas en situación de
desplazamiento. Así mismo, la adopción por parte de la Corte
Constitucional de un conjunto de indicadores para medir el goce
efectivo de derechos y la solicitud a la Comisión Ciudadana de
Seguimiento de la Política Pública de una verificación de la
aplicación de estos indicadores. El resultado de este ejercicio de
control y participación de sociedad civil debe conocerse en
diciembre de 2007 y junio de 2008 para que el alto Tribunal determine
hasta donde se avanza, o no, en la superación del estado de Cosas
Inconstitucional declarado desde enero de 2004.

Este informe de CODHES muestra una radiografía del


desplazamiento forzado en el primer semestre de 2007, presenta
casos específicos de algunas de las regiones más afectadas y una
primera observación sobre el desplazamiento forzado y sus impactos
diferenciales en mujeres, comunidades afrocolombianas y pueblos
indígenas. El informe llama la atención del gobierno nacional, del
conjunto de la sociedad colombiana y de la cooperación
internacional, sobre la persistencia del conflicto armado y de la crisis
humanitaria y de derechos humanos en el país.

Para su realización CODHES contó con el apoyo de la Oficina en


Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados, el Consejo Noruego para los Refugiados, la Agencia

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Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo ASDI y la
Federación Luterana Mundial.

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Nariño en la encrucijada de la guerra
El departamento de Nariño es escenario de una profundización del
conflicto armado en su territorio y en numerosos municipios del
departamento se siente la guerra irregular y las continuas violaciones
a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario.

Esta crisis responde a diferentes dinámicas enmarcadas


principalmente por el aumento de los actores armados ilegales y del
pie de fuerza militar, el control de los territorios con presencia de
cultivos de uso ilícito por parte de los actores armados ilegales, la
disputa por las rutas de comercialización y distribución de la droga y
la política antinarcóticos basada inicialmente en fumigaciones
aéreas y posteriormente en erradicación manual.

Desplazamientos masivos e intraveredales

En diferentes municipios existen restricciones para el ingreso y


salida de sus habitantes por parte de grupos de guerrilla, parte de los
habitantes del municipio de Ricaurte han sido víctimas de
confinamiento desde hace varios meses sin que hasta la fecha se
resuelva su situación, existen bloqueos, persisten los desplazamientos
masivos y cada vez se cuentan mayores accidentes mortales
causados por minas antipersonales.

Durante el primer semestre del año fue posible registrar 16


desplazamientos masivos, que involucraron a cerca de 16.000
personas en esta situación. El municipio de El Charco ubicado en la
costa pacífica nariñense registró el desplazamiento más grande en la
historia del departamento, el éxodo que inició el 23 de marzo a
causa de enfrentamientos entre la Infantería de Marina y el Frente 29
de las FARC, involucró a 1.460 familias cerca de 8.500 personas,
quienes huyeron inicialmente de 11 veredas (Brazo seco, Vuelta
Larga, Rosario, Montebajo, El Hojal, Alfonso López, Bocas del Taija,
Banguela, Magadalena, Guabillo y San Francisco) hacia veredas
vecinas principalmente y en menor medida hacia la cabecera
municipal, aproximadamente durante cuatro semanas para proteger

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sus vidas y no quedar en medio del fuego cruzado. Durante la misma
fecha se registró por la misma causa, desplazamientos masivos en el
municipio de la Tola con un total de 155 familias aproximadamente
800 personas.

A pesar del gran impacto causado dentro del municipio de El


Charco por este desplazamiento, al finalizar el semestre se hacía
difícil monitorear la situación de las personas que se habían
desplazado, primero porque debido a las precarias condiciones de
los tres albergues provisionales (ubicados en las veredas de
Montealto, Arenal y Hormiguero) muchas personas decidieron
retornar mientras otras seguían desplazándose desde las mismas
zonas sin ninguna garantía de seguridad para su retorno, la atención
humanitaria de emergencia fue insuficiente ante la dimensión y
prolongación del desplazamiento.

El desplazamiento en Nariño asume dos tendencias importantes: 1)


frecuentes desplazamientos masivos que superan las 400 personas en
cada evento y 2) desplazamientos intraveredales causados por
enfrentamientos de los diferentes actores armados en zona rural que
suponen un alejamiento temporal de los habitantes de dichas zonas
hasta que disminuyen los combates.

Los desplazamientos masivos tienen un fuerte impacto en los


municipios y veredas de recepción, y a pesar de ser visibles (por el
inmenso número de personas que involucran) no en todos los casos
generan una respuesta eficiente y adecuada por parte de las
instituciones estatales encargadas de su atención. Los
desplazamientos intraveredales no son de menor importancia, por el
contrario, se constituyen en una fuerte tendencia en el
departamento, sin embargo en su mayoría no son atendidos por la
falta de visibilidad de los mismos (las personas no acuden al registro
en las cabeceras municipales), lo que supone la exposición a un
eminente riesgo por ubicarse en zonas que no representan ninguna
protección para sus vidas dada la cercanía a las zonas de donde
huyeron.

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Los combates entre nuevos grupos paramilitares denominados
nueva generación y la guerrilla de las Farc en la zona de cordillera,
provocaron buena parte del desplazamiento hacia la capital del
departamento, mientras que municipios como Cumbitara, Policarpa,
Rosario y Leyva se caracterizaron como zonas de expulsión. Por su
parte los enfrentamientos entre la guerrilla de las FARC y tropas del
Ejército Nacional en la costa pacífica del departamento generaron
desplazamientos atendidos precariamente por la institucionalidad
local y la agencia responsable en el nivel nacional.

Desplazamientos transfronterizos y refugio en Ecuador

Durante el primer semestre del año también se registraron eventos


de desplazamiento transfronterizo en dos oportunidades, desde las
poblaciones de Tallambí hacia Chical (Ecuador) y desde El Charco
hacia Tambillo (Ecuador), los dos eventos presentados en el mes de
febrero involucraron a 437 personas en esta situación.

Según datos del ACNUR de enero a mayo de este año, 3.337


colombianos buscaron refugio en Ecuador, 54.9% hombres y 45.1%
mujeres de todas las edades, siendo Quito (Provincia Pichincha)
seguido de Lago Agrio (Provincia de Sucumbíos) e Ibarra (Provincia
de Imbabura) los lugares que mayores solicitudes de refugio de
colombianos recibieron durante los 5 primeros meses del año.

El fracaso de la prevención

La militarización de Nariño, en el marco de la política de seguridad


democrática, no ha garantizado la prevención de causas del
desplazamiento forzado y, por el contrario, hay un incremento
sustancial del número de personas que buscan protección y refugio
fuera de sus sitios de vivienda y trabajo. Bien sea por abusos en
derechos humanos atribuidos a la Fuerza Pública, por ausencia de
planes de contingencia humanitaria en medio operativos militares o
de erradicación de cultivos o porque la realidad de un conflicto
fuertemente degradado que compromete a paramilitares y
guerrillas, sigue afectando duramente a la población civil.

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En diferentes espacios públicos durante este año, el gobierno ha
aceptado que Nariño es uno de los departamentos donde el
aumento del desplazamiento forzado es innegable y las estrategias
para hacer frente a este fenómeno han sido insuficientes. Las propias
autoridades locales han advertido que se trata de una política
nacional que desborda la capacidad de atención en diferentes
municipios del departamento.

Así ocurrió en el mes de agosto con el desplazamiento de por lo


menos 1.700 personas (en su mayoría niños, mujeres y adultos
mayores) provenientes del sur del municipio de Tumaco y asentadas
en la provincia de San Lorenzo en Ecuador. Este desplazamiento de
familias campesinas en su mayoría se ocasionó por las fumigaciones
que con anterioridad habían arrasado con cultivos ilícitos y de
pancoger y que posteriormente, con la erradicación manual,
evidenciaron una situación de crisis alimentaria y social para los
habitantes de la zona. Fue así como 2.500 personas provenientes de
36 veredas de la región del Ato Mira se concentraron en la vereda
Vallenato y otros cientos permanecieron en la vía Guayacana-
Llorente en una protesta pacífica que proponía un dialogo con las
autoridades para suspender la erradicación y concertar planes de
cultivo alternativo que les permitiera subsistir en sus territorios.

Fue posible comprobar que las personas que pasaron la frontera


hacia San Lorenzo correspondían a las familias de aquellos que se
mantenían en la protesta. El gran número de personas que llegó a
Ecuador generó una situación de emergencia en la Provincia y la
suspensión de las actividades escolares dado que los campesinos
colombianos fueron albergados de manera temporal en las escuelas
públicas. Estos desplazamientos provocados por la erradicación de
cultivos de uso ilícito, se convierten en un fenómeno recurrente que
no son reconocidos en su verdadera dimensión y ponen de
manifiesto el trasfondo social de una población que tiene presiones
de toda índole y que merece protección en Colombia, para que no
tenga que pasar la frontera y buscarla en el vecino país.

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La guerra de cara al Sur Oriente
El conflicto armado se mueve hacia el sur oriente del país. En el
marco de las acciones de recuperación del control territorial que
hacen parte de la política de seguridad democrática, la Fuerza
Publica ha avanzado hacia los departamentos de la frontera sur
oriental: Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas, territorios que
históricamente han estado por fuera del control de las autoridades
estatales, y en los cuales se constata una mayor presencia de la
guerrilla de las FARC. Este despliegue militar en el territorio conlleva
un escalamiento de la confrontación armada que, en ocasiones, ha
afectado a la población civil.

Debe señalarse en primer término que el avance de la Fuerza


Publica no ha estado acompañado de una mayor presencia de
instituciones civiles que garanticen la protección de los derechos
humanos de las comunidades, y el mayor acceso de las mismas a los
bienes y servicios públicos necesarios para su supervivencia en
condiciones dignas. Al contrario, se mantiene en estas amplias
porciones de territorio nacional altos índices de pobreza y
marginalidad, a lo cual se suma en el nuevo contexto la presión
propia de un escalamiento del conflicto.

Se evidencian entonces diferentes formas de presión ejercidas por


los actores armados en contra de la población civil, que es en su
mayoría población indígena.

En primer lugar, la Fuerza Publica ejerce control en las capitales


departamentales y principales cascos urbanos, en tanto que la
guerrilla mantiene amplio dominio en las zonas rurales y en buena
parte de los ríos y canales fluviales, que constituyen las principales
vías de comunicación en estas zonas selváticas del país.

En este contexto, las comunidades indígenas se han visto


obligadas a modificar cada vez más sus patrones de subsistencia y
movilidad en el territorio. El transporte por los ríos es cada vez más
restringido, así como la posibilidad de desarrollar las labores

14
habituales de caza y pesca. La fuerza pública ejerce un estricto
control sobre los alimentos e insumos que se transportan por los ríos,
como una estrategia dirigida a controlar el ingreso de alimentos y
abastecimiento de suministros para la guerrilla. Esta situación es
particularmente aguda en el Departamento de Vaupés, donde las
mismas autoridades departamentales reconocen la grave
problemática alimentaria que afrontan las comunidades indígenas
como consecuencia del escalamiento del conflicto y las restricciones
impuestas por los actores armados.

Por su parte, la guerrilla ejerce cada vez mayor presión sobre la


población civil y sobre su territorio, forzando casos de desplazamiento
que no son registrados por cuanto las características geográficas de
estos departamentos hacen que pocas veces las personas lleguen a
las capitales donde se encuentran las instituciones encargadas de
brindar atención. El déficit de institucionalidad pública se constituye
en este escenario en un factor determinante de la invisibilidad del
desplazamiento forzado y otras violaciones a los derechos humanos,
por cuanto no hay quien registre dichos episodios.

Una de las principales violaciones que se presenta en estos


departamentos es el reclutamiento forzado de menores de edad,
que de nuevo afecta principalmente a las comunidades indígenas.
Al respecto se han presentado denuncias en el departamento de
Vaupés, y la amenaza de su ocurrencia ha sido causa de
desplazamiento forzado en el Vichada; también se tiene
conocimiento de este tipo de violaciones en los departamentos de
Guainía y Amazonas.

A los grupos paramilitares, que operan principalmente en la zona


sur occidental del Vichada, en límites con Meta, Guaviare y Guainía,
se atribuyen también graves violaciones a los derechos de la
población civil como desplazamiento forzado, destrucción de bienes
civiles, violación a la integridad territorial indígena, entre otras formas
de presión y dominio sobre las comunidades, todo lo cual pone en

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grave riesgo su vida, libertad e integridad personal, así como la
pervivencia cultural en el caso de los pueblos indígenas.

Durante el primer semestre del año tuvo lugar un escalamiento de


la confrontación entre las bandas que se han constituido en esta
parte del país luego del proceso de desmovilización de las AUC: los
paramilitares conocidos como “Cuchillos” y “Macacos”, en alusión a
sus cabecillas. Estos grupos protagonizaron un nuevo capitulo de la
disputa entre paramilitares en la zona oriental del departamento del
Meta y el municipio de Cumaribo – Vichada, territorio de importancia
estratégica para el cultivo, procesamiento y trafico de drogas, así
como el desarrollo de grandes proyectos agroindustriales y de
explotación de recursos naturales.

Como consecuencia de los enfrentamientos entre estos grupos, en


la primera semana de agosto se produjo un caso de desplazamiento
masivo de comunidades indígenas de la etnia Sikuani en jurisdicción
de San Luis del Tomo (ver caso 1). Este episodio fue registrado debido
a que las autoridades indígenas se dieron a la tarea de ponerlo en
evidencia y gestionar las ayudas correspondientes, pero la carencia
absoluta de medios de comunicación en estas zonas del país hace
pensar que otros episodios similares debieron producirse sin que haya
sido posible tener conocimiento de ellos.

Además de ser forzadas a desplazarse, estas comunidades


sufrieron afectación de sus casas, cultivos y animales, como
consecuencia de los combates que tuvieron lugar en el propio
territorio del resguardo, en una clara violación a los derechos de los
pueblos indígenas.

Actualmente, la situación de zozobra y tensión permanece en


esta zona del país, sin que hasta el momento las autoridades
obligadas a la protección de las comunidades hayan tomado las
medidas pertinentes para garantizar su vida e integridad.

En la zona nororiental del municipio de Cumaribo –vereda


Palmarito- se tiene información de la ocurrencia de combates entre

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grupos paramilitares y las FARC, hecho que han generado
desplazamiento de un número indeterminado de familias en los
últimos meses. Algunas de estas familias se han desplazado hacia
Puerto Carreño, en tanto que otras han cruzado la frontera hacia
Puerto Ayacucho – Venezuela.

Un factor adicional de vulneración de los derechos de la


población civil en esta parte del país es el relacionado con las
consecuencias que traen las operaciones de fumigación de cultivos
de uso ilícito, llevadas a cabo en el municipio de Cumaribo –
Vichada. Según las denuncias de indígenas y campesinos de
diferentes veredas, la aspersión aérea causo daños sobre cultivos
lícitos, animales y fuentes de agua; situación que ha dejado a las
comunidades en un nivel de vulnerabilidad tal que no han tenido
otra opción que abandonar sus territorios. CODHES tuvo
conocimiento del caso de desplazamiento de tres familias de la
vereda Puerto Príncipe jurisdicción de Cumaribo – Vichada, que
arribaron en días pasados a Inírida – Guainía, donde denunciaron su
caso ante la Personería Municipal, y pidieron apoyo para movilizarse
hacia Puerto Carreño (ver caso 2).

En síntesis, en el suroriente colombiano confluyen diferentes


factores que constituyen un escenario de vulnerabilidad para la
población civil, escenarios que han sido advertidos por la Defensoría
del Pueblo en lo que hace referencia a los departamentos de
Vaupés y Vichada, sin que hasta ahora se hayan tomado las
medidas dirigidas a proteger a las comunidades que habitan en esta
región. Así, a la presión de los actores armados se suma la falta de
oportunidades económicas, la incomunicación y la falta de acceso
a servicios básicos en la mayor parte del territorio, y la prácticamente
nula presencia de autoridades civiles; en fin, se trata de un escenario
en el que el Estado hace presencia solo a nivel militar, y no se
constituye en garante de los derechos de comunidades que
históricamente han estado al margen de la nación colombiana.

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CASO 1. Desplazamiento masivo de comunidades indígenas en San
Luis del Tomo

El 10 de agosto de 2007, 18 familias -112 personas-


pertenecientes a la etnia Sikuani se vieron forzadas a desplazarse del
resguardo Punta Bandera al resguardo La Esmeralda en jurisdicción
de San Luis del Tomo, municipio de Cumaribo – Vichada. Este
desplazamiento fue provocado por el enfrentamiento que
sostuvieron los grupos paramilitares conocidos como “Cuchillos” y
“Macacos”, en territorio del citado resguardo.

Ante la presión ejercida por la policía nacional, la comunidad


retornó a su territorio tres días después, sin contar con las garantías de
seguridad necesarias, encontrando sus cultivos y casa destruidos, y
enfrentándose al temor de salir a sus conucos dado que en las zonas
adyacentes se hallaron municiones sin explotar.

El día 2 de septiembre de 2007, una comisión integrada por


Acción Social territorial Vichada, Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, Alcaldía municipal de Cumaribo, Secretaria de Educación y
Cultura departamental, y Personería municipal visitó la zona y
constató la situación de miedo y zozobra generalizada en la
comunidad ante la constante presencia y accionar de los grupos
armados al margen de la ley, y además de ello, evidenció la
situación de abandono en que se encuentra la población, que hace
más de tres años no recibe atención médica, y presenta graves
deficiencias en infraestructura para la prestación de servicios de
educación.

Adicionalmente, la comisión verificadora visitó la comunidad de


Barranco Colorado, en el mismo resguardo Punta Bandera, la cual ha
sido víctima de confinamiento como consecuencia de la presencia y
accionar de los grupos paramilitares en su territorio, que impiden el
desarrollo de las actividades de caza y pesca, necesarias para la
supervivencia física y cultural de las comunidades.

18
Más de tres meses después de ocurridos los hechos, y luego de dos
meses de realizada la visita por parte de la comisión interinstitucional
de verificación, CODHES constató que la situación de riesgo persiste.
Si bien uno de los grupos paramilitares ha sido recientemente
golpeado en importantes operaciones de la Fuerza Pública, se ha
consolidado el control de la zona en cabeza del grupo que
comanda alias “Cuchillo”, constituyendo un clima de amenaza
permanente para las comunidades indígenas, en la medida en que
éstas no se pliegan al sistema de reglas que impone el actor armado
dominante.

Caso 2. Desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas


como consecuencia de las operaciones de fumigación de cultivos
de uso ilícito en el municipio de Cumaribo, Departamento de
Vichada.

Tres familias integradas por 7 adultos y 8 menores arribaron a


Puerto Inírida, departamento de Guainía el pasado miércoles 21 de
noviembre de 2007, luego de una travesía de aproximadamente un
mes por los ríos Uva, Guaviare e Inírida. Estas familias se desplazaron
de la comunidad Caño Amargo, jurisdicción de Puerto Príncipe, zona
rural del municipio de Cumaribo en Vichada.

Tal como lo pudo constatar CODHES, durante el mes de


septiembre de 2007 hubo fuertes operativos de fumigación de
cultivos de coca en esta parte del país, dejando como
consecuencia deterioro de cultivos lícitos (pancoger) y fuentes de
agua; poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de cientos de
familias campesinas e indígenas que habitan esta región del país,
marcada por el abandono del Estado y donde el cultivo de coca ha
sido por mucho tiempo la única alternativa económica ante la falta
de vías de comunicación que permitan el comercio de otro tipo de
productos.

En la comunidad Caño Amargo habitaban hasta hace algunos


meses 29 familias, la mayor parte de las cuales ha huido hacia
Villavicencio (capital del departamento del Meta) ó hacia el casco

19
urbano de Cumaribo, buscando nuevas alternativas de vida luego
de que sus cultivos fueran arrasados y sus animales afectados por la
aspersión aérea que tuvo lugar en una vasta zona de Cumaribo.

Otras familias buscan llegar a Puerto Carreño, y para ello han


tomado vías fluviales, pasando primero por Inírida, donde tuvieron
que pasar la noche en el puerto ante la falta de un albergue
temporal para atender este tipo de emergencias. La atención
brindada por la administración municipal se limitó al suministro de
algunos mercados y de la gasolina necesaria para continuar su
recorrido, esta vez por el Río Orinoco para llegar hasta la capital de
Vichada. Al ser examinado en el hospital departamental uno de los
menores presentó signos de anemia, cuadro que puede agudizarse
en el viaje de por lo menos 5 días que emprendieron en días
pasados.

Mediante Auto 218 del 11 de agosto de 2006, la Corte


Constitucional advirtió sobre la ausencia de un enfoque de
prevención del desplazamiento forzado en desarrollo de operaciones
de fumigación de cultivos de uso ilícito por parte de la Fuerza Pública
y llamó la atención sobre la necesidad de incorporar planes de
contingencia y mecanismos de protección y atención a quienes son
obligados a desplazarse como consecuencia de tales operaciones.

20
Guerra de guerrillas en Arauca
El enfrentamiento entre las guerrillas de la Farc y el Eln y la
confrontación entre las Farc y la Fuerza Pública constituyen el
escenario en el que se registra buena parte del desplazamiento
forzado masivo, individual y unifamiliar que ocurre en esta región del
nororiente del país que limita con Venezuela.

Los municipios que más expulsan población en Arauca son Tame,


Arauquita y Saravena. Tame además es municipio receptor. Durante
el 2007, 38 veredas de Tame se vieron afectadas por el
desplazamiento masivo de sus pobladores, las más expulsoras fueron:
Caño Limón, La Esperanza, Santo Domingo, La Liberia, Betoyes y Flor
Amarillo. En el caso de este municipio los desplazamientos se han
dado por enfrentamientos del Ejército con la guerrilla de la Farc en
zonas rurales, y la disputa entre Farc y Eln por el poder en las veredas.
Según Acción Social de Arauca, el desplazamiento forzado en el
departamento ocurre principalmente dentro de su propio territorio. El
94% de las familias desplazadas provienen de zonas rurales.

El Comité Internacional de la Cruz Roja en Saravena, Arauca,


reporta que a noviembre del 2007, ha atendido 584 familias
equivalentes a 2.109 personas, que se desplazaron de manera
individual. Sobre los desplazamientos masivos se reportaron en el
mismo periodo casos que afectaron de 765 familias, alrededor de
3.183 personas. Los mayores picos de desplazamiento se presentaron
en los meses de mayo a agosto.

Desplazamiento transfronterizo hacia Venezuela

Según el Servicio Jesuita de Refugiados en Venezuela, se estima


que un total de 8.754 personas (la mayoría colombianos) solicitantes
de refugio en toda Venezuela, de estas menos del 6% tiene respuesta
a su solicitud y menos del 24% posee un documento que compruebe
la tramitación de esta.

Para Acnur Venezuela, hasta junio de 2007, 8.801 personas han


solicitado refugio en Venezuela (colombianos casi 100%). En 2006 la
21
cifra era de 7.754. El Estado venezolano reconoció la condición de
refugiados de 852 (hasta junio de 2007), mientras que el año
inmediatamente anterior había reconocido esta condición a 720
personas. Es evidente el alto número de solicitantes colombianos y
más si se tiene en cuenta una gran mayoría pasan la frontera por el
departamento de Arauca.

El estado colombiano no tiene cifras sobre los desplazados internos


que pasan la frontera hacia Venezuela por el lado de Arauca.

Arauca-Venezuela

El Estado del Alto Apure es considerado como el territorio fronterizo


más vulnerable y permeable de los 2.219 km que se comparten con
Venezuela. En el Alto Apure los principales puntos de paso a
Venezuela son:

COLOMBIA PASO –Río VENEZUELA LOCALIDAD


Arauca

Municipio de Puerto Lleras, Estado Alto El Nula


Saravena Puerto Apure
Contreras,
Puerto Bolívar

Municipio de La Victoria Estado Alto La Victoria


Arauquita Apure

Arauca Puente Estado Alto El Amparo y


capital Internacional Apure Guasdualito

La oficina de Acnur que cubre todo el Alto Apure, ubicada en


Guasdualito reporta entre los años 2000 al 2007, 2.808 solicitudes de
refugio de colombianos.

El Servicio Jesuita de Refugiados en El Nula reporta 2.300


colombianos solicitantes de refugio entre el 2001 y el 2007, pero
solamente 5 casos como grupo familiar han sido reconocidos, se han

22
negado 7 casos equivalentes a 10 personas, también se dan casos
de solicitudes interpuestas en el 2005 y se notifican hasta el 2007. Los
demás casos siguen en espera de que la Comisión Nacional para los
Refugiados en Venezuela defina la situación jurídica de estos
solicitantes.

En Guasdualito, donde esta ubicada la oficina de la Secretaría


Técnica Regional para refugiados, que funciona desde 2005, sólo ha
estudiado 35 casos y entregado documentos provisionales a 271
personas, de las 2.774 que han solicitado refugio en el Alto Apure
desde el 2001.

Posibles causas del desplazamiento hacia Venezuela

Los solicitantes de refugio en Venezuela han manifestado que


provienen de los departamento de Chocó, Norte de Santander,
Antioquia, Boyacá, Nariño, Arauca y otros, es decir, que no son
colombianos que vivieran exclusivamente en el Departamento de
Arauca, además de que ya habían sufrido de uno a dos
desplazamientos internos en Colombia.

Dentro de las posibles causas del desplazamiento hacia


Venezuela, los solicitantes manifestaron:

• Amenaza de reclutamiento forzado de niños, niñas y jóvenes en


diferentes municipios del departamento de Arauca. El constante
hostigamiento de la Farc y el Eln para reclutar menores en sus filas,
esto debido al enfrenamiento que tienen entre sí estos dos grupos
insurgentes. Además de un posible reclutamiento de las Águilas
Negras en el municipio de Arauquita-Arauca. Por temor las familias
no denunciaron estos casos en Colombia.

• Persecución por actores armados como Farc, Eln y paramilitares.


Muchos desplazados afirmaron que tras dos desplazamientos
dentro de Arauca, todavía las guerrillas los siguen persiguiendo,
acusándolos de auxiliadores de unos de los grupos, de Farc o del
Eln. De igual manera la persecución a los lideres de
organizaciones de derechos humanos y sociales por parte de los

23
paramilitares, como el caso de la Asociación Campesina de
Arauca y la Fundación Comité Regional de Derechos Humanos
Joel Sierra, entre otras.

• La constante violación a los derechos humanos en Arauca, que se


ha evidenciado en detenciones masivas, asesinatos selectivos,
falsos positivos, desapariciones y secuestro de líderes sociales, y la
persecución a organizaciones sindicales, de derechos humanos,
servidores públicos y políticos en Arauca.

• Falta de atención a la población desplazada por parte de las


autoridades regionales en Arauca y a nivel nacional. Casos
evidentes de desplazados que después de más de cinco meses
de haber declarado no han sido todavía incluidos en el registro,
otros hablan de estar incluidos pero de no haber recibido la
atención de emergencia; otros de haber recibido la atención de
emergencia pero no han vuelto a recibir nada más. Muchos casos
reportados de población que después de dos años nunca
recibieron nada, ni la atención de emergencia.

• Falta de condiciones de seguridad para continuar en Colombia.


Solicitantes de refugio manifestaron que aún habiendo llegado a
Venezuela, el temor persiste porque afirman que el conflicto
colombiano entre las dos guerrillas traspasó la frontera. Algunos
solicitantes hablaron sobre casos de conocidos que habían sido
amenazados por alguna de las guerrillas en Colombia y estando
en Venezuela los han localizado, obligándolos a adentrarse más
hacia el centro de Venezuela.

Hay que agregar que por lo menos en la zona del Alto Apure hay
más de 200 colombianos que no son solicitantes de refugio, pero que
tampoco son migrantes económicos. Sino colombianos que no han
ejercido su derecho al refugio por temor, desconocimiento de la
norma, o porque simplemente creen que las situación en Colombia
puede mejorar y pueden regresar.

24
En el primer semestre de 2007 se agudizó la confrontación entre las
guerrillas de las Farc y el Eln por el dominio del territorio, el control de
la población y el acceso a recursos. No se conocen argumentos
políticos en esta confrontación entre guerrillas en el departamento
de Arauca y, en cambio, hay quienes sugieren que se trata de una
disputa por el control de cultivos de uso ilícito, de los recursos que
giran alrededor de la explotación petrolera, de las rutas de tráfico de
armas e insumos para el procesamiento de drogas, de las zonas de
frontera y del comercio de drogas.

Desplazados de la madre tierra


Según la Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC, 17
pueblos indígenas se encuentran en peligro de extinción siendo el
desplazamiento una de las causas.

Para la Comisión de Seguimiento de la Política Pública sobre


desplazamiento forzado la ausencia de un enfoque diferencial para
la atención a los Pueblos Indígenas de Colombia en situación de
desplazamiento forzado contribuye a invisibilizar sus consecuencias
sobre las comunidades indígenas del país: Significa una amenaza de
muerte cultural de comunidades al interior de los 87 pueblos
existentes y hablantes de 64 lenguas (DANE, censo 2.005). Significa
también poner en peligro la diversidad sociocultural y política de
estos pueblos: agricultores, horticultores, pastores, recolectores y
pescadores con múltiples patrones de asentamientos incluidos
grupos nómadas y seminómadas. Significa poner en peligro de
mayor exclusión y en posición de asistidos a 1.378.884 de personas
habitando 27 de los 32 departamentos del país y 710 resguardos
(DANE, censo 1.985) desperdiciando sus conocimientos ancestrales
que les permite organizarse socialmente en sus territorios.

La relevancia de un enfoque diferencial en las políticas públicas


de atención al desplazamiento forzado de los indígenas radica en
facilitar la visibilidad de las vulnerabilidades específicas de esta
población que parte de una situación de desigualdad histórica
frente a los demás. Esto con el propósito de poder implementar

25
acciones encaminadas a la protección y restauración de sus
derechos colectivos y su derecho propio.

Desde la perspectiva de los Derechos Humanos de los indígenas


desplazados, es evidente que la respuesta institucional recibida por
ellos, tal como lo expresaron funcionarios de gobierno, parece
construirse sobre la invisibilización y desatención de los derechos y
garantías. Son una sumatoria de acciones parciales, atomizadas,
tomando la Atención Humanitaria de Emergencia como una Política
de Desplazamiento sin atender los demás componentes de este
fenómeno y sin un conocimiento de las necesidades diferenciadas
de las personas que se deben atender. Ignorando autoridades
tradicionales existentes con quienes podrían potenciar la atención a
estas poblaciones e insertarse en sus planes de contingencia o
formularlos con ellas.

Considerando las múltiples denuncias planteadas por los lideres de


los pueblos indígenas, es evidente que existe una grave tensión entre
el derecho colectivo de autogobierno y afirmación de conceptos de
desarrollo acordes con EL (al) patrimonio histórico y cultural de las
comunidades y la presión por la apropiación privada y la explotación
intensiva de los recursos naturales en sus territorios especialmente
protegidos por la Constitución y la ley. El argumento del desarrollo es
muy importante, pero justamente, el reconocimiento de estas
autonomías relativas a los grupos étnicos, en el marco del Estado
nación, busca proteger la posibilidad de encontrar formas de
desarrollo apropiadas a sus características, tradiciones y necesidades
y por ello no puede ser impuesto por los representantes de la
sociedad mayoritaria. En este contexto la figura de la consulta previa
tiene la finalidad de proteger este contenido estableciendo la
concertación con las comunidades para hallar formas de economía
y desarrollo que no destruyan su existencia como pueblos.

La lectura de las cifras y los efectos del desplazamiento indígena,


muchas de ellas intangibles, para el observador que desconoce las

26
dinámicas socioculturales indígenas, lleva a dimensionar la grave
situación de los indígenas en situación de desplazamiento forzado.

Entre el 2002 y 2006 se desplazaron 57.536 que representan


aproximadamente el 96% del total de indígenas desplazados en el
periodo 1.996-2.006 (ONIC - Sistema de Información de Derechos
Humanos SISDHO). En el 2001 se desplazaron 54 indígenas pero en el
2002 se reportó 9.120 desplazados. Durante el 2003 la cifra se redujo a
1.157, pero, en el 2004 la cifra se amplio a 10.519 indígenas
desplazados para repuntar en el 2005 a 28.570 indígenas
desplazados (SISDHO).

Estos datos muestran que el desplazamiento de personas


pertenecientes a grupos étnicos indígenas y afro descendientes se
ha incrementado sustancialmente en los últimos años, pese a que
estas comunidades despliegan un espectro amplio de prácticas de
resistencia civil no violenta. Esta contradicción hace necesario
pensar más detenidamente las causas del desplazamiento en
territorios habitados por estos grupos.

Aparte de esta alteración de sus condiciones de vida, los


indígenas deben soportar frecuentes confinamientos propiciados por
las prácticas de los actores armados.

Las consecuencias intangibles (para el desconocedor de las


dinámicas socioculturales de los indígenas) del desplazamiento
forzado de los Pueblos indígenas se traducen en fracturas de la
organización comunitaria con pérdida de la legitimidad de sus
autoridades tradicionales y la consecuente parálisis de sus Planes de
Vida donde la educación, la salud, la producción, la justicia, el
territorio, los ritos suelen ser elaborados desde la cosmovisión propia
de su patrimonio cultural. Arrancados de su territorio, a partir de y al
interior de cual forjaron su historia y cultura, sus referentes territoriales
y de identidad se debilitan y a veces quedan en el vacío existencial.
Su autonomía cultural se deteriora y a veces muere. Y con ella hasta

27
su capacidad de autoabastecimiento alimentario se ve afectada
cayendo en un estado de dependencia que los lleva a un deterioro
de sus condiciones de vida y que anula sus conocimientos agrícolas,
de caza y pesca y de medicina ancestrales.

El desconocimiento de las especificidades culturales y sociales de


los pueblos indígenas y de la condición de sujetos de derechos
colectivos por parte de funcionarios públicos durante la audiencia
técnica, se traduce en la adopción de acciones equivocadas cuyos
impactos ya no son tan difíciles de predecir, pues algunos pueblos ya
han sufrido las consecuencias de estas acciones.

Afro colombianos en medio del fuego y del olvido


En 2007 la población afro-colombiana sigue sufriendo
desplazamiento de manera desproporcionada y sus derechos
territoriales colectivos siguen siendo socavados a causa del
desplazamiento forzado.

Según la Agencia Presidencial para la Acción Social y la


Cooperación Internacional, entre enero y septiembre de 2007,
alrededor de 17,703 personas fueron desplazadas de 75 municipios
en los cuales hay mayoría de población afrocolombiana y están
ubicados sus territorios colectivos1. Las misma fuente precisa que
desde 1997 hasta la actualidad son por lo menos 355,629 personas
de comunidades afrocolombianas que han sido desplazadas por la
violencia. La cifra puede ser mayor si se tiene en cuenta el subregistro
que resulta del rechazo en la inscripción ante el sistema
gubernamental y la decisión de las comunidades de no acudir al
registro por temor o desconfianza.

Igualmente, sigue la relación perversa entre titulación colectiva,


la implementación de megaproyectos, los avances de la guerra y el

1
Fuente: Afrodes a partir de cifras publicadas por Subdirección de Atención a Población Desplazada de Acción Social - Sistema de información de
Población Desplazada - SIPOD con corte al día 3 de septiembre de 2007 -Consultado el 2007/10/12 en
http://www.accionsocial.gov.co/Estadisticas/publicacion%20septiembre%203%20de%202007.htm

28
desplazamiento. En la Audiencia de Octubre que la Corte
Constitucional convocó para la población afrocolombiana
desplazada se escuchó repetidamente sobre casos de de expulsión
con fines de apropiación de los territorios para la explotación
económica de los recursos naturales, implementación de
megaproyectos de infraestructura y de agroindustria como palma
africana, explotación forestal, explotación minera, imposición de
cultivos de uso ilícito, ganadería extensiva y disputa territorial entre los
distintos actores armados. También se destaco que las fumigaciones
siguen causando desplazamiento de las comunidades afro-
colombianas de su territorio.

Según el Sistema de Información - SISDHES, en el departamento


de Chocó, en lo que va corrido del año 2007 por lo menos 2.260
personas se han visto obligadas a abandonar sus lugares de origen
en forma masiva, por causas relacionadas al conflicto armado
interno. Los casos más emblemáticos se desarrollan en los municipios
de Sipí, Medio San Juan e Istmina.

La población que habita el municipio de Sipí continúa


bloqueada por las acciones armadas que buscan el control
poblacional y territorial a partir de intimidación y los sostenidos
enfrentamientos armados entre la guerrilla del Eln y las Llamadas
Águilas Negras. La guerrilla se encuentra ubicada en la parte baja
del río Sipí mientras las A.U.C. controlan la parte alta del río Sipí y río
Garrapata, dejando en medio de esta disputa a la población civil.
Los grupos armados no permiten la entrada de víveres ni personas
por el río Sipí lo que ha generado un alto desabastecimiento y crisis
alimentaria en la zona.

Sin embargo, en situaciones coyunturales de conflicto armado,


alrededor de 1.010 personas han salido del municipio para
resguardar sus vidas y en busca de alimento. Cerca del 34% han sido
desplazamientos intraveredales hacia otras comunidades cercanas,
constituyéndose flujos migratorios constantes en medio de las
hostilidades.
29
En el río Arquía unas 2000 personas de seis comunidades están
confinadas por la guerrilla ir y cuando estas personas logran salir, son
perseguidas y señaladas como guerrilleros por miembros de la fuerza
pública que, en algunas ocasiones los detienen de manera
arbitraria. Según el Consejo comunitario Mayor del Medio Atrato -
COCOMACIA, estas comunidades no solo tienen restringida la libre
circulación sino que la fuerza pública les limita el ingreso de alimentos
y medicamentos, argumentando que son para la guerrilla.

En Itsmina, la guerra por la coca entre los grupos paramilitares


“Rastrojos y “Águilas Negras” ha causado 27 muertos en 2 meses y
en agosto los muertos fueron tres veces mas alta que el promedio de
otros meses2. Este aumento de violencia es debido a la disputa entre
Los Rastrojos, hombres al mando de Wílber Varela, y miembros de las
Águilas Negras, por el control de los cultivos de uso ilícito y rutas
estratégicas de movilidad como el Cañón de Garrapatas y alrededor
de 20 minas de oro en el municipio. El 13 de octubre fueron
masacrados seis mineros, en la finca La Matraca en el corregimiento
Basurú, de Istmina, a manos de miembros de Los Rastrojos.

En Noviembre hubo un desplazamiento masivo de la


comunidad afrocolombiana del corregimiento de Tanguí, después
del asesinato de uno de sus líderes y secuestro de una de sus
matronas organizativas por la frente 57 de la FARC.

La situación que enfrentan las comunidades afrocolombianas


de Jiguamiando, Curvarado y Cacarica continúan siendo precaria,
con denuncias de la población sobre paramilitares que apoyan
empresas palmeras en la zona y amenazan y desplazan a la gente. El
17 Septiembre un supuesto paramilitar intento a asesinar los
hermanos Miguel y Gualberto Hoyos, dos lideres de la de la
población desplazada de Curvarado en proceso de reasentamiento
en su territorio. Además en la Audiencia de la Corte Constitucional se
escucho sobre la existencia de fosas comunes en la comunidad de
Balsa.

2
Fuente: El Tiempo, Noviembre 12, 2007.

30
La situación ha sido bastante grave también para la población
afrocolombiana en Nariño durante el primer semestre de 2007. El
desplazamiento más grande del año tuvo lugar en El Charco,
empezando el 23 de Marzo con más que 8,500 afrocolombianos
desplazados de su territorio colectivo. El desplazamiento fue debido
a la avanzada del Batallón de la Infantería de Marina No. 10 con el
objetivo de recuperar los territorios que habían sido tomados por el
Frente 29 de las FARC. En la Audiencia de la Corte Constitucional
dedicada al tema del desplazamiento de comunidades
afrocolombianas para los afro-colombianos la Procuraduría señaló
que se había emitido una alerta temprana, que no fue tenida en
cuenta ni por las autoridades locales ni nacionales y el resultado fue
un éxodo para el que nadie estaba preparado. Las comunidades
que hicieron resistencia para proteger sus territorios – una estrategia
común de los afro-colombianos – recibieron muy poca atención y su
nivel de vulnerabilidad aumentó por las fumigaciones aéreas que
han acabado con sus cultivos de pancoger.

En el Consejo Comunitario de Comunidades Negras de la


Cordillera Occidental de Nariño y Sur del Cauca han ocurrido 12
asesinatos en los últimos 45 días. Aproximadamente el 80% de su
población, estimada en 35,000 habitantes han sido desplazados a
causa de de los crímenes atribuidos a paramilitares y guerrillas.

El caso de Buenaventura sigue siendo grave, con 477 asesinatos


este año y denuncias de desaparecidos forzados, tortura y victimas
de descuartizamientos. Además el reclutamiento de jóvenes (desde
10 años) por los grupos armados al margen de la ley es común. A
pesar de que la fuerza pública ha incrementado su presencia en el
puerto (1250 policías y 1000 infantes de marina, según el
Comandante de la Brigada Fluvial 8, la situación de orden público no
es precisamente de control por parte de las autoridades toda vez
que existen barrios bajo el control de grupos al margen de la ley.

31
La diferencia del impacto
Los diferentes sistemas de información existentes coinciden en
que la proporción de mujeres y niñas en situación de
desplazamiento supera con creces más de la mitad del global de la
población desplazada: Pastoral Social registra el 50,5%i, para Codhes
el estimado histórico alcanza el 55%ii, para el gobiernoiii es del 51,6%
(con corte del 30 de octubre del 2007). A la hora de revisar este tipo
de cifras se ha de tener cautela ya que muchas mujeres desplazadas
quedan en la invisibilización ya que no solicitan atención al gobierno
o por dificultades del sistema de registro no quedan registradas
(desplazamiento intraurbano, desplazamiento a goteo, o pertenecen
a regiones distantes con mínima infraestructura estatal como el
Amazonas Colombiano de las cuales poco se sabe etc.). Teniendo
en cuenta este aspecto, algunas organizaciones de mujeres
plantean que alrededor de 75%. De la población en situación de
desplazamiento son mujeres y niñas.iv

Lo que nos relevan estos porcentajes es que el impacto de las


dinámicas de conflicto armado, económicas y de fumigacionesv
afectan principalmente a las mujeres y niñas. Por tanto, el conjunto
de servicios existentes de protección y atención a la población en
situación de desplazamiento, tal y como dictamina la Corte
Constitucionalvi tiene la obligación de ofrecer una actuación
diferencial y adecuada que restablezca los derechos perdidos de
las mujeres a partir de la situación de desplazamiento vivida.

Pero, profundizando en las consecuencias del desplazamiento


en las mujeres, existe un consenso internacional vii acerca de la gran
magnitud e intensidad de su impacto en las diferentes facetas de su
nueva vida. Un elemento de fondo y que plantea una diferencia
radical de este impacto entre sexos es el marco patriarcal del
contexto en el que se estructuran la mayoría de las sociedades
actuales, entre ellas la colombiana. Ello afecta doblemente a la
mujer, por ser mujer y desplazada, y triplemente si, además es

32
indígena o afrocolombiana. Por un lado, los roles, mayoritariamente
asumidos por las mujeres de subordinación a los hombres en los
diferentes aspectos (titularidad de tierras, vivienda, documentación,
crédito, educación, inserción laboral etc..) les dificulta el acceso a
sus derechos que le corresponden como población desplazada y
más ante la falta del marido/compañero. El índice de jefatura
femenina se da en casi la mitad de los hogares en situación de
desplazamiento.viii. Por otro lado, ante esta nueva situación de
desplazamiento las mujeres continúan siendo, mayoritariamente, las
responsables del cuidado y de la búsqueda y suministro de la
alimentación, alojamiento, medicinas etc, para su familia (hijos/as y
ancianos/as, enfermos), pero en condiciones de mayor dificultad de
acceso y verificación de su situación y reclamo de sus derechos
ante las administraciones territoriales pertinentes. Durante el
recorrido del desplazamiento y en las zonas receptoras donde
nuevamente se instalan las mujeres se ven afectadas por bloqueos,
retenes o control de los víveres practicados por los actores armados,
militares u otros actores. Ello afecta su seguridad alimentaria e
integridad física.ix

Otro efecto desproporcionado del desplazamiento para las


mujeres se da en el ámbito de la salud sexual y reproductiva, donde
está totalmente comprobado que las mujeres en situación de
desplazamiento poseen mayor fecundidad, embarazo precoz y
exposición a abortos que el promedio nacional. x A modo de
ejemplo, el 30% de mujeres embarazas desplazadas aseguraron no
haber recibido ningún tipo de atención prenatal.xi
Pero a pesar de esta situación, el SNAIPD no genera una
respuesta que facilite una atención adecuada y precisa en la fase
de ayuda humanitaria y de estabilidad socioeconómica en este
ámbito de salud sexual y reproductiva.

Un grave impacto que las mujeres viven en su situación de


desplazamiento, aunque, a veces es la causa del mismo, es la
violación sexual. A pesar, del silenciamiento y difícil registro de este
delito reconocido nacional e internacionalmente como crimen de

33
guerraxii resultan alarmantes los siguientes datos. Por un lado, según
un estudio de Profamilia (2006) el 28,3% mujeres desplazadas fueron
forzadas a tener relaciones sexuales con desconocidos, frente al
20,6% de mujeres que han sufrido violencia sexual a nivel nacional.
xiii Y, por otro lado, en los datos surgidos de la ONICxiv, en su

contabilización de las violaciones e infracciones cometidas contra


pueblos indígenas durante 2005, llama la atención el registro tan
elevado de violaciones sexuales siendo la séptima más frecuente
entre 12 categorías (por encima de homicidios /muertes por minas
antipersonales, desaparición forzada, reclutamiento forzado,
secuestro, y tortura). Estos datos alertan por sí solos e indican,
únicamente, la base de un cono y no su punta. Reflejan una práctica
sistemáticamente aplicada antes y durante la situación de
desplazamiento de la población (causa y consecuencia) por todos
los actores del conflicto armado colombiano (militares, paramilitares,
reinsertados y guerrillas): la violación sexual como arma de guerra
que humilla, avergüenza y derrota simbólicamente al contrario. Las
zonas con niveles altos de militarización (sea por intereses
económicos de la zona como por enfrentamientos armados) y
donde se irrespeta más el derecho internacional humanitario son
contextos donde se suele dar esta práctica de forma sistemática
(Putumayo, Nariño, Chocó, Urabá, especialmente, entre otros)xv.

De la misma forma, en las actuales versiones libres de los


paramilitares este tipo de delito apenas es enunciado (de 80.000
denuncias que hoy se registran en la Fiscalía General de la Nación en
el marco de la Ley de Justicia y Paz, sólo 21 señalan delitos de
violencia sexual)xvi a pesar de que Mancuso confirmó que era una
práctica sistemática en el accionar militar de sus bloques.

En el contexto social, también son responsables de este delito


atroz actores civiles que coinciden con las mujeres en situación de
desplazamiento en albergues, zonas receptoras de alta inseguridad
donde éstas se han de alojar; y, seguramente, algunos de los mismos
funcionarios de protección y atención a la población desplazada
(aunque no existen datos al respecto). Las condiciones que
precipitan la existencia de este delito son varias y diferentes: el

34
hacinamiento de los albergues donde se instalan los desplazados
durante la fase de AHE (que muchas veces se alarga y donde se
mezclan personas indigentes y desplazadas), la falta de viviendas
dignas asignadas a las familias, la falta de enfoque diferencial de
género en la actuación de las autoridades encargadas de recibir a
la población desplazada.
Por otra parte, también se ha de mencionar la crisis económica
que obliga a las mujeres a buscar diferentes parejas para solucionar
el problema de la alimentación para sus hijos/as, a pesar de que
representen o sean un peligro para sus hijos e hijas.
La respuesta del SNAIPD en relación a este delito se evidenció,
en las diferentes audiencias organizadas por la Corte Constitucional
con diferentes sectores poblacionales en situación de
desplazamiento. Ya que no se percibió un abordaje comprometido e
integral respecto a la violación sexual: en cuanto a su registro, no
existe una atención adecuada de confianza y respeto que permita a
la superviviente relatar este delito y ser registrado. Muchas veces, la
mujer relata todo el serial de abusos y agresiones cometidos a su
familia y se olvida de los propios. Por otro lado, los funcionarios ante
la información relatada por la mujer desplazada, de múltiples y
diversas agresiones graves a ella y a su familia, la violación sexual o
cualquier abuso corporal sufrido en primera persona pasa a recibir
una categorización secundaria. Los programas específicos dirigidos a
este tipo de supervivientes que les faciliten una atención integral
psicosocial son mínimosxvii . En cuanto a la mayoría de alojamientos
facilitados a las familias no incorporan estrategias de prevención de
este tipo de delito. En cuanto al ámbito judicial de su tratamiento,
son delitos que quedan en la impunidad y los pocos casos que
siguen su curso jurídico las víctimas no reciben ningún tipo de
protección. Así mismo, no existe ningún programa de reparación
para mujeres desplazadas y menos para aquellas que han sido
supervivientes de violación sexual.
La esclavitud sexual y la promoción de la prostitución,
especialmente promovida por parte de los paramilitares (aunque
también por actores de empresas instaladas en las zonas) es otro
impacto que viven las mujeres tanto consecuencia del
desplazamiento cuando llegan a la nueva zona receptora donde no
encuentran ningún apoyo institucional para ubicarse de forma digna,

35
como también es causa de desplazamiento de familias que no
quieren que sus hijas acaben en este tipo de actividades. En
concreto, en los departamentos de la frontera Colombo Ecuatoriana
se encuentra este tipo de expresión de violencia de forma
alarmante.. En Nariño las mujeres cuentan como con los cultivos de
uso ilícito llegan los actores armados y con ellos la promoción de la
prostitución y la esclavitud sexual. En el departamento de Putumayo,
en zonas como Orito y la Hormiga también se dio este fenómeno
con anterioridadxviii:
Otro tipo de impacto, relacionado con el anterior, que en algunas
ocasiones recibe la mujer en situación de desplazamiento al llegar al
nuevo lugar receptor son todas las prácticas relacionadas con la
regulación y control social de la vida cotidiana por parte de un actor
armado o económico. Este concepto se traduce en imposición de
conductas, castigos, y prácticas sociales relacionadas con la
violación sexual y por motivos de género. Se agudizan en líderes
mujeres (también hombres) de organizaciones de población
desplazada. Estas conductas, se han observado en diferentes
ciudades receptoras de desplazamiento en los departamentos, entre
otros, del Putumayo, Chocó, Nariño, Magdalena Medio, Urabá xix.
Las autoridades gubernamentales encargadas de la atención de la
población desplazada, tampoco registran ni protegen a las mujeres
(ni hombres) que reciben este tipo de agresiones en la zona
receptora.
Y, finalmente, otro tipo de impacto que particularmente viven
las mujeres indígenas y afrocolombianas producido por el
desplazamiento es, por un lado, su desarraigo territorial (físico, y en
ocasiones jurídicoxx) cuando el territorio es parte de su cosmovisión
de vida Por otro lado, la pérdida cultural y de su organización
comunitaria (autoridades políticas y religiosas, medicina tradicional,
etnoeducación etc….). Estos elementos generan un impacto
destacable en la mujer perteneciente a grupos étnicos ya que
asume los roles tradicionales de transmisión cultural y vive con mayor
subordinación dentro del grupo. Tampoco existe una respuesta
eficaz del SNAIPD para la atención adecuada y ajustada a las
necesidades y derechos de las mujeres indígenas y afrocolombianas
(en general para los grupos indígenas y afrocolombianos). Algunos

36
casos enigmáticos actuales de desplazamiento de grupos étnicos
que desbordan a la institucionalidad serían los siguientes: por un lado,
desplazamiento del grupo étnico Awa que a fecha del 18 de
septiembre 2007 fueron desplazados aproximadamente 1200
indígenas por enfrentamientos del Ejército Nacional y la Guerrilla de
las Farcxxi. O el caso de 128 familias de la comunidad
afrocolombiana del corregimiento de Tanguí, jurisdicción del Medio
Atrato, que se vieron obligadas a desplazarse después de que el
pasado 7 de noviembre presuntos miembros del frente 57 de las
FARC ingresaran al corregimiento y secuestraran en su vivienda a la
señora Bonifacio Caicedo Valoyes, de 59 años de edad. Por esta
misma razón, otras 82 personas pertenecientes a 15 familias de una
comunidad cercana a Tanguí también se desplazaron hacia
Quibdó.xxii

Todo este conjunto de impactos que reciben las mujeres en


situación de desplazamiento (causa o consecuencia) exige, tal
como lo dictamina la Corte Constitución y orienta ACNURxxiii al
Estado, diseñar y aplicar territorialmente una política diferencial
basada en los derechos de las mujeres que les ofrezca una
protección y atención que garantice su seguridad humana.

37
ANEXO 1

Comportamiento del Desplazamiento 1985 - 30 de Junio de 2007


DE 1985* A 1995* (Conferencia Episcopal-Codhes)
Estimativo Nacional: 4'075.580 personas

412.553

317.375 341.925
310237
308.000
288.000 287.581

257.000 221.638

207.607
181.000

133.664
119.000
110.000
105.000 78.000 89.000
77.000
59.000 64.000
27.000 45.000
36.000

8 5* 86
*
87
*
88
*
89
*
90
*
9 1* 92
*
93
*
9 4* 95
* 96 97 9 8 99 00 0 1 02 03 0 4 05 06
19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 19 20 20 20 20 20 20 20 07
e 20
ed
e st r
em
er. S
1

Añ o s

38
ANEXO 2

TENDENCIAS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO


DEL 1 DE ENERO DE 1999- 30 DE JUNIO DE 2007
SEMESTRALIZADO, POR PERSONAS

208.872
203.681
191.875
183.735
166.786
157.235 156.774
153.463
150.368
133.640 130.346 133.664
121.341 121.411
119.690
100.227
87.917

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 1ER. SEMESTRE
2007

año 1er. Semestre 2do. Semestre

39
ANEXO 3

SISTEMAS DE INFORMACION SOBRE DESPLAZAMIENTO FORZADO


DEL 1 DE ENERO DE 1997 AL 30 DE JUNIO DE 2007
TOTAL PERSONAS SIPOD- ACCIÓN SOCIAL 2.213.800,
TOTAL PERSONAS SISDHES- CODHES 2.959.025

412.553
382.486
389.179

342.243
317.375
310.237
307.559
288.127 287.581

257.000 217.253 231.358


221.638
218.438
207.607
197.832
181.000

133.664

114.938

51.596 51.748 51.413

1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 1ER. SEMESTRE
2007
año SISDHES SIPOD

40
ANEXO 4

Desplazamiento Municipios de Llegada


Primeros 50 Municipios por Personas
1er Semestre 2007

LA GUAJIRA

ATLANTICO

MAGDALENA

CESAR

SUCREBOLIVAR

CORDOBA
NORTE DE SANTANDER

ANTIOQUIA SANTANDER
ARAUCA

CHOCO
BOYACA
CASANARE
CALDAS
CUNDINAMARCA
RISARALDA
VICHADA
QUINDIO
BOGOTA
TOLIMA
VALLE DEL CAUCA
META

HUILA GUANIA
CAUCA

GUAVIARE
NARINO

PUTUMAYO CAQUETA VAUPES

Nº de Personas AMAZONAS

339 - 939 1: 8,215,510


940 - 2200
2201 - 4631
4632 - 20884

Fuente: SISDHES - CODHES


29 Noviembre 2007

41
ANEXO 5

Tasa Municipal de Llegada


por cada 100 mil habitantes
1er Semestre 2007

LA GUAJIRA

ATLANTICO
MAGDALENA

CESAR

SUCRE
BOLIVAR
CORDOBA
NORTE DE SANTANDER

ANTIOQUIA SANTANDER
ARAUCA

BOYACA
CALDAS
CUNDINAMARCA CASANARE
CHOCO RISARALDA VICHADA

QUINDIO
BOGOTA
TOLIMA
VALLE DEL CAUCA
META

GUANIA
HUILA
CAUCA

GUAVIARE
NARINO

CAQUETA
PUTUMAYO
VAUPES

AMAZONAS

Nº de Personas 1: 9,053,704
787 - 1975
1976 - 4842
4843 - 17868
17869 - 47569

Fuente: SISDHES - CODHES


29 Noviembre 2007

42
i Según el RUT con corte el día 30 de junio de 2007.
ii

www.http://www.accionsocial.gov.co/Estadisticas/publicacion%20oct%2030%20de%20
2007.htm

iv Observatorio de los derechos humanos de las mujeres en Colombia. Red Nacional de


Mujeres. Informe de derechos Humanos de las mujeres en Colombia: Las invisibles.
Mujeres desplazamiento y política pública 2002-2005. Observatorio de los derechos
humanos de las mujeres en Colombia. 2006
v Según las zonas las causas del desplazamiento son variadas o actúan en conjunto.
vi Sentencia T-025 y diversos autos posteriores.
vii Tanto a cerca del caso Colombiano, como una cuestión que se repite en todas las

mujeres del mundo que han tenido que vivir situaciones de desplazamiento.
viii Datos correspondientes al año 2005 % de hogares con jefatura femenina: Codhes

plantea que el 32,4% de la población desplazada corresponde a jefatura de hogares


femeninos, según Pastoral social corresponderían el 40,6% y, según el gobierno el 48%
de los hogares.
ix Estas prácticas han sido habituales a lo largo del año en población que se ha tenido

que desplazar en el Choco, Nariño, Putumayo, parte de Antioquia.


x Según el estudio Ojeda. G y Murad R. ”salud sexual y reproductiva en zonas
marginadas. Situación de las mujeres desplazadas 2005. informe de profamilia. USAID
junio 2006: fecundidad: Mujeres desplazadas promedio de 4’2% de hijos por mujer y el
promedio nacional fue de 2,4; embarazos precoces: El 23,9% de mujeres desplazadas
entre 13 a 19 años alguna vez estuvo embarazada, cifra que supera el promedio
nacional de 20,5%. El 22’9% de las mujeres desplazadas sufrieron aborto sufrieron frente
al promedio nacional que fue de 17,5%
xi Idem anterior,
xii Reconocido por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, CPI y por el

Artículo 8 del estatuto en la legislación Colombiana.


xiii Estudio Ojeda. G y Murad R. ”salud sexual y reproductiva en zonas marginadas.

Situación de las mujeres desplazadas 2005. informe de profamilia. USAID junio 2006
xiv Organización Indígena Colombiana. Los pueblos indígenas de Colombia continúan

en la mira de los verdugos. ONIC. Bogotá 2006. A pesar de que no detallan si fueron
causa o consecuencia de desplazamiento,
xv Informes sobre las zonas donde la Ruta Pacífica y OFP han realizado diferentes

movilizaciones de mujeres.
xvi Mesa Nacional de Incidencia por el derecho a la verdad, la justicia y la reparación

con perspectiva de género. Análisis sociodemográfico de las víctimas del conflicto


armado: brechas de género. IMP 2007.
xvii Idem, Informes elaborados por CasaMujer y Sisma Mujer para la audiencia de
mujeres organizadas por la Corte Cosntitucional. Mayo 2007.
xviii E Informe Ruta Pacífica y OFP en el marco de su última movilización en e día
23/10/2007),El Tiempo, 5/08/2007
xix Infomes sobre las zonas donde la Ruta Pacífica y OFP han realizado diferentes

movilizaciones de mujeres.
xx El caso del Alto Naya, entre otras.
xxi Codhes (25 /11/2007)
xxii Codhes (16/11/2007)
xxiii Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados. Balance políticas

públicas de prevención, protección y atención al desplazamiento interno forzado en


Colombia Enero 2004-abril2007. ACNUR 2007

43

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