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Teoría y práctica
§ Ha permitido elaborar teorías cosmológicas sobre el tamaño, forma y posición del cosmos.
§ La polémica sobre las distintas teorías cosmogónicas, enriqueció y fomentó el desarrollo in-
telectual de las sociedades primitivas.
§ Fomentó la construcción de aparatos e instrumentos ingeniosos para calcular y medir las po-
siciones celestes.
§ Permitió el desarrollo de técnicas matemáticas, elaboradas “ad hoc” para resolver cálculos
complejos en la determinación de órbitas y posiciones planetarias.
§ Finalmente, los medios técnicos necesarios para estudiar los movimientos aparentes del Sol
son muy elementales, fáciles de adquirir y fáciles de trabajar, lo cual permite usarlos como
material curricular en los Centros de Enseñanza.
♦ Aprender a observar nuestro entorno a través de las sombras proyectadas por el Sol
♦ Situar nuestra posición en el conjunto del Cosmos.
♦ Estudiar las teorías elaboradas para determinar el tamaño y forma de la Tierra, distancias y
tamaños relativos del Sol y la Luna.
♦ Entender el problema de la medida del tiempo. Las distintas formas de medirlo; tiempo uni-
versal, tiempo oficial, tiempo sidéreo.
♦ Disponer de al s herramientas matemáticas y geométricas para comprobar y predecir las posi-
ciones del Sol a lo largo del tiempo.
Sabemos que la Tierra orbita en torno al Sol en una órbita elíptica con una duración de
365,25 días solares medios (con mayor precisión la duración es de 365,2422 días solares me-
dios).
Al tiempo, la Tierra gira sobre sí misma alrededor de un eje que pasa por los polos. Ese eje
de giro está inclinado un ángulo de 23,5º respecto del plano de la eclíptica (con mayor precisión,
la inclinación es de 23º 26’).
El tiempo empleado por la Tierra en girar sobre sí misma con relación al fondo de las es-
trellas, es de 23 h 56 m (más exactamente 23 h 56 m 04 seg). Ese período de tiempo lo llamamos
“día sidéreo” y en general, hablamos de tiempo sidéreo cuando nos referimos a la posición del
observador con relación a las estrellas.
Nótese que
3’ 56” · 365,25 = 1.440 minutos = 24 h = 1 día
Sin embargo, y aunque ya Copérnico a mediados del siglo XVI, propuso un sistema helio-
céntrico, nosotros, para facilitar la comprensión de los modelos y entender mejor el mecanismo
cosmológico, estudiaremos el “movimiento aparente” del Sol y las estrellas. Es decir, retomare-
mos la vieja concepción medieval geocéntrica y aunque sabemos que es la Tierra quien gira en
torno al Sol, hablaremos del “movimiento” del Sol, de su salida, de su culminación, de su puesta.
Hablaremos del “giro” de las estrellas en torno a la estrella polar y del orto y ocaso de los astros
Dado que estamos montados sobre un gigantesco tiovivo que se traslada, gira sobre sí
mismo y además su eje de giro, gira a su vez, resulta más cómodo suponer que estamos inmóvi-
les y son los astros quienes se mueven en torno a nosotros.
Una vez aceptada esa premisa, comencemos a poner un poco de orden en este tiovivo.
5. Empezamos a observar
No creemos que sea necesario demostrar que la Ciencia "entra por los ojos", y si una per-
sona quiere saber algo de lo que ocurre en el cielo, lo primero que tiene que hacer es... ¡observar
el cielo!. De nada servirá el mejor profesor de Astronomía, ni el mejor libro de texto, si los
alumnos no observan. En el terreno de las ciencias, la observación constituye el punto de partida
inevitable de toda investigación.
Vicente Viana Martínez Pág 3
Construcción de relojes de Sol. Teoría y práctica
Pues bien: el método científico se inicia con la observación de un fenómeno; luego sigue la
formulación de una hipótesis que pretende dar explicación a lo observado, y de esta hipótesis de-
ben poder sacarse conclusiones que permitan predecir otros hechos vinculados a ese fenómeno.
Por último, nuevas observaciones o experimentos deben confirmar, o desmentir, esos nuevos he-
chos predichos por la hipótesis. Si estas nuevas observaciones o experimentos confirman la hi-
pótesis, ésta será válida, aunque sólo provisionalmente pero nunca en forma definitiva, pues
siempre puede aparecer en el futuro un nuevo hecho, hasta ahora no observado, que contradiga la
hipótesis. Por esta razón se dice que un nuevo experimento, u observación, puede llegar a falsear
una hipótesis, pero nunca a demostrarla como válida en forma definitiva.
La Astronomía, que estudia el mayor de todos los campos de investigación (¡nada menos
que el Universo, es decir la totalidad de lo que existe!) y a la escala más grande posible, tiene
relativamente pocas posibilidades de hacer experimentos, pues no podemos traer a los astros a
nuestros laboratorios para analizarlos y verlos de cerca. Su técnica de investigación se basa fun-
damentalmente en la observación desde aquí, desde la superficie terrestre. Pero, ¿qué es obser-
var?
Por sus mismas limitaciones de estar "anclados" a la Tierra, los astrónomos pueden hacer
un número muy limitado de observaciones. Por ejemplo, nosotros no podemos medir directa-
mente la distancia a un astro, porque eso implicaría tender una cinta métrica hasta ese astro, y
entonces comparar cuántas veces cabe una cierta unidad (que elegimos arbitrariamente: metro,
kilómetro, pie, milla, etc.) en la distancia que queremos medir. Tampoco podemos "pesar" a los
astros, pues necesitaríamos una imaginaria gigantesca balanza para poner en un platillo al astro
en cuestión y en el otro masas suficientes para equilibrarla. Y ni qué decir con analizar su com-
posición química con las habituales técnicas que usan los químicos en sus laboratorios.
¿Qué podernos medir, entonces?. A nivel elemental lo que podemos medir son: ángulos,
sombras y tiempo, y sobre estas observaciones elementales elaboraremos nuestros modelos ex-
plicativos
La observación más elemental del Sol nos permite comprobar que diariamente el Sol sale
por el horizonte Este, alcanza una cierta altura, que es máxima al cruzar el meridiano del punto
de observación y al atardecer se oculta por el horizonte Oeste. Este movimiento se repite día tras
día, pero los puntos de salida y puesta, así como la altura máxima son cambiantes a lo largo del
año, repitiéndose, sin embargo, cíclicamente las mismas posiciones año tras año.
La manera más simple, elemental y práctica de observar los movimientos solares es si-
tuando un palito vertical e ir viendo las sombras producidas
6. El “gnomon”
Esta palabra deriva del griego “bastón” y consiste en un palo rígido clavado o sujeto firme-
mente al suelo. Podemos situarlo verticalmente o bien formando un cierto ángulo (latitud) con la
horizontal. Es imprescindible que permanezca fijo y la superficie de apoyo sea perfectamente ho-
rizontal.
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Construcción de relojes de Sol. Teoría y práctica
Su teoría es simple: la observación de la sombra que arroja un poste o columna vertical so-
bre un piso horizontal nos da la información suficiente para calcular la altura del Sol. Los rayos
solares llegan al suelo con determinado ángulo β (altura), y un objeto vertical de altura h arrojará
una sombra s sobre el piso. Una sencilla relación trigonométrica nos da el valor del ángulo β :
Si nos fuera difícil colocar el “gnomon” en el patio de nuestra Escuela, podemos hacer un
“gnomon portátil" usando una plomada. La plomada más sencilla y eficaz se hace fácilmente con
un hilo fino y fuerte, atando en un extremo una tuerca que por su peso mantenga el hilo tenso.
Debe tomarse la precaución de hacer la observación sobre un piso bien horizontal, para no defor-
Vicente Viana Martínez Pág 6
Construcción de relojes de Sol. Teoría y práctica
mar el ángulo que forman los rayos de luz con el piso. Los pisos exteriores suelen no ser hori-
zontales: es más, si están bien construidos, no pueden ser horizontales, pues en caso de lluvia se
estancaría el agua; todos ellos son, por lo tanto, un poco inclinados. Por lo tanto, recomendarnos
hacer la medición sobre un piso interior, con la luz que entra por una ventana o puerta.
Hecha la medición de la sombra s, sólo restará consultar una tabla de líneas trigonométri-
cas e identificar a qué ángulo β corresponde una cotangente de valor igual a s. Por ejemplo, si
hubiéramos medido una sombra de 1,19 m veríamos, recorriendo las columnas de la tabla ad-
junta, que corresponde a un ángulo de 40º, tal sería la altura del Sol en ese momento.
Para un gnomon de 1 m de longitud (h = 1 m). La altura sobre el horizonte del Sol (β),
puede determinarse directamente midiendo la longitud de la sombra s, expresada en centímetros.
β s β s β s β s β s
1º 5.729 21º 261 41º 115 61º 55 81º 16
2º 2.863 22º 248 42º 111 62º 53 82º 14
3º 1.908 23º 236 43º 107 63º 51 83º 12
4º 1.430 24º 225 44º 104 64º 49 84º 11
5º 1.143 25º 215 45º 100 65º 47 85º 9
6º 951 26º 205 46º 97 66º 44 86º 7
7º 814 27º 196 47º 93 67º 42 87º 5
8º 712 28º 188 48º 90 68º 40 88º 3
9º 631 29º 180 49º 87 69º 38 89º 2
10º 567 30º 173 50º 84 70º 36 90º -----
11º 515 31º 166 51º 81 71º 34 91º -----
12º 471 32º 160 52º 78 72º 32 92º -----
13º 433 33º 154 53º 75 73º 31 93º -----
El ángulo β mide la altura sobre el horizonte del Sol. Cuanto mayor sea la longitud de la
sombra, el Sol estará más bajo (menor β) y cuanto menor sea la sombra, el Sol estará más alto
(mayor β)
Al margen de los valores matemáticos obtenidos, al usar el gnomon, podemos dibujar so-
bre una superficie horizontal la posición de las sombras en intervalos regulares de tiempo. Por
ejemplo, cada media hora, y analizar posteriormente los resultados.
Observamos que la longitud de las sombras proyectadas disminuye hasta un valor mínimo,
correspondiente al mediodía verdadero y luego vuelven a aumentar.
Ese valor mínimo de la sombra se corresponde con la máxima altura del Sol y no sucede
siempre a la misma hora de nuestro reloj de pulsera, pero sí está situada siempre sobre una
misma dirección (el meridiano del lugar o línea Norte-Sur).
Estos detalles son importantísimos. El mediodía verdadero (máxima altura del Sol) no se
corresponde exactamente con el mediodía señalado por la hora oficial (las 13 h en horario de in-
vierno y las 14 h en horario de verano).
Existen variaciones de hasta + 14 mi-
nutos y hasta –17 minutos Esa diferencia
horaria hemos de tenerla en cuenta
cuando deseamos traducir la hora obte-
nida con nuestro reloj de Sol a la hora
oficial señalada por nuestro reloj de pul-
sera.
Una vez situada la polar, levantamos el brazo extendido dirigiéndolo hacia la estrella polar.
En ese momento el ángulo que forma nuestro brazo con la horizontal nos marca la latitud geo-
gráfica del lugar. El brazo extendido es paralelo al eje de rotación de la Tierra.
El plano imaginario, perpendicular a ese eje es el
ecuador celeste.
9. Declinación solar
β = 90º - ϕ
¿Por qué?
Ø El día del solsticio de verano, la altura del Sol cuando pasa por el meridiano del lugar vale
β = 90º - ϕ + ε
Ø El día del equinoccio de otoño, la altura del Sol cuando pasa por el meridiano del lugar vale
β = 90º - ϕ
Ø El día del solsticio de invierno, la altura del Sol cuando pasa por el meridiano del lugar vale.
β = 90º - ϕ - ε
A partir de.
β = 90º - ϕ - ε
ε = 90º - ϕ - β
En otras fechas, podemos hacer uso de la medida de la sombra al mediodía para obtener la
declinación del Sol δ.
δ + β = 90º - ϕ
δ = 90º - δ - ϕ
11. El polos
Realizando la experiencia al cabo de varios días podremos comprobar cómo cambia la tra-
yectoria solar a lo largo del año. Es imprescindible mantener el polos alineado en una misma di-
rección.