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Coautor del libro “100 Años de Minería en Chile”, también realizó clases en la Escuela
de Comunicaciones Mónica Herrera y recibió el Premio Diego Portales de la Cámara
Nacional de Comercio al Mejor Comunicador Social del año 1990, entre otras
distinciones de organizaciones sociales y gremiales.
ÍNDICE
Agradecimientos 4
Introducción 6
Consideraciones Generales 13
La Trampa del Lenguaje 16
La Palabra Sagrada 22
Poder y Juego, Ideología y Mentira 28
Lo que Pensamos No Es la Verdad 37
Paradigma del Caleidoscopio 49
Poder y Lenguaje: Ordenando Mundos 62
Lenguaje y Conocimiento: El Papel de la Autoridad 77
Verbo y Número 96
Una Metarrealidad Continua 106
Lenguaje, Poder y Sociedad del Conocimiento 111
Conclusiones 179
Referencias Bibliográficas 185
AGRADECIMIENTOS
R.M.A.
INTRODUCCIÓN
La hipótesis del presente trabajo es que el lenguaje, instrumento a través del cual los
hombres individual y colectivamente generan sus visiones del mundo y explican sus
modos de relaciones sociales, observará un cambio cualitativo de proporciones junto
con el desarrollo de la nueva Sociedad de la Información y del Conocimiento. Aquel
está siendo expuesto -como nunca antes en la historia - a un impacto hermenéutico
que, surgido del avance de las ciencias y fuerzas de producción de bienes y servicios,
reajustará no sólo sus significados, sino también significantes y hasta su propia
estructura. Acuciado en las diversas hablas por el aumento de circulación de
información de todo tipo, el sostenido incremento del conocimiento científico, la
interculturalidad y los artefactos tecnológicos convergentes multimediales, el lenguaje
natural está sufriendo una violenta mutación en las formas de uso, tanto en la
habitualidad, como en sus diferentes ámbitos de transmisión de conocimiento
organizado como corpus especializados.
Conocemos a través del lenguaje. Las miradas religiosas, morales, filosóficas, políticas,
económicas, científicas y estético-artísticas se alimentan y expresan mediante aquel.
Lo que no puede nominarse nos es desconocido o indiferenciado. Nuestro conocimiento
no puede ir más allá de nuestros conceptos-imágenes o ideas y éstas, muy poco por
sobre nuestras propias hablas. Como señala Heidegger, “vivimos en el lenguaje” y éste
no es sino una representación coyuntural cultural de un entorno que, aún cuando
presenta regularidades que el cerebro humano ha sido capaz de captar y generalizar
como leyes de conductas previsibles, es también, en sus distintas frecuencias, único,
irrepetible, caótico, azaroso, condición sine qua non para sus incesantes e
indispensables ajustes homeostáticos como sistema.
Por consiguiente, lo que tendemos a fijar mentalmente como “la cosa en sí” es sólo
una reproducción ceñida, almacenada mediante conceptos-palabras, imágenes y
emociones asociadas, de una realidad dinámica e irrepetible, que se ha resistido a ser
confinada dentro de los diversos paradigmas que el hombre se ha dado a través de la
historia, transformando al lenguaje en una metarrealidad continua que acopia cultura y
conocimiento, comunica relatos, discursos, coordinaciones y compromisos entre los
sujetos que conviven socialmente, pero también en un instrumento ideológico que
busca “naturalizar” ciertos ordenes del mundo, predefinidos por los poderes que los
significan, sean estos punitivos-normativos, de seducción-recompensa, referencia o de
autoridad experta.
Pero estos poderes han sido, son y serán desafiados por nuevas interpretaciones que,
realizadas también a través del lenguaje y su tándem dialéctico con los nuevos
entornos eco-sociales que siguen evolucionando merced al desarrollo de fuerzas
productivas incesantes, el dinamismo de la naturaleza, de sus elementos y la propia
acción humana, terminan siempre por modificar la forma en que dichos colectivos se
habían organizado, mediante un anterior acuerdo social.
La rapidez de contaminación hacia la economía real que mostró la crisis financiera que
está afectando al mundo desde el 2008 y que se inició en EE.UU. tras una moratoria de
créditos hipotecarios “subprime” (de mayor riesgo) que habían sido integrados a
paquetes de productos financieros derivados, es otra evidencia de cómo opera esta
mayor y más eficiente interconexión mundial que caracteriza a la nueva sociedad, la
que, como veremos, tiene grandes beneficios y provee de enormes expectativas, pero
también altos costos asociados e incertidumbres que deberán ser abordadas.
1 Del griego hadrós, "denso", partículas subatómicas que experimentan interacción nuclear fuerte. Los
quarks, antiquarks, gluones, neutrones y protones son ejemplos de hadrones.
Creemos que las significaciones y significantes del lenguaje natural, sus denotaciones y
connotaciones, paradigmas, hablas y lenguas, como los conocemos hasta ahora, se
verán transmutadas, tanto por la creciente cantidad de comunicaciones telemáticas
interculturales, como por la variedad de medios convergentes multimediales
disponibles a bajo costo para un cada vez mayor número de personas, las que ahora
pueden coordinar comunicaciones prácticamente sin limitaciones geográficas,
temporales, etáreas, sociales, culturales o de género.
En la emergente Sociedad del Conocimiento, hija del nuevo paradigma relativista del
siglo XX, la innovación, como exigencia, hace más relevante “lo que no se conoce” que
lo que “ya se sabe”, mientras la demanda económica universal se hace cada vez más
plural, cualitativa, segmentada o personalizada, lo que genera una dinámica que
requiere de especialistas en áreas laborales que son inimaginables desde los
imperturbables escritorios de burocracias que definen desde el poder estatal o
académico, el “correcto conocer” y las carreras técnicas o profesionales pertinentes a
esta nueva época.
En las sociedades más avanzadas, el giro reciente ha sido hacia una “educación en
competencias” cognitivas, emocionales y/o actitudinales. Será a través de ellas y no de
la memorización –la memoria ya se “externalizó” en la Web- que los estudiantes y
trabajadores de la Sociedad de la Información y del Conocimiento realizarán sus
“adecuaciones contingentes”, cuando técnicas y conocimientos que habían aprendido y
operado en sus últimos cinco años hayan caído en obsolescencia y deban seguir
capacitándose en las nuevas.
El impacto productivo y social que tienen estas nuevas tecnologías se puede advertir
en los cambios de los contingentes de empleo en sociedades desarrolladas. Según
Business Week de febrero de 2009, en EE.UU. los empleos en el sector “tangible”
(industria, construcción, minería y transportes) cayeron en casi 1,8 millón entre
diciembre de 2007 y noviembre de 2008, mientras que el sector “intangible”
(creativos, científicos, ingenieros, diseñadores y otros) aumentó en 500 mil plazas.
Esta es una tendencia que se detecta en ese país desde la década de los 90, mientras
en Chile, un fenómeno similar ocurre desde hace al menos 10 años.
Para organizar la defensa de esta propuesta he recurrido a múltiples autores clásicos,
modernos y postmodernos en diversos campos del saber científico y filosófico,
reconocidos como representantes válidos de sus respectivas escuelas. Los he citado de
modo ecléctico y –probablemente- considerando afirmaciones y/o apreciaciones que
“convienen” a la consistencia del ensayo. Es decir, he operado buscando probar la
hipótesis, pero también escudriñando en la belleza de la coherencia y armonía interna
de un trabajo que, como todo ensayo, es mezcla de hechos científicos más o menos
estables y admitidos y cierta creación estética.
CONSIDERACIONES GENERALES
En la Tierra, candente roca de unos 4.500 millones de años, compuesta también por
esos elementos y gases mixturados (amoníaco, oxigeno, metano e hidrógeno) como
atmósfera primitiva, surgieron las primeras cadenas de aminoácidos, constituyente
fundamental de las proteínas (bases de la vida), tras una larga exposición de su
superficie al impacto de la energía de las tormentas eléctricas, tal como
experimentalmente lo probara Stanley Miller, en 1953.
Es decir, poco más de un centenar de elementos base (112)5, cuatro nucleótidos y una
treintena de sonidos diferenciados, conforman el conjunto de “códigos” físico-químicos
que hacen posible la existencia del hombre, especie que, a su turno, se hace conciente
de su ser y crea lenguajes mediante los cuales ha ido nominando, conociendo,
interpretando y ordenando la enorme complejización de la materia, de los fenómenos
físicos y psicológicos. El conocimiento –fundado en el lenguaje-, como la vida, emerge
Si imagináramos hace unos 150 mil años a los primeros homo sapiens con todas las
mutaciones características de su actual estado filogenético, tras su más larga historia
como especie homínido7, podríamos ver a pequeños grupos familiares de no más de
cincuenta personas –de piel oscura, gracias a la melanina- recorrer las sabanas centro-
africanas recolectando frutos o cazando animales de menor tamaño, nada muy distinto
al resto de los animales coexistentes en su ecosistema.
Sin embargo, por primera vez, se trata de un tipo biológico que trae genéticamente la
capacidad de modular su aparato fonoauditivo e intercomunicar experiencias mediante
sonidos distintos a los gruñidos o cantos de los pájaros: suertes de parapalabras
monosilábicas con las que el grupo transmite señales que designan cosas, hechos y
fenómenos, comprensibles para todo el grupo (sólo para ellos) y que lo transforman en
una soberbia máquina de trabajo en equipo.
De acuerdo a estos estudios genéticos, los europeos provienen sólo de siete mujeres,
conocidas como las “siete hijas de Eva”. La más antigua habría vivido hace unos 45 mil
años y la más moderna hace unos 15 mil. Así, los casi 6,6 mil millones individuos que
actualmente habitamos el planeta, todas las razas, culturas y lenguajes, estaríamos
hermanados por aquellas madres primigenias, cuyos descendientes no se habrían
mezclado con formas arcaicas como en Neanderthal o el homo erectus.