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TRAVESÍA DONIBANE LOHIZUNE - HONDARRIBIA

08/11/09

Aunque el 18 de octubre habíamos estado en otra excursión en Hondarribia,


organizada conjuntamente con los grupos de mendigoizales de Uribe Kosta,
este domingo partimos en autobús, y en un coche, un total de 57 personas.
Esta importante participación se debe a que los recorridos por nuestra costa
vasca siempre han tenido un atractivo especial. Durante toda la semana el
tiempo había sido muy malo, con fuertes lluvias y viento, y para ese día las
previsiones también eran fatales. A pesar de ello el ambiente en el autobús era
estupendo, sobre todo cuando después de partir de Algorta con un fuerte
aguacero, dejó de llover durante el trayecto.

Después de dos horas de carretera, y tras cruzar la muga, llegamos a


Donibane Lohizune (San Juan de Luz), dejándonos el autobús en un
aparcamiento cercano al cabo Santa Bárbara, que está rodeado de un
agradable espacio natural, con un mirador con espléndidas vistas sobre la
bahía, y en cuya ermita se enterraban los cadáveres de los marinos sin
identificar que aparecían en las rocas. En ese momento seguía sin llover, por lo
que la mayoría del grupo bajó del autobús para ver las espectaculares vistas
que hay desde ese lugar.

Poco después de sacarnos esta foto comenzó una fuerte tormenta con agua y
viento, lo cual corroboraba la comunicación del Departamento de Interior del
Gobierno Vasco que había elevado la alerta en la costa vasca del naranja al
rojo, que indica riego extremo, debido a la previsión de fuertes vientos con
rachas de muy fuertes y en la mar se esperaba olas de más de siete metros de
altura.
Estas dos fotos de la bahía sacadas el 29 de septiembre y el 8 de noviembre
reflejan perfectamente el tiempo que tuvimos cuando organizamos la salida y
cuando realizamos el grupo. En cualquier caso el lugar es precioso, tanto con
espléndido tiempo como un fuerte temporal.
Durante esa mañana un embravecido Cantábrico superó los pronósticos y
sacudió la costa con olas de más de 9 metros de altura. Las precipitaciones
superaron los 80 litros por metro cuadrado y se registraron rachas de viento de
hasta 127 kilómetros / hora. Así las cosas algunos se quedaron en el autobús.

Habíamos elegido esta excursión porque desde Bidart hasta Hendaia hay un
camino por todo el litoral, perfectamente marcado con señales que pone
“Littoral”, que resulta muy atractivo. Nosotros teníamos previsto seguir dichas
señales hasta llegar al castillo de Abbadia, cerca de la playa de Hendaia. A
partir de ahí seguiríamos otros caminos que nos acercarían a la playa de
Hendaia, tal como se describe posteriormente.

0h00’ Punta de Santa Bárbara. Ante la adversa situación atmosférica partimos


de este lugar un total de 22 miembros de Itxartu, con la esperanza de que el
tiempo amainase y nos permitiese llegar a Hondarribia. Comenzamos aquí el
recorrido por la bahía de Donibane Lohizune que recorrimos en su integridad,
al llegar hasta el siguiente faro situado en el extremo occidental de la misma, el
Faro de Sokoa.

Bajamos al paseo asfaltado de la playa (Promenade de la Plage) donde


comienza una playa tan larga como bella. Llama la atención el dique de
contención, que le da personalidad a la playa, ya que no es muy corriente
encontrar algo así, pero, gracias a esta barrera, Donibane puede hacer frente a
los enbates del mar. Como se puede apreciar en las fotos el fuerte oleaje
superaba dicho dique de contención en medio de la bahía.

A mitad de camino del


agradable paseo
marítimo llegamos al
casino, construido en
1928 en el estilo
vanguardista de la
época el arts deco
nouveau con la idea de
un barco encallado en
la arena, que lo
atravesaremos por una
galería frontal.
Continuamos posteriormente por el
paseo, (ahora Promenade Thibaud),
mientras divisábamos la bahía
entera y el fuerte de Sokoa, hasta
que por la izquierda encontramos
unas escaleras que bajan a la calle
de la République. Esta calle
desemboca en la plaza Luis XIV, que
es la plaza principal de Donibane
Lohizune, donde se encuentra el
ayuntamiento, junto al puerto. En
esta zona resultan curiosos los
puentes-pasillos para acceder del paseo marítimo a los portales

0h25’ Donibane Lohizune. Llegamos


a esta ciudad de la costa vasco de
Iparralde con mayor 'charme' de todo
el litoral. Tanto por tamaño, como por
ubicación, playas y paseos alientan al
callejeo por un entorno tan cuidado.
La villa no fue siempre así. Construida
sobre los pantanos, de ahí su nombre
vasco Donibane Lohitzune (barrizal),
conoció periodos de gloria y de ruina.
San Juan de Luz fue antes que nada
hospital para peregrinos durante la
Edad Media, y, partiendo de esa
base, fue adquiriendo cada vez más
importancia. Su fortuna creció gracias
a la caza de la ballena de Gascuña;
en el siglo XVI fue punto de partida de
las expediciones de los pescadores
de bacalao a Terranova y en el XVII,
cuando la pesca se hizo más difícil, se
convirtió en 'nid de vipères' (nido de
víboras), como se denominaba a los
corsarios.
El XVII será el siglo de oro de San
Juan de Luz, y en 1660 se producirá
el acontecimiento que marcará para
siempre a la ciudad: la boda entre el
futuro "Rey Sol" Louis XIV y la infanta
española María Teresa de Austria.
Precisamente la denominación a la
animada plaza Louis XIV con su
imponente quiosco en el centro, le
viene porque el futuro rey eligió el
cercano Palacio Mokoenia para
hospedarse durante los preparativos
de la famosa boda.
Tras atravesar la plaza Louis XIV llegamos al puerto pesquero de Donibane
Lohizune, desde donde nos dirigimos al puente Charles De Gaulle para
alcanzar Ziburu. En medio de este puente, hay una “estación de interpretación”
del Sendero Littoral, dedicado a la historia de la pesca, desde la ballena hasta
la pesca de hoy, pasando por la pesca en los mares lejanos.

0h35’ Ziburu. Tras pasar el puente


Charles De Gaulle llegamos al
pequeño pueblo, pero con gran
encanto, de Ziburu, que desde que
se independizó de Urruña en el s.
XVII, siempre ha querido
anexionarse con Donibane
Lohitzune, pero nunca lo ha
conseguido, ya que entre estos dos
pueblos se mantiene una rivalidad
desde tiempos inmemoriales. Parece
ser que el asunto es que desde
Donibane se tenía a Ziburu por un
pueblo de categoría inferior, y era
aquí donde buscaban refugio sus
propios marginados. Entre tanto,
Ziburu se dedicaba al mar, y, como
con el tiempo el transporte marítimo
de su puerto fue rivalizando cada
vez más con el de San Juan, se
encargaron de arreglar esas
desavenencias, quemando a 500
personas bajo la acusación o
pretexto de brujería.

Cerca del puente que une ambas poblaciones, pasamos delante del Convento
de los Retirados, uno de los primeros en utilizar la lengua vasca en sus misas,
cantos y catecismos. Continuamos nuestra travesía por el Muelle de Ravel,
cuyo nombre procede de la casa nº 12, la natal del famoso compositor Maurice
Ravel, que se reconoce rápidamente, ya que es la única de estilo flamenco
entre las coloristas fachadas lapurtarras.
A la salida de Ziburu continuamos por un paseo pegado al mar y paralelo a la
carretera. Pronto descendimos por unas escaleras a la parte inferior, junto a las
rocas que eran azotadas por el mar. Pasamos delante de la “Estación de
interpretación de Quai de la Nivelle”, que es otra de las estaciones del Sendero
Littoral, en este caso la que tenía unos paneles sobre el muelle de La Nivelle, la
bahía y su historia. Desgraciadamente estaban destrozados.

Nos encontramos en ese lugar con muchas algas arrojadas por el mar a la
costa. Después del secado se venden para la fabricación de gelatinas y
productos de cosmética. Volvimos a salir subiendo unas escaleras hasta la
carretera y siguiendo por la acera nos acercamos a Sokoa, pasando el puente
sobre el río Untxin.

1h00’ Sokoa. Nada más cruzar el puente, giraremos a la derecha, llegando al


puerto y al barrio pesquero de Sokoa, que está dominado por un viejo fuerte,
que se encuentra sobre una isla natural que ha sido unida por un contrafuerte.
Apenas dos calles, una playa y una pequeña dársena forman este pintoresco
barrio de Ziburu, convertido en bastión turístico. La zona portuaria de Sokoa
llena de restaurantes es muy parecida al barrio de la Marina en Hondarribia que
tantas veces hemos visitado, aunque sin tanto encanto. Lógicamente de sus
terrazas disfrutaron los que no hicieron el recorrido completo andando.

El mayor atractivo de esta aldea marinera es su fuerte construido por orden de


Enrique IV en el siglo XII, que tenía por misión la defensa de la estratégica
bahía. Hoy de lo único que tiene que defenderse es de las embestidas del mar.
Su función en la actualidad es menos belicosa, ya que se utiliza como centro
de submarinismo y deportes náuticos. Sus alrededores son ideales para el
paseo, especialmente con el mar en calma, cuando se puede caminar por el
rompeolas, que no era en nuestro caso. Este lugar de por si bonito se vuelve
espectacular en días de mala mar.
Los que realizaron el recorrido por el Sendero Littoral no se acercaron al fuerte
de Sokoa, y por tanto no pudieron disfrutar, desde el propio fuerte, de la
espectacularidad de las olas saltando por encima del espigón que protege la
bahía de los embates del Atlántico.

1h10’ Faro de Sokoa.


Continuando el recorrido el grupo
de los 22, se decidió no acercarnos
hasta el fuerte, ya que no tiene
salida, y por ello abandonamos el
puerto por la avenida Passicot,
giramos a la derecha y tomamos la
calle que sube hasta el viejo faro.
En la parte trasera del faro arranca
un sendero que avanza por el
borde de los acantilados.

En ese lugar tuvimos unas fuertes


rachas de viento y lluvia que nos
obligó a realizar un tramo agarrados
a un cable junto al acantilado.
Pasado ese punto un tanto
peligroso, no por el sendero sino por
el viento, hicimos una breve parada
para decidir si se continuaba o no. A
partir de ese punto el camino va
entre la carretera y el acantilado, sin
ningún lugar para protegerse, por lo
que la mitad del grupo decidió
regresar a Sokoa mientras 11 valientes continuaban luchando contra las
condiciones atmosféricas.
1h44’ Llegamos a la Cala de Les
Viviers Basques (Los Viveros
Vascos), en una zona donde la línea
de costa es más baja, y donde se
sitúa en un muro una nueva “estación
de interpretación” del Sendero Littoral,
en este caso dedicada a la franja
costera a marea baja y la geología
(peces, aves, flora y crustáceos del
lugar). La dificultad para atravesar
este lugar es evidente.

Seguimos por una senda entre el


acantilado y la carretera, pegado a
esta. En principio el sendero va
ascendiendo, a veces tratando de
alejarse unos metros de la carretera
entre vegetación a media altura, para
volver una y otra vez junto a la
carretera. A pesar de ir en este tramo
cerca de la carretera, resulta un
sendero agradable.

2h12’ Continuando el paseo llegamos


a otra cala donde encontramos un
gran edificio blanco y rojo: el Hotel
Haizabia. Pasamos por delante del
hotel y subimos a una colina, con
campos cercados a la izquierda, y un
bosquete de pinos, robles y helechos
a la derecha. Nos asomamos a la
bahía de Loia, que luce un enorme
flan de piedra en el centro.

2h20’ Bordeando la franja costera llegamos a Asporotz - Asporotsttipi, donde


vemos los restos de un cargadero (vagonetas, postes, y cables). Aquí esta
situado un nuevo gran panel del Sendero Littoral, y es una de las “puertas de
entrada” aconsejadas para realizar el recorrido denominado “Littoral”.
Seguimos recorriendo el perímetro
pegado al acantilado de la bahía
de Loia, con las vistas ocultas por
la vegetación, hasta que salimos a
una amplia pradera muy cerca del
castillo de Abbadia. Un poste de
señales nos envía rectos hacia
Larretxea-Maison de la Lande,
pero nos desviamos a la derecha,
para recorrer unos caminos con
más atractivo que el habitual.

Así entramos en uno de los


rincones con más encanto de la
costa labortana, el Parque Natural
Protegido d’Abbadie, perteneciente
a la entidad pública creada en
1975 para la protección de
espacios litorales llamada
“Conservatoire de l’Espace Littoral
et des Rivages Lacustres”

La geografía de la zona se puede


decir que es un pequeño resumen
de la costa vasca: escarpados
acantilados, monstruosos pliegues
calcáreos de color rojizo, como los
célebres islotes rocosos llamados
indistintamente Deux Jumeaux -
Dos Gemelas - Dunbarriak;
preciosas calas en las
profundidades de las ensenadas;
prados, brezo y flores silvestres, y
bosques con su amplia variedad de
árboles.

El parque es un importante
observatorio de aves migratorias,
como el milano real, el cernícalo ceniciento, la avutarda y el chorlito, además
de las diversas aves marinas como cormoranes y las variedades de gaviotas.

Bajamos por la pradera y tomamos un sendero embarrado que corre paralelo


entre el acantilado y las verdes praderas donde en invierno pastan las ovejas
latxas que realizan la trashumancia desde los Pirineos.

Bordeamos la cornisa ganando las puntas que se internan en el mar, hasta


alcanzar la punta Sainte Anne, lugar más sobresaliente del parque, con un
obelisco de más de cuarenta metros al cual actualmente no está permitido
acceder. En esta área también nos encontramos unos pesados Bunkers que
sirvieron para la defensa costera en la Segunda Guerra Mundial.
2h45’ Frente a la punta contemplamos una bonita visión de los dos islotes
rocosos de caliza rojiza llamadas las Deux Jumeaux (Dos Gemelas)
(Dumbarriak), que según la leyenda fueron arrojadas por el Jaungorri pirenaico
desde las Peñas de Aia, enfadado de no tener alimento. En realidad son claros
testigos de la erosión producidos por el mar y del retroceso de esta parte de la
costa.

En el centro del Parque, y con traza entre fortaleza medieval, Castillo del Loira
y palacio ingles, se yergue en lo más alto el Château d’Abbadie. El Castillo
d’Abbadie fue mandado construir por Antonie d’Abbadie (1810-1897), nacido en
Dublín de madre irlandesa y padre vasco. Apasionado de la geografía,
astronomía y las culturas orientales, fue renombrado científico, explorador y
euskaltzale.
Creador del lema Zazpiak Bat (7=1) que hace referencia a los siete territorios
históricos vascos unidos en uno. Este lema ha sido recogido posteriormente
por el nacionalismo. Fue el promotor de las fiestas euskaras (Euskal Jaiak)
celebradas por primera vez en Urrugne en 1853.
3h05’ Alcanzamos el caserío
Larretxea o Maison de la Lande,
que se encuentra a la entrada del
parque viniendo desde Hendaia, y
está habilitado como centro de
recepción y pequeño museo. Dejamos
a la izquierda este caserío, girando
nosotros a la derecha por un camino
que baja hasta un aparcamiento. Del
fondo del aparcamiento baja una pista
asfaltada que nos llevó directamente
a la playa Ondarraitz de Hendaia,
dejando a nuestra izquierda el
Hospital Marino de Hendaya.

Tuvimos que andar por la arena unos


200 metros, hasta alcanzar a nuestra
izquierda el paseo de la playa de
Ondarraitz, que es la playa de arena
fina más larga de Euskadi con sus
tres kilómetros, además de una de las
más bonitas, ya que desde ella
podemos contemplar a un lado
Hondarribia y al otro la Punta de
Santa Ana y las espectaculares rocas
conocidas como “Dos Gemelas” o
"Dunbarriak". Además, en medio de la
playa encontramos el antiguo casino
neo-arabesco.

3h15’ Llegamos al lugar donde nos


estaba esperando el autobús en el
paseo de la playa de Hendaia, lugar
que desde siempre ha sido un
importante lugar de paso situado en
un entorno privilegiado, con el
Bidasoa, la Bahía de Txingudi y en
general la Península Ibérica a un lado,
y la larga playa, el Parque de Abbadia
y el Continente Europeo al otro. Si las
condiciones atmosféricas lo hubiesen
permitido, habríamos continuado
nuestro paseo hasta el final de la
playa, para en el Puerto Deportivo de
Sokoburu haber tomado uno de los
barcos que cruzan la bahía de Txingudi hasta Hondarribia. Estos barcos te
dejan en menos de diez minutos en el Barrio de la Marina, que es uno de los
lugares más hermosos y visitados de Hondarribia. Otra vez será.
Con todo el grupo en el autobús partimos para Hondarribia, donde llegamos a
las 14:00.

Como la comida estaba programada para las 15:00 tuvimos tiempo para dar un
pequeño paseo por su Casco Histórico que tiene un gran interés histórico-
artístico y está rodeado de gruesas murallas, algunas todavía en pie. La pena
es que desde hace meses están con unas importantes obras, lo que dificulta el
paseo.
La comida la realizamos en el Batzoki de Hondarribia donde fuimos atendidos,
como en alguna ocasión anterior, perfectamente.

Tras la comida y la sobremesa unos disfrutaron cantando, otros paseando por


Hondarribia, hubo quienes jugaron su partida de mus y bastantes disfrutaron
viendo ganar a nuestro Athletic en el Sardinero.
Los que fueron para el centro de Hondarribia se acercaron, como no podía ser
de otra manera, hacia su Puerto que está situado al abrigo del Monte Jaizkibel
y está considerado como uno de los puertos de bajura más importantes de toda
la Costa Vasca. Desde el paseo disfrutaron de las vistas de la Bahía de
Txingudi que se forma en la desembocadura del río Bidasoa, teniendo enfrente
a Hendaia y al fondo la cima de La Rhune.

A las 19:00 partimos de regreso a Algorta, con el consabido buen ambiente en


el autobús.
LA OPINIÓN DE IÑAKI

Aunque hasta la fecha no había participado en


muchas excursiones organizadas por Itxartu
Taldea, en esta ocasión y visto lo bien que me
lo pasé en la del fin de semana en la que
ascendimos al Moncayo, animé a otros amigos
de mi cuadrilla para realizar el recorrido desde
Donibane Lohizune hasta Hondarribia. Por ello
asistí acompañado de Leire, Ane, Javi y Peter.

Después de la tradicional foto con la bandera


de Itxartu, comenzamos 22 excursionistas a
andar. A unos 100 metros del inicio había un
mirador donde pudimos observar toda la furia
del mar, con unas enormes olas. Aunque el
viento soplaba muy fuerte y el granizo nos
golpeaba la cara, la imagen del mar fue
impresionante. Mereció la pena.

Tras pasar por San Juan de Luz y Ziburu llegamos a Sokoa desde donde nos
dirigimos hasta su faro viejo, donde en la parte posterior comienza un sendero
estrecho cerca del acantilado. Fue aquí donde el viento pegaba muy fuerte y
tuvimos que hacer un tramo agarrados a un cable junto al acantilado. Este
tramo fue un poco peligroso. Pasado este trozo y viendo que el viento no
cesaba, se decidió parar y consensuar con la gente si se continuaba o no. Me
gustó mucho que se pudiera decidir si seguir o no, porque había opiniones para
todos los gustos.

Nosotros cinco, junto con otros seis


montañeros de Itxartu, decidimos no
continuar. Así que volvimos a Sokoa,
visitamos el fuerte y nos tomamos un café
en la terraza de un bar. La verdad es que la
organización estuvo muy rápida ya que el
autobús nos pasó a recoger en unos 45
minutos.

De Sokoa fuimos a Hendaya, donde


paramos para visitar esta localidad, y
aprovechar para tomar unos potes mientras
esperábamos a los que estaban haciendo el
recorrido completo. Una vez todos en el
autobús fuimos a Hondarribia para comer
en el batzoki no sin antes hacer otro
pequeño poteo. La comida me gustó
mucho, el entrecot estaba riquísimo. Por la
tarde dimos una vuelta por Hondarribia.
En definitiva, la excursión estuvo genial. Estaría bien poder hacer esta
excursión en mayo o junio, para hacerla con buen tiempo.

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