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Martes 10 de noviembre de 2009

Jessica Korder

1er semestre de Economía

La influencia de las nuevas tecnologías de comunicación y entretenimiento en la cultura y


sociedad de un individuo

Es bien sabido que el siglo XX trajo consigo un desarrollo tecnológico muy importante en
cuanto a las redes de comunicación. Esta tendencia ha seguido su curso hasta el siglo XXI,
volviendo la rápida comunicación, información y entretenimiento algo cotidiano y
transportable. Sin embargo: ¿Se puede decir que estas nuevas tecnologías hayan afectado
de forma profunda la cultura y esencia de una sociedad?

En un primer lugar, hay que definir lo que comprende la palabra cultura. Según Daniel Bell
es: “el ámbito de la sensibilidad, la emoción y la índole moral, y el de la inteligencia, que
trata de poner orden en esos sentimientos. (1977). Es decir, el conjunto de experiencias y
hábitos que a través de un proceso de razonamiento adquieren un estatus de sentimiento
común, unidad entre cierto individuos. No obstante, ante un flujo tan grande de
información, un “saqueo del almacén mundial” (Bell, 1977,); las experiencias vividas por
una generación no serán las mismas que las de la generación que le sigue. Esto causa una
falta de unidad en una sociedad. Marshall Berman opina que, tal cantidad de información,
de imágenes y sonidos acabo por confundir al individuo, quien poco a poco pierde las
nociones que lo unen a su cultura para integrarse a una masa uniforme y a veces segregada
que es la globalización. Guy Debord apoya este punto de vista pero lo expresa de forma
diferente. Para él, la sociedad se ha transformado en “una representación” de lo que alguna
vez fue. Sin embargo, añade que hay otro factor muy importante que se debe considerar en
cuanto a estos cambios: la Economía. Según este autor, la sociedad es la representación del
desarrollo económico de un país, por lo que no solamente se debe juzgar a los flujos
interminables de información como únicos responsables de los cambios culturales o
aculturaciones de ciertas sociedades.

Esto lleva al segundo efecto, la adaptación de un individuo ante el surgimiento constante de


cambios. Hay que admitir que ante tanta información, un individuo debe estar preparado
para asimilar y acotar cambios constantes, se puede decir que a una “perpetua
actualización”. Para Eduardo Subirats, esto influye de forma positiva a la vida del ser
humano que permite: “extender la percepción y la experiencia humana hasta límites
virtualmente infinitos” (Subirats, 1988). Ciertamente el humano conoce más del mundo en
el que habita, las nuevas tecnologías le ofrecen herramientas para ser más eficaz en su
labor, más eficiente. No obstante, esto no siempre tiene una connotación positiva. Según
Richard Sennet, un cambio constante ya sea de trabajo o de forma de trabajo puede causar
una alienación al individuo. Es decir que su interacción con las demás personas se ve
limitada por la corta estancia en un trabajo, negándole la formación de un círculo social de
gran profundidad o estabilidad. Además un constante cambio no sólo provoca el deber
“desprenderse del pasado” sino una desvalorización de los méritos pasados de una persona,
por lo tanto de su utilidad en una sociedad.

En conclusión, el flujo incesante de información y los constantes cambios tecnológicos a


los que se enfrentas el hombre en la actualidad, le permiten un conocimiento más amplio de
la realidad, de su entorno, del mundo. Además representan una herramienta en el trabajo, lo
hacen más eficaz. Sin embargo, ante la diversificación, un sujeto tiende a perderse, a perder
a cultura que le define. Por último le exige una mayor capacidad de adaptación, volviendo
su papel económico en la sociedad, algo efímero, inseguro.

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