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El esquema corporal

Nuestro cuerpo es algo objetivo, concreto, que se puede medir con


límites precisos; pero lo que llamamos esquema corporal es la idea
que tenemos del mismo, lo que, por el contrario, es algo subjetivo,
sujeto a posibles modificaciones, a pesar de que el cuerpo no varíe
entre sí.

El esquema corporal se va elaborando paulatinamente desde la


primera infancia, a partir de las sensaciones y estímulos externos
que el recién nacido tiene, lo que le ayuda a ir distinguiendo lo que
es su propio cuerpo. Al ir realizando cambios de postura,
movimientos por imitación de lo que observa que hacen los demás,
llega a conocer y anticipar ciertas posiciones de su cuerpo,
modelando progresivamente un esquema de su corporalidad, que
sería, además, el responsable de que sintamos el cuerpo como una
unidad propia.

En este proceso intervendrían especialmente los circuitos nerviosos


relacionados con la sensibilidad postural, táctil, visual y motora,
además de ciertas zonas de la corteza cerebral. Por otro lado, hay
que tener en cuenta que, al igual que la corporalidad, se constituye
en un instrumento de expresión de nuestra personalidad, también
nos sirve para tomar contacto con el exterior, comparándonos con
otros cuerpos y objetos; por lo que se puede hablar, dentro del
esquema corporal de cuerpo-objeto, es decir, de la representación
aislada que nos hacemos de nuestro cuerpo en sí mismo, y de
cuerpo-vivido que se referiría a la forma en que nuestra corporalidad
se manifiesta en nuestras relaciones humanas.

El concepto que tenemos de nuestro cuerpo, el esquema corporal, se


elabora dependiendo de numerosos factores, que influyen
modificándolo, pudiendo, en algunos casos, originar un trastorno
psicopatológico del esquema corporal. Dentro de estos factores se
encuentra la observación visual de nuestro cuerpo, bien
directamente o a través del espejo, junto con la información que nos
llega a través del propio sistema nervioso.

También influyen los sentimientos y nuestro estado de ánimo a la


hora de configurar el esquema corporal, siendo la norma que nos
encontremos con peor aspecto físico cuando estamos decaídos.

También los recuerdos influyen notablemente, tanto en lo que se


refiere a nosotros como a otras personas. Por ejemplo, es frecuente
que no advirtamos suficientemente el deterioro que los años
producen en nosotros físicamente, ya que, en cierto modo, al
observarnos guardamos de forma parcial una imagen más joven de
nosotros mismos.

Las ideas o pensamientos de un momento dado («cogniciones»)


ejercen tanta influencia sobre nuestro esquema corporal como los
sentimientos y la vida afectiva; también el ambiente y factores de
tipo sociocultural, como la moda, influyen en la idea que guardamos
de nuestra corporalidad: si la moda, tal como ocurre en la actualidad,
exige estar más bien delgado, podemos llegar a pensar que estamos
demasiado obesos, mientras que si la moda fuese opuesta,
creeríamos que estábamos delgados. Algo similar puede decirse de
la información que recibimos mediante las opiniones de las personas
que nos rodean.

Si alguien nos dice que tenemos un supuesto defecto, especialmente


si es en forma de burla, como es frecuente durante la infancia y
adolescencia, podemos establecer una gran modificación en nuestro
esquema corporal que, además, puede constituir un gran trauma
psíquico que origine sentimientos de inferioridad e incluso un
auténtico complejo.

Las alteraciones psicopatológícas que se acompañan de trastornos


del esquema corporal son muy frecuentes y variadas, destacando
principalmente las dismorfofobias, neurosis, la anorexia nerviosa, las
demencias, la esquizofrenia y otras psicosis, el autismo infantil, etc.
También se producen tras el consumo de drogas de diversa índole,
en los deficientes mentales y en personas con deficiencias
sensoriales padecidas desde el nacimiento o desde la primera
infancia, del tipo de la sordera o la ceguera.
Etapas
�Según Vayer:
1ª-Hasta los dos años: maternal. El niño pasa de los primeros reflejos
a la marcha y las
primeras coordinaciones.
2ª-De 2 a 5 años: global. Conocimiento y utilización del cuerpo cada
vez más precisa.
Relación con el adulto.
3ª-De 5 a 7 años: transición Diferenciación y análisis del cuerpo.
Independencia de los
brazos. Conocimiento derecha-izquierda.
4ª-De 7 a 11 años: elaboración definitiva del esquema corporal.
Relajación global. Transposición del conocimiento de sí al
conocimiento de los demás.
� Según Le Boulch:
1ª- Etapa del cuerpo vivido. (Hasta los 3 años).
Todo un comportamiento global. Conquista del esqueleto de su Yo, a
través de la experiencia global y de la relación con el adulto.
2ª- Etapa de discriminación perceptiva. (De 3 a 7 años).
Desarrollo progresivo de la orientación del esquema corporal. Al final
el niño es capaz de dirigir su atención sobre la totalidad de su cuerpo
y sobre cada uno de los segmentos corporales.
3ª- Etapa del cuerpo representado. ( De 7 a 12 años).
Se consigue una independencia ( funcional y segmentaria global) y
autoevaluación de los segmentos. Se tienen medios para conquistar
su propia autonomía.
� Según Ajuriaguerra:
1ª- Hasta los 3 años.
Nivel del cuerpo vivenciado. No existe diferencia entre lo afectivo y lo
cognitivo. Se dan dos procesos fundamentales para la maduración del
niño: la marcha y el lenguaje.
2ª- De 3 a 7 años.
Nivel de discriminación perceptiva. Tres apartados:
�Perfeccionamiento de la motricidad global.
� Evolución de la percepción del propio
cuerpo.
� Acceso al espacio orientado.
3ª- De 7 a 12 años.
Nivel de la representación mental del propio cuerpo. Evolución
de la inteligencia, interpretación neuroafectiva y estructuración
espacio-temporal.
EDUCACIÓN DEL ESQUEMA CORPORAL:
El esquema corporal es elaborado a partir de:
� Conocimiento del propio cuerpo.
� Desarrollo de las capacidades perceptivo motoras.
� Desarrollo de la lateralidad
LATERALIDAD
DEFINICIONES:
1- Le Boulch: “Es la expresión de un predominio motor realizado con
las partes del cuerpo que integran sus mitades derecha e izquierda”.
2- Reid: “Es la tendencia a utilizar un lado con preferencia del otro”.
ETAPAS:
� Siguiendo a Montalbán:
1ª- 0-2 años. El niño realiza movimientos bilaterales, es decir, lo que
hace con una mano repercute en la otra. Su cuerpo reacciona
globalmente.
2ª- 2-4 años. Va experimentando con una y otra mano, lo que le
permite comparar resultados. Esto es extensible a todo el eje que va
de cabeza a pies (visión, mano y pie de un mismo lado).
3ª- 5-7 años. La noción de derecha e izquierda se tiene, pero con
relación al propio cuerpo. A partir de los ocho años el niño es capaz
de comprenderlos desde el punto de vista de los otros y de los
objetos.
Sin embargo desde el punto de vista docente nos interesa mucho más
esta otra clasificación, pues es eminentemente práctica:
� Fase de localización. (3-4 años). Mediante algún test se observa
que partes utiliza con preferencia.
� Fase de fijación. (4-5 años). Una vez localizado el segmento
dominante realizar tareas de potenciación con él, utilizando todo tipo
de materiales para buscar una mayor coordinación del segmento
dominante con el resto del cuerpo.
� Fase de orientación espacial. (5-7 años). El objetivo es ser
capaz de orientar el cuerpo en el espacio ( conceptos de derecha e
izquierda, adelante-atrás ), tomando como referencia el propio
cuerpo.
�Fase de maduración. (8-10 años). Una vez fijada la lateralidad,
podemos empezar a trabajar la ambidiestra.
TIPOS DE LATERALIDAD:
� DIESTRO: Predominio cerebral izquierdo. La parte derecha del
cuerpo es la que se usa con preferencia.
� ZURDO: Nos encontramos en el caso totalmente opuesto, ahora el
manejo del cuerpo es el del lado izquierdo, pero el predominio
cerebral es el del lado derecho.
� DERECHO FALSO: Se da sobre todo en personas que siendo
zurdas se les obligó en su día a utilizar el lado derecho.
� ZURDO FALSO: Suele ser producto de algún impedimento
temporal de importancia o total. La zurdería es consecuencia de
motivos ajenos al individuo.
� AMBIDIESTRO: Son casos atípicos, pues se muestran zurdos para
algunas actividades y/o segmentos corporales, siendo diestros en
otros aspectos.
� LATERALIDAD CRUZADA: Propia de los que presentan un
predominio lateral diestro en unos miembros y zurdos en los otros.
Una vez vistos aquellos conceptos, tipos y etapas que influyen en el
esquema corporal y por extensión en la lateralidad, vamos a ver
ahora juegos que nos pueden servir para trabajar desde edades
tempranas estos términos tan importantes en nuestra Educación
Física de Base, pudiendo servir, aparte del ámbito de la Educación
Física y Psicomotricidad, en cualquier otro contexto (Educación
mEspecial, Educación Musical, Educación Social, Pedagogía,...).
La motricidad fina
La motricidad fina comprende todas aquellas actividades del niño
que necesitan de una precisión y un elevado nivel de coordinación.

Esta motricidad se refiere a los movimientos realizados por una o


varias partes del cuerpo, que no tienen una amplitud sino que son
movimientos de mas precisión.

Se cree que la motricidad fina se inicia hacia el año y medio, cuando


el niño, sin ningún aprendizaje, empieza a emborronar y pone bolas o
cualquier objeto pequeño en algún bote, botella o agujero.

La motricidad fina implica un nivel elevado de maduración y un


aprendizaje largo para la adquisición plena de cada uno de sus
aspectos, ya que hay diferentes niveles de dificultad y precisión.

Para conseguirlo se ha de seguir un proceso cíclico: iniciar el trabajo


desde que el niño es capaz, partiendo de un nivel muy simple y
continuar a lo largo de los años con metas más complejas y bien
delimitadas en las que se exigirán diferentes objetivos según las
edades.

Los aspectos de la motricidad fina que se pueden trabajar más tanto


a nivel escolar como educativo en general, son:

� Coordinación viso-manual;
� Motricidad facial;
� Motricidad fonética;
� Motricidad gestual.

Desarrollo de la Motricidad Fina

EI desarrollo de la motricidad fina es decisivo para la habilidad de


experimentación y aprendizaje sobre su entorno, consecuentemente,
juega un papel central en el aumento de la inteligencia. Así como la
motricidad gruesa, las habilidades de motricidad fina se desarrollan
en un orden progresivo, pero a un paso desigual que se caracteriza
por progresos acelerados y en otras ocasiones, frustrantes retrasos
que son inofensivos.

Infancia (0- 12 meses)

Las manos de un infante recién nacido están cerradas la mayor parte


del tiempo y, como el resto de su cuerpo, tienen poco control sobre
ellas. Si se toca su palma, cerrara su puño muy apretado, pero esto
es una acción de reflejo inconsciente llamado el reflejo Darwinista, y
desaparece en un plazo de dos a tres meses. Así mismo, el infante
agarrara un objeto puesto en su mano, pero sin ningún conocimiento
de lo que esta haciendo.

Aproximadamente a las ocho semanas, comienzan a descubrir y jugar


con sus manos, al principio solamente involucrando las sensaciones
del tacto, pero después, cerca de los tres meses, involucran la vista
también.

La coordinación ojo-mano comienza a desarrollarse entre los 2 y 4


meses, comenzando así un periodo de práctica llamado ensayo y
error al ver los objetos y tratar de tomarlos.

A los cuatro o cinco meses, la mayoría de los infantes pueden tomar


un objeto que este dentro de su alcance, mirando solamente el objeto
y no sus manos. Llamado "máximo nivel de alcance.” Este logro se
considera un importante cimiento en el desarrollo de la motricidad
fina.

A la edad de seis meses, los infantes pueden tomar un pequeño


objeto con facilidad por un corto periodo, y muchos comienzan a
golpear objetos. Aunque su habilidad para sujetarlos sigue siendo
torpe, adquieren fascinación por tomar objetos pequeños e intentar
ponerlos en sus bocas.

Durante la última mitad del primer año, comienzan a explorar y


probar objetos antes de tomarlos, tocándolos con la mano entera y
eventualmente, empujarlos con su dedo índice.

Uno de los logros motrices finos mas significativos es el tomar cosas


usando los dedos como tenazas (pellizcado), lo cual aparece
típicamente entre las edades de 12 y 15 meses.

Gateo (1-3 años)

Desarrollan la capacidad de manipular objetos cada vez de manera


mas compleja, incluyendo la posibilidad de marcar el teléfono, tirar de
cuerdas, empujar palancas, darle vuelta a las paginas de un libro, y
utilizar crayones para hacer garabatos.

En vez de hacer solo garabatos, sus dibujos incluyen patrones, tales


como círculos. Su juego con los cubos es más elaborado y útil que el
de los infantes, ya que pueden hacer torres de hasta 6 cubos.

Preescolar (3-4 años)

Las tareas mas delicadas que enfrentan los niños de preescolar, tales
como el manejo de los cubiertos o atar las cintas de los zapatos,
representan un mayor reto al que tienen con las actividades de
motricidad gruesa aprendidas durante este periodo de desarrollo.

Para cuando los niños tienen tres años, muchos ya tienen control
sobre el lápiz. Pueden también dibujar un círculo, aunque al tratar de
dibujar una persona sus trazos son aun muy simples.

Es común que los niños de cuatro años puedan ya utilizar las tijeras,
copiar formas geométricas y letras, abrocharse botones grandes,
hacer objetos con plastilina de dos o tres partes. Algunos pueden
escribir sus propios nombres utilizando las mayúsculas

Edad Escolar (5 años)

Para la edad de cinco años, la mayoría de los niños han avanzado


claramente mas allá del desarrollo que lograron en la edad de
preescolar en sus habilidades motoras finas.

Además del dibujo, niños de cinco anos también pueden cortar,


pegar, y trazar formas. Pueden abrochar botones visibles.
La orientación temporal y su influencia en el aprendizaje

Dentro del capítulo de las habilidades


cognitivas y como éstas inlfuyen en el desarrollo del aprendizaje, una
habilidad clave resulta el desarrollo de la orientación temporal, como
ya apuntábamos en un artículo reciente. La orientación en el tiempo,
un aspecto difícil de adquirir en las primeras edades, juega un papel
muy importante en aspectos tan básicos como la comprensión ya sea
oral o escrita.

La orientación temporal nos permite comprender las secuencias de


acontecimientos, así como nos permite entender el devenir de la
historia como encadenamiento de causas y consecuencias. En una
tarea como la lectura la capacidad para entender aquello escrito
exige ser capaz de orientarse en el tiempo, en el antes y el después,
en las causas y las consecuencias; aspectos clave para comprender
textos tanto de tipo narrativo como expositivo (el más común en los
libros de texto sobre todo de ciencias naturales y sociales). Un paso
previo a este tipo de comprensión es la comprensión oral, en la cual
también resulta igualmente importante aprehender la secuencia
temporal, tanto en el manejo de instrucciones como en los relatos
orales.

En otro aspecto en el que en un primer momento no veríamos tan


clara la relación es en el aprendizaje de las matemáticas. En esta
área en la que muchas veces se da más importancia al dominio de
ciertas mecánicas no debemos olvidar los conceptos básicos propios
de esta área como son la noción de cantidad, noción que nos
permitirá entender a posteriori el funcionamiento interno de la
numeración. En este sentido resulta clave comprender los
mecanismos de anterior y posterior, aspectos claramente
relacionados con la orientación temporal, ¿cuál es el número que va
antes y cual va después?

Los niños con dificultades para mantener la atención, los niños con
TDAH (Trastorno por Déficit de Atención y Hiperactividad) y aquellos
con predominio de hemisferio derecho, suele tener dificultades en el
manejo del tiempo, presentando de este modo un ritmo o muy
acelerado (Hiperactivos con impulsividad) o bién un ritmo muy lento
(TDA, hemisferio derecho). Este punto les dificulta seriamente su
desarrollo escolar ya que les impide seguir el ritmo de sus
compañeros soliendo encontrarse siempre un paso por detrás de
estos. Asimismo, su planificación del tiempo de estudio suele ser
deficiente a la par que muestran dificultades para hacer las tareas en
un tiempo que la mayoría consideraría más que suficiente.

La Orientación Espacial

La orientación espacial, las nociones de izquierda-derecha y la


experiencia del propio esquema corporal son aspectos muy
importantes para una inteligencia imaginativa y creadora.

Esta capacidad puede estimularse en niños muy pequeños, pero


siempre con ejercicios adecuados a su edad y su desarrollo.

La orientación espacial es una capacidad cognitiva generalmente


olvidada y poco estimulada en el contexto escolar, pero que tiene una
gran implicación en los procesos de aprendizaje. De hecho, muchos
chicos con problemas de aprendizaje, en realidad lo que padecen son
dificultades de orientación espacial. Por ejemplo, muchos casos de
dificultades con las cuentas, la numeración, la escritura, la lectura, la
búsqueda de información, encubren dificultades de orientación y
estructuración del espacio.
Así mismo, muchos trastornos infantiles, como el Trastorno de
Aprendizaje No Verbal o el Síndrome de Asperger implican
dificultades especiales en este aspecto.
El material estimula los siguientes aspectos:
- La integración del esquema corporal utilizando el propio cuerpo
como primera referencia para orientarse en el espacio.
- Identificar posiciones correctas en el espacio.
- Organizar y distribuir objetos
- Análisis visual dividiendo el todo en sus partes componentes.
- Praxias constructivas.
- Habilidades visiomotoras
- La orientación derecha-izquierda
- El seguimiento de instrucciones relacionadas con la orientación
espacial.
Hemos publicado un material dirigido a maestros de educación
Infantil y Primaria, maestros de pedagogía terapéutica, pedagogos,
psicólogos y otros estimuladores para que puedan trabajar y
estimular estos aspectos y también para que puedan recomendárselo
a las familias para trabajar desde el hogar.
Hay cuatro niveles, pensados en principio para niños de 3 a 8 años o
edades superiores con dificultades. Como siempre más que las
edades hay que buscar aquellos que se adecuan al nivel de desarrollo
de cada niño.
Las tareas que se trabajan principalmente son: copia de dibujos;
realizar gestos relacionados con las posiciones en el espacio, seguir
rutas, copiar trayectorias, identificar dibujos con la misma orientación
que un modelo, reproducir construcciones con figuras geométricas,
etc.

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