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Sobre la estrategia y la táctica.


Consideraciones en la perspectiva del trabajo social

César A. Barrantes A.

Introducción
En la década de los años '60 del siglo veinte, los conceptos de táctica y estrategia
comenzaron a ser profusamente utilizados entre las disciplinas científicas, tecnológicas y
humanísticas: educación, economía, sociología, sicología, antropología, comunicación,
administración, pedagogía, medicina, etc. , pero en especial entre los y las agentes de
estas disciplinas, interesados más en mantener la forma del estado anterior que promover
un nuevo estado, en especial uno nacional, es decir, propio de nuestra América.
Al poco tiempo, muchos conceptos adquirieron carta de ciudadanía política y profesional
en casi todas las disciplinas sociales, y casi todos y todas sus agentes podían plantearse el
problema de la táctica y la estrategia de su profesión particular. De esta manera, por un
lado, los conceptos se enriquecieron al asimilar rasgos o aspectos característicos de los
contextos teoricoprácticos en que se aplicaban, aunque por el otro, en ocasiones
oscurecieron el claro sentido activo que habían tenido en sus orígenes.
En estas breves líneas no podemos seguir el rastro de las diversas connotaciones que los
conceptos táctica y estrategia tienen en la actualidad en las diferentes disciplinas
sociotécnicas y tecnocientíficas, especialmente denominadas sociales; el objetivo del
trabajo es más bien otro. Trataremos de retomar el significado propio de dichos
conceptos en su contexto original, sea, el del arte militar, con el fin de que podamos
compararlo, de acuerdo con nuestra propia experiencia, con la utilización que le damos
en otras disciplinas sociales y metodológicas, particularmente en el trabajo social.
Debe quedar claro que en ningún momento nos oponemos al uso de esos conceptos en
contextos diferentes al de la ciencia de la guerra; tenemos plena conciencia de que un
elemento que impulsa y renueva el desarrollo científico general es, precisamente, la
correcta y fructífera aplicación de conceptos de un campo de conocimiento a otro
análogo o semejante. Sin embargo, también parece que este “trasplante metodológico”,


Material preparado para uso del curso de Planificación Social de la Escuela de Trabajo Social de la
Universidad Central de Venezuela. 1991
que puede arrojar mejores resultados, debe ser un proceso conciente y cuidadosamente
elaborado.

I. Las guerras y la estrategia.


En la actualidad, los conflictos bélicos se pueden manifestar de formas muy diferentes
por lo que se puede establecer con toda claridad una tipología de las guerras. En efecto,
atendiendo a distintos elementos que las componen, tales como el tipo de armas usadas,
la fuerza destructiva que tienen, la organización militar que participa, la táctica y la
estrategia que las orienta, podemos señalar tres tipos fundamentales de guerras:
1. Regular con armas convencionales.
2. Irregular o de guerrillas.
3. Nuclear o total.
La guerra regular con armas convencionales se remonta a los tiempos antiguos. Sin
embargo, tal como la conocemos actualmente, tiene sus orígenes en las guerras
napoleónicas de principios del siglo XIX. Son guerras sustentadas comúnmente por los
estados nacionales, con ejércitos reclutados ampliamente entre la población trabajadora de
los países beligerantes.

Karl von Clausewitz, uno de los más destacados teóricos de la guerra regular o
convencional moderna, vivió en esa época y peleó en los ejércitos de Prusia y Rusia
zarista, contra los invasores franceses. En su famosa obra De la Guerra, publicada después
de su muerte en 1831,- manual clásico de lectura en todas las academias militares hasta
nuestros días, se refiere a los conceptos de táctica y estrategia de la siguiente manera:

"La dirección de la guerra es...la preparación y conducción del combate. Si este combate fuera un acto
único, no se habría necesitado de ninguna otra subdivisión. Pero el combate está compuesto de un número
más o menos grande de actos aislados, cada uno completo en sí mismo, que llamamos encuentros y que
forman nuevas unidades. Surgen de aquí dos actividades diferentes: preparar y conducir individualmente
estos encuentros aislados y combinarlos unos con otros para alcanzar el objetivo de la guerra. La primera es
llamada táctica y la segunda se denomina estrategia...la táctica enseña el uso de las fuerzas armadas en los
encuentros, y la estrategia el uso de los encuentros para alcanzar el objetivo de la guerra." (subrayado
nuestro, págs.121-122).

Y más adelante:
"La estrategia...debe dar un propósito a toda la acción militar, propósito que debe estar de acuerdo con el
objetivo de la guerra, en otras palabras, la estrategia traza el plan de la guerra...hace los planes para las
campañas separadas y prepara los encuentros que serán librados en cada una de ellas; como estos son
asuntos que en gran medida sólo pueden ser determinados sobre la base de suposiciones, algunas de las
cuales no se materializan, mientras que cierto número de decisiones referentes a detalles no pueden ser
hechas de antemano en forma alguna, es evidente por sí mismo que la estrategia debe entrar en el campo de
batalla con el ejército, para concertar los detalles sobre el terreno y hacer las modificaciones al plan general,
cosa que es incesantemente necesaria. En consecuencia, la estrategia no puede ni por un momento
suspender su trabajo" (págs. 201-202).

La guerra irregular o de guerrillas también se remonta a los tiempos antiguos, habiendo


sido en muchos casos la forma bélica utilizada por los pueblos sometidos para luchar por
su liberación (los orientales sometidos al imperio romano, los españoles celtíberos
invadidos por árabes y moros, los franceses, yugoeslavos y soviéticos durante la Segunda
Guerra Mundial). Sin embargo, la sistematizaci6n de su experiencia es mucho más
reciente. El mayor teórico de la guerra de guerrillas es Mao Tse Tung. En una de sus obras
militares más conocida, Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China,
escrita en 1936, dice lo siguiente:

"Donde quiera que haya guerra, existe una situación de guerra en su conjunto. Una situación de guerra en su
conjunto puede abarcar el mundo entero, un país, una zona guerrillera independiente o un importante frente
de operaciones independiente. Toda situación de guerra de carácter tal que requiera una consideración
global de sus aspectos y etapas, es una situación de guerra en su conjunto. Estudiar las leyes de la dirección
de la guerra que rigen una situación parcial de la guerra, es una tarea de la ciencia de las campañas y la
táctica." Cap. I:3).

Y respecto a la importancia del estudio estratégico así como su relación con la táctica:

"Por qué es necesario que el comandante de una campaña militar o de una operación táctica comprenda en
cierto grado las leyes de una estrategia? Porque la comprensión del conjunto le facilita el manejo de la
parte, y porque la parte está subordinada al conjunto. La idea de que la victoria estratégica está determinada
por los éxitos tácticos es errónea, porque pasa por alto el hecho de que la victoria y la derrota de una guerra
dependen, principalmente y antes que nada, de si se toman adecuadamente en cuenta la situación en su
conjunto y cada una de las etapas de la guerra. Si se cometen faltas y errores graves a este respecto, la,
guerra se perderá inevitablemente. En ajedrez, un movimiento imprudente hace perder la partida: esto se
refiera a un movimiento que afecta al todo, es decir, a un movimiento que tiene importancia decisiva para el
todo, y no a un movimiento de carácter parcial, no decisivo para el todo. Así es en ajedrez, así es también
en la guerra." (ibid).
Es evidente que la estrategia y las tácticas de las guerras regulares y la estrategia y las
tácticas de las guerras de guerrillas difieren en muchos puntos fundamentales. Sin
embargo, conviene señalar que, en ambos casos, se tiene una serie de elementos comunes:
1) Se cuenta con una fuerza especial (armada) para enfrentarla a otra de igual calidad.
2). El objetivo militar que se persigue es la destrucción o inutilización de la fuerza
armada del enemigo, o sea, la victoria militar.
3) Para poder elaborar una táctica y estrategia correctas, es menester tener un
conocimiento suficiente de lo siguiente:
a) Nuestras fuerzas.
b) Las fuerzas del enemigo.
c) Los recursos extraordinarios a que podemos recurrir ambos.
ch) La táctica y estrategia que se pueden esperar de nuestros enemigos y de sus
aliados.
4) El objetivo militar siempre está subordinado a uno político: "la guerra es la mera
continuación de la política por otros medios" (von Clausewitz).
Cuando pasamos al campo de las guerras de tipo nuclear o total, el problema de la táctica
y la estrategia cambia radicalmente, en rigor, lo que sucede es que cambia radicalmente la
naturaleza de la guerra y, por lo tanto, el sentido de la misma.
El objetivo militar de las guerras nucleares no puede ser alcanzado por sólo uno de los
beligerantes. Es decir, el carácter las armas utilizadas garantiza la destrucción total de las
dos fuerzas militares contendientes. Pero, lo que es más, también garantiza la destrucción
material y social de los pueblos o naciones que entren o no en el conflicto.
De esta manera, cualquier objetivo político, alianza, dominación, liberación, etc., también
queda excluido. De allí excepcionalmente, además de la elaboración de tácticas de
elaboración de tácticas de conflicto, la estrategia de las guerras nucleares se apoye en la
necesidad de no llegar a la guerra. La disuasión, sin embargo, también es y debe ser
recíproca. La estrategia de la guerra se convierte en una antiestrategia, o, mejor dicho, en
estrategia de la paz. El concepto de estrategia se desliga su contexto original, el arte
bélico, y se desborda a otros campos del estudio social. El aparecimiento de las guerras
nucleares, como un tipo de posibles guerras actuales, es en parte responsable de la
difusión que los conceptos de táctica y estrategia han tenido en las diversas ciencias y
disciplinas metodológicas y de la sociedad.

II. Tres modelos generales de estrategia.


Pensemos en una guerra de liberación nacional -que puede la combinar la guerra regular y
la irregular- en la que el ejército invasor ha ocupado importantes zonas del territorio
nacional, de modo que se nos plantea el problema de vencerlo, destruyéndolo o
expulsándolo.
Para lograr nuestro objetivo, podemos escoger varios caminos o modelos estratégicos.
Uno sería el del enfrentamiento directo del enemigo, movilizando a todo nuestro ejército
hacia las mayores concentraciones de tropas invasoras, con el fin de derrotarlas en una
sola campaña, o, incluso, en un solo gran combate.
Pero si el enemigo es muy poderoso, si está mucho mejor armado que nuestro ejército de
liberación, sería un desastre elegir este modelo estratégico para tratar de definir la guerra.
Podría elegirse el camino o modelo de cerco, es decir, no enfrentarnos directamente al
grueso de las tropas enemigas, ni a sus principales bastiones, sino, rodearlo, cortarle las
vías de comunicación y de acceso a los alimentos y al agua con el fin de agotar poco a
poco sus fuerzas. Para ello tendríamos que saber desplegar nuestras propias fuerzas con
gran rapidez de un punto a otro, concentrándolas en el lugar y momento oportuno, para
volver a desplegarlas, etc.
Pero pudiera ser que, debido a las condiciones del terreno, a la capacidad de maniobra del
enemigo, o a nuestra propia fuerza, el riesgo de sucesivas dispersiones y concentraciones
sea muy grande. Qué otro modelo estratégico podríamos adoptar?
Podría elegirse al camino de tratar de dividir el enemigo, buscando previamente aquel o
aquellos puntos del frente donde él fuera más débil, para concentrar sobre ellos nuestros
ataques, tratando de penetrar profundamente en sus líneas con el fin de separar , en sus
partes a sus fuerzas. Esto debilita a nuestro enemigo, lo que nos permite la utilización de,
los otros modelos estratégicos planteados anteriormente (Harnecker y Uribe 1973:1416).
Correspondiendo a dichos modelos estratégicos existe, por supuesto, una serie de tácticas
que se pueden combinar con ellos. Entre las tácticas más conocidas están las de
infiltración, acumulación de fuerzas, fomento de alianzas, defensa activa, retirada
estratégica (con el fin de preparar una contraofensiva) muchas más. Aquí no tendremos
tiempo ni oportunidad de discutirlas; bástenos señalar que pueden combinarse de
múltiples maneras y que su aplicación efectiva depende de cada situación concreta y de la
exactitud de los conocimientos que tengamos de ella.

III. Táctica, estrategia y objetivos de la guerra


Resumiendo lo que hemos visto hasta aquí, podemos decir que diversos tipos de objetivos
que se persiguen en la según se alcancen a través de operaciones tácticas o planteamientos
estratégicos. Es más, en cada operación o combate pueden perseguir varios objetivos
diferentes, y algunos pueden tener el rango de tácticos, y otros, de estratégicos parciales.
Sin embargo, existe siempre un objetivo militar estratégico final, o sea, la finalidad militar
de todas las guerras, que es destrucción o inutilización de las fuerzas armadas enemigas y
preservación de las propias. Pero, a su vez, esa finalidad militar se encuentra subordinada
al objetivo político estratégico, es decir, a la finalidad política de la guerra, finalidad que
puede ser muy variada. Sin embargo, atendiendo a este hecho, o sea, a la finalidad
política, encontramos dos grandes clases de guerras que definen una tipología política de
las guerras:
1) Guerras Justas: Las guerras de liberación nacional hechas por los pueblos contra sus
opresores imperiales, o contra agresores extranjeros; las guerras civiles de clase
hechas por los trabajadores contra el poder establecido del Estado opresor y las
clases explotadoras.
2) Guerras Injustas: Las guerras de expansión imperialista; las guerras de competencia
entre estados capitalistas; las guerras civiles promovidas por las clases
explotadoras para derrocar un régimen popular.
Específicamente, las finalidades políticas de una guerra pueden ser diversas, e incluso,
cambiar- durante el transcurso de la misma guerra.
Una guerra puede perseguir, por ejemplo, los siguientes objetivos políticos estratégicos:
neutralizar un país o una zona geográfica, derribar un gobierno enemigo, evitar un ataque
futuro en condiciones más desventajosas (guerra preventiva), abrir mercados de comercio
o inversión, asegurarse una franja de territorio estratégico desde el punto de vista militar,
económico o político; anexarse una población, etc.
Desde el punto de vista del tiempo necesario para alcanzarlos, generalmente los objetivos
estratégicos son a mediano o largo plazo, y los tácticos a corto o mediano plazo. Sin
embargo, no es su distancia o cercanía temporal la que convierte a un objetivo estratégico
o táctico, sino, la importancia que tiene respecto al plan general de la guerra, la
importancia decisiva o no que ejerce sobre las operaciones o combates siguientes, en fin,
la trascendencia que alcanza en una etapa o en el contexto global de la confrontación
bélica.

IV. La aplicación de estas ideas en la ciencia social y, en particular, en el trabajo social.


La estrecha vinculación de la política y la guerra fue comprendida desde épocas lejanas,
aunque a veces se contraponían como fenómenos sociales, deseable uno y condenable el
otro.
Nicolás Maquiavelo y Carlos von Clausewitz comprendieron que las guerras eran un
producto de la política, que obedecían a imperativos políticos y que eran conducidas por
finalidades políticas. Entonces se consideraron males inevitables, gigantescas patologías
sociales.
Pero Carlos Marx descubrió la necesidad y el interés económico de clase subyacente en
todas las guerras, y Vladimir Lenin, dando un paso más, pudo sostener que la política era
una guerra de clases.
Desde entonces se han dado las premisas teóricas para las estrategias políticas que pueden
declararle "guerra a la guerra", lo que es lo mismo, las políticas encaminadas a conquistar
sistemas sociales y de convivencia donde las clases hayan parecido o tiendan a
desaparecer.
En la medida que esto sucede, los conceptos antes limitados a las artes marciales, han
podido ser utilizados en el lenguaje político y socioeconómico.
Desde la Segunda Guerra Mundial se hizo evidente, incluso en los países capitalistas, la
necesidad de reordenar la producción material de valores tangibles e intangibles de
cambio y de uso, y las relaciones internacionales. El concepto de estrategia se incorporó a
la planificación económica y a la diplomacia mundial. De ahí pasó, como ya lo señalamos,
al resto de las ciencias y disciplinas sociales.
A nosotros nos parece que al campo problemático del trabajo social, el concepto de
estrategia llegó a través de la planificación. Esto explica que se haya utilizado durante
todo un largo tiempo desligado de los conceptos de táctica, operación, correlación de
fuerzas, etc.
En la planificación el concepto de estrategia sufrió una severa mutilación al ser utilizado
para encubrir las dificultades e incongruencias de las denominadas "economía dirigida" e
"intervencionismo estatal" (el estudio comparativo de los conceptos de planificación y
estrategia nos parece de sumo interés, tanto como de las concepciones de estado y
sociedad que siguen estando en la palestra de la discusión internacional).
El debate sobre el significado que ha adquirido el concepto de estrategia en el trabajo
social, no sólo debe hacerse por comparación con su sentido original dentro del contexto
de la ciencia de la guerra, sino, también, de cara a los aportes prácticos y a los buenos
resultados que se tengan en la experiencia personal y profesional.
De allí que, en consecuencia con el marco teórico que nos orienta, presentemos
seguidamente una síntesis aproximativa a la aplicación empírica, producto de nuestra
experiencia políticoprofesional, la cual nos ha permitido develar los límites posibilidades
de los conceptos de táctica y estrategia en el trabajo social.

1) La estrategia como grado de libertad.


Es muy importante conocer el grado de libertad que manejamos al momento de fijar los
objetivos a seguir en un plan; de otra manera perdemos control, objetividad y adecuación
a la realidad. Para ello se recomienda lo siguiente:
a) Saber en qué nivel de la estructura general estamos ubicados.
b) Qué otras disciplinas y prácticas sociales está desarrollando trabajos iguales,
contrarios o complementarios a nuestro plan.
c) Saber qué grado de poder tenemos.
d) Realizar un balance de posibilidades, de probabilidades, de la cobertura y la duración
del plan que se piensa realizar.
e) Conocer los pro y contra de nuestro plan.

Toda acción planificada, entendiendo por esta un plan (política, programa, proyecto,
operación, actividad, tarea) macro o microsocial, se constituye en una situación
programática y organizativa que puede abarcar el mundo entero, una o varias de éste, uno
a varios países o una o varias zonas, localidades o sectores de un país.

Esta situación programática y organizativa requiere ser considerada globalmente en sus

diversos aspectos, momentos, etapas y niveles como un sistema total de partes

interdependientes cuya posición y significado lo adquieren en su relación dialéctica en la

totalidad a la que pertenecen.

Ahora bien, nos ubicamos en el nivel estratégico, en las tareas de la estrategia, cuando nos

dedicamos al estudio multilateral de la dirección efectiva, la conducción racional de las

acciones planificadas cuyas pautas o lineamientos rigen la situación programática de que

se trate; cuando develamos el uso, el valor, el papel correspondiente a cada una de las

partes constitutivas e interdependientes; cuando le asignamos un propósito, un

significado, una intención, una función a cada una de las operaciones, actividades o

acciones o conjunto de ellas, las cuales contribuyen a asegurar el logro de los objetivos

fijados para el plan de que se trate.

El nivel del trabajo estratégico tiene dos momentos que se determinan mutuamente y que

deben ser cubiertos concomitantemente para su propio enriquecimiento, eficiencia y

eficacia.

= Uno, es el diseño del plan general desde el "estado mayor"; la tarea básicamente

intelectual, de cálculo racional, "de escritorio", sobre la base de las "intuiciones",

abstracciones y generalizaciones y del conocimiento dulas situaciones que se intentan

superar. Es la tarea del planteamiento de los pro y contra y de las alternativas y

previsiones que surgen de cada situación según ciertas circunstancias dadas o posibles.

= El segundo momento, es el trabajo que se desarrollo en "el campo de batalla" o

situación concreta, especifica, puesto que algunas o muchas de las decisiones

(principalmente de detalle) no pueden ser tomadas de antemano, sino, concertadas sobre

el terreno mismo para realizar de inmediato las adecuaciones, los ajustes, las

modificaciones pertinentes del plan general.


Resumiendo, la estrategia es la actividad permanente, interrumpida, incesante de (re)dise-

ñar, de (re)estructurar, de y de (re)procesar el plan total; el sistema por operacionalizar en

la dirección de los derroteros y objetivos previstos y deseados.

Por medio de la estrategia se programa y coordina cada una de as etapas o momentos y se

proyecta el conjunto de operaciones, actividades o acciones que se realizará en cada una

de dichas etapas o momentos, sobre la base del conocimiento profundo de la realidad

objeto del plan.

La estrategia es, pues, la actividad inteligente que permite ensamblar, dar unidad,

coordinar y dirigir todas y cada una de las acciones que forman parte del plan.

Dichas acciones al tener que realizarse cuantitativa y cualitativamente en momentos y

circunstancias muy precisas, exigen la tarea permanente de prever, racional y

objetivamente, los efectos, las implicaciones directas e indirectas, mediatas o inmediatas

de su ejecución, exitosa o errada, o de su omisión, así cono de tener adelantadas acciones

o planes alternativos para responder a los resultados deseados o no deseados obtenidos.

La estrategia se define pensando en la existencia o no presencia de factores que permitan la

ejecución efectiva de las acciones programadas. Es de gran importancia poner por escrito

tanto las dificultades como las posibilidades que se presentan a la hora del despliegue de la

estrategia a través del desarrollo del plan; asimismo, se deben explicar las condiciones que
se dan para dicho momento.

La efectividad de la estrategia consiste en reducir al mínimo los márgenes de error, de

equivocación, en la medida en que el trabajo se ajusta a la dinámica del desarrollo de los

consensos, de los disensos, de los antagonismos, de las contradicciones que se presentan

con otros actores que planifican de acuerdo con sus propios intereses. De allí que el

fundamento de una adecuada estrategia sea el difícil método de la crítica-autocrítica y el

centralismo-decentrado verdaderamente democrático; asimismo, la capacidad de prever el

futuro para resolver las situaciones del presente.


2) La táctica.
De la misma forma en que no existe lo universal sin lo particular y lo singular, lo general
sin lo específico, ni lo abstracto sin lo concreto, tampoco existe la estrategia sin la táctica.
Ambas son dos momentos de un mismo "continuum" de condicionamientos y
determinaciones mutuas.
Aislar la estrategia de la táctica y ésta de aquélla conduce a dos tipos de desviaciones
prácticas que retrotraen el avance de la ciencia social hacia posiciones conservadoras y
reaccionarias: el estrategismo, que impide "poner los pies en el suelo", y el tacticismo, que
impide ver más allá de las propias narices.
Ya dijimos que la estrategia es el trabajo ininterrumpido de estudiar y comprender en su
conjunto más inclusivo las "leyes" o regularidades del desarrollo y cambio de una realidad
dada que se pretende abordar a través de la puesta en marcha de un plan y de
sistematización de sus resultados e impactos.
La táctica es complementariamente, la tarea de manejar la estrategia en situaciones
concretas, específicas, ya no globales, sino, parciales, particulares, singulares; es la
actividad solamente prácticoperativa que prepara, conduce y ejecuta los pasos, las acciones
aisladas que corresponden a cada momento o circunstancia.
Surge aquí la pregunta que relaciona la táctica con la estrategia: ¿qué sucedería si sólo se
trabajara en función de situaciones parciales o aisladas? Perderíamos la visión de conjunto,
la comprensión de totalidad y con ella la capacidad y posibilidad de darle un tratamiento
correcto a los límites y potencialidades de los actores sociales, aliados u oponentes, así de
movilizar los recursos de poder que corresponde aplicar cada una de las dimensiones que,
precisamente, están subordinadas, condicionadas por el contexto en el que adquieren
significado.
Desde el punto de vista del trabajo multilateral de la estrategia, el éxito de un sistema de
acciones planificadas no se asegura con el éxito del trabajo táctico solamente.
En realidad la eficacia, la eficiencia y la efectividad de un plan, llámese éste política,
programa, proyecto, operación, actividad, tarea o tareita, depende principalmente, de si se
toman correctamente en cuenta las situaciones programáticas y organizativas de los aliados
y oponentes, así como cada una de sus etapas, momentos o aspectos y las formas de
relación qu9 se dan entre sí y con el entorno social, económico, cultural, institucional,
ideológico, político, etc.
El trabajo táctico no asegura de por sí el éxito del trabajo estratégico; y éste no es la suma
de actividades agregadas unas a otras linealmente. El trabajo táctico contribuye
efectivamente a la estrategia en la medida en que, dentro de la perspectiva temporal del
corto, mediano y largo plazo, se cumplen precisamente aquellas actividades o acciones
que tienen importancia decisiva para el plan general.
Esto quiere decir que hay actividades más importantes que otras, acciones que afectan la
totalidad y acciones que tienen carácter parcial, es decir, que no afectan la totalidad del
plan, sino, a una o varias partes de éste; asimismo, hay operaciones que son
imprescindibles, contribuyentes y complementarias. De allí que al realizar tareas tácticas
debemos conocer el valor estratégico de cada una de ellas para elevar la productividad, la
competitividad, la eficiencia, la eficacia, la efectividad de cada unidad del plan en
beneficio de la totalidad.
En la relación táctica-estrategia debemos considerar lo siguiente:
• Ambas deben ajustarse a la dinamicidad de las condiciones de la realidad para la que
se establecen y definen. En este sentido, deben ser lo suficientemente flexibles como para
cambiarse si las condiciones cambian, prevista o imprevistamente, lenta o rápidamente.
• La estrategia determina la táctica. Esta puede variar manteniendo aquélla, pero si la
estrategia varía, varía también la táctica. Esta varía siempre en función de la estrategia.
Estos cambios deben realizarse en el menor tiempo posible con el propósito de no causar
desorientación y perjuicio a los actores aliados del plan.

Bibliografía
Harnecker, Martha; Uribe, Gabriela (1973), Estrategia y táctica, Editorial Quimantú. Santiago de Chile.
Tse Tung, Mao (s.f.), Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria en china, Ediciones en Lenguas
extranjeras. Pekín.
Tse Tung, Mao (s.f.), Seis escritos militares, Ediciones en Lenguas extranjeras. Pekín.
Von Clausewitz, Karl, De la guerra, Barcelona, España.

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