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EL CALENDARIO Y LOS AÑOS BISIESTOS

Un año es bisiesto si dura 366 días, en vez de 365 de un año común. Ese día
adicional se suele agregar al final del mes mas corto, fechándose como 29 de
febrero.

Antes de inventar el calendario, el hombre medía el tiempo guiándose por la


salida y la puesta del Sol. Es decir, por el día, que es una unidad natural de
medida. Luego, observó las fases de la Luna, el paso de las estaciones, los
cambios del clima, y los incorporó a la cuenta del tiempo.

En realidad, se desconoce, propiamente, dónde nació el calendario. Ya los


egipcios -unos 4.000 años antes de Cristo- tenían un calendario y se regían por
las periódicas crecidas del río Nilo. También los caldeos tenían el suyo, al igual
que los persas y otras civilizaciones antiguas.

En América, asimismo, antes de la llegada de los españoles, civilizaciones muy


importantes y avanzadas, como la de los aztecas, los mayas e incas tenían,
ciertamente, sus propios calendarios. El de los aztecas, por ejemplo, era un
calendario solar que duraba 365 días, casi como el actual.

Calendario Maya Calendario Azteca

Pero el calendario que actualmente utilizan los pueblos cristianos, tiene su


origen en el que crearan los romanos. Deriva del que instituyó -según la
leyenda- el rey Rómulo (que junto a Remo fundara Roma), y que constaba de
10 meses. A este calendario, Numa Pompilio le agregó 51 días, dándole un
total de 355 días.

Con el paso de los siglos, ese calendario mostró un error de más dos meses
con relación a las estaciones. Por ello, el emperador Julio Cesar -en el siglo I
antes de Cristo- lo reformó. Decretó que el año 46 -antes de Cristo- tuviera 445
días, añadiéndole 23 días al finalizar el mes de febrero, y 67 días entre
noviembre y diciembre. En la tradición romana, ese año tan especial pasó a ser
el de mayores confusiones.

Sin embargo, de ese modo el año volvió a coincidir con las estaciones.
Finalmente, Julio César ordenó que cada cuatro años se añadiera un día al
mes de febrero. Así surgieron los años bisiestos. Este calendario se llamó
“Juliano”.

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A pesar de los estudios realizados en tiempos de Julio César, en el siglo XVI de
esta era se advirtió la existencia de una diferencia entre el año trópico -es decir,
el que dura mientras la Tierra gira alrededor del Sol- y el calendario “Juliano”.
Así, en 1528 -durante el pontificado de Gregorio XIII- esa diferencia era de 10
días.

Por tal motivo, ese año el pontífice suprimió esos 10 días. Y con el propósito de
evitar futuras divergencias, también dispuso la supresión de tres años bisiestos;
cada cuatro años centenarios (1600, 1900, 2000, 2100, etcétera) sólo serían
bisiestos aquellos cuyo número de siglo fuera múltiplo de 4.

Los países católicos adoptaron ese calendario, cuya vigencia se ha extendido a


gran parte del mundo.

Licenciado Sergio Luis Alberto Páez


Departamento de Geografía
Instituto Superior “Antonio Ruiz de Montoya”

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