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Ese concepto de caridad, de ágape, se colocó desde el minos deductivos al amor como la fuente de toda mora-
principio de la investigación cristiana, en contraste mar- lidad, sino que arrancando de Dios, que es amor, como
cado con el concepto de eros. "En rigor, en el error el de una verdad existencial primera, sólo puede encontrar
amante se busca a sí mismo. En la ágape, en cambio, el en la conducta amorosa del hombre la respuesta también
amante va también fuera de sí, pero no sacado, sino libe- existencial al amor divino.
ralmente donado; es una donación de sí mismo; es la efu- Y así como en el problema del ser y de la verdad par-
sión consecutiva a la plenitud del ser que ya se e s " . . . tía Agustín de la VERDAD-REALIDAD que es Dios mis-
"Los latinos de inspiración helénica distinguieron ambas mo, para inquirir después, más que el hallazgo, la con-
cosas con un preciso vocabulario. El eros es el amor na- ceptuación de una verdad humanamente expresable, así
tural: es la tendencia que, por su propia naturaleza, in- en lo moral, el concepto no es sino el eco apagado de una
clina a todo ser hacia los actos y objetos para los que está realidad mucho más fuerte que ese propio concepto, cual
capacitado. La ágape es el amor personal en que el amante es el amor gratuito que Dios nos ofrece y la correspon-
no busca nada, sino que al afirmarse en su propia reali- dencia en amor que a Él le damos como don igualmente
dad sustantiva, la persona no se inclina por naturaleza, gratuito de la gracia.
sino que se otorga por liberalidad".
Desde este ángulo precisamente existencial es ya ple-
Sendo esto así, y proclamando el cristianismo la ley namente inteligible el que Agustín establezca los tres fa-
del amor como la que sustituye la antigua ley de los reyes mosos estados del hombre ante el pecado: El de Adán, aún
y de los profetas, ha absorbido espontáneamente el pro- inocente, que "posse no peccare"; el del hombre después
blema ético en un problema religioso, en donde todo egoís- de la caída y anterior a la Redención de Cristo, que "non
mo queda anulado. posse no peccare", y el del hombre redimido por la gra-
Y es también San Agustín quien primero, de modo ex- cia que "non posse peccare". Porque en el plano puro
preso, reduce conscientemente todas las virtudes al amor: de las virtudes éticas helénicas, de las virtudes no ilumi-
"La temperancia, es el amor que se da todo entero a lo que nadas por el amor, Agustín no niega el libre albedrío, sólo
se ama; la fuerza, es el amor que soporta todo fácilmen- que la posibilidad de hacer el bien y la efectuación real
te por lo que se ama; la justicia, es el amor, no sirve más del mismo, carece de valor en el plano total de la vida
que al objeto amado y domina por consiguiente todo lo humana santificada por el acto de amor que fue la Reden-
demás; la prudencia es el discernimiento sagaz entre lo ción. De ahí que las virtudes de los paganos se le hagan
que favorece al amado y lo que lo perjudica". Por ello espléndidos vicios. Y si es cierto que esta expresión no
San Agustín ha podido decir tan rotundamente: "Ama se encuentra en sus escritos, el "non posse non peccare"
y haz lo que quieras". a que está afectado aquél a quien falta la gracia, deter-
Esta teoría de la moral que coloca resueltamente en el mina que para Agustín sea viciosa incluso toda virtud
amor a Dios la fuente de toda virtud, proclamaba real- humana, precisamente cuando falta la caridad, don gra-
mente, más que una teoría, la filosofía existencial de la tuito de Dios entregado libremente por El con la gracia.
conducta moral. No es que San Agustín especule sobre Pero Pelagio, contra quien luchaba Agustín en el plano
las vías que nos puedan conducir a ser buenos y hones- teológico de la doctrina de la gracia y en el plano existen-
tos, no es que sus lucubraciones lo lleven tras penosos ca- cial de su filosofía moral y religiosa, estaba haciendo in-
útil nada menos que la Redención del género humano por tencia humana concreta y contingente, en el mundo moral
el Hijo del Hombre. Y esa sutil manera como el ingenioso lo desenvuelve con estupendo rigor lógico Nicolai Hart-
heresiarca socavaba la nueva imagen del mundo, no era mann, quien para defender la vida moral tiene que esta-
otra que la de introducir en forma autónoma la antigua blecer el ateísmo como postulado, es decir, afirmar que
mentalidad griega que consideraba las virtudes morales sólo es moral aquél que parte del principio de que no hay
como obras del intelecto, y no del amor. Era también la un Dios que ni ordene sus actos, y su conducta, ni premie
proclamación de la autonomía del orden moral frente a o castigue el incumplimiento de los valores morales'. Este
todo pensamiento religioso. ateísmo que podríamos llamar existencial en la vida mo-
Y este pelagianismo se abre camino a lo largo de toda ral, se corresponde plenamente con la facticidad de la
la edad media, y aunque sofocado entonces por la gran vida existenia que reivindica Heidegger.
religiosa de la cristiandad medieval, irrumpe con todas sus He aquí, pues, cómo al cabo de dieciseis siglos de Agus-
fuerzas en el Renacimiento. Llega un momento en que tín, el mundo vuelve a ser agustiniano, pero con conte-
el frío racionalismo y el naturalismo psicologista, tendrán nido sombríamente contrario. Donde Agustín proclamaba
que afirmar que la distinción entre el bien y el mal es la existencia de Dios como raíz de todo filosofar, nuestro
solo algo subjetivo, la proyección en las cosas de lo que presente exalta la fugaz existencia humana. Donde Agus-
apetecemos o de lo que rechazamos. tín implicaba en esa existencia divina la necesidad abso-
La tremenda pregunta que se plantea Leibniz en el luta y la eternidad en plenitud, el mundo actual se aga-
campo de las existencias, recordada atrás, en el mundo rra a la propia existencia del hombre en cuanto fugaz y
moral, la pronuncia Enmanuel Kant: "¿Cómo puede ser pasajera, contingente y puramente fáctica. Y donde Agus-
bueno un acto moral que se hace en vista de Dios, más tín partía del amor de Dios al hombre para que éste pue-
aún, en vista de la perfección que el mismo acto ostenta? da ser bueno, la filosofía de Nicolai Hartmann asienta que
La moralidad absoluta, dirá Kant, consiste sólo en obe- sólo sin Dios es concebible un acto de auténtica morali-
decer al deber, mejor aún, a la consciencia del deber, así dad, dentro de una tajante distinción entre el valor ético
el acto mismo sea inmoral y depravado. y su antivalor correspondiente.
Descontando la grandeza trágica de esta afirmación, Pero si el existencialismo aspira a ser un humanismo,
paralela a la angustiosa cuestión leibniziana, es lo cierto como lo asevera uno de los pontífices de esta filosofía,
que siguiendo igual vía, el mundo quiso huír de este for- quizás el mundo esté en propensión de entender que uno
malismo vacío de contenido auténticamente moral, y he de los momentos constitutivos de la existencia humana
aquí que la filosofía llega una vez a crear la teoría de los es la religación, religación que muestra que hay aquello
valores éticos, plenos de contenido, reales y objetivos como que religa; ahora bien, aquello que religa es lo que todos
la mesa en que escribo, pero sin base ninguna existencial, llamamos Dios. Ha sido precisamente a partir de la de-
porque realidad y objetividad sólo sirven aquí para desig- moledora crítica de Heidegger a todos los dualismos como
nar la fuga ante toda afirmación subjetivista o idealista subjetivismo-objetivisto, realismo-idealismo en torno a la
en el mundo de lo moral. existencia del mundo exterior, dualismos que resultan
Y el papel que en el plano del ser desempeña Heidegger anulados con sólo considerar que el hombre es un ser esen-
con soslayar todo idealismo y reclamar el hecho de la exis- cialmente abierto a las cosas, es un ser que consiste en
estar-en-el mundo, como ha podido Xavier Zubiri, como hablar y de donde nos viene a la postre todo lo mejor que
quien dice emergiendo de las propias raíces de la filoso- hay en nosotros? Profiramos ese nombre, que no es otro
fía de la existencia, señalar este carácter de religación que el de Dios".
con Dios que corresponde al ser humano. Sin duda alguna la crisis porque actualmente atravie-
sa la teoría de los valores, reside en su pretendida abso-
Y Max Scheler, una de las más altas cumbres de la lutidad ausente de toda consideración a un ser existente
filosofía actual, pudo escribir un día, tras largo examen igualmente absoluto. También en los desarrollos de esta
del pensamiento precedente, pero como un eco, tras mu- teoría, particularmente en Scheler, podríamos adivinar
cho recorrido de palabras agustinianas, que "todo saber momentos agustinianos como los del "posse non peccare",
religioso acerca de Dios es también un saber mediante "non posse peccare" y "non posse non peccare". Al pri-
Dios en el sentido del modo de recepción del saber mismo". mero correspondería la actitud del hombre ante los bie-
Y por lo que toca al mundo de los valores, correspon- nes que son elegibles, pero no objetos de un acto de pre-
dió al propio Scheler que tan altos aportes dio a su es- ferencia; al segundo el necesario preferir ante el valor
tructuración ontológica, mostrar contra Hartmann su co- puro y el postergar el antivalor correspondiente, y final-
nexión esencial con el espíritu infinito. Pero ha sido un mente, el "non posse non peccare" viene indicado por la
filósofo católico, adicto en mucho a Scheler, y de los pocos ceguedad de los valores, ceguedad que consiste en un no
que actualmente conocen a fondo el pensamiento agus- verlos y en un no poder otra cosa que estar alejados de
tiniano, quien ha podido para establecer el origen de los ellos o de espaldas a su objetividad.
valores en Dios, dar un paso más y decir: "El súbito Pero todo esto permanecerá siempre inmaturo mien-
aparecimiento de la vida del Espíritu, de los valores éti- tras el hombre actual, forcejando contra esta nueva so-
cos y de la personalidad en medio del Universo —es- ledad a que lo ha conducido el excesivo racionalismo de
cribe J. Hessen, citando a P. Jaeger— no puede tener cuatro centurias, como otrora ocurriera al estoico griego,
el significado de una perturbación escandalosa en su no rompa lo que lo encierra que es hoy como ayer en los
economía general, como no la tuvo ya, anteriormente, primeros siglos del cristianismo, la soberbia de la vida de
el aparecimiento de la vida orgánica. El mundo no po- que nos habla el Evangelista.
día dejar de estar ya preparado para esa vida del es-
píritu y en espera de ella. Tiénese el presentimiento
de que esa vida brota de las fuentes más profundas
de la existencia. Y si esa vida de la personalidad, muy
superior a la de la Naturaleza, es realmente un factor
nuevo que viene, por la primera vez, a dar e imprimir al
mundo un carácter decisivo, ¿no debemos, por ventura,
concluir de ahí que deben ser precisamente los valores,
lo valioso que constituiría de cierto modo el corazón de
ese Cosmos, alguna cosa, al menos, que mucho se asemeja
a la Personalidad, es una vida personal? Y, ¿por qué no
dar un nombre a ese gran misterio de que acabamos de