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De aquí que la cura analítica tiene que ser realizada en la abstinencia, es decir
el analista debe dejar subsistir en el paciente necesidad y añoranza como unas
fuentes pulsionantes del trabajo y la alteración, y guardarse de apaciguarlas
mediante subrogados.
Por último, otro inconveniente para la cura seria que el analista correspondiera
al amor del paciente, asegurando así un triunfo para este y una total derrota
para la cura, pues de de este modo el paciente solo lograría actuar, repetir en
la vida algo que solo debe recordar.
Primero que nada partamos del hecho de que transferencia no es lo mismo que
alianza terapéutica o alianza de trabajo. Aunque para hablar de esta noción es
indispensable introducir lo dicho por Freud en 1913 donde afirma que "el primer
objetivo del tratamiento es ligar al paciente a la cura y a la persona del médico"
Freud habló de las transferencias positivas, de las cuales los postfreudianos
tomaron los sentimientos amistosos o cariñosos (de los cuales el paciente
estaba consciente) para su formulación de la alianza terapéutica. Estos
componentes fueron descritos como representando el "vehículo del éxito en
psicoanálisis, exactamente como en otros métodos del tratamiento".
Posteriormente en 1913 Freud señalo que era necesario establecer una
“transferencia efectiva” para poder llevar a cabo un trabajo psicoanalítico de
manera cabal, pues veía que era preciso esperar tener una apropiada relación
con el paciente, esto con el fin de ligar al paciente al tratamiento y a la persona
del analista. La diferencia aportada por Freud en su época fue entre la
capacidad del paciente para establecer una relación amistosa y un vínculo con
el médico por un lado, y por otro la aparición de sentimientos y actitudes que
podrían llegar a ser un obstáculo para el progreso terapéutico.
Para los postfreudianos este concepto esta referido más bien a la relación no
neurótica, racional y razonable que el paciente tiene con su analista y que le
permite trabajar intencionadamente en la situación analítica. En esta se hace
necesario evaluar la capacidad del paciente de establecer y desarrollar una
alianza terapéutica en cada estadio del tratamiento para así determinar los
pasos a seguir en el curso del tratamiento.
Freud establece más adelante que la transferencia son repeticiones que son
posibles y actuadas en la relación con el analista. También indica que la
transferencia puede ser positiva o negativa, y sólo en este último caso
constituye una resistencia para la cura. Aunque la transferencia de por si
constituye una resistencia, porque el paciente al transferir repite (actúa) para no
recordar, y sin conciencia de ello. En este sentido es necesario para la cura: el
vencimiento de la resistencia. De esta forma el analista comienza una labor de
desenmascarar dicha resistencia, para que el paciente pueda después de la
resistencia, reelaborarla y luego vencerla.